Friday, July 10, 2009

Mayo 2008 / No. 10 / Orange County



Prometeo: Cuadro de Rubens


Contenido 10
Éxtor Henrique Martínez
Las palabras ya no son guardianas de la intelgencia
El poeta desfasado
Poesía en el paredón de la fruslería

Carlos López Dzur
Nico Chavito/ Cuento
El filósofo desengañado / Cuento
Acrisio el misógino
Cavernas del mutatis mutandis
Erinas / Necesidades afectivas

Alejandro Drewes
Hombrecito: ¿Y ahora qué?

Ian Welden
La visita de Freya
Ojos
Dilema
El príncipe
Hans Christian en la oscuridad
El encuentro

Rosina Valcárcel
Carta a una muchacha de cabellos brunos

Arturo Cardona Mattei
Todo muere
Mañana incierto
Funeral
Postrer suspiro
Una isla para la venta


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Extor Henrique Martínez (México)

Las palabras ya no son guardianas
de la intelgencia


Y la cosa no pasaría de chaladura si acaso la peregrina ingenuidad no se tragara el camelo ese de autodenominarse promotor o promotora cultural, creyéndose que así se goza y se solaza de amplísimo prestigio intelectual en las glorias inmarcesibles del mundanal culturero que, en rapidez vaporizada, ostentan ilustrísimo lugar en la historia de la cultura fronteriza.

Promotoría cultural o nomenclatura vomitada por merolicos de ocurrencias disparatadas para designar de alguna manera una labor baladí. Se construye una «casuística» de falacias que conviene a la incapacidad y a la insuficiencia, ya sea en el talento artístico o en las instancias del sistema cultural unitario. O sea, cultura significa en este caso relativismo, oportunismo moral e ideológico; forma banal de subjetivarse a través de sofismas y supercherías escolásticas. Y la postura de promotor o promotora cultural se ha venido embrollando con las mismas fórmulas que aplican los aparatos oficiales de la política cultural, orientadas a impedir que la clase dominada pueda allegarse de los beneficios —tanto materiales como espirituales— de las expresiones del arte y la cultura. Promoción cimentada en líneas de obstrucción y cultura como forma diletante de apasionamiento por las artes. Promotores y promotoras culturales que tienen un campo de proyección estrictamente localista, excluyente y clasemediero; difusores y difusoras que actúan por conveniencia o por emoción, tratando de llenar el vacío con la deformación arbitraria de la noción de cultura, restringiéndola a una expresión artística de casta, de camarillas y cenáculos herméticos.

Cuando se lanzan a sus conquistas en los confines de la vida práctica y mundana, procuran que el fracaso pueda mecerse como autocomplacencia, lo cual también sirve para mantener vivo el mito de que los asuntos les salen bien chéveres. Aunque sus gestorías programadas no se les cuajen porque carecen de sólidos argumentos para venderle a la perrada de vulgata sus ideas cultureras. Y es que también, como lo afirma Antonio Cortés Terzi, «su mecanismo pensante se articula siguiendo la lógica de tradición escolástica de los universales todavía “rentables” en el terreno de las abstracciones que llevadas al campo empírico concreto, esas definiciones resultan inconducentes o ineficientes como estrategia» [La Derecha y su 'Inteligentzia' Política].

De allí que, con justa razón, la personalidad moral de los intelectuales no es reconocida ni respetada por la chinchina, quien instintivamente, y de modo parecido a una desconfianza jansenista, los mira igual que a los políticos, es decir, como charlatanes y mentirosos. Por su sometimiento a la hegemonía institucional del discurso demagógico, el pueblo los desprecia porque sus propuestas no tienen resonancia en la sicología de la jericaya ni su conciencia compagina con la idiosincrasia de la macuarrada. Y es que si los promotores culturales asumen una tendencia hacia el pueblo, tal acercamiento podría significar, como aseveraba Gramsci, ni mas ni menos que «una recuperación del pensamiento burgués que no quiere perder su hegemonía sobre las clases populares y que, para mejor ejercer esta hegemonía, acoge una parte de la ideología proletaria» [Cuadernos de la cárcel, libro tres, página 120].

Además, la difusión supuestamente cultural que llevan cabo es por medio de un lenguaje coagulado de automatismo social que ya no convence; es simplemente un discurso de propaganda, de exageración y fanfarronadas. Desde sus cogullas cultureras salen a redondear los ángulos afilados de las miserias espirituales, pues sus objetivos están ya definidos y son intocables porque son meras apologías del statu quo. Intelectuales, sabios, filósofos, literatos, artistas visuales, poetas y publicistas, apéndices del sistema de dominio político, social e ideológico, y bisoñeros afincados en la estructura del poder neoliberal, dándole proyección a la cultura global de la injusticia. Pululan de un lado a otro, la mayoría arrejolados del hueso presupuestal, renunciados o excretados de las instituciones públicas de la cultura (que de públicas ya no tienen nada más que un ejército parasitario de dizque promotores y difusores de naderías, toda vez que son organismos políticos y financieros, o sea, repartidores de becas y distinciones).

