Wednesday, October 29, 2014

JIBARIDAD, PRIMERA MITO-POETICA DEL FOLCLOR

JIBARIDAD, PRIMERA MITO-POETICA DEL FOLCLOR

            Por CARLOS LOPEZ DZUR

            Hay hombres y mujeres humildes, tipos clasificados, en algunos casos como extravagantes y  pintorescos. A estos que se les atropella con sospechas y menosprecios. Son nuestra gente pueblerina que adecuadamente vista cumple un rol social y creó espacios de empatía y convivencia. Sería justo comprender su dinámica social. Identificarlos bien para así quererlos e integrarlos a la cultura.
            Dispusimos una investigación existencial.
(1)   A los llamados tipos en las tres categorías mencionadas / popular, folclórica, pintoresca / corresponde una convivencia cotidiana con su espacio antropológico, de por si contradictorio, irracional y vital. Pero porque «el mundo se hace para la conciencia, para cada conciencia», estos sujetos son estudiables y, por ende, reconocibles.
            * Al referirlos como tipos no indico que hay tal cosa como un hombre genérico, más bien, al decir de Unamuno, lo que existe es «el hombre concreto de carne y hueso». «el que nace, sufre y muere, sobre todo muere», mas, en la mayoría de los casos, es un hombre atrapado por el encubrimiento y la nivelación, características del mundo público.
            * De este 'hombre concreto / cotidiano' se opina desde cierta distancia y medianía que hace difícil comprenderles su auténtico QUIEN, o su persona. Quienes opinan noveleramente ante el TIPO (cualquiera sea) lo fabulan a través del «SE DICE QUE» hasta convertirlo en un DON NADIE / esto es, un 'quién' impersonal, el se o el uno [das Man].
            * Esta es la teoría básica con la que desarrollaré el tema de los tipos (pintorescos, folclóricos y populares) tal como se valoran desde la plataforma de la publicidad [die Öffentlichkeit], o lo que se dice sobre ellos y, en realidad, oscurece las cosas de su cotidianidad al pretender presentarlos.
            Así, pese a lo encubierto de sus vidas como, o el ajetreo que ocasiona la presencia de algunos de ellos en la calle, no son del todo cosa sabida y ni sus personas accesibles a cualquiera. La riqueza de un personaje de pueblo puede pasar como lo más opaco. Esa es la tragedia de ser DON NADIE / o, mucho peor, EL TIPO COMUN Y CORRIENTE, 'quien' entre el montón de quienes solicita laatencion de los otros y se le asigna un mote y, a final de cuentas, es uno d3 que no se llegará a conocer su verdadero nombre, edad y procedencia, pero su estampa sobrevive en la cotidianidad con un apodo.  Y la cantidad de empatía / simpatía /aceptación / compasión / que se le asigne… Por ejemplo: pasado el tiempo, ¿quiénes saben / o recordarán / el nombre de La Vaca, o detalles realmente humanos, de Guilimbo, Don Lion, Brooklyn, La CarlaMatineé, Brilly, Rita la pordiosera, Wilson, Macuca, Vivo, Pachanga, el Cuida-Carros y La Boba Cuatro-Deos Miguel “Cheveca”, Millán y las muchachas?
* De los tipos pintorescos y populares comprendemos que son epocales, mueren y se llevan sus secretos, dejan sólo su nombre en paulatinas dosis de vigencia y memoria que apenas se recordará, según haya sido el interés del curioso. A veces, por idealizarlos de alguna forma, construimos abstracciones con ellos. Decimos amarlos. Identificamos al pueblo con el personaje; pero un tipo pueblerino no es un logos, sí un proceso humano.
            FOLCLOR SOCIAL: Este ensayo es un homenaje a todos y una manera de entrar en lo representan en la identidad de los pueblos. Es claro que son folclor social. Algunos fueron los aguadores cuando no había acueductos. Entonces, se le vio como imprescindibles, aunque después su función se diluyera y se dijera que son meramente anacrónicos, ¿Quiénes fueron los faroleros, cuanta fue su importancia cuando no había servicio de electricidad? Los cargadores (con mercancía puesta sobre sus hombros y a pie) cuando apenas había carreteros, o vías de transporte expeditas para determinados caminos, los carboneros cuando no había el servicio de gas fluído, los sastres cuando el surtido era escaso en las tiendas y la norma fue la artesanal y propio / los hamaqueros / primera cama de la familia pobre... en fin, no siempre hubo almacenes modernos, pero si gente con una tarea peculiar de servicio. ¿Y qué tal cuando no había servicio de electricidad, o refrigeración, y ciertos alimentos había que entregarlos a domicilio, de mano a mano? De ahí los repartidores de leche y así ciertos combustibles: el carbón... Ahora puede parecernos claro la relación de esos tipos con la gratitud.
            * Para fines prácticos de este libro, se designa TIPO POPULAR a gente que es admirada, se ha ganado el cariño de sus compueblanos y que por ello goza de popularidad o aceptación que les sobrevive hasta mucho después que han muerto. Es como los ya descritos dentro del folclor social: gente útil y trabajadora que han sido pioneros de alguna novedad. U oficio o actividad edificante. En este grupo ni pordioseros ni enfermos mentales.
            El tipo popular ha sido capaz de alguna 'osadía'. O cualidad, socialmente significativa.. Se les admira / acepta por razones que no sean partidarias. Ni sectarias, sino civiles / empáticas. O espirituales, culturales y sociales, El tipo popular puede que tuviese su gran ideal, algo profundo por lo que anhelara ser héroe, conocido o puede que atesorara un sueño como Don Quijote después de viejo y pobre. Puede que encarnara el espíritu de su aldea y que se tronchara el arquetipo de su anhelo. Cada ser humano anhela ser un reflejo de su propia vida y de su propio yo, pero en escalada ascesional / aunque no se pueda con la prontitud anhelada.
            POPULAR SIN SER HEROE:       En cuanto al héroe, las opciones son pocas. Aún así, la literatura se estudia este tipo de sujeto / el hecho del folclor como una historia viva y posible / porque puede que aunque lo acosa el olvido, nunca se autoderrota, pese a su provocada decadencia.
            El folclor de lo heroico no se produjo para ser moda o gesto apogeo, o fenómeno común No está en competencia con otros modos de conocimiento. No es posible hablar de la muerte del folclor como no es posible hablar de la muerte de la historia. Ni de la desaparición del atruismo o heroico o sus mitos, a ratos decaen. William Blake alegó en sus Proverbs of Hell,  que el héroe cultural tiene la «visión espiritual, imaginación, poesía, oculta al entendimiento», que falta al tipo común y corriente. Lo asocia a un origen divino. La razón de ser de este remanente de humanidad, gloriosa y trágica, extravagantemente peculiarizada, es la oferta chocante de su accionar, el milagro de su sobrevivencia en medio de un mundo hostil, con demasiadas penumbras y contradicciones sociales. Quienes a sí mismos se llaman normales, coherentes, exitosos ciudadanos, son los márgenes de su contención, el ser que ellos echaron al olvido. Don Nadie los reprueba y los manda a los infiernos, en tanto los oyentes y aventureros, vecinos con rico soluto, quienes saben compenetrarse y perdonar las transgresiones culturales comulgan con ellos, «en un amor que es la expresión misma de su divinidad» (William Blake) cuando les admiran y buscan. O forman corillo por curiosidad o simpatía.
            Tristemente, por ahora, es el saber de oídas, el conocimiento de segunda mano, que se diluye, se falsifica o mistifica; también es cierto que si el folclor tuvo un creador individual y único, en algún nivel de la sociedad, pasará por la réplica de sus usos y aportes nuevos a ese triste destino. Cambiará y evolucionará, porque el conocimiento que pasa, de boca en boca, sufre muchas mutaciones.

