Wednesday, September 30, 2009

Octubre 1, 2009 / Num 41 / Orange County



llustración en Bitácora de Steven J. Warren

Contenido 41

Tatiana Pérez Rivera
La delicia de Poe en español

Edgar Allan Poe
Eleonora

Julio Cortázar
Aplastamiento de una gota / cuento

Fanny G. Jaretón
Sensiblemente
Vocalización
Contínuo alegrato
Porfía

Rolando Revagliatti
¿Y... cómo anda la poesía?
Armé

Carlos López Dzur
Más vale maña que fuerza / cuento
El poeta que preserva la unidad

Pedro Du Bois
Ouvir
Credo

Arturo Cardona Mattei
Alma Dolida

Nicolás Hidrogo Navarro
La Nueva Narrativa versus la Poesía Lambayecana

Marcos Reyes Dávila
Una ciudad quetzal de este Zelaya

Eduardo Espósito
Tabula Rasa
Soneto descarnado

Laura Yasan
La poesía de Eduardo Espósito

Javier Rodríguez Marcos
Juan Carlos Mestre: Premio Nacional

Homenaje a Vicente Rodríguez Nietzsche

Revistas amigas


Cartas / Colaboradores

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Tatiana Pérez Rivera (PR)
La delicia de Poe en español


Se asentó en Roma con su esposa, la traductora argentina Aurora Bernárdez, y allí Julio Cortázar comenzó a traducir al español la obra del afamado autor estadounidense Edgar Allan Poe en septiembre de 1953. Trescientos tres días más tarde, el argentino había completado 1,661 páginas que abrieron las puertas de un nuevo mundo narrativo al lector hispanohablante.

Obras en prosa de Edgar Allan Poe se tituló el trabajo comisionado por Francisco Ayala, entonces director de La Editorial, de la Universidad de Puerto Rico, y el cual se reedita este año para que la Isla se una a la celebración mundial del Bicentenario del natalicio de Poe.

Hoy miércoles 30, desde las siete de la noche, se presentará oficialmente la reedición en la Sala Francisco Oller, de la UPR, en Río Piedras. Si bien el contenido se mantiene intacto -los cuentos, ensayos y la única novela de Poe-, la nueva edición luce renovada con grabados que el artista Nelson Sambolín realizó influido por el imaginario poeiano.

Tomarán parte de la actividad Aurora Lauzardo, directora del programa graduado de Traducción; Carola García, actriz y profesora; Andrew Hurley, también profesor, y el artista Nelson Sambolín.

El trabajo sin duda pone de manifiesto la magia de la traducción. Según Lauzardo, aunque hay teorías de esta disciplina que enfatizan en la invisibilidad del traductor, «quien sólo debe ser un vehículo imperceptible que traslada un mensaje de una lengua a otra», en este caso éste no puede pasar desapercibido.

«Cortázar es un autor consumado, así que la silenciosa figura del traductor cobra prominencia», declara Lauzardo, «pero considerar que un escritor es mejor traductor es una navaja de doble filo. Sin duda tiene el don de la palabra, pero no puede alejarse de la realidad durante la reescritura. Además del dominio de la lengua, hay que tener unas destrezas y saber unas normas que un buen traductor conoce y aplica».

En el caso de este trabajo de Cortázar, considerado a través del tiempo como la mejor traducción al español del trabajo de
Poe, Lauzardo la define como «una maravilla». «Caigo rendida ante él cada vez que la leo», proclama la especialista.

[El jueves, 1 de octubre, la fiesta que provoca el lanzamiento de esta edición renovada que pone de manifiesto la pericia de Poe en diversos renglones de la escritura como el relato gótico que perfeccionó, se traslada a la librería Borders de Plaza Las Américas. (Puerto Rico)... Allí se celebró el bicentenario del estadounidense desde las siete, con una actividad dirigida por Millie Gil en la que leerán fragmentos de algunos de sus más famosos cuentos Rafael Lenín López, presidente de la Asociación de Periodistas; Aiola Virella, presidenta del Overseas Press Club; la periodista Liza Lugo, así como los actores Eugenio y Mariana Monclova].



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Edgar Allan Poe (EE.UU.)
Eleonora / Cuento

Sub conservatione formæ specifícæ salva anima.
(Raimundo Lulio)

Vengo de una raza notable por la fuerza de la imaginación y el ardor de las pasiones. Los hombres me han llamado loco; pero todavía no se ha resuelto la cuestión de si la locura es o no la forma más elevada de la inteligencia, si mucho de lo glorioso, si todo lo profundo, no surgen de una enfermedad del pensamiento, de estados de ánimo exaltados a expensas del intelecto general. Aquellos que sueñan de día conocen muchas cosas que escapan a los que sueñan sólo de noche. En sus grises visiones obtienen atisbos de eternidad y se estremecen, al despertar, descubriendo que han estado al borde del gran secreto. De un modo fragmentario aprenden algo de la sabiduría propia y mucho más del mero conocimiento propio del mal. Penetran, aunque sin timón ni brújula, en el vasto océano de la «luz inefable», y otra vez, como los aventureros del geógrafo nubio, «agressi sunt mare tenebrarum quid in eo esset exploraturi».

Diremos, pues, que estoy loco. Concedo, por lo menos, que hay dos estados distintos en mi existencia mental: el estado de razón lúcida, que no puede discutirse y pertenece a la memoria de los sucesos de la primera época de mi vida, y un estado de sombra y duda, que pertenece al presente y a los recuerdos que constituyen la segunda era de mi existencia. Por eso, creed lo que contaré del primer período, y, a lo que pueda relatar del último, conceded tan sólo el crédito que merezca; o dudad resueltamente, y, si no podéis dudar, haced lo que Edipo ante el enigma.

La amada de mi juventud, de quien recibo ahora, con calma, claramente, estos recuerdos, era la única hija de la hermana de mi madre, que había muerto hacía largo tiempo. Mi prima se llamaba Eleonora. Siempre habíamos vivido juntos, bajo un sol tropical, en el Valle de la Hierba Irisada. Nadie llegó jamás sin guía a aquel valle, pues quedaba muy apartado entre una cadena de gigantescas colinas que lo rodeaban con sus promontorios, impidiendo que entrara la luz en sus más bellos escondrijos. No había sendero hollado en su vecindad, y para llegar a nuestra feliz morada era preciso apartar con fuerza el follaje de miles de árboles forestales y pisotear el esplendor de millones de flores fragantes. Así era como vivíamos solos, sin saber nada del mundo fuera del valle, yo, mi prima y su madre.

Desde las confusas regiones más allá de las montañas, en el extremo más alto de nuestro circundado dominio, se deslizaba un estrecho y profundo río, y no había nada más brillante, salvo los ojos de Eleonora; y serpeando furtivo en su sinuosa carrera, pasaba, al fin, a través de una sombría garganta, entre colinas aún más oscuras que aquellas de donde saliera. Lo llamábamos el «Río de Silencio», porque parecía haber una influencia enmudecedora en su corriente. No brotaba ningún murmullo de su lecho y se deslizaba tan suavemente que los aljofarados guijarros que nos encantaba contemplar en lo hondo de su seno no se movían, en quieto contentamiento, cada uno en su antigua posición, brillando gloriosamente para siempre.

Las márgenes del río y de los numerosos arroyos deslumbrantes que se deslizaban por caminos sinuosos hasta su cauce, así como los espacios que se extendían desde las márgenes descendiendo a las profundidades de las corrientes hasta tocar el lecho de guijarros en el fondo, esos lugares, no menos que la superficie entera del valle, desde el río hasta las montañas que lo circundaban, estaban todos alfombrados por una hierba suave y verde, espesa, corta, perfectamente uniforme y perfumada de vainilla, pero tan salpicada de amarillos ranúnculos, margaritas blancas, purpúreas violetas y asfódelos rojo rubí, que su excesiva belleza hablaba a nuestros corazones, con altas voces, del amor y la gloria de Dios.

Y aquí y allá, en bosquecillos entre la hierba, como selvas de sueño, brotaban fantásticos árboles cuyos altos y esbeltos troncos no eran rectos, mas se inclinaban graciosamente hacia la luz que asomaba a mediodía en el centro del valle. Las manchas de sus cortezas alternaban el vívido esplendor del ébano y la plata, y no había nada más suave, salvo las mejillas de Eleonora; de modo que, de no ser por el verde vivo de las enormes hojas que se derramaban desde sus cimas en largas líneas trémulas, retozando con los céfiros, podría habérselos creído gigantescas serpientes de Siria rindiendo homenaje a su soberano, el Sol.

Tomados de la mano, durante quince años, erramos Eleonora y yo por ese valle antes de que el amor entrara en nuestros corazones. Ocurrió una tarde, al terminar el tercer lustro de su vida y el cuarto de la mía, abrazados junto a los árboles serpentinos, mirando nuestras imágenes en las aguas del Río de Silencio. No dijimos una palabra durante el resto de aquel dulce día, y aun al siguiente nuestras palabras fueron temblorosas, escasas. Habíamos arrancado al dios Eros de aquellas ondas y ahora sentíamos que había encendido dentro de nosotros las ígneas almas de nuestros antepasados. Las pasiones que durante siglos habían distinguido a nuestra raza llegaron en tropel con las fantasías por las cuales también era famosa, y juntos respiramos una dicha delirante en el Valle de la Hierba Irisada. Un cambio sobrevino en todas las cosas. Extrañas, brillantes flores estrelladas brotaron en los árboles donde nunca se vieran flores. Los matices de la alfombra verde se ahondaron, y mientras una por una desaparecían las blancas margaritas, brotaban, en su lugar, de a diez, los asfódelos rojo rubí. Y la vida surgía en nuestros senderos, pues altos flamencos hasta entonces nunca vistos, y todos los pájaros gayos, resplandecientes, desplegaron su plumaje escarlata ante nosotros. Peces de oro y plata frecuentaron el río, de cuyo seno brotaba, poco a poco, un murmullo que culminó al fin en una arrulladora melodía más divina que la del arpa eólica, y no había nada más dulce, salvo la voz de Eleonora. Y una nube voluminosa que habíamos observado largo tiempo en las regiones del Héspero flotaba en su magnificencia de oro y carmesí y, difundiendo paz sobre nosotros, descendía cada vez más, día a día, hasta que sus bordes descansaron en las cimas de las montañas, convirtiendo toda su oscuridad en esplendor y encerrándonos como para siempre en una mágica casa-prisión de grandeza y de gloria.

La belleza de Eleonora era la de los serafines, pero era una doncella natural e inocente, como la breve vida que había llevado entre las flores. Ningún artificio disimulaba el fervoroso amor que animaba su corazón, y examinaba conmigo los escondrijos más recónditos mientras caminábamos juntos por el Valle de la Hierba Irisada y discurríamos sobre los grandes cambios que se habían producido en los últimos tiempos.

Por fin, habiendo hablado un día, entre lágrimas, del último y triste camino que debe sufrir el hombre, en adelante se demoró Eleonora en este único tema doloroso, vinculándolo con todas nuestras conversaciones, así como en los cantos del bardo de Schiraz las mismas imágenes se encuentran una y otra vez en cada grandiosa variación de la frase.

Vio el dedo de la muerte posado en su pecho, y supo que, como la efímera, había sido creada perfecta en su hermosura sólo para morir; pero, para ella, los terrenos de tumba se reducían a una consideración que me reveló una tarde, a la hora del crepúsculo, a orillas del Río de Silencio. Le dolía pensar que, una vez sepulta en el Valle de la Hierba Irisada, yo abandonaría para siempre aquellos felices lugares, transfiriendo el amor entonces tan apasionadamente suyo a otra doncella del mundo exterior y cotidiano. Y entonces, allí, me arrojé precipitadamente a los pies de Eleonora y juré, ante ella y ante el cielo, que nunca me uniría en matrimonio con ninguna hija de la Tierra, que en modo alguno me mostraría desleal a su querida memoria, o a la memoria del abnegado cariño cuya bendición había yo recibido. Y apelé al poderoso amo del Universo como testigo de la piadosa solemnidad de mi juramento. Y la maldición de Él o de ella, santa en el Elíseo, que invoqué si traicionaba aquella promesa, implicaba un castigo tan horrendo que no puedo mentarlo. Y los brillantes ojos de Eleonora brillaron aún más al oír mis palabras, y suspiró como si le hubieran quitado del pecho una carga mortal, y tembló y lloró amargamente, pero aceptó el juramento (pues, ¿qué era sino una niña?) y el juramento la alivió en su lecho de muerte. Y me dijo, pocos días después, en tranquila agonía, que, en pago de lo que yo había hecho para confortación de su alma, velaría por mí en espíritu después de su partida y, si le era permitido, volvería en forma visible durante la vigilia nocturna; pero, si ello estaba fuera del poder de las almas en el Paraíso, por lo menos me daría frecuentes indicios de su presencia, suspirando sobre mí en los vientos vesperales, o colmando el aire que yo respirara con el perfume de los incensarios angélicos. Y con estas palabras en sus labios sucumbió su inocente vida, poniendo fin a la primera época de la mía.

Hasta aquí he hablado con exactitud. Pero cuando cruzo la barrera que en la senda del Tiempo formó la muerte de mi amada y comienzo con la segunda era de mi existencia, siento que una sombra se espesa en mi cerebro y duda de la perfecta cordura de mi relato. Mas dejadme seguir. Los años se arrastraban lentos y yo continuaba viviendo en el Valle de la Hierba Irisada; pero un segundo cambio había sobrevenido en todas las cosas. Las flores estrelladas desaparecieron de los troncos de los árboles y no brotaron más. Los matices de la alfombra verde se desvanecieron, y uno por uno fueron marchitándose los asfódelos rojo rubí, y en lugar de ellos brotaron de a diez oscuras violetas como ojos, que se retorcían desasosegadas y estaban siempre llenas de rocío. Y la Vida se retiraba de nuestros senderos, pues el alto flamenco ya no desplegaba su plumaje escarlata ante nosotros, mas voló tristemente del valle a las colinas, con todos los gayos pájaros brillantes que habían llegado en su compañía. Y los peces de oro y plata nadaron a través de la garganta hasta el confín más hondo de su dominio y nunca más adornaron el dulce río. Y la arrulladora melodía, más suave que el arpa eólica y más divina que todo, salvo la voz de Eleonora, fue muriendo poco a poco, en murmullos cada vez más sordos, hasta que la corriente tornó, al fin, a toda la solemnidad de su silencio originario. Y por último, la voluminosa nube se levantó y, abandonando los picos de las montañas a la antigua oscuridad, retornó a las regiones del Héspero y se llevó sus múltiples resplandores dorados y magníficos del Valle de la Hierba Irisada.

