Tuesday, November 3, 2009

Noviembre 15 / Núm. 46 / Orange County



Juan Rulfo: Narrador mexicano. «Nunca en el comercialismo».


CONTENIDO 46

Eduardo García Aguilar
Consejos inútiles para escritores bobos

Claude Roy
Algo de Realidad

Carlos López Dzur
Frag. de novela / El arma homicida
Masturbalia del Homo Oeconomicus
La oscura realidad

Horacio Mario Aguilar
La página en blanco
Evoluciones
A una mujer
Cuando llegue el tiempo
Búsqueda
Deshilvanando

Sobre su obra y persona:
In Memoriam: Horacio Mario Aguilar

Fanny G. Jaretón
María D. Fischinger

Francisco Ayala
Toda una vida de escritor

Daniel Alarcón Osorio
Rostros

Lynette Pérez
Los rostros
Carta abierta contra la censura

Jorge Etcheverry
Nota sobre Hermanando poetas y fronteras
Los poetas y el vino (con menciones)

Rubén Vedovaldi
Buen día

Rosa Berenice Contreras
Promesa
Lamento

Extor Henrique Martínez
El chupapollismo de David Huerta
Lacras preceptoras de la lengua

Beatriz Saavedra
Naufragio
Tu nombre sin sustancia
sin título

Luis Alberto Battaglia
Sabía

Liliana Teresa Chávez
Extrañeza
sin título

Eliana María Maldonado
Autobiografía
Thanatos
Diosa de la ciudad

Marcos Reyes Dávila
A los que participaron en el Festival de Poesía en Puerto Rico -2009

Fanny G. Jaretón
Carta

Javier Monroy
MI CADAVER IN-FAVORITO - lápida desiderata (r)

Revistas amigas

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*

Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes: «Le entran al juego y su publicidad».

Eduardo García Aguilar (Colombia)
Consejos inútiles para escritores bobos


La devaluación de la palabra ha llegado a tal nivel, que no es vano preguntarse si escribir tiene todavía sentido y si la literatura es sólo un oficio comercial e industrial que pasó a la historia, en tiempos de imágenes y competitividad desbocadas. Los autores de hoy están avorazados por obtener premios y subir a los podios como reinas de belleza y obedecer mansos a las órdenes de los editores que planean en sus oficinas olas sucesivas de novelas históricas, autobiográficas, policiacas o sobre temas de autoayuda para amas de casa. Y para sostenerse en la efímera pasarela del cabaret, el autor produce a destajo obras cada vez más vacías y ridículas.

Hoy un autor discreto y profundo como Juan Rulfo o Elías Canetti sería impensable y a cambio tenemos que soportar cada semana la risa Pepsodent de Mario Vargas Llosa o Carlos Fuentes con sus cien doctorados honoris causa y el premio semanal. El silencio es un pecado en tiempos de literatura espectáculo, donde reinan las obviedades y los temas correctos y perfumados de historia patria, cuando no el fácil escándalo autobiográfico para asustar monjas. Y para sobrevivir en la farándula, el escritor debe volverse el perro faldero e inicuo de los poderosos y de los grupos de influencia mediática.

Todo comenzó con las tabletas de los grandes imperios perdidos, cuando funcionarios y sacerdotes plasmaban jeroglíficos sobre un barro que luego, ya seco, viajó milenios hasta nosotros. Es saludable observar esos escritos de piedra en las estanterías de los grandes museos que nos hacen viajar hacia los tiempos de Babilonia, Nínive o Alejandría, para entender el olvido y la pervivencia simultánea de esas voces lejanas. Nada tan impactante como la observación del pequeño escriba sentado de Egipto, expuesto en una sala del Louvre, que nos maravilla e interroga siempre desde su época con la ignota mirada. Esa figura me fascina desde la escuela, cuando la descubrimos en viejos libros de historia que mirábamos durante horas con sus figuras borrosas de grandes templos y ciudades milenarias desaparecidas en el cataclismo del vasto Oriente Medio, de donde provienen casi todas las cosas. El escriba esta ahí, perfecto, silencioso, con sus ojos de vidrio insondables, imagen del letrado que nos viene desde el más profundo pasado y del más allá. Hay algo en él que resume en su gloria la labor de quienes escribían sobre papiros o cueros para la eternidad o el olvido.

En el mundo egipcio, la escritura impregna todas las enormes superficies de los templos y las criptas selladas. De ellos nos quedan muchas cosas gracias a las arenas secas del desierto y tanto o más tuvo que haber en otras civilizaciones borradas del mapa por inundaciones, incendios o guerras en las interminables rutas del Extremo Oriente.

Lo que ha llegado a nosotros es ínfimo fruto del azar. Del escultor Praxiteles sólo tenemos copias de sus obras inolvidables. Y de Sócrates, sus palabras rebeldes nos llegan a través de su discípulo Platón. Ellos existieron e hicieron parte de la obra colectiva del hombre en su larga aventura, después de milenos de ver amanecer y atardecer y atestiguar las acciones de la muerte, la enfermedad, el poder, la gloria, la derrota y el olvido. Con los clásicos de la filosofía y tragedia griegas es suficiente. Esquilo, Sófocles y Eurípides dijeron todo lo que había que decir sobre la aventura humana. ¿Entonces para qué escribir hoy banalidades y creerse el cuento?

Muchas de esas voces colectivas quedaron para siempre en los libros sagrados que hoy por fortuna se leen en todos los puntos cardinales y nos impactan con la misma fuerza que hace milenios y nos iluminan como en tiempos de anacoretas y guerreros. ¿Qué misterio hay ahí en esas obras que siguen firmes pese a los progresos de las ciencias y los avances y retrocesos de la razón, que todo explica y desmenuza? Hay gran belleza en esas palabras antiguas, en los libros de viejos filósofos que como Lucrecio trataron de entender el mundo y sus misterios con una voz llena de poesía que está viva tiempo después de la caída del Imperio Romano, el de Pompeya, a la vez tan lejano y tan cercano que nos prueba lo poco que el mundo ha cambiado pese a las nuevas proezas técnicas.

Lucrecio y Propercio han sobrevivido y una escasa cofradía de hombres de hoy accedemos a ellos y los disfrutamos. Somos la minoría y qué importa. Es preferible pertenecer a la minoritaria cofradía anacrónica que ir entre el rebaño de los lectores de best sellers.

¿Para qué escribir entonces hoy? Los escritores milenarios lo hacían por otras razones. Grababan ideogramas en esos papiros para nada y para nadie, sin imaginar que un día estarían tan cerca de quienes habitamos en el mundo tres mil o cuatro mil años después. Los motivos de la escritura presente son tan deleznables que uno se pregunta por el sentido de escribir hoy y perder el tiempo leyendo contemporáneos.

La pulsión actual es competitiva, comercial, vanidosa, corroída por la envidia y la emulación, y el individualismo del éxito y la vanidad patética llevan indefectiblemente a endiosar a escritores payasos y a olvidar a quienes están lejos de los tronos y los corredores del poder y cerca de la ebriedad y la locura como Sócrates y Diógenes en su tiempo.

En la guerra el héroe arriesga su vida, pero en la literatura y la escritura de hoy nadie arriesga nada. El escritor de hoy está equivocado porque busca izarse en un podio de dólares y volverse estatua de pacotilla para una corte de ilusos. ¿Para qué escribir hoy si nos hemos olvidado de que todo es olvido y que no quedará rastro de tantos libros y textos lanzados en la red? Todo será sólo la voz colectiva de una época.

