Wednesday, August 12, 2009

Septiembre 1, 2009 / No. 38 / Orange County




Secondo Intervento: Il Ribelle

Contenido 38

Silvia Long Ohni
Acerca de los móviles de la creación (desde una mirada psicoanalítica}
Como una piedra / poema
Semblanza de Long Ohni y su impredecible inventiva en los poemas de Incohemas
Textos de Incohemas

Javier Rodríguez Marcos
El futuro de la poesía no cabe en los libros / ensayo

J. Javier Arnau
La vida

Carlos Roberto Gómez Beras
Neruda, el Editor

Pablo Neruda
Oda a la poesía
Arte poética
El pájaro y yo

Alfredo Collado Villanueva
Fronteras
Flores para muertos
La mejor venganza
Manifiesto
Pequeño para bolas

Carlos López Dzur
Los fanáticos / poema
Melancolía de Gilles de Laval ante la doncella de Orleans
Soñar despierto / poema
Historia de un odio / cuento

Fanny Jaretón
Ora-lidad

Zuleika Pagán López
Mis pies...
Esta noche
El odio de tus ojos
Nota sobre ZPL

Rolando Revagliatti
A Miguel Angel Buonarroti
Grupo / prosa
Desecho e Izquierdo

Alejandro Seta Granados
Todo
Enemigos

Eddie Ferreira
Elucubrando en octosílabos



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Silvia Long Ohni
Acerca de los móviles de la creación
(desde una mirada psicoanalítica)


La creación artística, y los móviles que la originan, han concitado, tanto como el fenómeno de la vida y su concepción, desde tiempos remotos el asombro de los hombres y los han incitado a pretender su comprensión y a descubrir los mecanismos de la actividad creadora.

Era previsible entonces que un hombre como Sigmund Freud se ocupara del asunto catalogándolo como un tipo de movimiento sublimatorio que conllevaba en sí un cierto status metapsicológico. Más adelante, muchas escuelas psicoanalíticas han tratado el tema y, en términos generales, la clínica psicoanalítica ha demostrado que todo proceso de desarrollo e integración comporta, en sí mismo, una cierta trasgresión. Cuando el individuo que organiza su vida lo hace buscando nuevos niveles de sentido, tiende a conductas no predecibles. La no predecibilidad convierte al creador en un trasgresor y, en cierto sentido, en un desequilibrado.

Ahora bien, se puede decir que existen dos modalidades de desequilibrio: una, que no permite al individuo reconstruir el objeto perdido y que lo conduce por el camino de la impulsividad desordenada y disgregadora de la personalidad y otro que tiene profundos efectos integradores de la personalidad por estar comandada por Eros.

Eros vendría a funcionar de integrador y responde a la dinámica que trata de promover la terapia psicoanalítica. El restablecimiento, o la integración, se consuma en una recidiva de amor, entendiéndose por amor a todos los componentes de la pulsión sexual o pulsión erótica (en referencia a vida). Es así que, en ocasiones, la capacidad creativa produce lo que la terapia psicoanalítica pretende.

Tal camino desentraña Noel Alamirano en su libro Neruda. Una lectura psicoanalítica Allí entrará en contacto con las problemáticas individuales de Neruda, su conflicto de identidad entre la niñez y la adolescencia, el asumido sentimiento heroico como resultado de la integración de su identidad poética, las bases de su desarrollo amoroso apareadas a las fantasías primordiales y a la bisexualidad presentes en ese desenvolvimiento, el duelo patológico y la depresión como generadores de su poesía y su incidencia en las formas y transfiguraciones del objeto interno par arribar a la recreación del objeto perdido: su madre. Del trabajo creador resulta su propia integración como individuo.

Altamirano cierra su estudio diciendo que «El trabajo del poema es la tramitación de la pulsión de muerte». Y así lo creo.

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Como una piedra

Como una piedra el dolor permanece
y pulen las arenas de la vida
sus sajantes aristas,
sus crueles asperezas
con el tiempo que oficia de artesano
en la diaria paciencia que requiere el olvido.

Mas no se ignora nunca que en pedregal se vive,
que no es un suave sílice donde se acuesta el alma
aunque creyentes fuimos en algún otro tiempo
del imposible hallazgo de toda la alegría.

Peñascos, rocas, filos
con que topa inocente el pie del peregrino
que busca, busca en vano el frescor de la hierba.

Apaga tu memoria, caminante,
no recuerdes el tránsito, la sangre
que inútil se ha quedado entre la piedra.

Es largo el trecho aún, quiere creerse
y puede que después de tantos pasos
haya un médano tibio donde acabar la vida.

Long Ohni / En Decidor

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Semblanza de Long Ohni y su impredecible inventiva en «Incohemas»

(...) Se me hace realmente difícil una explicación, pero lo intentaré. Sí, esta poesía y todas las que componen Incohemas van en ese rumbo: inquietar, tocar, movilizar casi sensorialmente, por lo sonoro, lo melódico, lo rítmico y por la atmósfera que sugiere. Buscan concientemente NO decir, sino sugerir, descabezarlo a uno, obligarlo a no pensar, a dejarse sentir, a no buscar explicación racional ni coherencia en un lenguaje ya tipificado cuyo vocabulario está dotado de un cierto significado que tiene límites precisos. Digamos árbol y su significado, básicamente, estará circunscripto. ¿Qué pasa cuando una persona dentro del ser árbol encuentra significados que trascienden a los circunscriptos en la palabra árbol? ¿Cómo decir árbol entonces y que aquello contenga el otro todo subjetivo y hacerlo compartible?

Bien, la palabra es un instrumento precioso, pero así como es de abarcativa e incluyente, suele también, en casos, ser limitante, y mucho más si algunas de las palabras han sido maltrechas, abusadas, violadas, desecadas, estranguladas, metamorfoseadas, disfrazadas, etc., como se me ocurre que es el caso de la palabra Patria, por ejemplo y ¡qué no decir de la palabra democracia!

En fin, que en el acoso de decir lo que decir me impiden aquellas palabras, me llevó a crear un lenguaje seudo neo lunfardo, si así se lo pudiera clasificar, que tampoco, que me permitiera sugerir un estado, atmósfera, alma, espíritu, esencia de. De tal modo, las palabras que utilizo son metáforas que condensan algo extenso, palabras que no existen y que no pretenden existir como palabras con un significado único y monolítico.

En los 90 (cuando aproximadamente surgió Incohemas (y hoy día lo vinculo con lo que de alguna forma proféticamente vi de la realidad de mi país, hoy desnuda), hice una experiencia con un grupo de alumnos jóvenes. Consistió en leerles dos o tres veces algún poema de Incohemas siempre a oscuras y completamente cómodos y relajados, en sillones, colchonetas en el piso, etc, con el objeto de que, para nada lúcidos, pudieran poner a flor de piel sus sentidos, su imaginación y su capacidad de dejarse sugerir. Luego encendía la luz y les pedía que anotaran en un papel palabras, frases o cualquier idea que se les viniera a la cabeza que aquel poema les hubiera despertado. Increíblemente, 9 de cada 10 apuntaban al mismo espectro, esto es, habían "com-prendido" perfectamente sin haber entendido, que era lo que se buscaba. (...)»


Los trotiles del mundo

¡Qué jízeros que son!
Resulta que encurdelan
y se empardan el carpio,
se rolan los bolsillos
con dólores ajenos,
y aquí los tucumanos,
allá los borodinos,
migan hambre y sudor
y parvulan la muerte
por la ambicia virula
de los dueños de todo.

¡Qué jízeros que son
los trotiles del mundo!

* * *

Conspicuo domo

Retorna dómine,
que estamos homilados,
asólidos de luto
como ingrávidas naves
en morados avernos.

Inlúmines,
con el alma azogada,
sin otra escotadura
que el sérpido silencio,
estamos esperando,
abrocados de fe,
en este crudo ordaje,
tu regreso.

* * *

Tangris de Buenos Aires

Vulgaria grismolada
de curdo estrimo yerto,
nochazo amotinado
en fauces rutinarias.

Tangata destripada,
hombre obús que transina
el rumbo literoso
de veredas angustias
mojadas por el sueño.

Tangombre solitario
que acorrala el magilo,
planero, adocilado,
burgando su destino
de rumias milongueras
en las vanas tristeras
del último café.

Biografía: Silvia Long Ohni / Bio del Colaborador

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Pintura de Diego Rivera

Javier Rodríguez Marcos (España)
El futuro de la poesía no cabe en los libros



El pasado 27 de mayo, poco antes de que Samuel Eto'o marcara en Roma el primer gol del F. C. Barcelona en la final de la Liga de Campeones frente al Manchester United, el escritor colombiano Darío Jaramillo leía, en la propia Barcelona y junto a otros poetas, sus versos ante la multitud que llenaba el Palau de la Música: «Ese otro que también me habita, / acaso propietario, invasor quizás o exiliado en ese cuerpo ajeno o de ambos, / ese otro a quien temo e ignoro, felino o ángel, / ese otro que está solo siempre que estoy solo, (...) / eco o palabra, esa voz que responde cuando me preguntan algo, / el dueño de mi embrollo, el pesimista y melancólico y el inmotivadamente alegre, / ese otro, / también te ama».