JIBARIDAD, PRIMERA MITO-POETICA DEL FOLCLOR:  En mi planteamiento hermenéutico sobre la jibaridad, considerada como el primer mito del folclor que pasa de lo privado a lo público y de lo público a lo privado, es necesario que la caracterización que lo hizo posible sea el fenómeno que, en su Lección XXVI, Heidegger llamó el destellar («aufleuchten»). Este destellar es lo que permite la visión de la sustentación y su evolución hasta hoy.
            El jíbaro descrito con las características espirituales que el Dr. Manuel Alonso le adjudicara y no sólo por los atributos meramente físicos (color moreno, barba negra, mediana talla, etc.) que mencionara, es el primer interrogado, el hombre preeminente y ejemplar, que contiene el objeto interrogado («Befragte»): el hombre mismo, la esencia. Es Dasein, esto es, persona, ser-ahí, «el ente que hace la pregunta» y «busca la respuesta», la más importante y original de todas las preguntas: ¿Qué es mi ser?
            La fisonomía del ente jíbaro alude a virtuales accidentes del «ser ante los ojos» (Vorhandenheit: palabra con que el traductor de Heidegger, José Gaos, alude a que el Dasein se conduce relativamente, pero no responsable y esencialmente a su ser). Para decir que el jíbaro es el punto de partida colectivo del Da-sein que indaga en lo esencial y entrega tal enseñanza a su país, a su mundo intramundano y circunmundano, es necesario que el interrogador entienda que ser y ente son distintos, pero no están separados. El ser hace que los entes sean entes; pero los entes son por el ser.
            En conclusión, la jibaridad es el mito activo y más generoso de los puertorriqueños. Hoy por hoy, es reconocida como el punto de arranque de la identidad. El ser del jíbaro nos hizo entes que pueden reclamar su destinación o poder-ser en la libertad y en la verdad. Sin embargo, el tipo regresivo de éste puede desentenderse del objetivo señero, la verdad de la existencia, y adoptar sus mediatizaciones. Como ha dicho Francisco Romero en su libro La filosofía de la persona (1935), en su búsqueda del sentido y participación en la historia y la sociabilidad, él puede «enmascararse», «justificarse» y «adquirir consciencia» de su persona, su individuo espiritual, por diferentes vías. Y Jordi Corominas en su artículo La universalidad de la reflexión ética mesoamericana concluye:

... No todos los grupos sociales han percibido o perciben del mismo modo al ser humano y las cosas, ni comparten las mismas emociones ni los mismos deseos. Los grupos sociales se caracterizan precisamente por compartir un mismo régimen de esquemas intencionales, una misma tradición o acervo de recursos simbólicos... El bien y el mal dependen en esta dimensión (de los esquemas intencionales) de cada grupo social. Estos esquemas intencionales están destinados a elaborar una selección entre los bienes y los males elementales que se han de preferir o sacrificar...

            Desde el punto de vista de la hermenéntica existencial, lo que ésto implica es que la jibaridad es también una superestructura clasificativa, filosófico-cultural, que ha sido creada por el hombre común y corriente, a partir de sus previsiones ante lo contingente y los asomos del miedo. El ser del jíbaro prohijó entes que temen y entes que son temidos; entes que aman y entes que temen el destello del amor. Como Alonso adujo en su diseño verbal o escritural del modelo puertorriqueño, ese ser «humano, afable, justo, dadivoso», puede manifestarse a su vez «en empresas de amor siempre variable» y afanarse «tras la gloria y el placer». No significa que siempre ha de ser de ese modo, variable y desorientado; significa que el ser de la jibaridad evoluciona, padece y fluye en un irse-resolviendo-avanzando y se expresa en un ser-no-siempre-todavía.
            Aún surgida de la emisión de juicios de la burguesía criolla, la ideología del jíbaro se asienta sobre un largo proceso histórico y, por tanto, se desprende del reconocimiento objetivo. Es una observación en torno a un tipo de compleja naturaleza, el jíbaro, que fue llevando la continuidad del ser epocal boricua y «lo preguntado, lo interrogado» acerca de ese ser epocal al ser epocal español y, aún más allá de 1868, cuando ocurre el parto de la nación (Lares / Pepino), al presente.
            Los poetas Carmelo Aponte Feliciano y Eliut González Vélez han valorado la experiencia del Glorioso Septiembre de 1868, «lucha que nace en Lares / y se consagra en Pepino» y, de algún modo, en su obra, están comunicando que tal efemérides es señera porque, a partir de ese momento, el puertorriqueño comprende, más allá del término medio, mediano y vago lo que quiere decir ser. Lo que será y sufre por lo que tiene que cumplir y lo posterna. Esto es lo que significa ser tragado por el Monstruo de Don Nadie. Ese es uno de los mitos que, como sociedad, encarnamos.
            Este es el hito conducente a la comprensión profunda del ser de la nacionalidad, no como había sido hasta entonces: homogeneidad lingüística, pero sin organización estamental propia. Un participar en la historia, pero cuyo fundamento, el destino, había sido demasiado esquivo y vago. Ante la finitud de la temporalidad y la comprensividad vaga del ser, transida de opiniones, el historiarse propio de la existencia hacia la muerte y filosofemas creados por el trato cuidado («Dasein Sorge»), la comunidad se solvía, yendo hacia muchas direcciones con otros entes desconocidos, o en ocultamiento progresivo y así, aunque vinculados por destinos comunes, olvidaba lo que tuvo pendiente como avance (para irse-resolviendo) y que, empero, reclamaría ser liquidado y despachado.
            LOS GIGANTES A VENCER: Tras la oposicion social de lo racional vs. lo irracional, «oscuras fuerzas tendenciales latentes en un mundo de misterio» se observarán las víctimas de lo que el encubrimiento y la nivelación, características del mundo público, amenazan y socaban, En esta encrucijada, el ideal de aceptación social se mata o se deteriora. El hombre fracasado no existe sino hay empatía.
            * La perspectiva SE DICE QUE desautoriza al ser anhelante hasta convertirlo en un DON NADIE / esto es, un 'quién' impersonal, el “se” o el uno [das Man], que si nació pobre será aún más desgraciado. Un loco. No obstante, todos los tipos pueblerinos son seres anhelantes que no quiere ser ignorados en el mundo público y más importante, en el mundo del poder-ser-si-mismo.