El escritor como individuo, el que surgió en la era moderna, se ha ido para siempre en el remolino de la proliferación. Volveremos a los libros sagrados, donde la voz no tiene autor ni estatua. La palabra hoy es sólo polvo, ruido y viento. Y como diría nuestro poeta Porfirio Barba Jacob, es sólo «Polvo de Pericles, polvo de Simón».

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Ilustración: Arthur Rakham, Alice in W.

Claude Roy
Algo de Realidad


Te acuerdas, Loleh, en Alicia en el país de las maravillas,
Tweedledee cuando explica a la niña
que ella existe sólo porque el rey la sueña.
Si el rey se despierta amenaza Tweedledee ¡bang!
vas a evaporarte como cuando soplamos una vela,
pero es verdad que existo, dijo Alicia llorando
Está también Platón, su historia de la caverna
y Chuang-Tzé que sueña que es una mariposa
y se pregunta a sí mismo cuando despierta si no será
una mariposa que sueña ser Chuang-Tzé.

Está además Descartes, y la posibilidad de que todo no sea
más que una jugarreta de un genio malo, y el otro,
el irlandés que querría despertarse por fin
de la pesadilla de la Historia.
Quizás después de todo yo sólo he soñado
que camino junto a ti, si sueño que te amo,
si sueño que soy yo que sueño que tú existes,
¿quién se despertará al final de mi sueño?

Pero el viejo sabio chino sonríe dulcemente
me sosiega, yo podría aceptar la idea
de que nada bueno me hubiese ocurrido nunca de verdad,
pero que Loleh no haya existido encuentro la cosa improbable.
Sí, tú estás aquí y el viejo maestro chino murmura,
si no existe nadie más que yo, no existe nada de mí.

Claude Roy

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Carlos López Dzur (PR)
Frag. de novela / El arma homicida


A parte de la conciencia y de lo percibido por ella, no hay otra clase de seres o realidad sustancial, extramental. Dios es el orden y la coherencia de esa realidad sicológica, dadora del ser: George Berkeley

Pensé que yo entendería mi ser, cualquiera sea el aspecto y el cimiento ontológico desfigurado de tal, antes que Jeremías. El fue / es / para la muerte y trata de informar que ya comprende. Se me adelantó sin señales. Murió trágicamente. Violentamente. Sin aviso.

¿Homicidio? ¿Fue suicidio? Un proyecto desigual. El consentía al ser más que yo; empero, fue apurón como el descocado estudiante de química que fue. Yo, todavía estuve con mis ideas pasivas, más abstractas, pero feliz en el pantano.

Fuimos amigos. Extraños amigos. Nos odiábamos a güevo, literalmente. Pero fuimos amigos...

Con su novia no pude platicar sobre Berkeley. Ni con él. Para ella, él es el nombre de una calle. Nada más. No entienden de que se trata la existencia de un filósofo. Siempre tuve deseos de compartir algunas de mis ideas sobre Berkeley con los dos, gente más cercana a mi vida y fue pedir peras al olmo pero, ¡qué casualidad! el apartamento de Jeremías estuvo en la Calle Berkeley. Colonia Polanco.

El se sentó allí y Cèline donde está parado usted.

Te escucho: ¿quién es el mentado Berkeley?

Es un amigo que dice que el mundo material no existe. Es decir, la esquizofrenia es general. Por eso, Jeremías, estás tan demente como yo y también tú, primita.

¿Me creerían? Por las carotas que pusieron, grrr... No sé y no me importa.

Cierto día Cèline fue a mi casa en Coyoacán. Pidió que le prestara un libro de Berkeley porque dijo que tenía miedo de no existir. Lo presté. En fin, no creo que lo haya leído. Tampoco me devolvió el libro. Ni lo pedí. Ya no creo en Berkeley. Ya no creo en ella. Ni creo en los cuentos de Carroll, el pedófilo inglés que se inventó a Alicia en el país de las maravillas y, por un lado, la Alicia de mierda corría detrás del Conejo blanco de las pendejadas y, del otro, se reducía de tamaño cada diez minutos.

Tal vez medité que a la chava mugrienta sucedería lo que a Alicia en el país de los delirios y paraísos de Carroll. El síndrome de la Alicia displástica.

«What have you got against me?», recuerdo que Jeremías me preguntó.

Me obsequió el odio tan grande como el que yo le tuve y callé.

Cuando te gusta la vieja de otro, odias, envidias, alucinas y traicionas al mismo tiempo. Tanto alucinamos, aún con fingida amistad, que nos hicimos la guerra. Nos tirábamos huevos pudridos en la Ibero, uno al otro y yo tuve una mejor puntería. Lo que sea de cada quien. Nos expulsaron a los dos, ¿me cree? Teníamos las paredes hechas un desastre. Un desgüeve. Ese exceso de violencia lo recuerdo.

Fue la primera vez que me trataron como a un delincuente; a mí, que soy un santo. Gente de silencio y de paz.

Pregunta usted: «¿Tengo alguna idea de qué impulsó a Campas al suicidio?»

¿Qué tal si supongo, no por complicar las cosas, que aquí ha ocurrido un triple asesinato? Antes de que un pájaro negro produjera el asesinato de Jeremías, el occiso tuvo planes de matar al pájaro. ¿Qué tal si yo produjera para el uso de Jeremías una serie de herramientas letales? ¿Hice con mi conceptualización su móvil criminal? ¿Qué tal si que tal se quetalizara? Se lo dejo de tarea.

Investigue usted que es el Dick Tracy de esta memgambrea...

Todos actuamos por impulsos, ¿o no? Alguna vez sabremos que achaques quiere la muerte para llevarse al difunto y que el ser que no nace jamás, pues ya nació calavera. Y sabremos que no todo lo real es racional. Precisamente, mi obra gloriosa no está determinada por el pensamiento o el racionalismo unilateral. «Nihil est in intellectu, quod prius non fuerit in sensu».

Pasadas unas semanas, Cèline me contó que Jeremías se dio un pasón, pasonsote con tamaños zapatotes, murió el cabrón. La droga no perdona y, por última vez, él la sedujo. Le comió las nachas, antes que el cuerpo le desapareciera, berkelianamente dicho.

Ella estaba arrepentida de aflojar el horno, pobrecita... porque estuvo enamorada de mí y Jeremías ya lo sabía.

Era virgen, indecente, calenturienta, pero vírgen en ese entonces. Se peleaban. Ella quería ser virgen por un rato más. O por chantajearlo y conservar para el amor algún misterio o no irse en apurones por el mundo, se hacía la apretada para ese momento de joder y recibir el aguayón torneado.

El libro de Berkeley que presté a ella les desquició a los dos más allá de lo que yo había esperado. Yo estaba negando el mundo, por la boca de un santo. Asesinando lo real. Hay distintas maneras de matar. El libro de Berkeley fue como un puñal.

O sea, si terminaron fue por culpa de Don Nadie, quien habla berkelianamente como si realmente no existiéramos. El tomó al ser por invención y, como siempre. Berkeley asesinó a Jeremías, diciéndole: «No existes. Tú ni a pájaro negro llegas».

Tanta culpa tiene el que mata la vaca como el que le agarra la pata. En cierto modo, dí el arma homicida. Puse ideas matadoras en la mano de ella y él.

¡Es que yo también la quería!