Es cierto que los 600 espectadores instalados en el auditorio diseñado por Domènech i Muntaner son pocos al lado de los 85.000 que abarrotaban el Estadio Olímpico romano, pero su presencia allí es todo un síntoma de que las minorías, como quería Juan Ramón Jiménez, también pueden ser inmensas.

Un dato a tener en cuenta en tiempos en los que la cultura ha terminado como las manifestaciones callejeras: midiéndose con el criterio de la masa, ya se trate de los clics de una página web o de las entradas a un museo de arte.

«Al salir la ciudad estaba desierta. Todo el mundo viendo la tele. Pero la sala estaba llena», recuerda Jaramillo. «Además, ¡habían pagado entrada para escucharnos! ¡Seis euros!».

El autor colombiano, uno de los referentes de la lírica latinoamericana viva y autor de títulos como Aunque es de noche y Cantar por cantar (editados por Pre-Textos), nació en la región de Antioquia, pero ha pasado buena parte de su vida en Medellín. En esa ciudad tiene lugar el festival de poesía más popular en lengua española. En julio pasado celebró su 19ª edición, en la que, durante siete días, participaron 65 autores de 43 países.

En ese festival, el leonés Antonio Colinas, que acaba de publicar la antología Nuestra poesía en el tiempo (Siruela), recuerda haber leído, en una edición anterior, ante 10.000 personas en un campo de fútbol. En su opinión, en América la poesía tiene mucha más presencia en la vida de la gente: "Aquí tal vez la intelectualizamos más y eso nos ha hecho perder un poco la conexión con la calle. Se ha ido quedando como materia de estudio".

Más allá del festival, el propio Jaramillo relata una lectura organizada en 1989 en el Centro de Convenciones de Medellín. Y de nuevo, con fútbol al fondo: «Los poetas pensábamos que nadie concurriría, porque a esa misma hora se retransmitía la semifinal de la Copa Libertadores, que jugaba un equipo de Medellín. Para colmo, desde dos horas antes se largó un aguacero inmisericorde sobre la ciudad. Pero ni el fútbol ni la lluvia fueron obstáculos para que el aforo fuera completo: más de 6.000 personas».

Además, muchos autores latinoamericanos recuerdan como un hito el festival que tuvo lugar en Caracas en 1997. Por allí pasó durante tres días otro escritor colombiano, Jaime Jaramillo Escobar, para impartir un taller titulado Método fácil y rápido para ser poeta.

El último día la organización tuvo que poner altavoces fuera del complejo en el que se celebraba el acto: mucha gente había pasado la noche en tiendas de campaña para coger sitio. En opinión de Colinas, «a poesía interesa a más gente de lo que parece. Puede, eso sí, que tenga más lectores que compradores».

Las últimas encuestas sobre hábitos de lectura en España reflejan, en efecto, que tal vez no pase por los libros el futuro de un género que durante siglos representó la esencia misma de la literatura: la novela era un mero entretenimiento. Hoy parece increíble que la poesía fuera tradicionalmente parte decisiva en la formación de cualquier persona culta, incluidos los poderosos de la Tierra.

Según los datos más recientes, referidos a 2008, de la Federación de Gremios de Editores de España, el 80% de los lectores habituales lo son de literatura. De éstos, casi el 95% lo es de narrativa. El resto se lo reparten, el ensayo (2.9%), la poesía (1.9%) y el teatro (0.9%). Según los mismos datos, la tirada media de una novela es de 6.700 ejemplares (la mitad en el caso de los títulos más estrictamente literarios). Un libro de poemas es casi un best seller si pasa de 2.000.

«No sé explicar la supuesta contradicción entre que haya lecturas públicas multitudinarias y escasez de lectores, pero intuyo que es apenas una contradicción aparente», dice Darío Jaramillo. «Pienso que los compradores de libros de poesía leen más los libros que compran que los compradores de novelas». Suele decir Francisco Brines, recordando al citado Juan Ramón Jiménez, uno de sus maestros: la poesía no tiene público, tiene lectores. Con todo, parece que también empieza a tener lo primero. Sobre todo gracias a la proliferación en nuestro país de festivales como los de Barcelona, Granada o Córdoba.

En esta última ciudad surgió hace seis años Cosmopoética, convertido hoy en uno de los festivales literarios de mayor prestigio en España, por el que, durante tres semanas, pasan desde premios Nobel hasta autores emergentes, a los que acude a escuchar cada año una media de 20.000 espectadores. Como recuerda su coordinador, el escritor Carlos Pardo, «dicha, la poesía no asusta tanto como escrita porque mucha gente la asocia a los penosos exámenes del bachillerato. Las lecturas de poemas muestran muy bien la doble faceta del género: íntima, pero universal, que apela al yo de las sociedades».

No obstante, Pardo insiste en que un festival, por muchos que sean los asistentes, debe mantener «el respeto a la poesía como arte de lo pequeño, el detalle y el matiz». Y se pregunta si no hará falta «una buena dosis de efectismo» para sacudir grandes auditorios: «Muchos autores latinoamericanos me cuentan su sufrimiento para encandilar a un estadio (lo más parecido a un jurado popular) con poemas escritos para un lector, un único tú que apela a lo más íntimo. Y lo pasan mal".

En el fondo, la salida de la poesía fuera de los libros tiene mucho de vuelta al origen. El género nació asociado a la música y los versos son mucho más antiguos que el papel. Y que la escritura. Al hablar de la tradición poética, el académico Francisco Rico, que acaba de publicar la antología bilingüe Mil años de poesía europea (Backlist), lo expresa así: «Tan importante o más que la letra eran la música, la calidad de la ejecución y la mímica. Regía ahí el mismo principio que certifica que la inmensa mayoría de los aficionados a la ópera o el rock no entiende el italiano ni el inglés».

La subida a los escenarios y su asociación con la música son, precisamente, otros de los canales que están sacando la poesía del terreno de su reserva india. Y lo hacen bajo nombres que tienen sus propios festivales -polipoesía y Spoken Word-, dos maneras de nombrar un híbrido que conjuga lectura, improvisación, audiovisuales, performances y música. En el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona nació un importante festival polipoético en los años noventa y, actualmente, en La Casa Encendida de Madrid, se celebra anualmente otro más, Yuxtaposiciones.

Silvia Grijalba, que dirige desde hace cinco años el festival Spoken Word -que empezó desarrollándose en Sevilla, este año se extendió a Gijón y podría seguir sumando sedes en el futuro-, sostiene que su intención ha sido siempre "que la gente le pierda el miedo a la poesía sin perderle el respeto». Al hablar de un evento por el que han pasado nombres como Nick Hornby, Alessandro Baricco, Irving Welsh o Marlango Grijalba insiste en que la música en él es algo secundario: «Nuestro festival es sobre todo literario, no Benicàssim. Pero tampoco sirve que un escritor lleve sólo acompañamiento musical. Por bueno que sean el escritor y el músico. El spoken word es un género en sí mismo, un espectáculo total. No basta sólo con leer un texto, hay que interpretarlo».

En su opinión, la fórmula sirve para que los no habituados a la poesía se acerquen a ella. Y para ganar lectores. Para ello las armas del espectáculo son tan buenas como las mejores: «Recuerdo la actuación de Julian Cope. Fue una mezcla de tradición y punk. Intervino vestido con un pantalón militar y sin camiseta, pero recitó un poema épico perfectamente clásico sobre unos yacimientos megalíticos».

La poesía, en efecto, es más antigua que los libros. Puede que parte de su supervivencia esté en la vuelta a momentos como aquellos en los que, mucho antes siquiera de pensar en escribirla, un griego empezó a darle vueltas en su cabeza a una frase que empezaba: "Cuéntame, Musa...". Y hasta hoy.

Vacío pero histórico: Mario Benedetti, tal vez el poeta más popular de América Latina después de Pablo Neruda, murió en Montevideo el 17 de mayo pasado. Semanas antes, la Biblioteca Nacional de Madrid le había dedicado un homenaje al que la gente acudió masivamente a leer sus poemas o, simplemente, a escuchar como sus amigos hablaban del poeta. Dos días después de su muerte, el poeta Antonio Gamoneda presentó sus memorias. La pregunta cayó por el peso de la actualidad: «¿Qué opina usted de Mario Benedetti?». El poeta leonés y premio Cervantes respondió: «Su muerte me ha entristecido. Era un hombre necesario que destacó por su honradez intelectual y capacidad de crítica. Lo que intentó hacer lo hizo bien. Cumplió su propósito ampliamente. Respeto su manera de entender la poesía pero no la comparto. Para mí, la palabra meramente informativa y la crítica moral tiene su lugar en los periódicos, en la televisión, en los púlpitos si se quiere, pero la modalidad esencial del pensamiento poético no es ni reflexiva ni crítica sino un tipo de otra naturaleza, y determina un lenguaje que también es de otra naturaleza».

Aunque mucha gente prefirió leer en blanco y negro los grises de esas declaraciones, la polémica que provocaron -la gran minipolémica literaria del curso pasado- era sólo un capítulo más en la vieja disputa entre una poesía que busca comunicarse con el lenguaje cotidiano porque lo considera el lugar ideal del entendimiento humano y la que busca subvertirlo porque lo considera el sitio en el que se encarnan todas las inercias que someten a la humanidad. La irresoluble disquisición estética, no obstante, conlleva también un choque entre la claridad y el hermetismo, la mayoría y la minoría.

