Oscar Portela
Heidegger y la filosofía de la luz
Homenaje a Heidegger: Pensar y poetizar
Fredrick A. Higgs
Textos de Heideggerianas y aproximación
de Carlos López Dzur a Martin Heidegger
Ana Maria Fuster
Las calles se llenan de ofertas y demandas
Carlos López Dzur
Homenaje a Martin Heidegger
Solver en el hallarse
¿Dónde está el desmentidor?
Historicidad del Dasein enardecido
Fuensanta González Cuéllar
Romanza a los confines
Arturo Cardona Mattei
A un amigo de La Cantera
La flor del río
Mi largo camino
Fanny Jaretón
ERE©-T-ZIÓN
Alfredo Collado Villanueva
Carta a un hombre desconocido
Pedro Du Bois
A Revelação como máscara
Desenredo
Dito
Fallece Ramón Soto Ríos
(Tomado del Portal de San Sebastián}
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Oscar Portela [España]
Heidegger y la filosofía de la luz
Cuando Martín Heidegger murió, en la Argentina se hicieron muy pocos comentarios notables acerca de su persona, de su pensamiento y de su obra. Acicateados por la urgencia de poner de manifiesto en nuestro ámbito la importancia de esta, que desde hace cincuenta años es implícitamente vivida como la mayor del pensamiento contemporáneo, escribimos este ensayo. Léaselo además como homenaje: del autor a quien considera su maestro, y acaso el pensador más puro de occidente. En este sentido, la pureza implica la dialogante vecindad del origen, tal como acaeció el hombre en el preguntar originario de Heráclito y Parménides, de Anaximandro y Anaxágoras.
No se trata pues de un examen exhaustivo del pensamiento de quien esperará aún la decisión histórica de la destrucción ontológica para que pensar constituya el diálogo de la multiplicidad unívoca, escuchado histórica destinacionalmente. Es más bien el bosquejo de un trabajo mayor, prometido y que sin duda realizará el tiempo.
Quede por el momento como el tributo de quien en una remota provincia sudamericana, acierta a pensar la esencia del hombre, como el arrojo en el ser de ser pastoreado, y no como el señorío del obrar sobre el ente. Sea por último este trabajo, un testimonio de preocupación universal en zonas como la nuestra, que pugna por alcanzar una nueva dimensión histórica, y si es necesario pareciese a una prospectiva de la dimensión cultural de la provincia, comparécelo con aquellos trabajos publicados por eminentes profesores y periodistas argentinos, sobre quien fuera acaso, el último filósofo del Occidente.
(Un año antes de la muerte de Heidegger, en el suplemento literario del diario Época, a la sazón dirigida por el autor de esta nota y llevando su firma, casi como presagio, apareció una nota que llevaba por titulo: «Piedra libre para un pensador de 88 años».)
El tema que poco a poco centró el círculo abismal de las interrogaciones heideggerianas: lo provisional de lo humano como tal: provisional, provisorio, son términos que hablan de la situación de transeúnte, con que el pensar más riguroso piensa la esencia de lo humano. Lo provisional de Las securitas de las humanitas y las representaciones que la subjetividad como fundamento «ofrece y asegura la posibilidad de fundar, en la subjetividad y mediante ella» la objetividad de todas las cosas. La provisorio, lo provisional de aquello en lo que el hombre se instala, puso al pensar más recogido de la época, el temblor humano más turbador y por ello menos evidente, que obra alguna ostenta en lo que va del siglo.
Salvar al hombre de lo provisional de su naturaleza (de lo no pensado de su esencia), significó para Heidegger impedir que las sucesivas formas de humanitas en las que opera una determinada manera de manifestarse lo presente (el ente) como «posibilidad trascendental de la objetividad de los objetos, en la mediación dialéctica del movimiento del espíritu absoluto, del proceso histórico de la producción, en la voluntad de poder creadora de valores», instalen lo provisional del pensar (como camino hacia), en el olvido de la diferencia, de la cual proviene la metafísica. La historia de este extrañamiento de pensar y ser constituye en el misterio de lo humano, «Lo propiamente digno de ser pensado».
La historia como olvido y error, acaece cuando se abre el ente como tal en un tiempo que abre inconmensurablemente para cualquier medida, lo abierto, en donde lo erróneo, «no es una falta aislada, sino el reino (el señorío) de la historia, donde se enlazan intrincados, todos los modos del errar». Pero, olvido y error, son posibilidades de la metafísica y sus modos de acertar en el ente, maneras de manifestarse el ser como asistencia o «asistente dejar subyacer», en la que el ente ingresa al mundo. Mundo es aquello desde lo cual el Dasein «se da para indicar entre cuales entes y cómo se puede comportar». Mundo es también aquello «por lo cual»...
Ni un ente ni la totalidad englobante de éstos, de acuerdo a un orden jerárquico de esencias. El mundo es la puesta en obra del ser que libera al Dasein para lo que es: el ente. En ese sentido, a este penetrar del ente en el mundo, poniendo el mundo ante sí mismo como proyecto y al supra- proyecto del mundo vuelto sobre el ente, llamó Heidegger «trascendencia».
De igual manera, el sobrepasar hacia el mundo del Dasein, llamó Heidegger libertad. La libertad es como tal el fundamento del mundo, en tanto es éste, trascendencia como mismidad. Por eso dice Heidegger; «sólo la libertad puede hacer que mundée un mundo para el Dasein».
«El mundo nunca es sino que mundea»; y luego: «la libertad es dejar imperar al mundo, que proyecta y proyecta más allá». Pero esta misma libertad que pone al hombre transido de ser, no es una posesión del Dasein; en grado contrario, la libertad, el Dasein existente y liberador posee al hombre, por lo que éste es en el modo de la existencia» en la cual, la verdad misma es el fundamento de la libertad. Por ello dejar imperar al mundo significa, dejar actuar la «esencia de la verdad (en el sentido de la conformidad del representar) sólo porque la libertad misma nace de la esencialidad de la verdad, del imperio del misterio en el error».
Por ello se dijo más arriba: error es el señorío de la historia, «el espacio de aquel volverse en el cual la ex-sistencia in-sistente, volviéndose una y otra vez, se olvida y equivoca la medida" en la cual, es la «esencia anti-esencia (Gegenwesen) respecto de la esencia inicial de la verdad». A este respecto, nada y tiempo, son horizontes desde los cuales se hace patente la que es como presencia (el ente) y oculta el ser para que haya historia.
Pero sólo donde hay habla «hay mundo» y en consecuencia historia. Sin embargo el habla acontece con antelación en el diálogo. En el diálogo se dice la proveniencia como destino; y la historia como tal, es el medio ineludible de actualización de lo histórico, «sin que la historia tomada en sí, pueda constituir al pie de la letra la recepción suficiente para la historia dentro de la historia".
A este respecto indica Heidegger: «Las raras y simples decisiones de la historia surgen del modo en que cobra presencia (West) la esencia originaria de la verdad» y en otra parte: «La historia del mundo, empero, es el destino que consiste en que un mundo nos dirige el habla». Ese mundo que nos dirige el habla a través de la historia, no habla sin embargo necesariamente por boca de la metafísica.
¿Pero es la metafísica como ámbito de lo histórico medida de recepción suficiente para aquello que debe ser llevado a su acabamiento, como destino del ser en el pensar o «dictare» originario en el cual aún somos tocados por lo arcaico?
¿Si metafísica se dice del modo de presencia en que el ser se oculta para que haya historia como error y verdad del mundo, puede acaso ésta experimentar aquello cuyo olvido la constituye, el ser mismo?. ¿No hay que ir entonces más allá de la metafísica, cumpliéndola en tanto es ella originariamente el destino del ser, hasta experimentar el ser en lo que éste tiene de no pensado aún en lo dicho por el habla histórica?.
La metafísica como olvido del ser, arrastra consigo su propio fin. Cuando lo provisorio del hombre como transeúnte no es llevado a su acabamiento, lo provisional se instala como la uniformidad del obrar o la caducidad de todo ente en el instalar de la obra. Fin significa «lugar en que el todo de su historia se reconcentra en su posibilidad más extrema». Y el fin de la filosofía indica el reinado de «la racionalización técnico-científica».
Esta puede «establecer su derecho de una manera cada día más fascinante, mediante una efectividad de la que apenas podemos prever lo que puede llegar a ser: esa efectividad no sabe nada de aquello que, más originariamente, abre la posibilidad misma de lo racional y lo irracional.
La efectividad prueba que la racionalización técnico -científica es acertada. Pero la aparición en su amplitud de lo que es, ¿se agota en lo demostrable? La insistencia en lo demostrable, ¿no cierra el camino que conduce a lo que es?
De esta manera el fin de la metafísica aparece como la autosupresión que conserva el olvido, e instala lo provisorio como el ámbito en donde se mueven las acciones del hombre.
El camino que conduce a lo que es no pasa por la metafísica, ni por sobre ella ni bajo ella. Pensar lo que es implica pensar más pobre y originariamente que la metafísica, llevando el lenguaje hasta la pobreza inicial, en la que el pensar, puede esencialmente «corresponder» al «llamamiento-asignación», exponiendo el pensar a la verdad del ser. El hombre es, en tanto se halla en la cercanía del ser. Esta manera de ser-en-el-mundo es aquélla en que «el hombre en su propia esencia se hace presente al ser en, el ec-stático instar en la verdad del ser": «la existencia así entendida -escribe Heidegger- no es sólo el fundamento de posibilidad de la razón, ratio, sino la, existencia es aquello donde la esencia del hombre conserva la proveniencia de su determinación», en la reunión del pensar como recuerdo».
«Existencia -escribe Heidegger- en otro lugar- significa según su contenido, sobre -estar hacia lo verdad del ser». Esta ec-sistencia, va a ser pensada por último como «el libre claro de lo abierto». Sólo a través de ella -escribió Heidegger- puede dejarse ver, es decir, aparecer, aquello que aparece.
Pero la misma claridad tiene su reposo en una dimensión de abertura y libertad. Este lugar es el «claro que puede visitar la luz, «y hacer jugar en él lo luminoso con lo oscuro».
Pero nunca -advierte Heidegger- la luz crea primeramente lo abierto, sino que justamente presupone lo abierto. De ahí que, contra toda caracterización del Dasein como categoría antropológica existencial (o autodespliegue del ser) Heidegger haya escrito: «nunca la mismidad está relacionada al tú, sino que puesto que posibilita todo esto- es neutral frente al ser -yo y al ser- tú y con más razón frente a la sexualidad», por lo cual, toda estructura intencional se funda en la trascendencia, y todo comportamiento es «por el hecho de que, estando en lo abierto, se atiene a lo patente como tal».
