Monday, February 21, 2011

Enero-Mayo 2011 / No. 75 / Condado de Orange



CONTENIDO 75

Baruch Spinoza

Este es el Dios o Naturaleza de Spinoza
Del editor y un poema a Baruch Spinoza

Yván Silén
Gonzalo Rojas / (Elegía para los vivos)

Juan Manuel Pérez Álvarez
La llave del tiempo
Patria
Esperanza de siempre

Jorge Majfud
La irrelevancia de la razón

Edgar Borges
Antonio Gómez Rufo ante la crisis mundial:
«La solución es el rearme ciudadano, ideológico y formativo»

Marcos Aguinis
El coraje de Ayn Rand

Alejandro Drewes
Sobre La Ermita de Oscar Portela
De la despedida
Legat / Herencia
Te conduzcan los pasos

Oscar Portela
La Ermita / (II Parte del Ofertorio de Brumas)
Hölderlin y Celan: un ensayo sobre la melancolía

Rolando Revagliatti
Aleaciones

Fanny Jaretón
Inmolación
A ciegas

Gloria Eugenia Lemus
Cómplices

Saúl Sánchez Toro
Haibun del Desconsuelo

Ana Lucía Montoya Rendón
Haibun del Desconsuelo

Carlos Lopez Dzur
El fantasma que recorre el mundo
Frag. 2
Frag. 4.

Éktor Martínez
Preñando las epifanías

Blanca Barojiana
A mi higuera

Presentan «Canto al hermetismo», poemario de Carlos López Dzur / Video

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Baruch Spinoza (judío-sefardí)
Este es el Dios o Naturaleza de Spinoza

Dios hubiera dicho: Deja ya de estar rezando y dándote golpes en el pecho! Lo que quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida. Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he hecho para ti.

¡Deja ya de ir a esos templos lúgubres, obscuros y fríos que tú mismo construiste y que dices que son mi casa.

Mi casa está en las montañas, en los bosques, los ríos, los lagos, las playas. Ahí es en donde vivo y ahí expreso mi amor por ti.

Deja ya de culparme de tu vida miserable; yo nunca te dije que había nada mal en ti o que eras un pecador, o que tu sexualidad fuera algo malo.

El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer.

Deja ya de estar leyendo supuestas escrituras sagradas que nada tienen que ver conmigo. Si no puedes leerme en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de tu hijito... ¡No me encontrarás en ningún libro!

Confía en mí y deja de pedirme. ¿Me vas a decir a mí como hacer mi trabajo?

Deja de tenerme tanto miedo. Yo no te juzgo, ni te critico, ni me enojo, ni me molesto, ni castigo. Yo soy puro amor.

Deja de pedirme perdón, no hay nada que perdonar. Si yo te hice... yo te llené de pasiones, de limitaciones, de placeres, de sentimientos, de necesidades, de incoherencias... de libre albedrío ¿Cómo puedo culparte si respondes a algo que yo puse en ti? ¿Cómo puedo castigarte por ser como eres, si yo soy el que te hice? ¿Crees que podría yo crear un lugar para quemar a todos mis hijos que se porten mal, por el resto de la eternidad? ¿Qué clase de dios loco puede hacer eso?

Olvídate de cualquier tipo de mandamientos, de cualquier tipo de leyes; esas son artimañas para manipularte, para controlarte, que sólo crean culpa en ti. Respeta a tus semejantes y no hagas lo que no quieras para tí. Lo único que te pido es que pongas atención en tu vida, que tu estado de alerta sea tu guía.

Amado mío, esta vida no es una prueba, ni un escalón, ni un paso en el camino, ni un ensayo, ni un preludio hacia el paraíso. Esta vida es lo único que hay aquí y ahora y lo único que necesitas.

Te he hecho absolutamente libre, no hay premios ni castigos, no hay pecados ni virtudes, nadie lleva un marcador, nadie lleva un registro.

Eres absolutamente libre para crear en tu vida un cielo o un infierno.

No te podría decir si hay algo después de esta vida, pero te puedo dar un consejo. Vive como si no lo hubiera. Como si esta fuera tu única oportunidad de disfrutar, de amar, de existir.

Así, si no hay nada, pues habrás disfrutado de la oportunidad que te di.
Y si lo hay, ten por seguro que no te voy a preguntar si te portaste bien o mal, te voy a preguntar ¿Te gustó?... ¿Te divertiste?... ¿Qué fue lo que más disfrutaste? ¿Que aprendiste?...

Deja de creer en mí; creer es suponer, adivinar, imaginar. Yo no quiero que creas en mí, quiero que me sientas en ti. Quiero que me sientas en ti cuando besas a tu amada, cuando arropas a tu hijita, cuando acaricias a tu perro, cuando te bañas en el mar.

Deja de alabarme, ¿Qué clase de Dios ególatra crees que soy? Me aburre que me alaben, me harta que me agradezcan. ¿Te sientes agradecido? Demuéstralo cuidando de ti, de tu salud, de tus relaciones, del mundo. ¿Te sientes mirado, sobrecogido?... ¡Expresa tu alegría! Esa es la forma de alabarme.

Deja de complicarte las cosas y de repetir como perico lo que te han enseñado acerca de mí. Lo único seguro es que estás aquí, que estás vivo, que este mundo está lleno de maravillas.

¿Para qué necesitas más milagros? ¿Para qué tantas explicaciones?

No me busques afuera, no me encontrarás. Búscame dentro... ahí estoy, latiendo en ti. Spinoza

[Baruch de Spinoza (también escrito Baruj de Spinoza, Benedictus de Spinoza, Benito de Espinosa, (Ámsterdam, 24 de noviembre de 1632 - La Haya, 21 de febrero de 1677) fue un filósofo neerlandés, de origen sefardí portugués, heredero crítico del cartesianismo, considerado uno de los tres grandes racionalistas de la filosofía del siglo XVII, junto con el francés René Descartes y el alemán Gottfried Leibniz].

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NOTA DEL EDITOR: BARUJ ESPINOZA Y POEMA DE BORGES

Filósofo, considerado el exponente más moderno del panteísmo y uno de los tres grandes filósofos racionalistas del siglo XVII, Baruch Espinoza me reció un poema del curioso Borges. Nuestro referido nació en una familia judía hispano portuguesa. Su educación inicial puso un gran énfasis en el estudio de las fuentes clásicas judías. A medida que continuó con sus estudios de física se fue apartando del judaísmo, hasta que en 1654 con la muerte del padre se alejó definitivamente y fue excomulgado y expulsado de la ciudad en 1656. Trabajó puliendo lentes para instrumentos ópticos durante varios años.

En 1661, se trasladó a Rinjnsburg, ciudad cercana a Leiden donde trabajó en sus escritor y más tarde a Voorburg, donde trabó amistad con algunos físicos y con el jefe de gobierno, quien protegió una de sus publicaciones, Tratado teológico político (1670). Esta obra causó gran revuelo.

Poco tiempo después se trasladó a La Haya y recibió una propuesta para estar al frente de la cátedra de filosofía occidental en la Universidad de Heidelberg, pero rechazó el ofrecimiento para no recibir restricciones de los teólogas hacia sus estudios. Luis XIV, rey de Francia le ofreció luego una pensión a cambio de que dedicara uno de sus trabajos, pero Baruch Spinoza tampoco la aceptó. En 1677 murió a causa de la tuberculosis cuando contaba con cuarenta y cuatro años.

Según Baruch Spinoza, mente y cuerpo son lo mismo, visto desde dos ángulos diferentes. La mente es la idea del cuerpo, y éste es el aspecto extenso de la mente. Con el concepto de un dios impersonal y el rechazo de la libertad de la voluntad, Baruch Spinoza tuvo mucha oposición y hostilidad de sus contemporáneos y obtuvo reconocimiento mucho tiempo después, siendo uno de los mayores pensadores filosóficos de todos los tiempos.

Es autor de: Etica demostrada según el orden geométrico, (1674), Tratado sobre la reforma del entendimiento (1662), Principios de la filosofía de Descartes (1663) y Tratado acerca de Dios, el hombre y su felicidad (1661)y Tratado teológico político (1670).

En sus obras explica que: «Cualquier cosa que sea contraria a la naturaleza lo es también a la razón, y cualquier cosa que sea contraria a la razón es absurda». Define el proceso de aprendizaje en los siguientes términos: «Una misma cosa puede ser al mismo tiempo buena, mala, e indiferente. Por ejemplo, la música es buena para la melancolía, mala para los que están de luto, y ni buena ni mala para el sordo... Todo cuanto hacemos debe tender al progreso y al perfeccionamiento... Quizá alguien piense, sin embargo, que de este modo convertimos a los súbditos en esclavos, por creer que es esclavo quien obra por una orden, y libre quien vive a su antojo. Pero esto está muy lejos de ser verdad, ya que, en realidad, quien es llevado por sus apetitos y es incapaz de ver ni hacer nada que le sea útil, es esclavo al máximo... Las academias que se forman a cargo del Estado se instituyen no tanto para cultivar las mentes, cuanto para embridarlas». De la importancia del estudio de la historia dijo: «Si no quieres repetir el pasado, estúdialo... La causa que hace surgir, que conserva y que fomenta la superstición es, pues, el miedo. Todo cuanto los hombres deciden para su bienestar no se sigue que sea también para el bienestar de toda la naturaleza, sino más bien, por el contrario, puede ser para la destrucción de otras muchas cosas».]. El poema de José Luis Borges es el siguiente:

Baruch Spinoza

Bruma de oro, el Occidente alumbra
la ventana. El asiduo manuscrito
aguarda, ya cargado de infinito.
Alguien construye a Dios en la penumbra.

Un hombre engendra Dios. Es un judío
de tristes ojos y de piel cetrina;
lo lleva el tiempo como lleva el río
una hoja en el ahgua que declina.

No importa. El hechicero insiste y labra
a Dios con geometría delicada,
desde su enfermedad, desde su nada,

sigue erigiendo a Dios con la palabra.
El más pródigo amor le fue otorgado,
el amor que no espera ser amado.

En La moneda de hierro / Jorge Luis Borges, Obra poética, Buenos Aires, Emecé, 2001

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YVAN SILEN (Puerto Rico)
Gonzalo Rojas (Elegía para los vivos):

Fue breve. Tú querías pleitesía y yo no he /
nacido para darlas. Tu querías las noches y /
yo te escupí con la mía. Tú querías poesía /
y la mía era mirra. Tú querías /

reír, pero la mía era dura (luna /
de otoño, luna de muerte, luna /
d’esquizo). Mi poesía era un pez /
ahogado en tu mirada. Y tu voz de polvo hoy /

detrás de Rokha nadie, detrás de Lihn ninguno, /
detrás de Mistral lo bisexual, l’oscuro, I /
detrás de Neruda los partidos, la polilla, /

el insomnio. Todo fue breve. Todo es instante. /
(¡Nueva York fue lo fatal amargo de un suicidio!) /
¡Tú querías la risa…pero el invierno era duro!

25 de abril del 2011
Puerto Rico


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JUAN MANUEL PEREZ ALVAREZ (España)
La llave del tiempo

La llave del tiempo abre la puerta de la casa,
blandamente y despacio, girando su verdad.
En la mesa el mantel se tiende silencioso
y hay velas encendidas alumbrando un retrato.
La cerradura cruje, se acobija,
noche frágil,
en el jarrón florido del deseo
que inunda de llamas aladas
el pobre paisaje.
Y toda magnitud es soledad que consagra
el canto del pájaro celeste en la ventana.