Pero las promesas de Eleonora no cayeron en el olvido, pues escuché el balanceo de los incensarios angélicos, y las olas de un perfume sagrado flotaban siempre en el valle, y en las horas solitarias, cuando mi corazón latía pesadamente, los vientos que bañaban mi frente me llegaban cargados de suaves suspiros, y murmullos confusos llenaban a menudo el aire nocturno, y una vez -¡ah, pero sólo una vez!- me despertó de un sueño, como el sueño de la muerte, la presión de unos labios espirituales sobre los míos.

Pero, aun así, rehusaba llenarse el vacío de mi corazón. Ansiaba el amor que antes lo colmara hasta derramarse. Al fin el valle me dolía por los recuerdos de Eleonora, y lo abandoné para siempre en busca de las vanidades y los turbulentos triunfos del mundo.

Me encontré en una extraña ciudad, donde todas las cosas podían haber servido para borrar del recuerdo los dulces sueños que tanto duraran en el Valle de la Hierba Irisada. El fasto y la pompa de una corte soberbia y el loco estrépito de las armas y la radiante belleza de la mujer extraviaron e intoxicaron mi mente. Pero, aun entonces, mi alma fue fiel a su juramento, y las indicaciones de la presencia de Eleonora todavía me llegaban en las silenciosas horas de la noche. De pronto, cesaron estas manifestaciones y el mundo se oscureció ante mis ojos y quedé aterrado ante los abrasadores pensamientos que me poseyeron, ante las terribles tentaciones que me acosaron, pues llegó de alguna lejana, lejanísima tierra desconocida, a la alegre corte del rey a quien yo servía, una doncella ante cuya belleza mi corazón desleal se doblegó en seguida, a cuyos pies me incliné sin una lucha, con la más ardiente, con la más abyecta adoración amorosa. ¿Qué era, en verdad, mi pasión por la jovencita del valle, en comparación con el ardor y el delirio y el arrebatado éxtasis de adoración con que vertía toda mi alma en lágrimas a los pies de la etérea Ermengarda? ¡Ah, brillante serafín, Ermengarda! Y sabiéndolo, no me quedaba lugar para ninguna otra. ¡Ah, divino ángel, Ermengarda! Y al mirar en las profundidades de sus ojos, donde moraba el recuerdo, sólo pensé en ellos, y en ella.

Me casé; no temí la maldición que había invocado, y su amargura no me visitó. Y una vez, pero sólo una vez en el silencio de la noche, llegaron a través de la celosía los suaves suspiros que me habían abandonado, y adoptaron la voz dulce, familiar, para decir:

«¡Duerme en paz! Pues el espíritu del Amor reina y gobierna y, abriendo tu apasionado corazón a Ermengarda, estás libre, por razones que conocerás en el Cielo, de tus juramentos a Eleonora.»

[Traducción de Julio Cortázar / Tomado de
Ciudad Seva]



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Fanny G. Jaretón (Argentina)
Sensiblemente


Lloro con la nana interminable
con el arrorró de aquellos brazos que me desatendieron
caigo como el atroz
relámpago de la alborada.
Prematuro
el cuerpo es castigado
por los cascotes
del cuerpo de la memoria.
Caigo esta vez entre tus manos
que supieron construir de los ferrocarriles
la vía férrea que me trajo de regreso.
Yo que reniego de los trenes, los espejos, los insomnios
de todas las diademas falsas por la cuenta donde los poetas se repiten
del barato modelo.
Aquí me tienes, sangrando y sangrando por esta nueva herida
del epitelio, la mucosa impermeable, esa zona intermedia de ambas cáscaras
el lugar más expuesto
cuando perdidos entre los dos mundos
sólo sabemos hablarnos de entelequia.
Aquí entre esta que sueña y sólo aprendió a hablar por el Sueño
que teme despertarse
encontrarme en el patio del fondo de la Casa
allí donde se esconden las tristezas más hondas, los dolores a ciegas
las nauseas que no son provocadas por el Barco de Caronte
sino por la perversidad, la vileza, de los que se dicen Hombres
así su semejanza.

Qué me queda pensar por el que Ha Dicho:
Hágase el amor
cuando el fuego no era sometido; ni señal de nada.
Ahora ese fuego cruz del tormento
horror de los tanques con sus máscaras.
Hágase el amor dijo. ¡Hágase el amor!
y nos trenzamos cuerpo a cuerpo
honda bayoneta la traición del estambre

La Lengua enredándonos en descubrir de la otra muerte.
Por eso es desde el silencio con que te hablo
desde las vocales que ya debieron desaparecer sobre sus puntos
desde el sigilo donde la entraña del corazón se te ofrece
en los tres latidos de tus preguntas:
¿cómo, cuándo, dónde?

aquí rompiéndome el cuerpo con lo poco que queda
aquí rompiendo el muro de la poesía
aquí donde intento alcanzarte
mineral disoluto la palabra
apretada mano que en la entrega te muestra
del polvo somos. ¡De polvo somos!

por eso nos purifico en la noche del Silencio
cuando Nos Dijo:
Hágase el amor
y en el amor mi sombra vaga por tu Estancia.

Fanny G. Jaretón

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Vocalización

La música no está destinada a capturar a los hombres en el trance, sino a permitirles marchar al paso y guardar un orden cerrado. Sin música, una línea de batalla arriesga desbandarse cuando avanza para la carga.

Corazón de música desconchertante.
Trashumante de bemoles claroscuros.
Canta con el agua de tu boca nota.
Cántame en la potencia de rebeldía.
Cántame en el eco resonante, mi voz en tu voz de alpaca.
La voz gris, la voz del entuerto, la voz del aguacate
fresco, brillante, puro.
Tu voz áspera raspándome en todos los rincones.
Aserrín de mis deseos acongojante sed de la madera.
Mis manos clavos, mis manos tempestades
tarareando en tu piel tus ritmos inauditos.
Tempo en tu registro del Misterio.
Vertebrante tu lírica me secuestra de la realidad.
Oda en ti mi ola en tu cuerpo estremecida.
Despojada es la entrega circular de tu sonata otoñal.
Entre tu lengua y el texto brotan sonidos de jazmines.
Thanático hundiéndose en tu tono grave.
Agudo es mi gemido agudo.
Creshendo en el creyendo
cuando las carnes nos toquen
en el disolvente espíritu del silencio.

Fanny G. Jaretón / Alas para volar

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Porfía

Señor:
Tú que reinas en el cielo
como en la tierra
dime que no es cierto
lo que mis ojos oprimidos
están obligados a ver sin renunciar.
Dime Señor, que no son esas niñas
que apenas dejan sus muñecas
las mismas que ofrecen sus boquitas
las manos, lo otro en prostitución.

Dime Señor, que el pan duro de cada día
que nos dan los basureros ecológicos
son el manjar de esos niños que piden
y piden y que por más que piden
«les será dado» dijiste, Señor.

Dime que no es verdad,
¡que no puede ser verdad!
que los cuerpos de niños mutilados
que se ven en primeras planas
de las noticias ¡todas Señor!
sirven de escudo para sus mayores,
esos monstruos de pie de barro
que con imá-gen-es de sangre de su sangre
se sepultan manchando la verdad con impudicia.

Dime Señor, respóndele a este corazón probado
tantas veces por la fe
que cuando anunciaste que los niños vinieron
para salvar al mundo
no te referías a esta barbarie.
Dímelo Señor ¡dímelo!
Vuelvo al futuro
para que Ese que Eres y que prometiste
me hagas mirar la vida lejos del dolor.

Fanny G Jaretón

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Contínuo alegrato

Vienes hacia mí con tu antorcha de grasa
me sometes a tus visiones nocturnas.
Desprendes de mí la cabeza
late, late, sin razón, el corazón impoluto.
Hombre-bisonte mezclas tu animal humanidad.
Me cazas de todo, me masticas de a rato
Memento del celo y del temblor vocal.
Te gruño maloliente en tu malolor de tu malamor.
Desesperante es el canto alto en el arcano de los cazadores.
Me llamas con el cuerno de íbice.
Sé que quieres apagar tu sed con mi sangre,
con toda mi sangre para no repartir una gota de mi viciado.
Sé que quieres llevarme a tu santuario
hasta donde las tinieblas reinan sin reservas.
Sé que quieres llegar hasta la última fibra acústica
que estrechan mis paredes.
Hasta hacerme clavar el incisivo
en el rugido del silencio final.

Fanny Jaretón / Alas para volar

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Julio Cortázar (Argentina)
Aplastamiento de las gotas


Yo no sé, mirá, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro qué hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana, se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes mientras le crece la barriga, ya es una gotaza que cuelga majestuosa y de pronto zup ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol.

Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran, me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós.

Cortesía de Revista / Grupo Adamar

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Rolando Revagliatti (Argentina)
¿Y... cómo anda la poesía?


La poesía anda como la astrofísica
la buñuelística
la amparología

La poesía anda como el carterismo
como las especializaciones en sensaciones
como las antípodas

La poesía anda como la Luna de Valencia
y es la valencia de esa luna
perfectible
la poesía

La poesía anda como la mona:
así que, por supuesto:
¡seguid a la mona!

Rolando Revagliatti

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Armé

Armé una pausa
Armé una pausa como otros
arman una causa

La pausa es esta
capciosa versificación
sin rima ni nada
grandioso

y que condescendientes
ustedes ahora
mi público
absteniéndose de conciliábulos
juzgarán.

Rolando Revagliatti

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Carlos López Dzur (PR)
Más vale maña que fuerza / microrrelato


Un día lo vio. El engreído, parejero, pasó ante su balcón del segundo piso. Y quien lo mira, lo tuvo en la garganta; no lo pasa. Por eso, el escupidor juntó fuerzas y tosidos al verlo que avanzaba y, no bien caminó sobre la acera, a sus bajos, con el recaudo de un gargajo espeso, calculado por el odio que le tenía desde chico, lo bautizó desde lo alto y se escondió.

El escupido bañó la frente a la víctima. Se escurrió a las narices, le mojó los bigotes y la comisura del labio. «Relámete, abusador». Y, al visualizar el balcón por el que pudo echarse tal húmedo disparo, la víctima dijo: «Esto no se queda así, carajo». A él que de ajeno viste, no se le quitarán sabores de venganza; a él nadie le desviste de la fama que ha creado. El no se cura con malva. El va y despoja. El no es un perro flaco. El no se viste de pulgas. Es un engreído de los buenos. Fornido, abusón, burlador que se mofa del débil y el pendejo.

Buscó la escalera que lleva a ese segundo piso. Alguien tendrá que dar sus cuentas y corre y sube, porque en caliente tomará venganza. Quien lo escupió está lleno de nervios, aunque, en su corazón se festeja. Diez veces vengadas están las humillaciones que han recibido él y quienes ama. ¿Quién lo iba a decir? ¡Que él, desde un balconcillo, se vengara con un escupitajo, con artera puntería! Alcanza un hueso de perro gordo, aunque él sea un perro flaco y realengo. Está feliz; pero, no es tarde cuando sospecha que el engreído subirá, calculando espacios y balcones y es capaz de tirar su puerta, si él no abriera. Vendrá a cerciorarse de la existencia del agresor cobarde que se esconde tras la puerta ... Es mejor no estar, no oir, no darse por culpable y que lo delaten los nervios... Fue por lo que corrió hasta el extremo del pasillo fuera del apartamento, se escondió con presteza y vio que su vecino, policía de oficio, sin verlo a él, entraba por una puerta aledaña, exactamente al lado de la suya, desde el otro extremo. Buena coartada ya tuvo.

El agargajado, al verlo, le hizo señales, dio gritos. Acertó a verlo salir, cerrando la puerta con la llave y pensó que fingía entrar después de haberlo escupido. Seguro que piensa que escapará de él. «¿A dónde cree que va, hijodeputa?» El policía está en ropa de civil; pero armado y, en el bolsillo de su saco, tiene unas esposas y su carnet de agente del orden público.

No se dieron explicaciones. Se enfrascaron en una riña a puños delante de la puerta del vecino. El policía interpretó que vino en son de robo. «Gente es que viste lo que en la calle roba»; dijo, pero, allí... en el piso, el policía está identificándolo. El escupidor se adelanta, camina cautelosa y lentamente. Fingirá que llega al auxilio. Tiembla con una culpa en vilo. «Házme de testigo», dijo el policía a su vecino. Lo tiene bocabajo, aturdido sobre el piso, sus manos esposadas y brazos angulados a la espalda contra la rabadilla. Con gesto victorioso, el guardia puso uno de sus pies encima de una de las orejas del engreído agargajado. El zapato policíaco lo fija con la mejilla al cemento de largo pasillo de apartamento en el segundo piso.

«Se habría metido en tu apartamento y el mío, si no lo detengo», lo anunció. «De este ladrón, también reportaré que me ha agredido», y sacó el celular para llamar más apoyo de una patrulla policíaca.

Carlos López Dzur / Bios

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El poeta que preserva la unidad

Uno se vincula al texto del poema existenciado,
a la red de pensamientos que lo teje, que unifica,
que preserva... uno le llama realidad, lo cognoscible...
porque el universo es éso, canción vibratoria
mensaje / poema / horizonte
a los que los ojos se acostumbran
para clasificar las unidades armoniosas
morfologías / eventos significativos y señales y palabras...

Uno se despoja insatisfecho con las sombras
y en el negocio del oír, boquea con rima y pausa
y anhela que se conozcan los latidos y el origen
para así amar más las procedencias sonoras.

Quiere el atestiguador saberse de memoria
lo que concierna a vozm a estrofa, a cánones
una vez que baile en carne y hueso,
como vivito y coleando; y por eso se une al texto
del poema y el universo se va constituyendo
según lo quiere percibir el que ama
o deifica las sustancias, o las ondas.

No dirá que vivirse es un velo
de mortaja, uno es que mejor pide un texto
aunque no sepa todavía si la energía es primero
que la aguja que cose, o si el pensamiento
es antes que la red con que pesca
sus peces, o se gana la vida, o se busca las cosas,
o se explica lo posible que acontece.

Uno, entre cuantos de liquidez luminosa
y bancos arenosos con olor y tacto
y residuos de algas aún más pequeñas
que los electrones, se vincula al poema organizador
y a la canción consoladora y bendice la mar.

No hay materia sólida de vida,
no hay aguas disolventes, sólidas de muerte,
sólo ese hilillo lumínico, tenue, invisible,
como la plata oculta que la musa tiende
por amor a Teseo camino al Laberinto
donde vive el monstruo creativo del Poeta
mitad-tejedor de unas luces, mitad ser-que-desteje,
guerrero / fiera que destruye, muerde...
Ser-que-preserva por querer sobrevivirse.

Carlos López Dzur

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Pedro Du Bois (Brasil)
Ouvir


Ouça o murmúrio dos segredos
transmitidos aos ouvidos
(o mistério da desvelação
da vida)
privilegiados
na constância
da repetição
dos sons
(o pouco que sabemos)
sobre vizinhos
e parentes
aparentes formas
humanas
de reencontros
(o tanto transmitido
ao ombro amigo)
e desejos.