Indice: Berkeley y yo

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Masturbalia del Homo Oeconomicus

Ustedes se masturban con la fe
[tan pragmáticos que se pintan en nombre
del Homo Oeconomicus y se consuelan
con el dogma de una posible maximización
de la satisfacción social]... eso sí es fe;
fe en abstracto.

Yo soy más burdo, en mi sistema de preferencias dado,
en las curvas de indiferencia, ni pizca de fe
pongo en condiciones de mercado
y digo como Pareto: la satisfacción,
social o individual, es un mito
y los mitos no se comparan ni se miden.
Se viven o no. Yo no los vivo.

Lo más cercano a una medición
sería un orgasmo sucesivo de minutos
y yo vivo, sin orgasmar, si orgasmar es fe.
No me queda más remedio. No me miro en la dicha.

Es maginitud ordinal e íntima,
que uno se diga satisfecho y magnifique
intimidad; y la vea uno y la vea otro.
Aquí es cuando la miseria mata las satisfacciones
y ya ni queda otra cosa que fe,
orgasmo miserable, tardío, desilusión
por tan aislado amor, tan mutuamente incrédulo
y unos rezos sobre ese cadáver que se llama
distribución de renta, presencia de justicia,
cuerpo presente de riqueza anhelada.
Ternura, orgasmo pleno.

¿Quién te dijo, Bentham, que los hombres
son en esencia iguales, comparables,
en puridad satisfechos, cómo?
si todavía no dan los que tienen
a los desposeídos, ¿cómo?
si se quejan los acaparadores
cuando le quitan algo...

¿De qué jaladas hablarán cuando mencionan
la máxima satisfacción posible
y la igualdad esencial,
si no hay orgasmo, no lo hay,
ni orgasmo ni fe, de qué hablan,
de qué traperos cinco, Manotas,
con qué gráfico de fe se limpiarán el ano
o secarán sus dedos?

05-12-2000 /
Estéticas mostrencas y vitales / Carlos López Dzur

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La oscura realidad

a Nefta MS, Alpha Geek,
miembro de la Mara Salvatrucha

¿Será verdad que mientan al mundo en que vivimos?
¿Seré yo quien estoy equivocado?
... porque yo los veo, con ganas de entenderlos,
y ellos, no. Me ignoran si les hablo.

La cultura y la identidad, ¿qué les importa?
Están a ras del taburete de sus vidas, improvisados
en un cielo, donde lo que impera es el falso paraíso.
Las ganas de matarse y matar después de la fatiga
porque están amped out, desgastados
con anfetaminas y, aún en la juerga,
la emoción es la droga de combate.

Ellos mismos lo dicen: Todo lo que existe es remezón
de nalgas, pingas en remeneo; la vida es el baile del perrito.
La vida es loca. La locura es vida. El mundo, reventón
gigante, raggaetón, y uno el mamey,
casi el tonto en la estafa de cualquier perromuertero.
Uno por villegas, se la mara, se trucha,
se malea, se dispara como pistolita
en el salón de los ghettos.

Este es el mundo, culo-en-tierra, cosmos
hecho a retazos con cualquier desperdicio.
Lo llaman la Realidad Oscura, pinchimundo.

Y en ese ahí provisionario, ellos sueltan el as
(tengan o no tengan, espadas) porque la vida engaña.
Es breve. Quien no se pone verga ve
cómo les roban todo gozo. Cuerpo, lo que les queda.
Ya no hay alma. Se tiene que morir en la batalla.

¿Será verdad? ¿O soy yo quien me equivoco
al ver lo que ellos hacen? Están ordeñando ratones.
Derrochando recursos (o haciendo gran esfuerzo)
para beneficios desproporcionadamente menores.

Al que más sabe lo llamaron Alpha Geek.
Técnicamente es el chaka, siempre
es el más hijo de puta, el que no admite
que es muermo, aburrido coñazo. No.
Aunque sea el más cutre no se dice chopo;
ignora que es un naco y la opinión de otros
se las pasa por los huevos.

Hasta su propia vida importa tres cojones.
Yo sí me corto, me da pena.
Dialogo en vano a este fraterno, desperdiciado pueblo;
siquiera doy la talla de su artista en patadas;
yo no asusto a ninguno, me imagino.
Lo que dije se predicó al desierto.

Esta juventud tiene un problema. Y es la mayoría.
Es tan impulsivamente consumista. Se aliena al punto
que ya no chifan y en vez de amor, más bien,
a todo agreden, hasta a la niña preferida de sus ojos.

Se fueron de la tierra que los parió, ni modo.
No quieren madre ni paisaje; lo autóctono
que mamaron como a leche amarga les sabe.
Y son unos nacos, cutre, chopos, vendepatrias
y malditas instituciones neocoloniales los formaron
(no soy yo quien les culpo), pero se vienen acá,
donde está el que trabaja y el que sufre,
el que inmigra y se parte los cojones
y de veras que no sirven [para nada]
ni trabajan ni estudian ni progresan.

Son niños para las cárceles del yanqui.
En el mejor de los casos, mercenarios.
Hay además los que se matan a sí mismos
por una raya azul de algún tatuaje. La placa.

Y mírame: yo animándoles, metiéndome a redentor
en sus pocilgas, llevándoles la memoria linda
y olvidada de una patria que ya no sé si existe.
La dejaron... voy hablándoles, utópico yo...
de mis nostálgicas identidades nacionales,
diciéndoles que alguna vez hubo
y puede que siempre haya una suma de valores,
uno que otro puede que se vuelva antivalor,
ya no recuperable; pero casi todos los valores
son buenos, compensantes, dan sentido
y belleza: les digo. Utópico yo.

Escucho lo que dicen:
¡Qué muermo,
tres pimientos, tres pepinos, tres cojones!

Eso no existe. Este es el mundo. Realidad Oscura.

¿Dónde están esos pueblos que me abrazan,
esas comunidades? «Esos pueblos no existen»,
me dicen.
«Son pordioseros, qué van a tener
las pretendidas identidades nacionales».


No abrazan, no hay hombres extendidos
ni madres que llaman al regreso; sólo piden
que te vayas y les envíe remesas y te vuelvas
un yankee por entero... Así me callan en dolor
y me gritan majadero, pelmazo.

Los veo y están descohesionados, amorfos
como aquellos que dejaron en su tierra
y no enseñaron nada, sólo matarse, el odio,
sus guerras, sus codicias, su red de desamparos.

Allí empezo el culo en tierra, su extravío.
Fue esta la leche la que les amamantara
y hoy son éso, hijos de la Realidad Oscura,
juventud sin pertenencia y sin arraigo.
Hijos de la Teta Seca, con los pezones rancios.

¡Qué va a importarles el país, ya no son solidarios,
la solidaridad no existe; ya no creen en patria,
derecho, ni justicia, redenciones; sólo bailan y se fatigan.
Se inventan todo, culo en tierra y nuevo: desde una jerga
hasta dioses, dioses de hecatombe y pandillaje,
reinventan. Double talk and disloyalty.