En el terreno de la práctica, la cultura adopta la forma de organizaciones e instituciones burocráticas, fundamentadas en una falsa conciencia de concepciones estatistas, degeneradas en fraseología al momento en que se invocan sus objetivos, los cuales se concretizan y se logran en beneficio de determinados individuos, previamente enquistados, pero no en favor de la perrada y de la chinchina popular. La promoción de la cultura no puede trascender sino penetra en la filosofía política. Empero, si ese compromiso moral es in abstracto, de poco o nada sirve. Se necesita de un contacto crítico con la realidad, y que no es otra cosa que una liquidación autocrítica de la noción manipulada de la cultura, con sus tendencias tecnocráticas y de consumo artificial. Pero aun así, no se llega a las raíces más profundas del problema. Por pereza, cobardía u oportunismo, tampoco se puede cumplir de modo consecuente esa función crítica. En su mayor proporción, los promotores en cuestión forman parte de un sector público o privado que colabora, coadyuva y sirve a los intereses de burguesitos clasemedieros; sus tareas de propaganda se fincan en un pluralismo de gran falsedad porque, contrariamente a lo que pregonan, fomentan el elitismo y justifican políticas culturales de segregación.

—Como dijo don Cayetano en la novela La Regenta: «y estos son los liberales que quieren hacernos felices». Pero hasta por el bruto de los ojos se ve de qué pata cojean.

—Así es, porque, al final de cuentas, uno termina siempre sirviendo a Dios o al Diablo. No hay de otra.

Como en los tiempos de Martín Lutero, si la Biblia sirvió para justificar el poder de la monarquía por la gracia de Dios, ahora la culturología, como un híbrido artificial de arte, ciencia y mitología, en sus manifestaciones masivas y elitistas, sirve para dar forma y sentido a los motivos e intereses de la existencia habitual en el espíritu de la sociedad burguesa. Culturología que es la forma extrema de la enajenación de la cultura y negación de su verdadera predestinación humana. O sea, en sus límites históricos estrechos, ruptura entre sociedad y cultura, como la separación existente entre el trabajo y el capital. Canon de la culturología donde la cultura se vuelve un elemento imprescindible para el sistema de dominio y que, en mutatis mutandi, no deja de concebirse «como saber enciclopédico en el cual el hombre no se contempla más que bajo la forma de un recipiente que hay que rellenar y apuntalar con datos empíricos, con hechos en bruto e inconexos que él tendrá luego que encasillarse en el cerebro como en las columnas de un diccionario para poder contestar, en cada ocasión, a los estímulos varios del mundo externo.


Esa forma de cultura es verdaderamente dañina, especialmente para el proletariado. Sólo sirve para producir desorientados, gente que se cree superior al resto de la humanidad porque ha amontonado en la memoria cierta cantidad de datos y fechas que desgrana en cada ocasión para levantar una barrera entre sí mismo y los demás. Sólo sirve para producir ese intelectualismo cansino e incoloro tan justa y cruelmente fustigado por Romain Kolland y que ha dado a luz una entera caterva de fantasiosos presuntuosos, más deletéreos para la vida social que los microbios de la tuberculosis o de la sífilis para la belleza y la salud física de los cuerpos. El estudiantillo que sabe un poco de latín y de historia, el abogadillo que ha conseguido arrancar una licenciatura a la desidia y a la irresponsabilidad de los profesores, creerán que son distintos y superiores incluso al mejor obrero especializado, el cual cumple en la vida una tarea bien precisa e indispensable y vale en su actividad cien veces más que esos otros en las suyas. Pero eso no es cultura, sino pedantería; no es inteligencia, sino intelecto, y es justo reaccionar contra ello» [Antonio Gramsci, Cuadernos de la cárcel].

SEMILLAS ARROJADAS A UN TERRENO INFECUNDO: Para hacer alucinar a profanos, según dicen ellos, y algunos de sus compinches, que son promotores (y, además, culturales), pero yo digo que son publicistas del parpajo espectacular y de la defección artistoide. ¿Y quién les envió ese soplo de exquisita sensibilidad prefabricada? Cuando no hay silencio, toda respuesta de su parte queda a merced de la irracionalidad o se reduce a un chinga tu madre.

Y los verdaderos promotores ¿qué arguyen al respecto?; ¿quién de ellos respinga ante esa inculta desvergüenza que los rebaja al mismo rasero de los falsos? Bueno, algunos alegarán que no es un problema de personas sino conceptual. Y juntos seguirán compartiendo cartel en los intríngulis de una cultura, que no es más que una etiqueta y lujo intelectualoide.

—Pues… sí. ¿A quién le importan esas futilezas experimentales? Si al final el azar y la lógica se enredan y dan fundamento a un contexto de liderazgo cultural que no es otra cosa que una ignorancia zafia.

De acuerdo con la teoría de la hegemonía cultural, los elementos inherentes a los mecanismos del orden, el control, el dominio y la sujeción no se hayan en vínculo directo con la dinámica de las fuerzas y actividades productivas de la «base económica», sino en los niveles superestructurales de la cultura, cartuja de la culturología. Y desde esa instancia opera la coerción, sublimada en concepciones desideologizadas y mistificadas.

—De cierta manera, la cultura se entiende como sinónimo de sociedad capitalista.

—Órale. Como a la crítica que ahora la llaman conspiración o mala leche.

Y a partir de que se diseña el enfoque institucional de la cultura, sus partidarios, apologetas y adalidades saltan de burracas a superhombres de las artes y las letras como si fueran encarnaciones del propio del S. Zaratustral. Conviene a los intereses del bloque dominante cohesionar y amortiguar el rictus de la lucha de clases desde la colmena culturera, sacándole el mayor partido al estatus epistemológico y al valor interior de las conciencia, aprovechando que el orden de las precisiones intelectuales jamás coincide con el orden de los hechos históricos. Por eso cayó Hegel —dice Marx— en la ilusión de concebir lo real como resultado del pensamiento.