Pedro Du Bois /
Outros poemas

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Credo

Creio na significação do espaço
desbravado em ondas
na consecução do plano inferior
da metamorfose entre o sim
e o não na aceitação dos fatos
na proibição do consumido
em dias alternados conforme dito
aos deuses no esquecimento
na marcação da pele em suaves
disputas introduzidas em pontos
de indignação e coragem
elevada ao silêncio da palavra
em desculpa e ausência
no amor ofertado e possuído
como entrega e estrada percorrida
na idealização do reflexo sobre
o espelho estraçalhado em imagens.

Pedro Du Bois / Colaboradores

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Arturo Cardona Mattei (PR)
Alma dolida


Soy un alma dolida que sufre, gime y llora
Que duerme intranquila, que despierta en zozobras
Que se hunde en los dolores que va sufriendo el hombre

Soy un alma dolida cuando siento el viento sureño
Que calienta con horrores
Los montes y valles que salen a su encuentro
Cuando se calcinan los prados
Que dan frutos y flores con su mejor empeño
Cuando la montaña sufre a manos del hombre perverso
El hombre vicioso que crea engendros
Que tira la semilla sin que brote el huerto

Soy un alma dolida al ver al niño que no come
Que muere en los brazos de una madre
Que no encuentra el pan que calma dolores
Inocente niño que gime profundo
Que agarrado del pecho de su madre
Se aferra a la vida que nada le ofrece
Pecho triste, flácido, de agrios sabores

Soy un alma dolida
Al ver el niño que no brinca, que no corre
Que paralizado va con ganchos de bronce
Que quiere jugar, pero sus pasos son torpes
Que mira a su madre enternecida
Como preguntando el por qué de sus dolores

Soy un alma dolida
Que se pierde en el estropeado bosque
En el que fue verde, pero hoy quemado
Se mira en las aguas del río
Y solo ve heridas dejadas por el hombre

Soy un alma dolida
Que corre desesperada, sin norte
Que busca una meta que no está en el horizonte
Que ve en el profundo río rojo
Sólo cadáveres de hombres
Que ve en el tormentoso paraje
Cenizas y colores nacidos de ideas torpes

Soy un alma dolida
Que como el humo del volcán malhumorado
Sube al infinito y se esconde

13 de septiembre de 2009 / Caguas, Puerto Rico

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Nicolás Hidrogo Navarro (Perú)
La Nueva Narrativa versus la Poesía Lambayecana



La actividad cuentística y novelística en la región Lambayeque están en la proporción de cada diez textos publicados en los últimos diez años, 8 son poéticos y 2 narrativos. ¿Pero por qué prolifera la actividad poética y es escasa la narrativa? Hay varios indicadores y factores que explican ello.

Primero: Publicar poesía se puede hacer hasta en trípticos o dípticos u hojas sueltas; situación que en los cuentos este formato no alcanza a no ser que se pretenda publicar microrrelatos, (situación que no es una actividad favorita por estos lares), porque los cuentos necesitan de un formato más extenso.

Segundo: Un poema –con el estilo del verso libre, como es ahora en un 99%- no necesita de un trabajo estructural (métrica, ritmo, rima, de manera prolija y exigente como la tradición clásica manda), no requiere de un argumento ni del cuidado estilístico, secuencial lógico en la construcción de la historia, de aplicarle técnicas narrativas, construir el escenario, bosquejar los parlamentos, apelar a los procedimientos crinográficos, cronográficos, topográficos, delinear los personajes etopéyica y prosopográficamente y trabajar los principios elementales de exposición nudo y desenlace, aunque sea de manera aleatoria, como lo trabajaron los escritores del boom latinoamericano.

Tercero: La propensión del lector en términos generales está dada a leer cosas cortas y rápidas. La lectura de un cuento demanda atención, concentración para seguir una secuencia, lógica. La poesía es caótica; la narración es lógica secuencial o necesita de un sentido más, del reordenamiento de los hechos para una comprensión concatenada de la historia.

Cuarto: Un poema se puede crearse en un instante de inspiración endemoniada (con los pulimientos posteriores, si se quiere), pero un cuento necesita ser repensando, recalibrado y remodelado tantas veces exija la lógica del contar, del relatar, del ficcionar. Un poema es emoción; un cuento, es ficción y construcción arquitectónica.

Quizá estos hechos explican, en parte, la lógica porqué nuestros jóvenes y no tan jóvenes opten por el hecho más facilista de la creatividad. Crear un poema clásico como un soneto, elegía, epigrama, endecha, rimas, décimas, madrigales, como lo hacían con la magistralidad de los grandes genios de la literatura universal como el poderoso Lope de Vega, el inigualable Luis Góngora de Argote o el mismísimo Francisco de Quevedo y Villegas, es un asunto no sólo de emoción, sino de artilugería y erudición. Un solo poema de estos monstruos de la literatura vale tanto como varios kilos de libros de poema de la actualidad, puede ser tan complejo de re-crearlo o descífralo en su íntima magistralidad que podemos tardar días y semanas en encontrarle su artificio y su gloria eterna.

Nuestra cuenstística lambayecana, se encuentra en un proceso de pasar del contar desordenado del hecho anecdótico o la historia cándida y simplista, a la construcción consciente de historias que sorprendan y encandilen al lector. Para ello es necesario trabajar más el manejo de técnicas narrativas y los modernos enfoques de construcción narratológica.

Nicolás Hidrogo Navarro / Colaboradores

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Marcos Reyes Dávila (PR)
Una ciudad quetzal de este Zelaya

Al pueblo de Honduras- 2009

Los andes no se extienden
por la américa central
Es cierto
Pero por toda la cerviz
de esta tierra vinculante
proliferan los volcanes
como ecos de las cumbres de Ayacucho.

Lo más alto y lo más bajo
recorre cada hilo de estas tierras
mitad quetzal
mitad buitre
a media luz
y a media sombra
donde el oro
se hunde a veces en el barro

Sin embargo, no llueve hoy a medias
Llueve torrencialmente
y una lluvia de meteoritos de otro tiempo
recorre hombro a hombro hoy
por las calles hondureñas
como el puño paloma
de una rosa blanca
más dura que el batallón
y las ballonetas de la hacienda
más dura que el golpista
a sueldo del imperio
y de la bestia
más duro que el soldado que dispara
contra su propia madre
que es su propio pueblo

Mano a mano se construye
el tejido enladrillado de los pueblos
los caminos
los auxilios
el templo del saludo
y la flor de la sonrisa
el pan sobre la mesa
el agua del amor
y su semilla
Mano a mano hermano
se levanta un país hasta las nubes
Mano a mano
de un amor preñado
en la paciencia ardiente
A mano de mujer
y a mano de hombre joven
A manos que recorren su caricia
por la arruga hambrienta de los viejos
para levantar todos juntos
el recuerdo de un tiempo de leyenda.

Es Bolívar que despierta ahora
del río de su sueño centenario
que despierta duro hondureño aquí
y en cada flor del magdalena,
que despierta gota a gota
lo mismo en el llano que en la sierra
Y despierta agua llanera en las calzadas
Y despierta libre machetero en la montaña

Dicen que los andes no se extienden
por las tierras hondureñas.
Pero estos años evocan sin embargo
la ilusión de la cuidad dorada
a medias coca inca
y a medias cacao maya
perdida en las brújulas y en los mapas
perdida en el nido del quetzal
ese quetzal
a orillas de Tegucigalpa

Esa ciudad de luz y oro
donde las campanas cantan poesía
de la mañana al mediodía
es la cuidad quetzal
de este Zelaya

Esa cuidad de tierra nuestra
donde llueve la semilla
y el sueño de sus frutos
y la alegría abraza cuerpo a cuerpo
a un pueblo entero
un pueblo que se levanta en este
bicentenario de la libertad de América
para cantar con heroísmo bolívar
lo que es un presidente que se yergue
y llega otra vez a sotavento
y a la altura limpia y transparente
de los heroísmos más puros
a la altura fecunda y sublime
nunca en vano
de su pueblo.
En la alegría
se destila la utopía

Hay un quetzal centella
que recorre los llanos y la sierra
Un quetzal que resguarda
en vilo
en su corazón
una purísima estrella
¡Hagamos quetzal-bala con las balas
Hagamos quetzal-puño con los palos
Hagamos quetzal-sangre con la sangre
Hagamos quetzal-pueblo con el pueblo
Y una cuidad-quetzal
de este Zelaya!

Marcos Reyes Dávila,
24 de julio de 2009


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Eduardo Espósito (Argentina)
Tabula Rasa


Job 2:11
Todo consuelo está lleno
de lugares comunes
Erramos de manera estrepitosa
zeppelines de piedra
salvavidas de estaño (parecemos)
hundiendo a quien amamos
en la profundidad gelatinosa
de un sofisma
que ni a nosotros convence
Zarza ardiente que quema
al mensajero
La simple desventura agigantada
por un presunto empacho
sabiduría angélica
de parches y remiendos
Así se fue la Plath
envuelta en gases
así partió Alejandra empastillada
para escapar de tanto bien
El poema hecho astillas
desde entonces
el empujón final a una piedad
con sobrepeso.
Nenúfares de carne

Qué busca esa mujer en la madera del tiempo?
Ha ligado la noche con saliva
Con saunas de su cuerpo derrite los barrotes
Cama y celda son uno en el recuerdo
Busca clavos de amor? Seguramente
y en los encastres
flores de prisión de aguas
Nenúfares de carne
En el espejo en negativo de su cuarto un año ido
y el baño de manteca por las noches
Hombres de a dos y en pugna
La verga en ristre
Aquella esgrima púbica y brutal
Qué encuentra esa mujer en las vetas
en los nudos des – nudos de otras vidas?
una verdad articulada?
Limonada Rogé?
La baguette prenupcial?
Su tiempo se contrae desde el vientre
Con el alba inclinado
la matrona se astilla y desmenuza
respirando un destino de viruta
Del polillaje saldrá el huevo
que comerá su ayer

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Soneto descarnado

A César Vallejo y su nómina de huesos

Escápula/ falanges/ temporal
huesos del carpo/ cóccix y calcáneo
pómulo/ sacro/ ileón/ radio
escafoides/ cuboides/ occipital

Arcos/ metatarsianos/ acromion
rótula/ peronés y maxilar
cuneiformes y vértebra lumbar
costillas/ isquion y olécranon

Astrágalo/ pubis/ atlas/ húmero
fémur/ apófisis/ trocánter mayor
tibia/ cervicales y frontal

Fosa ilíaca/ esternón/ cúbito
metacarpianos y trocánter menor
cotiloidea/ dorsales y nasal
Una irrisión apenas

La calle negra de alquitranes y venenos
ondula al fondo de sí misma
Miasmas como bibelots
Recordatorios de una especie
humana acaso
y de que otros disponen de la lluvia
y de algunos vivientes casi a cuerda
hirviendo en el sudor de Dios
Desventuras de la chingada
Malformado destino hereditario
como si cada cosa bella
fuese pozo de otro sapo.

Eduardo Espósito / Quilombario

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Laura Yasan
La poesía de Eduardo Espósito


Eduardo Espósito despliega su universo en una poética que transita lo coloquial, la ironía y la irreverencia. Transitando estos registros la propuesta de Quilombario es dura y caótica como todo lo que urge, fragmentada y heterogénea como todo lo anárquico.

Para entrar en él no hay manera de estar preparados. ¿Es un quilombario un muestrario de quilombos, una completa colección de problemas, o un armario lleno de sorpresas, de estantes ocultos, de cajones repletos de las más diversas inquisiciones, de los más disparatados objetos, de las más ineludibles preguntas y las más desordenadas respuestas? Quién pudiera responderlo.

Los dos primeros versos del libro postulan lo siguiente: «todo consuelo está lleno/ de lugares comunes», por lo tanto si en el correr de sus páginas encontramos un toque por momentos bizarro, ya estamos advertidos. Quilombario es una ruta para avanzar como «zeppelines de piedra» hacia lugares inusitados, donde “cada cosa bella/ fuese pozo de otro sapo» y hay gente a cuerda «hirviendo el sudor de Dios».

Una suerte de Apocalipsis doméstico que en ciertos versos no puede más que volverse público, ya que dos hombres se desayunan un caballo en la plaza y otro hombre será hallado muerto en un río al que nunca entró. Pobre Heráclito, ni a usted me lo respetan en este libro, pero créame que este yo poético «sin cobijo / inmensamente solo/ bajo el peso de una estrella” se alimenta de “polen de escorpiones y veneno de margaritas», si esto acaso lo justifica.

Volviendo a los lugares comunes del comienzo, es allí donde Esposito se afirma para trabajar su poética, desarticulándolos y volviéndolos a crear a su manera. Así por ejemplo, la expresión popular “al que madruga dios lo ayuda” se convierte en «al que madruga dios lo arruga (…) al que madruga no lo ven los de arriba que se levantan tarde (…) ojalá que se pudran con los ojos peinados” o «me ningunearon/ los todifiqué».

Hay también en este contexto un anti héroe, el Capitan Feliz cuyo padre fue el llanero solitario y su madre una revendedora de Avón. Hay «una boliviana que pinta limones de amarillo / a las puertas de un Carrefour», personajes y elementos que circulan como un gran collage del entorno, como una exposición de todo lo que nos contamina cada día, a cada paso.

Atraviesa su obra una especie de metafísica de la falla «Ando entonces a cuerda/ como un juguete desconcertado / un disparo en la oreja de Dios / Un fósforo final en la refinería del caos», en donde todo sale mal por lógica, porque tenía que salir mal, porque la vida es «un gualicho apócrifo» donde «nada era lo que debía ser ni aun a punta de pistola».

Eduardo Espósito nos demuestra que la lírica puede montarse sobre elementos cotidianos, con un brillo que no hay que ir a buscar a ningún firmamento, a ningún horizonte lejano porque afortunadamente en este mundo «la poesía sigue jodiendo en otro idioma/ como el tic tac de una bomba».

Laura Yasan

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Javier Rodríguez Marcos (España)
Juan Carlos Mestre: Premio Nacional
con Versos contra la costumbre


Poesía es lo que resiste a la costumbre. Juan Carlos Mestre (Villafranca del Bierzo, León, 1957) recuerda la frase de Saint John Perse mientras acumula las definiciones de poesía para evitar dar una sola e inamovible. «La poesía es la conciencia de algo de lo que no podemos tener conciencia de otra manera, una casa de huéspedes habitada por las voces morales de la intemperie, un puente de palabras entre lo real y lo desconocido, el elogio de la dignidad humana», dice.

