Friday, January 8, 2010

Enero 15, 2010 / No. 51 / Orange County



Contenido 51

Crítica del agravio moral, cosificación y reconocimiento
En torno a Axel Honneth / ensayo

El optimismo de Vallejo en un poema


César Vallejo
Hoy me gusta la vida mucho menos / poema

Mario Capasso
Flores son amores / cuento

Iris Miranda
Tánatos
Ante el oráculo del espejo
Invitación

Frags. de «Los escritores inútiles»

Carlos Daminsky
Desdicha gramatical

«Para escribir hay que estar chiflado»:
Entrevista con el poeta Carlos Daminsky

Éktor Henrique Martínez Hernández

Crisis de la cultura y cultura de la crisis
Poesía como un montón de mierda

Alejandro Vórtice
Fantasía / prosa

Alicia Fontecilla Aravena
Muerte / poema
Mística / poema
paroles d'une femme terrible
dédié à ma chère loup, Javier Monroy

Alicia Fontecilla Aravena:
Una entrevista con Sequoyah Virtual


Liliana Varela
Hay Días / poema
La llegada
Gente que trabaja
El final adecuado / cuento

«En poesía son necesarias: musa y trabajo».
Entrevista con la poeta Liliana Varela


Carlos López Dzur
Cosa de púgiles / cuento
Aproximación al «Libro negro» de Carlos Daminsky

Fanny Jaretón
Porfía
Navi/amarte
¿Quién eres?

Arturo Cardona Mattei
Haití / poema


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Axel Honneth: Filósofo, director del Institute of Social Research of the Johann Wolfgang Goethe University, en Frankfurt am Main, y autor de Disrespect. The Normative Foundations of Critical Theory (Polity Press, 2007). Centre de Cultura Contemporània de Barcelona

Crítica del agravio moral, cosificación y reconocimiento
En torno a Axel Honneth


Axel Honneth es in profesor de filosofía en la Universidad de Frankfurt, Alemania, y director del Institut für Sozialforschung (Instituto para la Investigación Social) en Frankfurt am Main, Alemania. Su trabajo se enfoca en la filosofía moral y sociopolítica, especialmente, las relaciones de poder, reconocimiento y respeto. Uno de sus argumentos principales se centra en la prioridad de las relaciones intersubjetivas del reconocmento en las relaciones sociales. La base del conflicto interpersonal y social es la falta de gratitud, el agravio o el desmerecimieto de otros. Así pues, a final de cuentas, las luchas por reconocimiento son «las quejas relacionadas a la distribución de bienes y servicios en la sociedad».

Recientemente, con Tanner Lecture on Reification, 2005, y Reification: A Recognition, Theoretical View (Oxford University Press, 2007), reformula el concepto clave del marxismo occidental de la cosificación, en términos de las relaciones intersubjectivas de reconocimiento y poder. Para Honneth, todas las formas de cosificación («reification») se deben a patologías intersubjetivas más que al carácter estructural de ls sistemas sociales, tal como arguyen Karl Marx y György Lukács.

Una reseña reciente de estos conceptos explica: «Los ensayos de Axel Honneth reunidos en el volumen Crítica del agravio moral [que es una recopilación de Disrespect: The Normative Foundations of Critical Theory (Polity Press, 2007) ] permiten un acercamiento general a la obra de este pensador, quizás la figura más importante e innovadora de la llamada tercera generación de la Escuela de Fráncfort».

«Su teoría del reconocimiento, que constituye el núcleo de su pensamiento, y su inscripción plena en la tradición francfortiana de la Teoría Crítica de la sociedad, a cuya reelaboración él se viene dedicando desde hace años, son algunos de los temas centrales del volumen».

«Se recorren aquí varias estaciones del pensamiento de Honneth. En los primeros ensayos de la colección explicita su postura dentro de la tradición de la Teoría Crítica, a la vez que discute sus alcances y la pone en diálogo con pensadores ajenos a ella (como Michel Foucault). Una segunda parte se dedica casi por completo a la interpretación del pensamiento de Hegel en relación con las cuestiones del reconocimiento, la justicia y la llamada libertad comunicativa».

«Hay también algunos ensayos más especulativos acerca de su teoría del reconocimiento: ¿qué papel juega el desprecio en la dinámica social? ¿Qué lugar le queda a la autonomía en esta época de crisis de la subjetividad moderna? ¿Qué ocurre con la ética y la moralidad en las comunidades postradicionales? Finalmente, a modo de conclusión, se encuentran trabajos de diagnóstico de los males de la sociedad actual. Al respecto, Honneth se pregunta por las paradojas del capitalismo y, especialmente, por las nuevas formas de sufrimiento asociadas a los procesos de individualización que caracterizan a las sociedades contemporáneas».

El repertorio de artículos que conforman Crítica del agravio moral [FCE, México], 428 ps., se centran en temas recurrentes de la filosofía y la sociología actuales desde un enfoque renovador proveniente de la Teoría Crítica y pone a disposición del lector algunas de las respuestas (y de las preguntas) de uno de los más importantes filósofos contemporáneos que permiten entender temas clave como la intersubjetividad o los problemas de la sociedad capitalista.

Libros de Filosofía

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El optimismo de Vallejo en un poema

Este texto de César Vallejo, Hoy me gusta la vida mucho menos, es una de esas construcciones de significatividad, que nos dejan perplejos ante la profundidad y suspicacia de este hombre, a la hora de definir si es un pesimista, o no lo es. Este es un poema, tan intensamente lírico, que reúne en sí toda una carga emotiva que se diluye entre los dos polos, el gozo y la frustración. Sin embargo, a más lo leo más descubro a un Vallejo que amaba la vida. No me convenzo de que su amor a la vida se hizo un «mucho menos»; sino como el «pero» que le pone a lo frustrativo del «mucho menos», que surje cuando dice: «... pero siempre me gusta vivir: ya lo decía».

Esos dos versos iniciales contraponen el «hoy», que es sólo un segmento del tiempo del «ayer», con una fuente casi infinita de temporalidad, que es, el «siempre». Es como si me dijera: «Siempre me gusta vivir». Y en la última estrofa afirma de modo rotundo:

Me gustará vivir siempre, así fuese de barriga,
porque, como iba diciendo y lo repito,
¡tánta vida y jamás y jamás! ¡Y tántos años,
y siempre, mucho siempre, siempre siempre!

También el poema me sugiere, por la importancia que él da al «casi» y al «tanta / tantos», una medición que no tiene rigurosamente calculado lo cuantitativo; pero, sí consciencia de sus cualidades. El no puede medir el TODO de la vida, sólo una parte, su parte («la parte de mi todo»); admitirlo es humildad ante su finitud. Antes de equivocarse con su medición existencial y convertirse en mentiroso, en lenguaraz, él utiliza la metáfora del disparo. Se da un tiro en la lengua, no en términos del suicida que se dispara dentro de la boca. Ante lo que él exige humildad, no equivocarse mentirosamente, es a la Palabra, / la TONADA que 'no debe fallar'. La lengua sobre la que Vallejo hablara es espiritual, como la intención del tiro: «Un tiro en la lengua detrás de mi palabra» lo que significa es que se contendrá el desafío de la angustia que mienta la muerte, como el colmo ya pleno de la finitud. Detrás de la palabra implica detrás de habla del rasero, en ir por lo oculto, no simplemente admitido y aceptado, como en el Das Man / Don Nadie.

Pudiéramos extrapolar este poema a otros textos en que invoca lo Eterno, no en términos del Dios personal, con el que se enojara, en términos de esos Divinos Eternos / que heredara de la filosofía de Heidegger, siendo él uno de los primeros latinoamericanos que lo leyó y comentó.

Vallejo, poeta muy reflexivo, como se refleja en imágenes y fotografías, desde El Pensador de Rodin a las suyas, casi siempre se palpaba el mentón, descansaba la boca y la barbilla en las manos, porque, en esa actitud, o manierismo, hay un tiempo extra, sosegado, sin prisa, para meditar... Digo que en este poema ha medido el tiempo en términos de «momentos», sucesión lineal de puntos o ciclos, que él compara con los pantalones que requieren tallas distintas según se crece de la niñez a la vejez. Utilizará la referencia de su padre muerto, ya enterrado, y de él que crece, o «se estira».

Con esas metáforas de los «momentáneos pantalones», referencias a los años y semanas que se suceden, unos a otras, aprende que al estirarse / crecer / más que medirse cuantitativamente, se aplicará una medición en base a cualidades y a ojo de buen cubero y de sastre, por decir algo, no en términos de certezas matemáticas.

Una de esas cualidades es la tristeza: «triste estirón que no ha acabado». El entierro de su padre / símbólo del proceso iniciante / del ser «arrojado» a crecer / la «Echada» heideggeriana / es como un punto referencial del crecer / que se extiende / a sí y a otros, sus hermanos (sustantivo con el que puede referirse a quienes él amara, los hermanos del género humano, o los hermanos de sangre, la familia); pero, en conjunto, mientan lo acumulativo de los años contables y datables: «¡Tánta vida y jamás! / ¡Tántos años y siempre mis semanas!» Quizás el marco, sino el heideggeriano que nos remite a estos parámetros de tiempo / duración, en cuanto su intensidad, es bergsoniano. El filósofo vitalista y espiritualista francés, Henri Louis Bergson precisó unas diferencias entre la duración: «No solamente el hombre se percibe a sí mismo como duración (durée réelle, idea fundamental que desarrolla en Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia y en Materia y memoria (1896), sino que también la realidad entera es duración y élan vital». La idea bergsoniana es que la «duración real» supone la base de las nociones de intensidad que los psicólogos quieren cuantificar, mas se puede cuantificar un estímulo, pero no una sensación.

Aunque con su consciencia de un tiempo, medible con cortedades, el hablante de Vallejo parece agradecido con estar «en fin, [CON] mi sér parado y en chaleco». Este chaleco es importante en el poema. Al chaleco, como vestido para la estructura del organismo, siempre le faltan mangas. Siempre hay que ocultar su falta de mangas con un gabán para estar plenamente vestido.

El chaleco es un símbolo de carencia, de no plenitud. Por eso, en la medida que se vive, que la vida como ciclo no se ha completado, él puede dialogar con el chaleco, esto, es desde la escasez, sincerándose y preguntar por el gabán o unas mangas: «Dije chaleco, dije todo, parte, ansia, dice casi, por no llorar».

El chaleco se vuelve otra encarnación de la contención, el CASI... El aprendió a que la vida temporal, esa que nos lleva la tumba (de ahí la referencia a su padre enterrado) se mide en términos de Pantalones, Chaleco, Vestidos, PIEZAS o partes, aún las menos visibles como las Ansias, o los Lloros, o los chalecos que sirven de coraza por consciencia de vulnerabilidad (chalecos anti-balas, anti-misiles, como diría la pota Fanny Jaretón), pero, hay que obtener más utensilios y, en cierto modo, hábitos y cualidades. Su CASI / adverbio de cantidad / sirve a una medición existencial con el utensilio consolador que es el «PERO», esa conjunción gramatical que se vuelve metáfora, con el mismo significado, condicionado del CASI, pero con menos fuerza que el SIEMPRE / SIEMPRE / SIEMPRE:

Me gusta la vida enormemente
pero, desde luego,
con mi muerte querida y mi café
y viendo los castaños frondosos de París

La vida es un SIEMPRE adverbial pero dividida en MOMENTOS, que son CASI y TANTOS, que al ser sumados hacen lo ENORME [«Me gusta la vida enormemente»]. Le gusta la vida que se observa (la que es un «ojo»), vida que se medita (que es la «frente») y la vida que canta que es la TONADA. Es decir, para bien apreciarla, JAMAS debe fallar el canto que la exalta, la TONADA. Esta tonada es por lo que hay cuidar, pese a las enfermedades y miserias («sufrí en aquel hospital que queda al lado») cómo decimos la vida, cómo la medimos o cantamos. Aquí se nos devuelve, como lectores, al misterio de estas dos líneas del poema, que parecen centrales:

Casi toqué la parte de mi todo y me contuve
con un tiro en la lengua detrás de mi palabra

Lo que él cree que es el gozo enorme de la vida habita, en el sentido heideggeriano, con la palabra y más concretamente, «detrás de la palabra». No es meramente cosa de posicionamiento de la lengua, para la TONADA, como sería una sonoridad o moralina. Ni es sólo un ver meramente visual, sino evocativo. Tampoco es la «frente» en cuanto a conceptualizaciones. Los sentidos de ver / oir / la función del pensar, su mención de la «frente», son una lucha entre el Bien y el Mal, sentir lo de abajo y lo de arriba.

Hay que contenerse cuando la Vida es UN SIEMPRE, con TANTOS AñOS, que crecen de abajo a ARRIBA. ¿Que hay un toque de relativismo moral en Vallejo? Sí. El lo dice: «Está bien y está mal haber mirado / de abajo para arriba mi organismo». Lo más triste de la vida es el extremo del JAMAS, con que refiere la NEGACION, o lo negativo de las apariencias, el dolor y la miseria. Estas configuran el jamás, o el nunca en favor de la Plenitud y la SATISFACCION a las necesidades.

No obstante, el texto en general es uno de fe. Hay que amar la vida enormemente. /
Carlos López Dzur

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César Vallejo (Perú)
Hoy me gusta la vida mucho menos


Hoy me gusta la vida mucho menos,
pero siempre me gusta vivir: ya lo decía.
Casi toqué la parte de mi todo y me contuve
con un tiro en la lengua detrás de mi palabra.

Hoy me palpo el mentón en retirada
y en estos momentáneos pantalones yo me digo:
¡Tánta vida y jamás!
¡Tántos años y siempre mis semanas!...
Mis padres enterrados con su piedra
y su triste estirón que no ha acabado;
de cuerpo entero hermanos, mis hermanos,
y, en fin, mi sér parado y en chaleco.

Me gusta la vida enormemente
pero, desde luego,
con mi muerte querida y mi café
y viendo los castaños frondosos de París
y diciendo:
Es un ojo éste; una frente ésta, aquélla... Y repitiendo:
¡Tánta vida y jamás me falla la tonada!
¡Tántos años y siempre, siempre, siempre!

Dije chaleco, dije
todo, parte, ansia, dice casi, por no llorar.
Que es verdad que sufrí en aquel hospital que queda al lado
y que está bien y está mal haber mirado
de abajo para arriba mi organismo.

Me gustará vivir siempre, así fuese de barriga,
porque, como iba diciendo y lo repito,
¡tánta vida y jamás y jamás! ¡Y tántos años,
y siempre, mucho siempre, siempre siempre!

De Poemas humanos (1938)

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Mario Capasso (Argentina)
Flores son amores / cuento


Persuadido de los pies a la cabeza acerca de las dificultades de un acceso carnal más o menos rápido, quise probar a ver si la convencía por el lado de la belleza romántica y de la caballerosidad.

A un precio que me pareció exagerado, compré un ramo de flores en el puesto vecino a la parada del colectivo. Viajé todo el tiempo con él y se lo entregué apenas abrió la puerta, unas dos horas más tarde, a la hora que ella me había indicado. Ella lo recibió y, con una leve inclinación del cuerpo, después de agradecerme la puntualidad, me hizo pasar. Ya en el interior de su hogar, miró por segunda o tercera vez el ramo y, qué original, dijo. Se expresó, además, con renovadas palabras de agradecimiento. Me ofreció una silla en la sala, que no era muy grande, más bien todo lo contrario.

Ella, después de dos o tres frases comunes, a las que contesté de la manera más común posible, sugirió poner las flores a buen resguardo. Dijo que no la incomodaba en absoluto mi manera de tartamudear y aseguró confiar en que todavía le quedara un espacio libre en un lugar especial de la casa, al que le gustaba llamar 'el vivero', y que, si yo le concedía un permiso provisorio, ella saldría unos momentos de la sala y dispondría todo, tal como la ocasión lo merecía, dijo.

