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Si el yo es una determinación del Dasein,
A mitad del camino de la vida,
hallé la erranza, selva oscura.
Una que pudo ser un monte de palabras,
una casa en el soluto de temporizaciones.
Bajé al desfiladero creyéndome
un viajero de Florencia y poco menos que dios.
En algún instante santo y pío,
soldado mortificado por las muchas miserias.
El lobo que en la estepa aúlla
e imagina su Ultratumba por capricho.
Añora el cielo purificador
y las danzas con Beatriz,
la ninfa del estero.
En algún paraíso la quise hallar,
añorándola también como los viejos zorros.
¿Dónde fui por quererla con incrédulas palabras?
Allá, donde aún se lamenta y se adeuda certidumbre,
donde el clamor se vuelve salvación y rito.
A mitad del camino de mi vida,
te hallé y eras el ritmo de mi propio corazón
y eras el movimiento y afán por desarrollo necesario.
Eras mi noche en la pupila y tú, que pegas en mis ojos,
Beatriz, y yo yendo, avanzando, resuelto
con soberbia; así te ví y supe lo que existe.
«Baja al charco donde no hay ambición desmesurada»,
me dijíste, «que tu cabeza sea como un pez
nervioso, manso, huidizo de ese Yo
despótico y dogmático».
Cada encuentro con el encanto misterioso e inefable,
que vuelva a comprenderse desde las aguas
del puro movimiento y no sea sangre
ni empeño de dominio.
Entonces no sería un pez
en el fondo del pantano.
El miedo de perderte fue
la amenaza mayor urdida por los otros.
6-12-1978
*
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A Dante Alighieri, viajero de
Florencia y Beatriz
Si el yo es una determinación del Dasein,
entonces debe ser interpretada
existencialmente: Martin
Heidegger
A mitad del camino de la vida,
hallé la erranza, selva oscura.
Una que pudo ser un monte de palabras,
una casa en el soluto de temporizaciones.
Bajé al desfiladero creyéndome
un viajero de Florencia y poco menos que dios.
En algún instante santo y pío,
soldado mortificado por las muchas miserias.
El lobo que en la estepa aúlla
e imagina su Ultratumba por capricho.
Añora el cielo purificador
y las danzas con Beatriz,
la ninfa del estero.
En algún paraíso la quise hallar,
añorándola también como los viejos zorros.
¿Dónde fui por quererla con incrédulas palabras?
Allá, donde aún se lamenta y se adeuda certidumbre,
donde el clamor se vuelve salvación y rito.
2.
A mitad del camino de mi vida,
te hallé y eras el ritmo de mi propio corazón
y eras el movimiento y afán por desarrollo necesario.
Eras mi noche en la pupila y tú, que pegas en mis ojos,
Beatriz, y yo yendo, avanzando, resuelto
con soberbia; así te ví y supe lo que existe.
«Baja al charco donde no hay ambición desmesurada»,
me dijíste, «que tu cabeza sea como un pez
nervioso, manso, huidizo de ese Yo
despótico y dogmático».
Cada encuentro con el encanto misterioso e inefable,
que vuelva a comprenderse desde las aguas
del puro movimiento y no sea sangre
ni empeño de dominio.
Entonces no sería un pez
en el fondo del pantano.
3.
Beatriz
siguió danzando.
Esta vez estuvo fuera de los pozos.
¡Tan feliz me sentí que pensé.
Esta vez estuvo fuera de los pozos.
¡Tan feliz me sentí que pensé.
¡Ay
dichoso yo! mi ser de azogue,
encantado en
plenitud, tan vivaracho!
Entonces, vino la fiera de la Envidia
para atormentar esa alegría.
Con puñales me cercaron.
Y quise ser un soldado nuevamente.
¡Es que la Cura se manifiesta en el Besorgen!,
me dijo. Los cuidados necesarios
mientan a los otros: Eres, al fin y al cabo,
ser-en, ente con tratos
con lo que son-ahí.
Entonces, vino la fiera de la Envidia
para atormentar esa alegría.
Con puñales me cercaron.
Y quise ser un soldado nuevamente.
¡Es que la Cura se manifiesta en el Besorgen!,
me dijo. Los cuidados necesarios
mientan a los otros: Eres, al fin y al cabo,
ser-en, ente con tratos
con lo que son-ahí.
Ni
en el infierno! ¡estaremos solos!
Somos lo emergente.
Somos lo emergente.
4.
El miedo de perderte fue
la amenaza mayor urdida por los otros.
Beatriz,
te imaginé arrebatada nuevamente.
Ida, tragada en nueve cielos móviles
de Maya, y dije: ¡Te he pedido,
finalmente, para siempre!
Te hundiste en el Empíreo inmóvil
donde ya no se puede codiciarte.
«Esta es la fiera impura; no te engañes.
Que no creas que te amo si te amo.
No me codicies más, hazme libre.
Voy a estar en tus voces, no en tus egos.
No vivo en las selvas del capricho.
Vivo en la sustancia de tus necesidades».
Ida, tragada en nueve cielos móviles
de Maya, y dije: ¡Te he pedido,
finalmente, para siempre!
Te hundiste en el Empíreo inmóvil
donde ya no se puede codiciarte.
«Esta es la fiera impura; no te engañes.
Que no creas que te amo si te amo.
No me codicies más, hazme libre.
Voy a estar en tus voces, no en tus egos.
No vivo en las selvas del capricho.
Vivo en la sustancia de tus necesidades».