Pero no debemos en tanto confundir el claro con el lumen tomista. La luz de la razón apenas juega en el claro de lo abierto, porque tiene necesidad de él para derramarse sobre aquello que está presente en lo abierto.
«Incluso lo que está ausente -observa Heidegger- no puede estarlo más que desplegando una presencia en la libertad de lo abierto». Con esto -puntualiza Heidegger, una vez más- el pensar que piense el «ser-en-el mundo con respecto a la dimensión iluminada, desde la que se deja ser el ec de la ecsistencia, piensa más allá de toda sustancia y todo sujeto, y no decide por tanto acerca de si el hombre es en sentido teológico-metafísico solo un ser de mas allá, o si es un ser del mas allá».
La esencia de lo sagrado solo puede, ser meditada cuando el pensar pueda preparar el viraje histórico, en el que el hombre atienda a la esencia de lo sagrado en base a la experiencia de la gracia abierta por el pensar, que en si nada tiene que decir a la gracia.
Pero sólo a partir del claro puede evidenciarse lo sagrado como tal, y hacerse presente las huellas de los que se fueron, porque en éste se funda lo histórico como tal.
El pensar que piensa más originariamente que la metafísica, debe acometer por último la tarea «de pensar el estado de no encubrimiento como, lo abierto mismo del claro, que permiten al ser y al pensar advenir a su presencia, a su presencia uno a otro y uno para el otro» como el nudo de la diferencia en que funda la historia.
Es posible que este pensar, que piensa el origen de la diferencia como la alianza de la palabra y del ser en una palabra al fin única, en el nombre por fin propio, dado que «el ser (habla) en todas partes y siempre a través de todas las lenguas», abra al hambre la experiencia de la sagrada inseguridad de la intemperie, «lejos de la inseguridad de la caducidad de los entes como las securitas de las humanitas" que piensa el ser como el más ente.
Tal pensar, piensa la estancia de lo humano en su destinación como el fundamento del ethos, como un dejar ser al ente en su verdad, mientras la ética como tal no deja «al ente ser, sino que al valorar hace valer únicamente el ente como «objeto de su quehacer». Este mismo pensar meditará la diferencia, como la diferencia entre lo mismo» y «lo igual», y la diferencia entre ser y pensar en copertenencia del «asistir de lo presente" (ser) y el «tomar en consideración» (pensar).
De este pensar no debe esperarse resultados ni teórico ni teórico ni práctico. Desde luego este pensar no es tampoco profético, ni pesimista ni optimista. Es un pensar provisional, que como tal prepara la consumación en la vuelta, de lo provisorio como tal.
Años después que Nietszche iniciara la consumación de la metafísica como el fin de lo suprasensible, anunciando la muerte de Dios y la del hombre; reducido éste y su historia a mitos arqueológicos y formas simbólicas de abstracciones lógicas y metafísicas en la escritura, Heidegger se nos aparece como el campeón de lo humano: aquél que insiste en que el hombre es y son los objetos en tanto se hallan en la luz que danza en el morar extático de lo abierto, porque no el hombre es la medida de las cosas, sino el ser ... y la historia, "no la sucesión de edades, sino una única proximidad del mismo que de incalculables modos del destino y desde variable inmediatez afecta al pensamiento".
En este sentido es preciso meditar la verdad y el error no como determinaciones intelectivas y poder del hombre, sino como el estar arrojado por y en la proximidad del ser y tiempo, como el extravío, porque sin éste no habría historia». «Las distancias cronológicas -expreso Heidegger- y los seres causales pertenecen; a la ciencia histórica pero no son historia. Cuando nosotros somos históricos, no estamos a una distancia grande ni pequeña de lo griego.
Pero estamos en un estravío con respecto a lo griego. Y lo propio de lo griego es caracterizar el ser como lo existente, es decir, lo presente en su infinita presencia".
De ahí la necesidad de preparar un diálogo con vista a aquello que interesa como destino, dentro del cual: «lo griego, el cristianismo, lo moderno, lo planetario, y lo en el sentido indicado occidental, lo pensamos a base de un rango fundamental de ser».
De ahí también que la historia sea "incesante destrucción del futuro y de la recepción histórica para la llegada del destino».
De ahí también que la interrogación heideggeriana sólo pregunte como manera de provocar el «acontecimiento» pues, «mientras la esencia de la técnica no me toque como algo pensado, no nos será dado saber lo que es la Máquina», tal que en la mentada esencia se halla en cuestión «aquello que habiendo quedado sin decidir, se está preparando para culminar en una decisión y concierne al gobierno de toda la tierra en su conjunto.
Las catástrofes que hablan del fin, no hacen sino poner de manifiesto lo que ha quedado si decidir: «El ser mismo como escatología de la historia». Por eso Heidegger dice:
«Lo mortal no es tan cacareada bomba atómica»… «Lo que amenaza al hombre en su esencia es el opinar que elaborar técnico pone al mundo en orden, cuando precisamente ese orden destruye todo «ordo», es decir, toda jerarquía, porque la uniformidad del elaborar lo achata todo y de esta suerte, elimina del ser el dominio de un posible origen de jerarquía y reconocimiento», esto es, de que lo gravísimo sea que no se piense aún.
Este no pensar aún, este pensar de acuerdo a categorías del representar habitual en la fe, la ideología, la lógica o las escuelas, incluirá durante mucho tiempo el pensar de Heidegger en el existencialismo.
En la frialdad de la cátedra y acaso en las series negras de la angustia y la «nadería» existencialista. En tanto Heidegger el último pensador del orden finisecular de la metafísica occidental y la «ontoteología».
El, el último pensador, ha muerto. El que pensó la verdad como fundamento y el fundamento como libertad de desocultamiento porque hay ser (no entedijo solo en la trascendencia en cuanto fundar que proyecta un mundo con carácter de encontrarse» el que describió el poetizar como el traer a la luz, desocultar lo oculto en el uso como reunión, vio también al precursor como el que viene del futuro, «de suerte que sólo en la llegada de su palabra está presente el futuro», descubriendo sin quererlo más alla de toda gitanería y vanagloria, el cometido de su obra.
Solo en su pensamiento es posible para nosotros hoy hallar posibilidad de tiempo, sea pensar en dirección al ser del que mana todo tiempo, (cercanos) a la más honda memoria, la de poetizar, hermano del pensar en la más grave tarea.
En ello, acaso se cifre lo que un autor llamó, la esperanza heideggeriana. Refundación por el Ser en la palabra poética, donde el tiempo sería no ya el fundar sobre la transitoriedad de la libertad finita, sino el morar extático del más aventurado (el hombre) en la libertad de lo abierto, que yace entre las cosas y detrás de los hombres".
Por ello, el peligro será aún posibilidad de salvación para el que habita en el desierto del desmemoriado calcular, olvidado de aquello por lo cual la presencia como posibilidad de objetualidad y posición, se hizo posibilidad de cálculo.
Porque al fin, la pregunta de Heidegger repensando a Nietszche meditó hasta el temblor inasequible, fue la que si al hombre que "está dando el solo para lanzarse a la totalidad de la tierra y su atmósfera, para hacerse con él oculto imperio de la naturaleza y para someter a los planes y órdenes de un gobierno terreno la marcha de la historia", le está dado esperar aún…
Dado que: «no está en condiciones es decir lisamente que es, decir que es esta que es una cosa» … Pero es está precisamente la tarea a la que el solitario de Friburgo nos llama, desde la tempestuosa calma de un pensar lejano aún por lo en demasía cercano.
Tomado de El Universo de Oscar Portela
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Homenaje a Heidegger: Pensar y poetizar
Para todos: hacer de nuestros corazones un aposento para las plegarias del pensar, cuando todo lo conocido se tambalea sobre una delgada linea roja.
«Pensar es la limitación en un pensamiento, que un día queda fijo como una estrella en el cielo del mundo»: ¿Un decir verdadero? ¿Pero además y por ello, finito y limitado?
Mitos y Logos devueltos al mismo ámbito (¿Qué Significa Pensar?) están aún lejos de la filosofía y de las ontologías regionales del ser. Acá se lee más puramente la cosa del pensar que no es Ser ni Dios ni Nada: la tachadura de la palabra ser o nada para despejar más y mejor la Lichtung, el ámbito misterioso de la presencia, tal cual les apareció a los presocráticos, ya no permite hablar de abandono del mathema a la poesía, entendiendo esta por aquél género literario que conocemos desde Roma hasta nuestros días. Después de siglos, la nueva observancia de la presencia de lo que Es, retrotrae en Heidegger la experiencia del Ser, a un modo axiomático de referirse a él. El pensador apasionado, obsesivo, dado al amor que tanto se ha intentado ignorar, escribe devolviendo al ver (el alethe) a la mirada:
Camino y báscula
Sendero y fábula
encuéntranse en un pasaje.
Anda y soporta
Yerro y pregunta
A lo largo de tu único viaje.
Estos versos describen el viaje del pensador a lo largo de un único viaje en donde el sendero (método) y la fábula se encuentran en un pasaje: el pasaje del pensar que conlleva yerro en las dos acepciones del término (equívoco y viaje) y pregunta: que es como escribe en otra página el pensador alemán: «el preguntar es la plegaria del pensamiento».
Todo sucede «cuando la luz de los montes avanza lentamente...» «El oscurecimiento del mundo nunca alcanza la luz del Ser».
Acá: como sabemos: «llegamos demasiado tarde para los dioses y demasiado pronto para el Ser, del cual el hombre es poema que comienza». ¿Pregunta que se abre como una flor? Y dice Heidegger como un maestro Zen poéticamente: «Dirigirse hacia una estrella, sólo eso».
Hacia una palabra que contenga todas las palabras como le reprocha Derridá.
«Pensar es la limitación en un pensamiento, que un día queda fijo como una
estrella en el cielo del mundo»: ¿Un decir verdadero?
«Cuando el molinete ante la montaña de la cabaña canturrea el desencadenarse de la tormenta».
«Si la osadía del pensar se origina en la exigencia del Ser florece entonces el lenguaje del destino» a lo que tal vez Heidegger llama la constelación epocal. «En cuanto tenemos la cosa ante los ojos y el corazón a la espalda de la palabra, medra el pensar»: Corazón - Palabra.
Lo demás sería no oír. «Pocos son los suficientemente experimentados en la diferencia entre un objeto de erudición y una cosa pensada». ¿Pensada con el corazón más profundo?: "Si hubiera en el pensar adversarios y no meros enemigos, más favorable le iría a la cosa del pensar».