A su regreso, toda contenta, manifestó haber hallado el sitio justo, el último disponible en el vivero, así que bien pronto debería renovarlo. Agregó que había tenido un día ajetreado, muy movido, creo que dijo, pero eso no le importaba en absoluto y no quería convertir su pasado reciente en una excusa, según remarcó con una sonrisa. A continuación, comentó que me quedara tranquilo, que ya podía dejar de temblar tanto, que la brevedad de la vida la tenía apesadumbrada y que yo no me iría de allí sin antes tomar una linda copita de licor y sin haberme acostado con ella, aunque sea un ratito, dijo.

Mario Capasso

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Iris Miranda (PR)
Tánatos


Hay un silencio de flores
y arcanos desnudos, videntes.
¡Sobre la tierra, una serena
pesadumbre de luz violeta
tiñe con rabia
tus letras idas de entrañables argumentos!

Entre el gesto agreste de tus cuerdas
y el orificio de mis orejas
unas flores de silencio
se acercan con sus ayes.
Bajo mi cielo, amado,
perfume de olvidos.

Bitácora de Iris Miranda

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Ante el oráculo del espejo

¿Qué sería del mundo sin los poderosos,
seductores movedores de masas,
solidarios de sí mismos y de sus creencias,
qué sería del mundo sin los fanáticos,
seguidores de los seductores y movedores de masas?
Twitter, Facebook, Hola, ni People tendrían razón de ser.

Ah, pero
¿qué sería del mundo sin los que engañan
y los que se dejan engañar;
sin los que prometen las palabras que no tienen...
qué sería del mundo sin los que los validan,
y los perdonan y les sostienen sus abusos?

Sicólogos, oligarcas, avaros, ni ciegos tendrían empleo.
¿Qué sería del mundo sin ese amor enfermizo
por las fórmulas, las cajas, los fusiles, los armarios
tras los que se escudan todos ellos?

Abogados, ideólogos, militantes,
ni criminales de guerra tendrían un lugar preeminente.
¿Cómo sería el mundo, sin ellos?
Una respuesta hurga, atrevida, desesperada,
y algo ingenua, murmura un significante de rebeldía:
el verso inconexo
es un todavía.

Sin todos ellos quedaría por lamentar
el crimen de las psiquis traumadas,
los herederos de males congénitos, las catástrofes naturales,
las rutinarias limpiezas pandémicas de la tierra,
las desavenencias astrales,
y el llanto de los que viven ante los muertos.

La bondadosa hoguera existe; luego recibirá sus leños.

Y de los sueños buenos de los hombres nuevos
renacerá Lebab, hija de Rolav, nieta de Odeím,
biznieta de Orujnoc, de la casa de Nomiad.

Iris Miranda



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Invitación

No te muevas, dice la tristeza.
Una nada irreverente quiere dibujarnos el futuro.
Allégate a la sombra o quémate.

No cantes, dicen los señores;
mientras las arcas de sus almas,
se diluyen.

¿Acaso habrá Paz sin justicia;
acaso habrá Pan sin trabajo;
acaso habrá Poesía sin fuego?

De mi poemario: Noches de luna: embelesos y melismas

[Iris Miranda, puertorriqueña, nacida en 1961, dice: «Los poetas somos minoría porque no sólo gravitamos en la órbita de los distintos idiomas del cuerpo, sino que vemos significados donde a otros no les parece. A veces, escribimos desde el corazón (amigdala), otros desde la cabeza (corticala), otros desde la genitalia (reptilia) o con una combinación de lo anterior y otras añadiduras de éste y otros mundos oníricos... En definitiva y por nuestra particular manera de expresarnos, hemos sido algo incomprendidos»].

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Frags. de «Los escritores inútiles»

«Un escritor se casó e inmediatamente fue odiado. Habría sido odiado igualmente aunque no hubiese sido escritor, porque las esposas, al menos desde el siglo XVII, odian siempre a sus maridos; y en el caso de que esto no ocurra, significa que el odio está incubándose en silencio. Pero hay que decir que en el panorama vigente un escritor es una persona odiosa: da vueltas por la casa en busca de una idea para transcribir y mientras tanto mira en la heladera, se corta dos fetas de matambre, se fríe un huevo, prueba el caldo de carne; después, eventualmente, se cocina un plato de fideos con tuco, no porque tenga hambre, sino porque un escritor en estado de perturbación está nervioso y como sin darse cuenta, ya desde la mañana; después se hace café y come de nuevo, siempre perturbado y sin saberlo, por ejemplo trozos de pan con mayonesa, salame, que mordisquea untado con mostaza andando por la cocina, el balcón y el comedor. La esposa podría no hacerle caso, porque el escritor no hace ruido; da vueltas por la casa como un alma en pena, sin hablar, sin molestar; pero las esposas, después de la revolución burguesa de la que habla Max Weber, odian al marido, se mueva o esté quieto; e incluso lo odian cuando está en el estudio, hinchado y semiadormecido entre los libros, como a los escritores les sucede a menudo; o pasando la segunda parte del día adormecido en un sillón, con un lápiz al alcance de la mano, por si una idea, de repente, pudiera surgir y lo sacudiera».

[...]

«Las editoriales mantienen escritores en desuso a quienes les encargan la lectura de las novelas dactilografiadas que reciben para que emitan juicio. Estos escritores en desuso son mantenidos en secreto para que no puedan ser corrompidos con regalos, dinero o chantajes sexuales por parte de los aspirantes a escritores. De hecho representan el lado oscuro de las editoriales, que en relación a este tema se muestran evasivas, incluso si los escritores en desuso tienen la tarea fundamental de señalar las mejores novelas que, una vez impresas, serán la jactancia de las editoriales y su fuente de sustento económico. Sin embargo, a menudo los escritores son unos pobres tipos que no tienen ninguna posibilidad en la vida, salvo este trabajo ignorado y, a decir verdad, inútil: porque si una editorial recibe una novela buena, o bien lograda, o una obra maestra, enseguida todos se dan cuenta, incluso los más escépticos y desilusionados, incluso quien ya está cansado de cualquier cosa impresa, hasta el editor en persona se da cuenta».

[...]

«Un escritor pobre y mal vestido esperaba ganar la lotería y maldecía su suerte. 'Vida asquerosa] -decía-, si ganase no maldeciría más a nadie". Después ganó mucho dinero y efectivamente desde ese momento no maldijo más a nadie. 'Tienes suerte, es verdad -comenzaron a decirle los que lo rodeaban-, pero a veces la suerte da asco'. Como escritor fue completamente incapaz. Antes también lo había sido. Pero decían por ahí sus colegas que un escritor está hecho para maldecir a la suerte, soportar el frío, las deudas, el futuro incierto, el desalojo, las consecuencias de una tuberculosis. Esto es lo que exige la historia de la literatura. Y si llega a suceder que un escritor gane en el juego o la lotería, debe gastarse todo el dinero en parrandas con sus colegas escritores. Así se entra en la historia de la literatura».

[Ermanno Cavazzon, escritor y editor Ermanno Cavazzon, nacido en 1947 en Italia, publicó en 2001 el libro Los escritores inútiles (Emecé, Buenos Aires, 2004). Esta obra sorprende con decenas de relatos protagonizados por escritores holgazanes, envidiosos, lujuriosos, en definitiva, inútiles. Por supuesto, no es apto para quienes carezcan de sentido del humor o de autoironía. Extraído de
El escriba. Lic. David Landesman es su director.]

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Iconoclasta
El hombre sin párpados


Tengo un miedo atroz a perderla otra vez.

Aunque no existe. Me doy cuenta al abrir los ojos.

No mola soñar, creérselo y despertar luego aquí.

Nadie me quiere, no quiero a nadie porque no atraigo a nadie.

No consigo dejar de soñar al cerrar los ojos.

El amor que inventa mi mente me hace cobarde y me destroza al despertar. Cree que haciéndome soñar, encontraré razones para vivir con cierta alegría y no con estas deprimentes legañas negras como las de un lobo solitario.

A veces sueño que la llevo de la mano y cuando intento besar sus dedos, ya no está y en mis manos sólo hay aire. Entonces escucho el sonido de una pequeña turbulencia en las ramas de los árboles cuando algo o alguien me la arrebata.

Alguien se ríe entrecortada y maliciosamente desde el interior del universo, se ríe de mí. De mis ilusiones vanas, infantiloides.

No existe, el amor es sólo un invento para seguir viviendo, es una proyección en el interior de mis párpados, una pantalla de cine donde asisto a la sesión continua de mis carencias.

Carencias es una forma amable de llamar al vacío que se apodera de mí y me hace ser récord Guinnes del hastío.

Ya no puedo cerrar los ojos sin engañarme. No puedo dejar de soñar. No hay descanso al bajar los párpados para relajar la mirada. Al abrirlos, todo es realidad, ergo fracaso. No quiero vivir de ilusiones, eso te destroza el alma, pudre el ánimo.

No necesito párpados. No los quiero.

No más ilusiones que al despertar, me hacen buscar un muro en el que apoyar las manos para no caer de rodillas ante la verdad. Ante lo tangible e insoslayable.

Un día me despertaré con los párpados secos como las tristes hojas de otoño, me los frotaré y caerán rotos al suelo, tal vez mi aliento los haga revolotear y una pestaña quede prendida de mi cara.

Tiraré los restos al cenicero y los quemaré con la brasa de un cigarro, tranquilamente, con desidia.

Miraré en el espejo esos ojos grotescos que parecen reventar sin los párpados que los contienen y veré la definitiva y total cara de la locura, sin engaños. Ya no habrá más frustraciones, no habrá sueños porque mi pensamiento estará inundado de la luz de la realidad. Soy un hombre, puedo soportar la realidad.

Me jodo; pero yo no vuelvo a soñar.

Y una mierda.

Pero tampoco ocurrirá, los párpados no se secan, como mucho, se irritan y provocan un lagrimeo, algo orgánico, simplemente funcional y carente de emoción.

No hay fantasía ni en mí, ni en el universo.

Así que hoy he comprado algo fuerte para pasar con dignidad la miseria de mi vida. Engulliré mi propia mierda con tragos largos y pastillas de colores.

Si no soy afortunado, seré excepcionalmente insano.

Si no puedo cerrar los ojos y dejar de soñar, que la luz me pudra. Hay que echarle un par.

La amputación es la más rápida de las soluciones para estos casos.

Podría pedir hora para una lobotomía; pero con la suerte que tengo y lo mala que es la sanidad pública, podría quedar en un estado de imbecilidad permanente y sonreír todo el día como Danny de Vito en Alguien voló sobre el nido del cuco.

La absenta es esmeralda líquida y las tijeras a través del cristal de la botella, aumentan su poder curativo y amputador.

Los entendidos, los bohemios, echaban agua fría y se transformaba en la lechosa louche (lo dice la etiqueta). Yo no la voy a adulterar.

Si trago mi vida de mierda día a día, bien puedo tragarme la hermosa absenta. Seré un fracasado; pero aún me queda osadía.

Si fuera un bohemio, escribiría con surrealismo mi pena, pagaría a una puta enferma para que me la chupara con su boca desdentada y escribiría en un cuaderno cuan magnífica es la boca podrida que me arranca el semen aunque me muera de asco. O algo parecido.

Yo sólo quiero una mano prendida de la mía. No soy tan complicado; por otro lado, tampoco podría serlo, no tengo una imaginación surrealista.

Para mí una mamada no me provoca más que placer. Y cuando me he corrido, sinceramente, no tengo deseo alguno de besarle la boca a la puta y dar gracias a la vida por la desdentada mamada de quince euros.

Ni quiero conservar la imagen de mi podredumbre como un monumento a la intensidad de la vida y convertirlo en una experiencia mística.

Mi vida es una mierda desde todas las perspectivas.

Al césar lo que es del césar. Y una puñalada si pudiera darle.

Me trago una de las tres pastillas de color azul que me han recomendado para potenciar el sabor de la absenta. Me ha prometido el gitano que o me da por reír como un subnormal o gritar como un jabalí; pero que llegaré a lo más profundo de mi bestialismo a una velocidad de vértigo.

Y sin cerrar los ojos, que es lo importante.

El filo cortante de las tijeras es ahora de un verde nacarado, una joya hipnótica que de tan hermosa, se me antoja indolora. Y una lágrima resbala por el espejo, justo encima de mi mejilla reflejada. No es una gota de agua condensando. Por lo visto, mi colocón va de llorona.

Tercer trago de absenta y escupo algo de sangre. He fumado mucho y tal vez la pastilla la han adulterado con algo de vidrio molido.

Y no es un sueño, porque no tengo cerrados los putos ojos.

Los tengo tan abiertos y estoy tan borracho, que no siento apenas molestias tirando fuerte de las pestañas para separar los párpados del ojo.

Hay que hacerlo para poder cortarlos sin dañar el globo.

Pero sé que ahora dolería el tijeretazo.

Necesito más absenta y otra pastilla también.

Ahora la cara que me mira desde el espejo, está completamente sonriente, he cortado un trocito de la parte superior de la oreja. Parezco un perro de pelea. No hay dignidad en la oreja cortada.

Recuerdo... He cortado para probar mi sensibilidad al dolor.

Recuerdo haber gritado y tengo los dientes manchados de sangre. Me parece que al gitano se la ha ido la mano con la proporción de vidrio molido.

Si no me muero de la infección, mañana le corto los párpados en vivo.

Ahora no hay una mano vacía que intento besar. Mi mano se aferra a una tijera fría de filo peligroso. Y en alguna parte de mi cerebro, una parte no ebria, se agita incómoda dando inútiles órdenes a la mano para que deje la tijera. Seguramente me faltan unos tragos y una pastilla más para ser jabalí.

Aún queda por aniquilar algún asomo de razón.

No puedo permitirme más sueños, lo sabes ¿verdad, cerebro podrido?

Ese maldito subconsciente que crea imágenes imposibles, me está amargando. No son ilusiones, son parábolas que tienen como fin destruir cualquier alegría por respirar el aire real. Deprimirme al mostrarme el mundo como debería ser y abrir los ojos en esto. Es una mierda ser tan imaginativo y tan sabio.

Por el espejo camina una araña brillante, sin un solo vello en su repugnante cuerpo. Deja tras de sí un rastro de huevos que son pequeñas cabezas de hermosas mujeres. Hay cabezas aún más pequeñas de hijos que jamás nacerán y algún huevo sale podrido. No me interesa saber que era, la verdad.

Se me escapa la risa, la idiota de la araña se cree que voy a picar, que voy a coger una hermosa cabecita y me voy enamorar de ella.

Y cuando la bese, ella me morderá y en lugar de convertirme en Spiderman, me convertirá en Mierdaman.

Como si lo viera.

Es maravilloso tener los ojos abiertos, es la primera vez que río con estas carcajadas. Es liberadora la miseria cuando la afrontas con valentía y sin adornos superfluos.

La absenta, el espejo y tal vez el dolor que no percibo de mi oreja cortada provoca una realidad mucho más interesante que la estúpida ilusión que se proyecta en mis párpados.

Estoy en el buen camino.

Es una sensación eufórica e hilaridiosa. ¿O es hilariante? ¿Hilarante, tal vez?

Zis-zas, zis-zas... Dice la tijera cortando una pestaña por acercarse demasiado.

Yo creo que con un trago más tendré bastante.

Me gusta el frío que transmite la porcelana del lavabo en mi pene recalentado. Es relajante... Casi vibrante.

Corto.

Cualquier cosa que cortas de tu cuerpo, cuando la observas entre los dedos, parece desmesuradamente grande. Jamás pensé que un párpado pudiera ser tan grande, me cubre la uña del dedo corazón, lo imaginaba mucho más pequeño. Es elástico.

Es curioso que duela el párpado por sí mismo, el corte no me duele, y la sangre que inunda ahora el ojo que parece saltar fuera de su órbita, da cierto consuelo con su humedad.

Es un ligero escozor; pero ese pellejo que es el párpado, parece retorcerse, las pestañas parecen moverse nerviosas como las patas de una araña que no ha muerto al ser aplastada.

