Thursday, October 7, 2010

Octubre 15, 2010, Núm. 70, Orange County



Pintura de Lawrence Ferlinghetti

Contenido 70

EDICION ESPECIAL PARA «EL DIA DE POETA VIRTUAL»


Iker Seisdedos
Entrevista a Mario Vargas Llosa

Pablo Mora
Irse

Lawrence Ferlinghetti
La Poesía como un arte insurgente

Carlos López Dzur
La realidad virtual y digital de la poesía / Ensayo
Aprendizaje del Cashrut y el Shejitá

Vargas Llosa recibió incrédulo la noticia de que había ganado el Nobel

Gustavo M. Galliano
La casa de mi vida / Cuento

Fanny G. Jaretón
Round

Jan-David Gelles
«La utopía arcaica» de Mario Vargas Llosa

Robin Rey Hernández
Respuesta a
Poemas Irreverentes sobre el Nuevo Orden Mundial

Ulises Varsovia
Alguien en la escalera

Ian Welden
Canción de cuna
Inocencia / Cuento

Arturo Cardona Mattei
¿De qué están hechos?
Monólogo del niño ciego / Cuento

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Entrevista a Mario Vargas Llosa
«El nacionalismo es la peor construcción del hombre»


Por IKER SEISDEDOS - Madrid

Mario Vargas Llosa ha dedicado tres años a reconstruir la vida de Roger Casement, pionero defensor de derechos humanos, que protagoniza 'El sueño del celta'

Mario Vargas Llosa recoge en su nueva y estupenda novela aquella reflexión del escritor y político uruguayo José Enrique Rodó: Un hombre es muchos hombres. No digamos ya en el caso de Roger Casement (1864-1916), personaje real inspirador de uno de los lanzamientos más esperados del otoño literario. Diplomático reservado, sir y escritor, temprano relator de derechos humanos, héroe irlandés, traidor británico, torpe estratega militar, homosexual atormentado, reo ajusticiado... De la suma de todos los casement resulta una obra que Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 1936) ha tardado «tres años» en culminar, desde aquel lejano y nebuloso «descubrimiento del personaje en una biografía de Joseph Conrad».

«No hay barbarie comparada a la del colonialismo. África nunca se recuperó»: «Nunca he hecho novela histórica. Para mí, la historia es materia prima». El tiempo se fue en documentar la peripecia de un cónsul británico que, despertado a los horrores del colonialismo de Leopoldo II, viajó por el Congo belga en 1910 para documentar la barbarie con descarnado realismo en el informe que le daría fama (y que ahora rescata Ediciones del Viento en La tragedia del Congo). No fue esa la única amarga denuncia de Casement. La situación de los indígenas al servicio del sistema de la extracción del caucho en la Amazonia mereció otro de sus relatos de estilo aterrador por su exacta sobriedad.

Entregado a la causa nacionalista irlandesa, viajó a Berlín para conspirar contra Reino Unido en plena I Guerra Mundial, participó en el alzamiento del Ulster de 1916 y acabó condenado a morir ahorcado tras tres meses en prisión y un juicio que conmovió a la sociedad británica por el aireamiento de unos diarios repletos de escabrosas aventuras homosexuales cuya autenticidad aún es objeto de debate. «Es un personaje múltiple, con varias biografías que no encajan muy bien», explicaba recientemente Vargas Llosa en su casa de Madrid, donde se mostró tan brillante, preciso y generoso como la lectura de sus libros hacía presagiar. «Fue, sobre todo, uno de los primeros europeos que tienen una conciencia clara de lo que es el colonialismo».

Pregunta. Sorprende el nacionalismo fervoroso de su protagonista. Un atributo poco común en sus héroes...

Respuesta. Siempre he tenido terror de esa forma de fanatismo. El nacionalismo me parece la peor construcción del hombre. Y el caso más extremo de nacionalismo es el nacionalismo cultural. Aunque en ciertas circunstancias puede representar valores libertarios...

P. ¿Hay un buen nacionalismo?

R. En ciertos pueblos aplastados por colonizadores, que aspiran a liberarse del ocupante, el nacionalismo tiene un valor positivo. Pero lo peligroso es cuando se convierte en una ideología. El nacionalismo significa violencia, prejuicios, distorsión de valores. Casement vive la parte más idealista, que es la de la lucha contra el opresor.

P. El libro está repleto, desde su mismo título, de sueños y fantasías.

R. El sueño del celta es un poema que escribió Casement, que era muy mal poeta. A mí las fantasías me sirvieron para tapar los huecos de un personaje enigmático. Y luego están las fantasías políticas. Leopoldo II fue un gran fabricante de sueños; él consigue que le regalen el Congo porque monta una ficción, un mito sobre sí mismo, sus intenciones y sus designios. Por eso Casement se va al Congo, en pos de ese sueño.

P. Y se topa con el horror más absoluto y conradiano, el horror del coronel Kurtz...

R. Es un libro también sobre cómo ciertas circunstancias deshumanizan a los hombres hasta hacerlos monstruos. Eso también lo vivió en el Perú, con el sistema de extracción del caucho. Se cometían las mayores atrocidades desde la impunidad más absoluta. Es como una especie de inmersión en el mal. Casement vive eso y mantiene una distancia, lo escribe, lo documenta y no se vuelve loco.

P. ¿La barbarie de África, que se suele despachar como un continente sin remedio, es heredada?

R. Por supuesto. No hay barbarie comparada a la del colonialismo. Y además deja unas secuelas de las que África nunca se ha podido recuperar. No dejó nada positivo. En otras partes se puede decir que algo quedó...

P. ¿Como en América?

R. Allá se trasladó una parte de Europa que echó raíces. Se recreó una nueva versión de Occidente. Pero en África fue el saqueo por el saqueo. Como eran culturas muy primitivas fueron arrolladas sin ninguna oposición. Fíjese, tanto tiempo después no hay manera de que el Congo se ponga en pie. Leopoldo II ha sido la gran maldición del Congo.

P. Sin olvidar al bestial dictador que fue Mobutu...

R. Les ha tocado lo peor. Tal para cual. Los horrores que hicieron ambos...

P. ¿Diría que la figura de Leopoldo II ha quedado fijada en la historia en su justa envergadura genocida?

R. En Bélgica, no. Sigue teniendo un museo maravilloso, que es una especie de pequeño Versalles. No sabemos cuántas, pero se calcula que murieron 10 millones de personas en su época. Casi como dos veces el Holocausto judío. Es, de hecho, el primer gran Holocausto moderno. Ahí siguen todavía, entre matándose, con ejércitos extranjeros interviniendo en el Congo.

P. ¿Cree, como Robert Kaplan, que hay países incapaces de construir una democracia?

R.En lo inmediato no creo que haya ninguna posibilidad para el Congo. Es el país que peor lo ha pasado en el África y probablemente en el mundo. Hay una fuerza de las Naciones Unidas a la que han dado unas instrucciones completamente disparatadas, yo lo pude comprobar cuando viajé con Médicos Sin Fronteras para escribir un reportaje en El País Semanal. Solo actúan para que se apliquen los acuerdos de paz, pero les prohíben que intervengan en los asuntos internos.

P. Los periódicos informan regularmente de episodios pavorosos como las recientes violaciones en masa acaecidas en Congo ante la pasividad de la ONU.

R. Cuando viajé, un médico me habló de que el gran problema eran las violaciones. Todos violan porque la violación se ha convertido en un arma política, militar. Haces daño al enemigo violando a sus mujeres. Es el objeto más vulnerable, codiciado que hay. Y me impresionó muchísimo. Me contó varios casos espantosos y se echó a llorar. ¡Qué extremos de barbarie! Todo esto lo vio Casement de una manera muy premonitoria. Sus informes son de una enorme riqueza etnológica, antropológica y desde luego política. Luego es muy interesante la evolución del personaje, cómo siendo un anglófilo imperialista y anglicano se hace independentista irlandés y católico. Vive una contradicción permanente siendo diplomático británico se instala en la duplicidad que en realidad es una triplicidad, si se añade el asunto de su homosexualidad. Depende del ángulo desde el que lo mires cambia completamente de sentido, de valencia moral, política.

P. El lector que desconozca el personaje histórico, quedará fascinado con otra dimensión, la novelesca...

R. Siempre va a quedar alrededor de él una gran incertidumbre. ¿Qué cosas son ciertas de las que se le han atribuido? Sobre todo lo relativo a sus escandalosos diarios, está hundido en los fondos de la inteligencia británica. Y en Irlanda, por una parte es considerado un héroe, pero por otra hay una incomodidad absoluta. Nadie lo reivindica abiertamente porque provoca mucho malestar, porque es un país católico, moralista, tradicionalista. Hablas con los independentistas, reconocen que es un héroe y niegan de entrada todo lo que se le ha atribuido.

P. ¿Cree que sus diarios fueron falseados?

R. Es una polémica que siempre está muy viva. Quedan historiadores que sostienen que los diarios son falsificados. Mi impresión tiende a aceptar que si no totalmente, en gran parte son auténticos. Es una cosa de novelista, no de historiador. No había materialmente tiempo para que se hiciera una falsificación ajustada a los pormenores de la vida de Casement. Pasaron tres meses entre que lo apresaron y su ejecución. Por otra parte, las barbaridades que él cuenta, sobre todo las sexuales, es casi imposible que las cometiera sin que lo supieran los de alrededor, sin que fuera la comidilla de la comunidad de colonos. Y luego están las proezas sexuales, técnicamente imposibles...

P. De la novela se deduce que era su forma cobarde y tímida de vivir cosas que no le estaban deparadas.

R. Creo que así fue. Lo más probable es que llevase su homosexualidad de una manera muy reprimida, tomando inmensas precauciones. No solamente la moral, la legalidad victoriana era feroz. Uno podía acabar en la cárcel. Quizá su desfogue eran sus diarios.

P. La historia de Casement nos enseña que, por mucho positivo que uno haga, su imagen pública valdrá lo que sus últimos actos. ¿Llegó a sucederle a usted con su incursión en la política a principios de los noventa?

R. Si tuviera que hacerlo de nuevo no la haría. No lo lamento, ya lo viví. Aprendí cosas... Más negativas que positivas. Pero me sirvió. Normalmente, un intelectual ve de la política lo mejor. No ve la cosa menuda, pequeña, mezquina... todo lo que se relaciona con el poder es muy degradante. Si no quieres que la política sea peor de lo que es, tienes que actuar. Y eso implica, como decía Max Weber, vender el alma al diablo. La política no es para los puros. Es humana en el sentido más terrible de la palabra.

P. El sueño del celta guarda cierta similitud con La fiesta del chivo, parte de la historia como pretexto de ficción...

R. No he hecho nunca novela histórica. No es lo mío ofrecer una versión más o menos animada de los hechos. La historia ha sido para mí siempre una materia prima, para fantasear, para intentar a partir de ahí contar una ficción.

P. Sostiene la periodista cultural Janet Malcolm que toda biografía es un acto de traición...

R. Es un acto frustrante. Sartre dedicó muchos años a escribir sobre Flaubert. En El idiota de la familia trataba de averiguar valiéndose de todos los adelantos intelectuales de nuestra época qué se puede saber hoy sobre un hombre. Escribió tres enormes volúmenes, inmensos, que te tomaba meses leer, al final no había llegado siquiera a Madame Bovary.

P. ¿Hemos de advertir un cierto agotamiento de la vida, de su día a día, como fuente de inspiración en su obra reciente?

R. Una historia que pasa en la literatura no es una historia anterior a la literatura. Es una historia que se vuelve literatura, porque las historias que pasan en la vida suceden no con palabras, sino con hechos. Al volverse literatura, se convierten en otra cosa. Se convierten en una cosa que vale por el vocabulario, la simbología, el estilo, la estructura. La literatura se puede apropiar de todo. Lo que resulta es literatura, no es sociología, historia o política aunque de todo haya en una novela. Lo maravilloso del género novelesco es que es un género caníbal que se apropia de todo y le da otra dimensión.

P. ¿Aún se considera periodista?

R. Escribo en periódicos. Y a veces aún hago periodismo de calle. Fue además una fuente maravillosa de temas, de personajes. No sé qué porcentaje, casi la mitad de las cosas que he escrito provienen de mis tiempos de periodista.

P. ¿En qué trabaja ahora?

R. En un pequeño ensayo, La civilización del espectáculo. Cómo la cultura contemporánea prima el espectáculo. Lo que no pasa por el espectáculo no es cultura.

P. ¿Hay vuelta atrás para eso?

R. No creo que se pueda recuperar. El espectáculo se ha convertido en el valor de nuestra época. Ya no hay valores, nadie sabe qué cosa es buena, qué cosa es mala, qué cosa es bella, qué cosa es fea. Vivimos en una de las épocas más confusas de la historia.

P. Ensayos, obras de teatro, columnas de opinión... ¿No teme que la superproducción le impida estar a su propia altura?

R. Siempre hay miedo a perder el pie. Hay que tratar de mantenerse lúcido, no volverse una ruina humana. Uno hace lo que puede... Lo que no creo que deba pensar un escritor es en retirarse. Si el tiempo te retira, la enfermedad te retira, claro, pero si tienes ilusiones hay que seguir trabajando.

P. Edward Said hablaba del interés de cierto estilo tardío...

R. Sí, claro, pero siempre me ha angustiado mucho la idea de esos escritores que pierden el fuego, se callan. Me sentiría muy desgraciado si no pudiera trabajar. Con el tiempo se pierden capacidades, me temo que sí, pero hay que mantener la lucidez y el espíritu crítico. Perder el espíritu es una enfermedad en la que caen muchos escritores. Es como volverse una estatua en vida.

P. ¿Y el Nobel de Literatura?

R. Pensar en ello es malo para el estilo, tardío o no.

Literatura electrónica pasajera

El sueño del celta es la primera novela de Mario Vargas Llosa de la nueva era... del libro electrónico. ¿Se ha atrevido el autor de Conversación en la catedral con el formato digital? «No lo he hecho. Lo he visto, sí, lo he sopesado, pero todavía no me animo, no. La lectura todavía sigue siendo mi gran placer, claro, aunque en soporte tradicional. No hay que rechazarlo de entrada. Los defensores del libro electrónico aseguran que solo es un soporte. Así como el papel es un soporte. Sin embargo, cuando yo veo lo que ha pasado con la televisión, veo que no es así, que la pantalla ejerce una influencia sobre la creación. Tiende a introducir una facilidad, a destacar por encima de todo el entretenimiento rápido, que es lo que ha pasado con la tele. Hay cosas fabulosas en ese medio, pero predomina la cosa leve, ligera, pasajera. Mucho me temo que la literatura en pantalla se convierta en eso».

—¿Y qué lee Vargas Llosa?

—Leo por trabajo o por placer, y cuando leo por placer releo autores clásicos. Me da un poco de vértigo el torbellino de las novedades. Es absolutamente imposible estar al día de todos los autores jóvenes. Con todo, nada me produce tanto placer como encontrar el libro adecuado. ¿Mis últimos descubrimientos? Me fascinó El olvido que seremos, de Héctor Abad Faciolince. Muy certero. Qué bonito libro. ¡Qué fina manera de rendir un homenaje a su padre y al mismo tiempo trazar un relato de toda una época! Y recientemente descubrí a Irene Némirovsky. Es una maravilla, te impresiona cómo viviendo unas circunstancias absolutamente terribles, una judía francesa en la II Guerra Mundial, pudo escribir Suite francesa, un libro tan controlado. Tan frío, mostrado con serenidad».

Tomada de
El País / 29/08/2010

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Pablo Mora (Venezuela)
Irse

A las amigas del miércoles de trabajo

Irse apagando en una luz que tiembla.
Irse volviendo polvo lentamente…
sin la piel, sin el roce, sin aliento.
Antonia Palacios

Irse volviendo polvo lentamente,
llevar las cinco de la tarde a cuestas,
estarse con el día a la intemperie,
saber que alguna noche no estaremos.