16-03-2005 /
De El libro de la guerra

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Foto tomada de la Página Virtual de Aguilar, en «Tribu Virtual».
Horacio Mario Aguilar


Horacio Mario Aguilar (Argentina)
La página en blanco


¡Cuánto silencio el de página en blanco!
Suya es la quietud.. la inmensidad...
la promesa insegura de la palabra
de algún trazo de crayón,
Inmutable me sugiere infinidad de planos..., de misterios!
Me tienta el dejarme caer dentro suyo.
Cambiar proyecciones por entre trazos borrados e ideas inconcretas!
Navegar desde afuera por ese espacio tentador,
tal vez lleno de arrepentimientos,
de placeres, angustias, amores, adioses y perdones!!!,
todos mezclados en el ordenado alboroto del imprevisto,
y la desordenada perfección del arrepentimiento o la disculpa!
Tal vez su interior contenga toda la sabiduría del pasado
colmado de errores impensados y aciertos repentinos!
La pregunta me inquieta!!
¿Cómo será por dentro?
¿Transparente, diáfano? ¿Un oscuro infinito?
¿Y después.., ya dentro de él?
¿Hacia qué lado quedará el pasado?

La hoja seguía allí, inmutable,
observando alguna arruga de mi frente...
algún parpadeo imperceptible...
Desafiándome inanimadamente!

Desde algún recoveco del cerebro aparecieron otras imágenes,
¡de pronto!, ¡como si fuera natural!,
¡tan natural que no me di cuenta!

Desde la playa sonaba el mar apenas calmo a mis píes,
y hacia el horizonte!
Desde allí volvía hasta mí, alto...
muy alto y transformado en cielo!
En él, el último barrilete de la tarde me decía adiós
con el moño anudado en su cola ondulante.

Miré hacia la hoja de papel.
Inquieta en mi mano, comenzó a repetirme todo esto.

H. Mario Aguilar - Bs.As. - Argentina

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Evoluciones

La realidad se escurre ente los dedos.., filtra…
Transforma la palabras de las manos,
las líneas de las manos;
tal vez, la vida.

Aunque cada escurrimiento altere,
poco a poco, la quiromancia del destino,
los encuentros.., los hallazgos del futuro,
las despedidas del pasado…,
el presente se devalúa indiferente,
esperando otra puesta en valor:
la reflexión que lo autorice,
lo diplome con su status de idea,
la idea excusa que lo sustente desde mañana…

Mientras tanto la realidad, filtra, escurre…

En el cedazo de los dedos
van quedando fracciones interminables de hombre...
El tiempo las fue seleccionando,
no les alcanzó el espacio para concluir.
Serán reencarnaciones. Distracciones.

El reloj del recreo siempre fue indiferente.
La campana marca el momento de la entrega.
Algunos lugares están entre los aquí y los allá.
Muchos otros deben haberse extraviado,
filtrados.., escurridos…

Comienza otra realidad.
¿Quién habrá de aprobarla?

Impiadosa… Filtra… ¡Escurre!
¿Tendrá algún, cuándo, resuelto!

La memoria solo son instantes del total.

Mar 2009 – Bs. As. Argentina

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A una mujer

¡Qué enorme las ganas de engañarte!
Cuánta necesidad, la de mentirte..
De decirte que soy ese alfarero
que toma con sus manos cada forma de tu cuerpo...
palmo a palmo, borde a borde... largo a largo...
plasmando con el barro la esbeltez ondulante de tu talle…

Qué tremendas ganas que lo creas...
que abandones a mis manos, a mis dedos,
el volumen de tu pelo, tu perfil,
tu nostálgica mirada,
la insinuante comisura de tus labios,
la turgencia de tus senos,
y las nubes onduladas
de tu vientre y tus caderas,
plasmadas para siempre en mi memoria
para siempre moldeadas en un verso...

Hoy quisiera engañarte,
mentirte, si, mentirte
y poder acariciarte sin que sepas,
cuanto hay de amor y de lujuria,
si te pienso, si te siento, si pretendo procrearte
otra vez, nuevamente como a Eva;
evitarte la serpiente, esconderte la manzana...
liberarte la delicia de tu entrega,
la pasión despertada por mis manos en tu cuerpo...

Descubrirte en la mentira, la ansiedad inocente,
sin castigo y entregarte enteramente al destino maternal
de ser mi hembra...

Horacio Mario Aguilar /
En Joyas Amigas /

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Cuando llegue el tiempo

Y llegarán después los adustos tonos del recogimiento
(el inconformismo de los años que acumulan)
Se parecerá a la Paz
y solo será parte del silencio previo al definitivo adiós…
No habrá recogimiento…
Las oraciones también estarán ausentes de los labios
que no dirán adiós…
Pudiera parecerse a un: gracias…
y la mano encontrará el punto de descanso.
La historia contada no será más que un testimonio.
Alguien elogiará al poema
y la memoria de su voz
rondará páginas de un libro.

Oct. 2008 - Bs. As. Argentina /
Horacio M. Aguilar

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Búsqueda

¡Se abre el túnel…!
Fagocita su boca
la oscuridad…
la meta…
la esperanza!
Al fondo del túnel,
la tibia promesa
tal vez una respuesta;
el remolino, prometiendo
calmar cada pregunta;
pendulando de izquierda a derecha,
hinoptizándonos.

Allí está la luz…
Allí la sabiduría…
allí…: La Verdad!...
Todos los tiempos.

Allí…
El vértigo nos envuelve.
Confunde en sumatoria algebraica
la simpleza de una razón,
en la mezcla de términos
y la alteración de los factores
y tal vez otras razones más…

Aquí..
Tan cerca de aquí..
Está El Principio.
El Comienzo.

El Inicio llega otra vez
El camino no era hacia afuera.

Mario Aguilar - 2000 - Bs.As. – Argentina

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Deshilvando

Es un vendaval... todo el vendaval que, un cúmulos, nimbus de verano hace rugir en las copas de los árboles, desparramando mechones de ramas desprendidas sobre el tapiz del lecho donde podría, tal vez, habitarte oportunamente. Ser la cortina apasionada de las piedras cayendo sobre el segmento final de todos los truenos y los rayos aullados desde el fondo pasional de tu garganta, ya, incontenible, y no sucumbir en la marea de brazos y abrazos de piernas, recorrida por labios y mordiscos, deglutiendo toda tu pasión, sobre las cumbres de tus pechos, y recorrerlos, dedo a dedo hasta el cansancio y un poco más!

¡Ah, Inventarte...! ¡Ser tu Da Vinci! ¡Es poco! Tal vez, convertirme en un agujero negro y tragarte, tragarme todo tu frenesí como si fueras la última nebulosa de la noche universal, aunque primera de todos los días que habremos de inventarnos, en cada nacimiento de galaxias, de pasión, y derramada lava en ríos, de ríos celestiales, sobre toda tu piel iridiscente; de nuevos mundos, de nuestro mundo nuevo a partir de tu beso y de mis ansias!

¡Qué frágil, sí... qué frágil el tiempo que no resiste la perpetuidad de mi ahogo en tus cabellos, resoplando en el lóbulo de tu oreja, los estertores que serán comienzos! Y vos, luciendo la sonrisa desgajada de tu labios eternos, llenos de luz, por donde comienzan a transitar, los grises de nuestro tornado nuevo!

2007 - Bs. As. Argentina /
Ver

[Horacio Mario Aguilar, nacido en Buenos Aires, dijo: «Escribo desde adolescente. Tal vez por timidez nunca publiqué y desde hace tres o cuatro años comencé en internet». Desde el 22 de marzo de 2007 fue colaborador del Portal Mundo de Poesía y, más tarde, miembro del Club Internacional de Literatura, Periodismo, Artes y Comunicaciones. Sensible políticamente, su solidaridad trascendió fronteras, expresando si queja ante sicarismo, «de mesiánicas y necias tozudeces» que alimenta la guerrilla de la FARC colombiana, y el «El Martirio (dedicado) A Ingrid Betancourt» de las víctimas de secuestro. «Es al Hombre Universal, / a quién hirieron, / los espúreos sicarios / y las hordas sanguinarias, / arengadas por los odios / tenebrosos», dice en una crítica al «horror y la barbarie», cuando se adjuntan a las luchas por libertad, dignidad y justicia social para los pueblos.