Lo curioso es que, popularidades como la de Benedetti aparte, clara o hermética, la poesía carga desde hace décadas con el sambenito de ser eso, poesía, una palabra que rima con minoritario. Y de minoritario a residual no hay más que un paso. La supuesta falta de importancia que se deriva de ese carácter termina, así, siendo un clamor. Sobre todo cuando la cultura queda presa de la estadística y el número de ejemplares vendidos de un libro deja de ser un asunto sociológico para convertirse en criterio estético. Contra esa tendencia siempre quedarán escenas como aquélla de la película 24 hour party people, de Michael Winterbottom, en la que alguien recuerda el concierto que los Sex Pistols dieron en Manchester el 4 de junio de 1976. «Yo diría que fue histórico», dice el personaje. "¿Cómo pudo ser histórico si sólo había 42 personas?», le responde otro. Y el primero contestaba: «¿Y eso qué importa? ¿Cuánta gente hubo en la última cena?».

Tomado de
El País

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J. Javier Arnau (España)
La vida


La vida me mordió. Y me infectó con su grave y rara enfermedad.
Realmente, yo no había hecho nada para merecer tan jodida suerte. De verdad; sí, ya sé
que ante las adversidades siempre decimos que no las merecemos, que sólo somos unas
pobres víctimas, y blablabla. Pero en este caso, podéis estar seguros de que era cierto.
Yo no quería vivir.
Punto.
No había hecho nada.
No había pensado nada.
Simplemente, ocupaba un lugar en la existencia - y tal vez, ni siquiera eso, a lo mejor
sólo era un pensamiento en la cabeza de algún ser-.
Pero esa infección, esa plaga llamada vida llegó y me consumió.
Desde entonces existo, tengo conciencia de mí mismo como ser animado, crezco -aún no me he reproducido-, y
espero con ansia el momento del No Ser, la muerte.
Pero incluso anticiparme a ese momento me está vedado; un dios loco, el mismo que creó
a la vida y la dejó suelta por el Universo me lo impide.
¿Qué he hecho yo para estar maldito por los dioses, y ser víctima de tan gran plaga?.
Espero que alguien se apiade de mi maldita suerte y se digne acabar conmigo.

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Carlos Roberto Gómez Beras
Neruda, el Editor


Todos sabemos de los atributos y logros de Pablo Neruda, el Poeta. Pocos, por lo menos en este lado del mundo americano, de Pablo Neruda, el Editor. Y no hablo de la feliz gestión de la revista Caballo verde para la poesía (1953), sino de la idea de hacer un proyecto editorial llamado Ediciones Isla Negra. A continuación, algunos de los protagonistas de esta "empresa fallida" nos contarán sus versiones del incidente.

La génesis del proyecto Ediciones Isla Negra es el resultado del encuentro en 1961 entre Neruda y Germán Marín, editor y escritor chileno; sobre esto nos cuenta Marcelo Somarriva: «Pablo Neruda y Germán Marín planearon alguna vez armar una colección de libros que se llamaría `Ediciones Isla Negra'. La idea del proyecto era editar libros acerca de pequeños temas o `asteriscos' de la historia nacional. Entre las obras que pensaban incluir había una de Jorge Teillier que se titularía Los poetas perdidos. Marín recuerda que los tres sostuvieron conversaciones preliminares y que entonces Teillier ya trabajaba en sus investigaciones sobre los poetas. El proyecto Ediciones Isla Negra, cuyos libros iban a ser diseñados por Mauricio Amster, no alcanzó a concretarse. La colección incluía títulos como Rapa Nui de Pierre Loti, otros acerca de Cambiazo, `el último pirata del Estrecho', José Miguel Carrera y otros más del mismo tipo –en el mejor espíritu de Tomás Lago–. La colección `Biblioteca Transversal' de Germán Marín en parte ha continuado el espíritu de ese proyecto inicial y el libro Prosas recoge las investigaciones de Teillier sobre los poetas perdidos."

El escritor chileno Luis Alberto Medina, habla sobre la condiciones materiales del proyecto: «¿Neruda, intenta algún negocio editorial en cierto momento? Bueno se llamó Ediciones Isla Negra, donde yo sería su primer administrador, se trataría de sacar textos raros, por ejemplo las cartas de José Miguel Carrera. Me invitó solemnemente y me nombró director de las ediciones Isla Negra, pero estas ediciones, no tenían un centavo, sólo el título, entonces me decía conversa con fulano en ZIG-ZAG y ellos se van a entusiasmar y colocarán capitales. En realidad yo era pésimo para eso, entonces cuando preguntaba, le decía: «Estamos en conversaciones, Pablo'; `Cuando haya algún resultado ven y habla conmigo', me respondía, por suerte tuvo un largo viaje y cuando regresó ya había olvidado lo de las ediciones Isla Negra».

Mario Toral, el artista chileno también fue convocado a este sueño: «Recordando tiempos pasados y, en ocasión en que yo retornaba a Chile después de largos años en el extranjero, pude comenzar mi vida profesional como artista en este país, en el cual nadie me conocía, trabajando con Pablo Neruda en una edición de Machu Picchu, editada por el arquitecto y connoiseur Carlos A. Cruz, bajo el sello de Ediciones La Gárgola, obra impresa en esta Editorial. También me tocó acompañar a Pablo Neruda en la edición de un libro muy bello tanto en su forma como contenido, El húsar desdichado, que ponía a la luz nuevas visiones de José Miguel Carrera, a través de escritos de Prilidiano Pueyrredón. Este libro era el comienzo de un plan editorial ambicioso de Neruda y Germán Marín, bajo el sello de Ediciones Isla Negra. Desgraciadamente, el escritor Marín y el poeta Neruda no contaron con que editar también es una operación que hay que financiar y manejar cifras y la iniciativa comenzó y terminó con ese solo libro. A manera de anécdota, les cuento lo siguiente: Germán Marín llegó a Isla Negra trayendo un mensaje de Eduardo Castro, gerente de la Editorial Universitaria, con algunas facturas a cancelar y como el libro aún no estaba en circulación no había dinero, Germán le proponía pues a Neruda ir a Santiago y tratar de amansar a Eduardo Castro. Pablo después de pensar, gravemente dijo: «No, invitémoslo aquí a la Isla Negra. Hay que sacar al zorro de su madriguera'».

Sobre el libro, el hijo unigénito de Ediciones Isla Negra, nos recrea Manuel Peña Muñoz: «El escritor Germán Marín, en tanto, observa en silencio. Es un hombre pausado que tiene en su imaginación muchos proyectos edito-riales. Ha creado ya las Ediciones Isla Negra en la cual Pablo Neruda es el consejero. El poeta le muestra ahora a Mario (Toral) ese hermoso libro que ha escrito para ese sello editorial. Se titula José Miguel Carrera, el húsar desdichado. Neruda conecta bien con este héroe patriota y humanista que privilegió el arte de la imprenta. Como él, Neruda ama la palabra impresa y comprende su poder. Aquel libro de Ediciones Isla Negra era un libro pequeño, casi artesanal, con hojas de papel de volantín. En su alma de niño, al poeta le agrada el trabajo de los artesanos del libro. Ama las encuadernaciones, las hojas cosidas, las letras iniciales, los lomos y los cantos dorados. Muchas tardes, sus pensamientos vuelan a las imprentas de la provincia donde sueña con editar sus libros en ediciones reducidas para amigos».

Ahora, contaré mi versión... a finales del 2004, navegando por la Red, me topé con este título, editado por ¡Ediciones Isla Negra de Pablo Neruda! La sorpresa, la emoción, y luego la curiosidad, me llevaron hasta el portal de EL Cid, librería chilena de títulos antiguos. Allí, después de varios emilios fallidos, telefónicamente me confirmaron la historia ya conocida y la existencia de los dos últimos ejemplares del libro. «Le enviaré el que está en mejor condición», me dijo gentil la dueña, tal vez para entusiasmar una compra de monto considerable. Largas semanas después, de manos de una amiga chilena, lo recibí (todavía prefiero los correos secretos a FEDEX): no era pequeño, más bien de tamaño y letra generoso; sí era artesanal y lleno de detalles que sólo el que como yo estaba en la dulce espera, podía apreciar: de una edición enumerada de 500, el mío era el 156.

Ahora, con el libro en la mano, pienso que dentro de la empresa fallida, habitaba un sueño extraordinario de solidaridad y generosidad. Después de todo, por qué otro motivo, un escritor como Neruda –ya vislumbrando su entrada a la inmortalidad– se interesó por la palabra ajena, por facilitar el paso de los demás por difícil camino que lleva de lo inédito a publicación. Este particular fracaso editorial me lleva a pensar que, a veces, callar por un segundo, por años o por toda una vida, para que los otros hablen, deja una huella muy cercana a la que deja el amor en el alma. Algunos de ustedes sabrán a qué me refiero, otros, tal vez lo recuerden.



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Oda a la poesía

Cerca de cincuenta años
caminando
contigo, Poesía.
Al principio
me enredabas los pies
y caía de bruces
sobre la tierra oscura
o enterraba los ojos
en la charca
para ver las estrellas.
Más tarde te ceñiste
a mí con los dos brazos de la amante
y subiste
en mi sangre
como una enredadera.
Luego
te convertiste
en copa.