«Todo libro es un diálogo con las deudas que uno tiene con las voces que le ayudan a vivir», dice también. Se refiere a La casa roja (Calambur), el libro que le valió ayer el Premio Nacional de Poesía, dotado con 20.000 euros y otorgado por un jurado compuesto, entre otros, por Joan Margarit, Olvido García Valdés, Alex Susanna, Dionisia García y Elena Medel. Entre las deudas que contrajo para escribir el libro, Mestre señala las que tiene con dos autores fallecidos en los últimos meses: José-Miguel Ullán y Antonio Pereira. También recuerda a Vicente Núñez: «Me interesan los desobedientes respecto a los lenguajes normalizados del poder, aquellos que hablan una lengua extranjera en su propia tribu».

Autor de media docena larga de poemarios, el escritor berciano se consagró dentro del panorama joven de la poesía española con su tercer libro, Antífona del otoño en el Valle del Bierzo (Premio Adonais en 1985), al que puso música su paisano Amancio Prada. Luego publicaría títulos como La poesía ha caído en desgracia (Visor, Premio Jaime Gil de Biedma en 1992) y La tumba de Keats (Hiperión, Premio Jaén en 1999), escrito durante una estancia en la Academia de España en Roma, ciudad en cuyo cementerio protestante está enterrado el poeta romántico inglés.

La poesía de Juan Carlos Mestre hunde, de hecho, sus raíces en el romanticismo y atraviesa el irracionalismo vanguardista sin perder de vista ni el presente ni la calle. Así , en La casa roja, un libro que alterna prosa y verso, los teléfonos móviles y los restaurantes chinos conviven con las apelaciones cosmogónicas: «Mis antepasados inventaron la Vía Láctea , / dieron a esa intemperie el nombre de la necesidad». «No creo», dice Mestre, «que un poeta sea un ser dotado de un carácter extraordinario. Habla el lenguaje de su época».

Poesía de la conciencia es -en parte por contraposición escolástica a la de la experiencia o la diferencia- un término que en ocasiones han utilizado los manuales de la literatura de los últimos 20 años para nombrar el trabajo del autor leonés, y de paso el de compañeros suyos de generación como Jorge Riechmann, Fernando Beltrán y José María Parreño. Mestre, sin embargo, desconfía de las preceptivas y de las instrucciones de uso: «Donde hay un poeta hay un insumiso», afirma. «La poesía es un discurso profundamente republicano. Es el discurso de ciudadanos libres que ejercen su derecho a estar en desacuerdo desde el lenguaje de la delicadeza. Todo lo demás, tendencias, generaciones, grupos, está abocado al fracaso porque la poesía se resiste al saber».

Él mismo, que es también artista plástico y músico (algo muy presente en sus lecturas en público), se resiste a la autoridad de los compartimentos estancos: "Son algo caduco y falso. Cuando las ideas aparecen son ya portadoras de su forma". Y apunta una última definición: «Rafael Pérez Estrada decía que la poesía son palabras civiles para después del tiempo. Y lo que yo hago son pequeños actos civiles: a veces toman la forma de un collage y a veces la de un poema».

CheBlogia / Pliego alados

Tomado de El País - Cultura - 02-10-2009

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Escritor puertorriqueño (Santurce, 1942). Director de la revista de poesía Guajana desde su fundación (1962), colaborador de las revistas literarias Bayoan, Mester, Versiones, Prometeo, Islote, Sin Nombre, Amanecer, Mairena, Instituto de Cultura Puertorriqueña y otras de la isla. Ha participado en eventos literarios internacionales. En 1995 fue galardonado en Santiago de Cuba con la Medalla José María Heredia. Ha publicado alrededor de una veintena de libros.

Homenaje a Vicente Rodríguez Nietzsche

La Segunda Edición del Festival Internacional de Poesía en Puerto Rico –2009– se le dedica al poeta puertorriqueño Vicente Rodríguez Nietzsche.

Vicente luchó durante años para hacer posible este festival, y presidió la primera edición del mismo. Se le reconoce como uno de los poetas más importantes de la Generación del 60 en Puerto Rico, y luego de mil otras maneras.

Prueba el canto, y tomada de la inmediatez, es la edición reciente de una antología de poetas puertorriqueños traducidos al francés y publicada en Francia, que aún no presentamos acá. Y, por otra parte, la inminente aparición en Venezuela de otra antología de poetas puertorriqueños de la segunda mitad del siglo XX. Además, más de 30 títulos de obras poéticas fundamentales han salido publicadas con el sello de la Colección Guajana, y muchas otras, gestionadas e impulsadas por Vicente para compañeros poetas, en muchas otras editoriales.

Caminante y peregrino pertinaz, asiduo colaborador de mil festivales, vimos al llegar a Santiago para participar en su notable fiesta del fuego una pancarta con un poema de Vicente cubriendo una pared. uno de los poetas vivos de mayor proyección internacional ya que ha dedicado su vida, con incesante esfuerzo, no a proyectar su obra propia, sino la de los compañeros de su generación, a través, primero, de la revista GUAJANA –flor de leyenda de varias décadas de poesía puertorriqueña– .

Ya sea, pues, por el valor protagónico de su propia obra –bifurcada, de una parte, por el camino de la solidaridad militante con las luchas libertarias y justas, y, de otra parte, por la búsqueda incesante del amor– o por haber dedicado toda una vida a la difusión y promoción de la poesía de todos, Vicente Rodríguez Nietzsche, capitán de una generación impetuosa, merece nuestro aplauso unánime.

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Revistas amigas

La Revista Poeta circula con la edición correspondiente al miércoles 30 de septiembre de 2009 / AÑO II – NUMERO 26 – 1 de Octubre de 2009. La misma es dirigida por José Alejandro Arce, Editor. La misma aporta poemas, cuentos y ensayos, de participantes de gran trayectoria y como siempre, con nuevos y buenos certámenes para la participación de sus lectores. Entre sus colaboradores se incluyen: Daniel J. Montoly (Santo Domingo, República Dominicana), Amelia Arellano (San Luis, San Luis, Argentina), Sergio Mattano (Capital Federal, Buenos Aires, Argentina), Sandra Viviana García (Cali, Colombia), Angélica Sonia Barrenechea Arriola (Bahía Blanca, Buenos Aires, Argentina), Stella Maris Migliorino (Bella Vista, Corrientes, Argentina), José Miguel Diez Salazar (Chiclayo, Perú), Roberto Attias (Fontana, Chaco, Argentina), Amado Storni (Madrid, España), Sonia Figueras (Capital Federal, Buenos Aires, Argentina).

Tuesday, September 15, 2009

Septiembre 30 / Núm. 40 / Orange County



GocceDivani

Contenido 40

Pablo Mora
Librémonos
Ars poética

Gustavo Tisocco
Entrevista con Pablo Mora

Fanny G. Jaretón
Con/fe/sión

Marisa Aragón Willmer
Duermes, Mujer

Alfredo Villanueva Collado
A ver si te cabe, papichulo
Poema al resp(e)cto
Examen de orina

Ovidio Retana González
Intelectuales salvadoreños comprometidos con la Revolución Cultural

Palissy: cuando el Poder asesina a los artistas

Maika / Tati / Sagasuku
Quizás puedas deshacerte en la espuma
Serena llamada

Lírica cuántica

Carlos López Dzur

El gorrito de la burla / Frag.
de la novela En Memoria de Catana

Luis Rafael Sánchez
Peor que coñ... y puñ...

Éktor Henrique Martínez
Los Arcanos del Doctor Mefistófeles


De los escritores de Puerto Rico al Gobernador y al País

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Pablo Mora (Venezuela)
Librémonos


Del poeta que escriba en menguante. Del sol que caliente la miseria. De la antigua procesión de hojas marchitas. Del virginal destierro sin regreso. Del zorro tiempo que cosió el silencio. De las vergüenzas, los odios, los bisiestos años. De los millones, billones o trillones de justos. De sus escombros, sus heces, sus herbajes. De los hombres buenos, fraternos o pendejos. De las rojas calificaciones del rocío. De la criptografía de los espías. Del aurinegro estiércol de los diablos. De los fatídicos cálculos arábigos.

¡Librémonos

De los escupitajos. De los mortecinos ecos de una infancia hueca. De lunas distraídas, putrefactas, con psoriasis. De la antigua costumbre de ir por las laderas del hocico de algún pan sin nombre y apellido. De los cimientos, aleros o gargantas donde los helechos ocultan las crecientes y clinejas. De alguna vez sin sombra. De esos ojos que se van poniendo chinos de puro sentimiento muerto.

¡Librémonos!

De la brisa muda, confundida, agazapada. De la herida lágrima del beso de la puerta. Del llanto aguacero del payaso de los pájaros. De las simas infernales de la hormiga. De algún día sin noche. Del eterno aprendiz de pordiosero, de poeta. De ser tan sólo trapo viejo de cocina esenia. De la marginalidad de la mordaza. De la ciudadanía de la maleza. De la confusión de los espíritus. De las malas tintas, trinitarias, con pereza azulmarina. Del alegre gasto de hojllas, saludos, palabras y regresos.

¡Librémonos!

De los relojes de los largos sueños. De los gestos, los cantos, cuernos, cuentos y coros de la tarde. De las viejas arenas del río. De las azules piedras del mar, sus costados y quebrantos. De mirar sin miedo a maltratar al ciego. Del hórrido graznido de un auricular espía. Del sol, la luna y las estrellas. De la luz que fue hecha. Del desorden sacrosantamente público. De los orinocos de la angustia básica. De la andanza de los cristos encarnados, truculentos.

¡Librémonos!

Del pavoroso tesoro del hambriento, el eterno basural de los sinsontes. Del hueso gustero. Del mañanero pedazo de candela. De la saneada policía embrutecida, envenenada. De la santidad de las semanas. De la conjunta mortandad de los calvarios. De la muda orfandad de los samanes. De los apócrifos pensamientos. De su vigencia escandalosamente moribunda. De tanto malandrín contemporáneo tan lleno de sabor latino.

¡Librémonos!

De alguna lupanaria invasión de los marines. De posesiones, transmisiones, misiones, sumisiones. De agresiones, regresiones, transacciones, conciliaciones o casinos. De la ginecocracia de la mujer. De las angélicas pasionarias arenas de las flores y las algas. De quienes juntan casa a casa y añaden heredad hasta ocuparlo todo. De maquinaciones, de coyundas y de yugos. Del monte sin bramido de ganado. De la economía sin fronteras. De las firmes retiradas. De las mentiras, de las granadas, de las carcajadas.

¡Librémonos!

De los amparos, los desamparos, los roperos, los preparos y reparos De los trabajos, los dioses y los días. De los bravos, de los buenos, de los feos, de los malos. De los barcos juguetes de garbanzos o gabazos. De las gaviotas de cada día. De la luz eléctrica desinfectante y puta. De quien nos siga, nos hurgue, espere y desespere. Del Eclesiastés. Del Eclesiástico. De los Excelentísimos Señores Superviajeros. De los pasajeros. De los proverbios, los refranes y los eros. De los cinco o cinco mil panes. De los cinco puntos cardinales de los canastos engrifados por el llanto.

¡Librémonos!

De los canarios, los gallos, los grillos, los cristianos y los trompos tuertos. De cualquier unión patriótica. De cualquier estado hideputa unido, supremo, checo, eslovaco, ecuménico o romano. Del nostradámico naufragio del planeta. Del enfermo pobre. Del remedio caro. Del tramposo viejo. De la hornilla muerta. Del acecho de la sierpe. De la estatua del silencio. Del complejo azucarero del diabético. De las impúdicas raíces cuadradas, literarias. De las impunes rimas estridentes, procelosas, desnudas o atenuadas. Del pus supremo de los viudos y los solos. De la ponzoña, la maleza y la cizaña.

¡Librémonos!

De las Constituciones, los Constituidos y las Constituyentes. De las vulvas quebradas del quebranto. De los suspiros lustrales del torrente. Del delirio augusto en torrencial plegaria. De la sinérgica vacuidad del cosmos. Del lirio y la vagina a la intemperie. Del cante jondo de Dionisio en galla misa. De los Smith, de sus deudas indeseadas, inmorales, indexadas. De los Truman vagabundos de la guerra.

¡Librémonos!

De los racimos del hambre y la miseria. De los ridículos seguros poderosos previsores. De las bárbaras sedes de los deltas del silencio en alta mares crines de arrechera encabritada. De la ansiedad de las pedradas. De virtudes, peines, arañas, alacranes y pañales. De la solemne soledad de los agostos. De la tristeza, esa mierda, compañera insoportablemente legañosa, tiernamente oscura.

¡Librémonos!

De tropezar con un martes trece. Con un caballo loco o un león insomne en fuego. De una madrugada acacia hambrienta. De la corneja al lado adverso del destino. De alguna tristeza ultramarina. Del aullido de la hiena. De la salvaje cabra, del chacal y del hurón. De la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra.

¡Librémonos!

Del canto del gallo en aguacero. De la abismal oquedad de la renuncia. Del carcomido silencio en increíble soledad deshabitada. De los toreros muertos, de los huérfanos teteros. De la zocacola, las anhedonias, los pericos. De los fantasmas de Canterville. De los sobrevivientes. De Chernobyl. De las intelectuales escrituras patriarcales pendulares.

¡Librémonos!

Del rap de las hormigas. Del carrousel de las Eduvinas, las Adelas y las Adelitas. De los enanitos verdes. De los traviesos gusanitos. De los políticos paralíticos, sifilíticos. De la escasez del tiempo para el ocio, el vicio y el fornicio. De las mezclas con efectos especiales. De los bebedizos, menjurjes, barbechos y barbascos. De los puercos y los porchettos.

¡Librémonos!

De los contagios del alma. De los rituales. Del limbo y los reptiles. De los cristianos, cristales y vitrales. De los juanes, los mordiscos, las trompadas, estallidos y luceros. De los venenosos invidentes. De las tuercas, tutecas, lagartijas y cangrejos. De la tara, las lesiones, sus corotos, tormentos y lecciones. De las guerrillas, las calabazas, los velorios. De las ocurrencias de la muerte. De los ojos abiertos de los ciegos.

¡Librémonos!

Del medio camino de la vida. Del azufre, del agüero, del aojo. De la desnuda mariposa salamandra. De la amapola en luna descubierta. Del tísico pañuelo de la guerra. De consejas, sinagogas, conjuros y consejos. De argucias, fraudes, hurtos, dolos y asechanzas. De echar dado falso, de cargarlo. De caer en el señuelo o en el lazo. Del necio, sus celadas y sandeces. De confundirnos alguna vez de mano, de palabra, de noche o de locura. De lluvia, de casa o de garganta. Del canalla y sus vilezas. De la sangre colorada en desamparo permanente. De acampar algún día en ensangrentado llanto. De tener que cargar con la rosa agusanada sobre el opaco lomo del que nunca fuera.