«Horacio Mario Aguilar, gran amigo y escritor, charlista. Conocedor de música. Amante de nuestra América Latina y de su Argentina, en particular, nos ha dejado. Se fue el 03 de octubre, a los 70 años de edad. Un enfisema pulmonar y la tristeza que tuvo desde que se fue su compañera, puso su salud frágil», informó Julia del Prado Morales, en el grupo virtual Parnassus]

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Sobre su obra y persona:
In Memoriam: Horacio Mario Aguilar


Que en paz descanse: Se enamoró de mí virtualmente, tal vez de mi poesía. Me escribió varios poemas, a parte-citas mías. Jugando le iba mandando pedacitos de mi cuerpo, tal puzzle para que me descubra, se describa: ojos, boca, un lunar en el hombro…y él escribía con mucha pasión, con mucho juego y júbilo fascinación tal niño.

Finalmente este año, hace unos meses en uno de estos viajes a Buenos Aires nos conocimos personalmente, fue a buscarme al aeropuerto, ¡vestido con traje!, un verdadero caballero, con todos esos ademanes, un conocedor de la historia, de la geografía, de los suburbios, hombre de tango si los hubiera!

Desde un ventanal del bar del aeropuerto que daba al riachuelo estuvimos horas y horas conversando, es decir él hablaba, cantaba (era letrista de tango), argumentaba, mezclaba vida con obra, momentos de su accionar político, contó de sus amores, contó de las intimidades más hondas de sus amores, de sus pesares, de sus perspectivas, y yo y yo que fascinada, aprendiéndolo todo me dejaba llevar, entrever por la sombra de sus ojos por el sol de su gesto, si tuviera que escribir un par de palabras que lo adjetivizaran diría: pasional, hondura, con ganas de vivir, frontal, apostador de la palabra hasta la última chirola de por vida. Romántico.

Por pendiente me prometió algunas letras que necesitaba compartirme; por suerte se guardaron algunas fotos juntos de aquél momento, pero la mejor panorámica que me guardo es la del galope de su corazón donde sus ojos me decían desde este bajo continuo hasta este alta interrupción galopada que me da la existencia.

Mario, desde donde estés, mi recuerdo en el amor, como un tatuaje-tu sonrisa seductora- en la piel de mi memoria, queda.

Zijronot lebrajá.Sensiblemente, Fanny / 3-10-09

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Mario llegó cargando una maleta de experiencias,
letras de canciones y poemas.
Sonriente se sentó a compartir nuestra mesa.
Recorrimos un pequeño tramo de sendero,
él guardaba en su bolsillo la amistad Túpac
Una amistad que acariciaba suavemente.
Su generoso corazón sufría con el dolor de otros

Sufrió por Ingrid,
me confesó que le quito la calma
que no podía dormir
sabiéndola cautiva
y en el intercambio
le entregué a pedazo de alma
Mario descansa en paz.

María D. Fischinger (Perú)

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Francisco Ayala

Francisco Ayala (España)
Toda una vida de escritor


Queridos amigos: He sido escritor público a lo largo de toda mi vida. Empecé a publicar textos de mi pluma en mis años de adolescente y casi me atrevería a decir que desde mi infancia, y en ello he perseverado hasta ayer mismo, aunque mejor dicho, en verdad, hasta el día de hoy, cuando tengo la esperanza de alcanzar a cumplir la edad de cien años. Sin embargo, soy un escritor anómalo, en el sentido de que esa principal e incesante actividad mía se ha desarrollado sin profesionalidad, esto es, sin que yo haya hecho de ella mi modus vivendi. Lo cual ha permitido que mis relaciones con la industria editorial, sin que faltaran a veces los desencuentros y algún enojo, hayan discurrido desde el comienzo de modo apacible y generalmente amistoso. A tal resultado ha contribuido sin duda un factor de buena suerte.

En efecto, terminé de redactar una primera novela cuando sólo tenía diecinueve años y, siendo no sólo novato sino también totalmente impecune, carecía de perspectivas de verla publicada, una señora amiga de casa pidió a un su pariente, el exitoso autor teatral Guillermo Fernández-Shaw, que leyese el original, y este celebrado autor tuvo la generosidad de ofrecerse a pagar la impresión del libro; y enseguida, por si fuera poca mi fortuna, el libro fue comentado con benévolo aplauso en el diario «El Sol» por el más acreditado crítico de entonces, Enrique Díez-Canedo (era el año 1925); de esta manera el joven autor que era yo quedó ingresado de golpe en la república de las letras.

Vendría pronto la época de la renovación vanguardista. Fue ésta una época de gran brillantez para la cultura española. Todavía estaba en su actividad la espléndida generación innovadora del 98; Ortega y Gasset había irrumpido ya en la vida nacional acompañado por un nuevo grupo de literatos del más alto nivel; y por debajo, continuaba actuando un numeroso conjunto de escritores más o menos estimables que gozaban de popularidad, viniendo todo ello a coincidir con una profunda renovación de la vida nacional, sometida pronto a una crisis de sus instituciones políticas con el consiguiente cambio de régimen. Pero, según iba diciendo, surgió entonces un grupo de jóvenes poetas, narradores, músicos y artistas plásticos -la gente de mi grupo, que recibió el nombre de generación del 27-, dentro de la cual me fue dado desempeñar también mi propio papel personal, publicando varios escritos concebidos y redactados dentro del espíritu de la vanguardia. Fueron ediciones muy cuidadas, muy bien recibidas por el no tan escaso público minoritario de aquellos días, y hoy deseadas, buscadas y atesoradas por los coleccionistas; entre ellas, quisiera mencionar algunos de los títulos de los que yo mismo era autor: El boxeador y un ángel, Cazador en el alba e Indagación del cinema, exponentes claros, ya desde su propia cubierta, de una renovadora visión del mundo.

Conviene hacer notar aquí que el desarrollo de la actividad cultural española, así renovada, coincide de un modo muy significativo con movimientos parejos, simultáneos, surgidos en los diferentes países de la América hispánica, cuya historia intelectual no puede echarse en olvido. Fue una época de intercomunicación, de sintonía, entre los grupos intelectuales jóvenes y los de quienes en España nos esforzábamos por descubrir caminos estéticos todavía inéditos: un esfuerzo de apertura hacia el exterior y, mejor aún, de recepción recíproca desde todas partes. Cuando quiere entenderse bien lo que ocurre en el terreno de la cultura, no se puede prescindir del contexto político-institucional y, más ampliamente, del histórico-social, que imponen su marca y modulan las iniciativas de los grupos activos. Por supuesto, no es ésta la oportunidad de establecer alguna precisión que aclare lo dicho. Me limitaré, por tanto, a invocar el recuerdo de la famosa polémica sobre "el meridiano intelectual" suscitada por una imprudencia de Guillermo de Torre en La Gaceta Literaria en relación con la revista argentina Martín Fierro, tan fraternal ésta sin embargo para nosotros. Vivíamos los jóvenes en una atmósfera de felicidad cultural frente a un porvenir que se nos antojaba despejado y muy prometedor.