Hermoso
fue
ir derramándote sin consumirte,
ir entregando tu agua inagotable,
ir viendo que una gota
caída sobre un corazón quemado
y desde sus cenizas revivía.
Pero no me bastó tampoco.
Tanto anduve contigo
que te perdí el respeto.
Dejé de verte como
náyade vaporosa
te puse a trabajar de lavandera,
a vender pan en las panaderías,
a hilar con las sencillas tejedoras,
a golpear hierros en la metalurgia.
Y seguiste conmigo
andando por el mundo,
pero tú ya no eras
la florida
estatua de mi infancia.
Hablabas
ahora
con voz férrea.
Tus manos
fueron duras como piedras.
Tu corazón
fue un abundante
manantial de campanas,
elaboraste pan a manos llenas,
me ayudaste a no caer de bruces,
me buscaste
compañía,
no una mujer,
no un hombre,
sino miles, millones.
Juntos, Poesía,
fuimos
al combate, a la huelga,
al desfile, a los puertos,
a la mina,
y me reí cuando saliste
con la frente manchada de carbón
o coronada de aserrrín fragante
de los aserraderos.
Y no dormíamos en los caminos.
Nos esperaban grupos
de obreros con camisas
recién lavadas y banderas rojas.

Y tú, Poesía,
antes tan desdichadamente tímida,
a la cabeza
fuiste
y todos
se acostumbraron a tu vestidura
de estrella cotidiana,
porque aunque algún relámpago delató tu familia
cumpliste tu tarea,
tu paso entre los pasos de los hombres.
Yo te pedí que fueras
utilitaria y útil,
como metal o harina,
dispuesta a ser arado,
herramienta,
pan y vino,
dispuesta, Poesía,
a luchar cuerpo a cuerpo
y a caer desangrándote.

Y ahora,
Poesía,
gracias, esposa,
hermana o madre
o novia,
gracias, ola marina,
azahar y bandera,
motor de música,
largo pétalo de oro,
campana submarina,
granero
inextinguible,
gracias,
tierra de cada uno
de mis días,
vapor celeste y sangre
de mis años,
porque me acompañaste
desde la más enrarecida altura
hasta la simple mesa
de los pobres,
porque pusiste en mi alma
sabor ferruginoso
y fuego frío,
porque me levantaste
hasta la altura insigne
de los hombres comunes,
Poesía,
porque contigo
mientras me fui gastando
tú continuaste
desarrollando tu frescura firme,
tu ímpetu cristalino,
como si el tiempo
que poco a poco me convierte en tierra
fuera a dejar corriendo eternamente
las aguas de mi canto.

Homenaje a Pablo Neruda / Revista Baquiana

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Arte poética

Entre sombra y espacio, entre guarniciones y doncellas,
dotado de corazón singular y sueños funestos,
precipitadamente pálido, marchito en la frente
y con luto de viudo furioso por cada día de vida,
ay, para cada agua invisible que bebo soñolientamente
y de todo sonido que acojo temblando,
tengo la misma sed ausente y la misma fiebre fría
un oído que nace, una angustia indirecta,
como si llegaran ladrones o fantasmas,
y en una cáscara de extensión fija y profunda,
como un camarero humillado, como una campana un poco
ronca,
como un espejo viejo, como un olor de casa sola
en la que los huéspedes entran de noche perdidamente ebrios,
y hay un olor de ropa tirada al suelo, y una ausencia de flores
-posiblemente de otro modo aún menos melancólico-,
pero, la verdad, de pronto, el viento que azota mi pecho,
las noches de substancia infinita caídas en mi dormitorio,
el ruido de un día que arde con sacrificio
me piden lo profético que hay en mí, con melancolía
y un golpe de objetos que llaman sin ser respondidos
hay, y un movimiento sin tregua, y un nombre confuso.

Pablo Neruda

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El pájaro y yo

Me llamo pájaro Pablo,
ave de una sola pluma,
volador de sombra clara
y de claridad confusa,
las alas no se me ven,
los oídos me retumban
cuando paso entre los árboles
o debajo de las tumbas
cual un funesto paraguas
o como una espada desnuda,
estirado como un arco
o redondo como una uva,
vuelo y vuelo sin saber,
herido en la noche oscura,
quiénes me van a esperar,
quiénes no quieren mi canto,
quiénes me quieren morir,
quiénes no saben que llego
y no vendran a vencerme,
a sangrarme, a retorcerme
o a besar mi traje roto
por el silbido del viento.
Por eso vuelvo y me voy,
vuelo y no vuelo pero canto:
soy el pájaro furioso
de la tempestad tranquila.

Poemas de Pablo Neruda en blogosfera Poemas del Alma

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En la foto, Alfredo Collado: El Dr. Collado-Villanueva obtuvo su título doctoral en Literatura Comparada en Binghamton, SUNY, ex profesor de inglés en Hostos Community College, CUNY, una de sus áreas de especialización es la prosa modernista hispanoamericana y, en particular, la constitución del sujeto masculino en la narrativa latinoamericana. Ha publicado más de treinta artículos en revistas tales como Confluencia, Revista Iberoamericana, Revista de Estudios Hispánicos, , Inti, Caribbean Studies, Discurso Literario, Explicación de Textos Literarios, Chasqui y RLN, entre otras. Además, el Dr. Villanueva-Collado es un reconocido poeta y escritor. Sus nueve colecciones poéticas incluyen Pato salvaje (1990), Entre la inocencia y la manzana (1966) y La voz de su dueño (1998).
Revista Virtual de Cultura Iberoamericana

Alfredo Collado Villanueva (Puerto Rico)
Fronteras


Mi vida entera consiste de fronteras. Toda frontera es una apertura. También un límite. Y es ahí que me encuentro.

De tanto vivir fronterizamente me he forjado una identidad que no corresponde a ningún lugar, a ninguna definición social, a ninguna expectativa ajena.

Que corresponde al Hermes, al Ángel, al Fauno, al Vampiro, al Infectado, criaturas que en sí mismas encabalgan mundos, identidades simultaneas y múltiples; proteicas, elusivas, ambiguas, incognoscibles.

Frontera: zona de claroscuros.

No dejar saber quién uno es, permitiendo desdeñosamente cualquier definición que el Imperio, la Sociedad, la Iglesia, la Corporación, imponga: no pareces puertorro, pareces judío, pareces sirio, pareces italiano, no pareces . . . tú sabes.

Moverse en un estado a la vez de complicidad e inocencia. Amar, llorar, reír, soñar, en español y ganarse la vida en inglés. Hacer el amor frente a la posibilidad y la certeza de la muerte.

Confrontar la desvergüenza de la situación colonial que ya no se refiere a la isla del origen sino a todo un continente. A la frontera misma.

Y crear, utilizando lágrimas, semen, sudor, sangre, una obra que encierre toda esa ambigüedad, toda esa iridiscencia, que oculte su dificultad, un poema escrito no para el erudito o el hipócrita lector sino para el amante cómplice o para el chiquillo que busca en el espejo los marcadores de su diferencia.

Crear una obra crítica que examine las formas en las que la frontera, esa apertura, ese límite, aparece en el centro mismo de mi cultura, de toda cultura. Arriesgarme a señalar los caminos ocultos por los que viaja el deseo de un cuerpo a otro, irrespectivamente de las definiciones. Cómo poeta o investigador, expandir la frontera, haciendo visible aquello que considero el punto ciego de la cultura occidental: la extraña y maravillosa noción del placer, la única transgresión perpetuamente frontera abierta a los que no se dejen intimidar, y se atrevan.

El placer simple de una calle o una plaza en cualquier país que haga mío.

El placer desafiante de caminar con el brazo del amadoamante sobre el hombro, convertidos en poema ambulante.

El ambiguo placer de ayudar a los míos a aprender el idioma del enemigo; a manejar ese idioma con destreza, para asombro de los conquistadores; el placer de utilizar mi idioma para que no entiendan qué les digo.

El férreo placer de rehusar la disolución de mi ancestral herencia en el imaginario de los que pretenden asignarme una jaula en su zoológico de etnias.

El complejo placer del estudio y el análisis de la novelística de la patria grande, exponiendo las fuentes alternas, reprimidas, censuradas, de su riqueza; un José Asunción Silva o un Augusto D'Halmar, un Carlos Montenegro o un Miguel Zapata.

El supremo placer de gritar desde todos los tejados que no soy víctima, sino aquel a quién más temen los que habitan cualquier centro (sexual, social, cultural).

Mi meta: desde la condición fronteriza, seducir, pervertir, subvertir con mi otredad.

Soy la frontera, nadie y todo el mundo en uno.

En Letras Salvajes / Alfredo Villanueva

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Flores para los muertos

El planeta está lleno
de amanuenses mediocres.

Escriben por la paz.
El terror les da orgasmos.

Los machorros desgarran
sus ovarios inútiles.

Las hembrunas se arrancan
las vergas ilusorias.

Paloma en caldo, aliñada
con el laurel en el pico.

Sazón excremental.
Ha muerto la palabra.

2.11.07 / De Poemas escuetos /
Alfredo Collado

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La mejor venganza

No me quieras ni me odies demasiado.
No me pases por el lado, indiferente,
ni llames mi atención de ningún modo.