¡Librémonos!

De la matadura de la memoria voraz que atiza los relámpagos. Del desbocado potro que golpea en el pecho sus chispeantes cascos herrados por el viento. Del vórtice abierto que engulla nuestra esperanza desolada. De la desolladura del barro que seremos. Del errante diluvio de los párpados insomnes. Del estridente relincho del rayo de los pájaros.

¡Librémonos!

De tener que mear sangre en los hocicos de los gusanos o pagar peaje con vinagre de Mahfud. De tener que presenciar el duelo de una telaraña con la lluvia. O el de un colibrí con el sueño de una cerbatana. De tener que oírle a la lluvia un cante jondo. O asistir al entierro de una hormiga virgen. De tener que andar en puntillas sobre un silencio o liberar una estrella de una luz alpina.

¡Librémonos!

De tener que regresarnos de la muerte u oírle al mar sus coruscantes sinfonías de agua. De tener que cambiar de aldea. De que se desteja el encaje del sol enfurecido. De que se desgaje el transido corazón del hombre. De que se desate la noche de la guerra o se zafe el curricán del mar.

¡Librémonos!

De que nos sorprenda el aplauso de un pájaro salvaje o la madre del caracol huyéndole a la pena. De aquél que no conozca la tristeza. De las indómitas fieras de la guerra. De tener que ver los mil cielos sin estrellas. De que el sueño sea el camino de la muerte. De querer en alguna madrugada abrirse una vena o un ojo que nos dé la libertad eterna.

¡Librémonos!

De la culebra amarilla de la acera en donde guiñan nuestra vida los goznes de los miedos menguados de unos asnos escondidos en los postigos del tiempo, amarrados al fulgor de la garita quejumbrosamente polvorienta de la lluvia en suerte.

¡Librémonos!

De las sombrillas del corazón. Del desierto de las bolsas. De las zapatillas de las brujas. De las gusaneras del Palacio. Del abrazo de un ogro purulento. De un Judas vivo o un Vallejo muerto. Del hambre, digo, del hombre decente, parte de la Religión, ese viejo escondite, guarida de dioses, infiernos y demonios. Del corazón, ese tercer cojón del hombre. Del sidoso divino providente. De los cojones de la Divina Providencia.

¡Librémonos!

© Pablo Mora

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Gustavo Tisocco (Argentina)
Entrevista con Pablo Mora


—¿Qué es para usted la poesía?

—La poesía es un acto de fe en el hombre, en la palabra y en la vida. Un instrumento para transformar el mundo. Momento de liberación individual y colectiva. Un asombro que se pasa a limpio. Un renglón que se añade al mundo. Ser poeta es disponerse a la vigilia. Navegar hacia adentro del asombro. Saber el tamaño exacto de la pena, la terrible majestad del pan. Logra que lo oigan las estrellas. Sabe que una piedra es un pájaro que ya no vuela; que toda piedra alguna vez fue estrella; que un universo sin estrella carecería de vida. Conoce el reverso de las cosas y la vida.

—¿Podría usted contarnos un poco de su vida, de sus obras publicadas, sus premios, su actividad literaria?

—Mi poesía proviene de un almácigo. Pasó por noche insomne. El insomnio me dejó al asombro. El asombro, luego, me llevó a la sombra. La sombra me lanzó a los mares. Casi ya Pablo Mares, el mismo que viste y canta. La noche, la sombra antigua. La llagadura, sombra antigua. La madre, la sombra antigua. La noche, la antigua lejanía, la sombra antigua que a los hombres mira, que a las costas de la divina antigüedad nos ata. Mi poesía es un al alimón a cuatro mil manos. Sin bajar los brazos, sin bajar la rabia, sin bajar la alegría, a contracorriente, a sol y sombra, de claro en claro y de turbio en turbio, a corajazo limpio, sè que habrá de haber lugar para la poesía, si no quieren pueblos y hombres sucumbir. Me debo a mis dobles, a mis pares, a los otros, a la Poesía , Sociedad Anónima, casi como decir a Gabriel Celaya. Creo que jamás la canción tuvo punto final, que la existencia no es más que un plagio y que los poetas escriben las mismas cosas con uno que otro colorido; que solo existe un poema y un poeta y hasta una sola palabra para quienes existen, existieron y existirán en comunión poética, en convivialidad creadora.

En respuesta al “sueño del futuro”, confío en que, se afiance y robustezca la Poiesología , ciencia que propongo se instaure en cuanto disciplina que estudiaría los signos de la creatividad y las leyes que la regulan en relación con la naturaleza, el hombre y el arte; al interior de la ciencia, la técnica y la tecnología. Con la sombra duermo en oscuro cuarto, hasta bien entrada la madrugada. Más allá de los solos y cobardes, más allá del metal y del combate, más allá de la lucha de los cantos, más allá de la cólera enemiga, alada, la neblina me distingue. La resonancia de la noche recoge mi canto aglutinado en pura fogarada. Con Fidel, me pregunto ¿hasta cuándo las ideas serán pisoteadas? Con Galeano, ¿hasta cuando seguirá corriendo la sangre para que la fuerza justifique lo que el derecho niega?

—¿Cuándo empezó a escribir? ¿por qué?

—Empecé a escribir cabe la sombra de una cueva: La Cueva Pictolírica , movimiento literario que se hizo sentir en la región andina de Venezuela en los años sesenta del siglo pasado. Al tiempo que los fusiles daban su mano a las letras, tratamos de crear una como trinchera de Paz con nuestra palabra.

Así, mientras el mundo se desvive entre galácticos presagios y alientos de hecatombes, trato de construir mi trinchera, desde donde disparo contra obnubilados y díscolos, con la más convincente de las armas, el verso. Soldado de la Paz , disparo mis versos contra la guerra.

—¿Cómo definiría a su poesía?

—Persigue un verdadero espacio verbal en sintonía con uno temporal-ideoló gico, puesto que la emoción, la palabra y el contexto sociopolítico han de entrecruzarse, encajar en todo lenguaje poético. Considero con Ludovico Silva que la belleza es revolucionaria; que Belleza y Revolución han de ser permanente bandera de combate. Con Rimbaud, estoy convencido que el porvenir será socialista.

¿Mi poesía? Una forma o fase de la luna de mi aldea. Un almácigo que se quema al sol. Un coro en el que canta un insomne. Hacer caber a Dios en un dedal, al sol en el ojo de una hormiga, al mar en los labios de una perla o al universo en una gota de rocío. Un deseo de arrear la luz. Querer encontrarle al silencio su guarida.

—¿Qué autores influyeron en su poética?

—Temprano me conseguí con Juan Ramón Jiménez y el aquelárrico Fausto de Goethe. Siempre estuvimos a la sombra de Neruda, Vallejo, Whitman y Miguel Hernández. Más fraternalmente, con la iracundia de nuestro entrañable hermano Dionisio Aymará. En mi errancia italiana, compartimos con la Escuela Lombarda , sobre todo con Edoardo Sanguinetti y Luciano Erba. Con el dolor a cuestas de Pavese. Con Ungaretti, Montale y Quasimodo. Otros poetas en el camino fueron Maiakovsky, Rimbaud, Rilke. De nuestra frontera, Jorge Gaitán Durán y Cote Lamus. Pero, entre todos, nos selló la vida, el camarada Rafael Guerrero — Carlos Guerin— cuando el fusil le dio la mano al verso, cuando, frente a la violencia institucionalizada, aprendimos que la poesía ha de ser fusil, vida, protesta y alarido permanentes.

—¿Cuál es el fin que le gustaría lograr con su poética?

—Quisiera que mi poesía contribuyese a sembrar la Paz sobre la aldea, sobre la tierra. ¿Qué poema elegiría usted si tiene que optar por uno en especial? ¿Por qué?

—Elegiría el titulado El hombre, pues resume en cierta forma la visión del mundo que signa mi obra: el hombre que desde sus hondas cavilaciones: nos grita, nos acusa, nos reclama.

—¿Cómo ha cambiado su lenguaje poético a lo largo de los años?

—De un lenguaje descriptivo, progresivamente, ha venido robusteciéndose en una razón poética donde la métafora ha venido cobrando cada vez más aliento creador.

—¿Para usted se nace o se hace escritor?

—Se nace escritor a la vez que se va fraguando la tarea-misión entre ramalazos, tristumbres y esperanzas.

—¿Qué consejos le daría a un joven escritor/escritora que se inicia en este bello camino de la PALABRA?

—Cree en la locura de los pájaros, en la fresca escarapela de las sombras, en el risueño misterio de la tarde. Cree que jamás la canción tuvo punto final, que la existencia no es más que un plagio y que los poetas escriben las mismas cosas con uno que otro colorido. En esa continuidad profunda que, de siglo en siglo, traspasa de poeta en poeta; que sólo existe un poema y un poeta y hasta una sola palabra para quienes existen, existieron y existirán. Cree que “nuestra poesía no es nuestra, la hacen a través nuestro mil asistencias, unas veces agradecidas, otras, inadvertidas. Cree en la POESÍA , SOCIEDAD ANÓNIMA. En que nadie es nadie, salvo nuestra salvación en la obra común, en el canto coral que ilumina la esperanza. Cree que nunca estás solo. Solos, no somos nada, nadie; juntos, inmortales. Cree en la obra colectiva y anónima, aún en ciernes, transformando y creando conciencia impersonal. Parte del sueño de una corriente eléctrica que eternamente fluye, y que ha de convertirse en realidad gracias a una superconductividad, apuesta al saber, al diálogo, a la liberación, a la completitud creadora. Apuesta al hombre, a la palabra y a la vida. Apuesta al sueño y al regreso. Al juego, al abrazo y a la danza. Sobre todo a la revancha. A la esperanza desnuda. Al orgasmo del mundo que hace cauce. A la belleza que se expande.

—¿Cómo ve usted actualmente la industria editorial?

—El reino editorial, acá y allá, no conoce todavía del marketing. Menos lo conocen los poetas. La poesía, desgraciadamente, pareciera ser para elegidos. El mundo, en cambio, que fue para llegar a ser leído —tolle, lege— nos convoca al legado de todas las lecturas. Quien vio, anduvo y leyó, deberá —testigo en mano— traspasar el hormigón de sus lecturas, su asombro, su cosecha, en sueño, en teleescritura- teleliteratura eternas.

—Si tuviera que recomendar un libro de poesía, prosa, cuento, novela etc ¿Cuáles recomendaría?

—Al cerciorarme que mi obra Sombra Antigua había recibido el Premio Nacional del Libro otorgado por el Cenal, 2005, pensé en La Poesía Olvidada y Recordada de Jorge Zalamea, Premio de Ensayo de la Casa de Las Américas, 1965. Y de cómo, día a día, hemos de hacer de la promoción de la poesía y la literatura en general un culto, una como superior misión, de donde a su vez surja la enorme posibilidad de crear Sociedades Anónimas Globales en las que converjan las ideas, los propósitos, las reflexiones, los asombros y ocurrencias que han de signar el orden nuevo, el hombre nuevo, el pueblo nuevo. Puesto que la paz pasa a través de la revolución y revolución integral en aras de una humanidad nueva.

Recomendaría, en fin, a Platero y yo y toda la Obra Poética de Jorge Luis Borges. Sin olvidar El Quijote, por supuesto.

—¿Qué opina de las nuevas formas de difusión de la palabra, ya sea en páginas de Internet, foros literarios cibernéticos, revistas virtuales, ñusleter, blogs etc?

Internet viene sendo una verdadera vehiculización de la Inteligencia Colectiva en aras del Poema Colectivo, La Poesía Colectiva.

—Por último ¿Quiere usted agregar algo?

—Con Gabriel Celaya y María Luisa Alonso, pretendo ser un portaestandarte de la Poesía, Sociedad Anónima, en cuanto somos una sola voz quienes escribimos ahora conjuntamente con los que escribieron antes de nosotros y con los que escribirán después. Sociedad Anónima que significa la solidaridad humana que todos tenemos, la posición de humanidad solidaria ante la espiritualidad de la especie. Poesía, Sociedad Anónima, no solo referida al presente sino también con trascendencia futura, entendiendo la Poesía como una especie de metalógica o metalenguaje o metaespiritualidad que está, como si dijéramos, dentro de la herencia de la especie, al interior de una herencia poética. En fin, Sociedad Anónima que significa la solidaridad humana que todos tenemos, la posición de humanidad solidaria ante la espiritualidad de la especie.

[BIOGRAFIA: «Nací en Santa Ana del Táchira (Venezuela), en 1942. Residenciado en la ciudad de San Cristóbal, finco mi trabajo en una actitud ódica identificada con su mundanidad inmediata y de apertura. Capitán de Poetas, mi verdad: humanismo, hombre, humanidad. Mi credo, mi plan de vida, la Poiesología : Hundirse, hurgarse, ser, sentirse, serse. Mis Páginas Web han sido recomendadas por UNESCO. “Espéculo”, Revista Electrónica de Estudios Literarios de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid (España), en los Nos. 9 a 42 de los años 1998 a 2009, ha divulgado una serie de mis ensayos».

BIBLIOGRAFIA: He publicado: Almácigo, El Parnasillo, San Cristóbal, 1978. Almácigo 2, Ediciones Rondas, Barcelona, 1980. Almácigo 3, Presidencia de la República , Caracas, 1982. Almácigo 4 En Tiempo de Guerra, Imp. Formas Lem, S.A., San Cristóbal, 1985. Almácigo 5, El Parnasillo, San Cristóbal, 1986. Franja Fecunda, Tipografía Cortés, San Cristóbal, 1989. De la noche insomne, Porlamar, Fondene, 1992. (Premio I Bienal Nueva Esparta de Literatura, 1991). Almácigo 6 En Tiempo de Paz, Edit. San Sebastián, San Cristóbal, 1993. Cuenta Abierta, UNET, San Cristóbal, 1993. Plaquettes varias, San Cristóbal, 1981-1992. Asombro al descubierto, Ediciones Mucuglifo, Editorial Venezolana, C. A., Mérida, 1996. A coro en el asombro, Antología, Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Nº 171, edición patrocinada por la UNET , 2000. Parte de asombro, Ediciones Erato, patrocinado por el Decanato de Postgrado de la UNET , 2000. Insomnio terminal, Ediciones Erato, San Cristóbal, 2002. Cuarenta mil millardos de millas de hombres luz, Nadie Nos Edita, San Cristóbal, 2002. Palabra insomne, Nadie Nos Edita, San Cristóbal, 2003. Poiesología, FEUNET, San Cristóbal, Venezuela, 2005. Sombra Antigua, Nadie Nos Edita, San Cristóbal, 2005. Premio Nacional del Libro otorgado por el Cenal: Mejor Libro de Creación Literaria, Mención Poesía 2005. Sangre zurcida. El Árbol Editores, 2008, San Cristóbal, Táchira, Venezuela].