(De Propiciación)

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PATRIA

Sobre la piedra del Sentimiento me siento a contemplar los naranjos de la felicidad. Todos alineados en hileras rectas, normativas, sensoriales, producen desde la cumbre nevada de la montaña de la mente la emoción del asombro. De las ramas extendidas penden las doradas naranjas, fruto dulce de este jardín de las Hespérides, al extremo occidental de la vida. A las muchachas les gusta almorzar aquí, digo al coro de todas las ninfas con sus vestidos de satén, a las impresiones e imágenes cinéticas que moran en el barro sideral de la memoria. Colocan un mantel de puntilla lírica en el césped perlado del rocío de la nostalgia, mondan las naranjas una a una y saborean los gajos que ponen un ruiseñor sobre su lengua. Juntas conforman la flor de la belleza, en cuya corola convergen las expresiones de los cinco continentes de la tierra habitada por el hombre, los cinco sentidos que se agrupan en torno a un centro de fortaleza consciente, como el mar del ser que los une. Aguardan a sus galanes de punta en blanco que no tardan en llegar, con levita y paraguas, por la esquina del camino. Son los pensamientos de alas invisibles y leontina de deseo. Toman a sus enamoradas y pasean bajo el bulevar de la enramada cuchicheando y riendo, mientras las naranjas los coronan al irse. Solo quedan la piedra, y los naranjos dorados, cuando el recuerdo me hace invisible. [De El grado de la aurora]

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ESPERANZA DE SIEMPRE

Sea este canto rayo vital de la alborada,
sea un reino de aroma la mano de tu amor,
en nuestra ciencia humilde, de mal contaminada,
ojalá tu palabra sea nuestro corazón.

No desea otra cosa la humanidad del mundo,
más que se manifieste la cara de tu Ser
¡oh señor de la Mente ! misterio tan profundo
como la vida misma, morada del Saber.

De la escenografía de los cuatro elementos
( los cuatro actores del espacio universal)
de la pantalla del río de los momentos
rescata de su valle la flor de la verdad.

Si el mundo es un cadáver a corrupción llevado,
tú, hijo de la causa, elévalo a la gloria,
la fuente de la patria, el pabellón amado.
Convierte el sentimiento en materia de memoria.

[Juan Manuel Pérez Álvarez, escritor español (Ourense, Galicia, 1985), colabora en las revistas Foro de Paginantes, Noticias Literarias de América Latina, AERA y otras. Es profesor de informática en Aidea, especialista en Diseño web/gráfico, educado en la Universitat Autònoma de Barcelona.]

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JORGE MAJFUD (México)
La irrelevancia de la razón


«¿Cómo Dios pudo permitir que sucediera esto?»
En 1974, Jorge Luis Borges le comentó a Ernesto Sábato que a su juicio bastaba con un dolor de muelas para negar la existencia de un Dios todopoderoso. Esta observación sería rigurosamente cierta si consideramos que el Todopoderoso es, al mismo tiempo, Todobondadoso. Si Dios permite que ocurra en el mundo un solo gramo de mal es porque quiere que ocurra o no puede evitarlo. Si de verdad existe una lucha del Bien contra el Mal, entonces Dios aún no domina su propia creación o no quiere hacerlo. O es, como dice Isaías (45-6): «Fuera de mí no hay ningún otro. Yo modelo la luz y creo la tiniebla, Yo creo la dicha y la desgracia. Yo soy Yahve, el que hago todo». También Pedro Abelardo, después de justificar la traición de Judas con las propias Escrituras, escribió, no sin fisuras: «¿quién ignora que el mismo diablo no hace más de lo que Dios le permite? [...] El poder lo recibe de Dios; la voluntad, en cambio, le viene de sí mismo».

La idea de un dios todopoderoso y desprovisto de un solo gramo de maldad es imposible para la lógica. Pero no demuestra su inexistencia, ya que un ser perfecto debe ser in-inteligible para los mortales. Por otra parte, Dios no es una proposición científicamente refutable, al decir de Karl Popper. De cualquier forma, una discusión teológica es como una partida de ajedrez: sus conexiones con el mundo exterior son irrelevantes. La religión es lo contrario: es una forma de acción, muchas veces política, pocas veces metafísica, aunque con frecuencia se sirve de las interminables e inconducentes discusiones teológicas.

Es extraño que algunos consideren que el ateísmo es una posición científica y no una postura religiosa como cualquier otra. Pero no es menos extraño que los religiosos, que reniegan de cualquier teoría que prescinde de alguna intervención supranatural, no descansan en su absurda obsesión por demostrar la verdad contenida en las Sagradas Escrituras. No aceptan que cualquier página considerada sagrada en cualquier religión deja de ser un objeto de fe en el preciso momento en que se convierte en un hecho científicamente demostrado. Si algo es, o parece absurdo (como poner a todas las especies del planeta en un barco y luego negar siquiera la posibilidad de que los millones de especies que hoy lo habitan fueron consecuencia de alguna evolución) y usted literalmente cree en ello, ¿qué mejor prueba de su santidad?

Más consecuentes son quienes consideran o reconocen que uno no puede comprender (completamente) los designios de Dios.

No obstante, cada vez que en el mundo ocurre una catástrofe, como el terremoto en Japón o el huracán Katrina en Nueva Orléans, se reavivan las discusiones teológicas. En algunos países como Estados Unidos, una poderosa minoría ha secuestrado el discurso social con sus amenazas patoteológicas. En el mejor de los casos, los más civilizados, apenas conocen a alguien preguntan «¿a qué iglesia va usted los domingos?»; no si uno va a alguna iglesia.

Cuando no estoy cansado respondo, «no voy a ninguna iglesia, señora, Dios me libre». Lo cual no es del todo cierto, porque cuando paso por algún templo que me inspira, entro con permiso.

«¿Entonces, no cree usted en Dios?»

«Creo que sí, aunque nunca le pido prosperidad ni me persigno para que mi equipo de fútbol gane. Lo único que le pido siempre a Dios es que exista».

«¿Cómo es posible creer en Dios y no tener iglesia?», más de una vez me han preguntado en este país, con los ojos más abiertos de lo necesario.

Con frecuencia se cita el momento que en el programa de televisión The Early Show de Nueva York, la periodista Jane Clayson le preguntó a la hija del célebre telepastor Billy Graham sobre los atentados del 11 de setiembre de 2001 en Nueva York:

«¿Cómo pudo Dios permitir que sucediera esto?», inquirió, lo que recuerda el conocido cuestionamiento sobre Auschwitz. La hija del pastor respondió:

«Al igual que nosotros, creo que Dios está profundamente triste por este suceso, pero durante años hemos estado diciéndole que salga de nuestras escuelas, que salga de nuestro gobierno y que salga de nuestras vidas. Y siendo el caballero que es, creo que Dios ha resuelto retirarse. ¿Cómo podemos esperar que Dios nos dé Su bendición y Su protección cuando le hemos exigido que nos deje solos?».

En todo el mundo se repitió, no sin emoción y lágrimas, este momento como «una respuesta profunda y sabia que dejó muda a Jane Clayson».

Sin duda que hay que tener una fe muy profunda para creer que el creador del Universo actúa como un niño resentido unas veces o como un amante celoso otras. Pero esto es una cuestión de opinión. Lo que no es materia de discusión es el hecho de que los terroristas que perpetraron los atentados del 11 de setiembre tenían la misma opinión de Virginia Graham Foreman. Sobre todo, odiaban el tipo de decadencia humanista y secular que por mucho tiempo caracterizó el experimento histórico de este país, que las teocracias odiaron y que las nuevas repúblicas iberoamericanas intentaron copiar en el siglo XIX. Sus «padres fundadores» no fueron religiosos conservadores como cree la mayoría de los norteamericanos (¿cómo un conservador puede hacer algo revolucionario como fundar un país diferente o una nueva religión?) sino una elite de políticos humanistas que había diseñado y logrado, por primera vez, un gobierno y un Estado separado, por ley y en sus prácticas, de todo tipo de injerencia religiosa. Y por primera vez, un Estado que se fundase, al menos en teoría, en la igualdad como paradigma. No porque odiaran a Dios sino porque creían en el derecho a la libertad de los individuos (antes de excluir a los esclavos) y en un tipo radical, para la época, de democracia moderna como alternativa a las teocracias y las monarquías absolutistas.

Salvo algunos teólogos, los predicadores no necesitan ser racionales. Les basta con un par de aforismos para niños porque saben que los respalda la fe ciega de quienes lo siguen. Más que el Amor los protege el Miedo. Así logran confundir a Dios con sus propias religiones y las opiniones de sus pastores y sacerdotes con la opinión más reciente de Dios.

También Torquemada fue llamado «luz de España y el salvador del país» por enviar a la hoguera a los herejes. También Francisco Franco acuñó monedas que rezaban «Caudillo de España por la gracia de Dios» por el mismo mérito. Lo que prueba que hay amores que matan.

Pero no juzguemos a Dios por sus seguidores.

Claro que el racionalismo de los últimos tres siglos se convirtió en otra forma de fanatismo; también religioso, si se quiere. Pero tampoco fue culpa de la Razón sino de una reacción ciega que terminó negando todo lo irracional y espiritual que también forman parte de la condición humana.

En los países occidentales de hoy, la mayoría con gobiernos e instituciones públicas basadas en las ideas humanistas de libertad y laicidad, ya no se pueden quemar individuos por razones de opinión. Al menos no sin una buena excusa. Esto no fue un logro de ninguna religión sino a pesar de casi todas las religiones del momento. Fue un logro de los humanistas que lentamente liquidaron las teocracias y el fanatismo religioso que poco o nada tenían que ver con Dios.

Tomado de ArgenPressCULTURAL. Mafud es profesor en Jacksonville University, Estados Unidos.

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EDGAR BORGES
Antonio Gómez Rufo ante la crisis mundial:
«La solución es el rearme ciudadano, ideológico y formativo»

En diálogo sostenido con el escritor español, contó algunos detalles de su nueva novela La abadía de los crímenes y fijo posición sobre el nacionalismo como «forma de ambición de la burguesía para aumentar su poder económico», la desintegración del colectivo, la política del miedo, la hipocresía social ante los valores, la superficialidad generalizada, el cambio climático y la ley del mercado. Palabras cargadas de fuerza justo en momentos cuando se pretende descomprometer la voz del escritor ante la instauración de una globalidad estupidizada.

P:
¿Qué cuenta La abadía de los crímenes?

R:
Es la historia de una investigación criminal en un convento femenino en el año 1229 a cargo del rey don Jaime I, acompañado por una simpática monja navarra muy aguda y divertida, muy suelta: Constanza. Esa es la trama principal. Pero también es un triángulo amoroso entre el rey, su esposa doña Leonor de Castilla y la que será su futura esposa, Violante de Hungría. Y, además, de pasada, un repaso a la nobleza catalana de la época. En fin, una divertida novela policíaca en clave histórica.

P: ¿Tu novela es una puerta al universo femenino?

R: La mujer es el motor que mueve el mundo; los hombres, el mecanismo que hasta ahora lo ha hecho girar. Pero sin ellas la maquinaria se hubiera parado hace mucho tiempo. En La abadía de los crímenes las mujeres representan el amor, el poder, la inteligencia y hasta el crimen. Es un escenario femenino en el que el hombre, el Rey, es sólo una manera de retratar o representar nuestras contradicciones. Por otra parte, Constanza, la monja investigadora que acompaña al rey, es el personaje más entrañable de la novela. Me enamoró al escribirla y estoy seguro de que enamorará a los lectores.

P: Observas con atención el complejo mundo de la mujer, como un espacio más diverso que el masculino. Sin embargo, ¿no te parece que determinados mensajes de característica uniforme están dibujando a la mujer como si para conquistar la igualdad tuviera que asumir el errado liderazgo (machista) que hasta ahora ha tenido el patrón del hombre?

R: En los ámbitos domésticos la mujer ha tenido siempre un gran protagonismo, en cuanto al orden y a la educación y cuidado de la prole. No creo que tenga ahora que asumir ningún liderazgo: basta con que se la considere lo mismo que al hombre, ni más ni menos.

P: En tu novela hay una referencia al nacionalismo. ¿Qué tan distinto es el nacionalismo que narras al que acontece en la España actual?

