Poema
Guillermo Henao (Desde Medellín, Colombia. Especial para ARGENPRESS
Oh sí; después de in-comprenderte
aprenderé contigo cuántas cosas.
Y cuando in-fiera que me dejas
o me convenzas de que jamás te he conocido,
no saciharé tus aguas salpicadas de ti,
de las mías y tus briznas.
Alcanzoharé periódicos sub-idos a una mesa,
tus fugas a través de callestelescopios
y podrás golpearme con una voz aún desconocida
o ponerme en acecho de lo hecho.
Pues cada vez que enciendo mi luz negra
y columbro lo que en tu mano alumbro,
no me verás,
no me tendrás entre tus aspas.
Te indicaré tu variable ubicación,
el desplazarse hasta el morir de algo miotuyo
y en-tenderás
en este inserto día
en el que aún no me he internado
-mas ¡ay! cuyos arbustos cortaré-,
al ponerte de pie, al ponerte de orgullo y menos-precio,
que no nos comprendimos y que llegó el atar de ser.
Oh sí; después de in-comprenderte
aprenderé contigo cuántas cosas.
Y cuando in-fiera que me dejas
o me convenzas de que jamás te he conocido,
no saciharé tus aguas salpicadas de ti,
de las mías y tus briznas.
Alcanzoharé periódicos sub-idos a una mesa,
tus fugas a través de callestelescopios
y podrás golpearme con una voz aún desconocida
o ponerme en acecho de lo hecho.
Pues cada vez que enciendo mi luz negra
y columbro lo que en tu mano alumbro,
no me verás,
no me tendrás entre tus aspas.
Te indicaré tu variable ubicación,
el desplazarse hasta el morir de algo miotuyo
y en-tenderás
en este inserto día
en el que aún no me he internado
-mas ¡ay! cuyos arbustos cortaré-,
al ponerte de pie, al ponerte de orgullo y menos-precio,
que no nos comprendimos y que llegó el atar de ser.
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