            Debido a que son las palabras las que codifican los rasgos de esencias ocultas e ideologías veladas, el tipo más generoso entre los tipos, el que más abierto y sensible fue al lenguaje, también ejercitaría los modos existenciales de la insistencia, la sorpresa y aún dispuso de las insólitas osadías hasta liberar los significados, o enriquecer, o abrir en plenitud su perspicuidad. Desde ésta es que clama, o se duele o teme. Mediante la palabra, el habla honestamente manejada, el paisano intenta el rescate de lo que teme perder. Trabaja su folclor y su mitología, una veces falsaria; otras, autentizante.

            Quien en soluto, «en hallarse acordado» («gestimmtes»), familiarizado o abierto a lo taíno o lo criollo, resuelve dar su homenaje, o expresar su nostalgia, llevará la palabra a lo toponímico, querrá enfocar su mirada al paisaje. En la cascada donde murió el soldado Collazo murió una etapa de aversión y en los sectores bautizados con un nombre de procedencia indígena (por su etimología: Cibao, Guajateca, Bahomamey, etc.), el hito se pretende una resurrección de lo taíno.
            ¿Cuán remota es la leyenda de Collazo, como para la perpetuación una memoria, relacionándola al chorro o cascada de ese nombre en el paisaje natural e insertar en el presente una empatía? Si no es leyenda de un soldado, que estaría obsesionado con la noción de algún indio enemigo, será cierto que Collazo se accidentó por causa de la irrupción de un cerdo salvaje en su camino lluvioso?
            El indígena, el corsario y el negro, son otros elementos  inspiradores al desafío de dar empatía a la protohistoria del luto, el disturbio y el miedo en la vida nacional. Sin embargo, en la ocupación cotidiana, en torno a estas gentes, se adquirió consciencia histórica. La leyenda de Collazo. Esta ha quedado como símbolo.
            Con la leyenda de Collazo, la historia de una persecución trágica, muere o se accidenta el perseguidor peninsular del indígena. En este episodio el olvido colectivo es sintomático. Es una reacomodación colectiva a fin de avanzar-resolviéndose. La leyenda se torna en catharsis. Sólo un abrirse o accesarse a esa consciencia, no el fluir del tiempo per se, tranformaría el mundo material y llevaría a una fase superior de desarrollo cultural y espiritual.