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Ars Poética

limpiar el poder cuando corrompa
vigilar mientras todos duermen
unir lo posible con lo imposible
mantener abierta la palabra
sacar la flor de las cenizas
llevar el infinito a cuestas
salirle al paso a la mirada
alentar todas las formas
alumbrar la maravilla
encender relámpagos
asombrar al tiempo
descubrir el secreto
sentir las sombras
fundar los sueños
salvar al hombre
amar al viento
decir verdad
seguir puntualmente al sol
sentarse en el lugar del hambre
acordarse del viaje hacia la sombra
dar tiempo al camino a que regrese
despertar a latigazos el silencio
mantenerse como un latido
llevar a peso las palabras
reinar sobre la muerte
revivir cada día
salvarse juntos
festejar la vida
cambiar la vida
transformar la vida
asolear la eternidad
hacer más vivo el vivir
llegar vivos a la muerte
hacer buena la palabra
hacerla arado paz combate
furente empuñada inextinguible
dar con la antigua huella de la paz
con los nuevos caminos de la aurora
salvaguardar al hombre que florece
la trocha que nos lleve al alumbraje

Pablo Mora /
Obra

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Fanny G. Jaretón (Argentina)
CON/FE/SIÓN


Él le he levantado las enaguas a la noche.
Se ha metido por la cama donde se tienden
y distienden las pasiones.
Ha venido y me ha acertado en un:
«¡Como eres Fanny!
No dudes que te quiero»
Fuera de telas
-de juicio y de lencerías-
Escribo mientras pienso:
¿Enterrarías tu ansiedad entre mis nalgas?
Tu pájaro batiéndome la boca me hace espumar en vuelos.
Veo al sol. Tus ojos. Tu pene. ¡Dios mío!
Tengo la nariz llena de tus olores concretos.
Donde mi boca busca tu semen tibio y generoso…
En esta noche mi cuerpo se encrespa y ruge
quiere conocer a fondo todos tus placeres.
Mi almohada se ha puesto a gemir entre mis dientes tu mote.
¡Quiero ahogar todos mis animales de fuego
en el agua espesa de tu sexo!
Quiero que con urgencia me beses en el como es abajo
hasta que sea el grito
el que cierre esos labios con los tuyos de cielo.
Intento dormirme.
Que la dude se borre.
Froto con miga de pan el clítoris
hasta leudar tu nombre en mi silencio.

Fanny G. Jaretón /
Bitácora

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Marisa Aragón Willner
Duermes, mujer

He visto a las mujeres abrazarse a sí mismas cuando duermen.
Anidando en sí la espera como una niebla negra.
El abrazo, código secreto, es as de un enigma,
esparce sobre los hombros estaciones ya desiertas,
huele a barnices de barcos sin naufragios,
a niños y a hombres atados a su perfil de magnolias en flor,
a sus senos benefactores pródigos,
a la medida fértil de su amor.

La noche urde un engaño entre sus sábanas.
Una promesa maldita, un regreso hacia los trucos de la vida
Urde pequeñas quimeras merecidas.
La moneda prieta de un sueño entibia.
Afuera hiela.
En el fondo del corazón también.

Marisa Aragón Willner

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Alfredo Villanueva Collado (Puerto Rico)
A ver si te cabe, papichulo


La prohibición, por parte del Departamento de Educación, de la lectura de libros escritos por autores puertorriqueños y extranjeros en las escuelas del país marca otra victoria para el gobernador Fortuño y su agenda de convertir a Puerto Rico en un “estado rojo”, asociado al Partido Republicano del Imperio—a la usanza de las Carolinas, Mississipi, Georgia, Alabama, Florida, ayer bastiones de la confederación que batalló por preservar la esclavitud, hoy bastiones del fascismo fundamentalista, de la resistencia al gobierno federal y a cualquier programa que expanda la red de justicia social y derechos civiles. Bastiones de la censura de libros. La excusa son las malas palabras o las “escenas crudas”. La verdadera razón: una agenda política de represión que responde a una ideología imperial, ya que estos textos se atreven a violar el consenso imaginal y mostrar un Puerto Rico que la oficialidad pretende borrar del mapa.

Quiero aclarar que considero fascismo todo programa ideológico que emane de una voluntad de poder y control sobre el individuo. Por eso, creo que si hay fascismos de derecha, como en el caso de Fortuño y el partido Republicano tanto de la isla como del Imperio, también los hay de izquierda: el “cesarismo democrático” que perpe túa a los caudillos latinoamericanos tan de moda. No existe religión, excepto el budismo, que no sea fascista. No existe corporación que no sea fascista. No existe ejército que no sea fascista. No existe revolución que no sea fascista. Y el fascismo se extiende a los programas escolares.

Quiero aclarar que la ideología fascista se fundamenta en la noción de vasallaje: el individuo voluntariamente declara su sumisión al sistema macho de turno. La obediencia, la lealtad absoluta y fanática, la psicopática certeza de que la verdad sólo proviene de una fuente y le pertenece al vasallo porque así lo declaran sus amos. No hay nada más que mirar al Congreso del Estado Amarrado Disasociado de Puerto Rico, para ver ejemplares de la especie. También examinen las innumerables sectas evangélicas. Puerto Rico es el único país que tiene un Anticristo y una diosa. Los carimbos del vasallo.

Y en Puerto Pobre, el pavor a la libertad, que los haría responsables de su circunstancia. El descarajado juego de los que quieren una identidad sin responsabilidades: hispano, africano, indio, latinoamericano, caribeño. Pero a la vez, asimilados incondicionales del Imperio, rastreras víctimas y promotores del capitalismo avanzado, lameculos ladrones inmunes a la ley, como el alcalde de Ceiba y tantos otros.

Porque el pueblo que los ha elegido es aún peor que ellos.

Así que no se quejen tanto, y recluten una armada de tiburones. Reúnase la membresía de las distinguidas asociaciones y en lugar de enviar cartitas y proclamas de repudio. reúnanse en las plazas y los shoppings, paralicen el país con lecturas de los textos prohibidos. Y añadan éste, que escribí precisamente cuando me botaron de un portal cibernético por “faltarle el respeto” a los lectores.

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Poema al respe(c)to

Obscenidades en cualquier idioma:
conceptos que imponen control al sujeto.

Cabrón, Carajo, Puñeta, Hostias.
Ingenuas voces del hablar del pueblo

con las que sazonamos una lengua
que aburre a veces por desabrida.

Culo, Mierda, Cojones, Coño,
partes naturales de los cuerpos

que los fariseos neokristianos
pretenden ausentar de sus anatomías.

Ninguna busca poder o dominio;
están felizmente libres de cadenas.

Ah, pero dadme esas otras palabras,
las más groseras del diccionario:

Moral, Derechos, Pecado, Reglas,
y la más ofensiva de todas: Respeto.

No respeto por el hermano
cuyo color de piel es diferente.

o respeto por los que ganan
el sustento en campos y cocinas.

No respeto por las que nos crean,
forman, aman, cuidan y entierran.

o respeto por los ya marcados
por la implacable nieve del tiempo.

No respeto por los abandonados
en los sistemas de explotación máxima,

ni por un planeta desmoronándose
bajo la férula de una especie asesina,

o los que levantan la voz, furibundos,
por tanta injusticia, tanto descaro.

Respeto, sí, por pautas y leyes;
todo lo que quite poder al individuo.

Respeto, sí, por los representantes
de las supersticiones oficiales.

.Respeto, sí, por los cuentos chinos
que pasan por palabra divina.

Respeto por la posición misionaria,
la familia patriarcal, la monogamia,

la ficción que el mundo se hizo en siete días,
que no somos primos de los primates.

Las multinacionales, gobiernos genocidas,
las bondades del capitalismo avanzado.

Respeto por la tortura, la censura,
la virtud cardinal de la codicia,

el no cruzar la calle en rojo, ni mearse
en público cuando no hay inodoro.

Respeto por el mal arte, si vende.
Por la mediocridad todopo(n)derosa.

Añado a la mogolla mi sal caribeña,
un chorro de vinagre, y un buen chin de pimienta:

¡ME CAGO EN DIOS! ¡NO ME DA LA GANA!
¡VÁYANSE TODOS A LA PUTA MIERDA!


Alfredo Villanueva Collado

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Examen de orina

Ya sé cómo voy a morir. He llamado a mi hermana,
quien cocina lentejas a las que no puede añadir un apio
porque su nevera malfunciona, y lo ha congelado. Hace un caldo de
pollo, y esto sí es importante. Pero le digo que ya sé cómo
voy, vamos a morir, no me hace caso, sigue hablando de
la cena que prepara, lentejas, las que odio, y yo le hablo
de la edad de oro del cine mexicano. No tengo
a quién más llamar, rebusco los fantasmas para comunicarles
que ya se cómo voy a morir. Tantos matasanos,
y ninguno me ha dicho que no me quedan filtros
para la mierda farmacopea que he tragado por años.
Pero a los fantasmas tampoco les importa.
Se trata del proceso inexorable. Traspasaron
las humillaciones y los diagnósticos. Se largaron.
No tengo miedo. Sólo incumbe
acelerar el proceso, por quitarle a los depredadores
uno de tantos cajeros automáticos.

09.09.09 / Alfredo Villanueva Collado

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Ovidio Retana González (El Salvador)
Intelectuales salvadoreños comprometidos con la Revolución Cultural


El día sábado 12 de septiembre del corriente, se celebró la reunión para la firma del acta de constitución del Foro de Intelectuales de El Salvador, asistieron treinta y dos personas, decididas a fundar el instrumento de lucha para lograr un país digno de los salvadoreños, consientes que la base fundamental de la democracia es la cultura.

Ese día forma parte de la historia nacional y quedará grabado desde aquí en adelante hasta la eternidad.

Esos músicos, poetas, novelistas, dramaturgos, investigadores científicos, etc., que se constituyeron en miembros fundadores del Foro, adquirieron con esa signatura del documento el compromiso de trabajar denodadamente a favor de la cultura y la educación nacional, en convertirse en agentes de cambio y protagonistas de la próxima revolución cultural que están decididos a comenzar.

El Foro de Intelectuales antes de adquirir la personería jurídica ya había comenzado a dar sus aportes a la nación, por ejemplo la propuesta de la creación del Ministerio de Cultura, de Política Cultural, la celebración del Primer Foro sobre aspectos de identidad nacional.

Los miembros del Foro se encuentran trabajando sobre la organización del próximo Congreso de Cultura de El Salvador, que se llevará a cabo los días 14 y 15 de noviembre, de igual forma están trabajando en la elaboración de las propuestas para la creación de la Editorial Nacional y de los Premios Florales Nacionales.

La directiva del Foro de Intelectuales de El Salvador es la siguiente:

- Presidente / José Roberto Cea
- Secretario / Oscar Martínez Peñate
- Tesorero / Mauricio Marquina
- Síndico / América García Herrera
- Vocal / Darío Villalta Valdovinos

El Foro adquirirá personería jurídica, por razones formales, para establecer convenios y acuerdos con embajadas, organismos internacionales culturales, gobiernos, etc., pero en el fondo se continuará trabajando con el mismo denuedo y mística en beneficio de la nación de Cuscatlán.

El Foro no tiene ningún compromiso con ninguna institución gubernamental ni partidaria, son libres y soberanos, el único compromiso es con el país.

En El Salvador, los intelectuales han sido marginados tanto por la izquierda como por la derecha, incluso los han perseguido, encarcelado, torturados, exiliados y asesinados.

El intelectual está en constante crítica, el método para lograr el cuestionamiento y la contradicción los conduce a la formulación de la antítesis, el intelectual es una palanca que empuja el cambio que conlleva a las transformaciones nacionales, él busca constante e incansablemente el mejoramiento de las condiciones técnicas, materiales y espirituales de la sociedad.

El intelectual es por naturaleza revolucionario y como tal contestario, sin embargo debemos hacer ciertas apreciaciones y particularizaciones:

* El Intelectual institucionalizado, es el que trabaja para organismos internacionales, fundaciones y ONGs, pasó de ser activo a pasivo, perdió la independencia y la crítica, simplemente es un administrativo, se cuida que sus ideas no vayan más allá de los lineamientos de su patrón, se convirtió en conservador, y en ciertos casos en el encargado de neutralizar y quitarle presión a las demandas reivindicativas de la población, a través de la ejecución de proyectos asistencialistas y con “capacitaciones” y “seminarios” de adormecimiento o entretenimiento para desviar la atención de los ciudadanos de los problemas que le afectan directamente.

* El Intelectual burócrata, es el que trabaja para el gobierno, en esta situación perdió su naturaleza y se convierte en ideólogo del sistema, es un empleado más, con el agravante que es el encargado de justificar, mantener y perpetuar el sistema político-social y modelo económico de dominación, este tipo de intelectual se convierte en reaccionario, porque al defender y legitimar la injusticia, resguarda sus intereses y privilegios provenientes de la corrupción del sistema.

* El Intelectual orgánico, es el que trabaja para los oprimidos, este se encuentra inserto y forma parte de las luchas populares, pone su intelecto al servicio de la justicia social, económica y política, aporta desde la particularidad de su disciplina, en muchos de los casos se encuentra desempleado o trabaja independientemente, por no encajar con el perfil que exige ser funcionario internacional, miembro de una ONG o ser empleado del gobierno, él es excluido y se automargina, es bueno aclarar que es temido porque este intelectual es libre, no tiene cadenas que lo aten y está dispuesto incluso a entregar su vida por sus ideales.

Un partido político de izquierda no es revolucionario si entre sus filas no se encuentran los intelectuales orgánicos, no se puede hacer cambios en la infraestructura ni en la superestructura mucho menos una revolución sin ellos.

Si un partido político que se dice revolucionario no cuenta entre su militancia con intelectuales orgánicos y accede al poder político está condenado a darle continuidad al sistema político y modelo económico de la derecha, y no hará cambios ni tampoco transformaciones, se convierte en partido de izquierda light o dietético, es decir, que no le hará daño al sistema, al contrario lo fortalece.

La revolución cultural ha comenzado, la identidad nacional y nuestros valores culturales ancestrales son parte del ser cuscatleco, El Salvador es de los salvadoreños.

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Palissy: cuando el Poder asesina a los artistas

El Conservatorio de Arte Dramático del Ateneo representa una versión modernizada, donde un Gobierno despótico en un cercano futuro, persigue y asesina a los artistas


Con el estreno de la versión libre basada en el drama Palissy de Don Alejandro Tapia Rivera, el Conservatorio de Arte Dramático del Ateneo Puertorriqueño culmina las celebraciones que el Archivo Nacional de Teatro y Cine del Ateneo Puertorriqueño promovió durante todo este año, en torno a la figura del Maestro Alejandro Tapia y Rivera, y es la última obra de Tapia que se estrena en el 32 Festival de Teatro del Ateneo: Todo Tapia.