¡Me cago en la puta....! Claro que duele.

Trago largo de absenta y cuarta pastilla.

Vomito sangre con un ataque de tos y no quiero morirme ahora que voy a disfrutar de mi realidad. No es justo.

Efectivamente, entre los dedos manchados de vómito sangriento, hay pequeños vidrios.

Bueno, ya los cagaré de alguna forma. ¿Se metaboliza el vidrio? Y si es así ¿por los riñones o el hígado?

¿Qué es metabolizar?

¿Qué es fracaso?

¿Se me caerán los ojos secos por no tener párpados que los hidraten?

¿Cuánto vale un kilo de naranjas?

Me pagan una mierda por muchas horas de trabajo.

Vaya, parece que mi borrachera es sesuda y filosófica.

Ahora sí que no duele.

El párpado del ojo izquierdo lo corto con más tranquilidad. La experiencia a veces ayuda.

Y la verdad, no es tan grande el pellejo. Y no me molesta la verdad.

Seguro que si alguien me cerrara los ojos, mi cerebro lerdo pensaría que esos trozos sanguinolentos de carne, en lugar de párpados, son telones de terciopelo negro del escenario de algún teatro señorial. Justo lo que no quiero, porque son mis párpados cortados, no soy un crío al que hay que engañar.

Lo que de verdad da repelús, es limpiarse los ojos de sangre. Es realmente desagradable rozar el virginal cristalino del ojo con la toalla. Es doloroso.

Da igual, más doloroso era despertar de mis ilusiones y encontrarme ante la realidad. Debería estar acostumbrado al dolor.

Hay tanta luz ahora y tan real, que me permito el lujo de coger uno de los huevos de la araña pegados al espejo y comérmelo. Una pequeña concesión voluntaria a la imaginación. Es algo que puedo controlar y cultiva el buen humor.

Tengo sueño y mañana hay que ir a trabajar.

Mañana limpiaré toda esta porquería.

Me voy a hacer muy popular con mi nuevo look.

* * *

El hombre sin párpados recupera la conciencia, está tirado en el pasillo, no le ha dado tiempo de llegar a la cama antes de desmayarse por el shock. Shock etílico, narcótico, traumático, psíquico.

Padece todos los shocks que se puedan dar en un ser humano.

Su ano está sucio de sangre y heces.

En un acto automático se lleva las manos a los ojos para frotárselos y lanza un alarido de dolor.

Siente latir sus ojos con tal dolor, que apenas consigue encontrar equilibrio al ponerse en pie. Y si tuviera expresión, si tuviera párpados; sería la del pánico y el arrepentimiento.

El latido de sus heridas es infección pura y directa al cerebro.

Apenas puede ver más que bultos y luz, mucha luz cegadora a pesar de la penumbra que hay en el apartamento.

La pus de las heridas ha formado una costra amarilla allá donde habían párpados. Intenta cerrar los ojos; pero sólo consigue doblarse de dolor cuando los rastros de carne, como aletas rotas intentan moverse.

La cabeza duele por encima de todo y siente picor en la oreja, y recuerda el primer tijeretazo, el dolor apenas perceptible.

Y el sabor empalagoso de la absenta, que como un azúcar denso aún pegado en las carnes esponjosas de su boca evoca la locura vivida hace unas horas, y recuerda su suicida imagen reflejada en el espejo. La embriaguez se ha ido y ahora queda la realidad de un suicidio lento, de un dolor inenarrable.

Está tentado de pensar que era mejor soñar y defraudarse que sentir el dolor de lo real.

Vuelve al lavabo, donde apesta a sangre, licor y putrefacción. Atisba a ver entre el velo infecto de su visión la imagen de si mismo. La realidad ha superado lo onírico y sin ilusiones proyectadas en sus párpados, imagina la humillación de una cura en el hospital, del ingreso en un manicomio.

Sus ojos hinchados parecen salir de sus cuencas; con cada giro de cabeza, se mueven buscando la visión de si mismos, como si no creyeran que esa horripilancia sean ellos.

Como si arrastrara granos de arena en el sensible tejido ocular, así duele la realidad.

Vomita un magma sanguinolento, y unas lágrimas consiguen traspasar la costra infecciosa para humedecer los ojos y darle un segundo de alivio a costa de un intenso escozor.

Y ahora, toda la realidad se presenta ante él, objetiva y práctica. Terrenal y sin atisbo alguno de ilusiones.

Siente arenilla en la boca: restos de polvo de cristal.

Algo no funciona bien en sus intestinos porque duelen, y se alegra de que duelan porque así le distrae del dolor de su propia imagen.

Sería un buen momento para cerrar los ojos y dejar de ver. Ahora que no puede cerrar los ojos, le gustaría hacerlo. Maldita complejidad la de la psique.

Es una broma de mal gusto.

¿Es posible que haya donantes de párpados?

¿Y de cerebro?

Ahora que no tiene párpados, ahora que la vida podría ser menos frustrante, no puede morir de una infección.

No sería justo.

Consigue caminar casi equilibradamente hasta la habitación y vestirse.

Aún es de noche, y guarda la esperanza de llegar al hospital antes de sufrir más dolores y perder la razón.

Perderse en el mundo con todo ese dolor.

Y jamás ser encontrado.

No ocurrirá. Se le dobla el pie en el primer escalón y rueda escaleras abajo. El cuello se parte con un crujido seco y la muerte hace caer un velo sutil en sus ojos.

Tan abiertos y tan ciegos.

Tanta locura y ningún sueño.

Misericordia a los muertos.

Porque para algunos vivos no hay piedad.

Todo ese sufrimiento para nada.

¿Qué esperabais?

¿Una vida sin párpados? No jodáis.

Siempre llueve sobre mojado y todo puede empeorar (Salmo nº 13 de la experiencia).

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Carlos Daminsky (España)
Desdicha gramatical


Hay un profundo vacío incógnito que a cada palabra, a cada frase que engarzo con chasquido de huesos me convierte en un vencido. Y eso me asusta. Las entrelineas quedan en parajes espartanos dónde la ventisca apenas dice algo, y las letras destilan sangre que no se tiene en pie. ¡Ah cómo duele la muñeca de la mano! Las astillas de la zozobra están otra vez incrustadas en la piel, son pecios que quisieron flotar más allá del arco que forma la caverna corporal; y esas son las palabras que vuelvo a dejar en el orfanato pétreo, ¡cómo supura todo! ¿Qué tengo que buscar? Si lo que necesito es anestesia. Quizás la jeringuilla barata que me otorgas, sea un momento para dejar los ojos sobre la mesa que ofrece la terca ceguera; y así recordaré la inerte quietud de la que estaba hecho por los siglos de los siglos. ¡Oh sí! Atravesé el agua defenestrada para mojarme sin sentido y la tinta se diluyó sin ser acabada. Todas las cosas quedaron por ser nombradas y las hojas rosáceas se desprendieron en el campo lento de los almendros. Todas los versos acabaron en la impresión muerta de un instante cósmico que siempre terminaba escapándose y esa fue mi desdicha gramatical.

Carlos Daminsky / Enero 8, 2010

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«Para escribir hay que estar chiflado»:
Entrevista con el poeta Carlos Daminsky


La revista Sequoyah Virtual presenta a sus lectores, a través de su formato de entrevistas, a un grupo de poetas seleccionados que se expresan en el medio cibernético, haciéndolo con calidad y consciencia de oficio. El primero que accedió a nuestro llamado fue Carlos Daminsky, español nacido en Alcoi, Alicante. Es autor de los poemarios Libro negro, 2009, comentado en esta edición y Entre Límites (2009), ambos de descarga gratuita. Un libro acabado en honor a Miguel Hernández y presentado al premio poético del mismo nombre, se suma al inédito, tulado Perfecta Droga, «a puntor de parir» y un par de libros en fase de gestación: El libro blanco y Los cantos de Hilmarnok. «También tengo una especie de novela-total que estoy retomando».

Con estudios medios, la formación como escritor de Carlos Daminsky es autodidacta, «a base de leer mucho y trabajármelo». Le gusta ir al cine, al teatro, a exposiciones culturales, el deporte, pasear, viajar (hace poco estuvo en Marruecos) y, por supuesto, la lectura. Publica online en los blogs Las Letras del Mal y Línea de Montaje, y en diversos ezines y portales como Portal Cifi o NGC 3660. Tiene una pareja y una hija pequeña y «ellas ahora mismo me absorben casi todo el tiempo».

En términos de sus lecturas formativas, Daminsky dice que los primeros autores fueron de género fantástico. Menciona a Poe, Lovecraft y compañía y otros más modernos como Philip K.Dick o Clive Barker.

Sequoyah: Háblamos acerca el proceso de leer y comenzar a escribir...

Daminsky: Mi cerebro necesitaba alimentar con ansia caníbal su imaginación. Después al ir creciendo fui abriendo las puertas a todo tipo de estilos y autores variopintos... Escribir, realmente, es un proceso que se originó solo. En algún momento el agua vitalicia retenida en la presa tuvo que salir por algún lugar, así que reventó la barrera más mental que física. Supongo que aquel era el instante para expresarse, pasar de la escritura grabada en la caverna de las neuronas a su recreación en un nuevo modelo más real. La escritura, por supuesto, reclamaba con ansia su dominio doloroso. Sus límites efímeros y sus perfumes de put@ ...

Sequoyah: ¿Fue poesía o cuento?

Daminsky: Poesía, por supuesto. El cuento lo he experimentado poco y más desde la perspectiva de la ciencia-ficción y desde hace pocos años... Recuerdo que aquellos primeros poemas eran como tormentos. Las personas que tenían la desgracia de leer algunos de mis viscerales versos me preguntaban si estaba mal de la cabeza... La poseía era un medio perfecto para expresarse a toda velocidad.

Sequoyah: ¿Qué te impulsa al acto creativo literario?

Daminsky: Supongo que es más bien una monolito que porto personalmente y que reventó en una espiral nucleica dentro de mí y que ahora me paso todo el tiempo intentando recomponer..

Sequoyah: De vuelta a tus lecturas de formación, ¿qué autores encuentras fascinantes y por qué?

Daminsky: Ufff... Sería una lista muy larga, más que la del purgatorio. Un par de influencias que cambiaron mi forma de ver el proceso creativo fueron: el movimiento surrealista, que curiosamente cuando empecé a leer gente como Dalí, Tzara o Bretón... Me dí cuenta que encajaban a la perfección con mi estilo de escribir. Y también lo fue William S. Burroughs, un maestro de la experimentación y rompe-límites.... Ahora mismo te podía decir que me fascina Henry Miller, su verborrea lírica es descomunal.

De entre los poetas siempre me ha cautivado la facilidad de expresión de Lorca, el legado sobre la guerra civil española de Miguel Hernández o la fluidez de César Vallejo. También me encanta Panero, Gonzalo Rojas o Rimbaud. Y un maestro que he descubierto hace poco es Dylan Thomas... También hay novelas clásicas como La Iliada o Don Quijote de la Mancha y otros más modernas como Ulises, Rayuela, Cien Años de Soledad, La Saga / Fuga de J.B o Los Cantos de Maldoror... Siempre hay márgenes para la fascinación. Es una escalera por la que subes y bajas sin parar de asombrarte

Sequoyah: ¿Lees filosofía, o teoría? ¿De cual tipo?

Daminsky: Sí, soy curioso por naturaleza. El pensamiento en general me fascina, tanto de la corriente más científica, a otros tipos de sabiduría o pensamiento basados en lo espiritual. Siempre intento otorgar una mente abierta y receptiva y casi podía abogar por un entendimiento de ambos mundos. Si lo miro desde un lado artístico siempre es un proceso enriquecedor, es un generador de principios-ideas; de protosueños... He leído sin complejos y desnudo, por ejemplo: sobre física cuántica, filosofía clásica o a Jung. Y también sobre: alquimia, cábala o Zen.

Sequoyah: ¿Cómo explicarías tu actitud emocional ante la sociedad? Hemos leído un comentario tuyo que dice: «Estamos en colapso mental universal y colectivo. La política es una ficción más en el teatro de los títeres, cuando no para forrarse de dinero. Tan solo existe el modelo de la comodidad y que le den por el culo a los demás y así fue y así es. No podemos dar vueltas a un pozo si fondo porque caemos antes o después en él. Fíjese que nada más enchufar el botón de la luz, ya estoy preparando la sombra del hongo nuclear». ¿Vives con temor a una guerra nuclear?

Daminsky: Esta sociedad no es el mundo ideal en el que te gustaría estar. Es un modelo hostil e incomprensible, en el que te enredas con un montón de formularios para solicitar un poco de aire dentro de la asfixia agónica que es la subsistencia... Es un modelo gris con ideas muertas, falto de arte y creatividad; en el que nos gobiernan unos tipos que parecen simulacros. La falsedad es la moneda de cambio y el que no pasa por el aro se convierte en un apestado. Es un sistema pesadillesco piramidal en el que se especula con el vergel y que huela a putrefacto por mucho perfume con el que se intente disimular... La actitud estándar sería: esto es una mierda, pero, teniendo en cuenta que vivo en un país civilizado, con seguridad social, escuelas públicas, etc. que esa mierda se la coma el resto del mundo...

Sequoyah: ¿Tienes una visión apocalíptica del mundo? Alguna vez dijíste qie Newton vaticina ese fin o colapso para el 2020...

Daminsky: El mundo no se acaba mañana, espere hasta después de mañana.... Jajajajaja...Me preocupa mucho la radicalización entre Oriente y Occidente, somos dos mundos que tenemos que entendernos. ¿Realmente sería tan difícil? Pues no. La grandeza de la humanidad está en eso: en saber rectificar. Debemos dejar intereses estratégicos y petroleros y dar prioridad a la vida.

Sequoyah: ¿Cuál sería tu actitud intelectual de reacción ante ese «modelo vectorial hasta el cataclismo» que describes en Libro negro y cuáles dirías que son temas constantes en tu obra?

Daminsky: ¿Mañana que voy a hacer? Tres temas constantes son la destrucción, la ambigüedad y la derrota.

Sequoyah: A juzgar por la obra que te he leído, contrario a muchos poetas jóvenes postmodernos, se observa una cierta defensa de los derechos humanos, rechazo de los absolutismos, aunque a la vez mucha menos confianza en las utopías basadas en la «libertad, igualdad y fraternidad», ideologías que tratan de explicar la realidad, debido a que, como dices en tus versos, si «el sistema ha fallado» y de «las cenizas del error», sólo se han generado «prototipos sintéticos / de nuevo caídos», ¿se podrá tener fe en la razón? ¿en los valores y grandes temas de la postmodernidad?

Daminsky: Ufff... la poesía es la forma de ver el mundo, de colisionar contra él., de cagarte en todo, de pasar hambre, de sentir sangre en las encías, de asesinarte y de recrearte. Es una pelea en la que el K.O. está siempre rondando. Es una resaca de mil demonios, es un congelador en el que no te lee nadie. Es una forma de parar el tiempo y de expresarte a toda velocidad... Por otro lado, considero ésto: Un sistema de libre-pensamiento ha de ser tolerante de por sí, si alguien dice los negros son una raza inferior, esa voz ¿va tolerar, va respetar la libertad? Porque si hay libertad de opinión hay libertad en su conjunto...Cuando llegamos a lo límites, es cuando se entra en conflicto. ¿Qué margenes va a tolerar el libre-pensamiento? El discurso antagonista juega con el modelo, pero su objetivo va ser un discurso piramidal irrevocable. ¿Entonces qué? ¿Debemos poner garantías para que esto no suceda? ¿Es moral un código censor? ¿La libertad censura?

Sequoyah: ¿Qué roles o recursos debe tener la poesía en esa resaca de los mil demonios que, pese a todo, es espejo de cosmovisiones?