En tanto éste es diálogo y escucha aunque la lejanía ponga trabas a un entendimiento que no es tal. «Cuando por el desgarrado cielo lluvioso súbitamente se escurre un rayo de sol sobre las sombras de la pradera»: ¿No es esto lo abierto, pensado por una palabra poéticamente meditada? «Jamás vamos hacia los pensamientos. Ellos vienen hacia nosotros». No es el cálculo con que la técnica impone los usos del pensar: «Esta es la hora oportuna para el diálogo». «Ello sería para la reflexión comunicativa lo que no acentúa el afán de refutar, ni tolere el acuerdo indulgente. El pensar resiste al viento de la cosa».
«Como la montaña el pensar no se refuta ni admite acuerdos meramente lógicos. A partir de tal comunicatividad tal ves se formarían algunos pocos compañeros en el oficio del pensar. A fin de que, uno llegue a ser maestro».
¿Como habría sino abrirse nuevos senderos? «Creando el comienzo del verano aquí y allá florecen escondidos narcisos y la rosa de los Alpes resplandece bajo el aire».
«El esplendor de lo sencillo sólo forma resguardada aparición con todo, forma descansa en el poema».
«¿A quién en tanto quiere evitar la pena puede invadir la exaltación?» ¿No es éste el actual estado del mundo?
«El sol dispersa su fuerza salvadora allí donde no lo sospechamos».
«Cuando el viento, virando bruscamente, brama en las vigas de la cabaña y el tiempo se torna borrascoso».
«Tres riesgos acechan al pensar. El riesgo bueno y por eso saludable Es la vecindad del canto del poeta».
«El riesgo malo y por eso gravísimo es el propio pensar. Éste debe pensar contra sí mismo, de lo que sólo raras veces es capaz».
Lo gravísimo es que todavía no pensamos, dice Heidegger:
"El riesgo perverso y por eso confuso es el filosofar». «Cuando la mariposa en el día de verano se posa sobre la flor y las alas juntas, ondula con ella en el viento de la pradera". ¿No se exorciza así toda confusión? «Todo ardor del ánimo es la resonancia al advenimiento del ser que congrega nuestro pensar en el juego del mundo».
¿Juego del mundo? ¿Ardimiento? Congregar es pensar: Pensar es el primitivo juego (el apeiron), juego del mundo donde no hay objeto ni sujeto. «En el pensar toda cosa vuélvese solitaria y lenta».
«En la paciencia (¿serenidad?) se acrecienta la magnanimidad».
«Quien piensa con grandeza, debe errar con grandeza».
«Cuando el torrente en la quietud de las noches cuenta su derramarse sobre las rocas...»
«Lo más antiguo de lo antiguo viene a nuestro pensar, por detrás de nosotros y sin embargo hacia nosotros».
Se trata de lo no dicho en lo dicho: «Por eso se detiene el pensar ante el advenimiento de lo sido y es rememoración». La rememoración sucede cuando lo sido sigue hablando en nosotros.
«Ser antiguo quiere decir: detenerse al tiempo donde el único pensamiento de un camino del pensar se balancea en su articulación». El pensar encuentra su eje: «El paso atrás desde la filosofía al pensar del Ser podemos arriesgarlo en cuanto nos hayamos hecho íntimos con el origen del pensar».
Un paso de danza: un paso hacia atrás y el origen nos acompaña y da sentido a la temporalidad.
«Cuando en las noches de invierno las tormentas de nieve sacuden la cabaña y una mañana el paisaje aparece sereno y calmo ...» «El decir del pensar no descansa en su esencia hasta que volviera incapaz de decir aquello que debe quedar impronunciado».
«Tal incapacidad pondría al pensar en presencia de la cosa: ¿Que es lo que debe quedar impronunciado, cuando el pensar está en presencia de la cosa?»: ¿Dios? ¿Los Dioses?
«Lo pronunciado, nunca y en ningún lenguaje es lo dicho». Como se escribió en otros textos ¿es que faltan palabras sagradas? «Que de siempre y de súbito un pensar sea, eso, el asombro de quien podría sondearlo?»
«Cuando desde las cuestas del alto valle lentamente se arrean los rebaños y las esquilas no dejan de sonar ...»
«El carácter poético del pensar está aún embozado».
«Donde se manifiesta semejante por largo tiempo la utopía de un entendimiento de armonías poéticas».
«Empero, el poetizar pensante es en verdad la topología del ser». ¿Cómo podríamos abrirnos la Ser sin éste intento de des-embozar el pensar a través del poetizar pensante que conduce al lugar que libremente se nos dona en el habla?
«Ella dice a éste la localización de su esencia». «Cuando la vespertina, que irrumpe por el bosque por doquier, ahora los troncos ...» «Cantar y pensar son los troncos vecinos del poetizar». «Ellos brotan del Ser y eclosionan en su verdad».
Todo hace pensar en los que cantaba Hölderlin acerca de los árboles del bosque: «Y permanecen desconocidos unos del otro, en tanto se yerguen, los troncos vecinos".
Bosques se extienden
arroyos corren
peñas perduran
lluvia se precipita.
Campos esperan
fuentes manan
vientos se acrecientan
gratitud medita.
¿Podríamos acaso meditar sin gratitud - no es el pensar solo re-unión en torno a la gratitud - y no es ésta quien nos lleva a pensar en la vecindad del canto del poeta y los peligros de los senderos de la especulación filosófica?
Alemania, 1947: Sobre textos de Martin Heidegger
Argentina, Agosto de 2003. Traducción Guillermo Luis Porrini.
Biografía / Oscar Portela
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Fredrick Alberto Higgs (USA)
Textos de «Heideggerianas» y aproximación
de Carlos López Dzur a Martin Heidegger
En su imaginativo acercamiento a la filosofía, al pensamiento hermenéutico y la ciencia cognitiva, con su método poético, Carlos López Dzur (CLD) da cara a Martin Heidegger, hace un aporte a su estudio, expone la riqueza del pensamiento heideggeriano y da un breve inventario de conclusiones. Es anticipable que una de las conclusiones suyas es que Heidegger de quien ha adoptado, con ironía, la metáfora del Zorro [1] para describir su actitud examinativa y crítica, no es el tal filósofo acrítico, perverso y demoníaco, que el Dr. Mark Lilla, entre tantos muchos, pone en la lista de los «pensadores temerarios» [2]
Carlos López Dzur, con más de una docena de libros de poesía, a cual más filosófico, en casi todos, deja claro que hay tendencias problemáticas que él no apoya de la posmodernidad, en especial, su nihilismo. Esto es muy diferente a vincular cada fracaso, social y humanístico, de la realidad presente, la mundanidad del hoy, al destruccionismo heideggeriano. CLD piensa que Heidegger acierta al decir que muchas de nuestras «certezas racionales», aquellas impulsadas por Newton y Kant para el discurso de la modernidad, con el emblema de la Razón autónoma, necesitan replantearse. Como han sido utilizadas y perpetuadas, las nociones de la Modernidad sin límites y metodologías de estos individuos, preconizadores de que ya somos dueños absolutos de la propia acción y el racionalismo metódico, ya no son tan convincentes.
No que CLD pretenda que haya que abolirse la Razón, que el pensar es irracional; pero se afilia a la Filosofía de la Sospecha y ésto lo lleva al estudio, primero de Nietzsche y luego del Zorro mayor, como llama cariñosamente a Martin Heidegger. En términos de su enfoque político-social de la realidad económica y la interacción con la comunidad y otras naciones, CLD cree que las razones críticas se instrumentan en la izquierda. El marxismo no se ha agotado. Tiene riqueza crítica y fiscalizatoria y, sin embargo, otros aspectos del pensamiento del hombre ante sí mismo y ante el cosmos, no lo abocan al rechazo de la razón trascendental. Quizás por ésto se acerca a Heidegger. Con él, se entrena en la astucia de los zorros, en este momento epocal o Era de la Técnica, donde la industria del ocio, la novelería y la tontez, como dice el escritor argentino Robert Aruj, «reducen a pacotilla las obras del espíritu». [3]
El libro al que refiero es el poemario Heideggerianas. Conozco variantes de los textos y estoy advertido por CLD que las mismas irán desapareciendo de la red y las bitácoras personales, «en la medida en que medite más sobre cada poema y entienda que lo revisado ya conviene que sea parte de la colección en el Indice». Será el Indice / Heideggerianas. Selecciono del Indice los textos que comentaré y asociaré a lo que son sus apreciaciones sobre el filósofo alemán y lo que CLD valora como lo más significativo de su enorme obra filósofica.
El poeta está interesado en la mundaneidad del mundo, no en la topología del Ser, el Lugar y el Mundo, de la que Hubert L. Dreyfus y Jeff Malpas han convenido en llamar el aporte heideggeriano a la «inteligencia artificial», parienta de la mathesis universalis de Leibniz. En el mundo de la sicología norteamericana, Dreyfus es uno de los introductores del deseo heideggeriano que consiste en preguntar por el mundo y la interioridad, una cultura de reflexión con premisas profundas. CLD opina que es Dreyfus uno de los nuevos estudiosos de Heidegger y quien propone su rescate práctico, no sólo para el mundo académico, sino para todos. «Heidegger puede ser muy cotidiano, pese a su raro lenguaje». Dreyfus lo inmiscuye con el desarrollo de destrezas para la vida diaria, las intencionalidades de la religión y las práctica de negocios, o de cuidado médico. Y Heidegger merece eso y, sin embargo, CLD alega en sus poemas que el «Heidegger aplicado a todo», cuasi prosaico, de Dreyfus y otros estadounidenses que juegan al empirismo y la topología con la Hermenéutica y Analítica de Heidegger, a la postre son tareas simplificadoras.
A Dreyfus se le reconoce como «the primary introducer and interpreter of Martin Heidegger's work to the world of information technology». Este «Applied Heidegger» de su libro Heidegger, Coping, and Cognitive Science: Essays in Honor [dos volúmenes al cuidado de los editores Mark Wrathall y Jeff Malpas, The MIT Press, 2000], en el poemario de CLD cede su lugar al interés por el planteamiento radical y duradero [de lo que es la función y lugar que debe tener el Dasein / la persona humana / en la naturaleza como una totalidad], según Martin Heidegger. En esta totalidad, que no busca una visión unívoca de mundo, sino senderos de pensamiento y de preguntar, nada hay constreñido ni predeterminado por los bagajes epistemológicos y culturales. Lo que Carlos López Dzur valorará con su lenguaje poético y filosófico, en su presentación heideggeriana, es la evaluación del concepto de la ética en la metafísica occidental y que en Heidegger es su regreso a la experiencia del Ethos de los pre-socráticos griegos.