Tal atmósfera estaba alimentada por un conjunto de iniciativas editoriales -conjugadas a ambas orillas del océano- en cuyo desarrollo participábamos con entusiasmo los nuevos escritores de mi generación. Por cuanto se refiere a España, baste recordar la mencionada Gaceta Literaria, para no hablar de la espléndida y por entonces muy respetada Revista de Occidente, debiéndose también hacer mención de la famosa CIAP (Compañía Iberoamericana de Publicaciones), empresa de dudosa catadura y de no menos dudosa gestión.

Por cierto que mi buen amigo Esteban Salazar y Chapela tuvo la chance de participar en aquella manipulación editorial, y lo hizo con intención óptima y bien agradecida por sus amigos. En suma, quiero hacer notar también que durante aquel periodo de nuestra historia cultural traducíamos aquí en seguida todo lo más importante que aparecía publicado en el mundo, de modo tal que los lectores españoles podían estar al tanto de las novedades surgidas en diversos países, y ello con una apertura de intereses no igualada a aquella hora en ningún otro país europeo (y por cierto, el joven escritor que por aquellas fechas era yo fue traductor de muy importantes libros extranjeros, cuyo impacto sobre nuestra atmósfera intelectual de entonces fue evidentemente notable).

En resumidas cuentas, conviene notar que durante la primera fase de mi vida como escritor, esto es, desde los años de mi adolescencia hasta el comienzo de nuestra guerra civil, la industria editorial española había desempeñado un papel principal dentro del mundo hispánico, acogiendo a muchos de los más notables escritores hispanoamericanos, mientras que dentro del país se encontraba bien servido el conjunto de los productores literarios nacionales. Los nuevos, los de mi generación -la vanguardia-, promovimos por propia iniciativa la aparición de otros sellos editoriales de alcance minoritario que traían al mercado una fisonomía nueva, marcada por el gusto a lo distinto y con ciertas aspiraciones a la exquisitez. Y convendría notar que esta última manifestación de la actividad literaria española se había correspondido de un modo que pudiéramos calificar de fraterno con las actividades de los grupos de vanguardia simultáneamente aparecidos en diversos países de la América hispana. (Y empleo el calificativo de "fraterno" incluyendo en él las simpatías y los encontronazos como, por ejemplo, el de la famosa polémica del Martín Fierro).

Fue una floración maravillosa, pero ¡ay!, la turbulencia de aquella hora histórica habría de hacerla dolorosamente fugaz. Vino la guerra civil en España, destrozando el país y dejando a la población sobreviviente reducida a las condiciones más precarias. A mí me tocó formar parte del cuantioso número de quienes logramos salvar la vida emigrando, para caer en un exilio que parecía interminable y que de todos modos se prolongó por decenas de años, y que en muchos casos resultó ser definitivo y para siempre.

Ese exilio fue para mí en cambio relativamente suave. Mis circunstancias personales me permitirían recuperar de inmediato en Buenos Aires, ciudad que ya conocía y donde era conocido, y donde tenía muy buenas relaciones, tanto el papel de escritor como una posición social muy aceptable. Se me abrieron las páginas de las publicaciones argentinas más importantes: el diario «La Nación», la revista Sur, otras revistas, entre estas una de especialidad político-jurídica: La Ley. Y comenzó asimismo mi implicación en una industria editorial como la de aquel país, allí renovada entonces a expensas de la decadencia peninsular, y favorecida por las aportaciones de tantos profesionales emigrados.

Instalado, pues, en Buenos Aires, y desde el mismo día de mi llegada, reanudé allí la tarea de creador literario que había estado suspendida en España durante los años de nuestro conflicto civil, publicando ahora en la revista Sur (diciembre de 1939) mi Diálogo de los muertos, a la vez que empezaron a aparecer en La Nación artículos míos sobre temas diversos. Debo mencionar aquí algo muy señalado desde el punto de vista editorial: en 1944 aparecería, publicado por iniciativa de Eduardo Mallea, en la refinadísima colección de Cuadernos de la Quimera, lujosa oferta de la editorial Emecé, mi relato «El hechizado» (una de las piezas que habían de componer luego el volumen Los usurpadores). A la editorial Emecé he de referirme más adelante, pues a partir de entonces tuve con ella una relación excelente.

Si, como dije al comienzo, nunca a lo largo de toda mi vida fui un escritor profesional en el sentido de convertir en modus vivendi el fruto económico de mi creación literaria (soy, por notable excepción un escritor que nunca se ha valido de los servicios, al parecer sumamente útiles, de algún agente), he trabajado sin embargo, de vez en cuando, incluso como empleado a sueldo, para una casa editorial; pues es lo cierto, además, que durante esa breve etapa de mi vida los magros productos de mi pluma debieron servirme para atender en cierta medida a lo más indispensable del diario vivir. Trabajé para la editorial Losada, que publicaría varios de mis libros, algunos de ellos tan importantes como Razón del mundo, La cabeza del cordero y -sobre todo si se atiende a la magnitud de la empresa- mi Tratado de sociología.

Traduje por su encargo obras, alguna de ellas de mi gusto y otras a disgusto mío, y ello me permitió avanzar en la carrera modesta pero grata de tratar con los libros y sobrevivir en un ambiente que me consentía hasta cierto punto elegir el terreno de mis actividades. Entre éstas he de mencionar de modo muy especial la creación y gestión de la revista Realidad, a la que, para matizar su carácter, subtitulé Revista de Ideas. Esta revista la habíamos planeado Francisco Romero y yo con la ayuda y el estímulo de Mallea. E insistí en que Romero apareciera como su director, comprometiéndome con él a no encomendarle ni hacerle responsable de ningún trabajo.

La revista fue diseñada y, lo que es más importante, costeada a sus expensas por la Imprenta López, empresa que entonces servía a las publicaciones de las dos principales editoriales bonaerenses. No debo extenderme, como bien pudiera, en detalles interesantes. Invité a colaborar en ella a varios de mis amigos y colegas de España, como José Luis Cano y Ricardo Gullón; se publicó un comentario muy apreciativo de la recién aparecida novela Nada, de Carmen Laforet, y también hubo trabajos con la firma de diversas personalidades de relieve máximo, que son hoy figuras indispensables en la historia universal: Bertrand Russell, Jean-Paul Sartre, Jorge Luis Borges, Martin Heidegger, Juan Ramón Jiménez, Arnold Toynbee, Pedro Salinas, T. S. Eliot, Alfonso Reyes... De Realidad se publicaron dieciocho números; y cuando -por razones diversas- decidí poner fin a mi residencia en la Argentina y trasladarme (año 1949) al norte del continente americano resolví, con gran contrariedad de todos los concernidos, cerrar su publicación, pues no quería que, abandonada por nosotros, pudiera caer en lamentable decadencia, según suele ocurrir en casos análogos, y según ocurriría más adelante con la revista La Torre, que yo mismo había de fundar en la Universidad de Puerto Rico.