            La preferencia por vocablos que sean útiles por su alusividad es transhistórica, porque no es un trato exclusivamente ubicado en el hallarse perceptivo. Es un avenirse en el detenerse «junto-a» que procura el solver profundo y tranquilo: «zu kommen lassen». Y, de hecho, en la experiencia, además del detenerse junto al paisaje, está el detenerse junto a la mujer.
            Tarde o no, el homenaje es bienvenido. No hay una fecha particular que, por definición, sea más apropiada que otra para insertar o engramar un mito o rescatar una esencia por medio de un vocablo y, con la designación y el nombrar, dar referencia y señal de que hubo o hay un proceso con el cual se tiene un pendiente, una irresuelta relación. Basta que sea el día en que se comprenda la deuda, o la empresa ontológica. Con el solver profundo del detenerse han surgido instituciones. Del trato con el indígena, provino una de las más bellas:
            EL HEROE CONTRA «DON NADIE»: No obstante, hay la opinión a la que se aferra el loco cuando es querido. Dice que es el tipo más indicado para taladrar en el misterio porque la auténtica realidad es irracional y cuanto más irracional, más apto es él. En el loco desaparece la oposición corazón / cerebro, fe / razón, sentimiento / entendimiento. Y si de veras es un loco / o ese excéntrico / que anhela «ser-sí-mismo» en lo cotidiano, él y nadie más que él, será el héroe contra el DON NADIE / o quien lo desafia.
            Don Nadie es la fuerza humana / coactiva / del mundo público que demanda del subordinado que no asuma responsabilidad, ya que «todos y nadie somos responsables del por qué las cosas se hacen como se hacen». El héroe va locamente contra la corriente. El héroe es parte del ser humano más hambrienta de ser y sedienta de luz o de soluto. El filósofo Martin Heidegger utiliza la metáfora de Apertura, o hacer cabida / en un abrirse a lo que destella. Hay personas (Da-Sein, que en su ser-ahí) se abren a ideas y recuerdos, a experiencias. A más apertura más liberad. La libertad es la salud espiritual de los héroes.
            Heidegger diría que la locura, en el modo cotidiano de ser es la tendencia a esquivar la onticidad, la coseidad, la factualidad de lo meramente manifiesto;  los locos apasionados / no los meros dementes / desubicados sociopáticos / se deyectan para enriquecer sus vidas  y sus vivencias profundas pueden ser el resultado de los modosd existeniarios de la aversión, la revuelta y desvío. 
            La sociedad tiene mirada objetora y conservadora. Quiere nivelación, juicio trivializador, ausencia de misterio. Se burla del loco y el héroe, lo descree y se ríe de él para que sea como la masa que obedece a una mecanicidad. Lo convoca a ser uno más del montón. Es por lo que «El uno / Don Nadie» / está en todas partes, pero de tal manera que ya siempre se ha escabullido de allí donde la existencia urge a tomar una decisión.
            FOLCLOR Y VULGARIZACION: Ciertamente, no sólo la literatura escrita, el teatro, por ejemplo, es la que fija el mito, privado o social, en el discurso público de una época. La literatura ayuda, pero no determina. El mito es antes que la literatura.
            Es la expresión de un proceso que no necesariamente surge, como ha intentado explicarlo una teoría del folclor que da al mito y su folclor asociado un origen ilustrado. Según esta teoría, el folclor es una vulgarización, o naufragio paulatino, de un conocimiento; pero no es así necesariamente («high origen as the learned class»), que una clase de sabios («Genkenes Kulturgut») haya visto con terror cómo otros moldean el sistema originario de un conocimiento o creencias, a tenor de requisitos nuevos, reelaborados por adeptos.
            Los personajes-tipos (José L. Canet Vallés) son adiciones a la literatura, nacidas de la crítica-social de un autor o creador individual. Son parte de los géneros de fabulación y farsa que evolucionaron como intenciones y acciones burlescas al teatro;  pero el tipo que buscaremos definir es, sobre todo, humano y se inserta en el hallarse comunitario.
            No son de índole similar el tipo-intérprete del arte histriónico que, en el antiguo mundo latino, arrancara de los versus fescenini, que el tipo real del folclor, ya que este tipo delFescennium tuscano constituyó una tradición de comediantes por sueldos en las bodas, otra instituición que lo describe y la función de tales comediantes fue el choteo pesado, el vacilón agresivo: «As performers at merry-makings, (they) used to extemporize scurrilous jests of a personal nature to amuse the audience» (Ronald Boal Williams). Desde muy remotos tiempos, en la tradición literaria, carnavalesca y teatral, se ha utilizado al histrión; pero éste no se ha articulado necesariamente como persona, sino como intérprete momentáneo de un papel escénico u parlamento asignado.
            El Das Man / o lo que de un Fulano de Tal ‘se dice’ / tiene consecuencias políticas, además delas de un solverse sicológico. El mundo público-social funciona viendo al hombre lanzado al teatro del mundo, situado en la tragicomedia del existir. Este es el punto de partida la existencia, el estar ahí como hombre concreto; pero no haciéndolo avanzar, sino en coacción para que se nivele y sea como todos. A los Tipos Populares, de cualquier índole, se llega a me-nospreciarlos, a no ser que estos se encuentren en una zona de protección, al principio periferal, una zona todavía no devorada por ese monstruo del mundo público, desfigurador y encubridor que aún siente la reserva de empatía.
            COMO MENOSPRECIA DON NADIE: La primera vez que se menciona el vocablo jíbaro es con las Coplas del Jíbaro (1814) del arecibeño Miguel Cabrera; pero el primer libro que define el espíritu de provincialismo de los puertorriqueños (y con provincialismo aludiéndose y significándose esa atadura de tierra, lenguaje y alma, que hasta entonces el boricua-criollo había sustentado sin que ninguno, excepto él mismo, hubiera reparado en su deseabilidad y ejemplaridad), se tituló El Gíbaro (1849).
            El Dr. Manuel Alonso describiría al Tipo Común y Corriente de puertorriqueño y la ecología moral de la isla, con las siguientes líneas: «... la bondad del alma, la sencillez de las costumbres, la dulzura del carácter y la hospitalidad de sus moradores... (...) vivo de genio...» Añadió, en su retrato del jíbaro, como una relativa virtud: la sensibilidad para la añoranza. Este ser, tan presto a la nostalgia cuando está ausente de los seres queridos, o tan evocador de los pequeños detalles, por su sentimentalidad, es el Dasein (hombre / mujer) que abunda en el país. Son sus paisanos que aprecia y respeta, pese a que también tiene defectos.
               «... ¿Quién es el que no desea volver a ver a sus padres, sus amigos y allegados,
               los compañeros de sus juegos infantiles, la casa y los muebles cuyas señas
               recuerda uno tan bien cuando está ausente? ¿Quién es el que no suspira por oí
               aquella campaña que le llenaba de tristeza a la hora de ir a la escuela y, de