Daminsky: A la poesía le cabe todo. Es como un monstruo que cuando más comida le das; más grande y peligroso se hace. Es un medio hipercreativo en las que las barreras se pueden malear con más facilidad a diferencia que la narrativa que es por lo general más rígida. El estereotipo de rosas y suspiros amorosos ya hace tiempo que fue derrocado. La poesía alcanza con sus tentáculos cualquier cosa y cualquier tipo de tema, incluso va un paso más allá: se introduce en lo visual y se fusiona con las imágenes... La poesía debe ser arriesgada, sin complejos y experimental en cualquier vector, siempre con capacidad de sorpresa. Debe dar besos pero también machetazos.

Sequoyah: ¿Crees en el mensaje intuitivo, repentino (o musas), o más vale la experiencia adquirida por oficio, largo trabajo de pensamiento, lectura y lenguaje, en la creación poética?

Daminsky: Hay un poco de todo. Esto es una serpiente que te muerde el culo. Cuando más escribes, más aprendes a rascártelo mejor... Has de escribir hasta alcanzar la extenuación. Acabar con la cabeza dolorida buscando figuras metafóricas. Hay que equivocarse y volverse loco hasta que los ojos se quemen, pelearse con la mujer y la familia para robar tiempo. Por otra parte necesitas de la intuición y del protosueño, de ahí sale lo más virgen y mejor...

Sequoyah: En términos generales, hay críticos que plantean que hay autores cuyos hablantes tienden a teorizar (teorógonos), así otro que reaccionan emocionalmente (patógonos)?

Daminsky: No teorizo, doy rienda suelta a la expresividad; a partir de ahí el lector decide, los versos son suyos.

Sequoyah: No obstante, has de tener un mínimo de presupuestos formales de lo que deseas expresivamente...

Daminsky: Sí. Me gusta ir a por todo. Tocar el estiércol con mis manos y saborear el buen vino. No hay márgenes, a veces es una playa blanca y otras es aceitosa. Intento dar mi visión de las cosas, de mis miedos, dejar algo de mi vida por el trayecto. A veces soy más directo en el camino y otras bailo con la más fea. Mi arte tiende a ser integrativo... Mis mundos inevitablemente acaban por fusionarse. La mente tiende a ser receptiva y aunque desconectes no siempre se puede lograr. A lo mejor estás conversando con alguien y de repente te vas por otro camino de la mano de unas palabras que te incitan. Esto, por supuesto, tienes que hacerlo con cuidado porque si no te toman por loco... Otro aspecto formal del trabajo poético es mi actitud ante la métrica.

Sequoyah: ¿Qué piensas de ritmo y métrica?

Daminsky: La métrica para mí es algo desfasado y realmente aburrido. El ritmo de un poema puede cautivar al lector, en mucho de mis poemas intento crear ese descenso vertiginoso; aunque otras el ritmo podía ser una orquesta de músicos con instrumentos desafinados. También es importante usar exclamaciones e interrogaciones que dan énfasis a las frases. He leído muchos poemas que quedan un tanto asépticos porque dichos signos brillan por su ausencia.

Sequoyah: En el Libro negro, describes al poeta, tu Yo, como un «maldito escribano en vano» en medio de la influencia de «el gran ano mundial» que «reparte excrementos»; describes que las palabras son como «mi perdición» y la «miseria, la herencia», ¿cómo compaginar eso con la vida?

Daminsky: Para escribir hay que estar chiflado. Si lo miras bien, estar sacándose cosas a toda hora de la cabeza para dejarlas en un escrito, es enfermizo y malo para la salud. A parte que es doloroso y acabas arruinado... El sufrir el mal de pantalla (por ejemplo, subir algo en Internet y que nadie lo lea) es un precio a pagar con la propia sangre.

@ Sequoyah / CLD

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Éktor Henrique Martínez Hernández (México)
Crisis de la cultura y cultura de la crisis


Puede observarse que en la concepción burguesa del proceso cultural, los alicuijes de esta ideología sustentan determinadas posturas a las que solemos muchas veces reivindicar como avances u aportes «humanistas». Estos teóricos y mulas de carga de la ideología oficialista recurren a concepciones propias de un pasado decimonónico, introduciendo una vertiente sofisticada y sin abandonar la idea pretérita —mas no caduca— del populismo ramplón, aparentando que los seres humanos desposeídos ahora sin son participes en el proceso de producción de bienes espirituales y en el canon del avatar cultural.

Constantemente los medios de comunicación repiten tal faramalla, de una manera tan insistente que la mistificación de los falsos valores acaba por imponerse.

Méritos de los ideólogos y publicistas que doran la cacayaca a sueldo del capital, anunciando un beneficio masivo de los productos del arte y la cultura. Decretan la muerte de elitismo en aras de una inflada propaganda que pregona la creencia que entre pastores y ovejas todas es igualdad y comunión de una sola frecuencia.

Todos somos todos y, por tanto, tonto, atrasado, burro, lúser, inculto o ignorante se queda aquel cabrón que quiere. O sea que el desplazamiento, la exclusión y el rechazo son categorías meramente subjetivas y particularísimas de aquellos que no quieren participar y ser depositarios de las formas culturales de la sociedad burguesa contemporánea. Nuevas versiones y doctrinas de la ideología reaccionaria para neutralizar las divergencias radicales de las mentes librepensadoras —aún— con capacidad de determinar y elegir sus propios objetivos.

Se trata de reorientar los interese de clase para afianzar la dependencia práctica y espiritual de las muchedumbres y generando instintos de consumo desde una vertiente de mercadotecnia, creando artificiosas necesidades de objetos simbólicos que representan —en apariencia— «ilustración», sabiduría, o «prestigio».

En otras palabras, se trata de consumir renunciando al derecho de crear. Ese es el rol que juegan, ni más ni menos, los teóricos y merolicos de la sociedad informatizada. La intención es ilustrar a la borregada inculta para que se convierta en la autentica «bolsa de los valores literarios»; recomponer la ganancia como respuesta a la crisis de un sistema putrefacto.

La estrategia se concretiza por medio de un embuste ideológico que tiene como fin mediato liquidar la conciencia y la fuerza de los disidentes para preservar las relaciones enajenantes en las que el ciudadano del montón sólo es admitido en calidad de espectador. Gracias al fetichismo tecnológico, como lo demuestra la «cultura de masas», cuya premisa es la limitación clasista y el aislamiento de los muchos en favor de una casta —que sirve a los intereses del bloque hegemónico y se adueña del patrimonio colectivo— privando a sus verdaderos procreadores y protagonistas de los beneficios de la cultura.

Sin embargo, las posibilidades que tiene el pensamiento crítico para sacar a flote las argucias subliminales radican en que estas son superficiales, porque precisamente la superficialidad se encuentra llena de contradicciones. Y eso permite asestar certeros golpes para lograr la caída cualitativa.

Pero, se puede caer en sectarismos por culpa de la insatisfacción melodramática que ve todo como anacrónico, porque —como Grasmci advertía— «si la historia es un proceso continuo de liberación y su autoconciencia, es evidente que cada etapa, como historia —en este caso como cultura— será rápidamente superada y dejara de interesar». Por ejemplo, en el caso específico de una nueva literatura, suele ser entupido el extendido prejuicio de identificar el origen de un sistema innovador de letras con escuelitas de vanguardia (verbigracia: futurismo, dadaísmo o surrealismo).

«La premisa de la nueva literatura —decía Gramsci— debe ser forzosamente histórica, política, popular: debe tender a elaborar lo que ya existe; el modo puede ser político o no, no importa; lo que realmente importa es que hunda sus en el humus de la cultura popular tal como es, con sus gustos, sus tendencias, etc., con su mundo moral e intelectual por atrasado y convencional que sea».



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Poesía como un montón de mierda

Se dice que hay una fiebre de poetas en Tijuana, que hay mucha gente generando poesía.

—Puro jolgorio y tirimiba, eso es lo que hay. Irreverencias de libertinos que no traen ni siquiera un pingajo de poesía encarnada en el espíritu. Lo que pasa es que ya cualquier pendejo o pendeja ya se cree todo un diente del Parnaso.
—Gracias al negocio de la propaganda trinquetera cualquier cabrón llega a convertirse en poeta y hace pasar por poesía garridas transverberaciones.

Ahora, nomás por puro morbo, echemos un vistazo al catálogo de trivialidades que adquieren un sabor de trascendencia, cuyos autores y autoras se vuelven una especie de asnos con herrajes de oro. Hay aquí ingredientes de sobra para condimentar un suculento puchero, por ejemplo grupo «Poeta-No lugar» (conformado por el Antonio Mercado, el Adrián Volt, la Ariadna Hitchel, el Josué Peñaloza, el Juan Salpri, la Luxia López, el Miguel Quivira, la Paty Blake y el Roberto Navarro, acurrucados en
Ver) «Las Lunas» (que es un trío de cretinas integrado por la Hadia Farfán, la Mónica Morales y la Sharon Vázquez, sitiadas en la página güeb: Ver), «Acanto y laurel» (un grupúsculo madroteado por la nefasta de la Aída Méndez y dos que tres padrotines más), el «Proyecto Editorial Existir» (a cargo del Gilberto Licona y su ganga andrógina), «Las Matronas» (a resultas de la Amaranta Caballero, el Pepe Vázquez, el Roberto Partida y otras coladas), el «Tijuana Bloguita Front» (cofradía del Rafa Saavedra en la que resaltan mamertos como el Juan Carlos Reyna y el Erasmo Katarino Yépez).

—Además de otros copleros de la verba vertical que andan rebotando de un lado a otro.
—Esta virulencia supuestamente poética no es otra cosa que una burda maniobra que se reparte a cachetes como el rosario de la aurora; una fórmula abstracta tan incomprensiva que puede tener cualquier significado.

Esa es la descripción de la inmanencia que se teje pregonando fantasías. En extremo, la candidez que contiene la cantaleta boba «todos somos poetas» encierra una semántica de ultratumba que difumina cualquier diferencia; no hay clases sociales, da lo mismo estar de pie que de rodillas.
No hay discernimiento entre pureza e impureza, tampoco redención; únicamente ambigüedad de Pigmalión y el marqués de Sade. El arte como la política, superficial.

—Y ¿el intelectual o el poeta?
—Ese güey se vuelve un nómada que carga su maletita de oxímoron deconstructivista, mostrándole al mundo su sonrisita de pensador ingenuo y astuto con disfraz de pendejo.
—Lirismo estéril, parálisis parmenídea.

Todos son lo mismo o todos no son ellos. Las esencias preceden a la existencia; sin sustancia, sin verdad. Por eso el nodo esta en la poesía, en un lenguaje que no obedece más que a sus propias leyes. Homo sapiens, homo faber, homo ludens.

O para decirlo como Wittgestein: la filosofía como forma artística. Por eso todos quieren ser alumnos de las musas. No hay punto de partida ni nada que expresar. La verdadera misión es exprimir la naranja hasta dejarla sin jugo; gimotear y echar lagrimones como garbanzos. La rentabilidad espiritual es lo de hoy, por eso todo es poesía. Montón de mierda que ni los propios poetas soportan.

—Y ¿qué se puede esperar si hasta el Pato Zambrano es poeta?
—Entonces, si a esas vamos ¿porqué no han de ser también poetas la Aída Méndez, la Petra Bonilla y medio centenar más de viejas locas? •

Éktor Henrique Martínez Hernández

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Alejandro Vórtice (España)
Fantasía


Hubo un tiempo en el que hubiese acogido con agrado ese frío aterrador, frío nórdico que nos hace sentir vivos, pero en estos momentos de mi vida la evasión junto con la avenencia son mi única forma de vida. Existen esferas desconocidas en las que la razón no tiene cabida; hay halos de comodidad cuando estás a punto de fallecer, nimbos que te rescatan del abismo y besan la frente destrozada por el arte de sobrevivir y dolerte por lo que quisiste hacer y no hiciste a causa de la falta de valor. Fantasía reina en los límites de la realidad, de la vulgaridad… Fantasía: Reino de ojos que nos ayudan a ver con claridad lo que, desde niños, nos han dicho que no existe. Flor, arcanos impredecibles, furor de placidez, doctrinas de ángeles y luces que provienen de lo más bello que podamos imaginar; fulgor de delicadeza y formas perfectas relacionadas con la vida que es vida gracias a la imaginación. Y como dice un proverbio alemán: «La fantasía es el reposo del alma».

El hombre es en esencia lo que son sus fantasías; caminar bajo la lluvia de la realidad, a diario, bajo la recesión que abofetea a unos y a otros y, enseguida, sentarse en cualquier lugar, mirando hacia el infinito que también posee quimeras, e ilusionarnos porque algo hay que no ve el ojo humano, pero que sí sentimos, que de alguna manera sabemos con certeza que nos circunda. Son átomos ignotos que revolotean a nuestro alrededor y transmiten anhelo. Porque una sola fantasía puede cambiar cientos de realidades; un soplo ficticio de aire fresco puede hacernos libres, puede conseguir que abracemos al enemigo, al amigo olvidado, al amor de toda una vida que aún no hemos vivido. Volver al reino del niño que olvidamos a causa de la majadera adultez, de la educación que no es tal, hará que nuestra mente se reencuentre con el alma que cierto día azaroso olvidamos en la esquina maldita de la afligida realidad.

Porque lo que no existe tal vez sea existencia inquebrantable y útil para continuar adelante. Los hombres y las mujeres son pequeños retazos de existencia inútil si no adquieren vientos de ensueño, de duendes alborozados, de hadas que aparecen y desaparecen, de ogros, ángeles, nereidas, mares en silencio, revolución de besos… El ser humano en gran medida pertenece a un lugar que está porque intuimos que así es; lo que vemos es, y lo que no vemos también está entre nosotros: sólo hay que abrir un poquito el ojo mágico de nuestros núcleos vitales y aproximarnos al convencimiento de hay algo más detrás de todo esto. Fue fácil llevar a cabo este acto cuando éramos niños; puede volver a ser fácil si dejamos de lado, de vez en cuando, los problemas de cada día; así el sufrimiento, la animadversión y el aborrecimiento serán más llevaderos.

Alexander Vórtice /
La Coctelera

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Alicia Fontecilla Aravena (Chile)
Muerte


Tú que estás en el temor oscuro de la humanidad,
la puerta que se cierra y al otro lado lo ignoto,
llegas desafiante en el deseo de muchos:
los que no vuelven para contarla

Las más de las veces te avizoras burlona y sigilosa,
al borde de los meses que cautelan los últimos respiros
de aquel que, aterrado, aún niega lo innegable:
lo que se cuela a través de la eficiencia perdida del cuerpo,
la mancha que crece, el tumor, los pulmones endurecidos,
la lucha por respirar, el corazón agostado de dolores,
el desencanto de la carne, la tristeza esponjosa del hígado

Eres la que se arrastra con gesto indescifrable
por calles de ruedas tramposas,
la mentira del viaje de descanso
(el descanso eterno del viaje),
saltando de fuego en fuego, arrebatada y loca,
borrando el gesto de terror y asombro
de los rostros que jamás volverán a ensayar una sonrisa
en la asfixia del féretro cerrado

Me has arrebatado a alguno que amé, se fue mirándote de costado
(como siempre miró la vida),
jugó contigo por décadas, hasta endurecer el tiempo de la duda
(ya no lucho contra su mano temblando en la cuerda)

Yo no te llamo, no te deseo,
no te huyo, no te temo.
Te miraré de frente y con los ojos abiertos
ni un minuto antes de la hora de mi hora

Alicia Fontecilla 07.01.2010

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Mística

cada palabra, la energía, manojo
de luces brillantes atravesando

el cielo que te cubre
el aire que respiras

¿dónde escondes tu cabeza?
¿te crees a salvo de mi sombra?

toca el borde de mi túnica
besa la huella de mi pisada

pongo mi mano sobre tu frente
estás a salvo, el miedo te abandona

bendito eres, entre todos, ahora y hasta
el fin de los tiempos que tanto has temido

el centro del universo te absorbe
en tu despiadado agujero negro


Alicia Fontecilla 12.01.2010

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paroles d'une femme terrible
dédié à ma chère loup, Javier Monroy


Piel mestiza, negro sobre negro, háblame de tus placeres:
dime cómo son los besos allá donde tus pasos marcan los días,
dime que encuentras mi rostro en las vitrinas, y en los pasamanos
de tus escaleras tropiezas con mis dedos afilados como cuchillos.
Dime que es mi voz la que te susurra maldades en los rincones,
la que se desliza por tu cuello tenso en la zona donde la yugular
te corta los latidos sincopados por los deseos perversos de tu cuerpo
buscando el mío en noches desaforadas de un futuro que se deshace
mientras atraviesas agujeros de gusanos en esta vida que juega
al gato y al ratón en tus ojos pardos y en la línea larga que recorro
con mi boca, a lo ancho y a lo largo, de la noche en que me haces tuya

Alicia Fontecilla 29.12.2009

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Alicia Fontecilla Aravena (Chile):
Una entrevista con Sequoyah Virtual


En la revista Sequoyah Virtual se ha publicado previamente (No. 50) a Alicia Fontecilla. Textos suyos aparecen a menudo en grupos y revistas virtuales como Las Letras del Mal, Letras Kiltras y otras. Llama la atención en ella su inteligencia que sabe convivir con la humildad y mucha sensibilidad poética. Aborda la prosa / microrrelatos / con la misma capacidad sintética de sus versos. Para quien, como Alicia, indica que los tres temas constantes de su obra son la vida, el amor y la muerte, una indicación apreciable es la valentía y sinceridad con que se expresa. Ante lo que llama el «pétreo corazón de la humanidad toda», no se asusta con el lenguaje,
«duras líneas, me encantan».