No me des a saborear tu cuerpo
porque ese gusto ya no se me borra.
Se enquista en la memoria de las células.

No te atrevas a ofender para luego
pedir perdón. Aunque perdone,
tu destino inevitable está echado.

Ya no podrás entrar al espejo
donde residen historias esenciales
con las que de episodio en episodio,

cada cual construye una imagen.
que luego vende como verdadera.
Rescribiré la historia de tu vida.

Serás como me dé la gana de pintarte,
mosca atrapada en ámbar de vocablos.
Te fijaré con binoculares implacables

y palabras permanentes, dispersas.
Todas tus verdades, mis ficciones.
No tu versión de los hechos, la mía.

Alfredo Collado / en Alex Lootz / Revista Literaria

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Manifiesto

Este poeta
va a hacer un esfuerzo supremo por no hablar de sí mismo.
No se va ocupar de las hemorroides metafísicas
ni de los infartos revolucionarios.

No le importarán las barbas del espacio.
No va a llorar porque el amor no existe
ni la justicia, que siempre ha sido injusta.
No va a cantar ni vaginas ni pajas
ni encuentros que terminan vomitando ausencias.

Se pasará por las verijas los golpes
de estado, las bombas y los infortunados de este mundo.
Evitará los besos, las estrellas, los domingos tristes.
No andará buscando ni causas ni congresos.
No se le ocurrirá ser solidario.

Va a intentar despegarse de la roca
del ego, donde ha subsistido
por siglos, vampiro alimentado
de ese semen, o sangre, que provee el espejo
que le miente cuando le llama hermoso,
y le miente cuando informa meloso
que lo que escribe es tan maravilloso
que merece una lectura universal, canónica.

Va intentar abandonar las poses
que le han dado identidad hasta ahora:
las santerías y los maquillajes,
las pelambres y los certámenes;
lanzarse al mundo, desnudo, vacío,
pero nuevo y limpio. Diferente.

/© Alfredo Villanueva Collado. junio 29.2009

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Pequeño para bolas

Mi Cristo
sacó a latigazos los mercaderes del Templo
y perdonó las putas.
Hizo de los diez mandamientos uno solo:
amaos los unos a los otros.

Los neocristianos
son ahora los mercaderes dueños del Templo.
Administran las putas en privado.
En público las apedrean,
y predican el odio
en nombre de un libro obsoleto, de cuentos.

Alfredo Collado / Entrevista a Alfredo Villanueva Collado / Otros poemas / Publicaciones en Arique

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Carlos López Dzur (PR)
Los fanáticos


Entre aquellos que susurran
con equívoca rivalidad
sus modelos mecánico-causales
está la varonía de los asténicos,
tróficas mentes, rostros que miran
con estériles ojos blancos,
cuerpos que se yerguen
con negro óseo, sin vuelo,
bajo la nube y la viga pupilaria del gentío,
rivales con una sola voz para decirlo todo.

Ellos gritan y crujen y gimen
(dizque por elucidaciones), pero en su lugar
construyen su clínica epidemia
hecha de ciegas medidas, inexactas.

2-8-1991 / Carlos López Dzur

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Melancolía de Gilles de Laval ante la doncella de Orleáns

La sombra del objeto cayó sobre el Yo. Quisiera devorárselo, incorporárselo y, conjuntamente con la fase oral o canibalística, ingerirlo, devorarlo, no retirarse de ese objeto perdido, antes de odiarlo: Sigmundo Freud


Ella se llamó Libertad y ha cambiado de nombre. Ya no la ama el que la amó tan puramente. La alude como «objeto perdido», habitáculo y eslabón de sus deseos. Todo lo suyo gustaba antes de ésto. Olía a líbido y erótica. Se excedía en él, su amante que le fundó muchos templos. El dijo: «Fue santa y la mataron; la quemaron a fuego lento».

Libertad, tan hermosa, habrá que revivirte, hacerlo en tanto y como puedo, mientras se filosofa: ¿Quién pudo hacerte el antro del tormento, las promesas incumplidas, la desilusión, tan Gran Ramera? ¿Quién pudo hacerte daño y arrancarte los misterios y las voces sagradas, tus dictados profundos?

Te desplegaste, ya buscando los abrazos babilonios. Se fue con buitres y lechuzas de la noche. No madrugó en el estero de quien más te amara. Gilles dijo: «Me la quitó el mundo; se la comió el maldito». Por eso está añorándola, retrotraído en la raíz que le dio canto. «En mí estás y no me voy. Ni tú te has ido del todo. Todavía son de otros tus vestidos. Tus bragas, tu desnudo, míos».

Ahora él es el otro caníbal, así como fue guerrero santo, ya no el santo pazguato que cuida el campamento donde la Doncella viste pantalón de certidumbre y duerme y guarda el sexo pulcro, custodiada por él, admirador, amante, casi arcangelizado... mas... de su inocencia, «de tí, Libertad, ya hicieron pillaje. Comenzaron las maromas del discurso oscuro. Ya no se te ve. Te encenizaste y dueles».

«Doncella, el amor te identifica como parte de mí mismo. Recordarte es como retenerte. En gratitud primiginia, No puedo renunciarte. Te amo más que el mundo», dijo Gilles. «A más odio lo que me circunda, te amo. A más perdida te juzque el rival, aunque vengan los salvajes por tus sobras, te reencuentro y junto los pedazos y los beso y los como», así de sádicamente, en rito oral de narcismo habla él, Gilles de Laval, enamorado. Libertad, eres como lo inmortal dentro de la pisquis. Eres un gozo. Gozo narcista del objeto, gozo de la melancolía que te recuerda y te dona para el amado. Gilles no puede liberarse de tu sombra.

3-14-1988 / Catlos López dzur

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Soñar despierto

El sueña despierto como araña en su pared
o gusano en su tumba; pero vibra y suda
su químico poema escrito
con letras del genoma.

Se refocila
en secuencias de posibilidades, quanta
en lámparas de absurdo para el silencio
que hay en turno y la realidad desnuda.

Para gritar la onda
y dar pies de escapada, variación de luces,
epigénesis de infinito, al texto del capricho,
para ocupar su altura, su potencial elástico,
hay que ser ladrón y poeta
y tener por corazón una campana.

Y no todos los hijos de la Transición irradian
esta fuerza de cópula y tañido
para dar progresión supraherziana
a las palabras nuevas, a las metáforas con porvenir.
Las ondas son para los apasionados
y, en cada ladrón, el poeta es más lúcido.

9-24-1980 / Biografía: Carlos López Dzur

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El poeta que nadie quería

El poema cayó de su boca cantadora
y la Lástima se moría de risa,
testiga novelera, ya que él no tomó
su gargajito de la tierra,
su versito del bofe.

Se limpió la jeta y siguió su camino
al perder su único verso, al parecer.
Se esperaba que su boca
se secara como una llaga.

¡Era un leproso, poeta no querido!
Se había predicho que expediría
de su sangre un olor de adjetivos
para los que no halló jamás
sustantivo y sustancia
y que, por alguna queja,
se asomaría el verbo que maldice
a las cicatrices que han dejado en él
la vida en menosprecio,
la pasión que fue más grande que su alma.

Algún prudente corrió
a levantar la estrofa, a ponerla en pie
para darse golpes de pecho
en la misericordia.

Era un médico
del formalismo morfológico.
Hizo su diagnóstico a la luz de tal caída:

¡Pobre verso, triste estrofa,
el lexema es terminal, ya no hay remedio!
Se accidentó el morfema al caer
de la boca cantadora y, ¡mirad,
sentid... no hay hueso sano!
Consumado está el participio del pasado.

Y lloraban unos al verso desprendido
y otros, a risa, lo tomaban a él, al ya saberlo,
como hijo del profeta que predica en el desierto.

¡Pero el poema que oyó a los caracoles,
lejos del poeta que lo dejó en la calle,
estaba vivo y feliz como siempre
y esperaba vivir muchos años,
por su cuenta!

De la boca de su padre cayó
una simple saliva metafórica,
una babita licuada y cristalina,
un pedacito de vida...

7-17-1992 / Carlos López Dzur> En Colaboradores

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Historia de un odio / cuento

A child cannot be taught by anyone who despises him, and a child cannot afford to be fooled: James Baldwin (1924-1987)


La madre enfermó tan gravemente que Jacob Pérez Eram, el que se fue, regresó. Cuando murió su padre Isaac, ya se hallaba en el extranjero y, con mucho dolor, supo de su muerte y ya era tarde.

«Mencha, nuestro padre ha muerto». Era Esaú que le telefoneaba, quejándose porque, por mucho tiempo, él se había incomunicado y no dejó rastro para que Rebekah, su madre, le dijera sus penas.

«En primer lugar, si me has llamado Mencha, revisa con quién te comunicas. Ese no es mi nombre». Con razón no me hallaron, «número equivocado», contestó Jacob con petulancia y colgó su aricular.

El no quería pisar la tierra de su nacimiento porque allí estaría la fuente de sus malos recuerdos. Una adolescencia durante la cual Esaú, su hermano, lo devaluó como persona ante los ojos de su madre y proveyó las amarguras del rencor. Por más que luchaba contra este sentimiento, no podía. ¡Tantas quejas dio, desde pequeñito! que Jacob rompió por lo sano y abandonó a todos, padre, madre y hermanos, por no querer vivir bajo el mismo techo que Esaú ni con una madre, demasiado atareada, porque atendía a muchos hijos y quien le dijo «mejor házte el sordo y no me dés quejas»...

