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Asirse, a Circe
Tú, tú, hechichera, me tienes por cómodo bocado
con besos, adormecido encima de tu ombligo.
Del vino de tus lagares, ebrio, atontado.
«Circe, me embriagaste», me ataste
a tierra, agua, aire y fuego.
Ahora tus caricias son como licores,
neurotoxinas de deliquio, tus perfumes...
y olvidé mi casa, mi ruta, el desafío, y ¿cómo decirte no,
dame el regreso, dime quién soy, desátame...
si me encantas?... si me tienes al pie de Tu placer terrestre
fascinado con todos los sentidos como si fueras
ya la plenitud y no lo eres...
¿Qué hiciste pues con mi destino?
La luz es como una penumbra
en la neblina de tu profundo arraigo
y en tus mares, estoy oleado por placere.
¿Qué es Itaca, sílaba lejana?
¿es todavía Ulises / Odiseo / mi nombre?
... porque estoy encantado. Y sobre tus muslos
en apariencia seguro, atacado de suaves manos
y el roce de tersa piel de tus espléndidas nalgas,
retrasado en regresar si es que el regreso lo debo,
anticipado al huir, si es que algún otro rumbo
fue el mío y se me llama desde el lugar que olvido...
¡Ay, cuerpo de Deseos, me gratificas
de Sur a Norte, me satisfaces en los Vientos del Este,
me arrastras a los sórdidos esplendores
de tu Occidente! Energía venérea venciste
a los poros, me sudaste, músculo por músculo,
con la gracias de tus avideces.
Eres el banquete del mediodía
y la lujuria avasallante de la noche,
vino añejo tu saliva.
Salud entreveo en tu casa
con tus apariciones con senos descubierto,
tu vientre y su montículo peludo.
Todo perfume se exhala de tí como lavanda de luna
y jazmín, tu menstruo encendido.
Tu caricia es mi ritmo. Tu corazón en tambores.
Por tu cadera gimo de entusiasmo y verso
como un toro que piafa desde el alma,
por tu causa acosado.
En el lecho fortalezco el derrame,
porque te dejas vencer, sin desplaste
y sumada al mutuo orgasmo.
¡Ay, Circe, seductora!
Con una sonrisa me díste las prisiones.
Con amable palabra me echaste a tus pies,
herido de estocada, como en amores.
Me alcanzaste cuando no lo espera.
Como a león de mansa complascencia abriste
mis quijadas, me ataste con un collar de flores.
Simpática mujer, en recompensa material,
no te soy poco. Venus te dio el Anima
y a mí mismo me pasaste el Animus
y Yin pasivo hicíste de mi guerrero el martes.
Lo que anhelas te doy, no cosa del otro jueves.
Con negación de lo que yo quise
(a mi deber ya no quiero).
Deseo únicamente lo que sea tu deseo
semana tras semana, lloviendo meses
y años, y muchos días de ollas y cantares.
¡Cómo te las ingenias tú, ay no sé,
pasivo yin del Deseo
si todos tus caprichos son los que otros
complacen a tu pedido,
otros, cómo, carentes de Venus!
Con tu hermosura desatas la experiencia obligatoria
que enriquece, o doblega, o encorajina
para sacar el valor de adorarte,
la esclavitud de servirte!
05-02-2005
Publicado en el Grupo Muestrarios 11/11/2009
de CARLOS LOPEZ DZUR
Está postrada allí, fluida, autónoma, volátil
la errática viuda, invisible a los ojos,
lado oculto de muerte misteriosa
y de vida adversa,
pero es la Gran Hermosura:
Y no es justicia del Bien,
ni se describe Bondadosa.
Sigue ahí, tras la apariencia
de lo ilógico y es cotidiano y por admisión...
rehuye la terquedad del negligente, presuroso,
en pos de cosas más hermosas,
pero que son esclavizantes y ultrajables,
por ser meramente adquiribles,
o seducibles, no escondidas...
Pero a la Errática Viuda,
Hermosa, Vulnerable, tú no las quieres
aunque se llame la patria...
Lo valioso y lo bello es unidad de patria,
y el único proyecto, que conduce a Familia,
Pero allí está: fluida, ya no autónoma,
volátil, viuda, sin amigo, ni auxiliar
y sin único amparo, a no ser
el lado oculto de muerte misteriosa.
15-09-2001 / CARLOS LOPEZ DZUR
PARA EL LIBRO ESTETICAS MOSTRENCAS Y VITALES
LA HECHICERA
Asirse, a Circe
Tú, tú, hechichera, me tienes por cómodo bocado
con besos, adormecido encima de tu ombligo.