R: Son nacionalismos muy diferentes. Y sin embargo, del actual, no deja de sorprenderme el protagonismo de un problema que sólo existe en la cabeza de algunos políticos. Al fin y al cabo, el nacionalismo es una aspiración de la derecha política que, por ignorancia ideológica, algunos sectores de la izquierda han asumido como propia. Los nacionalismos son la ambición de la burguesía para aumentar su poder económico y en esa trampa han caído los sectores menos lúcidos de la izquierda. Porque la izquierda de verdad siempre fue internacionalista. En mi novela el rey Jaime I representa la vocación de crear un reino fuerte y unido. Y ya en 1229 una parte de la nobleza catalana buscaba la manera de independizarse de la Corona de Aragón. Pero el separatismo es políticamente caro, culturalmente empobrecedor, socialmente injusto, internacionalmente debilitador y económicamente suicida. Además, como explica Magris en relación a Serbia y los albaneses de Kosovo, cuando una minoría se convierte en Estado, de inmediato se convierte en una mayoría que oprime a otras minorías. Deberíamos aprender algo de lo que ha sucedido en la antigua Yugoslavia.

P: Se ha comparado tu novela con El nombre de la rosa, entiendo que eres admirador de Umberto Eco. ¿Asumes su influencia?

R: Nunca pensé en esa novela mientras escribía La Abadía de los Crímenes. Después me lo hicieron notar (por acontecer la acción en un convento y con unos crímenes en su interior), pero son novelas radicalmente diferentes. Me halaga la comparación, pero creo que se equivocan. Tengo más influencias de Dostoievski, García Márquez y, en esta novela, de Art Paassillina, sobre todo por el sentido del humor que tiene la novela, que en general es muy divertida.

P: Estableciendo puntos de revisión entre la época de La abadía de los crímenes y la actual, ¿cómo ves la democracia? ¿Estamos en un proceso de transición que nos llevará a una nueva forma de democracia o un sistema de otra índole?

R: Hoy todo el mundo habla de salidas y no de soluciones. Se gobierna y se legisla para hoy, para llegar en buenas condiciones a las citas electorales inmediatas, con salidas-parche, y no se buscan soluciones para el futuro de España, de Europa, del mundo. Las crisis económicas, el cambio climático, la conversión del individuo en un ser temeroso asediado por el miedo, el poder de los mercados y tantas otras cosas crean un modelo de sociedad en la que ya no se respetan los valores colectivos sino las salidas individuales. El miedo obliga al individuo a cambiar libertad por seguridad. Goethe decía «prefiero la injusticia al desorden» y parece que el goethismo se ha adueñado de todas las ideologías. El recorte de libertades y derechos va en ese camino. Y no se apuesta por la educación, la formación, la defensa de los valores éticos, el esfuerzo ni la solidaridad. Lo estamos viendo en casos tan simbólicos como el crecimiento del Estado-padre y la consideración de que un creador no es un trabajador y, por tanto, no merece ser remunerado por su trabajo. Son sólo síntomas, quizás ejemplos periféricos, pero la realidad es que la cultura del todo-fácil y del todo-gratis ha impregnado la sociedad. Y lo peor de todo es que no sé si hay soluciones. Para mí, la solución es el rearme ciudadano, ideológico y formativo. Volver a construir una jerarquía de valores que no sea una pura hipocresía, porque los valores que dicen ser respetados hoy (el trabajo, la educación, la moral, la solidaridad…) en realidad no son respetados por nadie. Hoy prima el egoísmo y la banalidad, se da categoría a lo que es superficialidad, escaparate. Una sociedad ilustrada, conocedora de sus derechos y deberes, no necesita ser tutelada por el gobierno de turno. Pero construir esa sociedad no interesa a los políticos porque a más libertad ciudadana, menos poder para los partidos gobernantes y para las trampas del mercado.

P: ¿Consideras que en el futuro el libro impreso será compatible con el electrónico?

R: Habrá un nuevo modelo de negocio en la industria editorial en breve. Las nuevas tecnologías (los lectores electrónicos, los portales de descargas de libros, el pirateo informático) lo ocuparán todo o casi todo. Al igual que devoraron las industrias discográfica y cinematográfica, el siguiente bocado lo darán al mundo del libro. En la Comisión de Nuevas Tecnologías de la ACE, que presido, estamos comprobando que todavía nadie se está preparando para ese futuro, ni los editores ni la mayoría de los escritores. Creen que el momento es muy lejano, pero yo opino que estamos en un horizonte de dos o tres años, nada más. Habrá espacio para toda clase de libros, también en papel, naturalmente, pero minoritario. Hay que replantearse el futuro si queremos que sigan surgiendo nuevos creadores en todos los campos.

Biografía: Antonio Gómez Rufo nació en Madrid (España). Entre sus novelas cabe destacar La abadía de los crímenes, La noche del tamarindo, El manantial de los silencios, El secreto del rey cautivo (Premio Fernando Lara, 2005), Adiós a los hombres, Los mares del miedo, El alma de los peces; Balada triste en Madrid; La leyenda del falso traidor; Las lágrimas de Henan y Si tú supieras. Ha sido traducido al alemán, holandés, francés, portugués, polaco, griego, rumano y búlgaro. Colabora habitualmente en distintos medios literarios y periodísticos. Es vicepresidente de la Asociación Colegial de Escritores de España (ACE). Su reciente novela es La abadía de los crímenes (2011)].
Tomado de ARGENPRESS CULTURAL.

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MARCOS AGUINIS (Argentina)
El coraje de Ayn Rand



Parece haberlo escrito para los argentinos de hoy. Solicito leer sus frases con la mente abierta, sin prejuicios. Dice: «Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes no trafican bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos, sino que, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un inútil sacrificio, entonces podrá reconocer que esa sociedad está condenada».

Ayn Rand nació en San Petersburgo en 1905 y falleció en Nueva York hace casi tres décadas. Su verdadero nombre fue Alisa Zinovievna Rosenbaum. Desde pequeña evidenció una decidida vocación literaria, porque a los siete años empezó a borronear novelas y guiones para el cine recién nacido. Se apasionó por las obras de Victor Hugo y demás escritores románticos que, al mismo tiempo, denunciaban injusticias. Estudió filosofía e historia en la Universidad de San Petersburgo. Descubrió a Nietzsche y su exaltación por lo heroico. Se mantuvo prendada de la Lógica de Aristóteles durante toda su vida. A los 21 años, consiguió un visado para viajar a los Estados Unidos, porque deseaba proseguir su carrera de guionista. Atrás dejaba una Rusia ensangrentada y confundida, donde los ideales se iban transformando en una dictadura hipócrita.

Sus obras produjeron conmoción y se expandieron como fertilizantes. Para muchos, sin embargo, sólo contenían errores y veneno. Su libro mayor se titula La rebelión de Atlas ( Atlas shrugged ), extensa novela dotada de fluidez y suspenso. Sin embargo, también generó odios. Porque ella y todas sus obras tenían una coherencia que iba contra la corriente dominante.

En efecto, las frases con las que he comenzado este artículo sólo muestran claridad y contundencia. Decía lo que pensaba, aunque cayese mal. Formó escuela y tuvo cadenas de admiradores y no menos largas cadenas de detractores.

Apenas llegada a los Estados Unidos, fascinó a Cecil B. DeMille, que la introdujo en el cine e incorporó como actriz en Rey de Reyes . Desde entonces se empeñó en redactar guiones y novelas. «Decidí ser escritora desde niña, y todo lo que he hecho se ha circunscripto a tal propósito».

En sus obras suelen destacarse las personas que se esfuerzan por lograr lo mejor de sí mismas, y cuya independencia las pone en conflicto con el hombre-masa, con el hombre sometido. De ahí que haya detestado las propuestas colectivistas, en las que cada persona se disuelve, se torna irresponsable, excesivamente obediente, autómata, manipulable. De ahí también su denuncia contra quienes no trabajan de verdad y se aprovechan de quienes sí lo hacen (se refería a políticos, dirigentes sindicales y líderes hipócritas).

Abominaba de los ladrones y falsarios. Consideraba que cada ser humano es sagrado, pero debe hacer honor a esa sacralidad mediante la actividad honesta y la independencia de ideas.

En 1936 publicó Los que vivimos, donde narra la vida dramática de una mujer de espíritu indómito bajo un régimen autoritario. «Es lo más parecido a mi autobiografía», confesó. La obra no fue bien recibida inicialmente porque reinaba la Gran Depresión. Aumentaba la popularidad de las corrientes comunistas, que ella calificó como un remedio que asesina al paciente. Lo había visto y experimentado en carne propia. Lo curioso del caso es que, sin el permiso de la autora, Benito Mussolini ordenó filmar en 1942 dos películas basadas en esa novela: Noi vivi y Addio, Kira. Era un intento de propaganda antisoviética. Pero los nazis advirtieron el ingenuo error, se enfurecieron y exigieron que de inmediato fueran retiradas de las carteleras. Habían comprendido que el mensaje de Ayn Rand no era sólo antisoviético, sino crudamente antitotalitario.

La fama de esta autora se desplegó con más fuerza al publicar El manantial. Era una novela que le llevó siete años de trabajo y fue rechazada por 12 editoriales, hasta que en una de ellas un joven le espetó a su jefe: «Si éste no es un libro adecuado para usted, entonces yo tampoco debo trabajar más aquí». Luego las editoriales se disputaron su pluma. Hasta que produjo un libro de inusitada extensión: las mil doscientas páginas de La rebelión de Atlas.

En la década de los '80, la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos hizo una encuesta sobre el libro que mayor influencia había tenido en la vida de muchos lectores. El primer lugar fue adjudicado a la Biblia y el segundo, a La rebelión de Atlas. Esta larga novela hace coincidir a quienes adoran y quienes aborrecen a Ayn Rand, para decir que es una obra temeraria y poderosa. Enfrenta sin rodeos las ideas estatistas que habían empezado a imperar en el mundo. Narra la decadencia de los Estados Unidos como consecuencia de un excesivo intervencionismo, «ineficiente y corrupto en la mayoría de los casos».

Pese a que fue escrita entre los años 1946 y 1957, la novela parece un anticipo de la decadencia socioeconómica que fue hundiendo a la mayoría de los países latinoamericanos. Sin temor a las críticas, esa obra divide la composición social de un país en dos clases, que no corresponden a las clases hasta entonces identificadas por la historia, la política y la sociología. Esas dos clases son la de los saqueadores y la de los no saqueadores.

Los saqueadores están representados por quienes piensan que toda actividad económica debe ser regulada y estar sometida a una fuerte dirección gubernamental. Los no saqueadores, en cambio, son emprendedores e intelectuales que se inclinan por la solución contraria. Desde esa base es fácil comprender el párrafo que escribí al comienzo: «Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes no trafican bienes, sino favores; [...] cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un inútil sacrificio, entonces podrá reconocer que esa sociedad está condenada».

La hipertrofia y corrupción estatal (a menudo manejada por dictadores, dictadorzuelos o simples autoritarios) le han comenzado a dar la razón. Incluso en países donde esto era inimaginable, como la Cuba de los Castro.

Ella quería un Estado pequeño, eficaz y transparente, que ayude a la fisiología social. Pero condenaba a los extremistas libertarios: son hippies de derecha, decía. El Estado, reducido a límites legales, racionales y beneficiosos de verdad, es positivo. Pero el Estado omnipresente es fascismo. La proclama fascista fue categórica e inolvidable: «Todo dentro del Estado, nada fuera del Estado».

La franqueza y audacia de Ayn Rand produjeron temblores. Por ejemplo, defendía el derecho a distribuir -entre adultos- cualquier tipo de texto o medio audiovisual, incluida la propaganda nazi, comunista o la pornografía (que aborrecía, por considerarla un atentado contra la sexualidad y el buen gusto). Sostenía que «las ideas no delinquen», y que sólo se debían castigar los actos delictivos. Afirmaba que cualquier intento de que el Estado limitase la expresión de ideas erróneas, equivocadas o peligrosas sólo podía conducir a una censura total.

Las obras de Rand fueron denostadas al principio, como ya señalé. Molestaba su audacia. Sonaban como demoledoras de tradiciones y culturas. Pero quien no compartió esa opinión fue el público, que las convirtió en duraderos best sellers de numerosos países. Los expertos en literatura inglesa pretendieron ignorarla durante décadas. Igual sucedió con economistas, sociólogos y políticos. Fue calificada de egoísta e insensible. Pero el gran crítico literario Harold Bloom encontró a su obra lo suficientemente significativa para incluirla en su respetada antología American W omen Fiction Writers.