«No seas majadero. No le busques el lado. Házte el que no lo oyes», fue su consejo para Jacob. Y él era muy delicado, sensible como ninguno entre la prole de Isaac. Esaú lo acusaba de querer llamar la atención, con su conducta de quejica. Rebekah recuerda el parto y dijo que: «Ya venían agarrados, peleándose desde la matriz, porque Jacob retenía la salida de Esaú, agarrándolo del talón». Y el embarazo fue duro. Esaú venció. Nació primero.

«Mencha, ven acá», decía Esaú y nunca le daba el nombre por el que anhelaba ser conocido. Tenía los ojos acusadores, fuertes brazos, rasgos duros del que vendría a ser el más velludo de los hermanos. El se creyó tan varonil que delante de Jacob sacaba el miembro para masturbarse y conturbaba de este modo a Jacob, el quejica, lampiño, virginal, vergonzoso y esquivo como una nena mimada que siempre buscaría los faldachones de la madre.

«Mamá, Esaú se está haciendo una paja».

«Cállate», decía la mamá. Y, por su parte, en su amonestación, Esaú siempre tenía una sonrisa burlona y la amenaza de pegarle, porque Isaac lo bendecía, tolerándole, y la madre, creyéndole. Eran gemelos dispares. E Isaac, el padre, dijo: «¡Qué hermoso y fuerte es mi primogénito!»

«Te van a salir pelos en la palma de las manos», dijo Jacob, el inocente, a Esaú. Sabía que no lo envidiaba en nada, ni aún en su virilidad, con la que se urdía para inferiorizar a los menores y a él, con desfachatez.

«No seas pendejo, maricón».

«Mamá, Esaú me dijo maricón».

Se fue del Pueblo / después al extranjero / porque el perdón no sabía cómo darlo, sin que la perpetuidad de los malos nombres / aquellas ofensas / fuese como un eco. Y las orejas, la memoria, el corazón, todo el ser de Jacob Pérez Eram, abanicaban los vituperios para que llegaran frescos, como recién salidos de la boca de Esaú, y a través de puerta ancha se alojaran en él. Sin embargo, ¿a quién se acusaría de ser el perjuro y el blasfemo?

Compraba el boleto de su avión, rumbo al Pueblo Natal, cuando la tentación de quedarse vino con su ropaje de odio. En fila ante la ventanilla, a su lado, estaba un hombre que era como él. Hasta su voz daba trasuntos de Esaú, alto y fornido como un edomita... El cliente vino a cambiar un boleto, a exigir una reducción en el precio, a decir a los empleados de la agencia lo que tienen que hacer, a imponer sus caprichos en horarios de vuelo, a quejarse de las largas esperas en los aeropuertos, a culpar de todo lo que ocurre en el mundo, a una simple vendedora ante sí. Y él, haciéndola menos, obviando las cortesías con que ella respondía al maltrato verbal.

«Revisé los avisos publicitarios. Las aerolíneas ofrecen el mismo destino que necesito a un precio 25% menor al que se alega aquí que ha de costarme... y yo voy por necesidad, no crea que es por gusto que voy a donde voy. Es que no tengo quien me ayude. No tengo ni para una sopita que caliente mi estómago; pero, no crea que yo tolero el robo», fue una de las cosas que dijo. A Jacob le fastidiaba oír su alegato, ofensivo hasta por el tono de la expresión.

«No es robo. Déjeme explicarle», casi lloraba la empleada.

«El cliente siempre tiene la razón», proseguía.

«Perdón que me meta. No explique nada... Este hombre no entiende», intervino Jacob. Miraba a la vendedora como si fuera a la madre, acosada por Esaú, perjurándole que no jura en vano, ni devalúa el nombre de Dios ni la personalidad calma de su hermano. Al fin, desea mirar de hito en hito al hostigador. «Usted no sabe pedir. Ni aún cuando alega que está jodido y hambriento».

Se miraron con odio mutuo. ¡Qué fácil se forman las antipatías, hasta cuando son otras gentes quienes meten sus narices en lo que no le importa!

«Y, ¿a usted quién le dio vela en este entierro? ¿Por qué se mete en una discusión a la que ninguno lo llamó? Deje que ella se defienda sola si es que tiene la razón».

«Pues, por lo menos, óigala».

Jacob prefirió el silencio otra vez. Su hogar está en luto y Esaú lo telefoné otra vez, la segunda vez desde que se fue. Mas esta vez anunció la muerte de Rebekah. «Mencha, nuestro madre ha muerto», dijo la voz. Seguía diciéndole el nombre que no le correspondía y, aunque sintió la bendición de su madre más cerca que la de Isaac, lo pensó varias veces para tomar la decisión de cumplir con su presencia en los funerales.

«Te estamos esperando, Mencha».

Mas Jacob le colgó. «Mencha» no es su nombre y, quien lo convoca a verse bajo el techo de la casa de su madre, es el mismo hermano prepotente que nunca le dio su lugar ni respetó su nombre. Con hábitos de devaluación y sorna lo trató desde su pubertad. Y prolongó la costumbre de tal modo que nació el odio que Jacob tiene por él. Jacob lo ha dejado en el limbo. Esaú no sabe si irá y seguirá pensando que Jacob es un hermano frío, distante, oveja que se descarrió para no volver al redil nunca más.

También Jacob se ha quedado a mitad de camino. Con zozobra y tristeza, no se atreve a imaginar cómo les ha ido a sus hermanos. A todos, en cierto modo, los ha castigado con esta distancia; pero, piensa que el primogénito dio la norma a todos, porque ninguno lo buscó. Ni preguntó por él. «El que se va lo pierde todo». Este todo incluye a su madre y ésto sí que no lo quiere. Ella es el único recuerdo que ha guardado, y lo hace arrepentirse de odiar, como ha odiado desde su corazón que nunca quiso ser execratorio.

«Y tan poco fue lo que yo quise de él: Que me llamara Jacob», piensa. Ha quedado con los ojos llorosos, según se mete en las memorias de la Casa de Isaac y medita que ya es viejo. Y viejo, por horas, es Esaú, aquel que no santificaba ningún nombre, ni el del Padre Enaltecido. Se cagaba en Dios y, en presencia de Jacob y su madre juraba en vano y, si lo hizo jurando en vano por El, ¿qué ha de esperar que haga con el suyo?

La chismosa / la mujer más puta y escandalosa del Pueblo / se llamaba Doña Carmencha, Mencha La Puta para hacerlo más breve y Esaú adoptó ese nombre para dárselo a Jacob cuando lo acusaba ante su madre por faltar al mandamiento que dice que sea nuestro único pensamiento la reverencia a lo escrito como señalamiento: «Santificado sea Tu Nombre».

«Si lo oigo, yo lo pilo verde», decía la madre.

«Mamá, volvió a cagarse en Dios y porque te lo digo, él me dice que soy Mencha».

Y el hipócrita lo desmentía. Y salían de la presencia de su madre, él riéndose, Jacob humillado y tomado por mentiroso y chismoso como Mencha. Entonces, a solas, Esaú volvía a desafiarlo, cagándose en el Sagrado, en la puta Virgen, en el Santo de José.

Claro que no esperaba que nadie lo esperara en el Aeropuerto. Eran más de cuarenta años de ausencia. Nadie lo reconocería. Se fue tan joven y le dejó el campo libre. «Abrete paso. Ya te solté el talón. Ya no te detendré, Esaú». Había perdido la inocencia en el proceso estúpido de culpa y resentimiento. Y se había declarado perdedor. «Madurar es menos doloroso y lo haré donde no me alcance ninguno de ellos».

He aquí que el varón con virginales oídos, quien sintió ultrajada su alma desde niño y aseguró, en su inocencia, que el Nombre de Dios es sagrado, se personó a la funeraria y a ninguno consoló porque ninguno sabía quién era él (así que fue tomado por extraño) y Jacob no sabía ni quien era Esaú entre ellos. Por más esfuerzo que hizo Jacob no reconoció a ninguno. No hubo tiempo de que se presentaran por sus nombres porque se dio por sentado que no llegaría. El tiempo se detuvo cincuenta años antes, o poco menos.

El mismo manejó hasta la funeraria. Supo que todos se habían marchado al camposanto. Y él quería entregar un ramo de flores; ¿habría llegado tarde para llorar un poco sobre su tumba? ¿Cómo luciría ella con más de ochenta años? Tenía sólo 40 cuando la dejó de ver...

Quien asegurara que sólo el Padre Enaltecido tiene la potestad y derecho a dar misión y con ello asignar un nuevo nombre, lloraba en medio del gentío, familiares y amistades vestidas de luto. No meditó sobre detalles, sólo quiso estar allí y gritar: «¡Mamá, cómo pude liar el odio a tí! ¡Perdáname!» Y su dolor y arrepentimiento, lo fue sacando del anonimato, porque fue el último en tomar un puñado de tierra y echarla a la fosa sobre el féretro. Caminó, pausadamente, y una niñita que parecía un ángel, dijo a uno de los hermanos, al que movía a Esaú sobre una silla de ruedas: «Papá, ese debe ser Jacob».