Del vino de tus lagares, ebrio, atontado.
«Circe, me embriagaste», me ataste
a tierra, agua, aire y fuego.
Ahora tus caricias son como licores,
neurotoxinas de deliquio, tus perfumes...
y olvidé mi casa, mi ruta, el desafío, y ¿cómo decirte no,
dame el regreso, dime quién soy, desátame...
si me encantas?... si me tienes al pie de Tu placer terrestre
fascinado con todos los sentidos como si fueras
ya la plenitud y no lo eres...
¿Qué hiciste pues con mi destino?
La luz es como una penumbra
en la neblina de tu profundo arraigo
y en tus mares, estoy oleado por placere.
¿Qué es Itaca, sílaba lejana?
¿es todavía Ulises / Odiseo / mi nombre?
... porque estoy encantado. Y sobre tus muslos
en apariencia seguro, atacado de suaves manos
y el roce de tersa piel de tus espléndidas nalgas,
retrasado en regresar si es que el regreso lo debo,
anticipado al huir, si es que algún otro rumbo
fue el mío y se me llama desde el lugar que olvido...
¡Ay, cuerpo de Deseos, me gratificas
de Sur a Norte, me satisfaces en los Vientos del Este,
me arrastras a los sórdidos esplendores
de tu Occidente! Energía venérea venciste
a los poros, me sudaste, músculo por músculo,
con la gracias de tus avideces.
Eres el banquete del mediodía
y la lujuria avasallante de la noche,
vino añejo tu saliva.
Salud entreveo en tu casa
con tus apariciones con senos descubierto,
tu vientre y su montículo peludo.
Todo perfume se exhala de tí como lavanda de luna
y jazmín, tu menstruo encendido.
Tu caricia es mi ritmo. Tu corazón en tambores.
Por tu cadera gimo de entusiasmo y verso
como un toro que piafa desde el alma,
por tu causa acosado.
En el lecho fortalezco el derrame,
porque te dejas vencer, sin desplaste
y sumada al mutuo orgasmo.
¡Ay, Circe, seductora!
Con una sonrisa me díste las prisiones.
Con amable palabra me echaste a tus pies,
herido de estocada, como en amores.
Me alcanzaste cuando no lo espera.
Como a león de mansa complascencia abriste
mis quijadas, me ataste con un collar de flores.
Simpática mujer, en recompensa material,
no te soy poco. Venus te dio el Anima
y a mí mismo me pasaste el Animus
y Yin pasivo hicíste de mi guerrero el martes.
Lo que anhelas te doy, no cosa del otro jueves.
Con negación de lo que yo quise
(a mi deber ya no quiero).
Deseo únicamente lo que sea tu deseo
semana tras semana, lloviendo meses
y años, y muchos días de ollas y cantares.
¡Cómo te las ingenias tú, ay no sé,
pasivo yin del Deseo
si todos tus caprichos son los que otros
complacen a tu pedido,
otros, cómo, carentes de Venus!
Con tu hermosura desatas la experiencia obligatoria
que enriquece, o doblega, o encorajina
para sacar el valor de adorarte,
la esclavitud de servirte!
05-02-2005
Publicado en el Grupo Muestrarios 11/11/2009
de CARLOS LOPEZ DZUR
VIUDEZ DE LA HERMOSURA
Está postrada allí, fluida, autónoma, volátil
la errática viuda, invisible a los ojos,
lado oculto de muerte misteriosa
y de vida adversa,
pero es la Gran Hermosura:
Y no es justicia del Bien,
ni se describe Bondadosa.
Sigue ahí, tras la apariencia
de lo ilógico y es cotidiano y por admisión...
rehuye la terquedad del negligente, presuroso,
en pos de cosas más hermosas,
pero que son esclavizantes y ultrajables,
por ser meramente adquiribles,
o seducibles, no escondidas...
Pero a la Errática Viuda,
Hermosa, Vulnerable, tú no las quieres
aunque se llame la patria...
Lo valioso y lo bello es unidad de patria,
y el único proyecto, que conduce a Familia,
Pero allí está: fluida, ya no autónoma,
volátil, viuda, sin amigo, ni auxiliar
y sin único amparo, a no ser
el lado oculto de muerte misteriosa.
15-09-2001 / CARLOS LOPEZ DZUR
PARA EL LIBRO ESTETICAS MOSTRENCAS Y VITALES
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