Palissy sube a escena este viernes, 18 de septiembre de 2009, en el Teatro del Ateneo, en funciones viernes y sábados a las 8:30 pm y domingos a las 6:30 pm.

En una versión libre y actualizada del conflicto religioso que Tapia escribió en el año 1856, el dramaturgo Roberto Ramos-Perea trae un futuro Palissy, el famoso alfarero francés del siglo XVI, a una época no muy lejana, donde es perseguido -no por ser un "protestante" como fue la intención de Tapia-, sino por sus aspiraciones y sus talentos artísticos.

Ramos-Perea, quien también dirige la pieza, señaló: "Con toda la intención, pero con el mayor de los respetos, eliminamos de esta obra todas las articulaciones religiosas que Tapia levantó en contra del catolicismo y a favor del protestantismo, y fuimos a la verdadera religión del hombre que es el Arte en toda su expresión. Tapia era un ferviente militante de este concepto. Al traer la obra a un futuro que aunque incierto es muy cercano, la obra tomó una nueva dimensión, y ganó para todos los que la hicimos, una inmensa importancia en estos momentos. Sobre todo en el actual Puerto Rico, donde caníbales oficiales se han empeñado en cortar todas y cada una de las pocas venas con las que arte puertorriqueño contaba para hacer latir su sangre viva y nueva".

En el mundo de Palissy, los artistas son perseguidos por terroríficos guardianes al estilo del KKK, quienes persiguen toda muestra de sensibilidad y de arte, se prohiben los libros y se queman las bibliotecas, las canciones, la alfarería artística, la pintura y los versos. En este mundo del futuro, el arte para ser aceptado, tiene que ser estrictamente útil. Contra esto, el viejo alfarero Palissy se rebela diciendo «¿Qué importa que el verdadero arte no sea útil? Es bello, y eso es más que suficiente!» ...y por ello él y su familia sufrirán las peores persecuciones y humillaciones posibles.

La obra es protagonizada por Edgar Quiles Ferrer, profesor de actuación del Conservatorio de Arte Dramático, quien junto a destacados estudiantes de este, tienen a su cargo la energía neoromántica de este drama trágico. La obra cuenta con las actuaciones de Olga Vega Fontánez, Sonia Rodríguez, Marisocorro Pérez, Benigna Ojeda, Jesús Aguad, Héctor Sánchez, Eddie Fuentes, Ivelisse Pérez, Gina Figueroa, Carmen Sánchez, Carmita Laboy, Rolando Reyes, Carlos Piñeiro, y Samaris Hernández. Asistencia y Regiduría de Nelson Alvarado Jiménez; escenografía de Jesús Aguad; vestuario de Florence Trabal, luces de Verónica Rubio, en una producción de Benigna Ojeda y Olga Vega Fontánez para el Conservatorio de Arte Dramático del Ateneo.

La obra estrenará en seis funciones en el Teatro del Ateneo desde el viernes 18 hasta el domingo 27 de septiembre de 2009, en funciones viernes y sábados a las 8:30 y domingos a las 6:30 p.m. en el Teatro del Ateneo en el Viejo San Juan.

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Maika / Tati / Sagasuku (Uruguay)
Quizás puedas deshacerte en la espuma


Quizás puedas deshacerte en la espuma
de mi mar embravecido y naufragado;
quizás puedas seducir incluso al viento
y te otorgue invisibilidad a corto grado.
Pero dan iguales tus razones coherentes,
dan igual tu intentos racionales,
me dan igual, siempre me han dado;
he aprendido a escuchar al firmamento
y las gotas de la mar ya no saben tan salado.

Ahora entiendo los misterios
de relojes de pared dibujados;
entiendo -quizás- tarde
la melodía de un silencio impronunciado.
Pero he descubierto que el cariño
puede existir solamente desde un lado.

Ahora ve
recorre los caminos,
sé víctima sombría
de todo tu pasado,
pero has de saber, cariño mío
que no he sido tu enemigo
y que estos versos aún no me han marcado;

me da igual que te vistas de soberbia
me da igual que te escondas en sus brazos,
escribe un mar de versos
y de amores perfectos e inhumanos;
he venido y no podrás impedirme
que simplemente, me quede aquí a tu lado.
No notarás mi presencia (jamás la has notado)
moriré de impaciencia
pero moriré a tu lado.

Maika /
Auras serenas

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Serena llamada

Serenidad eterna embarga el alma,
mientras la Naturaleza canta.
Tengo el alma llena de poemas
y los animales llaman,
el destino presagia muertes
pequeñas y disparatadas
quiero morir en vida
y alzarme en vuelo
en cada ocaso y cada alba.

Pacífica
sintonía del fantasma,
añoranza de lo eterno
y las maravillas me extasian.
Busco
miguitas que contengan agua,
esencias brillantes,
auras azuladas.

Por el mundo están las migas,
las almas gemelas desperdigadas.
¡Cuántas son, señor querido!
¡Cuántas, mi querido Daghda!

El destino que no existe
declara, marca y enciende
los brillitos que alumbran
canciones de las hadas.
Los miro ahí, tranquilos,
y sonríe mi mirada
debo verlos, palparlos
y permitir su retirada.
Todo es todo, todo es alma,
Samsara, rueda, relojes,
todo vuelve a la nada,
todo se origina en el Alfa.

Maika /
Auras serenas

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Lírica cuántica

¿Acudir a la física para repensar la praxis poética? Según el fenómeno del “entrelazamiento cuántico”, cuando dos partículas se dispersan luego de una colisión y viajan en direcciones opuestas, al hacer mediciones en una de ellas (observarla y determinar sus propiedades) indirectamente podemos obtener información de la otra sin realizar sobre ella ninguna medición. Este fenómeno parece indicar que nuestro universo es "no-local", que no tiene partes separadas salvo para nuestra percepción y que existen variables desconocidas "no-locales".

Tomamos prestado este concepto de la física cuántica y entrelazamos cuatro partículas (subjetividades) líricas para luego dispersarlas. Una poeta alemana, Nikola Richter, y tres argentinas, Dolores Etchecopar, Paz Levinson y Paula Peyseré. Como gesto de bienvenida, las argentinas traducen a la alemana. No dominan la lengua de origen pero se dejan llevar por variables desconocidas: intuición, adivinación, experimentación. Se separan y alcanzan resultados sorprendentes: los poemas de llegada se unen a los de partida por relaciones semánticas que parecen contradecir el sentido común: un poema puede ser reescrito sin ser comprendido, al menos sin ser comprendido de modo convencional. Partiendo de este experimento, postulamos un nuevo marco para comprender la lírica: al escribir poesía no nos movemos en un campo de autores separados, sino que nos incluimos en una comunidad de partículas, de subjetividades entrelazadas.

Invitada al Festival Internacional de Poesía de Rosario llega a Buenos Aires la poeta alemana Nikola Richter. En el marco de su visita, el Goethe-Institut organiza un encuentro coordinado por Cecilia Pavón en el que leerán sus poemas y reescrituras: Nikola Richter, Dolores Etchecopar, Paula Peyseré y Paz Levinson. Levinson proyectará además partes de su proyecto de poesía basado en internet: inventariodeunavitrina.blogspot.

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Carlos López Dzur (PR)
El gorrito de la burla


Por unas u otras razones, junto a otras niñas, Ana Catana recuerda que fue transportada aparte, aunque su destino fuese el mismo. Irían a uno de los caserones, habilitado como dormitorios y comedor de la Escuela Técnica México-España de Morelia. Como era el caserón más pequeño, se dispuso para las niñas. Se añadió la cocina de la comuna, el salón de máquinas para el taller de costura, una salita que llamaron la futura «Biblioteca», salón de lavandería y el área de almacenaje. De un pasillo a cielo raso, se improvisó una huerta, muy bien dividida y diversificada.

El camión entró por la parte oriente, donde está la Plaza de San Juan de Dios, al parecer, la que hoy se identifica como la Plaza Melchor Ocampo. No recuerda si la estatua que honra al estadista se había eregido. Sí rememoró que un hospital tenía ese nombre: Melchor Ocampo. Y recuerda que bajó, con las otras niñas y según caminaban el hospital quedaba a sus espaldas. La plaza tenía árboles sembrados en sus bordes.

A la catalana le trajo vagas memorias de Barcelona. Sin embargo, cuando alcanzó con su mirada unos edificios, no tan distantes al fondo y hacia el Norte, a pesar de que le dijeron: «Les daban la bienvenida», la pancarta semicaída y desdoblada por una violenta brisa, parecía como si, por enojo, la estropearan. O no eviitaran que se cayera y se perdiera. No se le quitaba de la cabeza que en España se comparó al grupo de niños que arribó, con el buque Mexique, en 1937, con niños judíos en campos de concentración. —Así, nuestros españolitos en Francia, lejos, abandonados y jodidos—.

Ana Catana leyó otra pancarta en el edificio, aún más grande y amarrada a una pared, sobre la altura de dos puertas, de un extremo a otro: «Todas las elecciones son una farsa: almanzista, únete al sinarquismo». Preguntó en voz alta qué significa el sinaquismo y qué es un almanzista. Sólo le dijeron que la campaña presidencial comenzó y será reñida. A las siete de la noche, a poco de haberse servido lo que fue su primera cena en el centro, leyeron la cartilla a las niñas. —Darse su lugar, evitar jugar con los varones, porque la edad no es garantía de protección ante criaturas perversas y lujuriosas, como son ciertos niños—.

Le mostraron una habitación. Había como diez camas; sólo dos habían sido ocupadas; las niñas fueron solicitadas por familias católicas y caritativas, que las adoptarían, en su momento. —Ahora ya son seis con ustedes—. Todas para compartir una sección, donde había una ducha, tres lavamanos, tres bidets, con su toilet al lado. Se habló sobre cómo no desperdiciar el papel de toilet, tras la limpieza post-defecatoria, porque «está tardando y dificultándose la compra del papel de China». Cuando eso sucede, aún las niñas educadas en las buenas costumbres y progresos, utilizan un trapo, o papel de periódico viejo para la tarea.

El vestido que Ana Catana había elegido para estos primeros días en México lo cuidó celosamente dentro de un morral, muy distinto al que le dieron luego. Mas ella defendió estos vestidos, no más de tres, uno de los cuales eran su ropón de dormir y una enagua. Ahora vestía el mejor vestido, con fina tela y prendas interiores que delataban su clase. En ningún momento, ella hizo aspavientos de serlo. Ser niña rica fue como inconveniente, así lo sentía como por instinto... calla, sé discreta, recordaba a su madre....y también, a su padre, a quien lo asociaban con el Gorro Frigio.

De hecho, así salió en una caricatura que un día, en Barcelona, vio en la prensa. Como pequeñita, no supo el por qué de lo que leyó. Leyó, sin entender, y le explicaron, que con la caricatura y unas parrafadas bajo el epígrafe se le recordaba a su padre que ser rico / goliardo / rentista y señorón / no va tan acorde con la vida política que él había iniciado: Marchiel Possé discursa sobre la libertad para las masas y la conveniencia de la democracia jacobina.

—Pero eso es una iniquidad y contrasentido, viniendo de usted, Señor Marchiel. Usted se ha olvidado de cuál es el Modelo Original y lo que debería imitar deliberadamente, que es el tradicionalismo. Su lugar natural y social está con los Tradicionalistas. Los cambios del mundo... deje usted que sigan y se dén, no los apoye. La Mano Invisible que gira, o voltea, el mundo es Dios. El sabe por qué lo hace... No copie los giros y malgiros de los humanos. El modelo divino es que debe imitarse, no los malos modelos que las generaciones sucesivas no perdonan, ni recordarán con amor... Corta memoria tiene la reacción de los revolucionarios jacobinos y muy larga y segura es la memoria de los tradicionalistas—.

A su padre le estuvieron diciendo traidor del Tradicionalismo. Fue el primero de los Marchiel-Possé que cayó en la herejía, tan abiertamente. El primero se puso una máscara de hierro sobre su rostro para no avergonzar a la familia. Estuvo cautivo de Luis XIV, el omnipotente Rey Sol, por veintidós años. Posiblemente, huyó en La Bastille. No se esperó del apasionado y exitoso Marchiel-Possé, esposo de Soledad, padre de Ana Catana, que por sus jactancias progresistas abandonara la España azul en favor de El Desastre. Se hizo republicano, guerrillero y repitió la herejía que el biógrafo Du Junca, en su diario, registrara en 1698, al indicar que un De Marchiel fue transferido de Pignerol a la isla Santa Margarita, en la bahía de Cannes, y ese hombre fue «más importante que el resto de los reos en la isla». Y la familia de ese hombre, que terminará en La Bastilla, es de rancio linaje tradicionalista y, poco antes había comprado muchos predios en la Bahía de Cannes. La familia lamentó que un miembro de la familia copiara el modelo malo y se apartara de lo que se le enseñara.

—Bien. Ana, es sobre tu padre que escribe este señor... es muy profundo y compleko para que lo entiendas ahora... Mas bien, se habla sobre un símbolo de perversión ideológica. De cambio en las ideas. El símbolo de quien niega la personalidad de su clase, el Ego descriptivo e intrínseco de su familia, el Ego de todos los individuos ricos. Este acaudalado ciudadano ahora se niega a sí mismo. Niega su libertad personal y dice que el colectivismo de la nación, el Estado demócrata y social, es más importante que él. Eso es ponerse el gorro. O dejarse poner un sanbenito... Que se engorre él, que crea la revolución a Marx o al taylorismo, éstos últimos, con Henry Ford, constructores de la clase media. Esta clase que es la peor y más mercenaria de las clases, porque es una clase aspiracional sin inscripción política definida, le piden a la izquierda y a la derecha, a Dios y al diablo, piden a base de maldición y gesticulación de fe. La clase media y su modelo social burgués es el colmo de la hipocresía... —, se le dijo.

Indiscutiblemente, que Ana Catana no sacó nada en claro.