Allí, ante el desconocido, estaba una familia nueva, grande, golpeada por la vida, porque, sufrían pobreza, enfermedad, muchas pruebas; allí, cantidades de sobrinos, nueras, amistades que no lo reconocieron hasta que el ángel dijo: «¡Ese debe ser Jacob, el que se fue hace medio siglo!»

Y entonces lo vio. Esaú le pareció tan poca cosa. Encorvado, flaco como un fideíto, incapaz de pararse de su sillón de ruedas, baldado, sin dientes, temblorino. Es el más pobre de los Pérez Eram. Aún hoy, cuando todos los hermanos lo sacan de las cuatro paredes de su cobijo mugriento, el corazón se conmueve al ver cómo ha vivido aquel Esaú que manejó tanta soberbia, así como negocios, por la que vendió hasta su alma al precio de un plato de lentejas.

Duro y quebrantado estaría. Ahora lo llamaba. Contra todo escepticismo, Esaú, el de fuertes brazos, con las manos agitadas de temblorina, le gritó: «¡Jacob, hermano mío!» Necesitó casi cincuenta años para emitir ese nombre, Jacob, «ay, menchita. hermano mío; tanto puto tiempo que te he esperado, para que me bendigas». Pero Jacob también habría vivido su proceso. Se hallaba indigno, igualmente culpable, para hacer reclamos este díam por lo que se arrodilló. Temblaba como un cordero cuando se puso a la altura de su rostro y el sillón donde estaba postrado, el hermano discapacitado, y no pudo más: «¡Perdóname, Esaú!», le dijo. Le besaba las mejillas y la frente. No podía abrazarlo porque tenía ante sí ahora un cuerpo frágil, casi inexistente.

¿Cómo considerarlo su rival y escarnecedor?

Y como el perdón era sincero, por primera vez, Jacob se sintió hombre nuevo, transparente, sin odio, y seguro que Rebekah, desde la tumba, lo bendijo con la primogenitura de su amor.

Carlos López Dzur / Cuentos esótericos / Un vistazo a los estantes de libros


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Fanny Jaretón (Argentina)
Ora-lidad


… La noche hace palabras en el amor
hasta quedarme mudo: Eugenio Polisky

La humanidad desaparecida.
El mundo desde que es mundo
hoy ha dejado de existir.

Un paraíso perdido
ha venido a encallar
entre tu boca y la mía.

Renunciamos a los abecedarios.
Nos sementamos con la semilla
de lo que parecía verdad.

Y fuimos uno en el otro
igualdad del florecimiente
donde no existen los espejos.

Terminamos con las mentes tocatas
con las muletillas
para los lisiados de espíritu.

Por eso ahora no volamos
no caminamos.
Nos arrastrarnos en el lodo.

La memoria reptil nos llama.
Serpiente te hipnotiza con la mira-da-de-dos
Y me apuntas con el de Dios.

Hurgando en el lenguaje
hicimos la palabra de silencio
Y nos reconocimos
como hombre-mujer

Nos recogimos a sabiendas
que sólo en los animales con astucia
se guarda la esencia.

Por eso es que rujo tu nombre salvaje.
Ese caballo que me cabalga en libertad
inviolado.

Temblor sobre la piel
a la sombra de la garra:
amantes sinuosos
mechados de pasión.

Fanny G. Jaretón / Estudios sobre su poesía / Antología / Alas para volar

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Zuleika Pagán López (Puerto Rico)
Mis pies...


Mis pies llevan años de penitencia
limpiando los pecados de mi vientre
el llanto que parió mi garganta
hizo florecer gusanos en mis uñas
he conocido a un hombre que sintió
la belleza amarga -y le he amado-
mi espalda no soporta más
el peso de mis senos
las niñas de mi casa me enloquecen
las he soñado muertas
el cansancio ya no soporta
el humo en mi nariz
y el silencio es el único
que aprendió a amarme...

Zuleika Pagán

* * *

Esta noche

esta noche nos veremos
cara a cara
uña a uña
y envidiarás aún más
mis manos
mis senos
mi sexo

esta noche nos veremos
cara a cara
uña a uña
y pretenderás turbar
mis ojos
mi lengua
mis sentidos

esta noche nos veremos
cara a cara
uña a uña
y las señoras que nos vean
tocándonos, oliéndonos, doliéndonos
correrán a persignarse
a ocultarse en la primera capilla en camino…

esta noche nos veremos
cara a cara
uña a uña
y me parecerás poca cosa….

De Ankh (Isla Negra, 2008)

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El odio de tus ojos

el odio de tus ojos
sin tregua, sin compasión
ha sido el arma homicida
de la niña que corría descalza en mi mirada
la que ahora se esconde
entre mausoleos y tumbas
la que por ratos duerme
y regresa a las rodillas de su papito
(quien la toma en brazos
muerde su nariz
y devuelve dormida a la cama…)
-reza la virgen-


Nota sobre Zuleika Pagán López: Natural de Adjuntas, Ciudad del Gigante Dormido. Nace el miércoles de ceniza del año '82. Co-dirige, junto a Federico Irizarry Natal, la Revista Literaria El Sótano 00931 y es autora del poemario Ankh (Isla Negra Editores / Prólogo de Carlos Vázquez Cruz)... Colabora con la website Sínsoras, Catharsis Diaria, Letras Salvajes, Destiempos y El Sótano.«Desde su infancia se dedicó a la declamación, la oratoria y la literatura. Cursó estudios en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras... En sus comienzos publicaba colaboraciones bajo el seudónimo de Leonardo Soto Torres. Su primer poemario Ankh se presentará por primera vez en la Feria del Libro de Santo Domingo de este año. Actualmente co-dirige la revista literaria El Sótano 00931 , dice la publicación La Mujer Rota

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Estatua realizada por Miguel Angel

Rolando Revagliatti (Argentina)
A Miguel Angel Buonarroti

Potente solitario
alma, cuerpo, cosas
las manos de su Dios, su tierra, sus parientes

Tributo al biógrafo:
la Batalla de los Centauros
en la corte de los Médicis
y la Virgen de la Escala

Extraedor de mármoles
mucho enaltecer
Clemente Séptimo abriendo
su biblioteca Laurenciana

El relieve en el meollo
capturado en el relieve.

Rolando Revagliatti

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Grupo

Somos ocho. Estoy desde hace tres años. Y tenemos una sesión individual con alguno de los dos terapeutas. Ella es médica y él es psicólogo. Nos reunimos en el consultorio de Elsa los miércoles a las diecinueve. Tanto Elsa como Fernando son mesurados. Elsa, a veces, efectúa interpretaciones humorísticas, brillantes, pero sin perder la seriedad. Fernando interviene menos y, por lo general, hace el cierre.

Cuando empecé, mi fragilidad emocional me destrozaba. Por cualquier boludez me ponía colérico o destemplado. En mi casa no me aguantaban. Cuando mi hermana me encaró blandiendo la tarjeta de Fernando, no opuse resistencia. Mi hermana temía mi reacción. Me tomé cuatro días para darme impulso y llamé al número de Fernando y concerté una entrevista. Venía él como con mucho recorrido con adolescentes. Y con adolescentes jodidos: drogadictos, chorros... No como yo.

Rendía poco en el industrial, repetí segundo año. Nunca había agarrado a una chica del brazo, siquiera. Me mandé una...: me hice operar innecesariamente del dedo de un pie. Yo sostenía que ese dedo estaba “flojito”, “debilitado”, sin la consistencia de los otros. Así que los hijos de puta del sanatorio me rebanaron.

Al principio de tratarme, quería superar mi timidez. Y me masturbaba sin convicción. Ahora, en cambio, salgo con una mina que si bien no me recopa, me conforma, me... Procuro largarme más en la cama. Con la primera que cogí estuve rígido. Siempre. Todas las veces. Y con la actual, no soy un fenómeno. Para despabilarme, aporta Nico, el mayor del grupo; tiene cinco hijos. Es respetado por su franqueza y su tacto. Opina que lo que sea puede ser dicho. Es librero de volúmenes usados y de ocasión.

Clarisa es una chica triste. Bueno, no tan chica. Y sin embargo, sí. Y el pescado sin vender. Sin pareja, es un garrote, no hace valer sus atractivos. Es eficiente en lo suyo: computación científica. Mantiene al padre, postrado, atendido por una empleada. Está con que su madre murió por su culpa, en un accidente tremendo en la ruta interbalnearia. Ella estaba en la primaria cuando sucedió. Volvían de vacaciones.

La contrafigura es Amalia. Amalia Noemí. Es un tiro al aire, estuvo internada en un neuro-psiquiátrico de Venezuela. Convivió con varios tipos desde que se fugó de su casa. Y se las rebuscó. Con uno, yiró por la India. Con otro, incursionó en artesanías en Bruselas. Con amigas, recorrió miles de kilómetros en jeep. Cómo me gustaría que me diera bola. Aunque si me diera bola habría que declararlo, y no podríamos seguir juntos en el mismo grupo.