Irse quedando sin algún suspiro,
pensar que somos un fugaz relámpago,
irse apagando como el sol de siempre,
irse como el venado sin saberlo.

Irse perdiendo en una ausencia eterna,
irse apagando en una luz que tiembla
sin la piel, sin el roce, sin aliento.

Irse tan solamente de la tierra,
perderse como el pájaro en el cielo
tras el fragor de aquella tolvanera.

Las Acacias, miércoles, 06 de Octubre de 2010.

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Lawrence Ferlinghetti (Estados Unidos USA)
La Poesía como un arte insurgente


Te estoy enviando señales a través de las llamas.
El polo norte ya no se halla donde solía estar.
El destino manifiesto ya no se manifiesta.
La civilización se autodestruye.
Némesis golpea a la puerta.

¿Para qué sirven los poetas en épocas como éstas?
¿Cuál es la utilidad de la poesía?

La condición del mundo pide auxilio para que la poesía lo salve.
Si aspiras a ser un poeta, crea obras capaces de responder al desafío de los tiempos apocalípticos, aun cuando esto signifique que tu tono sea apocalíptico.

Tú eres Whitman, eres Poe, eres Mark Twain, eres Emily Dickinson y Edna St. Vincent Millay, eres Neruda y Mayakovsky y Pasolini, eres un norteamericano o un extranjero, puedes conquistar a los conquistadores con palabras.

Si aspiras a ser un poeta, escribe periódicos vivientes. Sé un reportero del espacio exterior que envía sus despachos a algún editor supremo que cree en la total revelación de los hechos y tiene un bajo umbral de tolerancia ante la mentira y sus mierdas.

Si aspiras a ser un poeta, experimenta con todo tipo de poéticas, rotas gramáticas eróticas, religiones extáticas, efusiones paganas hablando en lenguas, rimbombante discurso público, escritura automática, apreciaciones surrealistas, monólogos interiores, sonidos hallados, delirios y enojos -para crear tu propia voz, tu voz que subyace allí, una voz límbica, tu voz original, una voz primal.

Si dices que eres un poeta, no te quedes sentado ahí nada más. La poesía no es una ocupación sedentaria, no es la práctica del «sentados, por favor». Párate y tírales con lo que tengas.

Tienes que desarrollar una visión amplia, cada mirada un atisbo del mundo. Expresa la vasta claridad del mundo exterior, el sol que nos ve a todos, la luna que derrama sus sombras sobre nosotros, los quietos estanques en los jardines, sauces donde canta el oculto zorzal, el atardecer que cae sobre las riberas del río, y los grandes espacios que se abren hacia el horizonte sobre el mar... la alta marea y el canto de la garza real... Y la gente, sí, la gente, en toda la tierra, hablando las lenguas de Babel. A todas ellas dales una voz.

Tienes que decidir si el canto de los pájaros canta el éxtasis o la desesperación, así sabrás si eres un poeta trágico o lírico.

Si aspiras a ser un poeta, descubrí una nueva manera para que los mortales habiten la tierra.

Si aspiras a ser un poeta, inventa un nuevo lenguaje que todos puedan entender.

Si aspiras a ser un poeta, habla las nuevas verdades, aquellas que el mundo no puede negar.

Si aspiras a ser un poeta, esfuérzate en transcribir la conciencia de la raza.

A través del arte, dale un orden al caos de la vida.
Crea nuevas noticias.

Escribe más allá del tiempo.

Reinventa la idea de la verdad.
Reinventa la idea de la belleza.
En la primera luz intensidad poética.
En la noche intensidad trágica.

Escucha el rumor de las hojas y la música de la lluvia.

Apoya tu oreja sobre el suelo y escucha el movimiento de la tierra, el surgimiento del mar, y los lamentos de los animales que están muriendo.

Concibe el amor más allá del sexo.

Cuestiona todo y a todo el mundo, incluyendo a Sócrates, que cuestionó todo.

Cuestiona a “Dios” y a sus amiguitos en la tierra.
Sé subversivo, cuestionando constantemente la realidad y el status quo.

Esfuérzate en cambiar al mundo de tal manera que ya no habrá necesidad de ser un disidente.

Hiphopea y rapea tu camino hacia la liberación.

Intenta ser un animal que canta, que se ha transformado en el proxeneta de un rey pacifista.

Lee entre las vidas y escribí entre las líneas.

Tus poemas deben ser algo más que avisos clasificados para los corazones rotos.

Un poema debe cantar y volar con vos o será un pato muerto con un alma en prosa.
Un poema lírico debe elevarse más allá de los sonidos hallados en la sopa de letras.

Escribe las palabras de los astrónomos que han visto con Heinrich Olber el sitio donde todo es luz.

Recuerda que “la noche, unas pocas estrellas” tiene más fuerza poética que todo un catálogo de los cielos.

La imágenes en tu poema debieran ser jamais vu, nunca déjà vu.

Las palabras pueden salvarte allí donde las armas son inútiles.

Decide si un poema es una pregunta o una declaración, una meditación o una protesta.

Reinventa a América y al mundo.

Trepa la estatua de la libertad.

Desconfía de la metafísica, confía en la imaginación y refertilízala.

En lugar de intentar huir de la realidad zambúllete en las carnes del mundo.

Si dices que eres un poeta, cántalo no lo conceptualices.

No permitas que se diga que una imaginación indolente ahogó la basura de tu corazón.

Reúne nuevamente la narración de una historia y la voz viviente.

Sé el narrador de grandes historias, incluso de las más oscuras.
Dale una voz a las calles sin lengua.

Convierte las palabras comunes en poco comunes.

Peléate con el destino del hombre como lo hacen los amantes celosos.

Besa el espejo y escribe sobre él lo que ves y oyes.

Poeta, sé el espía de Dios, si Dios existe. Artista, retrata su ojo,
si es que tiene uno.

Sé un oscuro ladrador frente a las carpas de la existencia.

Observa la rosa a través de anteojos con los colores del mundo.

Sé un ojo entre los ciegos.

Baila con los lobos y cuenta las estrellas, incluso aquellas cuya luz aún no ha llegado aquí.

Sé inocente, no seas cínico, como si recién hubieras aterrizado sobre la tierra, asombrado al observar el sitio donde has caído.

Cuestiona con un corazón puro el inescrutable significado de las cosas y nuestro destino tragicómico.

¿Tienes el don del encanto y estás rodeado del asombro? ¿Tienes el loco sonido?

Sé un tonto zen.

El brillo de sol de la poesía lanza sombras. También tienes que pintarlas.
Nunca podrás ver u oír o sentir demasiado. Si puedes soportarlo.

Lucha para recobrar la inocencia del ojo de la infancia.

Compone sobre la lengua, no lo hagas sobre la página.

Como un budista, escucha el ritmo de tu propia respiración.

Bajá la voz y habla desde tu pecho, no lo hagas a través de la nariz.

Cuando leas tus poemas, no trates de romper los cristales de las ventanas
del barrio vecino.

En este arte, no tienes maestro de canto, salvo tu oído interior.

Serás tan grande como tu oído. Si éste es de lata, mala suerte.

Igual que los humanos los poemas poseen defectos fatales.

Canta, ¡Hola!

Escribe un interminable poema sobre tu vida en la tierra o cualquier otro lugar, una poesía más grande que la vida.

Un gran poema deberá nacer de la suma de todos tus poemas, registrando más que la superficie de la realidad, más que “aquello que pasa por la ventana”.

Halla la realidad más allá de sí misma, si existe tal cosa.

Tu lenguaje debe cantar, con o sin rima, para justificar que éste sea en la tipografía de la poesía.
Tienes que hacer algo más que poesía de “la palabra hablada”, haz poesía de la “palabra cantada”.

Apoya tu voz en un instrumento musical o otros sonidos y deja que tus poemas florezcan en canto.

Escucha a los cantantes folklóricos del pasado y del presente que son los verdaderos poetas del canto.

Lee entre las líneas del discurso humano.

Haz que tu mente aprenda a recorrer el camino alrededor de tu corazón.

Tu vida es tu poesía. Si no tienes corazón escribirás poemas sin garra.

Elude lo provinciano, busca lo universal.

No talles piedras. Sumérgete en el mar buscando la poesía, cada poema un pez con vida.

Di lo indecible, haz visible lo invisible.

Piensa subjetivamente, escribe objetivamente.

Persigue la literalidad de la imaginación. Lo concreto es lo más poético.

Imagina largos pensamientos en breves oraciones.

Si aspiras a ser un poeta no pienses que los subterfugios del pensamiento son poesía.
Tres líneas cualesquiera no hacen un haikú. Se necesita una epifanía para que se produzca.

Luego de una lectura de poemas no te sometas a una sesión de preguntas y respuestas. La poesía excita las mentes. Las preguntas y respuestas rebajan la poesía a prosa. ¿Acaso le preguntan a un cantante folk que explique sus canciones?

Como un campo de girasoles, el poema no debe ser explicado.

Si un poema debe ser explicado, esto es el fracaso de la comunicación.

Un poeta no debe discutir el arte de la poesía o el proceso creativo. Es más que un secreto del oficio, mistificándose en sus misterios.

Lo que diga un poeta acerca de su trabajo es una defensa que no debería llevar a cabo.

¿Quieres ser un gran escritor o un gran académico, un poeta burgués o un poeta radical en llamas?

¿Puedes imaginar a Shelley asistiendo a un taller de escritura?

Sin embargo los talleres de poesía pueden desarrollar comunidades de amistad poética en el corazón de América, donde tantos pueden sentirse solos y perdidos pues no hallan espíritus afines.

Si tienes que enseñar poesía golpea la pizarra con la tiza de la luz.

Ninguna idea, sólo en los sentidos. Nihil in intellectu quod non prius in sensu.

Si aspiras a ser un gran poeta, relaciónate con poetas que piensen. Son difíciles de hallar.

La poesía del pensamiento se abstiene del éxtasis.
Lee a los novelistas épicos, los poetas proféticos, los grandes contadores de historias, las grandes mentes.

Frecuenta las librerías.

¿Qué tienes en la mente? ¿Qué piensas hacer? Abrí la boca y deja de balbucear.

No tengas la mente tan abierta, pues se te puede caer el cerebro.

Transfórmate en una mente nueva y hazla más nueva aún.

Barre lejos las telas de araña.

Cultiva la disidencia y el pensamiento crítico. El primer pensamiento puede ser el peor pensamiento.

Persigue la ballena blanca pero no le claves el arpón. En lugar de ello captura su canto.

Otórgate permiso para realizar deslumbrantes vuelos de la imaginación en fantásticos planeos.

Tienes que ir más allá de las grandes expectativas y las más terribles profecías que todos albergamos.

Si aspiras a ser un gran poeta, sé la conciencia de la raza.

Resiste mucho, obedece menos.

Desafía al capitalismo con su disfraz democrático.
Desafía todos los credos políticos, incluido el populismo revolucionario y el socialismo patotero.

Considera el sufismo, especialmente su éxtasis tántrico en el cual la poesía compuesta en la lengua es la guía hacia el corazón y también hacia el alma.

Glorifícate en el pesimismo del intelecto y en el optimismo de la voluntad.

No soples burbujas de desesperanza.

La poesía es semilla y pimpollo, no es una ramita.
Fúmala para volarte.

Genera alegría colectiva frente al rostro del desaliento colectivo.

Libera secretamente todo ser que veas en una jaula.

Libera a los pobres y enfurece a los déspotas.

Haz sonar tu grito bárbaro sobre los techos del mundo.

Grazna el gran graznido.

Siembra tus poemas con la sal de la tierra.

Defiende a los tontos y locos.

Observa la eternidad en los ojos de los animales.

Observa la eternidad, no una próxima noche, sino esta noche.

Expresa lo inexpresable.
No seas demasiado complejo para el hombre de la calle.

Sé un ave de canto, no un papagayo.

Sé un canario en la mina de carbón. (Un canario muerto no es solamente un problema ornitológico.)

Sé también un gallo que despierta al mundo.

Escribí poemas breves con la voz de los pájaros.

El canto de los pájaros no es producido por máquinas. Dale alas a los poemas para que vuelen hacia las copas de los árboles.

No complazcas, muy particularmente no complazcas al público, ni a los lectores, ni a los editores.

No halagues a la Mente Media de América ni a la sociedad de consumo. Sé un poeta no un mercachifle.

No desmerezcas a los académicos que sostienen que el poema debe contener integridad, armonía, radiaciones, verdad, belleza, bondad.

Hazte al mar en barcos, o trabaja cerca del agua, y rema en tu propio bote.
¿Por qué escuchar a los críticos que no han producido grandes obras?

No produzcas poesía por metro.

No escribas segundas versiones de las realidades virtuales.

Sé un lobo en la majada de corderos del silencio.
No patines en la cáscara de banana del nihilismo, incluso cuando escuches el rugido de la nada.

Tienes que llenar el oscuro abismo que bosteza detrás de cada rostro, cada vida, cada nación.

Haz un poema de cada una de tus experiencias y sobreponte a la miopía del momento actual.

Atrapa instantes, cada segundo es una pulsación del corazón.

Oculta tu celular y estate aquí y ahora.

Busca lo permanente en lo evanescente, en lo que huye.

Haz ondas permanentes, y no sólo en las cabezas de las mujeres, estilizadas en la peluquería.

No juegues con tu bigote en sótanos desesperanzados escribiendo boberías incomprensibles.

¿Por qué vivir en las sombras? Hazte un lugar en el barco del sol.

No permitas que digan que tu poesía es una mierda.
No permitas que digan que tu poesía es para los pájaros.

Ríe a carcajadas de aquellos que dicen que tus poetas son unos inadaptados o terroristas potenciales y un peligro para el estado.

No permitas que digan que tu poesía es una neurosis de la cual muchos no se recuperan.

Ríe de aquellos que dicen que toda la poesía ha sido escrita por el espíritu santo y que tú eres solo un escritor fantasma.

Nunca, nunca creas que la poesía es irrelevante en las épocas oscuras.

No permitas que digan que los poetas son parasiti.

Ríe de aquellos que sostienen que la poesía es subvencionada por la Inseguridad Social.

No les creas cuando te dicen que nadie invierte una moneda en la poesía en el mercado de valores de nuestra cultura de los casinos.

No abras tu boca, salvo que tengas la urgencia del canto.

Si no tienes nada que decir no lo digas.
No sermonees de este modo. No digas No.

Búrlate de aquellos que dicen que vivís en el mundo de los sueños. Sueña tu propia realidad. Acampa en las riberas de la realidad.

Ríe de aquellos que te dicen «Escriba prosa, joven, escriba prosa».

Sal de tu ropero. Ahí adentro hay demasiada oscuridad.
Ten el valor de ser un insurgente poético no violento, un antihéroe.

Templa lo intemperante de tu voz con la compasión.

En las viñas de la ira cosecha las uvas para hacer el vino nuevo.
Recuerda que los hombres y las mujeres, seres sufrientes, viven el éxtasis y el dolor infinitamente.

Levanta las persianas, abrí tus cerradas ventanas, eleva el techo, retira las cerraduras de las puertas, pero no arrojes los tornillos a la basura.

No destruyas el mundo si no tienes algo mejor para reemplazarlo.

Desafía a Némesis, la diosa vengativa, la diosa de la envidia.

Comprométete con algo más allá de vos mismo. Demuestra tu pasión.

¿Si pudieras arrebatar la fama de las llamas, dónde estaría tu arco ardiente, dónde tus flechas del deseo, dónde tu incendiado ingenio?

Cuando el poeta se baja los pantalones, su “ars poetica” como sus nalgas deben ser evidentes, abriéndole el paso a las erecciones líricas.