Y, justamente, para disipar, superar y paliar las antinomias está el oropel ideológico. Fabulaciones como sedantes ideológicos para que el renegado social no sea capaz de matar tan siquiera a una mosca. Y en tales maniobras, hic et nunc, intervienen los propagandistas culturosos más rapaces y la escoria de la bohemia artistera que hay en Tijuana, legitimándose con mucha humildad —postiza— como representantes del populacho fronterizo. Y lo que ya no sorprende ni tiene nada de extraordinario es que sus propósitos e intereses particulares se encubren como si fueran intereses comunes de todos los miembros de la sociedad.

Bajo la máscara de la asistencia fraternal proclaman objetivos como si tuvieran fuerza mágica y esperan, llenos de ingenuidad o disimulo, un efecto positivo. Y todo en pro de la democracia cultural. Por tal razón, no tienen el derecho de llamarse promotores culturales. El nombre correcto para ellos sería el de propagadores de una cultura plutocrática, monocentrista y hegemónica. Si realmente ayudaran a la perrada bajuna a romper con el aislamiento en que se encuentra, estarían condenados a ser sus propios sepultureros.



HACIA EL PAREDÓN VERBAL DE LA FRUSLERÍA: La intención es desvirtuar la realidad para el interés de aquellos a quienes les conviene ocultarla. Con supremo estilo de elegancia, a los creativos, encargados de redactar el truco publicitario, nada más les faltó agregar la atenta petición de que, una vez que el bato o la ruca que lea el referido libraco, se lo meta por el culo. Vamos a ver, ¿qué tiene de «deslumbrante» tal «entrega»?; y ¿porqué el autor de tal chingadera se ha de volver «imprescindible»? (imprescindible ¿con respecto a qué o a quiénes?); y ¿por qué se exagera con eso de que «leerlo en estos tiempos representa un nocaut urgente y necesario para nuestras certezas»? Ni como papel para el escusado resulta ser imprescindible, urgente y necesario a la hora de que las certezas excrementicias han sido arrojadas a la tasa o caja del tafanario (es más, ni siquiera hay noticias sobre la vendimia del libro). Ese tipo de propaganda trinquetera suele ser tan desproporcionadamente estúpida como grandes suelen ser para su talla los 50 uniformes de soldadito que se ha mandado a hacer el Felipe Calderón. Tanto el sistema político como el canon literario se disfrazan con rebuznos y eructos. Háganse genios del perogrullo y verán que hasta el chalán que va por las tortas en el Centro Cultural Tijuana (CECUT) puede ser inflado como un portentoso y deslumbrante literato y ganar el premio «Planeta» o publicar en Mondadori.

—Ahora comprendo mejor aquella canción que dice «miénteme más que la vida es una mentira».

¿Porqué se nos quiere tomar el pelo con esas falsas categorías que se detonan desde los mercadeos editoriales? Primeramente —como lo precisa Ignacio M. Sánchez Prado— porque la noción de la literatura se ha deteriorado y ha «ido perdiendo su densidad estética e intelectual» y, segundo, por un problema de fondo: «que la literatura ha dejado de ser un compromiso y se ha convertido en una 'commodity' que busca un lugar en la circulación de capitales y en lo que hoy se llama industria cultural». Antes que ambages estrictamente literarios, lo que necesitan los escritores es portar una marca de los poderes mediatizadores, precavidos y traicioneros. «En el momento en que creadores, editores, crítica y público coinciden en señalar obras escritas por autores mediocres como ejemplos de literatura, este término deja de garantizar cierta calidad o compromiso. Más bien se fomenta la construcción de un público pretencioso que busca adquirir cierto prestigio con sus semejantes a través de una figura impostada de intelectual» [Ignacio M. Sánchez Prado, Para una literatura comprometida, «Crítica», No. 18, octubre-noviembre de 2006].

Así, tras ese umbral de espectacularidad circense es posible cercenar las partes más inalienables del arte y la cultura, haciendo posible lo que antes parecía ser imposible de concebir y que el esteta o productor de objetos literarios esté dispuesto a rebasar los límites del romanticismo, desempeñando faenas de tamborilero, bufón, títere o mamarracho. Ya lo anticipaba Proudhon, habiéndose acabado el tiempo de la idolatría de los hombres excesivos, solamente queda recurrir al publirrelacionismo y cobijarse en la propaganda mediatizadora.

Bien lo decía Larra, que aquí no se trata de saber sino de medrar. Y desde que la flor fue mordida por el gusano, comenzó la saturación endémica de poetastros, perfomanceros y novelistas que pululan y se zangolotean en el muladar culturaloide.

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Carlos López Dzur (PR)

Nico Chavito / Cuento


Este es un pueblo cagao. Yo no quiero que me entierren aquí: Nicolás González «Chavito»

Nico Chavito, quien vivió en los fondos de Pueblo Nuevo, dijo que él no sabe cómo entró el pecado a su carne y a su consciencia. Alguna vez vio la Crátera de Apolo y se entretuvo en la noche con tal pensamiento. El miraba al cielo nocturno, con la esperanza de observar la constelación de las Pléyades. Dijo que estuvo sediento de espíritu, pero no supo buscar la susodicha alma. Que las Pléyades mientan a las palomas y la paz del espíritu. Que donde quiera que observa para dar mentís a su fe, siente la habladuría de la lujuria, la codicia usurpadora y una miseria decepcionante. Se cuida de recibir una disciplina reaccionaria y represora; pero no tiene la fuerza para negarse a ejercerla él mismo.