Para Heidegger, el ethos es el terreno esencial del Ser, la fuente desde donde la verdad emerge. El reflexiona sobre esta morada de los seres humanos pues en ésta se encuentra su esencia más profunda. William McNeill, en su libro The Time of Life: Heidegger and Ethos [State University of New York Press: 2007], explica que: «In this original dimension of the word ethos thinking grasps the truth of Being as the primordial element of human being. Ethos is situated beyond every normative morality; yet it provides the ground for thinking about the issues on which we have to decide. It is that from which `values' are ultimately derived. In the unfolding essence of human beings, it is the source of that feature of human beings that `cares'».
Más que el enfoque topológico, o post-metafísico de la Analítica Heideggeriana, la colección de poemas de López Dzur se centran en examinar los temas característicos de la Filosofía Trascendental, inaugurada por Kant y cómo Heidegger se conduce ante éstos: subjetividad, juicio, intencionalidad, verdad, práctica e idealismo. Es evidente que el libro de López reconoce un Heidegger Trascendental y es la importancia que Martin Heidegger concede a la poesía la que hace que López Dzur dude de que el preconizado Heidegger topológico y dizque obseso con las normas de la inteligencia artificial, sea el Heidegger filosófico y analítico que admira.
No está demás decirlo, ésta es una observación de McNeill y CLD es consciente de la misma: No hay necesidad de sucumbir a la expectativa, casi obligatoria, «to waste yet ever more paper on Heidegger's alleged `Nazi-past'. In a prevalent rush to demonise him, his brief involvement in the early thirties is often used to paint him as a rather despicable person, whose philosophical writings must be approached with the utmost care, lest one is contaminated by the underlying, insidious virus of National Socialism». Para aludir a ese alegado pasado Nazi y explicar su actitud ante los acusadores demonizantes, CLD escribió el texto Ellos y tú:
Te has vuelto contra el pensar de ellos.
Pensando estás contra lo pensado
para mejor servir al pensar.
Ellos quieren lo fijo, su vieja metafísica.
Tú, en el modo de la ausencia,
das un paso atrás procurando lo impensado,
ese salto que el conceptualismo traiciona
y lo vuelve su excusa de perpetuación
y dominio. Eres más honesto que ellos.
Hay muchos acusadores que mientan
que el mundo carece de sentido,
la mundaneidad del mundo
es un ser-tranquilizado
(en formas de tiranía que son peores
que las que alguna vez sustentaras
cuando de golpe y a sordas descubren
tu lugar y tu prestigio; tú no contaste
con la injusticia sucesiva
de sus rincones tranquilos de truhanes.
Que el que busca, ya con estómago lleno,
lo ha resuelto todo para sí, hasta la definición
de aquello que es morada,
praxis del ethos).
Para ellos es la razón pedirte que te calles
status quo te piden, que nos vayas más allá
ni retrocedas, que no mientes un ser
que aún necesita ser pensado
porque el mundo no es axioma autoreferencial
de Razón fija y de poder en el puño.
Son ellos los que hasta el día de hoy van a acusarte.
Un error, si lo hay, es perpetuo y eterno
estatus sospechoso.
Tú eres, con la Filosofía Sospechosa,
el crítico verdadero, el buscador,
el predictor de angustia.
Tú no hablarás de felicidad y amor
en los mismos marcos teóricos que ellos
quienes abrieron la destrucción del pasado
para echarte la culpa y no pensar
el sentido del ser como una puerta abierta
para todos. Este mundo es más dinámico
que el estático mundo de fantasmas
y de cosas fijas, como el propio bocado
y el albergue donde se esconden
los huesos.
¿Qué te dejan esos metafísicos hipotecados
a un tiempo que todo manipula y lo vuelve
producción, planificaciones, control
y trato con cosas, nada más?
¿Qué te dejan, Zorro, en ese escenario
de supervivencia de lo cotidiano?
Desterramiento, Heimatlosigkeit.
Abandono del hogar, verte fuera de tu ser.
Que no haya más sentido que el de ellos,
su poder configurado para planes
en el que ya no sirvas para nada,
no para otra cosa, que la sombra
de sus cálculos.
[De Heideggerianas, «Ellos y tú»]
Este poema es una crítica al sentido moral de la civilización occidental posmoderna que cree que se puede vivir sin un marco fundante de ethos y, aún así, afirmar que se tiene resuelto el estudio del Bien y el Mal. Los «ellos» que CLD refiere en el poema son los que piensan que el «Cuidado», como doctrina ética, es sólo una manera sicológica de comportamiento, o una serie de derechos y deberes. Estos imperativos morales, manipulados para que sean el «escenario de supervivencia de lo cotidiano», sobajan como pre-moderno, esto es, bárbaro y primitivo, otras formas de inteligencia y se aseguran el eurocentrismo y la pretensión universalista de las filosofías del cálculo y la ventaja. CLD dice que ésta es una vieja metafísica:
... esos metafísicos hipotecados
a un tiempo que todo manipula y lo vuelve
producción, planificaciones, control
y trato con cosas, nada más...
Cuidamos las cosas, el poder y la administración eficiente del tiempo; pero no al hombre, a los pueblos. El Cuidado no está referido a lo que es más importante que es la experiencia vivencial (Erlebnis). Y la experiencia vivencial, pese a sus nexos con la razón, tiene que ver con el arraigamiento subconsciente del hombre, como el In-der-Welt-Sein de Heidegger. Con sentimientos y emociones. La totalidad de la experiencia vivencial debe tomar en cuenta los cuatro momentos de la temporalidad: pasado, presente, futuro y la parte en cada uno que se introduce en el otro para darle vigencia, esto es: la Presencia. Cuando no se cuenta con la «Presencia», se destruye el pasado. El mundo se siente estático y tedioso, carente de dinamismo, sin vigencia de sus ricos aspectos previos. Cuando no se ha tomado el cuidado de la Presencia, el mundo es lo más parecido a las «cosas fijas», donde la tranquilidad es fastidiosa y espectral, no se sabe el valor de lo que fue ni se respeta lo que llegará a ser. La Presencia es necesaria, en cuanto y por cuanto, hay una impermanencia o caducidad de las cosas y ésto es algo que el ser del hombre experimenta vivamente. Sin la Presencia, el hombre estaría expuesto permanentemente a la nihilidad.
Keiji Nishitani, el ultimo gran representante de la Escuela de Kioto y discipulo de Heidegger en Alemania, en su libro La religión y la nada [Ediciones Siruela, 1999], se ubica cerca del concepto heideggeriano de la Presencia, al decir que el Yo mismo, el ser, es el propio fundamento y que, sin embargo, el Karma del Yo, la existencia cargada de deudas, «nuestro ser en el tiempo», «no consigue regresar allí sin más». Debe cumplir con su «transitar por el tiempo interminablemente en busca del fundamento del yo». «Puede decirse que el Dasein humano emerge de la conformación de la forma de lo humano y la transformación del ser en un todo único. En el fondo de nuestro ser humano reside un nivel de puro ser más allá de cualquier determinación de lo humano» [4].
El hombre kármico, el que transita interminablemente en esa búsqueda de un nivel puro, «más allá de cualquier determinación de lo humano», es que López Dzur presenta diciendo que está «rompiéndose el corazón en los peldaños».
Sepan que los objetos temáticos de la ciencia
no arrebatarán del todo
la espora germinante y el bejín,
las vocaciones de este animal humano.
Se aprende, por igual, de la emocion,
rompiéndose el corazón en los peldaños.
[Heideggerianas: Rompiéndonos el corazón en los peldaños]
Con la metáfora de la «espora germinante» y de lo que no puede serle «arrebatado», «aún por los objetos temáticos de la ciencia», está aludida la «donación originaria de la Presencia», su por-venir y su ad-venir. «El ser, como el tiempo, entran en presencia, o más bien no son otra cosa que la llegada a presencia de todo aquello que es. Esta presencia no se deriva de otra cosa que ella misma». Esta Presencia, alojada en el corazón del ser y el tiempo, es la «verdad del ser y la verdad del tiempo, das Ereignis» [Alain Boutot, Heidegger, 1995]
Entre los poemas más interesantes de Heideggerianas que CLD dedica al tema de la Presencia (Ereignis) están: Transpropiación del acontecer / Ereignis y Mi tesoro, el lenguaje.
Del primero son los versos que dicen:
Construye tu propio Acontecer, la mutua dimensión
de tu ser y el futuro. Dí: «Soy posible». Hurga el pasado.
Decide en el presente; pero que sean tus tiempos infinitos
como el mismísimo espacio, como expansivo es el cosmos.
En este largo poema, en el fragmento 6, agrega:
Tú no eres un objeto más, Carlos.
Eres la dignidad de la energía, el preguntante,
el heredero del Ereignis: forjas el Acontecer
y lo transpropias. Cree tu grandeza, sé el poeta.
Llénate de fuego como si la zarza del monte
te consumiera por dentro, sé profeta.
Cede el Espíritu como un ente que al Otro
reconstruye muchos tiempos.
Hay muchos tiempos, Carlos, aunque no sean
los tiempos absolutos ni los seres perfectos.
No promociones la impostura ni autorices trampolines
para plegarse ante el Amo y hacerlo más Verdugo.
No busques ad perpetuum el placer primario
ni la neurosis universal de falsos templos.
Cura, cuida, preocúpate, Dios es la Sorge del estar
con terco grito, vivo desde los huesos, en fe incondicional
por este Ser que lame el tiempo y transpropia aconteceres.
[Heideggerianas, en: Op. cit]
Obviamente, estos poemas traen consigo otros temas heideggerianos: como son la Cura (Sorge) y el Cuidado ante el Amo y el Verdugo. En ¿Qué es metafísica?, Heidegger discute en torno al experimentar el Cuidado diciendo que «el Dasein persiste en el ser y este persistir (que es una forma de soportar)... es un curarse en el tiempo». El tiempo intranquiliza, o inquieta, cuando se vuelve demanda y mútiples trastornos. El tiempo puede conducir, sin la Presencia unificadora, a extravío y perdición. «Curarse del tiempo quiere decir cuidarse de él, ponerse a salvo». Para Heidegger es darse un gobierno a sí mismo, un dejar de ser gobernado por el cuidado de la autoridad. En el poema de López Dzur, esta definición heideggeriana es claramente expresada cuando dice: «No promociones la impostura ni autorices trampolines / para plegarse ante el Amo y hacerlo más Verdugo. / No busques ad perpetuum el placer primario / ni la neurosis universal de falsos templos». [Transpropiación del acontecer / Ereignis].
Otro poema sobre «al acontecimiento apropiador (¡ah, la Ereignis!)» es Mi tesoro, el lenguaje y en el mismo se evidencia los avisos de CLD a «cuidarse» de varios cosas: lo escandaloso, el apego a los enseres, la huída de la autenticidad, de la pregunta por el Ser y, cuidarse, sí, como la principal de ellas, de la técnica.