6-12-1978
El venenoso vino del Olvido innatista
«No, no vayas hasta el Leteo, ni exprimas,
de las fuertes raíces de la árnica, su
venenoso vino»:
John
Keats, Oda a la Melancolía
Ahora que tienes el Yo innato, te envaneces.
Crees que bastaría lo empírico, adquirido,
tus vísceras de activo narcisismo.
Tienes el Qué que tal vez ni querías.
El mecanismo para jugar al 'Existo'.
Antes fuiste mezquino, melancólico...
conformista con el qué y el cómo de los
hechos,
pero... formulador inhábil del por qué
y todavía te pregunto: ¿supiste ya
de otros rumbos y el dónde
que te brinda su espacio? ¿supiste
del Saturno y la Guadaña que doma
a los dogmáticos que beben
de las raíces de árnica
las delicias del ego?...
01-08-2002
El
escéptico
Decías: «Es más grande mi duda que el abismo».
En este trecho final, en descontrol llegaste,
te lanzaste en balsa a vorágines
de desconocimiento, baboso constructor
de propagandas de plácemes
y aún, tu Yo falsario creyó del proceloso mar,
la sola imagen de la Nada amarga
que dejaste, y ahora... el nihilismo
de Jeshván y el Abbadón del extremo.
A la muerte vas y dudas
que el Yo innato te bendiga:
«No entregará la idea del infinito.
La sustancia no tiene su por qué
ni yo creo en otra cosa que
en supuestos evidentes
por sí mismos... Esta basura de mi yo es
lo único que tengo y, al parecer,
es lo único posible que nos sirve».
03-08-2002
Del
hervor amargo de su ruta
Aquí, en Mar Jeshván, hervor amargo.
Aquí, hacia la Estigia va con Caronte el
Barquero.
Le acompañan las modestas almas
de la masa, obedientes y obstinados milicos.
Se aferran al poder terrenal que conocieron
y no por vida nueva, van por lo mismo.
Como cuando clavaron su aguijón
con violencia innecesaria,
como cuando llegaran aquí, a Jeshván,
con su vieja perspectiva de lo blanco y lo
negro.
Vienen a multiplicarse, ya anunciaron,
y a seguir en impulso su noción de ser.
al fin de cuentas, inventar al enemigo.
Su grupo no da treguas
ni hará migas con ningún otro:
el mundo es siempre su mundo oscuro
y para su beneficio... es uno profanamente
desperspectivado. yoico, univiario.
Viajan en barca de infierno.
Estas semillas del humano-escarabajo
de la abandonada esfera.
Gentes cuyas emociones se espesan.
Apenas fluyen y en agua de Jeshván
su barca
sobre la Estigia
no avanzará con la prisa
de remos que forjan marejadas.
Al final, se abisman contra orillas extremas.
Se atoran en cañocales entre sus excrementos
y golpean
accidentes y límites del tránsito.
Entonces expiden su olor nauseabundo.
10-08-2002
El
Hombre-Escarabajo
¡Qué apetencia de poder y control
a toda costa tiene la colonia
del Hombre Escarabajo,
al que la muerte atrapa y conmina!
No es la merecedora, Caronte la aborrece.
No es la mejor auspiciada... el demonio
la ignora, pues no se aferra al tikún
ni busca un centro. El equilibrio,
el resplandor, la estrella de su noche.
Es como quiere ser, controladora,
y terca, la que no cambia,
y alma que ostenta desde su venganza,
su compulsión de cizaña,
obstinado odio-amor.
Y no ha sabido vivir con tolerancia
ni dejar ir a quien no lo ha querido.
No perdona. Y quiere perpetuarse.
De nada vale su intuitivo poder,
su sexo intenso, si no navegará
por rumbos de transformaciones.
03-08-2002
El exterminador
Opis dicta est coniux Saturni per quam
uolerunt terram significare, quia omnes
opes
humano generi terra tribuit. (Festo 203.19.)
Ante ojos y sentidos del Yo sensual
(vivarachos y ebrios de Opalia y Opiconsivia),
fragmentaré el poder de esos ojos
almas que urgieron ley por causa de empirismo.
Ahora que se regula, se especula todo,
y la probabilística de cifras se cargan
al matemático conteo, fragmentaré esos
sentidos,
ante el Caelus
de remotísimos Titanes
y galas de uranofobia. Envíaré al que pone
fin y destruye, o refrena o acaba.
Ante la hembra que elija el enviado,
para su cetro ctónico, daré una espiga de trigo
y será administradora de la justa abundancia.
A su esposo daré la Guadaña, mi decreto
para fragmentaciones. Arbitraje
que refrene al sensualismo...
Es el antiguo mandato que recibiera Cibeles,
la Tierra misma, al residir en el tellus de los límites,
Fui quien puse una hoz en la mano de su hijo.
... porque el Yo sensual se volvió vivaracho
sólo pendiente a Opalía. Y sus ojos y sus sentidos
ebrios, egoístas, codiciosos, traidores.
Esta será la ley de quien bajara al Lacio,
bienvenido por Jano, rey de mortales
e instaurador de la Gran Saturnalia.
Va el exterminador cubierto por un velo...
Y como su barba larga y blanca
se extenderán sus años,
se curvará su espalda por tal peso,
cifra de tiempo indeterminada
para su existencia. Como la muerte
ha de llevar la guadaña en mano.
¡Pobres de los mortales que no lo obedezcan!
28-08-2002
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