A Nico Chavito le dicen que es poca cosa. El no sabe por qué. Lo olvidó. O se hace el sueco. Quizás es que él no progresa, como quiere. No tiene más presunción que la Vespa, aunque algunos amigos suyos se acreditan con la ambición de moda. Ser rico, serlo cuán rápidamente sea posible. Irse en búsqueda de los Verdes Prados / in USA / porque ya la inteligencia se acabó. Galbraith, el economista de moda, preconiza el Estado Pordiosero. Papá-Estado da mantengo y la sociedad de los ricos sostiene a los tontos en esta moderna permisividad de nenes lindos, caprichosones y piquitos de oro. Nico filosofa a veces, quejosamente, que el Estado Pordiosero todavía no le ha dado nada. Miserias que ofrezca el Mantengo que se la den a quien no pueda irse a New York a sacar dólares del judío, al riesgo de batirse con negros e italianos, o sucumbir a este demonio, la tecata...

El Adversario alega que no hay verdad. El ser es incognoscible. Esa es la forma en que entró el pecado: la mentira, según Nico y, ¿por qué no? El olvido ayuda. «Nadie está interesado en nadie, verdaderamente. Menos en este pueblo cagao». No hay verdad. Ni progreso. Ni pan ni tierra ni libertad. No hay ni mierda.

Nico fracasó, por causa del Demonio, en la tarea de buscar, con corazón sincero, un aleluya al Señor para su boca. Y le echan la culpa al Dr. Spock y Luis Ferré. Y en Pepino, a Mon Román y Piro Pérez Cancio. En este pueblo, sin memoria, se nos mira como a pulgas. Se nos minusculiza. Uno no es quien quiere ser y no es a otros ojos como es uno. Lo empequeñecen. El no es Nicolás. Es Nico. Y, visto según él mismo lo ve, parece que a su vida han puesto un precio de centavo. Por esta razón, tiene un coraje hoy y no trae de la grifa que le gusta. Ni un corte de heroína.

Este es un viajero en monkey hunt. O sea, en el esparcimiento. Esta noche se desvelará hasta que salga esa paloma misteriosa que él llama la Serenidad de la Inspiración. El espíritu en sí encarnado. Así podrá sacar los arpegios sublimes a su guitarra. Ya verá el grupo de bohemios las sorpresas que Nico Chavito da.

Dijo que ha querido que su vida transcurra distinta a lo que ha sido. Es un rezongón con las pléyades que le niegan luz. Refunfuña a su mujer. Está casado y la castiga. Tiene en la mira a una dominicana que habla inglés y le pide: Introduce Charley! O sea, dáme pinga, puertorro. El dice que es anti-retributivo, pero, cuando el instinto llama él va. Ofrece el Banging Off de las pléyades oscuras. Se va a la playa en su bici Vespa... y no quiere ser así, pero se le hace tan arduo calcular el placer y el dolor. El no dice, al pasar un buen rato e irse con amigos a festejar la alegría, que Magui tiene el mismo derecho. Es un ultramontano bestial. El le pega el cuerno y lo que sea que truene. Dijo que la soledad ya ni pueda nutrirse de él. Ya está creada con ese robar contínuo del Establecimiento y es la verdadera Babilonia, sumándose al alma, embotándola hasta dejarlo ciego ante la luz y ciego por las tinieblas.

Sus amigos que llegan de Perth Amboy, Brooklyn o el Bronx, son glotones. Unos puercazos en materia de la yerba. Lo instruyeron con sus trucos para el pánico con ácido, polvo de baterías, ajax y Alka Selzer. Nico siempre anda volando, wigged out, pese a que dice que las nifiadas son sábados y domingo. Mientras inhala, suspira una frase que parece quejumbrosa, o la satisfacción de su gratificada voluntad: «Ay, mi hermanito».

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El filósofo desengañado



Vida de Don Guindo Cerezo, nacido, educado, instruído, sublimado y muerto según las luces del presente siglo. Dado a luz por seguro modelo de las costumbres por Don Justo Vera de la Ventosa: Sátira contra Pablo de Olavide y Jáuregui, 1776

El filósofo de carita rechoncha, el incómodo tertuliador y admirador de Voltaire y Racine, regresó a España. Sus viejos amigos de Sevilla se sorprendieron al ver que llegara. El se metió en sus escondites, en su biblioteca, y evitó la luz pública como una cucaracha atemorizada. Para gruñir a su obra como administrador, Oidor de Lima, hubo quien lo acusó de ladrón, malversador y, entre pioneros de un pensamiento iluminista, donde él antes quiso incluírse, un movimiento autonomista que arrancó del mismo Perú lo tuvo en la mira.

«Hay que amar al indio, no sólo vestirse de enciclopedismo», le dijeron en París antes que huyera, revolcándose otra vez en la fe católica y que escribiera su petición de perdón a la nación española que representaba el Rey y las Cortes: El evangelio en triunfo o historia de un filósofo desengañado, 1797.

En 1752, se presentó en España para buscar quien lo librara de muchísimas quejas coloniales sobre él, o más bien, de las culpas que lo amargaron por la zozobra que supone ser quien da un pasito para adelante y dos para atrás. Si robó, dijeron entonces, bien que lo ha escondido. Tendría su tesorito muy guardado en Francia.

El Conde de Aranda lo protegió, aunque sí lo apresaron en aras de comenzar a investigarlo. «Dios fue quien me hizo llorar en una celda», alegó. Y no creyó, en ese momento, que le quedaran amigos. El filósofo no es ñango ni un babieca; pero, moralmente, vino calamitoso. Hecho una odrina. De Perú no quiso, ya ni saber nada. Y decía que, de bienes materiales, sólo la camisa que viste entre rejas.