Nacida en Santiago (Chile), es profesora de Educación General Básica, con mención en Lenguaje. La escritura creativa es uno de sus «hobbies». Aún no tiene libros organizados, pero escribe «desde que era niña», desplazándose de la poesía al cuento. «No recuerdo qué fue primero». En su familia, no tuvo ancestros escritoriles, pero admite que «una de mis hermanas, una sobrina y dos de mis hijas escriben también». El por qué escribe, sus lecturas, preferencias, es el objetivo de esta entrevista con Fontecilla.

Sequoyah: ¿Qué lecturas hicíste que han permitido que, desde muy jovencita, te interesara crear literariamente? Autores que han sido motivadores...

Alicia Fontecilla: Lewis Carrol, Antoine de Saint Exupery, Richard Bach, Manuel Rojas, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, Fedor Dostoyeski, Alexander Solzhenitsyn, y otros muchos, más o menos en ese orden... Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Manuel Rojas: a mi juicio los tres mejores novelistas de todos los tiempos. Puedo leerlos y releerlos sin aburrirme ni cansarme.

Sequoyah: ¿Lees filosofía, o teoría, de cual tipo?

Fontecilla: Me gusta la filosofía, pero más que nada orientada al desarrollo de la espiritualidad. La estudio por mi cuenta. No soy seguidora de gurúes.

Sequoyah: ¿Cuál dirías que es tu actitud emocional e intelectual ante la sociedad?

Fuentecilla: Amo la sociedad. La sociedad actual es perfectible.

Sequoyah: ¿Escribirías política?

Fuentecilla: No, aunque escribo sobre los sucesos que acaecen dentro y fuera de mí, más bien circunscritos a la humanidad en su concepto individual. No toco temas políticos ni de confrontación social. No tengo capacidad para eso.

Sequoyah: ¿Qué escribes y cómo es tu proceso?

Fuentecilla: Para mí escribir es un divertimento. No me gustan las amarras formales (aunque me entretiene tratar de crear haikus). Lo musical, lo lúdico, la experimentación son primordiales... Por más que lo he intentado, me cuesta mucho encontrar belleza en un soneto.

Sequoyah: ¿Crees en el mensaje intuitivo, repentino (o musas), o más en la experiencia adquirida por oficio, largo trabajo de pensamiento, lectura y lenguaje?

Fuentecilla: Creo que la escritura es una mezcla de ambas cosas, los resultados suelen ser sorprendentemente hermosos... Lo que motiva mi creación es una circunstancia interna: siempre estoy escribiendo en mi cabeza historias de la gente que me rodea, no sé por qué... Mezclo todo: lo personal, lo individual, lo estético, los sentimientos, los pensamientos, los análisis. No me mantengo como un observador alejado, no establezco distancias, integro todo lo que puedo cuando lo siento necesario, me integro a todo.

Sequoyah: ¿Algun recurso formal y particular para poetizar? Quiero decir, participar de las licencias poéticas, feismos, lo extrafalario, la fragmetación de la idea, abstracción, manipulación visual del texto, minimalismos...

Fuentecilla: Uso de todo un poco cuando así lo necesito.

Sequoyah: ¿Qué es poesía o arte para tí?

Fuentecilla: El arte, la poesía, es un estado de gozo permanente. He hecho algunas cosas que creo son bastante buenas, otras no tanto. No me visualizo con etapas, no analizo mucho lo que hago. A veces miro hacia atrás y leo algo de lo que he escrito y me asombro de que eso haya salido de mi cabeza.

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Liliana Varela (Argentina)
Hay Días


Hay días
que la vida es el reflejo de una huída
que atraviesa la pupila con la velocidad de un rayo
y se pierde sin darnos tiempo a saborear nada,
que el silencio pesa tanto
y el pecho se vuelve plomo
en una alquimia cruel,
que todo se hace imposible
hasta el acto más mundano nos parece
imposible de lograr,
que los recuerdos cobran vida
y hostigan la conciencia burlándose
de lo que somos y deseamos ser,
que no alcanzan las palabras
para comprendernos
y sobran los sentidos
para palpar la tristeza en el pecho,
que el tiempo se detiene en goteo infinito
y el amargo se cuela entre los dientes
sin pedir permiso.
Hay días
que no son días,
sino sombras de los pasos que damos
/ sin dejar huellas.

Liliana Varela / 2008

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Llegaré

¡Yace mi niño en la tumba y no estoy a su lado!
Oye de nuevo la amada voz del difunto en boca del bebé
que ahora tiene en sus brazos: «Soy yo, ¡pero no lo digas!»,
susurra mirándola a los ojos.
Víctor Hugo


Espérame: llegaré.
Renacido en el pistilo de una flor
que se niega a ser fruto
encarnado en el suspiro del viento
que acaricia tu rostro y susurra al oído mi nombre.

Llegaré a ti.
Surcando las aguas del Aqueronte
anclaré a tu lado sólo para reposar en tus labios
un beso portado por otros labios y otra piel.

Llegaré.
Y el inframundo no detendrá mis pasos
Seré yo sin ser el mismo que amaste un día
pero siéndolo.

Porque nada me detendrá ni la muerte siquiera,
ella sólo será un escalón en ese inmenso caracol
ascendente de la eternidad (el que perpetuará
nuestra convivencia inmortal).

Espérame: llegaré.
En cada célula nueva y joven que habite a tu lado
Búscame y me hallaras… resucitado junto a ti.

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Gente que trabaja

Van en manada conglomerando rutinas,
hábitos y costumbres.
Ataviados de normas convencionales,
dispuestos a dejar de ser ellos
para ser una unidad.
Miradas iguales presas del tiempo,
presionados por la cruel arena
que los empuja con prisa.

Qué pensarán mientras caminan.
Dónde mudarán transitoriamente sus sueños,
Cuántos secretos guardarán para después.
Los observo. Son tantos y yo soy parte de ellos
pero hoy no.
Hoy los observo.
Mañana no pensaré más lo que hoy pienso.
Seré uno más de esa pluralidad unida
al que alguien observará de lejos
como hoy lo hago yo.

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El final adecuado

Estaba enterrado en vida. Encima de él y a sólo unos 10 ó 12 centímetros se hallaba el techo del piso superior.

El terremoto lo había encontrado en el sótano de la empresa buscando unos archivos para el jefe del periódico donde trabajaba. Era el único allí en el justo instante en que se desató el violento movimiento sísmico.

Creyó que iba a morir y se refugió bajo una mesa —que obviamente fue destrozada en mil pedazos— que según él pensó, le había salvado la vida en cierta forma.

Su cuerpo había quedado totalmente horizontal, su pierna izquierda estaba fracturada, ya había intentado moverla antes sin éxito.

Intentó arrastrarse, pero el dolor de su cuerpo, el obstáculo que generaba su pierna y los escollos a su alrededor apenas le habían permitido moverse unos dos o tres centímetros; aunque a decir verdad, no sabía en qué dirección.

Hubiese preferido morir en el mismo instante del terremoto y no agónicamente como lo estaba haciendo ahora; el aire le iba faltando de a poco, razón por la cual intentaba dominar el pánico para evitar una respiración excesiva que consumiese lo poco que había; estaba casi en total oscuridad; dolorido; atemorizado; en fin... habría sido mejor la muerte instantánea reflexionó para sus adentros.

No sabia cuanto tiempo había pasado pero intuía que al menos dos o tres horas habrían transcurrido.

En un momento, justamente cuando su único pensamiento era intentar morir como fuese, escuchó ecos de voces lejanas; su corazón se aceleró ante la posibilidad de que lo encontrasen con vida.

—Debo tranquilizarme —pensó— si no lo hago consumiré todo el oxígeno rápidamente, además necesito fuerzas para poder gritarles que estoy con vida.

Sentía ruidos y golpes sobre él; le llegaban olores fuertemente impregnados de sangre; juró y perjuró que jamás trabajaría en un lugar cerrado, viviría en carpa si fuese necesario, pero necesitaba ver el cielo una vez más, ver a su esposa y sus hijos otra vez.

—¡¡Parece haber algo allá abajo!! —sintió que gritaban desde fuera.

¡Dios! lo habían detectado, no podía creerlo; ¿cómo les avisaría que estaba con vida? ¿Se habrían dado cuenta ya?

Agudizó el oído.

—No creo que haya alguien con vida en esa parte, mejor busquemos en el otro extremo— fue la siguiente frase extraña que escuchó.

¡Se iban! No, Dios mío, no.

—¡¡Auxilio!! ¡¡estoy con vida!!— gritó con todas sus fuerzas, casi sin aire.

Escuchó que varias personas hablaban; luego de unos minutos y de intensos ruidos encima suyo; apareció muy a lo lejos, pero al fin, una especie de agujero que dejaba filtrar algo de tenue luz.

—Estoy salvado— pensó.

—¿Hay alguien allí ?— escuchó lo que él consideró la voz más hermosa del cosmos-

—SI, SI— casi gritó sin fuerzas. —Por favor sáquenme.

Otra vez los rumores de voces; luego de unos momentos vio entrar una especie de diminuta manguera dentro del agujero que se había formado antes.

—Escucha— le gritaron. —Te pasaremos algo de aire mientras intentamos sacarte, pero no te excites demasiado porque no será fácil; introduciremos una especie de alambre y tu lo tomarás cuando llegue a ti, así sabremos a que distancia y en que ángulo de declive te encuentras ¿de acuerdo?

—Si, si, lo que digan —apenas gritó

Vio entrar el cable y luego de unos minutos, éste se detuvo. Aún estaba muy lejos de él, no lo alcanzaba.

—¿Puedes alcanzarlo?— gritó el hombre del exterior.

—No, no puedo. Está muy lejos de mí.

—Bueno— dijo frustrado, —¿a cuánto consideras que te encuentras de alcanzarlo?

Incorporó un poco más su cabeza para verlo.

—unos 6 o 7 metros.

No escuchó nada. Al cabo de unos segundos volvieron a hablarle:

—¿Tu cabeza o tus pies dan hacia el agujero?

—mis piernas

—pues bien amigo, tendrás que ir moviéndote hacia esta dirección como si fueses un gusano.

No escucharon la respuesta del sujeto allí atrapado.

—¿Oíste? —gritaron nuevamente-

—Oí— musitó apenas— pero no puedo moverme, tengo una pierna quebrada y la otra está como paralizada por la posición torcida que tiene.

Todas las voces callaron. Por unos minutos el aire, dentro y fuera de los escombros se tornó pesado y asfixiante.

—Será muy difícil amigo, pero intentaremos sacarte, te lo prometo...

Fue lo último que escuchó. Sabia que si movían los escombros sobre él, estos se derrumbarían sepultándolo; tampoco podían atarlo con algo y arrastrarlo debido a los trozos de material en el camino; no podían hacer nada; sólo un milagro lo salvaría de la muerte.

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—¿Encontraste el final para tu cuento escritorcito?

Daryl se dio vuelta asustado. Estaba tan metido en su narración sobre un hombre atrapado en un derrumbe, que no sintió a su compañero de periódico acercársele por detrás.

—Es difícil darle un fin a esta historia —respondió— el hombre no tiene líquidos ni alimentos; la pierna está fracturada; le queda poco aire aunque le envíen algo por la manguera; y obviamente ni hablemos de las infecciones de sus heridas ni de su desangramiento.

—Haz que un ángel lo rescate— bromeó su compañero.

Daryl se ofendió. Hacía tres semanas que intentaba darle un final a la historia sin resultado alguno que lo satisficiese.

Sabía que podía ser su Premio al escritor del año; lo cual le reportaría un mejor status para él y su familia, y un ascenso en su trabajo, además del reconocimiento de sus colegas.

—Debe ser real, no es un cuento para niños--respondió tajante volviendo a su computadora.

Esa noche no pudo dormir imaginando ser el personaje atrapado, analizando todas las posibles soluciones, desvelándose en pos de un final lógico y coherente.

Pero el tiempo inexorablemente se le agotaba; debía entregar el trabajo esa misma tarde y aún no había descubierto como concluir la historia.

—Tendrás que dejar que muera —le dijo su esposa— no existe otro fin para esa situación.

Todos le decían lo mismo; no le convencía ese final, prefería que el hombre quedara inválido, impedido de alguna forma; pero deseaba en realidad, que sobreviviese.

Por más que intentase lograr su deseo; él había creado las situaciones ideales para una muerte segura.

Sentado en su escritorio; su compañero de trabajo le avisó.

—Vienen a buscar los trabajos en diez minutos, Daryl.

Sintió que no quedaba otra salida. Comenzó a escribir frenéticamente en su computadora, el lógico desenlace de la historia.

"…y finalmente cerró sus ojos sabiendo que no necesitaría un ataúd; ya estaba en él desde ese cruel terremoto que lo había sepultado vivo, prolongando su agonía hasta finalmente morir "...

Terminó su escrito con la palabra FIN.

Intentó levantarse de su silla, pero un dolor muy fuerte se lo impidió. En ese instante descubrió con horror y espanto la realidad: él era el hombre enterrado vivo; su mente enferma, y en procura de una salvación había intentado evadirse imaginando estar aún en el diario en el que trabajaba de escritor. Había escrito su última historia.

En ese instante cerró los ojos, pero esta vez para soñar eternamente.

Liliana Varela / En Muestrario de palabras

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Liliana Varela: Nació en Berisso, provincia de Buenos Aires, Argentina. Se dedica a la docencia desde 1988. Cursó tres años de la carrera de Abogacía y dos años de Licenciatura en Genética. Foto tomada de:
Palabras Sin Fronteras

«En poesía son necesarias: musa y trabajo».
Entrevista con la poeta Liliana Varela


Inicialmente, el grupo Sequoyah que nació como una agenda universitaria de investigación crítica de la literatura, con bases multiculturales, publicándose en papel, se ha convertido por influencia de una presencia virtual de la literatura, en un grupo de lectores. Ahora un herramienta de maestros que buscan material de lectura para estudiantes. No que se hayan ido los poetas y críticos iniciales; pero, se trabaja más oralmente que el compromiso inicial de escribir textos. Sequoyah es ahora una vitrina, o referencia, de lo que les parece valioso y que está disperso; pero, como grupo de lectores, siempre espera algo. Y comprendiendo ésto ya sólo nos basta sugerir lo que leemos y, ciertamente, es bueno y nos sirve para juntarnos para leer lo que se produce en distintas ventanas de foros, revistas y grupos virtuales.