Las clases dirigentes comienzan las guerras, las clases bajas combaten en ellas. Los gobiernos mienten. La voz del gobierno no es la voz del pueblo.
Habla. Actúa. El silencio es cómplice.

Se el tábano del estado, pero también su luciérnaga, su bicho de luz.

Y si tienes dos piezas de pan, haz como hicieron los griegos, vendé una y con la moneda del reino compra girasoles.

¡Despiértate, el mundo está en llamas!

Que tengas un buen día.

Traducción de Esteban Moore, para Prometeo
Buenos Aires, Diciembre, 2008.
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Más

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Carlos López Dzur (Puerto Rico)
La realidad virtual y digital de la poesía


Después de la invención de la imprenta y la prensa, cada progreso en la tecnología de la comunicación y difusión masiva dosifica (pues, todo se da por grados y etapas) otro impulso a las fuerzas progresistas de la cultura. Desde siempre, el impulso dosificado para la cultura acontece porque se lucha contra el vicio y el entretenimiento frívolo-compulsivo que degradan a sus auditorios y a las sociedades. Estos siempre han existido y son fuerzas a vencerse. No obstante, los educadores y creadores han estado a la vela entre los primeros para sacar provecho de cada novedad tecnológica, conllevándola a que cumplir tareas de responsabilidad.

La tecnología digital ha abierto nuevos espacios a los pensadores, poetas, escritores y artistas, para difundir sus obras, adquirir público lector y presencial, animar diálogo y crítica y, en mayor medida, autopublicarse en condiciones de menor costo monetario y, a la vez que se propicie un crecimienro de las posibilidades expresivas en libertad y sin los perjuicios, trabas y demandas que la industria del libro tradicional, o factores externos como la censura y el acogimiento en las librerías presentan ante los alegados mitos del «gusto público». O lo que es o no es luicrativo.

La iniciativa de festejar cada 31 de Octubre (como Día del Poeta Virtual) y que instituyeron las redes comunitarias de poetas, gracias a Rosemarie Parra, motiva a los cultivadores de la crírica cultural a acercarse al fenómeno del espacio digital, que es mediáticamente la nueva tertulia, el salón y el medio virtual, en que dialogan el poeta y sus críticos, amén de los lectores ocasionales. La pluma y tinta del poeta hoy se transforma en pixeles y su papel es una pantalla de vidrio, donde han de combinar las sinapsis electroquímicas de la punta de los dedos y el procesamiento mental con que un creador organiza su poesía.

Me gustaría referirme a las significaciones del nuevo campo de la digitalización de la tarea literaria y su impacto en la cotidianidad de los autores, inclusive de aquellos que no aspiraron a publicar libros en papel, por el entusiasmo que crea integrarse a las posibilidades de los hiperespacios virtuales. Mas no es el final del libro en papel. Lo que ha nacido es un nuevo formato y un canal pemanente de distribución. Puntualizaría qué ha traído la internet, al proveer su espacio al poeta, y cómo se ha transformado la interacción entre autores, lectores y artistas.

Si bien, el Día del Poeta Virtual es un homenaje a él, el que versa, con su reconocimiento se implicita a todo trabajador de la cultura, en el mundo de las letras y, aún de la educación, porque uno y cada uno de los poetas, de ayer al presente, es sobre todo una persona, previamente alimentada, con literatura de todos los géneros, aunque manifieste sus preferencias por alguno, el que cultiva por lo menos. Y es, además, fenómeno frecuente que un poeta cultive alguna modalidad de la prosa, sea el cuento o la crítica, la novela o el teatro. Trabajadores de la palabra, el poeta y otros, todos están, en suma, en función educativa, activa o pasiva ante quien ofreció antes el relato, o el pensamiento filosófico y periodístico. O la educación primera y básica.

LA MULTIFORME PLATAFORMA DE NUESTROS TELARES: El «espíritu poético» (y ésta es una metáfora que exploro abundamente en mis libros) es el más dulce de los «vuelos» porque el poeta, como muchos prosistas lo son, por igual, representan en conjunto los sustentadores literarios de la sensibilidad humana. Son vanguardia del sentimiento en cuanto expresan y preservan la noción del corazón humano como la puerta máa accesible hacia la convivencia y el conocimiento. El corazón humano es el «pastel», o si se quiere, la más blanda y dulce naturaleza del hombre y la vida. Y llama... si un pastel llama a todo el que lo quiere probar y alimentarse de él.

Entonces, al obrero de la miel, obrero de las palabras como elíxir nutricio y polen de flores, puede llamársele las «abejas» del mundo y su verdadero cosmos es fabricar lo dulce y emotivo que llama a consciencia, a exhortaciones humanizadas. Y, por su fruto, las abejas de la creatividad / poiética / son las más aptas para dialogar con las moscas / catadoras básicas de la miel de nuestros frutos. Si es cierto que todo lo dulce, atrae a moscas y hormigas, bendígase a las moscas que suben al pastel de nuestro trabajo y son lectores. Y bendígase al ave cantarina, que se ha alimentado del néctar de las flores y, en agradecimiento, da sus trinos al volar.

En esta plataforma simbólica de sensibilidad y dulzura, la metáfora insectívera es útil, porque bien que somos abejas y hormigas, arañitas organizadoras de cierto producto, hacemos caminos o agujeros hacia el panal del corazón humano, o entradas hacia la subjetividad,. Del subterráneo reino de la hormiga laboriosa, se infiere una organización de redes sociales, a un nivel menos perceptible tal vez que las redes que organizan los políticos y dirigentes sociales, con sus comités, mas hay una lección de cooperación, solidaridad y trabajo, si nos vemos como hormiguero virtual de poetas..

En la historia de la literatura, a los poetas les ha tocado vivir la anonimia y la incomprensión como hormigas bravas; que son las que pican y levantan ronchas (y pienso en los escandalosos Lord Byron, Shelly o el visionario William Blake, o entre hispanohablantes, duendes como Valle Inclán o Lorca), pero, en adición, al parecer, desde aislados hormigueros, todos elaboran formas de consciencia y convivencia: la bohemia, la tertulia, el salón contra las malas tradiciones de la insolidaridad y las convenciones sociales, hipócritas y opresoras. A los artistas siempre les ha gustado la comunalidad, en limpieza y en franqueza crítica, sanamente opositores a lo que no es dulcemente social y benéfico. Esto es una de las razones por las cuales lo poetas son visionarios y reformuladores de lo social. El agujero de la subjetividad creadora que sea higiénico y no participe de opresiones externas. La cueva / el panal / la tertulia / del creador / cuando se conozca que sea porque allí, como taller, emergirá lo más bello, libre y encantador, lo mejor que pueda nacer del corazón de hombres y mujeres.

VISIBILIDAD PERMANENTE: Por fortuna, la tecnología de la comunicación ahora puede dar a los exploradores de ese mundo humano de los poetas una visibilidad permanente. Y estos intelectos atípicos de la generosidad y la pureza social e interior, ya sin inquisidores, pueden exponer la multiforme naturaleza de su sabiduría. No se tratado jamás de conspiradores; pero, sí de quienes se han tomado, desde tiempos remotos, la responsabilidad de ser vanguardia de una ideología de convivencia, donde el corazón es la puerta: la Dalet y los umbrales de Dalet van al espíritu, aunque haya Abejas Bravas en los portales de entrada.

COMO MARIPOSAS: Nunca las criaturas menores (a tener con esta metáfora insectívera) han representado en la intución de los poetas la inferioridad que pueda pervivirse en la anonimia, frente a las luces y poder de lo externo; sin embargo, es gracias a la tecnología de la comunicación, que las arañas y las hormigas, lo minúsculamente aprente, entre lo laborioso, sale a la luz. La internet ha convertido al espíritu poético en mariposas. Con ésto significo que la creación literaria es la culminación de las transformaciones. Un quehacer hacia la inmortalidad y la belleza que nos recuerda la metamorfosis de la mariposa, a partir de larvas y capullos que parecían no tener vida ni encanto.

EL ARTISTA VIRTUAL Y EL POETA: Todo artista es custodio de una telaraña. Tiene las mañas y salivas (potenciales verbos de humedad creativa y primicial) que vemos en la Gran Madre egipcia / el Destino, o la Araña cética que representa la Unidad de la Vida. No son, en rigor, símbolos de lo Devorador, sino de consciencia impregnada de totalidad. Sin embargo, sólo en el estudio de los telares se puede entender la belleza de estos mensajes, que son poéticos, metáforas de la creación en lo telúrico. La tecnología de la comunicación ha permitido que lo insectívero del telar, el panal y el agujero, muestren sus verdaderas leyes y servicios. Que el espíritu poético en el corazón huumano necesita revaloraciones y que, como arañitas en las más antiguas redes de la vida, hay seres laborando el temario del futuro y la transformación para la comprensión del Destino social y el destino cósmico.

Un excelente poeta virtual peruano (Javier Monroy), quien es producto de la red, escribió un bello poema («No me digas faro dominar la sombra») que plantea esta misma identificación del «espíritu poético», con su saber sano, con el mundo insectívero y ante un faro pregunta:

quien eres tú que pareces yo
a qué venir volando el aire
si ni un muérdago de ti filtra los vidrios
ciérrate en una sola cerrazón rectangulo falaz
no mires la escena a través de mí
no ves que la araña tiembla calcular el ojo
no ves que otra vez esta vez si la ves

El reto de los Faros del Mundo, si que han de ser útiles en guiar con su luz en la oscuridad a los navegantes, debe ser tolerancia y apertura:

¿no ves que el puñal roza mis sienes ayer rosa
no ves que el cascajo el corazón desgaja
cuanto de ti invade la mentira?
nadie advierte el gusano que engendra el libro
nadie como tú sabe el gusano sano
ver pasar no es ni ver

Y Javier Monroy, en esta maravilloso poema sobre el diálogo entre el Faro, sabe que para que éste pueda dominar la sombra, tiene que oír a lo alternativo. Y se me permitiera decir que es lo alternativo, en esta hora crucial de retos del mundo, es la sensibilidad de los poetas que se comunican / o divisan / desde «desde el filamento», de estos nuevos telares digitales, que no son el televisor como ventana y voyeur, sino otra comunicación en que no haya una ideología unidimension y monológica. El Faro de la comunicación estéril y antidemocrática es indeseable (y Monroy dice: «no quiero esta lengua con ideología») y su alternativa es redescubrir el ansia, el arbusto («ábranse penachos») y, aún citando a Charles Mason, «La paranoia es una forma de conciencia, y la conciencia es una forma de amor, propone bravura novedosa cambiando las cintas de lo viejo («cambia la maldita», «que bravo es el santo sin rosario a la mano». Javier Monroy, como poeta, es la Abeja Brava en los portales; pero sabe que la Consciencia es Amor y esa es la tarea en los Faros, lo mismo que en las multiformes plataformas de los Telares / Panales / Telarañas de los poetas del porvenir.

Dicho ésto, enumeraré algunas cosas que, en la etapa tecnológica, aún el poeta virtual y todo artistas plantean como retos:

(1) Todavía la cultura orgánica, con sus discursos hegemónicos y elitistas, con sus estructuras y misiones asignadas como la clase académica, puede resistirse a la voz y faena de estos «insectos del corazón» que se abren su espacio ahora en las redes cibernéticas. Este es el momento definitivo para conocer quienes en esta clase, los de la Torre de Marfil, desvinculación con los sentimientos populares, están por una democratización de la cultura y dispuestos a aportar en una organización cada vez más cualitativa del conocimiento creativo. No es que haya que menospreciar, como Lawrence Ferlinghetti dijera alguna vez: «No desmerezcas a los académicos que sostienen que el poema debe contener integridad, armonía, radiaciones, verdad, belleza, bondad». Mas, como si contestara a las inquietudes de Monroy, en cuanto al Faro que cree «dominar las sombras», el Dr. Ferlinghetti, el gran Mecenas de los Beatniks, podría decir cmo consejo: «Hazte al mar en barcos, o trabaja cerca del agua, y rema en tu propio bote. ¿Por qué escuchar a los críticos que no han producido grandes obras?»

(2) El poeta virtual e intelectual virtud es un batallador contra intereses creados y el «status quo». Cada digitalización de los buenos libros y poetas clásicos debe agradecerse; lo mismo que colocar lo mejor de la música y las bellas artes, en la gran biblioteca de las Pantallas Virtuales. Y la alianza de todo tipo de artistas, con los escritores, aplaudirse. Todos son procesadores de miel y traen su polen, su saliva, sus dulcificadores instrumentos.

(3) El poeta virtual de hoy es un privilegiado porque la tecnología le permite salir de los escondites y le asigna el orgullo de autoexpresión. A su disposición hay muchas herramientas educativas y más recursos de acceso y aprendizaje que nunca antes y, por tanto, tiene la responsabilidad de crecer, madurar y dar lo mejor de sí, en áreas de arte, que son para los amorosos y los disciplinados y donde elitismos intelectuales quedarán expuestos ante muchos ojos... y con los moscas sobre el pastel, no hay engaños. Lo insincero es como la sonrisa verdadera que no se puede fingir ni ocultar.

(4) En el mundo de las redes culturales en español, yo aprecio a los organizadores que son Abejas Bravas / Reinas en los Panales / Capitanes Pobladores / en Villas Poéticas / entes Animadores, al tiempo que creadores de sus obras personales. Admiro que dan ánimos a los más noveles y sacan de la soledad, la anonimia y las miserias espirituales a poetas y a lectores, exhortándoles al festejo, porque todo corazón tiene algo que dar, su propio jugo. Son muchos los pioneros y no solamente se han convertido en Trabajadores Virtuales, sino en editores y descubridores de lo mejor que se asoma por estos mundos.

(5) En síntesis y como homenaje: la cultura virtual no sería la misma sin personajes como son: las Gacetas literarias de Norma Segades Manías y su editorial «Alebrijes»), sin el mundo informativo de «Letralia» por 15 años en labores, desde Venezuela, sin los aportes de crítica valiente de Héktor Hernández Martínez (México) desde su «Charkito», sin la labor creativa del grupo «Muestrarios» (Argentina), que hoy cuenta con su editorial en papel, sin la comunidad de «Poetas del Mundo», con miles de los mejores poetas virtuales, en todos los idiomas y geografías, sin la «Ciudad Seva» (de Puerto Rico), sin grupos como «Adamar» (España), AERA, Inventiva Social, Bosque de Palabras, «La Voz de la Palabra», Helios Buira, «Mundo de Poetas», en fin, son miles.

(6) Mas nos corresponde, felicitar a las NING en que laboran la autora de la iniciativa para conmemorar el 31 de Octubre como Día del Poeta Virtual (Rosemarie Parra, de «ArteUruy», Marisa Aragón de «Parnassus», Nat Gaete, de Arte / Kiltros, y tantos otros blogueros, artistas y poetas). Y todas cumplen la función que alguna vez Martin Heidegger expresó al decir que hay que sacar el ente de lo oculto. Esa es la labor de la auténtica Logía.

Carlos López Dzur

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Aprendizaje del Cashrut y el Shejitá

Ontología


Yo te dí la Sed y el Hambre para que te alimentes
y te dí el pensamiento como el pan de Tu Espíritu
y en tanto seas Mi Criatura en el barro
y permanezcas denso en mis caminos de la Necesidad,
te diré «Lávate y bebe el agua que es vida
a la liquidez de tu sangre y Come porque todo es noble
siendo que te dí el Espíritu que a todo purifica».
Yo nunca te dejé solo con el Hambre
ni dije a la Sed que te matara en la necesidad
desafiante del residuo.
Sobre todas las cosas te dí
preceptos de lo Apropiado y el misterio
del Cashru.

Uno se envenena con el pensamiento
tanto como con lo se echa a la boca o lo jeringa
dentro de la piel; pero el primer pensamiento es:
«Cuando tengas Sed, bebe, cuando tengas Hambre, come».
Te enseñé a sobrevivir y te consolé al decirte:
«Agradécelo y aprende de la Sed
porque aún en la sed hay sentido y, en el hambre
que muchos maldicen, hay salvaciones;
pero hay que oírlas, y por eso las hice».