Ayn Rand fue valiente y franca, original y seductora. No tuvo razón en todo y es probable que haya resbalado en varios puntos. Pero su mérito es indiscutible: dijo lo que muchos no se atrevían a manifestar y nunca dejó que la mareasen los elogios. «Un seguidor a ciegas es precisamente lo que mi filosofía condena y yo rechazo», afirmó. [Cortesía de © La Nacion]

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ALEJANDRO DREWES (Argentina)
Sobre La Ermita de Oscar Portela

Oscar Portela
en la transparencia que permite la asunción de todo lo efímero del vacío de la Historia a bordo de una barca que se hundeirreversiblemente. Y el poeta serenamente y lejos de toda estridencia y de recursos confesionales al uso que agiganten inútilmente su tragedia personal, dice más sobre un estado de gracia que sobre sí.

Esa ermita brilla como lugar del retiro tras apartar toda la inútil hojarasca. Esa que existe materialmente y no existe o que existe en tanto haya esa precisa mirada que la sepa revelar

Voz de profeta en el desierto del mundo que da testimonio de la devastación de los tiempos, del paisaje electrónico y las almas errando en la procelosa noche, de la fatuidad de los diosecillos tecnolátricos, y del conocimiento vacuo y definitivamente mercantilizado y su tribu de tristes adoradores.

Escritura en la que el lector percibe naturalmente al despojamiento en el gesto simple y cotidiano de comunión con lo verde y que asume la paradoja del ínfimo ser que se piensa a sí mismo y la supera en el fluir de esas cristalinas aguas que no dejan de cumplir su ciclo en el flujo y reflujo del Universo.

Poema cuyas sombras se proyectan sobre la luz acotada del día en su arco
descendente, con palabras que alcanzarán su destino en el espejo de esos
anónimos Otros.

Buenos Aires, febrero del 2008

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DE LA DESPEDIDA

Te acribillarán las sentencias
que alguien pervirtió en tu nombre.
Será un lunes por la mañana.

Silvina Garré

A las espaldas
apenas los escombros
de un tiempo
malvivido
la fiesta más ajena

quizás el simple trazo
de sangre
la sombra de otra rosa
que agita el viento
del poema
en su costado

Demasiado pudor
para nombrarte
ya demasiado inútil
el ojo de aceite
que abandona su lámpara

Escribo esta forma
de la despedida
para el juez la postrera
sentencia, la fuerza de vórtice
que arrastra todos los cuerpos

Cenizas errantes
de la estirpe malograda
de Odín, pasajeros desta lluvia
que no cesa, sólo esto
quedará -unas póstumas notas

al margen o acaso
eso que llaman efectos
personales-, ese arco que oscuro
de pronto se tensa un domingo
del véspero a la séptima hora

Y creíamos
en Dios

Alejandro Drewes

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LEGAT / HERENCIA

No este mi rostro
a la sombra de las multitudes
en la vertiginosa carrera
de fantasmales horas

No la fiesta perpetua
ni la mascarada de los otros
no el tiempo tres veces
negado

no el misterio que jamás
alcanzamos
la esperada hasta el fin
comunión de estas manos

no este mundo al garete
ni el azul de su polvo
la explosión de un segundo
que lo lleve tal vez a otra nada

no el consabido encierro
de un anillo fugaz de ceniza
ni las tardes de infancia
y sus perdidas voces tan lejos

como la imposible patria
el oscuro gemido en los huesos:
un viento muy solo que aúlla y la luna
y los perros negros en Hamlet

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Te conduzcan los pasos

Te conduzcan los pasos
al resplandor de la tarde
memorable y lenta sea
la curva que traza la luz
entre frutos tempranos
perdida. Mas luego piensa
en la nieve como flecha
sobre lugares amados ayer:


verde fuera su cuerpo
y dorado a veces
como restos diurnos
-como pecios al borde
mismo del ocaso-
incandescentes. Pudo ser
quizá la materia primera
de aquel único sueño
allá lejos, olvidada
sombra de la rosa
su inclinado cuerpo leve
final sobre el agua

Alejandro Drewes

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OSCAR PORTELA (Argentina)
La Ermita / (II Parte del Ofertorio de Brumas)


A Abel Posse y Graciela Maturo
En mitad del desierto está
La ermita. Ni ascensores al cielo
La acompañan ni malévolos diábolos,
Perturban su soledad a prueba
De sensores que detecten la proyección
De espectros o sepulcros
Hundidos en los espejos ilusorios.

Aquí la abyección del Santo
Halla la calma que le negara el mundo.

Aquí solo imágenes vivas se proyectan
Sobre la lente de un alma viva
Que procrea – estéril - hijos para la eternidad
De aquesta nada que muerde las orillas
De las huellas efímeras del día.

Aquí el infierno se fue al infierno
Que alberga el duelo de ser yectos- desnudos
Y libertos - dueños de nuestras osadías
Y verdugos de nuestra sombra
Y la de Otros.

La ermita siente todo aquello que proviene
De afuera y lo repele: tres pisos y un III B
En mitad del desierto de lo humano.

Que es lo humano el desierto y no el silicio.

Y a ella no llegan los mendicantes del espíritu
Ni los volantineros de la nada
Ni los hackers que borran los deseos,
Ni las hechicerías de los magos
Ni los castos doctores del saber.

Aquí la soledad su melodía el piano y la luna
De otoño con sus vastos recuerdos son el agua lustral
Con los que riega el poeta sus helechos
Que son los ángeles que pueblan

La Eternidad Efímera Del Día
17 de febrero de 2008 / Oscar Portela

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Johann Christian Friedrich Hölderlin fue un poeta lírico alemán. Su poesía acoge la tradición clásica y la funde con el nuevo romanticismo. Muy influido por Platón y por la mitología y cultura helénicas, se apartó sensiblemente de la fe protestante.

Hölderlin y Celan: un ensayo sobre la melancolía

A Estela Guedes y Patrick Cynthas

«Traducimos sin tener el texto original»:
Günther Eich

«Y como soportaría yo ser hombre si el hombre / no fuese también poeta y adivinador de enigmas y redentor de azar»: Friedrich Nietzsche

«Los poetas, / aún los espirituales, / deben ser en el mundo»: Friedrich Hölderlin

¿Pero de qué se trata entonces eso de traducir? De la ausencia de los originales – de la traza primera – se ocupó de modo extraordinario Jacques Derrida.

Se trata, claro, de un legitimo intento de apropiación de una experiencia lingüística que carece de equivalentes en otra lengua.

Es lo que ha sostenido Heidegger durante décadas cuando trató de la reapropiación latina de la experiencia griega del pensar.

De modo tal que un texto a la mano traducido – aún con la aparatología científica de la más ardua sistémica filológica – no puede asegurarnos de que estemos en presencia de la voz proferida en el supuesto original con el que batallamos.

El caso Hölderlin es paradigmático: una vez más se acusó a Heidegger de apropiación indebida de los textos de Hölderlin.

La polémica la desató Paul de Man y tardíamente intervino en ella Derrida y tomό notas de ello Beda Allemann.

Se trata por supuesto de los Grandes Himnos y no de los poemas de la locura. En este caso, como en el Paul Celan, se trata de «interpretar una sintaxis» que conscientemente apunta a mostrar la insuficiencia del lenguaje para mirar el misterio con el solo ojo de un cíclope.

«El Rey Edipo tiene un Ojo de más», escribió Hölderlin. Los filósofos, filólogos y gramáticos no podrían resolver un enigma que sόlo la Pitia envía para diversión de los Edipos de la Filosofía.

Cuando Heidegger -y por motivos fácticos- se lanzó sobre la obra de Hölderlin, lo hacía de modo sibilino.

En estas lecciones, como en la magna obra sobre Nietzsche, se trataba de atacar al nazismo sin que sus mentores ideológicos lo advirtieran.

No obstante como todos saben, debió aclarar que la elección no se debía a la importancia que para la lírica alemana o mundial tuviese Hölderlin - comparado a Dante por ejemplo-, sino a que este inauguraba una edad en la que los poetas poetizaban sobre la esencia de la poesía.

Quiero aclarar antes que nada que aquello de pastor del ser o «pastoreo en los campos del ser», quedó luego remplazado por la expresión guardián de la nada.

Nos toca hoy establecer vínculos entre la experiencia del pensar y el legado de la experiencia poética del ser en el habla poética.

A la modernidad no se puede penetrar por otra puerta que no sea la obra filosófica y poética de Federico Nietzsche: él se despidió de lo real y la apariencia, de todos los puertos a los que ninguna nave podía volver y afrontó la pregunta que aún pesa sobre el mundo de hoy.

¿Está el hombre como transeúnte preparado para hacerse con el dominio de la tierra? El logos Occidental que abandonó tempranamente Hölderlin creía y aún cree que sí.

La contestación de Nietzsche es que este logos nos había conducido como un boomerang hacia «el más inhóspito de los huéspedes»: el nihilismo.

Y el mismo que había tratado a los poetas de mentirosos y narcisistas termina con un bellísimo ditirambo titulado Sólo loco, sólo poeta.

En su primer poema el Nietzsche juvenil había escrito un poema titulado Al Dios escondido en el cual termina preso de esta imagen y sólo para señalar
curiosamente su coincidencia primera con el Celan de Tenebrae, en donde sólo habla de la proximidad del hombre y de Dios.

He aquí el poema de Nietzsche:

«Una vez más, antes de que me marche y mis miradas lance hacia el futuro, vuelvo a elevar en soledad las manos. Hacia ti, a quien me acojo, a quien solemnemente he dedicado altares en mi corazón, en lo más hondo de él, para que en todo tiempo tu voz vuelva a llamarme». «Sobre ellas arde profundamente inscrita esta palabra: al Dios desconocido: soy tuyo, aunque uno más entre los malhechores yo haya venido siendo hasta el momento: soy tuyo - y los lazos percibo que en la lucha tiran hacia mí hacia abajo y, aunque quisiera huir, me fuerzas a servirte». «Desconocido: conocerte quiero a ti que penetras en mi alma, que mi alma atraviesas cual borrasca ¡tú, incomprensible, afín a mí! Yo quiero conocerte, y aún servirte».

Es este el temprano espíritu de la melancolía, que en Celan, dado su sentido ya trágico del vacío, va a rayar en una especie de delirio melancólico.

Tempranamente debemos advertir que tanto en Nietzsche como en Celan se trata de el Señor, del Deus absconditus tema que nunca estará presente en Hölderlin, cuya melancolía se sostiene en otros parámetros.

El retorno no a la palabra única, sino la ruta que conduce a lo a lo auroral, a la patria del origen: ese origen que Heidegger definirá como la «eterna metamorfosis del origen».

Ya en su senectud y en su pueblo natal, Heidegger reconocerá la imposibilidad de todo camino que conduzca a los países natales: Francisco Madariaga, que no es un poeta que poetice sobre la esencia de la poesía e insistirá en las «comarcas dadoras de poesía», escribe brutalmente: «Ya no tengo países natales / sólo tengo isletas voladas por el agua».

«Patmos» comienza en la traducción de Norberto Silvetti Paz- (a la que debemos sumar el tesoro que nos legara Luis Cernuda – reapropiación digna de aquella realizada por Guillén de la poética de Valéry- y la del argentino Federico Gorbea) del siguiente modo: Para Hölderlin: «Cercano está / y difícil de aprehender el Dios».

La diferencia es abismal: Hölderlin irá entonces hacia el Asia (durante el apogeo de la estrella de la mañana Cristo, Dionisos y Hércules se hermanarán), de modo tal que el retorno de Empédocles a los misterios de la physis, pondrá a Hölderlin más cerca de Schelling que de su amigo Fichte), al cual había sugerido a grandes rasgos su Sistema de la Ciencia.

Sólo a veces las palabras Señor y Dios son pronunciadas en el extenso Himno. El rayo que última a Hölderlin viene no sólo de la ira de Apolo en la Provenza, sino de aquellos que representando el espíritu de la época no pudieron seguirlo: Hegel, Fichte, Schelling, Goethe y muchos otros.