Presentemos, como botón, una de las más activas muestrarias de un grupo argentino. Liliana Varela, quien es autora de los libros Cuentos varios (Editorial Dunken: 2006), Poemas oscuros (Editorial Muestrarios) y De epígrafes propios y ajenos (Editorial Muestrarios). Ha sido incluída en la Nueva literatura de habla hispana (Editorial Nuevo Ser, 2006), Voces eternas (2006) y otras antologías. Ha publicado en
Mis poetas contemporáneos, Letras Kiltras, sus propias bitácoras personales y numerosos cuentos y poesías son trazables en la internet de Argentina, Venezuela, Brasil, Chile, Colombia, España y Ecuador. Ella edita, junto con otros autores la revista digital del grupo Palabras al Sol y es moderadora del grupo Muestrarios.

La actividad literaria que Liliana Varela despliega, en adición a su labor como profesora de ciencias biológicas y químicas, nos ejemplifica su amor por la literatura y una mente artística, por parelelas aficiones. «Me gusta dibujar, he incursionado algo en la pintura al oleo, además de caricaturas con carbonilla y tinta china». Para que nos comente un poco más sobre sus quehaceres y compromisos con la poesía y la narrativa, Sequoyah se agenció la siguiente entrevista para presentarla adecuadamente ante nuestros lectores.

Sequoyah: ¿Cuándo comenzaste a escribir?

Liliana Varela: Desde que tengo uso de razón he escrito. Lo más lejano que recuerdo en retrospectiva es a los seis años que había aprendido a escribir algo y le robé la agenda nueva e inmaculada a mi padre para escribir poemas... Lo primero que yo considero haber escrito en serio fue el género narrativo, cuentos de terror en particular. Recuerdo deleitarme contandóselos a mi abuela la cual vivía santiguándose al oirlos.

Sequoyah: ¿Qué circunstancias, factores o influencias, familiares o externas, te impulsaron a hacerlo?

Liliana Varela: Verdaderamente no puedo dilucidar por qué o cuáles fueron las circunstancias que me llevaron a escribir. Sí estoy muy consciente que la lectura fue decisiva en ello; leía mucho de pequeña y todo tipo de obra que caía en mis manos era devorada, desde historias de Corin Tellado hasta temas referidos a los ovnis, pasando por historietas de todo tipo. Creo que la escritura intensa estuvo como casi en todos los casos en la adolescencia, en esa edad en la que uno intenta descubrir quién es y qué rumbo ha de tomar.

Sequoyah: ¿Cuáles habrían de ser esos autores leídos? Que considerarías los más motivadores...

Liliana: Uno de los primeros autores que despertó en mi la fascinación fue Oscar Wilde con su principe feliz; luego aunque parezca tonto, amé los argumentos reflexivos y profundos de Robin Wood, seudónimo del autor de la historieta Gilgamesh, entre otras, de la revista D`artagnan; José Hernández con su Martín Fierro y, por supuesto, Horacio Quiroga y Jorge Luis Borges... A los únicos que descubrí gracias al curriculum escolar fueron: Hernández, Quiroga y Borges pero muy superficialmente. No puedo dejar de recordar a mis dos íconos en lo que a poesía se refieren: Gustavo Adolfo Bécquer y Francisco de Quevedo.

ASequoyah: Algunos que encuentres fascinantes y por qué...

Liliana: Siempre he dicho que aunque uno tenga 100 años jamás dejará de aprender; gracias a mi constante curiosidad he descubierto muchísimos autores fascinantes y sigo descubriendo día a día a más... Edgar Allan Poe me despierta con su oscuridad a la vez que me obliga a seguir su narración... Charles Baudelaire tiene la faceta trágica, oscura y a la vez más solitaria que hubiese leído de alguien... A Silvia Plath la descubrí hace poco pero me fascinó su soltura y la intensidad de sus versos... Jorge Luis Borges, con sus narrativas y sus mundos multidimensionales, lo amo en su faceta mística y cabalística... Julia de Burgos, Dulce María Loynaz, Miguel Hernández: por la fuerza de sus versos, la pasión que abundan en sus letras... son geniales. Y existen tantos que no alcanzarían las palabras para mencionarlos a todos.

Sequoyah: ¿Algún texto ajeno, de esos llamados clásicos, te satisface cada vez que lo lees?

Liliana: Del quehacer literario en general, podría mencionar como muestras Reír llorando de Juan de Dios Peza, No son los muertos los que en dulce calma de Antonio Muñoz Freijoo, los libros Azul de Ruben Darío y Un mundo feliz de Aldous Huxley y muchísimos más

Sequoyah: ¿Lees filosofía, o teoría, de cual tipo?

Liliana: La filosofía es una de las asignaturas que más disfruto. Cursé en mi profesorado Filosofía I y filosofía I y cuando seguí Derecho (carrera que abandoné faltándome dos años, justamente por la literatura). Preferí recursar otra vez filosofía I y I por el mero gusto de recrearme otra vez en ella... En realidad me gusta la filosofía en general, la metafísica, la gnoseológica, en fin... todas sus ramas... Obviamente la existencialista es una de mis favoritas. Amo debatir sobre el ser y su función en el cosmos. Es un tema apasionante que bien puede enraizarse con muchísimos temas más... La física es otro campo apasionante que nos hace cuestionar la filosofía en general pero ese es otro tema ajeno a la pregunta.

Sequoyah: En términos de tu quehacer poético: ¿qué valor adjudicas a lo musical en el poema, a diferencia de mediciones silábicas o la métrica? ¿a lo lúdico, el juego léxico, a la experimentación formal? ¿a lo visual: caligramas, acrósticos?

Liliana: Creo que en la poesía todo es válido para el que lo lee porque justamente es el lector el que le dará el valor al poema.... Aunque también es verdad que el ritmo "se siente" en la lectura... He incursionado en los sonetos, octavillas y décimas y, a decir verdad, no me considero apta para juzgar si debe ser un poema rimado o no para ser considerado como tal; creo que depende de la época, del lugar y del lector... Pero adhiero a todo cambio que beneficie a quién sea el creador del poema y a aquel que lo lea y admire (aunque no sea más que uno)

Sequoyah: ¿Crees en el mensaje intuitivo, repentino (o musas), o más en la experiencia adquirida por oficio, largo trabajo de pensamiento, lectura y con el lenguaje?

Liliana:El eterno debate entre la instrucción o el aprendizaje. Creo que es un poco de ambas cosas. Creo en la intuición, en la musa, en el talento del que escribe pero también pienso que uno debe cultivarse, adquirir vocabulario, extender sus propios conocimientos. Nadie nace sabiéndolo todo, cultivarse no es malo cuando uno lo desea... Aquel que posea talento o musa podrá crear mejores y vastas obras al tener más conocimientos y más conceptos teóricos. El otro, el que posee talento pero tiene limitaciones de erudicción seguirá creando bellezas poéticas pero siempre los vocablos girarán en torno a universos limitados... También es verdad que aquel que tenga muchísima información teórica y trabajo no siempre generará algo que llegue al lector. Por eso digo que son necesarias las dos cosas: musa y trabajo.

Sequoyah: ¿Cuáles mencionaría como temas constantes en tu poesía?

Liliana: Resulta difícil para mi hablar sobre mis propios temas, pero creo que si tuviese que hacerlo nombraría: la vejez, la muerte, el porqué y para qué en este mundo.

Sequoyah: ¿Cuáles diría que son tus actitudes emocionales e intelectuales ante la sociedad?

Liliana: Si con sociedad nos referimos al entorno que nos rodea día a día, podría decir que estoy desilusionada con la indiferencia humana (en la que por desgracia también me incluyo). Creo que el poeta, el escritor mismo, también es egoísta e indiferente porque piensa en su creación, en su mismidad y no vislumbra la necesidad del carenciado, del necesitado. Pero a la vez creo que existe un mecanismo de defensa que nos torna algo egoístas y a la vez nos permite seguir siendo lo que somos para poder subsistir el día a día. No creo tener mucha animosidad contra la sociedad puesto que yo misma soy parte de ella.

Sequoyah: ¿Cómo explicarías esa relación que existe entre carácter personal y creación?

Liliana: Tengo la cualidad o defecto, depende de quién me lea, de ser exigente conmigo misma, de querer saberlo todo ahora mismo... Ante los demás no puedo determinar cómo soy, pero sí sé qué es lo que no soy: no soy pedante. Odio la pedanteria, la vanidad, el creerse superior a otro por el sólo hecho de tener más teoría en el cerebro. La humildad es una de las virtudes que más admiro en la gente... Permanentemente todos aprendemos día a día.

Sequoyah: ¿Qué recursos retóricos o formales son tus predilectos al poetizar?

Liliana: No sé si utilizo muchos recursos, a los que llamar favoritos, pero si tuviese que puntualizar algunos diría: minimalismos, abstracciones, metáforas, hiperbaton, etc. Utilización de nuevos términos lo he hecho en pocas ocasiones y adrede simplemente para incursionar en ese terreno... Sí me gusta establecer una especie de relación tu a tu en el poema reflexivo, intentar crear un lazo invisible y personal entre las letras y el lector...

Sequoyah: ¿Y en tus cuentos?

Liliana: Con la narrativa suelo utilizar mucho la sorpresa, el despistar de la trama esencial y sorprender con el final con un golpe certero.
Lo demás lo deberán dilucidar los demás y ayudarme a entender qué quise hacer... jaja.

Sequoyah: Háblame sobre tus libros posibles o ya publicados...

Liliana: En realidad mis publicaciones comenzaron en el 2006 a pesar de haber retomado la escritura en el 2000. Tengo dos libros de cuentos: Cuentos Varios y Cuentos para no dormir y dos libros de poesías Poemas oscuros y De epígrafes propios y ajenos. En preparación tengo un poemario Señales de humo y dos libros narrativos: la versión ampliada y corregida de Cuentos Varios y otro libro aún sin título de prosa (microcuentos, cuentos en general y prosa poética) . Pero vivo escribiendo, amo hacerlo... Proyectos de libros tengo varios más dependiendo de la temática que por ahora están en carpetas de la PC.

Sequoyah: En términos generales: tu yo poético (hablantes), ¿a qué tienden, a teorizar (teorógono) o reaccionar emocionalmente (patógono)?

Liliana: No lo había pensado, pero creo que definitivamente tienden a teorizar sobre el mundo, sobre uno mismo. Si ello implica que otros vean un reaccionar emocional en los mismos, ya se escapa de mis manos el hecho. Perio diría que la proporción es de un 70% a un 30% (Teorógono-Patógono)...

Sequoyah: ¿Explica tu sicología personal, las tendencias de tu arte / o separas lo personal de tu quehacer estético?

Liliana: No sé cómo podría explicar mi psicología personal, me considero como cualquier otro que escribe, que intenta transmitir sus sentimientos... Separar lo personal resulta difícil a veces, diría casi imposible... Creo que cada obra tiene un poco de uno siempre. Muchas veces escribo sintiéndome en la carne de otro y escribo como si viviera una situación que me es totalmente ajena... Muchos creen entonces que eso que escribo es lo que me está pasando y yo les intento hacer comprender que no todo lo que se escribe es lo que uno siente, pero sí creo que existen fibras íntimas que nos hacen situar en la piel del otro o quizás puntos en común que nos identifican: y allí está nuestra marca... En lo particular, mi trabajo diario nada tiene que ver con la literatura, por lo cual escribir para mí se convierte en una catarsis, pero a la vez es una catarsis que me complementa y me hace ser lo que soy... Por eso si tuviera que responder a la pregunta primera, diría que creo más en el arte integrativo / terapéutico que es aquel que hace que sea lo que soy.

Sequoyah: Volviendo concretamente a la poesía, ¿qué es, a tu juicio?

Liliana: Toda expresión que constituya belleza o movilice a quién lo lea o lo vea. Simplemente eso; existen teorías extensísimas sobre estos conceptos, yo prefiero quedarme con lo simple y llano de mi definición aunque no sea la real o la adecuada para otros.

Nacida en Buenos Aires, un 16 de Diciembre de 1965, entre sus blogs están:
Liliana Varela y Plome poetiques

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Carlos López Dzur (PR}
Cosa de púgiles

[Dedicado a Tito Mantilla, boxeador nacido en San Sebastián del Pepino, popular en la década de 1940-50]


Los más conocedores, entre quienes vieron pelear, a Abel el «Lindo Crochet» y Caín el «Hook» sabían que no sería por mucho tiempo que les llamaran los «ejemplos cívico-deportivos» del barrio. Allí, en su sector newyorkino, la droga cundía entre los puertorros. Y se pensó: «Estos dos son distintos».

Por ahora, la YMCA los protege. Grupos evangélicos les predican la convivencia. Ellos, con otros pocos, se han mantenido, si bien no ya en la escuela, pero con la afición al boxeo y éso los salva de las pandillas y el vicio. A Abel, que parece más centrado, le respetan esos certeros golpes laterales que dirige a los rostros de sus rivales, con trayectoria paralela a la lona. En consecuencia, le motejaron 'rey del crochet'. Es cierto que tiene los ojos chinos, parece que siempre cerrados, mas con el alma Abel ve más que con su poquito de ojos. Ninguno ha podido cerrárselos por completo, o hincharle los párpados. Conste que ya está en camino de profesionalizarse. Ese púgil, peso pluma, es todo un prospecto.

Caín siempre ha sido el malo entre los dos. Tiene menos técnica. Es voluntarioso y terco con ésto del boxeo. Quiere llegar lejos. Lo guía un afán de fama y dinero, contrario a Abel que cimenta con su entrenamiento y competencias un verdadero amor al deporte. Ahora ningún pandillero de las gangas del Barrio les pega a sus hermanitos menores ni los induce a las drogas. Del padre de Abel que, no siendo chino, le heredó unos ojos oblicuos, ninguno se burla. A él, con un carácter sensitivo y explosivo, boxear le ha permitido autocontrol, dosis de tolerancia y voluntad de hierro. Se siente defensor de todos ellos.

«Tienes madera de campeón y, sobre todo, con esos golpes laterales, eres el pánico de las mandíbulas blanditas y los mentones duros», le explica el entrenador y maestro.

Ya hasta Caín se inquieta. La envidia se lo come. Como quisiera él que se apresurara el día en que los enfrenten como rivales. «Pues no», dice quien paga y posibilita los entrenamientos. Desde los años en que eran unos chiquillos, de similar edad y jodidez, en ese barrio malo, los quiere como ejemplos bajo su tutela de que el deporte salva de la droga y patrocina la mente sana en cuerpo sano.

«Sácate del pecho ese coraje, Caín. Tén por meta no pelear con Abel. Ahí están esos italianos y negros presuntuosos de otros gimnasios. Vamos a llevar la fiesta en paz aquí dentro, aprender unos de otros. Ustedes son los dos mejores. Hagan con la comunidad un ideal de servicio, así nos defendemos de italianos y pandillas territoriales. Mas el boxeo que sea un sacerdocio y una carrera, con miras al futuro», añade.

Sin embargo, Caín en su nombre tiene la desgracia y, viéndose en su conducta, una cierta destreza para arrinconar a sus rivales en las prácticas de gimnasio y, además, destacan sus «uppercuts» y «hooks», le mencionan hasta las puñaladas traperas. Es el rumor interno. Le gusta ser provocativo y lanzar golpes de puñaladas. Por ser vistoso con sus uppercuts, así como sus ganchos, le llaman Caín «el Hook», destroza hígados; pero siempre al que es más lento y se deja amendrentar por su mirada fiera.