«Soy un intelectual, no un revolucionario. Un filósofo que, por accidente, fui a parar a un convento», en momentos en que se lee la Pamela de Samuel Richardson, Las cuitas del joven Werther de Goethe o La Nouvelle Heloise de Rousseau. Ahora se consuela leyendo la Oda de la ninfa de Sena. Lo afrancesado no se lo van a quitar, porque, como dijera en las Tertulias de neoclásicos, en Madrid, incluyendo la que visitó, la de Jovellanos, es él una tardía, o más reciente prolongación de Racine (1639-99), aquel estudioso a la sombra de Los Solitarios de Port Royal y que, siendo el amante de una actriz escribió para ella.

El Conde de Aranda se conmovió.

Quisiera él, Don Pablo, no haber conocido a sus acusadores. Sólo que se le amara, como en Francia y en otros lugares de Europa, no en España, se quiso y se está queriendo a Racine, pese a aquella polémica de las Letras imaginarias de 1666. Esto es lo triste en la vida del estafador. No, él no es un lector de cuitas de románticos desdichados. No es como Werther. No se meterá un balazo. Ama la poesía, sí, pero la naturaleza no... La geografía agrede, se come y rivaliza a los hombres. Y la pobreza se ríe del que sea más tonto. En materia moral, si amara a Carlota, novia de un amigo, él diría: «Hay muchas otras para que elija. No creo en suicidios por amor. A España no traeré una moda de amores desdichados. Racine es más útil. Andrómaca, Ifigenia, Berenice: mis modelos, mi reflexión acerca de la mujer».

«Berenice, por amor, rechaza el suicidio y el purgatorio. Entiende la razón de Estado. Es una judía que se ubica. Berenice es una opinión que salva a España, como en su decisión salvara al Emperador de Roma, a Tito y Antíoco», comentó el Conde de Aranda.

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Acrisio el misógino

Quien no sabe que la guerra existe
(y es una violencia interna que corrompe)
contigo lo aprende, padre fallido.
Crédulo, augurero, vengativo.

Cuando no parece que así sea,
reinventas su amenaza en tiranía. Al padre malo
le place que exista un enemigo y que se muera,
clavando en sus espaldas un cuchillo de palo.

Tú das la cueva oscura o la celda en la torre;
permites que tu hija salga a ver el cielo
cuando llueve estrellas;
das una cadena larga o abres un techo
de bronce, por si Zeus la visita.
La tiranía es a veces filantropía calculada
(pero la fuente de su terror no la perdonas).

Quien no sabe aún que la guerra existe,
sabrá pronto que de tu hija supones
que nacerá un enemigo, el transgresor,
el que vendrá a matarte, el oculto en su vientre.

¿Qué dices cuando ella te pregunta:
,I>«De qué tienes miedo, padre mío?
¿De tu nieto? ¿Qué es lo que realmente
has llamado lo Desconocido?»

En Argos se ha comenzado a decir
que Acrisio no ama suficientemente.
Que los malos augurios por su reino
(por los que teme) son sólo misoginia.

07-12-2000 / De El Libro de la guerra

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Caverna del mutatis mutandi

Yo dí el salto al abismo
cuando ví la luz que me invitaba
a dejar la caverna del mutatis mutandi.
Del salcocho de cerdos no quise mi alimento.
En rehalas de rebaños ovejunos,
dicté: soy soberano y con sinarcas
que desprecian a mis hijos
y les dan sus sobrantes,
no quiero mi banquete.
Innecesario exordio son
sus prolegómenos,
predicantes de miseria.

Yo dí el salto de fe
y mi alma era una risa,
la gloria de mi fruto
más amado, el vetarro vencido
en el deslinde, la gruta del deleite
por rutas de movimiento eterno.

Memorias

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Erinas / Necesidades afectivas

Hay necesidades que no se ven y vociferan.
Sólo uno las oye. Las oye desde un En Sí
que es tan profundo que los otros dicen:
No existe, no es posible.
Uno sí lleva esos procesos por dentro y hasta los dientes.
Se vuelven calaveras.

Existen unas violencias que muerden subterráneamente,
ignotas para el prójimo. Y muerden como colmillos y molares.
Son venganzas. Tisífone. Celo de Megara.

Ira constante de Alecto.
Son hijas de las noches de miseria.
Son furias de una escasez profunda.
Son necesidades afectivas en la oscuridad de los crímenes.
Voces que piden ser clarificadoras, piden compensaciones.

Son tan monstruosas como el crimen mismo que no ha sido
llorado, que no ha sido resuelto, el que a ninguno importara
porque la ley es ciega y el corazón es duro.
Necesidad que la ética ignora, ética sin ley
que vocifera adentro y que ninguno escucha.

Afloran y nadie quiere verlas: es porque uno es pordiosero
con la puerta cerrada, uno es el extraño, el extranjero,
uno es el favorito para que se le haga guerra
y se le mate en la esquina, uno es menos que un perro.

Como Erinas se siente el corazón sin que haya ojos
para verse uno mismo.

Uno tiene serpientes como pensamientos,
enredosas serpientes, para las que no hay caricias.
Uno da miedo y tiene miedo y el miedo lo persigue.
Uno es un suplicante con una madre muerta
por una mano amante, la de Orestes,
y uno asesina hasta las sombras que avanzan
el oscuro desierto, el alma.

El libro de la guerra

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Alejandro Drewes

KLEINER MANN, WAS NUN?

Hombrecito: ¿Y ahora qué?