La melancolía abrasadora que va a minar los espíritus de Hölderlin y Celan son las que Nietzsche enfrenta cara a cara:

«El desierto está creciendo / ¡Ay del que alberga desiertos!».

Pero a diferencia de todo poeta, en Nietzsche el espíritu de la melancolía va a ser una y otra exorcizado….

«¡Ah, cuán cansado estoy de todo lo insignificante que se empeña en pasar a la categoría de acontecimiento!»: (nosotros leemos la palabra acontecimiento como evento).

Nietzsche va a empeñarse en superar toda concepción romántica de lo poético: «léase esta frase como una alegoría que abarca a todo lo poético de Novalis en adelante: «Muchas veces eché yo mis redes en sus mares, queriendo pescar buenos
peces; mas siempre recogí la cabeza de un dios antiguo».

Mas adelante Nietzsche afirma… «creen los poetas que el que yace sobre la hierba, o en una solitaria pendiente, aguzando el oído, puede llegar a saber algo de lo que ocurre entre cielo y tierra».

Pero en este texto nunca analizado - y que se une a la concepción de la música analizada por Massimo Cacciari en Crisis- Nietzsche hunde sus
espolones hasta el alma pura del aeda: «El espíritu del poeta pide espectadores, aunque sean búfalos» (la tierra opuesta al mar) y termina donde nuestro camino comienza: «Yo vi llegar penitentes del espíritu, nacidos entre los poetas».

Nietzsche se adelanta a quienes ya no se sienten seguros «diciendo en una lengua» - que no les pertenece (Celan) y que tampoco ofrece ninguna guarida a la errancia de lo que no tiene principio ni fin.

Ese origen siempre buscado tras la alethé del nombre único, que despierta la sed y con esta la melancolía, constituye ya el desierto donde la inhabitud – el morar y el construir se separan- y el hombre como transeúnte y alma sin posada (Trakl) es aún un nonato en la tierra.

La inquietante deriva sin puertos que anunciara Nietzsche, y ese invierno que viene para quedarse y temía Hölderlin, interpretada por Heidegger como lo que no puede ir más allá de si mismo.

El mortal que ya no puede parir estrellas en términos de Nietzsche.

Una estrella para la tumba de Heidegger...

Paul Celan escribe en el cuaderno de la cabaña un ruego:…una palabra- la
palabra - que pudiese salvarlo.

Lacoué-Labarthe interpreta que el perdón es salir de sí mismo, de una mismidad que había asfixiado a occidente. Heidegger sabe que en alma de Celan esta alma esta rota y lo salutífero ya nada puede hacer por el poeta:

... por nuestra parte dudamos... Que la palabra perdón nos permita salir de nosotros mismos y sabemos que el tan mentado silencio de Heidegger tiene que ver con el horror del desierto que recién comienza a extenderse en toda su plenitud frente a nuestros ojos.

Celan responderá con una criptografía donde busca desesperadamente al Otro del Mismo y que Gadamer interpreta de este modo: «un tú que viene hacia mí».

Ese que Hölderlin buscaba en su peregrinaje y que lo crucifica cuando dice con claridad no encontrar un hombre en la Alemania del progreso de los genios, y el feroz viento de la melancolía comienza a arrancar como un laúd de su alma lamentos de congoja y sintaxis rotas de su alma a fuerza de intentar romper el círculo vicioso de la nada “nadeante”, mientras Nietzsche, hasta sus últimas horas de lucidez no duda en desafiar lo que parece constituir el ineluctable destino del mortal sobre la tierra.

¿Adonde ir pues cuando el invierno viene para quedarse y dejarnos sin posada? «Ay de mi – exclama Hölderlin- en el invierno,/dónde coger las flores, donde / el resplandor del sol/y las sombras de la tierra?»

Y Nietzsche, cediendo a la melancolía y ya sin patria, errabundo también, levanta la voz: «Dichoso a quien el manto de una patria le cubre».

Se trata entonces de aquello que no retorna sino en el canto de quienes intentan dejar que el nihilismo se consume a si propio.

¿Pero donde están estos?

Ese rayo del Geist (Espíritu) que será la línea de sombras con la que se
enfrentarán los malogrados Trakl y Celan.

Pero en Hölderlin se trata aún del canto alemán (Patmos) mientras en Celan trabado en lucha muerte con el rayo que enceniza, ya hay solo una nada que no es sino nonada y no la franquicia del ser que proporciona la posibilidad del evento.

Ante este cepo que enloquece y nace del propio nihilismo, Nietzsche se compara a Colón:

«Hacia Nuevos Mares»:

«Allí quiero ir, aún confío/ en mi aptitud y en mi comando. / El mar se extiende abierto, por el azul/ navega plácida mi barca genovesa. / Todo resplandece nuevo y renovado, / el mediodía dormita en el espacio y en el tiempo. / Sólo tu ojo exorbitante / me contempla ¡Eternidad!»: (traducción: Guillermo Teodoro Schuster y Juan Carlos Prieto Cané).

Y es que el camino hacia lo divino exige, como pedía Heidegger, que se desbroce en primer término el sentido de lo sagrado pues sagrado y divino son cosas que no deben mezclarse: de esa búsqueda de la palabra única. Hemos perdido el contacto con lo sagrado donde nacen los martirologios poéticos como los de Celan o Trakl.

A pesar de todo se atreve a decir todavía se puede escribir: «aún/ hay cantos que entonar más allá/ de los hombres». Como El Canto de la Noche del Zaratustra por ejemplo.

«Todo lo que vive está aquejado de dolor», afirma Heidegger especulando sobre Trakl.

A lo que siempre habría que responder con Zaratustra:

«El dolor dice pasa
pero el goce quiere eternidad
profunda eternidad».

«Eternidad –pregunta Rimbaud – «es el sol unido al mar».

Goce no es placer: es intensidad y constante aumento de energía. Alguna vez confróntese a Celan no con el casto Hölderlin sino con el mártir de la culpa que fue Trakl: escuchad pues su voz:

«Bajo pálidas máscaras acecha el espíritu del Mal. / Se ensombrece una plaza, tétrica y siniestra. /Al anochecer. Se agita en las islas un murmullo/».
(traducciones varias).

E imaginad estas visiones esculpidas con el alma de un niño por un loco: «No todos los días»:

No todos los días alcanzan la belleza / Para aquel que añora las alegrías / De los amigos que le amaron, de los hombres/Demorándose con afecto junto al adolescente»: Poemas de la locura de Friedrich Hölderlin (traducción de Txaro Santero y José María Álvarez)

Mitos y logos, sagrado y profano, son uno en este origen siempre recomenzado por los poetas agonales.

Por todo ello – y no a través de la mística- ni pensadores ni poetas, ni dramaturgos pueden acabar en el silencio, porque esto sería traicionar el sentido destinacional de toda obra.

Pues como afirma Massimo Cacciari, no se trata ya de «ser para decir sino de decir para ser». Y la poesía consiste en este desafío. Ese que a veces supo aceptar como un desafío Celan:

Puedes tranquilamente
agasajarme con nieve,
las veces que atravesé el verano
hombro con hombro con la morera blanca,
grito su última hoja.

Hoy no solo los filósofos medran en la escritura poética: Los Cuatro Cuartetos de Eliot no existirían sin Lao Tse o Santo Tomás, de modo tal y
solo como ejemplo, resulta difícil deconstruir textos edificados sobre sólidas arquitecturas especulativas.

Los filósofos en tiempos de penuria - esta acusación de Badiou está fundada- se nutren de estas experiencias, pues todavía la archiescritura es la que puede darnos una pista acerca de los “originales” que tanto busca la hermenéutica.

Mientras tanto, sólo tenemos ante nosotros re-escrituras, re-apropiaciones de experiencias, que nos desafían a hacerlas suyas.

Tarea ímproba. Por mi parte yo seguí las rutas de estos poetas. Y ahora me vuelvo como el Thesée de Gide hacia una propuesta de fidelidad a la tierra, a lo efímero como quería Rilke, de un «búcaro de lirios», porque siento que el retorno de la metamorfosis de lo inicial es re-iniciar lo mismo, jamás lo idéntico y los consuelos y la feroces melancolías causadas por el horror, - contra Adorno – hacen más necesaria que nunca la exaltación de la belleza.

Aquello que Rilke expresarlo así: «Fortalecer la confianza en la muerte desde las más hondas alegrías y magnificencias de la vida y a la misma muerte, que nunca fue algo extraño, y ajena, hacerla de nuevo como a la callada cosa sabedora de todo lo que vive, más reconocible y palpable» (Epistolario Español), o de este insuperable modo:

«Almendros en flor, la única tarea
que podemos realizar aquí es la de
reconocernos, sin el menor resto de duda
en la manifestación de lo terrenal»:
Epistolario Español

¿Pues cual es la misión del poeta sobre la tierra sino el alabar y el bendecir?: Para el poeta, celebrar y celebrar en recibir en nuestros corazones toda manifestación de lo terreno.

Pues como afirmaba el inmenso Federico Nietzsche mi corazón (el de un poeta): «Es también una fuente que canta».



«No hay nada en el mundo por lo que un poeta haya de seguir escribiendo, no desde luego si el poeta es un judío y la lengua de sus poemas es el alemán”, reflexionó en su última época Paul Celan (1920-1970). «Tal vez yo sea uno de los últimos que deba seguir viviendo para consumar el destino del espíritu judío en Europa. Esa obligación la he sentido como poeta, como poeta que no podía dejar de escribir, a pesar de ser judío y escribir en alemán».

Oscar Portela

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Alejandro Drewes (Argentina)
AL DIOS/ A ORILLAS DE LA GRANDE NOCHE

Pero piensa en estas palabras contra un cielo posible
piensa en eso cuando sea ya muy tarde para regresar:

en la sola mirada escrutando el paisaje interior
en la casa mudable bajo el suave dosel de las nubes

peregrinas de tiempos mejores, mientras el poso lento
del poema decanta y fuera el mirlo afina sus notas

graves como un himno. Escucha esos pasos furtivos
y quedos como barcas de oro, ya lejos de puerto

perderse, escucha si apenas dicen algo de nosotros
de la sombra que habita la casa, desa lámpara

buena que vigilaba en su día la invasión de la noche
y la sobria luz derramada en torno a los huéspedes

En estas palabras piensa, en las que no han de cargar
tus alforjas de viaje, en las breves como el alto verano

del Norte o la luna que empapa los pinos, ligeras
como la espalda de humo del dios en el mundo.

Alejandro Drewes

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ROLANDO REVAGLIATTI (Argentina)
aleaciones*

no escondas las pezuñas de tu padre debajo de la arena
no
levantes las enaguas de tu madre más arriba de su garganta
no arrojes
demasiado lejos los tradicionales y siempre imprescindibles
botones rosados
de tu hermana
no seduzcas aprisa a la sin mácula novia de tu hermano
pon
orden en tu memoria y economiza convicciones
déjate amar por tu dinero y
mantén tu oro despierto
intimídalos con explosivos roba la nómina de la unión
pacific

ansias locas manicomiadas guarecidas acuarteladas
voy a
cantar empólvame la trompa
voy a mirar empavóname los ojos
voy a tocar
fertilízame los dedos
voy a oír arrepóllame las orejas
voy a pensar
impónme en un rincón el característico bonete
(pero también adúlame y
alábame
que de característicos y tradicionales estamos
y yo me inflo me
inflo)

vegetariano como un caballo
insistente como un
murciélago
ataviado como un pavo real
casto castor zorro azorronado
ballena vacía
déjate uncir la selva el corral o la gracia
proponte
diferido en capítulos
reléete en bocanadas
ve cediendo la estela de
contritos virajes
descéntranos hazte remoto
estaño y plomo
redimidos
transiciones zoológicas
desazón y cultura
hathayoga tántrico
que se deja
converger por la alquimia

estilete
atroz lengua que respira
a la deriva mi
pincel
sufro por emma bovary
porque no es a mí a quien desesperadamente
necesita
ni por mis australes ni por mis productos
asalto con butch
cassidy y sundance kid
discrepo con eliade sobre jung
me asocio con un
bebé panda de peluche
voy a dar oscuridad con mis huesos a tu nombre

[* De Rolando Revagliatti / Bitácora de Rolando Revagliatti / Blog


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FANNY G. JARETON (Argentina)
Inmolación

Mi hombre reza en arameo
pide del sol de los midbares
pide que se haga en cuarenta noches
con sus días
pide del milagro
la zarza ardiente de mi garganta que le ll-ama.