Ahora que nada tengo en certidumbre,
la tristeza me viene como un rezo,
la angustia arde como si fuera un pabilo
y yo me abrigo en lo más oscuro de la mecha.
La técnica aconseja lo que sabe: ¡déjate dominar
y come de mi escándalo! El pensar meditante
para nada te sirve; yo soy la que uno
las cucharas al plato y te digo:
«¡Pobre eres, pero civilizado!
Olvidado; pero atado al pie
de mis enseres, oscuro, pero amarrado
al acontecimiento apropiador
(¡ah, la Ereignis!) no porque te lo pida.
Eres jodidamente libre y subjetivo».
Ahora, que no sé objetivar lo ahí dado,
que los eventos me huyen, como si fuera leproso,
que los sucesos espacio-temporales son
tan fantasmagóricos, nombro las cosas a gritos.
Invoco y llamo, ¿qué importa que no sepa
lo que llamo? ... si nada tengo, si soy ínfimo humano,
triste, perjudicado, remordido, contraproducente...
Y es por eso que digo estas cosas:
para ser lo unico que soy y lo unico que puedo,
para ser tal como soy y me permite el lenguaje
con que grito, para ser el poeta
que se rasca la angustia de los huesos...
29-9-2002 / [En Heideggerianas]
Ya que la pregunta y apropiación del Ser se da en el tiempo, porque el ser es de esencia suspensiva, «de época», le mejor misión o proyecto que pueda darse una persona ha de ser la que le permite conocer quiénes somos. «What sort of beings we are and how our being is bound up with our place in the world», como dice McNeill. «It provides essential guidance and grounding for responsibility». El primer poema de la colección Heideggerianas es La echada. Partiendo de que el hombre es un ser arrojado, echado al mundo, para quien lo mejor que le acontecerá es lo que está por-venir, lo adviniente, CLD comienza a presentarnos al Dasein / a la persona. Utiliza la primera persona gramatical para presentar los recursos con los que cuenta un hombre para conocerse a sí mismo y ser mejor que el hombre-masa. La echada es un poema sobre la endopatía, el ser-con-otros, no para escapar la responsabilidad de conocerse a sí mismo, sino para que aprenda a bendecir la exitencia en solidaridad y el temple franco. Con lo que Heidegger ha descrito como el Proyecto, o estructura del poder-ser, comienza lo iniciante de la conducta.
Escarbaré hasta donde tengas tus pies enterrados.
Con gran cuidado lo haré, co-existiendo contigo
en el Bendito seas del ahí.
[Heideggerianas, La echada]
En el contexto del cuidarse imprescindible, de sí mismo, por causa del extravío, y de la sociedad que se asume como horda y rebaño, así como las fuerzas de la auioridad civil y de la tecnología, el segundo poema que CLD es Nunca me ha gustado la caída. Utiliza una ilustración que nos refiere a Pigmalión y la roca que empuja cuesta arriba. La caída alude a las tentativas fallidas con tan ingente empresa. Mas pese a este dolor frustrante, cargar la roca, implica el proyecto.
No sea yo este intrincado precipicio
de vacíos, fosa de erranzas que son sólo penumbras.
Esta existencia quiere un fin y lo circunda,
lo espía, lo ha llamado destino de sí mismo,
sed de estar hacia él, hombre real
que no quiere un falso señorío, sino verdad.
En el poema hay el asomo a la temática de la luz que se encuentra en Heidegger y su finalidad.
Estoy tan lleno de mandatos, de juicios,
que me olvidé en las cosas
y mi ciencia no piensa ni me técnica mide.
La Chusma me desfonda y nada existe
ya que a mí corresponda,
a no ser esta pobreza inicial con que te solicito:
¡Déjate ver, aparece! como irrumpe el rayo
y muestra la luz dentro de lo oscuro,
alumbra mi caída, renova mi lenguaje
para que sea el fundamento.
Nunca lo pude dominar,
nunca me ha gustado
esta caída.
[Heideggerianas: loc. cit.]
La tenacidad del proyecto y la perseverancia de la búsqueda se intensifica en el poema de la colección Logía, sacar el ente de lo oculto. Es una reflexión sobre la Caída / Verfallen, pero, con que se asume la hermenéutca de la existencia y la ontología fenomenológica. CLD cita como introducción al poema de cinco partes una reflexión de Martin Heidegger, cuando dijo: «Hay muchos fenómenos que, o no han sido todavía develados o se hallan en lo turbio. Fenómeno es, en este caso, lo que se-muestra-a sí-mismo; filosofía, por consiguiente, ontología fenomenológica universal que arranca de la hermenéutica de la Existencia». El poema sigue explicitando lo que es Caida; pero, ya con el texto Verfallen / el Decaer, la pintura de los decaídos y los decadentes es conclusiva:
Los decaídos preguntan con azoro
por cosas que no le importan
ni le vienen de suyo.
Los decandentes se tragan el mundo
aunque después lo vomiten.
Se aferran a progresos culturales
que no impactan sus vidas
como el chisme lo hace.
Cayeron y no sienten la caída.
Pretenden que son imprescindibles e inmortales.
¡Más que vivir, se perviven en flote!
La corriente los lleva, creyendo así
que avanzan hacia alguna parte.
[Heideggerianas, loc. cit.]
En un poema titulado El gran por qué, hay un comentario sobre la subjetividad (el anhelo de «ser Uno Mismo») y la ruptura de un diálogo «Tú-a-Tú», con el que CLD se refiere al paso de una «subjetividad condicionada a la de una subjetividad desencadenada». Este es el proceso en la historia filosófica que va de Descartes a Hegel y Nietzsche. El momento que se describe, en este interrogatorio del Dasein, es el que, con Hegel; y Nietzsche, ha llevado «la filosofía de la subjetividad a su máximo grado de desarrollo». La substancia, con Descartes, ya había dejado de ser el fundamento de la verdad y su lugar es ocupado por el sujeto (ego cogito) que, con Hegel se convierte en Sujeto Absoluto. Con Nietzsche para un mayor momento de tensión, el sujeto destrona al Dios cristiano, su metafísica y su moral. El Dasein de esta catadura crea la «libertad absoluta» como su herramienta «para encarnar la tarea de dar sentido y valor a las cosas».
El hablante de este poema es la subjetividad desencadenada. «Este hablante poético», ha explicado el propio poeta, representa al filósofo moderno que —contrario los metafísicos antiguos y medievales postulaban la existencia de un Ente Supremo que podía ser, como determinante de entes menores, el Bien de Platón, el Motor Inmóvil de Aristóteles o el Dios cristiano. Ahora — el ente es pensado desde la subjetividad del sujeto. El sujeto está buscando un diálogo con el alma, o el Ser, con un sentido de culpa. Cree que el alma / o Alma, si que existe, trascendentalmente, lo desconoce. Es la idea de mi poema como el filósfo como salteador o ladrón».
No soy lo que el alma quiere y la relación esencial
semi-condena. Me pierdo. No sabe mínimamente
el alma si yo sufro, excepto que no me aparto del mundo
(no sé a dónde ir para ser bueno, no sé ir ... sino a la muerte).
[...]
y el alma me desconoce
como si no fuera mía, todavía es muda y flaca transparencia
y yo, como extraña forma que rehuye, salteador
que la busca con ánimo de robo...
En el texto de López Dzur, el hablante-filósofo que echa de menos el Tú-a-Tú y la visión de un sospechado paraíso perdido (el de las «relaciones esenciales» que hoy su alma no tiene, a pesar de que se llama Selbstein). Este hablante es el hijo pródigo, u olvidadizo por disipador, que vislumbró como los primeros filósofos «el misterio del ser». Heidegger dice que «los filósofos presocráticos estuvieron más cerca del ser que los filósofos posteriores». Este hablante de El Gran Por Qué, siente que su camino es «un Claro mediocre y confuso». Y experimenta culpa.
La culpa es reiterada en el estilo interrogativo, despechado y, al mismo tiempo, pesimista del poema. El Claro mediocre es una referencia al tópico del olvido del ser (olvido de la diferencia entre ser y ente) que se encuentra ampliamente discutida por Heidegger y en toda la historia de la Metafísica. Heidegger destaca que: «En la historia del pensamiento occidental y, sin duda, desde sus mismos inicios, el ente ha sido pensado respecto del ser, pero la verdad del ser ha permanecido impensada». Por su parte, CLD habla de esta historia del olvido como «la historia de las enunciaciones / y las huídas y los mugres raseros, dizque organizaciones». López Dzur refiere al más envilecido Dasein característico de esta época del Olvido, el Nihilismo o de la muerte de la Metafísica, que como la tecnocracia «son la expresión de la subjetividad desencadenada», con la metáfora de las hienas, a la que contrasta con los zorros desde su zoografía filosófica. Es en el texto La hiena moderna y el zorro eterno que López nos hablará sobre:
[...] la hiena caníbal que, en la piel del tiempo,
se conforma con carroña, con historia sin proyecto,
con vuelos nocturnos, brujerías que la engaña
con demonios de rondalla...
... cluecas mentiras... puros entes inventados,
rompepoyos del envilecimiento,
cofradías de haraganes, sin espíritu.
El envilecimiento de la subjetividad desencadenada, ocasionada por «desmoronamiento del mundo suprasensible», la muerte de Dios preconizada por Nietzsche, y el Olvido del Ser, hacen que la persona sustituya el vacío que generó el olvido del ser con la fabricación en serie, la ininterrumpida producción técnica. La hiena es una voraz consumidora de materias primas. Es la técnica como caníbal que depreca y suprime lo Eterno y al zorro que lo sosprcha. La hiena que, en su violencia y sed de consumo, cree que todo se vale por la mera meta de sobrevivir cotidianamente y cree ya no hay guías...
ante estructuras vivientes, matemáticas,
espirales infinitas de los Tiempos Sagrados,
gestos paradigmáticos de geometría invisible,
puertas hacia la Luz...
Si bien la Técnica «nos ha permitido dominar el mundo, el precio que hemos debido pagar para ello ha sido muy grande: ocultar nuestro ser y alterar nuestra relación con las cosas» [Jonathan Rée, op. cit.]
También CLD se aproxima a reflexiones sobre la influencia del pensamiento griego como un decisivo elemento para el desarrollo filosófico de Heidegger y la originalidad con que valora el lugar pionero que los griegos tienen en la historia de la filosofía. Muchos intérpretes de Heidegger que, además son críticos acerbos de la supremacía cultural de Occidente, piensan que cuando éste dice que la «filosofía es griega» está dando vivas a un complejo de superioridad por parte de la racionalidad occidental y menospreciando otras formas de inteligencia. Admira él, al construir el sentido del «proyecto», la temporalidad entendida como Ser-Ahí, pues para que exista consciencia de historia y civilización, el ser es el tiempo tramitado por la Presencia. El tiempo es esencial para el ser. En su concepto del tiempo, para la persona y para las sociedades, el Dasein es inescapablemete la posibilidad más extrema de ser y es ell tiempo mismo, «encaminado hacia su haber-sido», la muerte. Esto se captura en el texto Angustia, donde CLD documenta la idea heideggeriana:
La muerte abre su boca y nos espera
y aún ni queremos ser
ni queremos haber-sido.