Del título de una obra de Heinrich Böll
Ya sabes ahora –pero es tarde-
que eres parte del largo sueño de Dios
y alzas y hundes las manos
asidas al último frágil madero:

Te espera un certero naufragio
bajo las olas de la realidad,
aunque intentarás ahora
-pero ya tarde, muy tarde-
matar al viejo ciego que grita
en la carne áspera, nocturna.

Y SIN EMBARGO....

Un árbol
ciego y mudo en la noche de marzo
deja caer
una joya palpitante
y calla
sagradas plumas muertas
sobre el límite tenso
entre la sombra y el día,
como plegarias para huir del vacío.

Dolor:
cuando la blanca jauría
de colmillos dorados
persigue a la luna en lo oscuro
y el destino, nuevo Bruto,
me observa desde el fondo
más profundo de tus ojos:
pues cada mañana tu imagen se va
y el alba nunca amanece contigo.
Nunca amanece.

Alejandro Drewes / Obra

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Ian Welden (Chile)

La visita de Freya

Con las naríces metidas
en nuestros propios asuntos
la vida transcurre y transcurre
como suele hacerlo la vida.
Pero qué tontos podemos ser a veces
nosotros los seres humanos.
La paz y tranquilidad
que reina ahora por estos lares
se ha transformado en fatal aburrimiento
y hemos perdido tantas cosas bellas
tales como la sensualidad, el erotismo
la ternura y la intimidad.
Tenemos si promiscuidad y fornicación
y orgías y bacanales en las navidades
y semanas santas.
Pero no la cálida
fértil
contagiosa
semilla de La Intimidad.
Debe ser por eso
que Freya anda por aquí.
Entró a nuestros reinos
una madrugada del 1 de mayo
su cumpleaños número mil
en su carruaje de madera de roble
tirado por dos gatos misteriosos
cuyos nombres nadie conoce
e instaló su cuartel general
al lado de la estatua de la Sirenita
en el neblinoso Puerto de Copenhague.
Diosa de la felicidad, la primavera
la fertilidad y el acto sexual
esta mujer dorada y preciosa
y de un genio violento y brutal
cual huracán desenfrenado
llamó de inmediato con su voz de trueno
a la Primera Reuníon Nórdica del Amor.
Reyes y reinas y ministros
y ministras
se han apresurado vanidosamente
a acudir al llamado
Pero la diosa los ha increpado duramente
por egoísmo
deslealtad
elitismo
ostracismo
clasismo
amoralismo cinismo
mentira
hipocresía
flojera
soberbia
marxisimo
y tal vez amoralidad.
Pero sobre todo
por incompetencia y hurto.
Tanta fué su ira
que su collar de ámbar
regalado por Thor
se hizo añicos
y su voz se escuchó no tan sólo
en los reinos nórdicos
sino en todo el sistema solar…
Los ladrones incompetentes
huyeron despavoridos
a esonderse en sus palacios
y Freya se fué por los caminos
contagiando su intimidad
a diestra y siniestra
como si fuera
una benigna epidemia incurable.
Ahora que se ha ido
nosotros los mortales de cada día
nos atrevemos a reir en las iglesias
saludar a los vecinos
cantar a todo pulmón en las calles
y decir te amo sin avergonzarnos.

Ian Welder

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Ojos

Extraño sus ojos
jamás vistos de frente.
Por estas playas de hielo
voy tarareando alguna melodía
perdida en el reloj de arena.
Ojalá la escuche por allá abajo
tan lejos.
Aquí se siente el canto de la sirena
lejano
como un lamento
lanzado al azar.
La niebla me hace desaparecer
y crea espejismos de ella.
Yo soy ahora el Norte
y ella el fin.
O seré yo el comienzo
y ella el Sur?
A quiénes estaremos engañando?

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Dilema

Terminados ya los disturbios,
y los dioses y los humanos
cada cual en su lugar,
camino a casa
por esta ciudad que amo
y saltando de una isla a otra
como un niño jugando al luche
mi almohadillita de lentejas
cae a los piés de la solemne estatua
de Hans Christian Andersen.
Despierto de mi embrujo
y miro alrededor.

El sol de la temprana primavera
las gigantezcas vikingas doradas
las banderas rojas con cruces blancas
los cisnes cruzando ordenadamente la calle
el policía azul dirigiendo el tránsito
los inmigrantes multicolores
la reina comprando sin guardaespaldas
los edificios de los siglos XVI y XVII
y las maravillas arquitectónicas de Utzon
me roban el corazón.
Pero de pronto
me siento como un traidor.
Mi otra amada
allá abajo en el fin del mundo
donde los barcos caen a los abismos
los cachalotes vuelan entre las nubes
los cerros y cerras se aman locamente
las banderas son tricolores
su estrella blanca y solitaria
queriendo escapar entre las multutudes
las mujeres morenas cual cochayuyo
se llaman Rosa, Bárbara
Consuelo o Esperanza
y mi madre la cordillera
aún llora por mi ausencia.

Bio

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El príncipe


Cuando cae la noche
con su niebla inóspita
y los lobos aúllan
en las ciudades temerosas
aparece la trágica figura
del príncipe solitario
los fines de semana.
Arrastrando su ropaje gris
y su patética figura arcáica
por las calles eléctricas
los bares, cafés y discos,
las juventudes bellas y eufóricas
se apartan de él con horror
porque hede a larvas y muertes.
A historia virtual.
Y se va por los cementerios
murumurando incoherencias
preguntándose atormentado
acerca de la existencia
o la no existencia
con el sonriente cráneo amarillo
entre sus manos tan solas.