Esto fue citado, rigurosamente, acerca de lo que se dijo: «Que su padre siendo adinerado, hijo de una sociedad opulento, que se había paseado por Francia, Alemania e Inglaterra, visualizó la consolidación de ese grupo emergente, a través de la sociedad de masas, y ves de reprender y destrozar su aparición en España, lo ayudó a crecer. Lo predicó. Elogió el que se copiara el modelo imperfecto de la Izquierda y se puso el Gorro Frigio / Jacobino / para que fuese la burla de los periódicos y de los anarquistas y de la gente que, por surgir de las capas más bajas de la sociedad, no entienden algunos postulados. Claro está, el republicano De Marchiel Possé también puso en duda ciertos principios respetables, yéndose con todo al tacho. «La familia de Marchiel-Possé no puede justificar el ateísmo con su Divinidad la Impaciencia y la Polarización. Mucha secularización político-social es mala consejera cuando se desean cambios». Lo aconsejaron. Si. Los cambios son necesarios y la necesidades, aún no satisfechas, con cierta magnitud, revelan cómo han de satisfacerse los cambios. Dar poco a poco, porque dar con exceso es revolución que destruye lo bueno, junto con lo malo. No es que sobrevaloremos la tradición, o creamos que las normas y costumbres todas sean buenas. La esencia de nuestro pensamiento es que complacer, en exceso, el apetito de cambio, el apetito de revolución, entraña un peligro moral que ahonda el caos. Y preferimos ser, entonces, prudentemente contrarrevolucionarios, conservadores.

La mujer se ha parado frente a un pizarrón. Escribe las horas en que las niñas se levantarán, tendrán horas de alimento diario, asistencia a clases y ejercicios en el patio. Horas de lavandería y horas de limpieza en las instalaciones. Diagrama hábilmente ideado. Ha de ser la directora. Ha evitado mencionarlo. Por observar a Ana Catana con más curiosidad que a otras niñas, sugería sin decirlo que todo lo suyo fue de mayor calidad y costo que lo que otras niñas del embarque trajeron. Si alguna recriminación, ésta adquirías vuelo por vías sublimnales. El silencio rompía como cuchillo y buena que fue Ana Catana para leer miradas e interpretar los silencios. La forma favorita, en medio de la guerra, de Soledad para educarla, sin comprometerla.

Al plantear en tales términos, se referió a su corte de pelo, su dentadura, su cajoncito con cepillos, dentríficos, uno que otro potecito de aroma y su jabonera; sus medias y zapatos parecen impecables; el abrigo con que se protege de aires y alturas, es elegante, bonito, pero, han dicho enfáticamente para que se lo enchuten todas las niñas, que no se tolerará el robo y que la desobediencia será castigada y dibujó una cabeza, con orejas de burro y, tras borrar la imagen de la burla, arguyó:

—Aquí no hay ricos ni pobres. Aún tú, pequeña, vas a utilizar el uniforme. Aquí se te coserá la ropa y te darán zapatos. Aquí no hay mucho que dar, no estamos en una Feria de las Vanidades; pero tampoco éste es el Valle de la Humillación... No se insultará a la gente porque responda a un nivel social específico; sólo que aquí no se para bola al que viene de viborita, pa'cuaima, yo; y como este lugar no es necesariamente la iniciativa de una bola de rojetes y, ¿quién sabe si dure tanto como para que digan, caray si hicieron algo por nosotros? Lo que yo les pido es que jalemos parejos el mecate. La soga se puede partir y no hay por qué buscar culpables, o echar más responsabilidad algún pagapedos que la que tiene—.

Ha vuelto a dibujar una figura y le ha puesto un gorro frigio. La señora no tiene idea de que Ana Catana rememora a su padre. Se asoman lágrimas a sus ojos porque asocia la caricatura que viera a la edad de seis años, en vísperas de perder contacto con su padre, con la calaverita que ella dibuja con su tiza.

—A ninguno nos gustaría que éste sea nuestro destino. Unos huesitos despreciados... con un gorrito de burla en el Valle de la Humillación.


En Memoria de Catana / Biografía



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Luis Rafael Sánchez: Escritor puertorriqueño. Su obra literaria ha sido traducida a idiomas como el inglés, francés, portugués, alemán, holandés, griego y rumano. Ha disertado en las universidades de Berna en Suiza, Amberes en Bélgica, Internacional Menéndez Pelayo de Santander, la de Sevilla, la de San Lorenzo del Escorial en España y la de McGill en Montreal. Es autor del libro de cuentos En cuerpo de camisa, de las novelas La guaracha del Macho Camacho y La importancia de llamarse Daniel Santos, los libros de ensayo La guagua aérea y No llores por nosotros, Puerto Rico. Ver

Luis Rafael Sánchez
Peor que coñ... y puñ...


1.

¿Qué es una mala palabra? Aquella por cuyo uso se nos regaña, a grito pelado, cuando somos niños: ¡Eso no se dice! Como el regaño furioso de los padres nos aperpleja, como tardamos en reaccionar ante la furia, nuestros padres aprovechan la perplejidad y la reacción tardía para amenazar. Una amenaza que duplica la participación repentina del odioso dedo índice: -Si repites esa barbaridad te hacemos carne para pasteles.

No obstante el mal rato, ascendido a tragedia griega por los padres exagerativos, el niño acaba de confirmar la existencia de un mundo ajeno a las inocencias de acceso controlado, tales como Santa Claus y los Reyes Magos. Y es la confirmación que, efectivamente, existe un mundo de “barbaridades”. Mejor, un mundo que suele abrirlo una llave obtenida de repente: la llave de la mala palabra.

Los padres se horrorizan de tener que aceptar ante los hijos la existencia de las malas palabras. Mas, los condiscípulos, los amiguitos y la vida tumultuosa fuera de las inocencias de acceso controlado, hubieron de descubrírselo muchísimo antes. Nunca olvidaré el sonsonete que repetía un compañero de segundo grado, en la escuela Antonia Sáez de Humacao: -Teatro Oriente, La mujer sin diente. Teatro Victoria, Diplo y Juan Boria. Teatro Llona, La mujer tet….

Conocer la palabra que nomina la ubre en las hembras de los mamíferos, aumentada de volumen por el sufijo ona, nos supuso despojar a la exclusividad adulta de una mala palabra. Tanto así que, cuando llegaba la inspectora de nuestro dominio del idioma inglés, ocurría un sainete mudo. Una sonrisita se atornillaba en las bocas de los niños mientras observábamos las dos malas palabras de Mrs. Colbergh llegarle hasta la cintura.

2.

¿Qué es una mala palabra? Aquella cuya enunciación zafia permite al abusador atacar a su víctima por partida doble: por un lado la demoledora golpiza, por el otro los insultos demoledores. En boca del agresor la mala palabra se emplea como arma de combate. De ahí que, con preferencia, se la enuncie en voz alta, se la grite, se la proclame. Canto de cabr… le gritaba un bandido, tan reciente como la semana pasada, a la mujer a quien golpeó, mordió, dislocó la mandíbula, canto de put…

Sobra decir que el bandido recurría a las malas palabras con el propósito ruin de liquidar la autoestima de la mujer, de criminalizar su moral, de ensuciarla en el fuero interior. En resumen, de estigmatizarla y debilitarla de pies a cabeza, mente y alma incluidas, asegurándose así de que el ataque sería “exitoso”.

Después se ha sabido por la prensa que abusar de las mujeres es el hobby preferido de esta gran estrella de la violencia doméstica. Un fulano a quien, paradójicamente, toda mala palabra le quedaría chiquita. Porque hay miserias que se escapan a las nominaciones del mismísimo lenguaje. De ahí que, ante su ocurrencia, el hablante sólo consiga balbucear: -Me quedé sin habla, Me quedé mudo, Me quedé sin palabras.

3.

¿Qué es una mala palabra? La que por remitir, en su gran mayoría, a las partes del cuerpo que realizan funciones de índole sexual o excrementicia, se tacha de vulgar, bajuna, obscena. Y por ello se prohíbe su uso en sociedad.

¡Con la prohibición hemos topado!

Toda prohibición interesa al artista. Si se trata de un escritor será natural verlo desmontar los mecanismos de lo vulgar, bajo y obsceno; de escucharlo interrogar las posibles claves sociales contenidas en la vulgaridad, la bajeza y la obscenidad. De ahí que, si una mala palabra le sirve como síntesis explicatoria de un mundo en proceso de descomposición o transformación, no hay que correr a avisar que el cielo se está cayendo y que principia la condena al fuego de los libros malditos. Tampoco hay que corear Jesú Manífica si una segunda mala palabra le vale al escritor como ventana abierta hacia universos precarios, cuya existencia podría ignorarse aunque jamás negarse.

A fin de cuentas, más allá de las malas palabras aprendidas en la edad tierna, más allá de las apocopadas en la prensa y que recuperan la agresión verbal de un canalla contra una mujer, más allá de las que la literatura canibaliza, levanta su sombra la peor mala palabra de todas. Incluso una peor que coñ…y que puñ… Por supuesto que dicha mala peor palabra es censura.



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Éktor Henrique Martínez (México)
Los Arcanos del Doctor Mefistófeles


Medio litro de pisto para la choya
los nombres han sido cambiados para proteger a los traumados
y aquí va a empezar esta historia de cornucopias letreras
de serafines literarios y de pechugonas sin brassier
nalgasprontas doblegadas a puro billetazo
y en el cochambroso entono de la cultura
se reparten premios y patrañas
encomiástica burla de meretrices
ciénega de la melcocha de las bellas artes
sinvergüenzada o denuedo intelectual
el poeta es el único animal legitimado para la irracionalidad
pero de él ya sólo quedan los restos fósiles
pero qué triste (para ellos) cuando se les achica la cabulita lenguaraz
cuando les levantan la tapadera del guacal
y se descubre que toda la chingadera está putrefactada
ahí es donde está el pedo
donde la puerca tuerce siempre el rabo
por ignorancia pendejismo o incomprensión
vaya usted a saber
desfile alabatorio
representatividad canónica
requisitorias amorosas entre mayates y gingirines
entre machorras y madmuaselas con bichoras desmontables
endiosamiento hacia los viejos maricas
por la bajeza de chuparles la polla para allegarse de simpatías
esos estúpidos encasillamientos de la sensibilidad literaria
consignas para la subversión y la obediencia política
en el mayor conciliábulo de la idiosincrasia “posmo”
empresa intelectual de inoculada conciencia
tareas de subversión oficial-cultural
intoxicación informativa
troupe de intelectuales que muerden la mano que les da de comer
exclusión social
también degradación ecológica
soplos de creatividad en un sistema tan rígido
se colaban por las esclusas que quedaban semiabiertas
las ideas en el abismo poético
rebelión de las ovejas negras en la tierra de Canaán
cosas del cuerpo y el alma
convicción filosófica que huele a estigma del pasado
en papel sobado y resobado
flacucha institución de jóvenes de imparable ascenso metafísico
abriendo los arcanos de del doctor Mefistófeles
y el autor quiere convencer al lector de que es un lelo
al albur de oscuras maniobras orquestadas
para venderle las ideas que interesan al poder
mejor dicho las dudas que han marcado el pensamiento.
falsa conciencia de un conocimiento profundo de los procesos sociales
sentimiento de una desposesión moral:
eres un campeón tienes un gran país y un porvenir muy chingón
superioridad embriagadora del camelo
y no dominio de la verdad
la emoción es más caliente que el del intelecto
posmarxismo estructuralismo
semiótica y deconstructivismo
todo se ha vuelto un el discurso cínico
empapado de literatura en la literatura
y así se vive
tras la idea de que el Occidente es la nada
y ni las academias de la lengua se molestan en proponer una definición
desenvoltura de la herencia clásica
mitología y patología
sempiterno odio al enemigo-lector
historia de la democracia liberal
confluencia neohegeliana para los intereses USA
izquierda y derecha y argumentos refinados
con facilidad para formular teorías paranoicas
efecto retardado de las alucinaciones
películas de Hollywood en un lógico paralelismo
of course
acorde con la dirección política de los pepudos en turno •

Éktor Henrique Martínez / Colaboradores

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De los escrirores de Puerto Rico al Gobernador y al País


Nosotros, escritores puertorriqueños, rechazamos la política de censura del Departamento de Educación de Puerto Rico que, bajo ridículas acusaciones impropias de una sociedad democrática, elimina del currículo de las escuelas públicas prestigiosas obras de autores del país y del extranjero perfectamente adecuadas para la enseñanza a nivel superior.

Una decisión de esa naturaleza, que condena por alegado «lenguaje burdo y soez» obras tan meritorias como «El entierro de Cortijo», de Edgardo Rodríguez Juliá; «Aura», de Carlos Fuentes; la antología «Reunión de Espejos», donde están representados importantes narradores del patio, así como «Mejor te lo cuento» de Juan Antonio Ramos y “Antología personal” de José Luis González, es una afrenta a la cultura y una movida propia de sociedades represivas, con gobiernos dictatoriales e ignorantes.

Motivada por un puritanismo trasnochado, que demoniza las referencias sexuales y los vocablos del habla cotidiana usados con fines estrictamente literarios, la determinación del DE margina y penaliza a voces críticas y comprometidas que abogan por la justicia y la libertad.

Exigimos al gobernador Luis Fortuño que le explique al pueblo si la política educativa del País va a seguir respondiendo a criterios oscurantistas que, en épocas no tan lejanas, justificaban la persecución del pensamiento disidente. La excusa de que no son libros apropiados para grados superiores pero sí para universidad no se sostiene. Los jóvenes necesitan estar expuestos al estímulo intelectual y la riqueza imaginativa que les provee la buena literatura.

Que los escritores tengan que salir en defensa de su propio trabajo es una vergüenza para cualquier país que se respete. La quema de libros simbólica avalada por el gobierno pretende convertir en cenizas no sólo las obras prohibidas sino también la cultura puertorriqueña que ha difundido, con tanto brío, nuestra literatura.

Firmamos:
Luis Rafael Sánchez, Ana Lydia Vega, Edgardo Rodríguez Juliá, Mayra Montero, Magali García Ramis, Juan Antonio Ramos, Mairym Cruz-Bernal, Mercedes, López Baralt, Elsa Tió, Ana María Fuster, Ivonne Belén, Roberto Ramos Perea, María Ostolaza, José Manuel Solá, Rafael Franco Steeves, Lilliana Ramos Collado, Vanessa Droz, Lourdes Vázquez, Marcos Reyes Dávila, Tina Casanova, Efraín Barradas, Sofía Irene Cardona, José Delgado Costa, Yiara Sofía Blanco, Johanny Vázquez Paz, Alberto Martínez-Márquez, Beatriz Santiago Ibarra, Vanessa Vilches Norat, Mari Mari Narváez, Zuleika Pagán López, Jorge Ariel Valentine, Abdiel Echevarría, José E. Santos, Eric Landrón, Moisés Agosto Rosario, Adal Maldonado, Pedro López Adorno, Xavier Valcárcel de Jesús, Juan López Bauzá, Marcelino Canino, María Ostolaza, Rey Andújar, Marithelma Costa, Sergio A. Rodriguez Sosa, Josué Santiago de la Cruz, Pedro Cabiya, Mario R. Cancel, Edgardo López Ferrer, Leticia Ruiz Rosado, Marta Aponte, Marioantonio Rosa, Eugenio Garcia Cuevas, David Ortiz Anglero, Alex Samuel Velez, Magaly Quiñones, Maria Juliana Villafañe, Robert Villanúa


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