               
placer, la víspera de un día festivo?»
Gente de esta catadura es el Compadre Pepe, uno de los tipos más nobles que él describe en sus estampas. El Compadre Pepe fue acaso el prócer José Julián Acosta, alguien que como Alonso previó los peligros de la escribiduría y la frivolidad novelera. Ambos tendrían por lema:
            Lo que no pienso no digo / ni escribo lo que no siento.
            Por desgracia y en adición, hay el tipo negativo de Don Nadie, el que vale llamarse el regresivo Hombre Común y Corriente. Este incomoda al grueso de los paisanos. Suele ser un mal emisor de juicios y, sobre todo, malagradecido. En el romance satírico, titulado Al Sr. José Julián Acosta, publicado en 1879, en el Almanaque Aguinaldoestán descritos los tipos que a Alonso cayeron en poca gracia durante su vida. Comenzó con la presentación de los Viejos Verdes o Enamoradizos:

               ¿De amores? Un vejestorio
               con abdomen reverendo y canas,
               ¡salir ahora con piropos y requiebros a las chicas!

            Los copleros son tipos que el Dr. Alonso colocó entre los negativos, pobres diablos, aburridos entre las cáfilas de los Hombre del Montón. Mentirosos, mal consolados, a los copleros falta genio. Escribirían por vanidad y por presumir que son alfabetos y letrados en una sociedad de privilegios y de rezago para las mayorías. Hijos de la escribiduría, estos copleros a los que burlara constituyeron una exigua parte de la pequeña burguesía presuntuosa, intelectualoide y conservadora, que se daría aires de inflado culturalismo. Una crítica a los poetastros maniáticos, cuya octavas, quintillas, albergan versos sin sustancia, es la siguiente:

            
Y maldigo a los copleros
               que ni a las obras de Dios
               tienen el menor respeto.
               ¡Que manía de escribir!
               ¡Qué flujo de versos impresos!

                                             ***

               Aquí para todo hay Vates;
               pero ¡que vates! Yo pienso
               que los produce a millones
               el más árido barbecho.
               `Suden y giman las prensas
               que ésta es la patria del Genio.


            Sucesivamente, a lo largo del romance, el Dr. Alonso criticará a las prácticas y vicios normativos tipos del Espiritista (porque proliferaron en la época) Chismoso,  Espíritu Público, Bailadores,  Envidiosos, CobardesAvaros y el espíritu de Venganza Explotación.

            El tipo común y corriente es uno que ya no cree en sí mismo y que necesita adoptar al Uno, al Don Nadie; al hacerlo, él miente siempre. Nada pareció al autor de El Gíbaro más adecuado para desenmascar el supersticioso y el falso espíritu del Don Nadie que los espíritus socarreros. Este trozo del romance fue su descripción de la falsa procuración de la esencia epocal.
            Cada espíritu descrito corresponde a un inauténtico y falso poder posibilitador.

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