Pero en todo re-verso hay and-verso
y entonces es Ahora Dios que me habla por sus ojos
me regaña / me ajusta / me hace temblar.
Con el índice elevado contraigo matrimonio
en su agujero que me tiene premeditado
con placer y alevosía
lo monto en el monte Venus
se me cría el clítoris dentro de sus nalgas
y mis manos flores vencen la delicadeza
de hacernos ríos barro entre los muslos de Loto.
Caen lluvias torrenciales
apocalípticas
anunciando el fin de la bravura
intentan apagar el fuego de otro Ojo
aullidos gritos a la intemperie despoblados de eco
impresionan irrigando con terror
lo bello prometido.
Si el hombre no me hubiera nombrado hombre
y yo no hubiera dichosa dicho mujer a su mujer
y Dios no nos hubiera nombrado como a su semejanza
y nos hubiera explicado con la boa ballena
entre la Serpiente sabiente
que el tiempo desdoblado en tres había terminado
para que nos reconociéramos
en el nombre de las bestias
junto a la roja manzana
«¿En qué cabeza cabe que la boca
no tenga la medida de cualquier fruta?»
Amarte con la compasión moral
donde no existe la vergüenza
porque nos hemos Conocido en Absoluto
Con vino con-sagrado la cruz sobre la frente
que se mantengan lejos los infieles puros
que nadie venga a mancharse las manos con nosotros
que sepan que hemos encontrado el regreso al Paraíso.
Puede ser peligroso para la humanidad dispersa
en Babelecleos sin credos.
Puede ser muy peligroso abrazar el Nirvana.
¿Quién está dispuesto a apretar el gatillo?

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A CIEGAS
…Ni pongas Obstáculo delante del Ciego…
Kedoshim-Levítico

Me enseñaste a susurrarte por saberte a escondidas.
Por no venir a tiempo, a maldecirte,
y viceversa por bendecirte.
Porque viniste a pedir de boca te bendije
y viceversa me hizo maldecirte.
Porque alimentaste a mi dragón te llamé fuego
o guerra que me complica la Cosa.
Porque te prendiste a mi teta hasta dejarla morada
te llamé en mi regazo niño del tatuaje.

Vos que me empujaste los Cantos del shabat
como si fueran rosa mística
te llamé ángel bello del jardín de los de-Lirios
Y te Vi aparecido al borde de mi cama
que se tendía al borde de mi aliento
que se desatendía si sabía que eras vos quien me cuidaba
sitiándome al medio.

Al centro de la Bondad y la Firmeza me succionaste
de Cuerpo y Alma sustancial me Hiciste
Trepador por la Columna que te vertHebrea
me siseaste cuando tu silencio fue el verdadero canto
profunda garganta Canaáneaste hasta clavarte en mi ombligo.
Extenuado, me dijiste, extenuado te caías en la otra cama
me dijiste
cuando mi amor te empujaba a la orilla del mundo que no sueña.
Luego ya no me dijiste, entonces supe sólo dos palabras
existir o morir contra tu cuerpo.
Apagada sombra de mi boca que ha dejado de ser.
Ahora que mis ojos pudieron ver tu verdadero nombre
Ahora, sólo ahora puedo nombrarte con el tacto de la Infancia
como quien toca por primera vez y es tocado
en Nombre del Deseo.

Fanny G Jaretón

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GLORIA EUGENIA LEMUS (Guatemala)
COMPLICES

Varón de magia negra y de pasiones
que acallas en las noches mis premuras
torrente de un amor tu me procuras
y nacen como espumas... !sensaciones!

En tu pasión fortuita, hay pecado
la inmediatez de entrega a la lujuria
en tu asilo glorioso mi penuria
sin voluntad, en tu luz... !he claudicado!

Busco aún en mis sabanas, tu aroma
sometes mi recuerdo, allí a tu espalda
tus brazos cautiverio que me aguarda
y acallas este ardor, que me desploma.

Complicidad en ansias, resumidos
me elevas a lo eterno de tu albricia
posesos en el mar de las delicias
en ansiedad perenne... !consumados!

26/04/2011/ Gloria Eugenia Lemus

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Saúl Sánchez Toro (Colombia)
HAIBUN DEL DESCONSUELO

No desfallezcas ante el opaco clarear de los amaneceres, ni ante la rapidez que lleva el viento. Las huellas, siempre quedan aunque la borrasca de la vida quiera arrancarlas del tablero en donde con buril de hierro candente las grabó nuestro cerebro.

Los adoquines son de arena y la arena se la lleva el mar para entapetar el fondo del Océano. Hay que caminar por las profundas aguas, para ver desfilar las maravillosas policomías del lienzo submarino.

caminar solos
o bien acompañados
entre burbujas
de agua que vuelan por la playa.

Solo rodeados por las ramas de palmas que reciben canturreando el rocio del atardecer, y por el melodioso trinar de aves celestes, que acompasan la dulce serenata que dan las olas al trepidar en los malecones.

Las violetas reservan su mas fino aroma para incitar al baile nocturnal en donde las pasiones, envuelven los quereres y se vuelven tornados que fragancias suaves esparcen sus caricias por el celeste gris.

Suaves aromas
se van con los tornados
desaparecen

y retornan cuando la tranquilidad y el sosiego llega por el pórtico y sale por las ventanas de los áticos.

Saúl Sánchez Toro / Medellin, Colombia

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ANA LUCIA MONTOYA RENDON (Colombia)
HAIBUN DEL DESCONSUELO

no pensar más y contar los adoquines, mientras por rendijas boquiabiertas de la espera, se escurren las miradas de esa sombra. no pensar más. caminar e ir marcando con sangre el camino que hemos recorrido. contar los adoquines. no pensar y dejarse ir. silbar al descuido mientras vamos buscando recuerdos en los bolsillos raídos. no pensar más y aumentar la tarifa del peaje hacia el ensueño. soñar hasta enloquecer mientras sostengo las naves del portal del infinito. no pensar e ir contando las estrellas, sin contar la tuya y la mía y, cuidar que no se apaguen los cirios antes de verle la cara al Sol.

¡ay! cómo humean esas velas y a través de ese humo ver cómo se conectan mil infiernos.

no pensar más.
contar los adoquines
después morir

mi mente anda de fiesta. ¡qué loca! está brincando en el bazar de las ofertas. alzó la cara ella, dejó de mirar los adoquines queriendo ver el cielo. alzó sus ojos para buscar en el entorno la mirada fogosa del Viento porque era día de feria y solo halló el perfil de una mujer vieja que sonrió dulcemente, mas, esa sonrisa, dolorosa mueca, goteaba grises sobre sus agudas mejillas. mejor verla muerta y no sonriente, que coqueteándole a las esquivas quimeras. no sonreír, ni pensar. echarse en cruz sobre los adoquines y darle un beso a una huella. sí, la tarea de hoy, dejarse ir sin mirar más adoquines ni tratar de agarrar con una mano, todo el archivo guardado en las arenas del desierto.

hay unas huellas
sobre la senda izquierda.
velo nocturno

no pensar más, mejor echar el cerebro en un vaso de cristal azul y darlo a los gnomos para que lo entierren en una cueva cerca del centro de la Tierra. no pensar que hubo un día blanco, mejor, ponerse un sombrero de paja amarilla que refleje el desconsuelo que se ha colgado en sus hombros caídos. vestir una falda violeta e irse hasta el jardín del olvido para obligarse a no pensar que hubo un día en que tuvo los dados marcados. o, mejor que todo eso, vestir un reboso negro y dejar que la gente murmure: -ya no cuida violetas, ni le canta la Viento, ya no sonríe porque donde tenía su rostro ahora solo tiene una careta.

ya no hay jardines
hay canopes sin flores.
careta y silbos

no pensar, ni cantar, ni volar, solo caer y caer y hundirse en sí misma. caminar sobre el cuerpo de la Noche y tapar la desnudez de sus secretos.

canto sin voz.
mirada en el espejo
¡oh, malasuerte!

ana lucía montoya rendón / abril 2011

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CARLOS LOPEZ DZUR (Puerto Rico)
El fantasma que recorre el mundo


«Las enriquecedoras ideas del anarquismo y las acciones espontáneas de la lucha revolucionaria popular, su creatividad social como intelectual, mantienen su vitalidad y que, examinadas y tamizadas, podrían ser de gran utilidad para que el pensamiento socialista contemporáneo tome un nuevo rumbo... [y] para contribuir a enriquecer el marxismo»: Daniel Guérin, en: Anarchisme

El fantasma que el Hermano Marx,
el gran profeta, declaró en Manifiesto en 1848
no es espectro de fatula consciencia
ni ralas hilachas o piruetas del proletariado,
ni mártires locarios jugándose la voz contra la burguesía
o post-modernidad siniestra de este tiempo
ni es vaporosa enjundia de fascinaciones
que a Europa recorre y, progresivamente,
viene y se interna en América.

Yo sí lo veo, lo palpo en carnes y urgencias.
Le discuto la abjurada entelequia, descubro sus huesos
y superestructuras y sí... recorre el mundo y cada vez
con más prisa, mejor fundamentado y cae y se levanta
y sigue en la batalla por materializarse el futuro.
Es cada vez más preciso en su dinámica de amor.
Es cada vez más temido; pero existe
y no es milagrería ni ángel milenario
que se asoma si le pega la gana.
Y si no... se queda en los submundos
o en los cielos de mierda.

Es dinámica histórica de Revolución.
Es amor caminante que nada tiene que ver
con bolchevismo. Esa le fue como una túnica echada
encima para darle apariencia de sustancia,
evento que pudo o no ser necesario.

La Revolución no lo necesita porque es mucho más
que Lenin, o Stalin, o Mao o Gorbochav.
O el Ejército Rojo.
Es mucho más que culto o rito pegajoso
de autoritarios, o tibiamente acomodaticios
y logreros que pactan en Yalta y en el interin
forjan guerras y represiones...

Yo sí veo cómo recorre el mundo
y se sale de las clásicas doctrinas
y se pasa al hambriento, emplazándolo
harto mortificante para que despierte de una vez
o se joda porque la Revolución pica la colleja,
punza el nervio e inyecta la amorosa rebeldía.
Hoy es Revolución o narcocracia, pillaje
o toma de consciencia, burla o rodillas.
La Revolución es para limpar los vicios,
el opio prevalente, esta precariedad del ahora.

Por eso tira el pús de los viejos venenos
de inacción y cobardía, cicatriza
el resentimiento innecesario
a fin de que emerja la chispa, consciencia verdadera
y nazca un hombre / o mujer / solidarios
libertadores de su prójimo / empáticos / altruístas
con fe en la historia y el conocimiento
y la experiencia de vida liberante.

Yo sí veo la democracia de los trabajadores
rastreando luz entre luto y ceniza
y sé que la Revolución no necesita sectas
ni partidos. Urge obreros, almas productivas,
almas participantes, socios cónsonos al proyecto
de amor social inclaudicable, seres honestos
para que sean perfectibles, dignos
para que sean verdaderamente útiles y aportadores.

Cierto es que el recorrido tiene etapas concretas
(y vivimos la peor de las etapas)
mas el viaje, como toda marcha, es asunto
de voluntad, planificada agenda, replanteos
según sean necesarios, pero el fantasma ya no es
sólo un sueño, o un ideal, o una utopía.
El recorrido es un hecho.
Va remontando el mundo y su destino
es profundo y su necesidad imperiosa.