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Hans Christian en la oscuridad

Qué extraño como se viene la primavera
brotando de las nieves eternas
rodando cual carnaval de flores
o como un circo caminante
embrujado y encantado
jamás pintado por Chagall.
Se acuerda de los circos
Don Hans Christian?
Usted con sus siglos ya helados
aquí en su oscuridad?
Piensa aún en los payasos
que lo hacían reir
y sus gritos de alegría
y esperanza?

Sólo se acuerda del invierno
Don Hans
y de noches traidoras
como esta
su amante fiel
en las navidades silenciosas
y cumpleaños vacíos.
Y de las sinrisas de los niños
corriendo invisibles
por los pasillos estériles
de la casa de reposo.

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El encuentro

Por ahí
entre mis sueños estrafalarios
apareces tú
dulce como un hogar
cansada por tu viaje
desde los pies del planeta hasta mi lecho norteño.
No alcanzo a tocarte
y ya te has ido
con tus maletas
y sonrisas y rosas
de regreso a tu cama sureña
y a tus propios sueños estrafalarios.

Ian Welden
marzo/abril 2009 / Copenhague.
De: CRÓNICAS NÓRDICAS / Poemario

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Rosina Valcárcel (Perú)

Carta a una muchacha de cabellos brunos

Avanzábamos entre astros esmeraldas al anochecer
era mayo del año 1994
relámpagos fugaces aterrizaban en mi choza
Luego amaneció el enigmático 1995
y la amistad crecía era una planta freca, pura, inocente
Toda era violeta y jazmín
libros y sueños, revolución y jazz
Las cuatro estaciones revoloteaban y éramos felices
El aroma de tu piel me recordaba el color de las margaritas
tu voz era un susurro bello
cada mediodía nublado
tu aliento nacía del melón y el vino.
Y llegó octubre y el misterio
y pasaron años y años y años
y varones amigos villanos tahúres de pisco
y damas amigas villanas hembras tapadas

¿Sabías que Orson Welles nació en Kenosha, Wisconsin
Estados Unidos, el 6 de mayo de 1915? Que su padre
era el empresario e inventor Richard Head Welles
y su madre, llamada Beatrice Ives, se dedicaba
a ofrecer conciertos de piano.
Hoy, en pleno sglo XXI Orson nos visita, contempla y dice:
--"Hay que evaluar, examinar, sacudirse y sacar
conclusiones de la película"--
Su tono ácido es amenazante...pero sabio.

Es tan absurdo veridicar que ya no eres la Luz de Luna
que iluminó mi insomnio aquellos viernes solitarios
que ya no eres la muchacha de cabellos largos y sonrisa ancha
que dejaba poemas debajo de mi almohada
que ya no eres mi camarada mi cómplice ma petite

Hoy eres casi una extraña, lejana, distante
¿tu transparencia se ocultó?
¿entraste en una vorágine que no logro comprender
en un afán que no alcanzo a asir
en un volcán que calcina mi piel y mi alma?
Mucho café hemos consumido, tal vez
¿ausencia de diálgo?
¿carencia de afecto?
Quizá, has reemplazado la tibieza del verano
por la sal del Mar intemporal
¿Toi et moi?
Sólo en el horizonte del recuerdo
vidrios quebrados, un cuadro de guerra

Hoy quién sueña con la amistad del Quijote
hoy quiénes leen a Safo, Éluard, Brecht, Nazim
Ya no soy más la apasionada lírica
sólo una fantasma que se reúne con sus muertos
una fantasma que desliza su perfil morisco
camina kilómetros descalza
y se reúne
y se separa
de los vivos.

25 enero 2008

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Arturo Cardona Mattei (PR)

Todo muere

Inmenso mar
Que ruges como león hambriento
Que te mueves al compás del viento
Te veo de lejos con tu pecho abierto
Eres el mar que agoniza
Porque no puedes prender el desierto

Furioso mar
En estampida mueves tu poder
Tus olas enfurecidas
Se pierden en la distancia
Y en lágrimas nocturnas
Las estrellas te abrazan

Esclavo mar
Eres esclavo de tu propia arrogancia
Porque tienes celos del cielo
Porque al cielo pertenece tu manto
Y en un rosario de llantos
Mojas tus pañuelos
Que van flotando con olores de alabastro

Triste mar
Con tu poder estás enfadado
Porque tienes pesadas cadenas
Que son estorbos en tu cuello perlado
Mar triste y azulado
En tu propia fosa te ves atrapado

Mar vagabundo
¡Cómo poderte consolar!
Cuando tiras al viento
Tu queja magistral:
Perdona si no siento el plañir
De los vivos que van remando
sobre mis aguas de eternidad
En la orilla muere toda mi dignidad

Arturo Cardona Mattei
25 - 12 - 2008
/ Caguas, Puerto Rico

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Mañana incierto

No se… pero el espejo
Se perfila de mal humor
Hay un mensaje que no puedo descifrar
En la mañana está empañado
Por la tarde se ve triste
En la noche me mira perturbado

Hay algo raro que no puedo describir
Pero hay un mensaje en el espejo
Hay confabulación, hay secreto
El silencio me aturde…estremezco
Voy a romper el sortilegio
Voy a rasgar el oscuro misterio

Un día después, aquí estoy
Dando vueltas delante del espejo
Sigue gruñón, amargado
Sin dar pista de su negro secreto
Vacilante, estoico, excéntrico
No hay palabras, solo desaliento

Es mi vía crucis
Donde quedo atrapado
En amargo desconcierto
No me dice nada, todo refleja cero
Temblorosa mi boca le pregunta
¿Acaso no quieres ver mi esqueleto?