[Heideggerianas, loc. cit.]
CLD indica que acusar a Heidegger de ser uno de los destructores de la posibilidad de construir la historicidad y la concepción filosófica de la libertad y, al mismo tiempo, descubrir sus escritos sobre las diferencias entre la historiografía y la meditación es algo que contradice a las interpretaciones de sus detractores. «La diferencia entre la consideración historiográfica y la meditación histórica no es ninguna construcción del pensamiento, especulativa y que vuela libremente, sino el ser-necesario más duro de una decisión, cuya aceptación o negligencia es decisiva sobre nosotros mismos y sobre nuestra determinación de la historia» [5].
Por supuesto, no es cuestión de preferencias el hecho de si la Historia debe concebirse como negativa. Suele decirse que el pesimismo histórico es la base del pesimismo cultural, o su imagen invertida, según la frase de Arthur Herman, quien en su libro La idea de decadencia en la historia occidental [Ed. Andres Bello: 1999] discute como señales del saldo negativo «el fracaso de la democracia moderna, la pérdida de identidad en la sociedad de masas, la amenaza del capitalismo corporativo y es estado policial informatizado» [6]
En el poema La libertad doliente, CLD da un comentario por el que se suele señalar a Heidegger como un pensador pesimista.
La historia elucida dolor y atropello, caos
y desorden; pero el valiente combate,
el solidario instruye, la misericordia intercede
y el heroísmo se crece; contradictoria es la historia
y no determina por siempre; el determinismo
de Dios se vence y se quebranta y los ángeles
son los laicos que en justicia y paz dan paz,
bendicen, optan la libertad doliente.
[Heideggerianas, loc. cit.]
Cuando CLD añade al poema sobre la historia como elucidario de dolor, lo que puede suceder al mismo tiempo como saldo positivo, implicita el hecho de que el Dasein (Ser-Ahí) que tiene la muerte y el atropello como su haber-sido (historia más propia), ahí puede experimentarse la autenticidad e historicidad, ya que puede encaminarse a un futuro. La historicidad considera siempre algo a lo que se puede volver transformativamente. Por tanto, no es algo cerrado ni perdido. En la existencia cotidiana, no está la historia, más bien, una pseudo-historia.
El consuelo práctico del Dasein es «mantenerse en la anticipación de la muerte; anticipación que no es otra cosa que el futuro propio y singular del respectivo Dasein. En esta anticipación, el Dasein es su futuro, de tal manera que, siendo este futuro, es a la vez su pasado y su presente: es él mismo en su autenticidad propia» [7]. Esto quiere decir que hay diferencias entre el ser-propio (el yo soy) y el ser-con-otros. La cotidianidad de unos y otros cambia.
En Heideggerianas, estos cambios en las posibilidades propias del Dasein se reflejan con estos versos de La libertad doliente:
El determinismo ha muerto aunque con éste
haya nacido el desamparo y la mala consciencia.
La biología es pobreza inducida por sus patologías;
pero, ¡cuánto cautiva la forma de lo hermoso,
la grandeza viviente del paisaje, la adhesión armoniosa
de la gente grata, el hábitat que triunfa sin violencia.
Aquí se describe al Dasein que se despliega en la existencia auténtica, no cotidiana. Lo más común es el descanso adormecido del Dasein en el Uno (Das Man), donde las posibilidades propias del Dasein se oscurecen, o se vuelven impropias.
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Notas bibliográficas
[1] La metáfora del Zorro se puso en evidencia en una reseña del libro Los pensadores temerarios [Editorial Debate, Barcelona, 2004] de Mark Lilla, titulada Heidegger, el zorro y otras fábulas de la imprudencia. La edición trae un prólogo de Enrique Krauze y es una traducción al español de Nora Catelli. También hay una alusión a Heidegger llamándose a sí mismo «Zorro» en un libro de Hanna Arendt. En 1953, en una nota de su diario Arendt «como parte de un libro-homenaje al ya octogenario filósofo», cita: «Heidegger afirma, con gran orgullo: ‘La gente dice que Heidegger es un zorro». [Hanna Arendt: Ensayos de comprensión, 1930-1954, Caparrós Editores. 1969]. Seguramente, este texto es que Lilla utiliza y el reseñista de las fábulas de imprudencia utiliza para aseverar que «había una vez un zorro tan poco zorro que no sólo se la pasaba cayendo en la trampa, sino que ni siquiera sabía la diferencia entre lo que es y no es una trampa... Aquel zorro tenía, además, otro defecto: algo fallaba en su pelaje que este no alcanzaba a protegerlo de las vicisitudes de su vida de zorro. Luego de pasar su juventud rondando las trampas que ponía la gente y dejándose, por decirlo así, la piel en ellas, nuestro zorro decidió retirarse por completo del mundo y ponerse a hacer una madriguera para él solo». López Dzur dice que ésta es la apreciación más prejuiciosa, desde una lectura política, que se hace de lo que Heidegger discute filosóficamente como Desterramiento, Heimatlosigkeit. Y, en una entrevista que el poeta concediera y publicada en la revista Sequoyah Virtual, con el título Paisaje, empatía, la Fuente en la Montaña, discute lo que realmente entiende que es el Zorro y cómo utiliza sus implicaciones en su poesía.
[2] Mark Lilla, Los pensadores temerarios [Editorial Debate, Barcelona, 2004]
[3] Robert Aruj: El posmodernismo como sustento ideológico filosófico del neoliberalismo a fines del siglo XX, La Onda. Revista Digital. Núm 16. Ver
[4] Keiji Nishitani, La religión y la nada [Ediciones Siruela, 1999], ps. 315-16.
[5] Martin Heidegger, Meditación histórica y consideración historiográfica (1937). Extraído de M. Heidegger, Preguntas fundamentales de la filosofía. «Problemas selectos de lógica» (Lección del semestre 1937/1938 en la Universidad de Friburgo), trad. Ángel Xolocoatzi Yáñes, ed. Comares, Granada, 2008/
[6] Arthur Herman, La idea de decadencia en la historia occidental [Ed. Andrés Bello, 1999], p. 442
[7] Jonathan Rée. Heidegger. Editorial Norma, Bogotá, 2000. Traducción de Magdalena Holguín.
<><><>
Ana María Fuster (Puerto Rico)
Las calles se llenan de ofertas y demandas
«Aquí no se ama, el amor es aire»:
Marioantonio Rosa
Una vellonera ensordece los rostros y el camino
reguetonea, culea, menea,
y todos los sentidos se desean, hasta el vértigo.
Son tantas las lenguas de hiel y magma
seres sin rostro, zombis decadentes,
como espejismos devaluados
o la locura de los comunes.
Las calles se llenan de ofertas y demandas
los victimarios de sueños nos ordenan:
arrastrarnos como sierpes,
alimentarnos de carroña.
Y siento náusea ante sus erecciones con grillete
escucho sus voces constantemente:
"hablas mucho, demasiado, debes callar",
me condenan a enmudecer
a desvestirme de las mujeres que soy
y de las que pretendo ser.
Mi palabra tiene voz de mares y alas
el olor del salitre y el viaje de las gaviotas.
Mis manos habitan el silencio de las canciones
y acaricio cada esquina que le robo a la vida
Amanezco con los pies mojados de sombras
y el péndulo del poema marcando mis latidos.
Exijo piel como la tierra prometida
los pliegues del tiempo y el espacio
para sonreír ante un beso desnudo para mi boca.
Aquí no se ama con reglamentos ni condiciones
el amor es aire.
Soy rumor de todos los libros y el viaje eterno
invito a la ciudad a navegar mis ventanas
y soñarme todas mis muertes y resurrecciones
pues soy una y soy multitud en vuelo libre.
Ana María Fuster © / Bocetos de la Ciudad Silente / Biografía
<><><>
Carlos López Dzur (Puerto Rico)
Homenaje a Martin Heidegger
... Lo expresado es precisamente
el ser-afuera: Martin Heidegger
y la palabra su premio más desnudo,
la crisis, el soluto...
Sin embargo, siempre está el hostil vecino
que grita a las raíces y no quiere
que revienten los retoños en clamores.
Cuando paladeas delicias y sangras el espacio
con tu dulzura sólida, el modulador acecha
para obstruir las ondas de tu imaginación
y lucrar con tus vibrantes maravillas.
Sediento de tósigo, confunde sus prudencias
de isocracia con el Ser y sus letargos.
2.
Por el quién del Dasein,
por alcanzar la ninfa que huye
como voz interior de la consciencia,
vuelto-a-sí, puesto en su lugar,
el poeta paga el precio y deja el rostro
transido a bofetadas y el que ajusta las cuentas
Zurückholen
le atropella en sueños conocidos
donde el Uno se conjuga.
Para ser-sí-mismo, el Quién del hombre
oye a quien se ha desoído y se desoye
en el ir a oír, Hindhoren al Uno.
3.
La habladuría es la comprensión
que ha perdido su raíz: Martin Heidegger
se lo esconde con gritos cada vez
que se invocan las ovejas.
De modo que los rebaños son símiles oscuras.
huellas ya borradas de borregos.
ínfulas del poder-ser que no-ha-sido
porque el hombre no ha terminado
de inventarse todavía.
La orfandad del habla,
rasera y seducida por los oscuros
marasmos de las declaraciones,
se evidencia en el barrio,
donde se mata un verbo a cada hora,
donde en la esquina de una calle
se vende el alma por la boca
y se sueña con polvo
para drogar las enunciaciones.
Y el peor calvario del vírgen adjetivo
es salir de noche y ser violado
en la esquina donde manda la pandilla
que, en su pensar como presentación,
decae en la representación de su caída.
¿Qué dirá la indefensa metáfora
ante la intimidad desesperada de las vírgenes símiles
cuando la destroza, sin piedad, la habladuría?
Carlos López Dzur
<><><>
Solver en el hallarse
El solver en el hallarse es más original y profundo
que cualquier conocimiento: Martin Heidegger
con patuco de misa y de misericordia.
Que sirva de preludio y bienvenida
al que se echará la albarda de venir
como buey suelto y bien lamido
donde nadie lo llama,
el modo cotidiano del soluto.
Estoy entre rajputas de Los Angeles
en el día que grandes lluvias se desatan.