2. Yo hice el veneno santo

Como si fuera un veneno, yo fabriqué
la Necesidad y le puse su ley en el Umbral del Límite
y repartí el dolor si acaso se inflige mi precepto.
Una concentración máxima a lo que dije Veneno
la llamé el umbral finito, pero no maldije la infinitud
porque todo es por Amor, hasta que lo dispenso.
Yo dije: No te expongas a la máxima abundancia
ni a la máxima miseria para que pierda sentido
la Necesidad, porque yo soy el amor dispensado
y la necesidad de mí es Amor
con mis medidas, amor cósmico y telúrico.

No quieras más por capricho.
Gánate primero el amor de mi anhelo
porque la Abundancia de Miel no es buena
ni la baja concentración de Mi Necesidad
(nuestro Nosotros) te bendice;
yo soy el veneno santo,
yo lo inoculo, yo Lo quito,
yo doy la dosis de mi sabiduría
y luego la regalo con la orden:
da el beneficio, esa dosis de amar por necesidad,
que es mejor amor que el capricho.

3. El espíritu gime

«No deis lo santo á los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos; porque no las rehuellen con sus pies, y vuelvan y os despedacen»: Mateo 7: 6

Cuando yo inventé el Espíritu que puse
a gemir en tu carne, yo gemía de soledad también
y mi Veneno eran lágrimas de vida,
natura lacrimae; quería quien llorara conmigo
y me ayude a sostener esta tensión del Universo,
este parto de expansión con que crezco,
esta aventura de la misericordia
que explica tu entropía.
Mi espíritu gime aún porque te hice
y no amas lo suficiente.
Te dí perlas de llanto y margaritas y las tiras
ante los cerdos; mi santidad la rehuellan
las jaurías, ambicionan más y más
la riqueza que le doy, toda mi Sabiduría
y toda el gemir de espíritu lo tornan en ira,
en acumulación desparpajada
y se vuelven contra mí.
Me despedazan.

En vano, el despilfarro de mi energía
entre vasijas rotas de estos seres , en vano
que enseñara la Necesidad de Mi Amor,
unirlos a mí para que giman
y me ofrezcan compañía.

4. Consecuencias de la desobediencia

Aquel con pezuñas hendidas que despedaza
todo cuanto es bueno, toda sustancia y orden
que puse en el mundo, toda vasija que hice,
conocerá lo que no quiere.
Ha rechazado mi Gemir y quiere ser príncipe
de infiernos, pues, que se atenga,
haré que la sed sepa a sed y no sea dulce
a la boca, haré que hambre sea como el veneno
que lo mata y verá águilas en los cielos
y no disfrutará con verlas, dominando la altura,
no hablaré por ellas cuando las cace,
las mate a tiros, se haga sombreros y adornos
con sus plumas
y aún coma de su carne.
No disfrutará de los cisnes en los lagos.
Yo haré que, si come su carne, sea inmunda.
El comerá lo que escondo en el caracol.
En el buitre quebrahuesos y será como el buitre.
Para él, todo será codicia y pesca en río revuelto.
Se comerá la medusa, la mantarraya,
el timburón temible, llenará de sangre los mares
y, en las selvas, matará el mono,
la pantera, el tigre, el zorro,
extinguirá muchas especies
y ni la serpiente le dará sus secretos
ni la tortuga le contará los años
como arenas.
No conocerá mis umbrales límites
por causa de sus excesos
y yo permité que los demonios de sus actos
lo envanezcan tóxicamente
porque se ha burlado del cashrut
y del ritual que aplico por amor
lo mismo a la libre que al conejo,
lo mismo a la cigüeña que al murciélago.

Yo dije que mi espíritu gime en el cormorán
lo mismo que en todos los camélidos
¡oh! sepan que yo hice la cebra y el guepardo
y no tengo en menos ni al delfín ni al cocodrilo
y mi gemido grazna con los cuervos
y maúlla con el gato, tienen almas
y mi gemido se espanta con la fuerza
de las estampidas y llora con los linces
y con los elefantes. Todo llora en el reino natural
cósmicamente por mi auxilio.

Y quien más ha de llorar es el hombre
porque de él esperé más y aún espero
cuando le dí de Mi Espíritu
y hoy su corazón es más duro que el erizo
y que la estrella de mar
y el caracol y el tronco de alcornoque
y su sabiduría y esfuerzo menos empeño
tiene que la hormiga,
en menos comunidad se convive
que las obreras de los panales.

¡Ay, cuando mi Juicio se dispense
para calmar Sed y Hambre,
cuánto me han negado de amor lo daré
tal como lo tomaron,
en abundancia caprichosa y no tendrán
tiempo para cotejar mis misvots
de Cashrut ni mi ritual sagrado
de Shejitá para la matanza.

5. Y vendrá la Legión a pedir misericordia

«Vinieron al otro lado del mar, a la región de los gadarenos... Cuando salió él de la barca, en seguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu impuro que habitaba en los sepulcros y nadie podía atarlo, ni aun con cadenas. Muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, pero las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos. Nadie lo podía dominar. Y siempre, de día y de noche, andaba gritando en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras»: Marcos 5: 1-5

Y los buitres que a mi santidad en la sustancia
comieron como despojos, y robaron de mí, sin amor,
posando mutaciones de camaleones,
quienes se fueron de los olivos como mochuelos
en desobediencia y se arrastraron como saurios
para cometer sus desvergüenzas, vinieron
desde donde la ardilla y las ratas se compiten
y el asno tiene la miel para orinarse sobre ella,
desde las voces de las cacatúas
conversan sobre ciudades y progresos
y las ballenas se tragan a mis profetas,
donde los tintes de calamar
y el petróleo al mar azul se bebe
y contamina y lo vomita en náuseas.

De la región de los gadarenos.
arribaron los vecinos e invocaron a los exorcistas
en Mi Nombre, y lamentaron:
«Que todo lo que como es trefá
y me sabe a mierda el aliento
y me duele la Sed
y me duele el Hambre».

Y llegaban los comedores de langostas, camarones,
ostras, cangrejos y bagre
(los que son tiburones de turismo y aves impuras
por ser amantes de rapiña o delicias carroñeras),
e invocaron a los roedores de fe,
a reptiles de vaniloquios,
a anfibios mentirosos e insectos rastreros
de la Academia y el Gobierno, entre los muchos
que trepan a pasteles tóxicos de sabiduría,
y pidieron: Vacunas de misericordia
porque están posesos
del mal sabor de la vida
y sus lenguas amanecen con polvo
de óxido de hierro y amarga estañosis
y algo que ya no es polvo, cuando se defecan.
Cagan el aluminio puro y escupen un algodón
de labios secos y esta punta de flecha
que es la lengua grita: «Ta toxon, sálvame,
Tata Demonio, desátame de la toxina,
porque lo que como me duele como hierro caliente
en el culo, quítame la flecha del ano.
Quítame el picor de las vísceras».

5. Y vendrán a pedir uña de gato y kósher de charlatanes

Y quienes dieron por siglos la Santidad
a los perros y echaban las Perlas de Mi Gemido
delante de los puercos, se bajaron del barco
y salieron de todos los rincones como seres irritados
del intestino al culo, pero no dejaban la maña
de mascar finos cristales de oxalatato
de calcio y quemar resinoides
de los lirios de irina y otros bejucos apestosos
y comían sus coles en abundancia
porque son guisos sabrosos.

Y pidieron a los charlatanes: «Dáme uña de gato
para rascar con ella mi glándula tiroides.
Se me ha hinchado el cuello
y, si trato de tragar, no trago».

Y dijeron, al llegar del otro lado de su mar,
seguidores de Set, aquellos que se burlaron de todo
y a lo Santo llamaron adorno y pesadillas,
opio de pueblos, «no queremos abandonar
esta ciudad, porque allá abunda el licor y la pachanga
y nuestras mujeres ya no tienen hijos,
o nacen los fetos muertos, o carentes de manos
o de pies». Vaya teratología que nos ha diezmado.

Buscaban uña de gato,
heridos por la acción corrosiva de sus depresores
de sustancias mutágenas, que producen monstruos,
crías que aborrecen y revientan contra las piedras
o hacen que las mujeres sacrifiquen en abortos.

6. Mis visiones

«Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió y se arrodilló ante él. Y clamando a gran voz, dijo: '¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios altísimo? ¡Te conjuro por Dios que no me atormentes!'»: Marcos 5: 6-7

Y ví a un demonio, con la piel pálida
como si jamás hubiera visto el sol de las mañanas
y comía mucha yuca brava de sus grandes haciendas
y cerezos enlatados, productos de sus laureles.
Y era el hambreador de sus jornaleros
pero él mismo no tenía glóbulos rojos
ni citocromo-oxidasa
y había olvidado que el oxigeno se comparte
no sólo con moléculas cuando las come,
sino con el pensamiento de lo que se ofrece
compasivamente a su prójimo.
Y era el hombre más atormentador,
al tiempo que el más mezquino
y toda su riqueza no le servía para nada
porque ya tenía el Veneno convertido
en su propia toxina.cianofóbica
aunque le quedaba los yucales y cerezos
en sus laureles, pero alcanzó a aproximarse
y echar este reproche:
'¿Qué tienes conmigo, Rabino, Hijo del Dios altísimo?
¡Te conjuro por Dios que no me atormentes!'

Y rogó mucho, como todos, que no se le enviara
fuera de aquella región que llamaba Democracia.
Que aca reharán sus industrias.
Que son inversionistas
Que algunos son científicos y fabricantes
de gases, unos de cloro,
otros de sulfuro de hidrógeno.
Algunos son petroleros, pero el bisufuro
de carbono se los come, aunque tratan
de formular inofensivamente sus proyectos
con nitrógeno y dióxido de carbono.

7. Apollyon, el ángel del Pozo sin fondo

Y le preguntó a quien subió más orondo y jactancioso
del Pozo sin Fondo de sus Satisfacciones:
«¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo:
Legión me llamo, porque somos muchos».
Se dijo el servidor de la humanidad.
«Yo Príncipe del Mundo».
Entonces eres: Abaddon el Exterminador.
«Yo, el que vengo a redefinir tu Shejitá
porque el Cerdo es Bueno, Pork is good!
Yo, el que vengo a negociar la administración
de los suelos, porque Global Warm is good!
Yo, el que vengo redefinir la pobreza del mundo
porque Mass Production and capitalism are good!
Yo, el que vengo a negociar la paz
porque War is a sort of need for peacetimes!
Yo, el que vengo a prometer al mundo
«Tierra de la que mana leche y miel».
Yo, quien soy el Pozo sin fondo de la Gran Abundancia.

Y el Gran Rabino, a quien pensaba que destituiría,
preguntó: «¿Y qué propone tu Gran Plan?»
«Libertad de elección ante todos los preceptos
de Tu Cashrut y Shejitá:
Dáme todo lo que no tenga
escamas ni aletas, todo lo que muere por vejez
o tiene defectos en sus órganos internos.
Dáme la sangre que se procesa en la matanza ritual.
Soy choricero. Dáme a los rebaños
más crédulos. Haría longanizas con ellos.
Dáme lo más burdo y salvaje,
lo que quieras que sufra menos durante el Shejitá
del desangramiento; porque la guerra no necesita
de llorones blandos ni lágrimas de luto.
Dáme toda pieza y corte de carne;
quédate, si quieres, con los cuartos delanteros.
(Que yo sea quien decida lo que muere y se come.
Tenemos químicos alternos para hacerlo).

Ahórranos el Levítico 11, Gran Rabino,
y dános arbitrio sobre toda grasa que te mortifique.
Seamos la nación de los obesos.
Me encargaría de la salud del nervio ciático
y del corte de los hígados, con buen cuchillo
de cocinero... la sangre de la carne
siempre tiene capilares que llegan a cada célula
de su cuerpo; la carne es buena, con sangre,
y hay toxinas vegetales. No se libran
de glucósidos, kalmia, alcaloides...
Lo que no tiene briomina como nueza
tiene esculina y lo que no tiene dinga,
mandiga tiene, Rabino.

Dáme los colirios de la convalarina
y la Rosa de Navidad y el eleboro negro,
yo tengo los mercados cardíacos para el lirio
y la digitoxina y toda adelfa y soy el
Pozo
sin fondo,
donde la sustancia se acumula
y no queda impune;
yo soy el agujero negro del mercado
y la libre empresa que manda
y lo alquimiza todo
y lo hace digerible.

8. Sal de este hombre, espíritu impuro

«Estaba allí cerca del monte un gran hato de cerdos paciendo. Y le rogaron todos los demonios, diciendo: 'Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos'. Jesús, de inmediato, les dio permiso. Y saliendo aquellos espíritus impuros, entraron en los cerdos, los cuales eran como dos mil. El hato se precipitó al mar por un despeñadero, y en el mar se ahogaron»: Marcos 5: 11-13

Y el empresario sacó una cajita de alquitrán,
con hojas del tabaco más fino
y como no temía a ningún mito cancerígeno
(ante su nicotinado invento, dijo:
«Este es el futuro. Un cigarro sutil y controladamente adictivo.
Eso sí. El chiste es echar humo, monóxido de carbono,
sin hipoxia grave y sin olor ingrato»

«La zona del fumadero, o el aornis, está allá»,
dijo el Rabino. Y señaló el despeñadero
Voy a quitar el Shejitá. Te lo cedo.
Es más. Te cedo el Cashrut y todo el Levítico 11,
pero retiro el espíritu. Al cerdo lo del cerdo,
pero las perlas de mi Gemido pertecen
al Espíritu. Anda y ve, las bestias
te esperan; lo que de es mío es el gemido sintiente
de la vida. Ocupa sus cuerpos y aténte
a las consecuencias. Me quedaré
con las almas de los cerdos,
me quedaré con las almas de los hombres.
Tén las vasijas vacías.
Son como bestias de palo, idolones, sin alma.
Han de moverse como se mueve el viento
que arrastra con todo, mas no tiene sustancia
verdadera, lo Santo de por medio.

Del libro inédito
«Teth, mi serpiente» / Textos de Teth

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Vargas Llosa recibió incrédulo la noticia de que había ganado el Nobel

El escritor peruano gana el codiciado galardón «por su cartografía de las estructuras del poder y sus afiladas imágenes de la resistencia, rebelión y derrota del individuo», según anunció el secretario de la Academia Sueca, Peter Englund, hoy a la 1 de la tarde.

El escritor peruano Mario Vargas Llosa, quien acaba de consagrarse como Premio Nobel de Literatura, temió que el llamado de la Academia Sueca para comunicarle la decisión fuera una broma, lo que le indujo a mantener discreción hasta que lo confirmó a través de la prensa.

El hijo del novelista, el también escritor y periodista Álvaro Vargas Llosa, dijo que pasaron largos nueve minutos antes de que su padre se convenciera de que la concesión del Premio Nobel era una realidad. «Mi padre temió que fuera una broma como la que sufrió (el escritor italiano) Alberto Moravia», indicó.

Añadió que en la llamada que le hizo para comunicarle que le había sido otorgado el Nobel, su padre recordó que grandes escritores como el argentino Jorge Luis Borges, el francés Marcel Proust y el austriaco Franz Kafka, entre muchos otros, no recibieron el premio. «La lista de quienes lo recibieron es tan ilustre como la de quienes no lo recibieron», dijo.

Olvidado por la Academia: Aunque en anteriores oportunidades Vargas Llosa había manifestado su desinterés por un Premio Nobel que no terminaba de llegar, al conocer la noticia de su concesión, al fin, este jueves 7 de octubre, declaró que creía haber sido «olvidado» por la Academia Sueca. «Creía que había sido completamente olvidado por la Academia Sueca, ni siquiera sabía que el premio se entregaba este mes», afirmó Vargas Llosa en declaraciones a la agencia sueca TT. «Hace muchos años se mencionó mi nombre, pero sin que supiera si era en serio o no», dijo desde Nueva York en conversación telefónica con TT.