El espejo bajó su mirada
Un torrente de agua nubló su fachada
Eran lágrimas que brotaban
De un amigo tierno inseparable
Que callaba lo indecible
Que no me vería mañana

Me fui a dormir
En la tranquilidad de los fantasmas
Oí un ruido corto y seco
El espejo se había desgarrado
Ya nada podría saber
Mi amigo inseparable quedó destrozado

A la siguiente noche
Mi ruín esqueleto quedó huerfano
De pensamientos y halagos
Mi largo camino había terminado

Quimera la del hombre
Que vive hoy, y muere mañana
Seol que todo lo recoges
Nuestro pacto es humo grabado

Una triste lápida
Delata mi nueva posada
En ella se lee: honores y
Privilegios aquí yacen abovedados

31 de marzo de 2009,
Caguas, Puerto Rico

* * *



Funeral

El camino estaba lleno de nada
solitaria vereda la que caminaba
triste la lluvia se deslizaba
larga la cola para ver tu morada
Los pinos sus ramas ya no agitaban
el viento era lento, seco, sin ganas
el río corrió a su escondite
nadie salía a ver qué pasaba

Todo era parco, mudo, sin llama
la caña su guajana no la mostraba
la gente dormía un sueño eterno
el perro su ladrido ya no lo usaba

Era el camino que iba al cementerio
en él nada se oía, nadie caminaba
ni voces, ni llantos, ni lágrimas
pues no había cadáver para ser enterrado

La tristeza se quedó flotando
el ruido se fue muy lejos
todo quehacer quedó paralizado
hasta el propio camino quedó agonizando

Todo quedó en la nada
la montaña perdió su cima
el mar la sal que lo simbolizaba
en punto muerto quedó la empalizada

Todo se fue para nunca jamás volver
el cementerio se tragó la existencia
la existencia se engulló la frontera
que separa la vida de la muerte eterna

El funeral caminaba solo
sin que nadie nada le dijera
la piedad había muerto
en su lecho rodeada de miseria

4 de febrero de 2005
Caguas, Puerto Rico


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Postrero suspiro

Desperté como despierta el día
de un salto, de un brinco no calculado
como despierta el río;
abrupto, desordenado
como despierta el viento;
ligero, malhumorado
Mi cuerpo temblaba bajo la lluvia
de un sudor que me empapaba
un postrero suspiro salía de mi nariz,
un aliento último en mi rostro
se desgarraba

Cerca el camposanto
en silencio rotundo agonizaba
y el fuete de mis dolores
como vidrio roto en dolor profundo
todo mi cuerpo punzaba
agotado y mordido por la muerte
la palabra final se trepó a mi lado.

El juego de la vida
iba rumbo al calabozo señalado
la cola de la vida
a pasos gigantes iba menguando
y en el cercano cementerio
el rabo de la vida
pagaba su último denario.

Dolor postrero, agotamiento raro,
suspiro último, juego jugado
el sudor que antes corría
ahora seco se ha arrodillado
y el cuerpo que antes era vida
calló su gloria...colmó su trago.

El rabo de la vida
en el camposanto entregó todo su diario.

Arturo Cardona Mattei
1 de febrero de 2006 / Caguas, Puerto Rico

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Una isla para la venta

Puerto Rico, Isla del Encanto
Vitrina de las Américas
Tierra del coquí manso
De las palmas cocoteras
Que van meciendo sus cuellos alargados
Tu precio ha sido anunciado
Por boca de hombres sin bandera.
Son tus hijos que no tienen honor
Que están faltos de vergüenza
Que venden tu tierra y agua
Al primero que las quiera
Venden tu aire, tu oxígeno
Tu frío, tu calor…también venden
De la bruma su manto espeso y su color.

Venden tus montañas a cualquier desarrollador
Esquilman al cordero que sentado se ve en la Biblia
Y juran por el Dios Creador
Que te aman como a princesa preferida
Venden tu bandera y escudo
Y tiran por los aires tu himno más puro
Y prenden la antorcha ardiente
Hasta quemar tus ruegos y susurros.

Puerto Rico, tu gemido es largo y profundo
Tu dolor inmenso y agudo
Tu precio se platica en cuartos oscuros
Tu camino está lleno de brasas y humo
¡Que vengan los postores!
¡Que liciten los impostores!
Tu geografía toda está maldita
Por una ideología que lacera y mortifica.

Tu Cordillera, la que parte tu cuerpo
En dos costados
Se va encogiendo en dolor amargo
En tus ríos la esperanza se va ahogando
En tu flora su mosaico de colores se va abrumando
Y el ruiseñor que antes risueño cantaba
Hoy en lamento montuno se va mudando.

Mi isla borinqueña, antillana y taína
Saca tu espada, blande tu escudo
Usa tu lanza, aprieta tu puño
Desenfunda tu coraje, lustra tu orgullo
Marcha sobre las piedras azarosas
Y lánzalas sobre aquellos que van
Desgarrando tu terruño.

Isla de Puerto Rico
Quita la alfombra donde ponen sus pies
Tus hijos más insensatos e impuros.

¡Renegados que venden a sus hermanos!

Arturo Cardona Mattei / 30 de mayo de 2009
Caguas, Puerto Rico

Nota: 7,816 almas que cayeron
en la primera ola de cortes en el gobierno de Puerto Rico.
Ese es el primero de los muchos ayes por venir.

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