En cuanto a mi relación con la Editorial Sudamericana, fue desde el comienzo, y siempre hasta el final, fácil y muy satisfactoria. Había entablado yo muy pronto una buena amistad con su promotor y dueño, Don Antonio López Llausás, un hombre a cuyo padre, dueño de un importante negocio librero en Barcelona, había tenido yo ocasión de saludar no mucho tiempo antes en aquella ciudad. Su hijo, López Llausás, era persona culta, discreta, prudente en sus negocios, y muy capaz de mantenerse siempre dentro de su papel marginal, aunque ciertamente decisivo, en la vida intelectual porteña. La Editorial Sudamericana publicó con complacencia y satisfacción de mi parte las primeras ediciones de mis libros Histrionismo y representación, Los usurpadores, Muertes de perro y El fondo del vaso. Mi familiaridad con el mundo editorial en aquellos años porteños me permitió ofrecer una mirada irónica, quizá divertida, sobre esa profesión que finalmente es la mía. Algunos de mis relatos, como El colega desconocido (recogido en el volumen Historia de macacos), pueden dar una idea de esa actitud mía -ligera, burlona y escéptica- acerca del pintoresco mundo de los escribidores, afanándose por entrar, a fuerza de publicidad, en el juego competitivo de los best sellers.

Luego, mi vida en el trópico, mi relación con la Universidad de Puerto Rico y con su editorial a cuyo cargo estuve, viene a completar esta fase de mi larga actividad de intelectual, pasando yo pronto, desde allí mismo, a reanudar mi verdadera profesión: la docente. Aquella universidad, como la isla misma, su régimen de gobierno y sus perspectivas culturales, se encontraban en una fase de gran plasticidad. Todo cambiaba rápida y profundamente; y esto permitió que mi colaboración, tanto como mi amistad, con el rector Jaime Benítez y con varias de las personalidades singulares, y muy interesantes, que componían aquella peculiar sociedad, fuesen para mí ocasión de experiencias bastante singulares de las que he dejado algún testimonio por escrito. Me referiré aquí tan sólo al aspecto relacionado con la actividad intelectual, que fue de todos modos bastante importante.

Establecimos allí una relación muy fecunda con el mundo orteguiano (Benítez era, para así decirlo, un ferviente fan de don José Ortega), y de ahí vino un arreglo para imprimir y publicar en Puerto Rico varios de los títulos que llevan el sello de Revista de Occidente. Marginalmente, la gente de dicha revista en España (concretamente, Fernando Vela) imprimiría en Madrid (1955) la primera edición comercial de mi libro Historia de macacos —aunque seguro estoy de que dicho libro nunca pasó a las librerías—, reproduciendo una edición privada, en verdad clandestina, que previamente se había impreso gracias al entusiasmo amistoso de Ricardo Gullón.

A partir de allí mi actividad y mis iniciativas docentes en la Universidad de Puerto Rico abren una nueva etapa, ya definitiva, a mi carrera de escritor público. En fin, ahora, en la fecha de hoy (el 26 de septiembre de 2005), cuando he terminado de poner por escrito estas palabras, y ante la perspectiva de cumplir los cien años de mi vida, vuelvo la vista hacia el prolongadísimo camino de esta mi existencia sobre el deleznable planeta en que me fue dado abrir los ojos al mundo y encontrarme conmigo mismo y me doy cuenta de que la realidad en la que se desenvolvía mi existencia ha experimentado tan sustanciales cambios que apenas si acierto a reconocerla. Venía hablando hasta este momento de un siglo en el que los libros han constituido el panorama básico de la existencia humana, debiendo entenderse por tal la del hombre que se alza sobre su naturaleza material para contemplar un panorama superior apenas descifrable, y reconozco que los libros, y dentro de ellos lo que en sentido preciso debe llamarse literatura, que ha sido para mí la orientación y meta capaz de justificar dicha existencia sobre la tierra, han perdido ya su vigencia, y están siendo sustituidos por vehículos distintos de la expresión y de la comunicación sobre los soportes que nuevas tecnologías introducen y que anuncian maneras de vivir y de entender el mundo enteramente ajenas a aquellos que, como yo, han desarrollado su existencia temporal en un tiempo que ya hoy se ha hecho pretérito.

No me ha sido dado a mí otro medio de realizarme en función del mundo en que me tocó vivir, si no es a través de la letra impresa. El espacio de la realidad acotado por los libros ha sido desde la infancia mi espacio natural, y en él se ha desenvuelto básicamente mi actividad sobre la tierra, en relación siempre con quienes, como yo, con los libros han vivido, y me refiero a quienes fueron mis compañeros escritores, o los muchos, incontables, aficionados a la lectura, pero, muy en particular, a los profesionales de la producción de tales objetos de cultura: bibliotecarios, editores y libreros, entre los que, ya en su mayor parte desaparecidos, he tenido y tuve tantos y tan buenos amigos a lo largo de esta dilatadísima permanencia mía sobre este cuerpo astral al que piadosamente he calificado de deleznable.

[Texto íntegro del discurso pronunciado por Francisco Ayala al recibir el Premio Antonio de Sancha, el 26 de septiembre de 2005. Ayala murió recientemente].

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Daniel Alarcon Osorio (Guatemala)
Rostros


Mi mamá me decía que por el rostro de una persona se puede saber cómo es.
La vida me ha enseñado que hay rostros que al verlos dan ganas de seguirlos viendo.

Hay rostros que luego de verlos uno se pregunta qué pecados estarán pagando.
Hay rostros que uno ha visto madurar y no se encuentra razón para dejar de preguntarse, por qué siguen siendo unos hijos de la chingada.

Concluyo que Mark Twain tuvo razón: que todo hombre es como la Luna: tiene una cara oscura que a nadie enseña. La mujer tampoco se salva, eh.

Daniel Alarcon Osorio, en: Revista nº 4 - CLUB DE POETAS DEL SUDESTE CORDOBÉS



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Lynette Pérez (PR)
Los rostros


Por estos senderos citadinos, oscuros y crueles, también transita el otro, sólo que se trata de ese otro que muchos no quieren ver. Ese que nos pide dinero en las luces, ese que ha dejado iglesia, familia y hasta una profesión para vivir del cuento. Ese que agoniza en los hospitales sufriendo de enfermedades espantosas. Ese que no cree ni en la luz eléctrica. Ese que ha perdido la fe en el amor y en la caridad humana. Todos esos otros que hacen que la gente de bien vire el rostro hacia otro lado al pasar a su costado. Ignorando, al pasar junto a ellos, esos rostros que los miran desde el otro lado.

Esos rostros, torturados, apaleados, vejados, que nos devuelven la mirada desde su yo inclemente que ha dejado de creer en dioses, iglesias y hombres. Y tal vez lo más triste, que ha dejado de creer también en los sueños, que a diferencia de los dioses, los hombres y las iglesias que responden al discurso del PODER, éstos son de aquél que los sueña. Le pertenecen, le permiten seguir adelante. Ay, cuando los sueños nos abandonan, puedes cerrar para siempre la puerta: porque para los que abandonan toda esperanza no hay retorno posible de las mazmorras del desaliento.

Esos rostros, cascados y martirizados, muchas veces por la sociedad, otras por las circunstancias, otras tantas por los vicios, muchas otras por los desencantos y por la realidad inclemente, se meten en nuestra piel y nos convierten en aquello que ignoramos, en ese otro que desechamos, para que purguemos nuestra saña y violencia en sus estanques. Y más allá la desesperanza nos toca con sus alas para que no olvidemos que también existe y es eterna.

Lynette Pérez: / En: Mi espacio intradimensional / Ver

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Carta abierta contra la censura

Tal vez yo sueño...

Porque pensé que el país era libre,
que vivíamos en una democracia,
que se respetaban los derechos:
el derecho que tenemos de ser libres...
libres de leer, libres escribir,
libres de escoger, libres de pensar.

Sin embargo, otros piensan por nosotros,
otros son los que eligen por nosotros.