Álvaro Vargas Llosa señaló que el Premio Nobel otorgado a su padre «es un extraordinario espaldarazo a la causa de la libertad. Para países donde la libertad está en juego, como en Cuba y Venezuela, esto es un espaldarazo importante», dijo.

El anuncio oficial fue hecho en la sede de la Academia Sueca por su secretario, Peter Englund, a la una de la tarde de este jueves 10 de octubre, a través de una breve alocución hecha en varios idiomas —el último de los cuales fue el español—: ½El Premio Nobel de Literatura 2010 ha sido otorgado al escritor peruano Mario Vargas Llosa por su cartografía de las estructuras del poder y sus afiladas imágenes de la resistencia, rebelión y derrota del individuo».

El secretario de la organización informó a la prensa que el autor, quien se encuentra actualmente en Nueva York, donde imparte clases en la Universidad de Princeton, fue notificado del galardón. «Se levantó a las 5 horas para preparar una clase. Cuando lo llamamos, a las 6:45 horas, ya estaba trabajando», acotó Englund.

El próximo 10 de diciembre, Vargas Llosa recibirá el premio —dotado con 10 millones de coronas suecas (1,1 millones de euros)— de manos del rey de Suecia, Carlos XVI Gustavo, en el auditorio de Estocolmo. Antes, a principios de noviembre, la editorial española Alfaguara publicará su nuevo libro, El sueño del celta, del que se dice es un apasionante relato novelesco sobre un personaje histórico, Roger Casement (1864-1916), quien indagó la brutalidad del gobierno de Leopoldo II de Bélgica durante la colonización del Congo y la violencia contra los recolectores de caucho en el Amazonas.

Vargas Llosa es el primer autor de habla hispana premiado en los últimos veinte años, desde que en 1990 el galardón recayera en el mexicano Octavio Paz, un año después que el español Camilo José Cela. El escritor peruano, nacionalizado español, publicó su primera obra, Los jefes (1959), a los 23 años, y con la novela La ciudad y los perros (1962) se ganó ya un prestigio entre los escritores que por aquel entonces gestaban el inminente boom literario iberoamericano.

Nacido en Arequipa el 28 de marzo de 1936, Vargas Llosa atesoraba ya todos los premios importantes de su idioma, desde el Cervantes hasta el Príncipe de Asturias pasando por el Premio Rómulo Gallegos, y es objeto permanente de homenajes en universidades y otras instituciones. Después de años de sonar como favorito en todas las quinielas del Nobel, el escritor peruano ha visto recompensada una trayectoria que incluye clásicos de la literatura contemporánea como La ciudad y los perros (1962), La casa verde (1965) o Conversación en La Catedral (1969).

Tomado de Letralia

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Gustavo M. Galliano (Argentina)
La casa de mi vida / Cuento


Elena, la joven empleada inmobiliaria, atractiva y curvilínea tan dulce como su sonrisa, —aunque aquellas curvas fueran más sugerentes y sumamente más peligrosas que su sonrisa, indudablemente más turbantes— me recibió cordialmente en el portal, haciendo uso de un verborrágico monólogo finamente estudiado en cada detalle, para indicarme finalmente que le acompañara en el ingreso a la casa.

Era la encargada de mostrarme la bellísima mansión, que se alzaba en pleno Boulevard Carmesí, una magnífica mole de mármoles y finas maderas, caobas, robles; adornos imponentes de cristal, bronce, plata y oro, escaleras con barandales macizos, cuadros y pinturas de exquisitos autores. Y su mejor sonrisa para ocultarme las pocas bondades que los años se atrevieron a robarle a aquel inmueble impresionante.

Pero mi ojo clínico, mi sagaz perspicacia, mi delicada intuición, ya habían dictaminado, apenas cruzado el umbral, apenas traspasado el dintel, que aquella era «la casa». La residencia donde acabaría mis días. Lo sentenció la fragancia a jazmines proveniente de los jardines, la luz pura que penetraba los ventanales. Adoré la fachada de ladrillos antiguos, la firmeza energizante de sus cimientos, la fuerza rojiza de sus tejas. Desde la amplitud del living y la comodidad extensa de los dormitorios, hasta los marmóreos baños de griferías en oro. Desde el hogar rústico de acogedores leños ardientes hasta la sobria biblioteca repleta de libros nunca leídos. Desde la increíble cocina, hasta le inexistencia de un sótano que detesté desde niño.

Una pena que Elena resultare tan eficiente en su trabajo. No cesaba de hablar y hablar sobre las bondades de la casa.

Una hermosa mujer no debería hablar constantemente, pues abrumando se desmerece. Un buen vendedor debería aprender que en ciertas oportunidades debe aprender a callar. A mirar a los ojos. Como cuando un sommelier se toma unos instantes y cierra sus ojos para dejar descansar el buen vino en su paladar, antes de dar el veredicto. Pero Elena era una máquina posmoderna preparada para avasallar, no dejar pensar. De la terrible escuela sacrílega del «confunde con tus palabras, al extremo que no piensen, utiliza el engaño para que no vean defectos, luego será tarde, cierra el negocio, cobra tu comisión y vé por otro cliente, tiempo y vida convergen finitos. Mañana vivirás». ¡Vaya si conozco sobre esto!

Respiré hondo, antes de suplicarle, cortésmente y mirándole a los ojos: —Cállate, por favor—. Ella titubeo, confundida.— «Esta es la casa, entiendes Elena. Es la mejor, y tú eres la mejor. La he escogido entre cientos. Despreocúpate. Tan solo necesito unos minutos a solas, en la terraza del ala Norte, si puede tu enérgica verba otorgármelo, luego estaré a tu plena disposición, dalo por hecho. He escogido esta casa. Aquí viviré hasta el último de mis días. Lo juro. El precio no será obstáculo alguno»—.

La joven sonrió, en una mezcla de ambición, codicia, perversión y satisfacción. Seguramente resultaba la venta más rápida y sencilla que había logrado en su corta carrera. Un antecedente meritorio rumbo a una carrera brillante. «El cliente perfecto», pensó casi en voz alta. Aunque también eso llegó a molestarle un poco: necesitaba demostrar todas sus habilidades; había resultado demasiado fácil, y no era una mujer que gustara de lo fácil, necesitaba retos que movilizaran la adrenalina de su cuerpo. De todos modos, el resultado era el mismo: dinero y buen concepto, lo cual calmo su ánimo.

Me indicó con una sonrisa casi distraída la dirección del pasillo hacia la terraza, y me explicó que estaría en la biblioteca preparando los documentos pertinentes, para la firma. Le respondí que me parecía correcto, siempre que respetara mi cuarto de hora de intimidad en la terraza del ala Norte. Accedió con un gentil gesto, fingiendo una sobriedad que ahogaba la total euforia del triunfo.
Una vez instalado en la terraza, me dejé caer en un cómodo sillón de esterillas, ubicado allí, no casualmente. Observé los picos nevados de la majestuosa Montaña Clamor, sobre mi diestra. Como contraste, a mi siniestra, las luces insinuantes del atardecer próximo a devorar Ciudad Santa Fe.

Respiré relajado, imaginando a Elena, habitante de un cuerpo tan hermoso, capaz de generar tanta pasión, y sin embargo convertido en un frasco de codicia, completando formularios a ultra velocidad. Encendí un cigarro con la última lumbre que me quedaba. Siempre fui bueno para no desaprovechar últimas oportunidades. —«Esto sí resulta majestuoso, y es todo mío» —pensé. —«Tal como lo imagine»—. Exhalé una intensa bocanada, una nube maciza y condensada de nicotina y recuerdos.

Hurgué en el interior de mi abrigo, comenzaba a castigar la brisa. Saqué la pistola. El marco era perfecto, como una pintura a la que solo le falta el pincelazo final. Lamentaba que Elena tuviera que ser quien pusiera el broche final, hacerse cargo, ella, tan plena de belleza y superficialidad, pero no podía hacerme cargo yo por ella. Debemos optar. Sacrificios. Tantos años me llevó encontrar la casa de mi vida. Donde pasar hasta el último de mis días. La boca de acero me beso la sien. Y la piel se erizo ante el frío del incipiente invierno que la convertía en más frío aún, pero sólo por un instante. La visión era maravillosa, la naturaleza posee tanta belleza que solemos obviar sólo por distraídos. Quizás por ser tan imperfectos como humanos que no recalamos en la perfección que nos rodea, quizás por encerrarnos en nuestras cápsulas de dolor, por dedicarnos a atormentar nuestras almas en lugar de cuidarlas, quizás por aferrarnos, costumbristas, a las penas hasta que la carga se torna insoportable, antes que escoger la libertad.

Luego creí escuchar la voz de Elena reclamándome y decidí apresurarme. Una obra de arte no debe desperdiciarse. Aquél paisaje, aquella terraza, la comodidad del sillón, la musicalidad de la brisa, el pico nevado en el celeste de Montaña Clamor, las amarillentas luces relucientes de Ciudad Santa Fe. La casa perfecta, para el partir adecuado. No sirve ya repensar las causas, demasiado frío afuera y adentro, no comprenderían. No se comprende jamás el dolor ajeno. No por incapacidad, solo por genuino desinterés espontáneo.

Toda la firmeza que no tuvo mi alma hasta entonces, se concentró en mi diestra. La mano responde al cerebro y al corazón, supongo. Porque los ojos se llenan de lágrimas, que pueden ser producto de penas, recuerdos, o del viento frío que azota ya incesante la terraza del ala Norte.

—«Vamos, ya es hora. Es la casa de tu vida, aquí soñaste siempre que fuese el fin»—, me dije en voz alta, para insuflarme esa fuerza que comenzaba a flaquear.
A la distancia, la nieve de las montañas comenzaba a vestirse de un ostentoso manto azul. Las luces de Ciudad Santa Fe ya presumían su expansivo color naranja flúo, casi prepotente. Desde la biblioteca la voz de Elena llegaba lejana pero clara: —«Apúrese, ya anochece, debemos regresar»—. Pero no había regreso, ya no. La detonación fue única y retumbó en cada rincón de la magnífica mansión. La joven dudó unos instantes antes de correr hacia la terraza.
Al llegar al Ala Norte supo que era más tarde de lo tarde que había presumido. Más allá de la terraza todavía el eco del disparo aún escapaba y se escondía entre montañas y luces que fulguraban distraídas. Mi cuerpo estaba tendido en el cómodo sillón de esterillas, ella no atino a acercarse. Tampoco a pronunciar palabras. Su verba parecía haberse agotado inexplicablemente.

Mientras la nieve comenzaba a dislocarse en suaves y ligeros copos, un hilo purpúreo descendía por mi hombro y mi brazo izquierdo, apoyado en el piso de mármol, e iba dando paso a una mancha que se expandía conformando una extraña figura. Figura de contornos extraños, formada por sangre casi tibia. Tibia de apasionados recuerdos, fría de vida y mutiladas esperanzas. Demasiado fría por inmensas desilusiones. Sacrificios.

Anochecía, y el reflejo inexpresivo de la oscuridad trataba de cubrir con un manto de piedad el piso de Mármol de Carrara, de la Terraza en el Ala Norte de la bellísima Mansión ubicada en el Boulevard Carmesí, de Ciudad Santa Fe, cercana a Montaña Clamor.

[Este cuento de Gustavo M. Galliano recibió el Premio Nacional «El Quijote de Plata», organizado anualmente la Asociación Arte y Cultura de San Lorenzo y auspiciado por la Municipalidad de San Lorenzo y la Honorable Cámara de Senadores de la Provincia de Santa Fe (Argentina). El acto de entrega de premios se llevó a cabo el sábado 7 de agosto a las 20 horas en la sala del Teatro Aldo Braga, del Complejo Cultural de la Ciudad].

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Fanny G. Jaretón (Argentina)
Round


Sin amado, vengo arrastrando las sombras
poco hecho, cosa quesindiferente.
Me refriego por la arteria del solculto
y encendida del no saber lo que es no saber
la humillación que vino a decir de boca mía
Yo soy la que te amo.
Yo soy si me diste por culpa tu espalda.
Envuelta en no sé
con saturación de corazón hasta los huesos
explotando al paisaje de lo nuestro
que no sabe que no quiere
que ha perdido la memoria.
Enrojecido amor, dado a vergüenza.
Que la incertidumbre contra la pared,
contra la punta del fusil estalla.
No querer saber de la muerte para siempre.
Pasajera sin demonios
Excoriación del cuento con final agreste
la sangre corcovea, cava mi voz,
vos que acaba en mí
cuando dijiste quererme.
Del pozo hacia afuera de tu cabeza
se vierte la morada nuestra
si ese lugar no nos soporta.
Límite de quien fuera cualquier adjetivación:
un perro, un puñal, un frotado dios
por la culpa en el plano del derrumbe.
Tus alas hundiéndome en la luz
Mis alitas de pobre alimento
que no lograron hartar con lo que se quería.
Vivir atada a vos por dos caprichos:
Quererte / desvanecerte
y al hilo del precipicio con la parte de mi herida
colgado al vestido de novia manchado de tormenta,
viajando a oscuras hacia el olvido
con los ojos llenos de boca
me amarro cayendo al golpe decisivo.

Fanny G. Jaretón

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Jan-David Gelles
«La utopía arcaica» de Mario Vargas Llosa


I. Arguedas y su mundo


El escritor peruano Mario Vargas Llosa ha publicado recientemente un
libro titulado La utopía arcaica. Se trata de un ensayo sobre la
vida y la obra de José María Arguedas, otro muy conocido escritor
peruano. Voy a comenzar presentándoles una introducción a la vida y la
obra de Arguedas basándome en el libro de Vargas Llosa, para luego pasar a exponer la tesis central del libro: la tesis de la
utopía arcaica en Arguedas.

Vargas Llosa comienza su libro narrando el final trágico de la vida del novelista peruano: Arguedas se disparó un balazo en la sien en un baño de la Universidad Agraria de Lima el 28 de noviembre de 1969. Además de muy destacado novelista, Arguedas ejercía la antropología. Al morir bordeaba los 59 años de edad.

Vargas Llosa recoge un testimonio dado por el propio Arguedas, publicado originalmente por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP), que es esclarecedor acerca de su personalidad. Unos años antes, en 1965, se realizó una mesa redonda sobre su novela Todas las sangres en el IEP en Lima con la participación de destacados intelectuales — entre ellos críticos literarios, sociólogos, economistas, etc.— y del
propio Arguedas.

Todas las sangres, el título de la obra, se refiere a todas las razas, todas las culturas y todas las clases sociales del Perú. La novela tuvo mucho impacto y era considerada por el propio
Arguedas como su obra cumbre.

Ahora bien, en la mesa redonda se hicieron críticas muy fuertes a
Todas las sangres, tanto desde el punto de vista literario como
desde el punto de vista sociológico. Y esa misma noche, después de la
discusión —esto consta en un manuscrito descubierto posteriormente—
Arguedas escribía (cito directamente de la publicación titulada
¿He
vivido en vano?
del IEP):

«Creo que hoy mi vida ha dejado de tener razón de ser...Casi
demostrado por dos sabios sociólogos y un economista, [también hoy]
que mi libro Todas las sangres es negativo para el país, no tengo nada que hacer ya en este mundo».

Vargas Llosa, que conoció y trató personalmente a Arguedas, afirma que la desesperación que el novelista expresa no es fingida. Vargas Llosa describe a Arguedas como una persona de carácter 'hipersensible' y lo compara de manera parabólica con una muela que se ha hipersensibilizado y a la que todo le produce dolor.