¡Vieja hiena, me imagino, que te orinas
sobre los cráneos de esta bola egomaníaca
de brahamanes y sus treinta y seis castas
descaradas que -pro domo sua- promiscuan
con la raja del rajá
sobre el kâya del sambhoga!
Derrama el alúd,
sepúltalos entre musgo y fango.
Ha muerto Sharon Tate, Vietnam aplaude
el perdón, la Flor ecologista,
sin napalm, sin My Lai,
el humo marihuano, el Op-Art
y el canto beatnik...
Puja el granizo, ángel de la séptima copa
o la séptima trompeta o el séptimo reposo:
porque el amor que no entiende el dolor no es amor
y donde no hay asombro no hay inteligencia
y lo acordado no se deja aprehender
como vivencia ni como sentimiento.
Estoy entre místicos de baraja y pandereta.
Oigo que leen las palmas de lo oculto
y consultan oráculos.
Walter Mercado les deifica los tatuajes
inconscientes y junguianos, desde líneas
de siquismo y aquelarres de pazguatos
sibilinos y oráculos del ano.
Estos charlatanes van al templo
de lo admitido por el uso en cada caso
y en la residencia abierta de la erranza
siembran la sombra como luz
y la verdad como convenientia
(por supuesto, en lucro cobrada).
Blogsite / Carlos López Dzur
<><><>
¿Dónde está el desmentidor?
¿Y dónde está el desmentidor con su navaja
y el estrangulador con sus manos salvajes?
Hay que callar la concordancia
del adequatio intellectus
con otra oscilación de la penuria
y otros todavía-no,
llenos de bronca
y posibilidad
y vela
y sobrepujo.
Aquí, en esta democracia dominguera,
el tecno-sonsonete que idiotiza
con la banda siniestra de Los Machos
y la Sonora Show a la diestra...
¡Cállalos, patarata timbirichera,
aunque mueran las orejas quebraditas!
Por rencor a la otorragia, asesinen al General
y a Locomía, a Chalino Sánchez y Gerardo,
a estos temerarios, a estos barrio's boys,
a estos dictadores de la mafia disquera
entre mojarras, todos sombrerudos
con rascuaches voces
y folclórica sosera vendida, a troche moche.
Que jeringuen a los monos y a las ranas,
a las moscas y a las bacterias, macarena:
ya chala hasta la piltra el canturreo de los gangosos
y los ojitos verdes y la escotada bragueta
y el desparpajo de la voz letrina
y la bronquez del canto.
Carlos López Dzur / en Letras Kiltras
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Historicidad del Dasein enardecido
Lo que tiene historia hace historia y determina
en el presente un porvenir: Martin Heidegger
que reviene deyectándose.
El que viene con garrote de profeta
para temporar el ser-ahí con el hoy efectivo
del ahora y la conexión vital de lo todavía manifiesto,
irrumpe hasta al conexo de acción con sus copas de destino,
pero no cante victoria el que habla de pasados muertos
y revoca lo que repercute en el hoy, lleno de miedo.
No se jacte el que predica el progreso
y la réplica de la posibilidad.
Hay un destino con-los-otros
y con el propio Dasein enardecido.
De Heideggerianas / Carlos López Dzur
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Fuensanta González Cuéllar (Mexico)
Romanza a los confines
La utopía está en el horizonte.
Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos.
Camino diez pasos,
y el horizonte se corre diez pasos más allá.
¿Para qué sirve la utopía?
Para eso sirve: para caminar...
Eduardo Galeano
Busqué, a lo largo de mi vida
hasta éste momento en que te escribo,
... nube de mi aura,
un lugar allende yo misma
cuando por cegada la melancolía
no leía, no avizoraba mi torpeza
que el sínodo de todas las estrellas
a las que reclamaba aún el enojo
del sino, que allí estaba, cohabitándome
en la misma palma de la mano;
en sus rayas, como hoja del diario
aquél en que escribía cuando niña
mis derrotas, mis triunfos,
y hasta lo que no me decía nada.
I.
Confines... líneas que se condensan
que se mueven en ostracismos
que se remueven en ondas
que se acercan, luego se van
pero se quedan,...
mientras ninguno se daba cuenta.
Ha anochecido temprano
para los sueños de la mujercita
que se hacía rosca tras la cortina
ideando otra forma de salvarse
a su propio genio, a sus líneas,
a sus formas, a las mismas
que cambiaron tanto
entre las travesías.
2.
Le había amanecido humo la noche
ahora, en franca agonía,
el día repasa a la misma niña
en el sismo de la vida innegable
con todo y el absurdo
como con los bellos horizontes
que aún le miran,...
Se gira más despacio
cuando no queda nadie
que le alivie la herida;
se mira al espejo de marco dorado
en los mismos ojos un reflejo la muestra
le sacuden sus desvelos
y,... ya no es la misma
pero bajo las líneas,
la misma niña es en las curvas
de una mujer.
Ínterin
Oye en su memoria
Un sonido a romanza,
es aquél amor primero
que le pareció futuro,
más no fue más
... nada más que una quimera
que atrapara algún espejo
de algún precoz día.
3.
Recoge las lágrimas
que del espejo cayeron,
ha pasado el tiempo
la tristeza se hizo andén
en conjunción opuesta
a la alegría,...
ya ha pasado la agonía
y en el quebranto del suelo
tras el sismo volcándose,
la lava del volcán,
allá,... el alma le lava
a lo lejos de sus muñecas
junto al portal de los sueños
cada mentira.
Finale
A lo largo de mi vida buscaré
escribirte como hasta éste momento,
aura de mi sombra, luz,
infancia perenne,
... pasaje inadvertido
que me regresa a la niña
y me raya la medianoche
con su luz de lejanías,
en las cercanas líneas
del diario de la palma de mi mano
dando de comer al asombro
de pasarse de la raya.
cualquiera de mis días
Fuensanta González® / Blogsite
a 9 de Agosto de 2009
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Fanny G. Jaretón (Argentina)
ERE©-T-ZIÓN
Del nervio por el que pasa la inseminación de la Tierra
del cántaro que recoge toda la Sed
del después de haberme muerto en vos por unos minutos
ese temblor perenne que grita hasta el último latido:
«aquí va a suceder algo Infinito».
Y es Dios que se Levanta junto a tu sombra
que viene a envolverme con tu tallo de caricias.
Aquí donde los ojos se agigantan y
ora por hora la Locura /perdizión que me acorrala
madriguera entre tus piernas donde hurona busco el Refugio.
Donde Zorra o Zhoar me ex/pende junto a León.
Mientras el Uni/verso se reparte entre los imperios
de luz y tinieblas
me suelto a desorbitarme en tu corazón que me dilata
al ay de mi Hombre extendido
al traspaso del dolor cuando ya no hay más dolor
ni engaños como el shem/en in Vitro:
vientre de lo invisible.
Es hora de recuperar la Verdad tras la palabra
que ruja el ruaj cada letra de la Letra
Jaret sopló el shofar de tu Ora/l sagrado
y mojaste tu pluma de tinta azul contra mi saliva
navegaron junto a un nosotros del Viaje los difuntos.
Debe ser la señal:
El Mesías viene cabalgando por todos los caballos
que se me sueltan de la boca.
Y en esta Noche Prometida
se juntan los amantes por el beso del soborno
quemados en la ceniza pura
-rescoldo de la no pura ceniza-.
De la tierra al polvo, sombra iluminada,
se puebla la sangre por tanta luz sin fondo
tanto amor en tu Silencio.
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Arturo Cardona Mattei (Puerto Rico)
A un amigo de La Cantera
Tres años nos separan
Y voy al frente en esta lenta caravana
Y de La Cantera a la Barriada
Con poco cordel se unen estas dos hermanas
Y en la diversidad del paisaje
Nacen poetas que a Yauco le dan linaje
Eres de La Cantera el vocero
Que suspira versos noche y día
Y veo tu figura soplando al viento
Cantos de amores en rebeldía
Y en tu mente no descansan
Las inquietudes de un alma que grita
Sí…gritas el dolor del niño
Del joven, del viejo
De la mujer que el mundo la castiga
Y se prende tu llama ardiente
Hasta llenar de versos el cuaderno
Donde refugias tus lastimosas agonías
La Cantera, cuna de Julio García
Donde nacieron versos gratos
Trastornando el monte con alegrías
Y también los versos tristes
Que pintan un escenario de porfías
En la Diversidad del Verso
Alegrías y tristesas quedan grabadas
En ondas sonoras de melodías
Amigo Julio, amigo de pocos años
Quisiera ser tu vecino
Aunque fuera en nuestros últimos pasos
Y poder reclamar de tu lira
Otros versos que nos hablen
De amores buenos, de amores malos
Y así juntar dos penas
Dos plumas en un solo poemario
Amigo yaucano
En tu mundo poético hay sabor
De vino tinto, también de vino blanco
Y entre alegrías y desencantos
Tu genio bardo te va incitando
Insaciable tu pluma cuando te ve llorando
Amigo de la escritura
Esta noche es tuya
Conságrala como viejo relicario
19 de Julio de 2009 / Caguas, Puerto Rico
Arturo Cardona Mattei
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La flor en el río
La tarde es temprana
Llueve serenamente, hermosamente
El riachuelo cercano a mi casa
Se bebe el agua con sed como de un demente
Agua limpia, cristalina, sin cadenas
Que agobien el correr de su suerte
De lejos es su génesis
En puntos lejanos sus energías desfallecen
Aquella tarde las aguas del riachuelo
Se veían diferentes
Eran más claras, más ligeras, más silentes
En ellas viajaba la flor de una rosa
Que robó mi vista, que mudó mi frente
Que cambió mi vida que estaba al garete
Aquella flor en el río era muy diferente
En sus pétalos cargaba aromas de muerte
Su belleza exuberante controló mi mente
Y como un loco corrí río abajo
Mojando todo mi cuerpo en aquel frío ambiente
Mi correr no fue en vano
Alcancé la flor, la hice mía
Y de sus pétalos bien formados
Arranqué su secreto más profano
Aquella flor de rosa se trepó en mis manos
Cerró mis ojos y quemó mis labios
El secreto que llevaba me fue cantado como un rosario
Trémulas mis manos devolvieron al riachuelo
Aquella flor que se movió por mi regazo
Que trajo recuerdos de un mejor pasado
Pero hoy todo había cambiado
Lo bueno, lo bello, el encanto
Habían tomado el rumbo de un lujo desenfrenado
Aquella flor en el río había hablado
Pétalo a pétalo todo quedó muy claro
La tristeza se movió por todo mi cuerpo
La respiración se iba acortando
Y un frío sudor que corría por mi frente
Contagió mis ojos ya nublados
Nuevos pensamientos mi cabeza llenaron
La flor en el río perdió sus encantos
Poco a poco se fue al fondo del riachuelo
Y mis pensamientos tercos me dejaron llorando
La tarde caía, el Sol iba agonizando
Las aguas del riachuelo en el fango se alojaron
Y la flor de rosa que en sus aguas viajaba
Murió para siempre sin dejar rastro
El tiempo ha pasado
Ya no visito las aguas del riachuelo
Por temor a ver aquella flor y sus encantos
Mujer del pasado
En las aguas del riachuelo navega tu retrato
9 de agosto de 2009 / Caguas, Puerto Rico
Arturo Cardona Mattei
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Mi largo camino
Camino cabizbajo, con paso lento
Con pensamiento apretado
Mi mente es una película larga
De muchos cuadros bien arraigados
Que no se borran con los años
Hoy tengo más preguntas que ayer
Mañana tendré más preguntas que hoy
Mi camino se acorta y las muchas preguntas
Se revuelcan en el inmenso espacio
Tengo preguntas tontas
También cargo las de temas amargos
Las que nadie quiere enfrentar
Las que nadie se mueve a solucionar
Las que se quedan revoloteando
Las que todos quisieran olvidar
Tengo un ánimo fuerte de preguntar
Y sólo en mi camino encuentro la verdad
Voy solitario, sin nadie con quien hablar
Subo la mirada a la copa de los árboles
Y por los caminos de la sierra alta
Busco la piedra de toque que abra su caudal
Para que me diga, para que me conteste
Pero enmudece, no quiere su secreto soltar
Nadie se compromete, todos callan por igual
Sigo mi camino en profunda soledad
Cabizbajo, atolondrado de tanto pensar
Ni siquiera el viento me consuela al pasar
Y el riachuelo noble que riega mi senda
No lleva en su cauce la contestación magistral
La misma que busco entre las piedras
En el frondoso bosque, en el suelo del mar
Camino cabizbajo evitando el mañaneo solar
Tengo muchas preguntas que nadie quiere abrazar
Y en un atrevido arrebatamiento miro al cielo
Me escapo de la tierra…empiezo a gritar
Irreverente mortal que llora, que sufre
Que busca una eterna paz
Que tiene muchas preguntas
Que nadie quiere con ellas lidiar
Así voy muriendo entre llamas ardientes
Que quieren sacar cenizas de mi alma mortal
Habacuc también preguntaba, duramente clamaba
Por la violencia eterna que cubría su mirar
Como eterna es la maldad que se alberga en nuestro pensar
Simple penoso afán el del hombre que todo lo quiere salvar
La ley se entumece, la justicia torcida está
El inicuo cerca al justo, lo empuja, lo quiere acabar
Sigo dejando huellas en mi solitario caminar
Cabizbajo, cargando mis viejos harapos
Clamando al que me preste sus oídos
Hasta expirar al final de mi cabalgar
Largo camino el que voy caminando
Ruego pesado el que voy arrastrando
8 de agosto de 2009 / Caguas, Puerto Rico
Arturo Cardona Mattei
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Alfredo Villanueva Collado (Puerto Rico)
Carta a un hombre desconocido
Quiero saber
que no te dejarás morir en una cama.