Yo sí veo el fantasma con todas sus carnes
y huesos, porque, en rigor, no hay fantasmas vaporosos
ni ultraterrenas fantasmagorías, sólo consciencias
por conquistar y el amor es la mejor consciencia
y el amor es más concreto que la fobia difusa
y el hambre y la pobreza despiertan
hasta al más cobarde y, en fin,
éstá es la coyuntura precisa
para que venga el que viene.

No hay vacas sagradas ni en la izquierda
ni en la derecha ni en los resquicios
del oportunista majadero, incomprometido.
Ahora es morir o ser cómplice,
vivir para algo sano, o joderse.
Ahora es ver la cara del fantasma y darle cuentas
a expensas de ser retaRdario y enemigo jurado
del hombre y el progreso.
El cambio.

27-11-2005 / De La revolución profunda

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Frag. 2.

a Luis López Ortiz, activista cooperativista,
estudioso de modernas tecnologías ecológicas
para la liberación individual y proyectos de sustentabilidad

... sol, viento, gravedad, agua, geotropismos
y nutrientes de la Madre Tierra, son tu patria verde,
intimada por todos los canales, hijo de los reinos sagrados.

¿Quieres una república con soberania alimentaria?
Ve preparando tus huertos y compostas;
avizora los hornos orgánicos del sol
con voz colaborante.

Dispuestos a ser amigos y aliados
está la luz fotovoltaica, cada aroma de mar,
y gravedad y onda líquida o de brisa,
cada ahorro que no hurte a la tierra su riqueza

ni su espacio ni expresión y potencia...
Há de la Tierra misma piso y techo, pared y vida,
corazón compartido del modo más limpio,
reciclante, agradecido. No estás solo

Que por causa de ti al entorno que no se supla
con contaminaciones, tal sea tu himno y procura
que el mercado no te imponga sus opresivos costos.

Hijo sagrado, en la insustentabilidad no confíes
la soberanía que pueda ofrecerte la vivienda;
la protección que pueda darte el alimento,
la comunicación, el transporte.

La república que nazca en la consciencia,
privadamente autogestionada, sin más secta
y partido que tu heroica y progresiva dosis de trabajo.

Libérate tú. Da primero el ejemplo a título personbal.
Construye tu espacio, tu ecología, tu dominio autosuficiente.
Sé el anarquista perfecto. Que en nada requiere

del gobierno reglamentador, la [ublicidad
fementida, anestesiada, la cultura de los truhanes
y los explotadores...

Carlos López Dzur: Teoría de la sustentabilidad

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Frag. 4.

Antes de hablar por impulso
sobre el Brutal Homicidio y la maldita sed
de oro (porque ese amor natural y bueno
del Hallazgo se mata, se saquea,
se olvida por ambición / quid non mortalia
pectora cogis / auri sacra fames!,

seré un poquito de sal, pizca de lamento
(voy a llorar la muerte de Elisa, Nemoroso,
diré mi amor de Salicio y tu rechazo, Galatea).

También voy a llorar a mi padre,
que me dio muchas riquezas antes
de las guerras de Troya.

Hallazgo sea mi dios viejo / nobleza del Tesoro /
porque para hallarlo nacimos, pese a todo,
y decir a él que, en el fondo, somos agradecidos,
como dijera el cantor rústico que evalúó
con dolor su amor fallido y de lo mejor de sí
hizo nostalgia; el Hallazgo nos devuelve
al niño distante de las églogas
y al señor que las pide para que sean
contadas las historias de los héroes más puros
que precedieron el Asesinato
(tu muerte, Polidoro, hijo de Príamo,
tus desposesiones,
varón de Mantúa, las traiciones del Tracio)
sobre los niños cantores de la ruralía,
no Impulsados por un espíritu avaro y ambicioso
ni por la frigia agresividad de quien
te muestra como huésped su palacio
y conspira para que el consejo del Padre
separarte
Phrygiisque removit ab armis

no sea posible y mueras...

Carlos López Dzur / Canto al hermetismo / López Dzur / YouTube

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ÉXTOR MARTINEZ (México)
PREÑANDO LAS EPIFANÍAS

Primeramente se transmite la sensación de que se lee una obra extraordinariamente original; al mismo tiempo que percibimos entre sus páginas las variaciones de temas trillados (o sea, ancestrales). Luego están los símbolos, que son elementos que se representan a través de otras cosas, comúnmente de manera inconciente aparecen como entresijos históricos en la obra. Una vez que se da forma al relato novelado cargado de símbolos, el escritor, a veces personaje principal de la novela, espera cumplir con la sensible trama, al grado de privarse de sus debidas horas de sueño o de alimentos. Símbolo de desafío ante la inspiración románticamente inculcada por sus antecesores que cultivaron la cursilería y alguna que otra transgresión idealista al orden de la opresión.

—Pero en el entorno real ya no suceden esas cosas, porque las muertes naturales que hoy suceden son: el infarto, la diabetes o el sida; todas son violentas como las de antaño.

Enseguida está la censura, propalada por la autoridad de la autocensura misma del narrador, ya no es eclesiástica o parroquial, porque el pueblo —que no lee— es una comunidad aislada que vive en constante bestialidad ágrafa, como si fuera el toque de queda de la desinformación. La potencial fuerza regresiva de la literatura como el órgano censor de las ideas; y el principal agiotista en el negocio editorial es el escritor.

El ludismo de alegorías y deslumbramiento de simbologías contenidas en la obra resulta ser la experiencia decisiva del conocimiento en la forma de novelar. Se confirma la médula original de la narrativa, del arte de novelar el mito y la literatura, bifurcación entre la innovación estética y la decrepitud posmoderna de las letras; el exilio de lo real hacia lo fantástico, las meditaciones fantasmagóricas, el sarcasmo de lo sacrosanto, las parábolas de la farsa, la muerte de las utopías, la subrepticia agudeza crítica del desoído y el devaluado mensaje social que pocos escuchan en el discurso.

—Y tururú-tururú...

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BLANCA BAROJIANA (España)
A mi higuera

Es tarde de febrero y el arroyo
en la hondonada sueña, gime y canta
su melodía de invierno repetido.
El rosal a tus pies se despereza.
Y tú, ¿duermes aún? ¡Venga, despierta!
¿No ves que la montaña ya lo manda?
Yo quiero tu esqueleto revestido
de milagro otra vez, de maravilla.
¡Vamos, que me impaciento por tus brotes!
Aquí, junto a las rosas, yo te apremio
a regalarme el don de tu alegría

18 de Feb, 2011 / Publicado en Muestrarios

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Presentan el Canto al hermetismo
del poeta Carlos López Dzur


Video: Canto al hermetismo / de LOPEZ DZUR

RIO PIEDRAS (PUERTO RICO): Durante la segunda presentación del lanzamiento de 15 libros que coloca en el mercado la nueva editorial Colección Maravilla, el autor Carlos López Dzur estuvo presente y presentó su libro junto a otros compañeros del emprendimiento editorial. Los gestores de la Colección Maravilla son dos artistas multidisciplinarios: Néstor Barreto, también poeta, Teo Freytes y el planificador, Jorge Carbonell.

La primera presentación se realizó el 6 de abril del 2011 en Cabaré / Río en la Avenida Ponce de León en Río Piedras. En esta segunda presentación, se hallaron Angel Luis Méndez, Alberto Prieto, Carlos López Dzur, Chiara Merino, Enrique Puig, Esteban Valdés, Héctor Babilonia, Roberto Net Carlo, y sus gestores, Teo Freytes y Néstor Barreto.

De lo conversado con López Dzur y su libro, supimos que se ha residenciado recientemente en Puerto Rico, después de 32 años de ausencia de su patria. Néstor Barreto lo presentó como un educador universitario, multicultural, filósofo heideggeriano y cultivador de los géneros del cuento, la poesía y la crítica. El poemario que la Colección Maravilla publica de López Dzur es «el primer cuaderno que contiene su meditación política e histórica sobre el llamado American Dream». López Dzur ofrece su desmitologización pública del proceso mediante el cual la clase media y pobre de los EE.UU. ha ensoñado, con profundo autoengaño, anhelos que a duras penas se cumplen. El libro es, por ende, ataque de desenmascaramiento del hermetismo como política falsaria, demagógica y de puertas cerradas.

En política parlamentaria, se menciona a menudo un hermetismo que consiste en la creación de mecanismos obstrusivos y laberintos de interminables trabas para que no se acceda a información básica sobre el manejo legislativo y no se pueda cumplir con los estándares de transparencia y legitimación que el pueblo merece entre quienes se representan. El hermetismo mantiene la información en reserva; obstruye la referencia pública sobre temas importantes, con lo que el silencio se vuelve contra un pueblo. Si queremos una lectura política de este libro de poemas, en el «Preámbulo», comienzan las claves. Hay una invitación a buscar la voz que no calla, que es valiente, con la cual puede emprenderse una causa común y sustancialmente beneficiosa. Entonces, esa voz sería la del político / dirigente responsable / el revolucionario / dispuesto a escuchar a su pueblo y tomar acción por y con él:

busquen aquel
cuya voz esencial haya sido: ¡Habla!
Te escucho. Dáme tu palabra
y tu dolor manifiesto, pongámonos
en la presencia y la esperanza.
¡Actuemos, unámonos para que no haya
quien nos silencie y nos calle!

[Canto al hermetismo, 1]

Pero hay una segunda clave en el poemario, si la lectura que se pretende no es social-política. El «Yo miedoso» y los marcos artificiales y logificados de mutismo y silencio, si bien son conspiracionales contra el Estado, también lo son contra el Yo indiviadual mismo. Los herméticos crean a los Don Nadie con sus engaños, a los ilusos y los cobardes.

Han plasmado al Don Nadie, al Yo miedoso,
iluso, satisfecho, unificado en sus marcos artificiales,
logificados por mutismos y seudo-conspiraciones.

Nada escuchan, nada comunican
cuando el clamor es organízate y habla;
habla aunque te duela la mentira de la boca
y la verdad te desangre y te saque los dientes.

[Canto al hermetismo, 3.]

La demoledora voz anti-hermética que trae López Dzur salpica con su crítica otra corriente que con el sello de hermetismo pulula en la historia, o los predios de las superestructuras ideológicas de la humandad. En este caso se trata, del falso esoterismo, o de otros que colocan las trabas al conocimiento objetivo, anteponiéndo «fábulas, fuegos fatuos del mundo interno». Recordemos que también se conoce como hermetismo cierto «conjunto de creencias filosóficas y religiosas, basadas principalmente en escritos atribuidos a Hermes Trimegisto» u otras escuelas iniciáticas que instruyen sobre «despertares de la Potencia Oculta que está en nosotros» a través de iniciaciones mántricas, planetarias, lumínicas y de ascenso hacia la «Palabra Perdida» en el Océano sin límites de la Vida.

Antes de echar andanadas contra el hermetismo espiritual, en este libro concreto, prefere utilizar uno de los cuentos de hada coleccionados por los hermanos Jacob y Whilhelm Grimm. En este caso, uno de Charles Perrault (1628-1703), autor francés de la «Cenicienta O La Zapatilla De Cristal».

López Dzur ha sabido plantear la parodia y la malicia que contienen los cuentos de hadas, o aparentemente infantiles de este autor. Según dijo, disfruta los textos polémicos de Perrault, entre ellos: «El Siglo de Luis el Grande» (1687), «Paralelo de los Antiguos» (1688) y «Modernos» (1692), que arrancaran la crítica de Boileau, por codificar ataques al principio de autoridad.

De los Cuentos de mi madre la Oca (1697) de Perrault, López Dzur hace paradojas poéticas, parodias y moralejas sobre la decantada democracia estadounidense, las políticas de los Padres Fundadores («American Founding Fathers») y primeros constitucionalistas, los cuentos del pasado fosilizados en el Sueño / Pesadilla Americano.

El Canto al hermetismo es una invitación a la osadía sincera, al hablar sin hermetismo sobre historia estadounidense, Padres Fundadores y American Dream. En rigor, un canto anti-hermético en que se recrea el cuento de «La Cenicienta» / de tal manera la Nación Estadounidense es la criadita que en el cuento de Perrault: «siempre andaba sucia y tiznada por la ceniza», por lo que sus hermanastras «le pusieron el sobrenombre de Cenicienta». López Dzur dice que las hermanastras y madrastra perversa en Norteamérica o en las naciones con poblaciones proletarizadas son las 'políticas' domésticas'.