En Todas las sangres, la novela de Arguedas a la que me acabo de referir y, en general, en toda su obra literaria, la naturaleza tiene una importancia muy singular. En la realidad ficticia que él crea en su narrativa, la naturaleza es una naturaleza 'animada' o 'humanizada' como la ha llamado Vargas Llosa en su libro. En Todas las sangres, por ejemplo, los cerros tutelares —el Pukasira y el Apukintu— tienen almas, nombres, y se manifiestan a los hombres de distintas maneras.
También los árboles —nos dice Vargas Llosa— son personajes siempre
importantes en los cuentos y novelas de Arguedas. Como ejemplo de esto
último, hay un pasaje que he encontrado en Los ríos profundos (otra de las novelas célebres de Arguedas) sobre un árbol en la casa del tío del joven Ernesto en el Cusco:

«Un árbol de cedrón perfumaba el patio, a pesar de que era bajo y de ramas escuálidas. El pequeño árbol mostraba trozos blancos en el tallo; los niños debían de martirizarlo».

Y al abandonar la casa de su tío, el joven Ernesto se encuentra en frente del camión que lo va a transportar de allí y toda está listo para partir. Pero se acuerda del pequeño árbol, corre hasta el patio y se despide de él.

Habría que agregar acá que el personaje del joven Ernesto de
Los ríos profundos tiene rasgos autobiográficos con el autor. Ernesto también muestra ternura con los animales. El personaje se lamenta que la gente aplaste y mate a unos grillos alados, insectos que, dice, tienen unavoz «dulcísima», son «inofensivos» y de figura «graciosa». Y para que no corran peligro los aparta de las aceras.

Esa «operación de rescate» de grillos alados me hace recordar un
suceso que narra Witold Gombrowicz, escritor polaco que residió muchos
años en Argentina. En uno de sus diarios cuenta el dilema que se le
presenta cuando advierte en una playa miles de escarabajos que el
viento ha volteado y que están patas arriba tostándose al sol. No
puede, naturalmente, salvar a todos y se siente inútil y angustiado.

Los escarabajos de Gombrowicz, a su vez, me hacen recordar una anécdota amena del libro de Vargas Llosa: en la vida real Arguedas maneja un auto Volkswagen (popularmente conocido como «escarabajo») y se refería a éste como a su «hijo de fierro».

Para comprender esa sensibilidad y sentido de la naturaleza en Arguedas, es muy importante hablar de su infancia. En su libro, Vargas Llosa recoge sobre este tema datos de diversas fuentes (entre ellas del propio Arguedas). Nacido en 1911 en Andahuaylas, una pequeña ciudad del departamento de Apurimac en la sierra sur del Perú, no había cumplido aún 3 años cuando sufrió la desgracia de la muerte de su madre. El padre de Arguedas, que era abogado de profesión, se casó por segunda vez y el niño pasó a vivir con su madrastra. Pero el padre de Arguedas vivía alejado de su hijo porque tenía que recorrer los pueblos de la sierra en busca de trabajo.

Arguedas vivió entonces a merced de su madrastra y de un hermanastro y fue tratado de manera hostil. La madrastra lo relegó a la posición de uno de los sirvientes indios de la casa. Fue acogido y criado por los indios e indias de la servidumbre y su idioma constante fue el quechua. Él, que era blanco y de familia hispanohablante, recibió amparo y protección de la servidumbre india cuando niño.

Naturalmente, Arguedas recordaba con mucho amor a esos indios e indias. Años mas tarde, como adulto y autor con dominio perfecto del castellano, los temas centrales de su obra serían las injusticias, la violencia y el racismo contra el indio. Según Vargas Llosa, en Arguedas escribir significaba primeramente una «responsabilidad social» («literatura comprometida» es otro término que usa Vargas Llosa).

En su obra narrativa, Arguedas describe la explotación económica del indio y su lucha contra el terrateniente blanco. En sus cuentos y novelas, Arguedas también muestra los maltratos y el desprecio que sufre el indio. Por ejemplo, el ingeniero Cabrejos de «Todas las sangres» le pregunta al indio Rendón Willka sí de verdad no puede decir in-ge-nie-ro. Rendón Willka se dirige a él como «patrón inginiero», pronunciando mal el castellano. Cabrejos le recita seguidamente el "A, Bi, Ci" al indio, burlándose de él.

Sin embargo, la vida en el mundo andino recreado en las obras de Arguedas no es solamente sufrimiento y explotación, como lo señala acertadamente Vargas Llosa en su libro. La vida, al mismo tiempo que crueldad, es rito, espectáculo, canto, danza. En general, la ceremonia —al igual que la violencia— es un «componente básico» de la realidad arguediana, según expresión de Vargas Llosa.

II. La utopía arcaica en Arguedas

¿A qué se refiere el título del libro de Vargas Llosa? ¿En qué consiste la tesis de la «utopía arcaica»? Según Vargas Llosa, en la obra literaria de Arguedas habría a la vez que un anhelo de reivindicación campesina —sobre lo cual me acabo de referir— un proyecto utópico. Este proyecto utópico consistiría en querer restablecer un Perú antiguo o arcaico de tipo colectivista, tradicional, rural y mágico-religioso. La "utopía arcaica" estaría hecha de creencias como el andinismo: los Andes, por sus características geográficas y culturales, representarían una forma más profunda y auténtica de humanidad que los desiertos y valles de la Costa.

En la obra literaria de Arguedas se vería expresada una fantasía histórica según la cual el pueblo quechua creó en los Andes una civilización moralmente superior a la occidental y que sobrevive en los indios de hoy. La obra de Arguedas sería, de acuerdo a Vargas Llosa, parte de una tendencia reaccionaria dentro de la corriente
indigenista en la literatura y, en algunos momentos, tendría hasta un sesgo racista (un racismo al revés).

No comparto la tesis de la «utopía arcaica» que ensaya Vargas Llosa. El análisis que hace en su libro abarca lo más importante de la obra narrativa de Arguedas y es muy minucioso; sin embargo, yo me voy a limitar a resumir brevemente el análisis que expone sobre «Yawar Fiesta».

Yawar Fiesta es la primera novela de Arguedas y su tema central es
una corrida de toros en los Andes. Arguedas, según confesión propia, y siguiendo el relato de Vargas Llosa, se hallaba de vacaciones en el pueblo serrano de Puquio en 1935 y asistió a una corrida como la que describe en Yawar Fiesta. Uno de los capeadores indios de la corrida fue destrozado por un toro y éste suceso habría servido de inspiración para uno de los personajes de la novela.

En la novela, siguiendo la reseña que Vargas Llosa hace de
Yawar Fiesta, la corrida de toros india genera un conflicto que enfrenta a las razas y clases sociales de Puquio. El conflicto es provocado por una decisión del gobierno central de prohibir la corrida de toros
indianizada —con capeadores espontáneos, dinamita, borrachera y enjalmas— y de reemplazarla por una corrida ortodoxa.

Seguidamente cito textualmente de La utopía arcaica (págs. 135 y 137):

La historia está presentada con la habilidad necesaria para que, al
final, al lector no le quepa duda sobre la conclusión que el narrador quiere hacerle compartir: que quienes se empeñan en suprimir el yawarpunchay [la corrida de toros indianizada] no entienden ni respetan las costumbres, las creencias y los ritos de los indios y, en verdad, quieren despojar a éstos de algo precioso: su identidad.[...] Y para el narrador —portavoz evidente en esto del José María Arguedas
que escribió Yawar Fiesta — desindianizar a los indios es un crimen todavía peor que explotarlos, discriminarlos y maltratarlos.

Es importante notar en el pasaje que he leído que Vargas Llosa hace portavoz al narrador de Yawar Fiesta de las simpatías personales del escritor Arguedas. Es decir, según el supuesto de Vargas Llosa, habría una coincidencia entre las ideas que expresa el narrador de la novela y el anhelo personal de Arguedas de derrotar a los que se oponen a la fiesta porque la consideran una manifestación de atraso.

Los personajes de Yawar Fiesta que quieren acabar con el espectáculo y que finalmente son derrotados son —como lo señala Vargas Llosa— los serranos alimeñados, los costeños prejuiciosos contra lo andino y los mestizos e indios aculturados, los cholos. [Nota: aculturado es aquel que recibe y asimila elementos culturales de otro grupo humano].

La derrota de éstos personajes en la novela es «la derrota de la razón», según expresión de Vargas Llosa, frente a ese mundo antiguo y apegado a la tradición de los indios. Por lo ya señalado, Vargas Llosa concluye que Arguedas opta por la versión más radical y excluyente de las distintas versiones del indigenismo: la versión racial y cultural.

Yo pienso que es probable, como argumenta Vargas Llosa, que haya una coincidencia entre las ideas que expresa el narrador de Yawar Fiesta y las ideas personales de Arguedas. Sin embargo, creo también que es importante guardar una distancia crítica frente al texto y hacer una separación entre el autor y su obra. Aunque yo esté de acuerdo con la afirmación de Vargas Llosa que «el creador recrea el mundo a su imagen y semejanza» (pág. 154), no siempre es legítimo identificar a un autor con ciertos personajes de su obra o con el narrador (o narradores) de
ellas. Se me ocurre, por ejemplo, que Arguedas podría estar totalmente opuesto a los espectáculos de las corridas de toros, indianizadas u ortodoxas, por el amor que sentía con los animales y lo cruel de esa costumbre. ¿Son acaso los sueños eróticos de don Rigoberto, personaje de la última novela de Vargas Llosa, atribuibles a su autor como propios?

Sea como fuere, supongamos que Vargas Llosa está en lo correcto y que la victoria de los indios en la novela es «una victoria simbólica» (expresión de Vargas Llosa, pág. 145) de esa cultura mágica y ceremonial, arcaica y andina, quechua y rural. Ahora bien, todos sabemos que la corrida de toros es una tradición típicamente española. Es más, el toro es un animal que no existía en América hasta la llegada de los españoles. El toro junto con la vaca, el caballo, el perro, la gallina y el cerdo, fue importado por los españoles y no era conocido por la gente de los Andes (véase al respecto, por ejemplo, el libro La invención de América mestiza del venezolano Arturo Uslar Pietri).

Yo me pregunto entonces, ¿cómo se puede hablar de una «utopía arcaica» (o antigua) cuando Arguedas estaría defendiendo una tradición mestiza? Es una tradición mestiza porque la corrida de los Andes no es ya una corrida típicamente española sino que ha sido modificada con elementos indígenas. Por lo dicho, concluyo que —en todo caso— el Arguedas de Yawar Fiesta buscaría conservar una cultura, que no es ya la cultura antigua de los indios, sino una cultura modificada por el encuentro con los españoles.

Según Vargas Llosa, para dar otro ejemplo, Arguedas sentía tan «profundamente» el panteísmo como los personajes indios de
Todas las sangres (pág. 275). Vargas Llosa identifica a Arguedas con la religiosidad de los personajes indios de la novela y no con la de los
personajes blancos; tampoco considera la posibilidad que Arguedas no
sea religioso. Esa identificación de Arguedas con los valores y
creencias tradicionales lo harían supuestamente un enemigo del
progreso.

Para generalizar, el análisis que presenta Vargas Llosa sobre los textos literarios de Arguedas sigue la misma lógica que los ya expuestos. El procedimiento es igual: Vargas Llosa identifica a Arguedas con ciertos personajes o el narrador (o narradores) de su obra, con aquellos que (supuestamente) exponen los valores y las costumbres tradicionales de la cultura quechua.

Por lo anteriormente referido, sobre la necesidad de hacer una distinción entre el escritor y su obra literaria, habría sido importante que Vargas Llosa en su libro citara de manera más extensa textos no literarios de Arguedas sobre su visión del Perú.. Al analizar extensamente cartas, artículos periodísticos, ensayos, etc.
de Arguedas se podría rechazar (o se podría corroborar) la tesis de la
«utopía arcaica».

Hay un texto corto de Arguedas que se titula "No soy un aculturado",
que figura como epílogo de su novela póstuma
El zorro de arriba y el
zorro de abajo,
donde explica cuáles fueron los ideales que intentó
realizar. En mi opinión, el ideal que Arguedas expone es el de un Perú
moderno —multiracial v multicultural— muy lejos de una utopía de corte
reaccionario o retrógrado. He preparado copias del texto y las
personas que tengan interés en leer más detalladamente las palabras de
Arguedas pueden acercarse al final de la charla.

Arguedas se pregunta en el texto que voy a repartir, siendo el año 1969, lo siguiente:

«¿Hasta dónde entendí el socialismo? No lo se bien. Pero no mató en mí lo mágico».

En el planteamiento de Arguedas se hace presente una tensión entre el
ideal de la modernidad, por un lado, y el ideal de la diversidad cultural, por el otro. Según mi interpretación, el progreso para Arguedas sería una síntesis o compromiso entre ambos ideales opuestos.

Para Vargas Llosa, por el contrario, modernizarse es abolir lo mágico- religioso y renunciar a las creencias y costumbres tradicionales (pág. 251). El camino a la modernidad, según las posiciones conocidas de Vargas Llosa, va a llegar a través de la libertad y el mercado. La disyuntiva que nos plantea Vargas Llosa es clara: modernidad o atraso.

Para Arguedas, la disyuntiva entre 'modernidad o atraso' que plantea Vargas Llosa sería la manifestación misma del atraso, porque niega la cultura con la cual él se identifica y quiere conservar. Para Vargas Llosa, como he repetido, ese ideal cultural conservador que hay en Arguedas es signo de atraso. Es interesante notar, además, que la crítica de Vargas Llosa a Arguedas, de ser supuestamente antimoderno, la comparte —aunque desde posiciones ideológicas distintas— con la izquierda revolucionaria que busca crear «el hombre nuevo» de la revolución. Esa aspiración revolucionaria se opone al ideal cultural conservador de Arguedas.

El Perú, casi 30 años después de la muerte de Arguedas, ha pasado por muchísimos cambios. En lo que concierne a los aspectos culturales y de organización de la sociedad, ¿se ha ido el Perú acercando a la visión de Arguedas durante el tiempo transcurrido? La respuesta de Vargas Llosa es que el Perú de hoy, el Perú Chicha o Informal de su último capítulo, está cada día más lejos de los ideales de Arguedas. Yo estoy de acuerdo con la respuesta de Vargas Llosa y basta notar que el Perú
se ha convertido en un país predominantemente urbano (más del 70% de
la población del Perú de hoy vive en centros urbanos).

III. Conclusión

Sin duda, Vargas Llosa ha profundizado mucho sobre la vida y la obra de Arguedas. Vargas Llosa es un gran conocedor de las obras de escritores como Luis E. Valcárcel, Ciro Alegría, Juan Rulfo, Augusto Roa Bastos, etc. y en su libro sitúa la obra de Arguedas en el contexto de las diferentes tendencias que existen en el movimiento indigenista de la literatura peruana y latinoamericana. Vargas Llosa escoge, además, una estructura que —a mi parecer— es muy apropiada para el libro porque intercala capítulos sobre la vida de Arguedas con capítulos sobre su obra, y de ésta manera nos llega a mostrar la relación tan cercana que existe entre ambas.

En resumen, quisiera señalar que la vida de Arguedas tampoco corrobora ninguna especie de fantasía utópica. Arguedas fue maestro de castellano y también traductor de canciones y poemas quechuas; era serrano pero vivía en la costa y viajaba frecuentemente al extranjero; llegó a ser profesor universitario y obtuvo reconocimiento a nivel nacional e internacional, pero no dejó nunca de identificarse con los marginados.

Termino con una cita tomada de Todas las sangres. Es Matilde, un personaje de la novela, que le dice a su esposo, el terrateniente blanco y serrano Fermín, refiriéndose a la «sociedad» de Lima:

«Hablan del Perú con menos conocimiento que del Congo».