Que fue lo que pasó con Marta y Adolfo. En abril estaban los dos. Pero empezaron a verse por separado, ocultándolo, hasta que cuando resolvieron comunicarlo hacía ya semanas que se encamaban. Produjo revuelo en los demás; en Clarisa, indignación. En Josecito, otro compañero, un pobre de espíritu, gracia. Yo me sentía atontado. También me calentaba Marta. Y hubiera calzado conmigo más que con Adolfo. Por edad y temperamento. Adolfo le lleva quince años y Marta me lleva dos. Quedó Adolfo con nosotros. Es uno de esos “obse” parsimoniosos que no sé qué pudo haberle visto Marta. Adolfo es traductor de alemán y da clases de gramática castellana a ejecutivos de una red de bancos.

Tenemos un homosexual proletario en el grupo: Facundo. Vende cosas. Sobre todo en los trenes del Sarmiento. A Adolfo le regaló bolígrafos, a Josesito una guía de calles, a Mariana una tijera de podar, y a mí me arregló con una perchita. Es bastante ocurrente, aunque por ahí se zarpa. ¡El sí que se esfuerza por costearse la terapia!

Mariana fue la última en incorporarse al plantel. A ella la paso cuando no se pone en estrella. Y ahora que me oigo me viene un bajón, pero un bajón, como si me licuara, como si los estuviera traicionando.

© Rolando Revagliatti

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Desecho e Izquierdo

Nota biográfica: Multifacético artista, Rolando Revagliatti nacido en Buenos Aires en 1945. La edición electrónica de su libro Desecho e Izquierdo la comparte gratuitamente con los lectos; además de un par de MP3 donde se le oye recitando breves poemas de su libro Propaga y los textos que integraron hace 10 años una muy buena antología de poesía argentina. Para accesarle puede, clicquear en: Click y © Rolando Revagliatti

El poeta fue actor en más de quince espectáculos teatrales (1972-1987). Además de piezas de teatro, dirigió nueve espectáculos en base a textos poéticos (en su mayoría), propios y de más de cien autores. Difundió las poéticas de otro tanto en lecturas públicas y en programas radiales.

Fue uno de los responsables del Ciclo de Poesía y Prosa Breve "Nicolás Olivari" (1999), Asamblea Poética y "Asamblea Poética Cultural" (2002), Café Literario Mirá Lo Que Quedó (2007) y otros. Condujo un segmento de presentaciones de poetas en el marco del Café Literario "Último Infierno" organizado por la Asociación de Poetas Argentinos (2005-2008). Ha realizado "La Canción de Rolando" en los Cafés Literarios "Literatura Viva" (2006) y "Mirá Lo Que Quedó" (2007), así como ha sido el coordinador general de los Ciclos de Poesía "Julio Huasi" (2001), "Luis Franco" (2002), "Carlos de la Púa", "Susana Thénon", "Horacio Pilar", "Homenajes" (2003), de la Revista Oral de Literatura "Recitador Argentino" (2003) y de la Muestra de Poesía 2004 "La Anguila Lánguida".

Fue el editor de los tres números de los cuadernillos "Musas de Olivari" (1994-1995), de los veinte números del pliego literario "Olivari" (1993-1995), de los veinte números del pliego literario "Huasi" (1996-2002).

Parte de su obra en narrativa y en poesía ha sido traducida y difundida en medios gráficos y electrónicos a los idiomas francés (Catherine Maury, Francoise Laly, Jacques Canut, Paula Salmoiraghi, Philippe Caquant, Stella Maris García), catalán (Julián Gustems, Pere Bessó), italiano (Carlos Vitale, Benito La Mantia, María Luz Loloy Marquina, Giorgio Casadei Turroni, Elena Aiezza, Wenceslao Maldonado, Enzo Bonventre, Angelo Di Mauro, Carla Zancanaro, Dino Sileoni, Amerigo Iannacone, Silvia Favaretto, Martín Andrade, Jerome Seregni), maltés (Oliver Friggieri), euskera -vascuence- (Iñigo Ruiz de Sabando, José Ängel Pérez Berasategui), esperanto (Amerigo Iannacone), alemán (Simone Erwerle, Horacio Torres, Konradin Grossman, Renato Vecellio, Brenda Mezzini, Undine Berger), asturiano (José Luis Campal), portugués (Iacyr Anderson Freitas, Moacir de Castro Ribeiro, Nilto Maciel, Teresinka Pereira, Cláudio Portella, Tono Báez, Joao Weber Griebeler, José Luis Campal, Nilza Menezes, Ricardo Pinto, Josefina Neves Mello, Olga Valeska, Antonio Miranda, Michele Fonteles, Mardonio Franca, Geraldes de Carvalho), inglés (Karina Macció, Leticia Balonés, Marián Muiñoz, Carmen Vasco, Teresinka Pereira ), neerlandés (Fa Claes), rumano (Mirela Vlaica).

Entre otras participaciones, durante 1965 fue corresponsal de la revista de poesía Orfeo de Santiago de Chile, dirigida por Jorge Teillier y Jorge Velez, así como vocal de la Asociación Literaria Argentina, presidida por Carlos E. Larrosa.

En el lapso octubre 1978 a julio 1981 se desempeñó como secretario técnico de la porteña revista de psicoanálisis, psiquiatría y psicología Imago, dirigida por Raimundo Salgado.

Formó parte del equipo de redacción de la revista de literatura Sr. Neón (N° 1, 1992 a N° 10, 1996), dirigida por Daniel Rubén Mourelle.

Hacia 1997 y hasta 2000 fue el encargado de relaciones públicas internacionales de la cuatrilingüe revista de literatura "Ruptures" de Montreal, Québec, Canadá, dirigida por Edgar Gousse.

Desde 1998 es corresponsal de "Literarte" (Sao Paulo, Brasil), editada por Arlindo Nóbrega.

Durante dos años (1999-2000) fue miembro del equipo de la sección Literarias del periódico cultural "Nueva Avenida" de La Plata, provincia de Buenos Aires, dirigido por Sergio Romano.

Ha sido corresponsal durante 1999 de la italiana revista de poesía "Il Majakovskij" de Laveno Mombello, Varese, dirigida por Matteo Pergolari y, en 2003, de la revista brasileña Arraia Pajeurbe de Fortaleza, Ceará, dirigida por José Maria Barros Pinho.

Con audios de espectáculos y recitales, y con textos poéticos, participó en varias exposiciones internacionales. También, con textos, en muestras murales nacionales y extranjeras.

Más

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Alejandro Seta Granados (Argentina)
Todo


Todo lo que sucedió fue para que esto sucediese.
(No me limitará el margen de un cuaderno).

Fui salvaje suicida en la mente de los otros,
un saltimbanqui de la angustia
en el banquillo de la muerte.
.
Fui francotirador de las malas palabras,
escritor a la moda,
periodista de ningún amor,
cirujano de la amistad con lo extraño.

Fui injusto, cruel, frío como un bisturí.

Es como sumar 2+2.

Lo grave es que nos quedamos
Con la primera parte de la cuenta.

Y yo no sabía que todo eso sucedió para que tú vinieses.

Su blogsite

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Enemigos

No tengo enemigos.
Ellos me tienen.

Como una perfecta puñalada
sólo traerán dolor.

No los odiaré.
No me vengaré mañana.
No los acusaré a los hombres,
No les construiré un recuerdo.
No entrarán en mis sueños.
No entrarán en los sueños de mis pequeños.
No habrá nada de ellos en los ojos de mis hijos
Ni en la mirada de mi amada.

No tengo enemigos, ya no importan.

Como en un espejo oblicuo
salieron de mi visión
cuando los estaba pronunciando.

De La Rosa Invisible / Alejandro Seta Granados

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Eddie Ferreira (Colombia)
Elucubrando en octosílabos


Llegamos a Medellín
Después de mucho luchar,
Al buscar en esta tierra
Alas pa’ la libertad.

Son tantos años esclavo
Hijos, familia, dinero.
Tenemos que liberarnos
Un día antes del entierro.

No es buscar al holgazán,
Ni escapar de los ancestros.
Es dedicar todo el tiempo
A erradicar los espectros.

Y vivir en santa paz
De la mano de el del cielo,
Repasando las pisadas
Con el amor en el pecho.

Serán también días arduos
De citas y de instrumentos,
Cultivando de las mentes
Ese amor que llevan dentro.

Porque es que lo cotidiano,
Las miles obligaciones,
No nos permiten otear
Cuantas tantas bendiciones.

Los milagros son a diario
Y quien no me crea que mire,
Dirija la vista al cielo
Y que el cénit lo atosigue.

Tanta globalización,
Nimiedades del mercado.
Nos tienen atada el alma
Y el espíritu ofuscado.

Ya no tenemos ni tiempo
Para brindarle a los hijos,
Y para la esposa menos.
Somos esclavos prolijos.

Hay que volver la mirada
Hacia la naturaleza,
Con el corazón abierto,
Con toda nuestra entereza.

No les sigamos el juego
A los dones del dinero,
De todas maneras que
Siempre salimos perdiendo.

Y ni que hablar de las armas,
Ese maldito elemento
Que quieren ahora imponernos
Como si fuera el sustento.

Es mejor vivir de amores
Por todo lo elemental.
Porque lo simple es más grande,
Esta es la ley natural.

Y les recuerdo ahora amigos
A quienes siempre he querido,
Que ahora que estamos lejos
Más yo los siento conmigo.

Eddie Ferreira / Medellín, Domingo 9 de agosto 2009


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