Te largarás a cualquier bosque
donde te sientas como en tu casa.
Donde crezca el eucalipto, la cayampa.
Las abejas cortejen al romero.
Mirarás el paisaje y el poniente,
tal y como te arrojaron al mundo,
impecablemente bello, como te recuerdo
a través de innumerables vidas.
Y entonces, un cóctel preciso
que con el tránsito te ayude.
Hermes Psychopompos florece
en su desnudez enmascarada
para llevarte. Yo espero.
sobre mi propia piedra. He dejado
atrás la iridiscencia engañosa.
También desnudo voy al encuentro.
Partirás sobre un lecho de hierbas.
Partiré sobre una alfombra persa.
El mandamiento del Dios de los machos:
al señor seguirá el escudero.
5.08.09 / Alfredo V. Collazo / Bio / Ver
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Pedro Du Bois (Brasil)
Desenredo
Chovo
o tempo
dedicado
à seca.
Seco a hora enredada.
Falam em catástrofes: finalizo
o inexistente.
Na esterilidade do planeta
aposto verdes plantas
e azuis marítimos: dói
a água derramada sobre o solo
castigado em vazios. O relógio desperta
o sono não reparado pela espécie.
(Pedro Du Bois, inédito) / Outros poemas
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A Revelação como máscara
55 Fingir a
O sorriso esconde a maneira simplificada
de ver a vida escoar. Os dedos apertados
esbranquiçam as juntas. O sorriso é máscara
aderente ao inferno – o pior – por onde passo.
Finjo. Surpreendo a areia desfeita em passos.
Escondo na revelação a face entrevista.
(Pedro Du Bois, inédito)
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Ditos
colho fraquezas. Jogo a indecisão
ao limite das escolhas e do reverso
medalho o peito: ao esteta cabe
a resolução da tinta sobre a tela.
Estatelo o concreto
e me abstraio
ao recente: arranco pregos
depositados e entrecruzo
vidas. Desenrolo a lei
ofertada ao amigo. Aos inimigos
deposito moedas cunhadas
em honra da vitória.
(Pedro Du Bois, inédito)
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Fallece Ramón Soto Ríos
Ramóm Soto Ríos / Portal de SS del Pepino
La muerte siempre nos entristece. Acaso porque nos han acostumbrado a verla como la mujer descarnada que viene a arrebatarnos a aquellos a quienes más amamos. Y en la muerte de un amigo lloramos tristemente. Creo que lloramos más por lo que de nosotros se lleva el amigo que por aquello que de él nos deja. Y es que la muerte siempre la vemos como algo que bien puede pasarle a los demás, mas nunca a nosotros. Es por ello que cuando de cerca nos toca nos hace ver que también somos mortales y nos damos cuenta que la muerte no discrimina, que muere ahora el rico y ahorita el pobre. Lo mismo un enfermo que uno sano; que muere el bueno y también el malo. Que todos estamos sujetos a la muerte, que hoy somos y mañana no; que nadie puede comprometerse en este mundo ni un segundo más que lo que el Gran Pintor del universo quiera ofrecernos. Que nadie es la eternidad y que somos tan sólo una pequeña parte del todo.
A Ramón lo conocí, –y perdonen aquellos para los que la distancia pueda parecerles demasiado larga– en mis años de mozo, siendo ambos estudiantes universitarios, con fuerza, valor, enojo y pasión para conquistar el universo. Juntos elaboramos teorías que indiscutibles nos parecían, acaso más por la rebeldía que por su contenido. Ambos probamos la no existencia de Dios con teorías que nos parecían irrefutables. Juntos dimos colores al amanecer en nuestras noches de bohemia y pintamos de medios tonos los ensueños que tornáronse en quimeras. Juntos mirábamos la tarde libando los néctares del Dios Baco negándonos a dejarnos acompañar por el nada edificante Morfeo, juntos caminábamos hasta que el paisaje se nos hacía pequeño en los ojos y nuestra mirada una vez llena de atardeceres y amaneceres, vacía se encontraba en las sombras de la noche.
Ramón, parafraseando al poeta, era el bohemio puro, de noble corazón y gran cabeza, aquel que sólo ambicionaba robarle inspiración a la tristeza. Y en un “paréntesis brumoso, de equívocas nociones, cada quien andando por distinto camino, abandonamos la vereda que iniciáramos juntos”. El regresó a su Pepino y yo marché a la conquista de los gigantes en quijotesca aventura. Volvimos a encontrarnos unos quince años más tarde, cinco lustros atrás, esta vez a mi regreso al Pepino
Hoy al enterarme de su partida a la otra orilla, me pregunto si ve las cosas desde la misma perspectiva, y yo acá de manera egoísta, hubiera preferido que en ésta se quedara, aunque enfermo de la vida como estaba. Porque la vida separa y separa violentamente. Ramón siempre me dijo que no temía a la muerte porque la muerte era vida, era el premio a quienes cumplieron bien con las leyes prescritas por la sociedad y la patria. Era el descanso, la paz, la vida, porque la vida era un paso hacia la muerte y la muerte una paso a la reinvindicación de la vida. Ramón siempre creyó que las penas, el llanto y las tristezas ante la muerte debían ser por los que no mueren, por los que acá nos quedamos.
Ramón vivió con la misma pasión que ponía en su pintura. Vivió para triunfar constantemente, afirmándose contra la destrucción y la enfermedad, contra la anulación y la dispersión del ser físico y moral. Queriendo sin descanso hasta la muerte, restaurando diariamente la voluntad, transformando las cosas muertas e inútiles en cosas vivas y útiles, consciente de que aún la materia más vil, trabajada y reformada puede llegar a ser preciosa. Sabía que vivir no era respirar, era actuar, era el uso diario de todo lo que hace sentir la existencia. Porque no vive más quien viva muchos años si no quien vive bien.
Fue en una conversación como esta en la que silenciosamente, a veces con silencio acusador me escuchaba, –en ocasión de encontrarme diseñando su libro– cuando se enteró que de aquel joven rebelde, soñador y pendenciero que le acompañó en tantas aventuras estudiantiles, sólo quedaba un viejo amigo, más amigo que viejo, pero deseoso de llevarle el mensaje de salvación que Nuestro Señor nos ofrece día a día. Tuve ocasión de poder decirle que “De tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito para que todo aquél que en el Él cree no se pierda mas tenga vida eterna.” Pude decirle no las cosas que he hecho por Dios, sino la cosas que Dios ha hecho en mí. Pude decirle que después de tantos años y tantas teorías, me daba cuenta de que se necesitaba más fe para no creer en Dios que para creer en Él. Pude decirle que Dios existe no porque lo haya probado con nuevas teorías, sino porque ahora vive en mí.
Hoy, 18 de agosto de 2009, a eso de las siete de la noche me enteré de la partida del amigo. Hoy pude mirar de frente a mi Señor y decirle misión cumplida.
«Si se calla el cantor calla la vida», dice el poeta, mas la vida continúa aunque no se escuche al cantor y las estrellas seguirán brillando aunque el ciego no pueda verlas. En algún momento, en algún lugar, los restos de Ramón serán sembrados. Sembrados porque hombres de su pasión por vivir jamás podrán ser enterrados. Entierros son para los condenados al olvido. Sembrados dan la esperanza de una nueva cosecha, de una nueva ilusión.
Hoy San Sebastián tu partida llora y en desgarrador lamento grita «Cuando el mundo habitabas, con la voz de amistad consoladora las penas aliviabas de tu amigo, que ahora hundido en el pesar tu ausencia llora». Hoy las banderas de nuestros corazones están a media asta.
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