Yo estoy convencido que la frase que acabo de leerles tiene, por instantes, vigencia para todos los peruanos, y no solamente para los limeños o los costeños que reflexionan sobre el Perú. El Perú, como habrán podido comprender, es un país grande y diverso. Todos los peruanos, en algún momento, deberían sentirse reconocidos en esa frase de Arguedas, incluyendo el que habla.

Tomado de
Bosque de Palabras

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Robin Rey Hernández (Cuba)
Respuesta a
Poemas Irreverentes sobre el Nuevo Orden Mundial


El dolor que no curen los ángeles
ojalá que no pueda volver.
Silvio Rodríguez

En este mar agitado, los truenos y el invierno
son las tenazas más fuertes de mis dudas.
Un relámpago delirante en los silencios profundos
se reinventa en las quimeras urgentes donde es preciso creer,
hacerlo en el ayer rápido se transforma en castigo trivial.
La libertad es una nota de clases que dejé emborronada,
limpiada con las esponjas sucias de la humedad en los llantos.
En este invierno rara avis, siento un frío inusual
averiguo si los hombres del ayer también se escarchan
si la nieve des-memoriza, o si en los surcos del hielo
/habrá espacios para recordar.
Mañana es una palabra que se trasforma en un disparo,
carbones atizados, crujiente leña de taladores sin sueños .
Más ahora en la cuenta regresiva del…3…2…1
/ llegar al punto cero me atemoriza.
La isla ya no es aquella cueva, donde estarán las pictografías
/ que ensayé en domingos de ocio y espantos.
Desconocen que la nave MIR despacio se aleja…
deja la distribución exacta de los humos sobre ojos inocentes,
llevando mis temores consigo y un puñado de letras
para mi reclamar mi verdad,
porque ahora ser gitano del adiós resultará más que peligroso.
Las manchas negras del Golfo quizás vestían de luto su razón
haber atomizado los días para la oscuridad del sol

en que el «entendimiento» se volvió un tema abstracto,
abría el blanco paladar de los corruptos hombres del emporio
mientras mi salvación se perdía en otros círculos de humo,
/ depósitos de estiércol.
¿Nacerán después del invierno nuevos profetas?
Quienes serán los «buenos» o los «malos» triunfadores
traídos desde un filme de Spielberg o de Martin Scorsese
que recuerda al otro Martin, el de los negros, el de los cristianos.
¿Y si la cruz no se salva?
La corona de espinas se tornará en rojo como señal suástica,
donde la Isla de Hibernia el Ave César podría otra vez invadir.
Poncio Pilatos será entonces el nuevo Obama
/ y el Führer Hitler transfigurado en el rostro de Sarkozy.
¿Porque aún naufrago y sigo sin entender?
¿Cuáles son los roles, los papeles secundarios que nos tocan?
Hoy por cierto, no sé si el próximo enero
vendrán a visitarnos los Reyes Magos durante o después del bombardeo.
Nazaret está al borde de la amenaza.
La sinrazón de Herodes se vuelve manifiesta.
Todos lo saben y no quieren ver. Llenan sus oídos de arena
cosen sus ojos y bocas con alambre de púa,
como los «tres monos sabios» del Japón antiguo,
donde el terror se instaló sobre Hiroshima y Nagasaki.
No sé si el 12 de septiembre,
un día después de la caída de los ángeles muertos
en el World Trade Center de New York.
vendré a nacer para contarles en buen tono de ficción
desde el frío, que en un invierno brutal que nos quema,
injustamente las llamas se le adelantaron a San Pedro,
/ pronto alguien me bautizó de Ícaro….
Aún me cuestiono desde el naufragio
y sigo sin entender…
¿Donde están las ciudades y sus héroes?
Si a mí me enseñaron desde pequeño
/ que los «hombres nuevos+ nunca temen.

Del libro: Geometría del Humo.

Textos / En Sociedad Peruana de Poetas

[Robin Rey Hernández Rojas. (Holguín-Cuba 1988) Poeta de la Asociación de Jóvenes Creadores «Hermanos Saiz». Graduado de Teatro en la Escuela de Instructores de Artes de su ciudad natal, entre otras distinciones ha merecido: Mención de Poesía en la Novena Edición de los Juegos Florales. Casa de Iberoamérica, Holguín 2005. Sus poemas se encuentran en distintas antologías y publicaciones periódicas.
Textos en Blog Casa Barbari]

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Ulises Varsovia (Chile)
Alguien en la escalera


Mientras mis propios pasos
por la misma, misma escalera,
y en el desván los antepasados
silenciosos en sus daguerrotipos,
arrancados de cuajo de sus epístolas;

mientras mi mano por la baranda
segura, de memoria deslizada,
y el perro ningún aullido,
inmóvil, petrificado en su espanto,
y toda la casona en suspenso
ante el crujido de las tablas gimientes ...

Mientras, en fin, el piano ahogado
en su caudal de notas transcurridas,
y los rincones, los dormitorios,
el puente en el aire suspendido,
los cristales arañados por las olas,
los muebles gastados en su ejercicio...

Sí, por la gimiente escalera
mis mismos, mis mismos pasos,
la misma mano deslizándose,
el mismo eco repitiéndose,

y Madre por las habitaciones,
Madre por el salón abalanzada,
Madre corriendo por los pasillos,
Madre preguntando en la cocina,
gritando mi nombre por la casona.

Yo con mis propios pasos subiendo
sin fin y sin comienzo los peldaños,
yo ascendiendo y permaneciendo,
yo trepando hacia la misma puerta,
acercándome sin alcanzarla,

y Madre enloquecida de espanto,
Madre corriendo por las habitaciones,
gritando inútilmente mi nombre.

Ulises Varsovia

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Alta tarde

Hoy las seis de la obscuridad
del señor otoño,
hoy las tardecida y tantas
de su rodaje humedad,
y nadie sonoridad,
nadie entreabiertos ojos
o lentas guitarras.

Hoy las innúmeras y altas,
hoy las ya irreconocibles
del tráfico astral,
lentas, lentas sus pisadas,
y perdiéndose en la urdimbre
de la niebla abismal.

Las seis de la desbandada,
las tardías del corazón:
señor otoño, piedad
en las tantas que otredad,
pasando por el reloj
de horas malhadadas.

Las póstumas, las desnudas,
las temblorosas de frío
en la intemperie astral:
hoy lentas, hoy inconclusas,
hoy suma de los destinos
en el sino monacal.

Hoy las dieciocho crecientes,
hoy las totales menguantes,
hoy telaraña humedad:

Señor otoño, piedad
a las tantas de la tarde,
a las nunca de la muerte...

A lo obscuro de lo viviente,
a lo trágico de lo errante,
a lo eterno de la humedad.

Ulises Varsovia
(de: Nocturnal. 2000)

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Aquellos días

Desde el interior de los años
que el tiempo arrolló, transcurriendo,
desde el interior del ser
adonde las cosas huyen
y esperan como fieras, agazapadas,
el momento del salto,
que se abra la ventana de brumas
donde la luz y la sombra forcejean,

desde lo incierto, entonces,
desde la realidad parecida al sueño,
o, mejor, desde los días
que tal vez no fueron,
desde aquello que fue y no existió,
aleteando con su voluntad enferma…

Es otoño otra vez, es cierto.
Se escucha por doquier
el rumor de la muerte caer de las ramas,
tocar a la puerta de los hospicios,
olfatear en las salas de urgencia
de los hospitales,
aproximarse a los sueños enfermos,
desdibujarse en la niebla su leve silueta.

Y sin embargo no es eso.
No es que las hojas, no es
que el cielo espolvoree su ceniza,
no es que adentro un violin
suene su sonido gris, su música mortuoria.

¿Es que nadie entiende?
¿Es que estoy solo
enredado en las hebras de un idioma muerto?
¿Es que aquellos días
que fueron y no fueron
van a la deriva entre la bruma y los sueños?

¿Desde dónde, entonces,
como si hubieran sido,
como si fueran efectivamente
recordados, con forma y movimiento,
con su inequívoco color desdibujado?

Tal vez no viví realmente entonces,
tal vez aquellos días me pertenecieron
sólo indirectamente, gastados,
como adentro del traje de un difunto
en el que habité las horas insuficientemente.

Ahora las cosas que fueron
quieren recordarme, llegan a mí,
abren su ocurrida existencia ante mis ojos,
me enseñan sus raídos contornos
que quiero reconocer (o no quiero),
y mi afán desfallece
tactando infructuosamente las siluetas.

Es otoño, es cierto, las hojas
se me pegan a la piel y gritan,
me caen al sueño donde naufragamos,
jalan de mí como si fuera una de ellas.

Y sin embargo no es eso:
a la deriva en el tiempo,
días llenos de fantasmales figuras,
días con sonidos huyendo, huyendo,
días donde dejé de ser, donde mi vida
cruzó ciega o durmió, llena de espanto.

(De Canciones de otoño.1993)

[Ulises Varsovia nació el 2 de julio de 1949 en Valparaíso, «cuyo mar y sus tempestades marcaron definitivamente mi persona y mi poesía. Estudié varias asignaturas humanísticas, y trabajé en tres universidades, tanto en historia como en historia del arte, al mismo tiempo que escribía poesía. En 1985 salí a doctorarme a Alemania, y como mi mujer es Suiza, pude trabajar y quedarme en San Gallen, ciudad en cuya universidad hago un par de lecciones. He publicado 28 títulos de poesía, cinco de ellos en Chile, y tres dedicados a Valparaíso, el último: Hermanía: La Hermandad de la Orilla, en Apostrophes de Santiago (www.apos.cl). El libro más antiguo que he publicado es Jinetes Nocturnos, de 1974, pero tengo otros inéditos más antiguos. En 1972 publiqué un cuadernillo, Sueños de Amor, que circuló sólo entre amigos. [...] Me han publicado más de 70 revistas de literatura de todo el mundo, en varios idiomas, y repetidas veces, y estoy en numerosas páginas web. [...] En agosto del año 2006 salió a la luz en Sevilla, España, mi libro de poemas Anunciación. Ángeles y Espadas, publicado por la Asociación Cultural Myrtos. Esta misma entidad acaba de publicar mi Antología Esencial y Otros Poemas (1974-2005), que incluye dos poemas de cada poemario publicado, es decir, 52 poemas esenciales, y tres poemas de 12 libros inéditos, lo que hace un total de 88 poemas. Lo último mío aparecido es Vientos de Letras, también antológico, en colaboración con el poeta andaluz Alexis R., editado por Myrtos».

De los 28 poemarios publicados, sobresalen Jinetes Nocturnos, de 1974 / 75,Tus náufragos, Chile, de 1993, Capitanía del Viento, de 1994, El Transe-únte de Barcelona, de 1997, Madre Oceánica, Valparaíso, de 1999, Mega-lítica, de 2000, Ebriedad, de 2003, y la Antología Esencial.]

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Ian Welden (Chile / Dinamarca)
Canción de cuna


Duérmete mi niña
que salió la luna
y por los tejados
juega con la lluvia.
Duérmete mi vida
que se fue el sol
por la cerra grande
bailando con amor.
En el bosque duermen
ya los pajaritos
porque tienen sueño
como los niñitos.
En la mar inmensa
son los marineros
los que nunca duermen
vigilando el cielo.
Las estrellas viejas
duermen con pasión
y las pequeñitas
juegan al amor.
En el campo duermen
ya los campesinos
bajo un techo triste
sueñan con el frío.
En las mansiones
duermen los señores
han comido mucho
tienen tiritones.
Y los opresores
duermen sin piedad
tienen pesadillas
de nunca acabar.
Tuto mi guagüita
no me hagas rabiar
que ya estoy cansado
de tanto esperar.
Por la calle oscura
andan los chiquitos
los zapatos rotos
y sueño en los ojitos.
Por las alamedas
de la gran ciudad
los trabajadores
quieren descansar.
Que la noche es corta
que la noche es larga
unos con paciencia
otros con rabia.
Pío pío pío
dicen los pollitos
cuando tienen hambre
y son tan mononitos.
Tuto tuto niña
tuto tuto mi sol
duérmete pedazo
de mi corazón.

Ian Welden

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Inocencia

En una ciudad donde las casas multicolores cuelgan de las montañas cual adornos de árbol de navidad y los barcos de todo el mundo llegan a descansar, nació la bella Inocencia.

La ciudad se llama Valparaíso y queda en un país llamado Chile, ahí donde termina el mundo. Donde vuelan aves gigantes llamadas cóndores y donde la naturaleza un día enloqueció y mezcló desiertos ancestrales con valles verdes alucinantes, mares testarudos y cordilleras solitarias, vientos impertinentes y hielos que se estiran hasta caerse del planeta.

Al nacer, su padre y su madre se dieron cuenta de que habían recibido una niñita muy especial. No sólo era bella como una piedra de luna, sino también inteligente y emprendedora. Y con una sonrisa tan graciosa que todos los güagüitos de Valparaíso se enamoraban de ella.

Su padre trabajaba cargando y descargando pesadísimas cajas en el puerto. Los barcos de la China traían té y hierbas dulces y fragantes. Los de África llegaban con diamantes y los de Madagascar traían telas bordadas con oro y plata que los políticos y pijes chilenos compraban para sus esposas.

Valparaíso enviaba toneladas de cobre al resto del mundo, vinos exóticos y frutas dulces y olorosas a lejanos reinos misteriosos.

La madre de Inocencia, Consuelo, se ganaba unas monedas haciendo vestidos y lavando ropa. Ella subía y bajaba las empinadas y eternas escalas que unían a todos los cerros de la ciudad, las cimas y el mar, acarreando las compras y visitando a sus comadres.

En el patio de la casita de madera y adobe había un gallinero con gallinas ponedoras y gallos que se sacaban las crestas a picotazos.

Cuando Inocencia cumplió cuatros años de edad, ayudaba su madre a degollar gallinas, desplumarlas y hacer cazuela de aves con papas y arroz para los cumpleaños. Inocencia se escondía en el baño a llorar por las gallinas y su destino, y enterraba los restos en la tierra y lea ponía pequeñas cruces de palo.

Inocencia comenzó a ir al colegio a los cinco años de edad. Su padre le regaló un bolsón de cuero olorocito a novedad. Era su orgullo. Era además el único bolsón de cuero de verdad. Los otros niños llevaban mochilas de tela y plástico, de colores chillantes y con letras y dibujos extranjeros. Algunos llevaban bolsas de género, sucias, y a Inocencia le daba pena.

Le gustaba ir al colegio y era buena alumna. Pero le gustaba más ir al puerto a mirar los buques de países tan extraños. China, India, Dinamarca... Y las tripulaciones multicolores, amarillos como el azafrán, oscuros como el té, blancos como el papel. Y se acercaba su padre, color té con leche, sudando y cansado, y la levantaba de la cintura y le daba un besito en la frente.

Vagaba alucinada por la ciudad. Subía y bajaba a saltitos los cientosesentaydos peldaños de la magistral Escala Cienfuegos, mas larga que el muro de china, pensaba. Y en cada escalón se detenía unos segundos para intentar descifrar el fenómeno de la cercanía y la distancia. Mientras mas alto trepaba, mas pequeña se veía la La Iglesia de San Francisco. Porqué sería?

Los domingos después de misa, se iba a la ciudad sola. Disfrutaba de su propia compañía. Entraba a un mundo mágico donde la vida y los objetos podían manipularse a gusto. Caminaba incansablemente por los cuarentaycinco cerros y cerras de Valparaiso y aprendía sus nombres de memoria, y divagaba como en un sueño surrealista: «Cerra la Cruz, hembra dócil y amable. Víctima de la fechoria de las crucifixiones la pobrecita». «Cerro Lechero, macho sonriente, vacas y toros deambulan rumiando tranquilamente, vacas regalando leche tibia a los seres humanos». «Cerro Cárcel, híbrido, no quiero ver, no quiero mirar! debo seguir caminando...» «Cerra Alegre, hembrita pequeña como yo...» Y jugaba con la Cerra Alegre y volaba con el Cerro Mariposas.