Leer «Cenicienta» como una historia de perdón sincero y no entender el modolo social de su lectura política es lo que López Dzur llama «sucumbir al hermetismo»; hay muchas cosas que deben pasar antes de que la niña Ceniciente / la Nación / ceda y ayude sin queja a sus hermanas a fin de que lleven una vida digna, juntas y con su madrastra. López coincide con la moraleja del cuento de Perrault: «No se debe despreciar al humilde, siempre tiene tesoros que no se ven». El Hada Madrina concede a Cenicienta valores, no belleza meramente externa. Hay interesantes textos para explicar la naturaleza del Hada y estos valores, que son adquiribles mediante las lecciones y asimilación del sufrimiento que le infligen los explotadores (sus propias hermanastras), quienes se creen más bellas y merecedoras. Mas al fin, quien llega a ser la reina, a obtener el «rico tesoro de ser admirada», como dice Perrault. es ella, la que fue criada, sucia y encenizada por desollinar los pisos en la casa de su madrastra.

López Dzur no moraliza al estilo de Perrault, pero coincide en la idea de que el progreso es posible gracias a las artes tanto como a las ciencias, y que hay momentos históricos / o siglos / que tienen superioridad sobre otros en la experiencia particular de las cultura, e. g, el siglo de Luis sobre el siglo de Augusto. «Sería un hermetismo que se concluyera la moraleja como un mero consejo para buscar marido: «Bellas, ya lo sabéis, más que andar bien peonadas / os vale en el afán de ganar corazones / que como virtudes os concedan las hadas, / bondad y gentileza, los más preciados dones». «Veo en esta pequeña hustoria una parábola social y doy como tarea al hermetismo dos cosas, sobre todo, corporizar las ideas, pluralizar sin esconder el conocimiento y saber consecuentemente que, cuando hay disponibles los elementos que encierran los símbolos, adeicuados símbolos oníricos que mientan la consciencia cósmica y crítica hay que darlos, porque las zapatillas se pierden, si se ocultan, si no se sabe curiosear sobre el pie que pudo ocuparla».

Para López Dzur, el Sueño Americano de las hermanas de la Cenicienta es soñarrera y mera propaganda de Nación Feliz; pero, en la vida de la Cenicienta lo que hay es humillación, explotación y menosprecio de parte de sus hermanastras. En ese sentido, con el hermetismo:

Ha sido glorificada la opinión del que domina,
el pensamiento de las élites. El narcisismo
que no renuncia al sinsentido y las directrices
que lo trazan desde arriba…

Cenicienta es la nación explotada que sigue callada. Sus enemigos pueden estar dentro de su propia familia, así como ser liderazgo encumbrado. Los poemas que dedica a Washington son duros: «Seguir callados, Padre de la Patria… / Usted también, Mr. Washington…» (CH, 5 y 6.) Mienta las inconsistencias de los Padres Fundadores de la nación estadounidense».

La primera parte del libro es una descripción de «El Ciego». Esta es «La Voz» hablante que reconstruirá la interpretración nueva, no hermética, de la nación y democracia estadounidense. Veamos estos textos de la sección primera: «El ciego», que contiene 29 pormas.

El ciego

Aquellos que nos observan, desde allí,
son los ojos de la patria, Padres de la Nación.
Todos tienen un rostro en piedra dibujado.
Un monumento que nunca se añeja.

Y más que su nombre histórico, su esencia se aúpa
en las Constituciones. Más reales que el mármol,
o el bronce de sus bustos, son las heridas abiertas
y los dolores que, en sangre, mancharon los campos
y ciudades. ¡Hijos de América, recobren esa memoria
en este instante! Es necesaria. Es indispensable.
¡La memoria heroica del pasado!

Observen allá los héroes de Lexington y Concord.
La Revolución directamente desatada contra el Parlamento.
Jorge Washington que selló la Independencia y declaró
una verdad que ojalá y perdure para siempre.

Observen allá: el Congreso Continental adoptó
una bandera, seis estrellas y franjas solamente,
pero éste fue el comienzo de los Estados Libres
tras la batalla de Princeton. La lucha en Saratoga
dispuso el triunfo con la esperanza firme.

Aquellos rostros representan héroes con que el mundo
vio la aurora libertaria, aquellos que
junto a Washington se reunieron
en Filadelfia y New Hampshire.

Nómbralos, pueblo, conmigo.
Son la verdad del territorio que conoció
la esclavitud desventurada, guerras del colono
francés contra los indios, impuestos sobre el azúcar,
las Actas Intolerables, ignominiosa presencia
del coloniaje británico y sus gendarmerías.

Nómbralos, nación, porque han admitido
que la Tierra de esta América ha sido abierta
para todos y será generosa. El territorio es inmenso
y el cuáquero, el judío, el católico, el creyente,
cualquiera sea su procedencia, son dignos
de inmigrar, cantar conmigo. Han de ser libres,
en ejercicio productivo, todos bienvenidos…

¡Hombres honrados, serviciales, semillas
de generaciones nuevas, con futuro,
canten con regocijo los nombres señalados:
Washington, Jefferson, Hamilton, Adams!

Graben la Carta de Derechos en sus corazones.
¡Puede que fuera de sus consciencias
no exista dicha Carta para siempre!

2.

Congregáos y meditad, oh nación
sin pudor:
Sofonías: 2: 1

No dejarán esta verdad a merced del artificio.
No lo permitan. Desde un túnel del oído, oigan
que vale mil razones hacer condena
de los males pasados y romper las cadenas coloniales
y el poder injustamente impuesto. No dejen
la verdad a merced del artificio.

Con el uso político de retórica amañada,
caminan en peligro los patriotas,
la gente de buena voluntad
y su empresa de futuro.

No sean cómplices de los que trepidan en sombras,
cebados de hermetismo. Aquellos que, en 1776,
firmaron su Declaración de Hombres Libres
son los educadores; no los sabuesos
para el ultraje, el mordisco o el silencio.

Que haya fiesta hoy porque el Leviatán
se acerca, el mal tiempo, la Gran Tiniebla.
Fiesta en la consciencia, no en las calles.
¡Fiesta en medio del emergente luto!

Démos este recuerdo como meditación al mundo.
Abran el olfato grande, intensamente.
Y que el más ciego entienda
y traiga su perro bueno y finalmente diga:
Saquen de sus pechos el grito:
¡No seremos cómplices ni burguesía reaccionaria!
No dejaré esta verdad a merced del artificio.
Seamos otra vez los revolucionarios.

3.

Y el ciego, en pie, reunió a la gente
que lo conoció y vino oírlo. A variadas multitudes,
cuanto pudo, las reunió en la plaza.
En realidad, él era La Voz,
no las pupilas. En realidad, era el olfato,
no las narices y, en realidad, tenía en sí
todos los tiempos, arcaicos y arquetípicos,
tiempos de la sabiduría; en adición al presente.

Con toda la memoria y fuerza de su verbo,
leyó en su corazón la Gran Promesa,
el juramento firmado en Filadelfia
y principios consagrados en la Carta de Derechos.

Y, en realidad él era más antiguo que Vermont y la Unión;
en realidad, él era más que un ciego en la América del Norte;
en realidad, él era la Voz y la Conciencia del Mundo…

4.

Porque su rostro envejeció y no respetaban
sus ojos, el Ciego salió de la penumbra.
Se presentó con el valor de su entera autopresencia.
Y alegó: «¡Aquí me tienen! Con coraje que desafía
las ausencias, con dolor que a las peñas conmueve.
¡Vean! ¡Es necesario que confronten las cuencas
de mis ojos; vean mi boca que, si tiembla es por ira!
¡Vean mis pupilas que, no viendo comprenden!
¡Estoy en rabia y desilusionado! ¡Pero estoy
a la voz con el futuro!».

«Si yo dijera lo que escuché
desde que en mi sector de células me vieron,
si yo acusara a los que en mi camino
me palparon y me desconocieron, si yo acusara
a los que me sacaron los ojos,
de seguro que ya, sin gozo, temblarían;
y yo, que he temblado a solas,
ya no tiemblo; no es la hora de temblar
si me queda La Voz, el Oído, el Tacto
y el Noble Olfato. A veces un poco de lujuria
que a mis ansiedades calme o satisfagan».

«He visto a muchos cobardes y traidores:
Basta que diga uno: Benedict Arnold
y supe, no por verlo que era él,
no sabría describirlo. Sólo consta su delito.


El me dijo: No voy a matarte. Eres un ciego de mierda
y vio mis gestos en vibración sutil, huyó tranquilo.
Habría querido verlo en el espectro
después de lo que dijo
pues yo dejé la caverna de los mudos,
me quise dar lo que soy, en realidad, no las pupilas.

Yo soy La Voz, el olfato engrandecido
desde los tiempos de la sorda, fría caverna,
el rescoldo afótico de lo súbito, rumbo a ninguna parte
y, sin embargo, existo y cada vez más poderoso…
porque sueño, protejo, me apiado, me educo»…


5.

… aviva tu obra en medio de los tiempos;
en medio de los tiempos házla conocer;
en la ira acuérdate de la misericordia.

Habacuc: 3:2

«Estoy buscando un Parlamento bueno.
Un congreso que escuche, un pueblo santo.
Un amigo del Hombre. Y véme:
mi vestido está raído y mi vara
es mi único objeto de sustento.

Una bruja en carne y hueso me persigue.
Me ha cegado desde tiempos milenarios.
No puede matar el hombre que hay en mí.
También tendrían que enfrentarse
al ángel bravo de mi perro.
O a un hada iluminadora, pero horrible:
la realidad que sangra en los cruces de camino.

No pueden; pero me acosan y me roban
cuanto quieren. Voy a Providencia.
Sólo entonces me llevo mi mascota.
Esta vez daré mis razones en Rhode Island
porque allí, conocí a Roger Williams,
allí alabé su nombre, allí supe de sus méritos.

Muchos callan que existo y me vieron
y no me llamaron a su mundo… Yo desafié
el azar sin estructura y el eco de la mímesis …
Williams me dijo: «Eso es bueno».

Necesité otras solidaridades, datos acaso
de ajenos retos y me han abandonado,
siglo a siglo, me han dejado
con las manos vacías; aún más ignoto y solo…
por eso no me gustan los herméticos.

Y les odio, porque a mi soledad y desamparo
no han aportado nada, más aporta mi perro,
que ha sido fiel amigo, mi guardián…
¿Pero los demás para qué sirven, cínicos,
para qué, protagorianos, si en vano
en su justicia confío?

6.

Para que haya uno, uno solo,
a quien oiga y sea él, uno que conmigo cante,
doy razones en medio de las plazas
sobre lo mucho que me hieden los herméticos,
los que no oyen cómo aún pido
movimientos a metonimias y metáforas,
a la verdad oculta que al asomarse sufre,
a la que han escondido con el empeño
que no broten las palabras de redención
para el hombre o las palabras que embellezcan
cualitativamente con sus transformaciones.

Para que haya uno, uno solo,
a quien oiga y sea él, uno que conmigo cante,
advertiré, en los predios del clandestinaje
o en los fueros de donde me sea posible,
que no todo lo finito y el infinito
es tosco e intranquilo
y el buen jugador a otros auxilia y requiere
porque hay dicha en avanzarse-juntos
en el fondo dionisíaco de los mundos
aparentemente esquilmados
por el artificio, la traición del perverso,
las locuras apolíneas de los poderosos.

La segunda parte o final del poemario se titula «La sandalia», con una clara alusión a la Zapatilla de Cristal del cuento de Perrault.

Libro revolucionario, desmitificador y valiente, Canto al hermetismo se puede adquirir en las librerías de Río Piedras, entre ellas, La Tertulia o se puede pude pedir a los editores por correo electrónico: coleccion.maravilla@gmail.com

La publicadora, Colección Maravilla, tiene sus talleres en San Juan Puerto Rico.

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