Un día, cuando supo que al gimnasio fueron gente importante de la industria a buscar prospectos, él quiso lucirse. Para la exhibición, se eligió a uno de los mejores entre los bravos; era un negrito que andaba «descarrilado» y el entrenador ya estaba a punto de expulsarlo del gimnasio. Además de que no pasaría un dopaje por prepararse con ventaja para los combates, gustaba descontarse a sus contrarios con golpes bajos. Caín el Hook se conformó, por no temer a nadie, que le dieran a ese negro para exhibirse, pero él, preferentemente, habría querido a Abel el Lindo Crochet, o «cara de ñema», como le decía, o «chino fatulo». Le tenía mil nombres para herirle la moral y enfrascarse con él a puñetazos.

El entrenador no quería que a un buen pegador técnico se lo estropeara un majadero con sus mañas. «Ustedes son el ejemplo de mi escuela. Ustedes han de ser los campeones cuando llegue su tiempo». Los aconsejaba y, siendo tan previsor, decía para sus adentros: «Hoy Caín el Hook va a conocer la horma de su zapato». Le impuso dizque al más violento.

Pero no fue así. Ante un auditorio privado, gimnasio lleno por alcaLdes, trabajadores sociales y personalidades de diversa índole, Caín peleó como un bravo. Hizo su buena rutina de jabs para mantener al rival a distancia. Combinó golpes de engaño y comenzó a preocupar al temible, hasta que lo tuvo. Lo acorraló y tiró lo mejor de su repertorio. Esos ganchos, esos hooks, que con un ascendente vertical, muy poderoso, lo levantó y por poco lo levita más allá de las cuerdas. Ganó aplausos y vítores.

Se impresionaron los agentes, buscadores de talento o futuros campeones y, lo que tenía que suceder... dejó el gimnasio. Lo tentaron con ofertas de dinero adecuadas. El entrenador le deseó suerte; pero le dijo: «La mentalidad de campeón no es ir a casa con un saco de batatas y ñames, harto de suerte y apresurado. Hay cosas más importantes que el dinero y la gloria».

No tardaría mucho en que Abel el Lindo Crochet, el mago de los golpes laterales y del remate con puño rotado, laterales de tipo swing, o mixtos de golpes largos, se convenciera que era tiempo de volar y profesionalizarse. Había necesidad, o carencias, en su casa, sí esta vez. Y viendo la suerte de Caín, Abel soñó en comprar una casita a su madre, o más bien, ya quiso hasta casarse y recogerse en paz con una muchacha que vino de Borinquén. A ella no le importó su carita imberbe, con ojitos soñolientos y dulces. Sobre todo, era un buen hombre.

Por su parte, Caín a veces iba por sus predios en automóvil de lujo. Fungía como el tentador envidioso, acompañado con dos o tres hermosuras femeninas. Putas. Era su manera de provocarlo, gritándole improperios desde el carro. Sabía que podía a la cárcel y perder prestigio en la prensa deportiva si se metía en pleitos de abierta agresión contra Abel el Lindo.

Y así Abel se profesionalizó. Aplicaba su crochet y sus mixtos. Con el gancho era fulminante; acumuló admiradas y positivas críticas. Terminaba las peleas casi siempre por nocáut. Su víctima dormidita sobre la lona en los primeros asaltos. El otro ejemplo del barrio obtuvo el campeonato, lo apresuraba con el fin de que lo enfrentaran a Abel. No perdía ocasión de comentar que el chino fatulo, su compatriota, lo evadía por tener miedo. «¿Para qué quiere la cara sin rasguño, si parece una verga, cara de papa? Que se mida conmigo, a ver cuánto le duran los ojos, porque yo si lo dejo ciego y se los tapo a trompadas».

Abel dijo: «Aunque no le quite el Campeonato y hable tan mal sobre mí, yo no lo complazco. No es cuestión de dinero. El gana más que yo; pero yo ni me vendo ni me apuesto; yo sé que soy mejor y en una pelea lo callo; pero no quiero darle el gusto de que pelée conmigo». Al paso de los años, pese a que le insinuaban el Lindo Cobarde y no Lindo Crochet, él se casó. Tuvo hijos. Compró buenos autos, una casa para él y otra para sus padres. Regaló generosamente a sus hermanos y a hermanita menor la puso en la universidad, no con becas del Estado. Con sus puños y victorias ejemplares.

No era igual la vida del otro. Cuando peleaba, cayó en el vicio de las bebelatas y hasta hubo que curarle una sífilis. Abel siempre ganaba, casi nunca el combate excedía el quinto round; Caín el Hook se vio humillado. Una noche por poco pierde en manos de quien Abel derrotó en un tercer round, cuatro meses antes. A veces, cuando Caín vencía por chiripadas era el round final. Cada vez era menos certero con sus barrecampos, menos lúcido al combinar golpes. Hasta que un día, sin esa ansiada pelea con Abel, le dieron duro. Uno, cabrón sin nombre, italiano racista que echaba golpes directos, jabs excelentísimos, con impecable técnica y eso que era zurdo. Buena pegada.

Después que pidió la revancha, el italiano lo remató con su «straigth-left». Al menos, entero y potente, Abel Lindo Crochet anunció el retiro. Caín no pudo ni anunciarlo con elegancia. Le dijeron que debía retirarse. Quedó inconsciente del izquierdazo; perdió dos dientes. Le cerraron un ojo en el último asalto de la pelea de revancha. Perdió dos veces. Y la última que debió a ver peleado, fue sangrienta. Y ya no le sobraba alma para una carrera continuada. Habían sido años de mal comportamiento y él suplicando volver, moviéndose entre agentes, haciendo presentaciones con apostadores y torneos boxísticos de tercera clase. Quedó en los huesos y tembluzcón, como un Ali fracasado.

Abel Lindo puso, por su parte, un gimnasio. Su entrenador estaba viejo, cansado y, aunque se retiró, le dio nociones al hijo de Lindo Crochet, una promesa... y al padre encomendó el gimnasio. Le dijo: «Sé tú el maestro. Amplía ésto porque la droga sigue y ya no tengo energía para salvar a los muchachos. Vienen con drogas; usan el gimnasio como si fuese el campo de entrenamiento para ser ladrones, criminales y abusones en las calles. Abel, sálvate ésto porque yo lo cierro y me voy pa'l carajo».

Esto explica por qué Abel Lindo se retirara tan en buenas facultades y condiciones físicas. Además vio talento en su hijo, a él lo haría campeón con buenos consejos y, al pasar par de años, sin saber quién realmente fue con él y unos buscadores de talento, Abel Lindo II, como comenzaron a llamarlo, cayó en una trampa. Su padre le dijo: «Eres tan bueno como yo; pero aún no estás preparado para esa pelea que te sugieren. Siempre hay que comenzar desde abajo». No sabría que habló al oído sordo.

Y fue que el Caín el Hook, metido al hampa de las apuestas, le buscó un rival. Esperaba a la sorda ser inspirador de desalientos. Ahora como maestro de la hipocresía y el engaño, campeón de tentaciones. lograría que Abel II peleara, siendo casi desconocido, con el terror de los cuadriláteros.

«Aunque pierdas, Abelito, pero lúcete. Tú puedes que seas mejor que tu padre Lindo Crochet». Siempre lo buscaba a solas, tentándole con la mención de bolsas de dinero y ofertas imperdibles; «no es que quiera ser tu agente», le decía, «pero esta oportunidad y mis contactos, te los ofrezco; porque respeto a tu padre que no fue campeón por causa mía». Y Abel Lindo II quería ser campeón para halagar a él precisamente. Firmó contrato y admitió la pelea, sin que su padre supiera. Alegó que con su victoria le daría la sorprensa de la faja, al regreso de Hawaii.

Y era un plan con maña. Caín nunca dio la cara, sino con una patraña tardía de arrepentimiento. Fue a la casa de Abel, padre, y le dijo: «Abel, puertorro de mi alma, perdóname. Por envidia te puse malos nombres. Chino fatulo, cara de ñema, cegato escuálido. No fuíste campeón y, ahora en la prensa, ví que tu hijo está en Hawaii disputando la corona y el cinturón que merecíste cuando yo lo tuve».

El buen Abel creyó en este gancho del odio. Se abrazaron y juntos se dieron ánimos. De la suerte del hijo aún no sabe. «Se fue a pelear a Hawaii, ¡qué desobediente! y yo le dije que no era tiempo todavía».

Y tenía razón el padre. Se sentía enojado.

Abel Lindo II sufrió la primera derrota de su vida. «Literalmente, le sacaron los ojos». El rival desgraciado se lo quiso comer vivo y tenía esa orden: «¡Ese es un campeón en potencia. Hay que salir a matarlo en el primer asalto. Ese no es como el padre, que nos da oportunidades. Este ahora está inexperto, cómetelo. Deslúcelo desde hoy y para siempre, que es hijo del Chino Fatulo, cara de verga».

Y todo el operativo estuvo preparado con apuestas y sañas asesinas. De modo que a tres días de terminada la pelea, pelea de campeonato, aunque nadie lo creyera, fue el padre a Honolulu a recoger el cadáver de su hijo, Abelito el Lindo. La noticia recorrió el mundo con escándalo y hubo luto en el Barrio.

Carlos López Dzur

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Aproximación a «Libro negro» de Carlos Daminsky

Carlos Daminsky ha tomado toda corrosión, todo objeto en molicie, en parches, en carroña, en excremento, en fuego y cenizas, y con tales materiales, ha construído un mensaje. Es un alerta surreal en torno a lo que él llama «zona mutante, zona Friky, peligro biológico, terror radioactivo». Es un libro electrónico, coproducido con Carlos Sueiro Martínez, titulado
Libro negro (2009), en el que deja testimonio, desde una primera parte Visiones masturbativas a los poemas finales, con los que define a quien se dirige y el por qué, sobre una decadencia. Habla para un «jornalero famélico / en un campo de plástico y cartón» (p. 72), que nos representa como sociedad y civilización.

Y pese, a la dureza de su lenguaje, el fin de éste, El libro negro, el «libro de la mierda» (ibid.), es «como petróleo de la conciencia, humo cenizo», «intentar volver a querer / en ese jardín pegajoso». A final de cuentas, es un libro compasivo, sin sensiblerías, muy provocador que, en lo personal, me recuerda el estilo con que la subcultura punk, expresaba su rebelión contra una suma de ideologías autoritarias desde los años de 1950.

Este «testigo carbonoso del mundo» que se verbaliza, con voces autoriales, de Daminsky no dora la píldora al describir lo que es el mundo que observa y que él, como testigo introyecta: el entorno visionario es un criadero de «fetos negros», marcados con miseria y soledad, desde el momento en que comenzó el proceso ante el cual se lamenta, largo proceso, «a lo largo de los siglos / al paso del tiempo quebrado»

hasta que mis ojos fueron cuarzo
mis llagas granito
y mis palabras pura tiniebla [67].

Habla con una voz endurecida, cocida a fuego en el mismo infierno, que es el mundo. Un ser descarnado ya ante el sol, pero cuya voz / letras / son como púas. Habla como un niño de la combustión. Una de sus voces es la de otro niño que ya no puede sonreir ante los «ángeles de la ceniza», otros niños que son como estropajos o zombíes, «sólo trajes nada más que andantes» [11].

Lo que se alude como una voz o alma parecida al del rock punk, que exprime sus palabras, burlándose hasta de sí, es el gesto alucinante e irreverente. Estos «alucinados» de Daminsky piden correas (camisas de fuerza), un poco de anestesia «para dormir en blanco», se tiran pedos en público, no tienen nada mejor que hacer que «amamantar la jauría espuria», «hacer autoestop hacia la luna» y «pasear con la Muerte» [16], ya en este mundo, en algo se parecen, a quienes con el que, por su «style of adornment», son rufián, gánster, o «hustler», que apantalla con T-shirt, jacket de motociclista, tatuajes, piercings o metales y accesorios, de un mundo de grasa y mecánica; sin embargo, en la visión deminskyana, con la piel de los niños de la ceniza, se da un testimonio que no puede ser moda comercial. Esta tragedia descrita conmociona más que todo temario de pedos y cagadas («the toilet humor, sex and drugs», de los punks), que estuvo dirigida a ofender y maltratar a los iconoclasas y acentuar con el lenguaje del rock una mayor opción de liberación de las normas sociales.

En la cuarta parte de las Visiones Masturbativas, en el texto «Metárúlgico» y otros que él llama «Esquelética Acta en dos parches», la usanza de cierta ropa y ciertos consumos entran en juego como símbolos de rebelión. Entre los excéntricos consumos, no se olvida de mencionar, con ironía en torno a las drogas, la «dialéctica nervaliana» con «cimitarra vallejiana», «síndrome bipolar» que «ya son versos de la luna batracia» [17]. Del segundo parche es la alusión a los «desgastados pantalones vaqueros parcheados». Mas subrayamos esta visión es más alamarmante y trascendente que el peor de los mensajes «punky».

Al inquirir más sobre el por qué de ese título y esa visión que nos presenta, repaso a muchos de mis autores favoritos que también escribieron libros negros. Por supueso, uno es el del inesquivable Giovanni Papini, el autor de Gog, y quien en la «Advertencia Preliminar» de su obra o diario El Libro Negro, al explicar el por qué eligió tal título dice:«porque las hojas del nuevo diario corresponden casi todas a una de las edades más negras de la historia humana, o sea a los años de la última guerra y del período postbélico». Y, con G. Papini viene emparejada, su amistad desde 1911 con Filippo Tommaso Marinetti, el autor del Manifiesto Futurista y el proceso que se compete, no sólo el arte y las «palabras en libertad», sino la sociología del porvenir, que se fiará como bases al futuro.

En Fundación y Manifiesto del Futurismo», Marinetti decía que «El Arte [...] no puede ser otra cosa que violencia, crueldad e injusticia». Claro que abría que entender la esencia de su paradoja en el contexto de que, si se ha proclamado la unidad de la vida y el arte, hay que entender la violencia, «no sólo como un medio para producir un efecto estético, sino que también como inherente a la vida misma». Esta es una idea que se tomó de la sociología de George Sorel y que los fascistas italianos asimilaron bien. No en balde Marinetti dio su apoyo al oficialismo de Mussolini; pero, el fascismo del ala derecha no entenderían lo que, en rigor, el futurismo pretendía, sino que sustituron el término con «arte degenerado» y, en 1938, pese a que Marinetti convenció a Mussolini de que el arte degenerado y el futurismo no va parejos, esta mala mezcla estalló en sus manos. El futurismo sólo pretendía, en sus palabras, ser un movimiento espiritual: los fascistas lo convirtieron en un movimiento de caos y una cultura de opresión y anti-semitismo.

«Los grandes movimientos espirituales se forjan como un recurso hasta la precisión sus inspiraciones primitivas, su alborada como arte, eso quiere deberá decir, que las ideas creadoras y sinceramente innovadoras, de las que elmovimiento derivó su primersos y la mayoría de sus impulsos poderosos han perdido su fuerza. Nosotros nos encontramos hoy en el preciso comienzo de una vida nueva y experimentamos con la alegría esta necesidad oscura que llena los corazones - esta necesidad que es nuestro inspiración, el genio que nos gobierna y nos lleva con él»

En lo externo del lenguaje de Carlos Daminsky, hay aprovechada toda esa «necesidad oscura», genio de violencia, alborada del arte, surgida de las instancias inspirativas primitivas, que fascinaba a ese profeta del Futurismo que fue Marinetti y, en grado importante, Papini. Sin embargo, cuando son las máquinas del poder estatizado las que toman este criterio estético, viene el desencanto. Ese desencanto que está en la poesía de Daminsky y en las prosas de los diarios de Papini.

Otro de los libros que recuerdo, con el título «El Libro Negro» es uno sobre los impacto de la Inquisición de España y, por tanto, la persecusión de quienes utilizaban o preparaban «hechizos y embrujos secretos»; pero, el que destacaré más afín a la descripción de estos desencantos que Daminsky pone en sus poemas es uno sobre el uso del término «libro negro» que, seguido al fin de la Segunda Guerra Mundial, por causa de la Orden Ejecutiva 9835, dirigida al Departmento de Justicia por el Presidente Harry Truman en marzo de 1947, pide que se haga un libro negro con listados de organizaciones o individuos que sustentan ideas «totalitarias, fascistas, comunistas, o subversivas». La Nueva Inquisición entraba en la escena de la historia reciente y del futurismo práctico. La ha de convertir en un infierno, con nuevas represiones y nuevos demonios, ejércitos, falacias y tributos de inocencia.