En los muros de los recovecos de la ciudad encontró una inscripción misteriosa: «se pelan bebés». Inmediatamente sacó su tarrito de pintura celeste y escribió «también se beben pelas». En otro muro decía «la fuente de la imaginación es la locura». A lo que ella agregó «y yo me lavo los pies en la fuente».

Inocencia iba a pasear por las playas, mirar a los pescadores. Se sorprendía ante la inscripción «limpiada de pescados es a conciencia suya...» La econtraba tan enigmática pero no se atrevía a escribir su respuesta inmediata («y su conciencia es un pescado limpio»). Iba revisando a las pobres bestias marinas expuestas al calor y al oxígeno. Peces verdes de estómagos blancos, peces rosados de estómagos marrones y agallas como alitas lisiadas, peces azúles cuyas escamas brillaban como diamantes viejos y opacos. Y todos con sus ojos y bocas abiertos, todos agonizando así como había agonizando su abuelo, el Tata. O como soldados que se han rendido a la muerte y a la guerra.

A veces lograba hacer maniobras ilícitas y se subía a los ascensores mágicos, carritos de fierros asmáticos que se quejaban de dolor de espalda. Desde ahí podía ver a la ciudad haciéndose chica, grande, chica... grande... hasta que caía en un sopor agradable, y finalmente se dormía.

Entonces algún tío o padrino o vecina la tomaba en brazos y subía con ella cien peldaños y la depositaba sana y salva en manos de sus padres. Y las gallinas hacían sus cló-cló-cloes y los gallos sus ki-kiri-kies.

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Arturo Cardona Mattei (Puerto Rico)
¿De qué están hechos?


De qué están hechos, Señor, estos hombres y mujeres
Que van por la vida prometiendo del cielo sus quehaceres
Que pintan sueños para ganarse truncados laureles
Que piden honorarios manchando así su ropaje de nieve
Que buscan en tus libros mandatos que tú no tienes

Hombres y mujeres que hablan y se pervierten
Que toman tu palabra con una libertad que muerde
Convirtiendo en sus esclavos a una humanidad ingente
De qué están hechos, Señor, estos hombres y mujeres
Que van tornando tu palabra en infiernos dementes

Por qué, Señor, tu cordel no se revierte
Por qué sus caminos albergan tanta muerte
Por qué, Señor, sus lenguas no detienes
Por qué no pones en sus labios el enrojecido metal que hiere
Por qué, Señor, su roja sangre en el abismo no se vierte

Mira que tu palabra la sacuden al viento
La desfiguran, la manchan con melosos acentos
Insinúan castigos en un infierno perverso
Son hombres y mujeres que cargan un lastimero proyecto
Señor de los altos cielos, haz que sus gargantas
se hundan en el lugar de los muertos

De qué están hechos, Señor, estos hombres y mujeres
Que van por la Tierra predicando a muchos seres
Que llenan sus alforjas con denarios que no merecen
Que se jactan con verbos anunciando lo que no tienen
En tu prometido castigo hay candados, ballestas y grilletes

De qué están hechos, Señor, estos hombres y mujeres
Que van por la vida dejando huellas de muerte
Que tiñen los aires con olores de tumbas ardientes
Por qué Señor, permites que tu palabra se secuestre
Por qué Señor, no pones punto final a este sainete

La pregunta aún sigue mojada en el tintero
De qué están hechos, Señor, estos hombres y mujeres

Tu Hijo nunca pidió honores ni diezmos callejeros

3 de octubre de 2010 / Caguas, Puerto Rico

[Estos hombres son murmuradores, quejumbrosos respecto a su suerte en la vida, que proceden según sus propios deseos, y su boca habla cosas hinchadas, a la vez que están admirando personalidades en el interés de su propio provecho. (Judas 1-16)]

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Monólogo del niño ciego / Cuento


Así nací. Nadie tiene culpa de ésta mi desgracia. Pero mi madre siempre ha sentido que en ella radica alguna onza de culpa. Ha sufrido toda su vida. Me lo dice, me lo repite. Se angustia y molesta… se va a la cama. Ese ha sido el cuadro desde que vine a este mundo. Todo lo que se de este mundo me ha llegado a través de mi madre. Mi padre se perdió en otra oscuridad, de esas muchas que existen en esta vida. El tiene ojos, no ha perdido su visión, pero perdió el camino de la rectitud. Perdió el camino y la oportunidad de la paternidad. El sabe que existo y que no tengo el favor de poder ver el mundo que hay a mi alrededor. Ya lo he dado por perdido. Mi madre es el eslabón que me une a todo lo que siento, a todo lo que tengo, a todo lo que me imagino. Es mi eterno lazarillo. Una cosa le agradezco infinitamente: siente lástima por mi situación, pero me cree capaz de vivir y se interesa en enseñarme todo lo más posible.

Mi madre me habla de todo lo que compone el mundo. Me habla de montañas, de ríos, de mares, de árboles, de las flores, de los animales, de otros pueblos. Me habla de cosas que el hombre ha logrado. Me habla de la Luna, del Sol, de las estrellas. Me ha relatado la osadía del hombre en su conquista de eso que llaman el espacio...el gran universo. Ella se fascina cuando me trasmite todos esos conocimientos. En mi humilde biblioteca hay mucha literatura que describe toda esa abundante vida y hazañas.

Yo se que todo eso es verdad. Mi tacto me lo confirma. Mi olfato me garantiza que hay flores. Mis oídos saben de ruidos y sonoras notas musicales. Mi boca me comunica constantemente con otros seres humanos. Mi paladar me ha declarado que hay cosas dulces, agrias, calientes, frías. Se que hay muchísimas cosas buenas y malas en este mundo. Se que ese mundo es inmedible. Puede que sea infinito, donde no se sabe ni su principio ni su final. Puede que esté creciendo constantemente. ¿Quién podrá saberlo con certeza?

Más sin embargo, lamentablemente, mi propio mundo es pequeño. Mi libertad es amañada. Mi movimiento no sabe de lejanías. Pero tengo sueños. Quiero sentir el ruido del río. Quiero bañarme entre sus aguas. Quiero beber de sus aguas. Quiero subir a una montaña. Vencer ese reto subiendo a su cima. Y allá arriba sentir la brisa que viene de lejos, de otras montañas más altas y más lejanas. Deseo tocar las olas de eso que llaman mar. Sentir sus aguas saladas. Todo esto me lo ha descrito mi adorable madre.

Quiero tocar los pájaros y las aves y los demas animales. Quiero jugar con ellos. Quiero oír el canto precioso de ese pájaro llamado ruiseñor. Quiero tocar la ubre de la vaca y tomar directamente de ella su tibia leche. Me dice mi madre que es un gran alimento. Pretendo subir a los árboles. Coger de sus frutos y llevarlos a mi boca sedienta de saber sus olores, sus colores y sus sabores. Quiero ir a otros lugares. Conocer otras gentes. Otros niños. Mi madre me dice que hay otros niños que pasan por el mismo problema que yo tengo. Es triste que en mundo tan bueno y tan bello haya seres humanos viviendo en una oscuridad eterna.

Las fiestas de niños aún no las conozco. He oído decir que son alegres. Que son fiestas donde hay música, comida, bebida y regalos. Y que ellos gozan y disfrutan de todo eso. Esa puerta aún no se ha abierto para mi. Mi madre me dice que tenga calma y esperanza. Yo se que ella quiere todas esas cosas buenas para mi. El tiempo pasa, pero mi oscuridad se empeña en quedarse conmigo. ¿Se acabará mi tiempo sin que yo pueda saber y conocer todo lo que ese mundo tiene que ofrecer? Ahí vive mi gran preocupación. ¡Eterna morada sin luz!

Hoy es otro día. Otro día donde oigo, palpo y saboreo cosas que pertenecen a ese gran jardín de la vida. Mi madre me ha leído otro cuento. Ella lo hace muy a menudo. A través de esos relatos he aprendido muchas cosas. Quiero aprender más, pero no puedo echarle tanta carga a mi madre. Ella tiene otras responsabilidades. Todos los días tiene que cumplir con su humilde trabajo. De ese esfuerzo diario sale el sustento total de mi casa. Pero eso sí, siempre reserva algo para comprarme libros interesantes. Ellos son mi otro lazarillo. Son el puente que me unen a ese mundo que existe, pero que me es tan raro e intrigante. Me molesta que yo no tenga ese privilegio tan hermoso de disfrutar las tantas cosas que hay que ver. Para mi solo hay un color: el negro. Pero ya sé que en ese mundo, que es ajeno a mis deseos, los colores existen a gran escala. Me dicen que toda la naturaleza se viste de esplendidos colores. Me hablan de una belleza que llaman el arcoiris. Me lo han relatado como algo que flota en el espacio y luego desaparece. Me cuentan que los niños quedan asombrados con tan hermoso dibujo.

Mi madre me dice que el sol ya se fue a dormir. Pronto una luna llena mostrará su cara plateada. Mi madre me dice que el Sol es el rey del día y que la Luna es la reina de la noche. Cuando la oigo dándome esas explicaciones me asalta el deseo de llorar. Me contengo, pues no quiero que mi madre sepa cuánto sufro y anhelo ver todas esas hermosas cosas que hay en su mundo. El mio es otro. Si ella llora no lo se, pues sus lágrimas nunca las he visto. Pero he oído los quejidos de su alma. Salen fuertes y profundos. Luego canta o imita algún pájaro para disimular su gran dolor. Sin ser culpable de mi ceguera siente un un gran dolor muy pesado. Ella está segura que algo en su cuerpo motivó mi defectuoso nacimiento. Nunca nadie la ha podido mover de ese sentimiento de culpabilidad. El cura del barrio tampoco ha podido darle una explicación consoladora. Siempre se limita a decir que son los designios de Dios. Mi madre es una ferviente religiosa. En contadas ocasiones falta un domingo a la iglesia de la comunidad. Ella cree que allí puede estar la solución a mi eterno problema.

Mi madre toca una campanita. Lo hace con gracia y delicadesa. Su mensaje es invariable. Es la hora de ir a la cama. El Sol se disipó. Ahora es la Luna la que muestra su presencia. Mi madre me dice que la noche ha llegado. Yo me reservo la contestación, pues no quiero amargarla. Pero mi vida es toda noche, es toda oscuridad. Si hay Sol o Luna para mi no hay diferencia. Me pregunto si el río duerme, si la brisa tiene su cama donde descansar, si el mar tiene su lecho de reposo, si las flores cierran sus encantos durante la noche. Yo se que los pájaros, las aves y los demás animales duermen. Eso tenemos en común. Se que duermo cuando me voy a la cama, pero no puedo saber cuánto tiempo estoy así.

Un tierno y caluroso beso de mi madre me trae un nuevo día. Esa es la señal gratificante de que un nuevo día ha comenzado.Los pájaros vuelven a cantar. El gallo baja del árbol de mangó acompañado de su inseparable gallina. Una vez más siento la brisa que sale como notas musicales de los cercanos árboles. La vecindad vuelve a su diaria rutina. Los niños empiezan su habitual caminata hacia la escuela. La escuela... ese sitio donde me dicen que se aprenden muchas cosas. Yo solo aprendo lo que mi madre me comunica. Creo que ella sabe mucho, pues lee muchos libros. Cada nuevo día es una nueva desesperación para mi. En la vida de mi madre cada nuevo día es un nuevo reto. Su trabajo fuera de casa y mi carga dentro de casa la deben consumir tremendamente. Ella es valiente, paciente y con una gran fe en ese Dios que ella dice que todo lo ve, que todo lo puede. Yo, de esas cosas no se nada. Me limito a escucharla. Creo en todo lo que ella me dice.

Un día mi madre me preguntó: «¿cómo me veo?» Se que se estaba poniendo su mejor vestido, que estaba luciendo su mejor peinado y que llevaba encima sus mejores prendas. Era domingo. Luego de la misa habría visita en casa. El cura y otros amigos de la vecindad vendrían por aquí. Yo le pregunté: «¿Madre, que es un espejo?" "Es algo muy claro donde uno se puede ver. Y la figura que se ve es idéntica a uno mismo». Aquello me intrigó mucho. No solamente había muchas cosas que ver en su mundo, sino que también había algo llamado espejo donde uno podía verse tal cual uno es. Quedé desconcertado. Me imaginé que era algo así como otro personaje que le decía a uno al instante cómo era esa persona que se colocaba frente a esa cosa llamada espejo. Si uno era bonito o feo, esa cosa mostraba su sinceridad. Si uno era gordo o flaco, esa cosa no mentía. Era raro, que esa cosa sin tener boca le dijera a uno toda la verdad de cómo uno es. Mi madre me decía que el espejo nunca miente y que tampoco es hipócrita. Y para remachar, culminaba así: «las personas deberían ser como los espejos».

Había llegado el día más esperado de mi vida. Mi madre, junto a otros vecinos, íbamos de paseo. Nos esperaba la playa. Yo quería saber cómo era. Quería tocarla, quería jugar en sus aguas, quería jugar con mis pocos amiguitos. El Sol estaba fuerte, lo sentía en mi piel. La algarabía de la mucha gente era algo sorprendente para mi. Como que todos reían. Mi gozo era inmenso. Yo caminaba. Yo corría. Por primera vez bañé todo mi cuerpo en aguas saladas. Yo conocía el río y sus aguas, pero esto era algo totalmente diferente. Era agradable. Sus olas me recordaban la hamaca que había en el balcón de mi casa. Iban y venían. No se perdían tierra adentro. Tampoco regresaban a las lejanías del mar. Estaban allí, siempre presentes. Yo las quería hacer mías. Como que esas olas sospechaban de mi ingenua presencia. Como que querían hacerme feliz. Tal vez esas olas se percataron de que yo era un niño ciego. Por eso, tal vez, se comportaron esplendidamente aquel día. Todo el tiempo las sentía empujar mi pequeño y liviano cuerpo. La sensación de estar flotando nunca la olvidaré. Esta playa será mi amiga el resto de mi vida.

Regresamos a casa. Atrás había quedado todo un paraíso. Mi anhelo era volver una y otra vez. Mi madre así me lo prometió. Le pregunté: «¿Podré algún día ver todo ese hermoso paraíso que hay a nuestro alrededor?»

El tiempo transcurrido fue muy largo. Mi madre se tornó incómoda. Entonces oí un quejido, luego un llanto. No veía sus lágrimas, pero mis dedos no me mentían. Mi madre mojaba su rostro con lágrimas intensas. Aquella pregunta fue estúpida. Había perturbado a mi madre. Le dije: «Madre, no te acerques al espejo». Si se miraba en esa cosa su amargura sería doble. Quedé con la sensación de que acató aquel pedido.

Una vez más la campanilla daba su orden: a la cama, es de noche. La noche para mi madre y los demás era por un tiempo corto. Mi noche es permanente. En esa perenne oscuridad se desliza mi vida. Hoy no hay viaje a la playa. En el balcón me espera la hamaca que me recuerda aquellas olas amigas. Allí, en el balcón, solo en mi hamaca dejé escapar un grito de auxilio: ¡Por favor, quiero ver! ¡Quiero ver el mundo! ¡Quiero ver a mi madre! ¡Quiero verme frente al espejo! Una voz suave, como susurro delicado de viento mañanero le decía en lo profundo de su espíritu; «Niño, tu día está anotado en el libro de la Gran Esperanza. En ese día tu oscuridad será borrada. Tu vida será cambiada. Todo el paraíso te será mostrado. No temas. Espera un poco más. Tus penas se irán al olvido eterno. Todo será nuevo... diferente. El llanto no será más».

El ruiseñor, encaramado en el cucurucho del árbol de mangó rompió con su magistral pico aquella soledad que apresó aquel grito de auxilio.

8 de enero de 2005 / Caguas, Puerto Rico

Arturo Cardona Mattei

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