Un poema titulado «Innnfierno», en el libro de Daminsky, me sugiere este contexto, hooveriano y postbélico, lleno de exilios y «bañas anatemizadas», donde todos somos «testigos amarillentos» de «niños esqueléticos (que) recorren los bordes abismales» [50] Eso niños / los de la resistencia / los ahora sujetos a que sus nombres se escriban en los libros negros / son, diría Daminskly, los que darán los «gritos blasfemos de rebelión» ante «estatuas mesiánicas (que) guardan el último silencio».

Esta es una aproximación mía, a vuelo de pájaro, en ese universo surreal que Carlos Daminsky ha elaborado. Es uno tan rico, con códigos personale, que sólo me vale cautelas; pero, cuando pregunto quiénes son esas estatuas mesiánicas en el siglo XX me apresuro a prefigurar unas como: Josef Stalin, Benito Mussolini, Adolf Hitler, Francisco Franco, el presidente Trumann y su secuaz, Edgar Hoover y otras.

En la escena descrita como infierno, la voz autorial de Daminsky articula las dos preguntas más importantes de la Guerra Fría y la persecusión hooveriana: «¿Quién es el señor de las falacias? / ¿quién es el mariscal del hambre represivo?» (50-51) Demás está decir que, en la Norteamérica de la posguerra, aún bajo el periodo del Presidente Truman y del primer director del FBI, John E. Hoover, prevalecía miseria. Los grandes infiernos que siguen a las conflagraciones mundiales combinan Hambre y Represión. Así, por ejemplo, durante la primera Guerra Mundial, cuando Hoover, el que me representa una estutua arquetípica del represor, éste hallá empleo con el Departamento de Justicia, y su primer objetivo en .la jefatura de la sección de Enemy Aliens Registration, fueron los extranjeros por su capacidad prejuiciosa de clasificarlos como enemigos.

En 1919, fue promovido a jefe de la División General de Intelligence y fue famoso persigueiendo a los pobres, las Marchas de Hambrientos (Palmer Raids). De 1924 en adelante, es todo un Mariscal de Blasfemias y utilizó el FBI para acosar a los disidentes políticos y activistas, recaudaría enormes archivos sobre las vigilancias y fichajes de líderes políticos, a través del uso de métodos ilegales para obtener las evidencias.

Hay un tercer libro, con el título de «El Libro Negro», realizado con dibujos, caricaturas y fotografías, desde distintas fuentes internacionales: «The Black Book of Nazi-Terror in Europe» (TGP,1943), libro que creara consciencia acerca de atricidades de la Alemania Nazi, ante las que el Gobierno de los EE.UU. guardara silencio.

Si estudiamos cuidadosamente el libro de Daminsky, los paisajes circunstanciales del Poder / Leviatán / que pinta sobre la «Vomitiva Universal», la ruina social y humana, observaremos, esencialmente el mundo posmoderno de la producción en masa y el artificio manufacturero, que se ha gestado entre las dos Guerra Mundiales. Es el mundo, anti-ecológico, resultante de la chatarra de guerra, los productos sinténticos, la industria de los productos metálicos, hidrocarburos y lo inflamable. Hasta los seres humanos, «arruinado este tiempo», parecen hecho a prisa con «carne reconvertida en metal» [3] y el comportamiento humano es robótico y cónsono con la confeccionadura de la producción. Hasta los «hijos de putas» se dan al por mayor, aunque a la hora de los restaurantes / los sosiegos / todo luzca más extático («los muertos muertitos»}. El segundo poema de las Visiones Masturbativas, se titula «Jardín plastificado, Jardín de papel aluminio», con los que Daminsky dispone el ambiente desde el que es necesario que se pregunte qué pasa ante una respuesta que es tan simple: «Hay que joderse», porque el único paraíso es la sensación de mearse contra la pared o hablar con ella.

Las paredes que él menciona son las de la incomunicación: «Pared para estrellarse / llenarse la cabeza de chichones; / pared para hablar / pared para ver lo que hay detrás / con ojos de hormiguero / y dos panes duros bajo el sobaco / con erosión ósea en la razón / con eyaculación precoz» [3]. Hay, como se discerniría, predominio del hambre, «dos panes duros», embrutecimiento cerebral y falta de gozo, porque los eyaculadores precoces no disfrutan.

De un mundo que es un desastre, «donde todo lo bueno se deforma en putrefacto» [14], el resultado es un campo de miedos a batallas imaginarias o potenciales, esquizofrenia y paranoia, que preconciben nuevos holocaustos, donde los salmos se pronuncian al revés, «oxidados vikingos» amenazan desde «huestes invernales». Desde tal recreada alucinación, «¡La guerra es inminente!» [15]; pero ya las guerras se han vivido, han arruinado el mundo y han dejado a seres que él llama niños cenicientos o de la combustión.

Un libro como éste, dispuesto a hablar sobre «Semillas de vida y muerte», no me extraña que asuma la voz del único que puede sobrevivir, seguir un viaje atetiguante «entre las palabras inertes / y las lágrimas tan duras» [24], aunque su paso sea errático y viva sus huesos con desgano. Es difícil mirar los añicos de lo que está a la vista; pero, hay una convicción consoladora, o al menos, provisoria en la tarea: «El amor se busca hasta que se pudre». Y una de las voces líricas que maneja Carlos Daminsky es la de «una rata voladora inmune a la ponzoña / portadora de la rabia callejera inflamada» [25].

Esta misma rata voladora, numen del Poeta Maldito. se convierte en el metaforismo zoológico de Daminsky, en distintos entes: 'sapo cornudo' (porque la vida lo burla como a un tarrudo feo), o un ser en el «pozo poético», «sapo y cienpiés», «murciélago orejudo, zorra voladora», «borracho en la calle inclinada» [39], cuya función prevalece y puede que tal calle inclinada, la cuesta pueda darla «como excusa para no hablar», [41] pero, a final de cuentas, habla porque:

veo llamas del desastre universal
dela escritura guillotina
de la escritura potro
de la escritura danza de hierro
de la escritura 9 colas de gato [41]

De aquí saca el valor para dar esta memoria en legajos, que son «cognición, desesperación, venus con brazos implantados / con caricias por horas» [27]. «Creer en esta sociedad» duele como brasa; pero él imagina la noche del descanso; sonríe aunque duela por el labio partido y, en la barraca de la guerra, imagina una noche «con estrellas de cinco puntas». El es el articulador, reunificándose, individualizándose, aunque, en el interin, luzca como el «Rey del baile de los locos, patrón de misas negras», sabe que tiene salvación [«ella me sabe salvar»}, ella La Escritura y, aunque antes asuma roles antisociales:

Gruño como perro, escupo como sapo
vuelo como cuervo [41].

Describe un mundo que es la suciedad de la guerra; pero también la suciedad de las almas. Unas de las más claras referencias a la guerra nuclear y al tipo de intereses que mueven las matanza se halla en La muerte hace autoestop, donde pregunta y contesta:

¿Quién compra? ¿Quién vende?
¡Quien macacha cadáveres
en su mortero de avaricia?
¿Quién construye los artefactos de la muerte?
Pón tu mano disimulda para recibir el pagaré
mientras detona la carcajada nuclear,
ya las alimañas se conformará con los restos
con las grietas
con las sombras. [29]

En principio, el hombre debe tener sueños propios; pero, como grupos humanos y soñantes, estamos siendo vendidos y cuando el pregunta por quiénes sabe que son los intereses de la guerra. El «baile de los malditos» en la «noche de indefensión» es la guerra. La guerra con la que se da tributo a los intereses del petróleo y la «bienvenida al ojival nefasto». [32]

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Fanny G. Jaretón (Argentina)
Porfía


Señor: Tú que reinas en el cielo
como en la tierra
dime que no es cierto
lo que mis ojos oprimidos
están obligados a ver sin renunciar.

Dime Señor, que no son esas niñas
que apenas dejan sus muñecas
las mismas que ofrecen sus boquitas
las manos, lo otro en prostitución.

Dime Señor, que el pan duro de cada día
que nos dan los basureros ecológicos
son el manjar de esos niños que piden
y piden y que por más que piden
les será dado, dijiste Señor.

Dime que no es verdad,
¡que no puede ser verdad!
que los cuerpos de niños mutilados
que se ven en primeras planas
de las noticias ¡todas Señor!
sirven de escudo para sus mayores,
esos monstruos de pie de barro
que con imá-gen-es de sangre de su sangre
se sepultan manchando la verdad con impudicia.

Dime, Señor, respóndele a este corazón probado
tantas veces por la fe
que cuando anunciaste que los niños vinieron
para salvar al mundo
no te referías a esta barbarie.

Dímelo, Señor, ¡dímelo!
Vuelvo al futuro
para que Ese que Eres y que prometiste
me hagas mirar la vida lejos del dolor.

Fanny Jaretón

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NAVÍ/AMARTE
«tu nombre … deja una cicatriz de naves incendiadas»

Por qué mares deberé navegarte
cuáles las aguas que calmaran mi sed.
Hombre de soles, te arrimás sin cuidado
a mis pequeñas vertientes consumadas.
El que me nombra y me re/crea
tantas veces en el gozo de la Fuente.
El que llueve de silencios
las costumbres de preguntas insensatas.
El que me aquieta frente al pantano
con el temblor de la muerte en sus ojos.
El que me busca con corazón de Aquila.
El que aquieta mi boca contra su viento.
El que hervido de estrellas viene a apagar mis noches.
el que a Él se asemeja
por la veracidad de su Palabra
si le adoro con Cantos y le doy de mi alegría.
En qué mares deberé navegarte
sin deberle mi alma a Caronte
sin que sea Rojo el paso al sepulcro
sin que la sal petrifique la mirada.
Cómo, cómo, cómo
hacer para volverme Milagro
caminar sobre ellas
repartirte panes y peces
vengas a recoger este cuerpo de exilio
reconozcas en mi Ojo el nihilo de Luz
seas el Rey Mago de mi nocturno
el pasto de este pesebre pobre
que te pide y te pide por un poco de pan:
ese Alimento de misericordia y pecado
cuando carente de Origen
me devolvés la memoria
en la sesta azul de tus manos inteligentes
que mata a las otras por guardar de la impura
la rebelde que soy.

Fanny G Jaretón / en Webcindario

[Del hebreo: «Nabí»: profeta; «Aquila», en taxonomía, que contiene a la mayoría de las especies de águilas].

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¿Quién eres?


Toda aproximación a ser yo fue real mientras la ilusión me duró en los patios donde me jugué a ser niña. Mis ojos columpiaron este gris del otoño, los dorados se fueron con el exilio de las golondrinas. Quién pudo ser yo en este intento vago por descargar la voz en la tinta añil de algún sueño. El almendro ya no recogerá su flora, es la fauna, salvaje animal del instinto humano que me ha acorralado en esta mazmorra de cemento.

Que venga el domador que quiere domesticarme, este que me ha puesto puñal incrustándome la carne de mi ánimo con bozales de alambradas de púas, que venga a mirar como ésta niña que sólo ha crecido en estatura y cambió los zapatos de tacones por las viejas guillerminas, que venga a recoger estos pedazos de cuadrillé de mi falda de colegio donde vamos las nenas buenas, que guarde esta tela de ropa interior con los gérmenes de sangre donde he sido violada.

«Soñar… no cuesta nada», me dijeron. Y entonces yo, que crecí rica en experiencias de desbordes dolorosos y pobre, tan pobre en afectos y propiedades –lo he perdido todo– entonces quise lograrme desde ese lugar donde los Sueños me hicieran grande. Pulsé la pluma azul y el pergamino ocre y le pedía a Dios -fuente de toda inspiración– que me enviara a quien pudiera salvarme y fue la Palabra que se ajustó a mi oficio y jugué y me he recreado en ella, he llorado de emociones intensas, las claras y de las otras; hasta que llegó el vocablo Término y en su sentido propio llevarme hasta el final de mi felicidad que a cuentas se ha poblado de cuentos.

Hölderin, Hölderin, me dices que <<>> donde se han expuesto el sufrimiento de Baudelaire, el suicidio de Nerval, el crudo silencio de Rimbaud, la huidiza representación de Lautréamont y yo aquí y ahora rompiéndome en este llanto que pareciera inquebrantable donde el Verbo que fue mi piedad en noches del insomnio, la Palabra que tengo encarnada en las canaletas internas por donde me recorre el alma, casi de memoria, aquí caída sobre mis pies de árbol, doblada sobre la desazón de esta ingenuidad que no me ha dejado más que creer en lo bienhechor de esta especie dotada de razón, rendida sobre mi propia voz y mi canto, avasallada en la mitad de mí, de mí de mí y yo de la otra, todas estas voces mimetizadas en un coro de palabras que guardan rostros que para mi son y serán anónimos, gestas que tal vez marranas… yo que quise hacer de mi pecho un jardín de poemas para no morir podrida en el fango de la demencia.

Pero, no, no, no… bocas negras me exilian por el tragasombra de la existencia. Antes de parir una etnia de descorazonados prefiero entregarme al cero oscuro. La Nada avanza sobre mí como los alazanes de la séptima caballería con jinetes sin cabezas donde he perdido mi herradura de las siete suertes. Decapito mis falanges -una a una- con la navaja a medio filo, con la boca abierta para no apretar al dolor, que punce hasta donde tenga que ahuyentar al último sonido. Entrego mi escritura, me sepulto en vida, vaya saber en pos de qué humano argumento. Arde Juana y tú quién eres.

Fanny G. Jaretón / Buenos Aires / Fanny G. Jaretón: una visión poética de su erotismo / El humanismo erótico de Fanny Jaretón /

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Arturo Cardona Mattei (PR)
Haití


Haití… negra, pobre, esclava
Hermana vecina que en cada mañana
Tiras un grito desesperado
Hijos que viven muriendo
Hijos que mueren sin ser acariciados
Tierra despreciada por tus vecinos
No hay un saludo que ellos te manden
Por tí no hay lágrimas
Ni endechas que cubran tu lápida

Haití… en tu cuerpo no hay piel
Solo huesos que te delatan
Hambre perenne es tu himno
Y tu bandera la desgracia
Te mueres en el océano
Con sus aguas que anegan tu morada
La piedad no llega a tus orillas
Eres esclava exhibida en una parada

Haití… el clavo y el cuchillo
Penetran tus entrañas
Y sangras profusamente
Como aguas de catarata
Nadie pone en tu herida
La sagrada pomada
Nadie venda tu muslo
Nadie de la mano te agarra

Haití… africana de nacimiento
En las antillas la muerte te llama
No hay espada más cortante y cruel
Que el hambre de tus mañanas
Y en las noches tus dolores
Revuelven tu alma destrozada

Haití… contigo no hay hermandad
Tus vecinos antillanos te miran pasar
Te dan la espalda, no miran atrás
Y sola en tus pesares
Llenas de sangre tu lar
Sufres lo indecible día a día
Y tus esperanzas nocturnas
Se van con las olas del mar

Haití…tu meta se ve lejana
Y en tu caminar lloras cada mañana
Nadie plañe contigo
Nadie te quiere acompañar
La furia del trueno rompe tus oídos
El mar brama para asustar
La Luna te niega sus encantos
Y el Sol te hiere hasta matar

Haití… negra, pobre, esclava
Muriendo vas sin altar

21 de septiembre de 2008
Caguas, Puerto Rico


[Fay, Gustav, Hanna y Ike: tus látigos huracanados en este fatídico 2008. Hoy, 12 de enero de 2010, un devastador sismo de 7.0 mueve tus entrañas nuevamente]



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