Oigo el sonido de poemas urbanos,
abatidos, silentes, despojados.
Oigo la queja de escritos mundanos,
sufrientes, censurados, dolientes.

Tengo ansias de gritar,
de verter la negra sangre
de esas palabras durmientes
hasta que el cerco de tinta
se haga infinito como la muerte.

Hasta que el reguero de tinta
abra un camino entre los censores
señalando su ignorancia, su insidia,
su saña, su inquina, su agenda oculta
despertando de su sueño al pueblo.

Es la hora de acelerar los latidos,
de arrojar fuegos de tinta en la sangre.

¿Qué tratas de llegar a fin de mes?

Así te quieren,
desposeído,
angustiado,
preocupado,
oprimido,
haciendo malabares
con tus finanzas
para llegar ileso
A FIN DE MES.

Si estás preocupado
por la economía de tu casa
no te importará lo que pasa
en sus oficinas con la del país.
Si vives preocupado
por tu hipoteca y tu carro
no te importará en que gastan
el dinero de tus contribuciones,
LO QUE GASTAS EN TAXES.

¿Qué no quieres hacer una huelga?

Así te quieren,
sumiso,
callado,
indigno,
alienado,
así te pueden manipular,
pueden usarte,
ningunearte,
comprarte,
manejarte,
ATORMENTARTE.

¿Qué temes perder el trabajo?

Así te quieren,
inmóvil,
exánime,
inerte,
sin ganas,
sin espíritu de lucha,
MANILO.

Mejor para ELLOS
si no reaccionas,
si no te rebelas,
si no te revuelves,
no serás un problema,
serás un imbécil!!!

¿Qué te da flojera contrariarles?

Así te quieren
y si tú acaso los dejas
compraran cada resquicio de tu piel,
te compraran hasta el alma,
¡serás su esclavo asalariado!

Te invadirán de la peor manera:
destruyendo, mutilando, asolando
lo que identifica, lo que te signa,
lo que te define, lo que te nombra.
Destruirán tu cultura, tus tradiciones,
tus valores y te dejarán: SIN PATRIA.

Pensé que el país era libre,
que vivíamos en una democracia,
que se respetaban los derechos:
el derecho que tenemos de ser libres...
libres de leer, libres escribir,
libres de escoger, libres de pensar.

¡Sí, tal vez es que sueño!

Lynette Pérez

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Jorge Etcheverry (Chile)
Nota sobre Hermanando poetas y fronteras


Las fronteras no son cosas de pueblos o naciones, sino de estados. Entre nosotros, son producto de conquistas. A lo largo de la historia las naciones conquistadoras ven cómo se extienden sus límites hasta engullir a otras cuya documentación llevará su sello y cuyos recursos materiales y humanos realzarán la producción y estilo de vida del país conquistador, y llenarán sus arcas.

En el imperio británico las burocracias que administraron sus colonias en los cuatro extremos del mundo aplicaban sus estructuras administrativas, hablaban su lenguaje, producían castas de funcionarios. Insitos en el radio de influencia del imperio americano, el único que va quedando, el inglés cierne sus alas abarcadoras de presunto idioma universal para los negocios, mientras el sistema neoliberal nos escalona en una pirámide descendente cuya cumbre desaparece entre las nubes de la opulencia que nuestras masas enajenadas vislumbran a través de los medios de comunicación.

Nuestras naciones fueron artificialmente divididas en el siglo XIX al retirar el ruedo de su falda el imperio de turno. Desde entonces las potencias interesadas, sus empleados y clientes en nuestros países, han mantenido vivo el rescoldo de la rivalidad entre nuestras naciones, a veces bajo la máscara del más auténtico nacionalismo. No por casualidad a fines de los setenta, cuando en el Cono Sur se enseñorean los militares conservadores, neofascistas y nacionalistas, casi estalla un conflicto que hubiera abarcado a Chile, Argentina, Perú y Bolivia. Por otro lado, es difícil pensar en un gran poeta latinoamericano que no sea visto como poeta continental, latinoamericano, por los mismos pueblos que a veces parecen acecharse recelosos desde lados opuestos de fronteras comunes. Valga mencionar a Neruda, Mistral, Guillén, Vallejo, Dalton, Paz, Beli y Benedetti. Es que pareciera que en cuanto a poesía hay en juego otros presupuestos.

Esta antología se inscribe en este contexto, que combina la unidad, o mejor dicho comunidad de la América al Sur del Río Grande, con un propósito que puede denominarse progresista, sino fuera porque en nombre del espejismo del progreso se han organizado las esclavitudes modernas y las devastaciones ecológicas. Que esa palabreja ha descaminado a más de un proceso revolucionario, encandilado quizás secretamente por los resplandores de los estados capitalistas avanzados. El continentalismo ha estado proscrito ya desde los tiempos de Bolívar. Está en el orden de los tiempos que nuestros países sobrepasen las barreras institucionales y políticas del presente y los intereses de los grupos de presión, cuando pasa que Bolívar se vuelve a insinuar en el horizonte. Los autores hermanados en Hermanando son nacionales bolivianos y chilenos, en una antología que, según el prologuista, César Verduguez Gómez «reúne a poetas de dos naciones».

Esta breve muestra de poetas de ambos países, que sorprende por su calidad y variedad, incluye a Konzuelo Villalobos Sanzetenea; Armando Uribe;María Joaniquina; Eduardo Llanos Melusa; Silvia B. Quiroga; Teresa de Jesús; Jorge Ayala Zelada; Ariasmanzo; Judith üstariz Arandia; Marcelo Mallea; René Rivera Miranda; Paz Molina; Rubén Pedro Balcazar; Genaro Albaino; Norma Mayorga; Mario Markus; Maricruz Baya Claros

Juan Pablo Huirimilla Oyarzo; Carlos Vargas Guevara; Jorge Montealegre; Rosse Marie Caballero Vega y Elías Letelier.

Sería injusto para mí tratar de situar a los autores en el contexto institucional poético de sus países, por mi mayor familiaridad con la poesía chilena, pero respecto a ella puedo mencionar que poetas de diversas generaciones y tendencias poéticas, del interior y el exterior han acudido a este llamado de poesía, solidaridad y rectificación histórica y cultural: el continentalismo ausente, una parte de la utopía que brilla por su ausencia es un tema recurrente en este libro, Konzuelo Villalobos Sanzetenea, abre el poemario con Atlas del Sur:

la noche está apostando
en este duelo
Y es el gran Atlas
y una búsqueda del tamaño
de una pregunta
bordeando el perímetro accidentado
de este sueño

Se trata de una pregunta que a la vez es una empresa, cuya respuesta se va configurando a medida que se avanza en la praxis congnoscente del poema, que simboliza o analogiza la práctica histórica de la construcción del continente unitario, que míticamente subyace a la historia que se inicia “desde la peluca y la casaca” nerudianos, y es hipostasiado en el pasado precolombino indígena. “Bolivia y Chile son dos siameses cocidos en la altura y en lo profundo, dos naciones nacedoras del mismo parto y el mismo grito. Bolivia y Chile son hijos de sí mismo indígenas, previos a ellos y a sus nombres”, afirma el prologuista en las primeras líneas del libro, que termina con una variación que también tematiza lo precolombino

Memorata

Memorata
Del
Huemul,
sólo
nos
queda
un
zapato
sin
cordones,
en
un
museo,
y
un
gran
cementerio
de
carteras.

Lo que quizás puede señalar este poema de Elías Letelier es la salida del gran mito de la unidad precolombina de América, ya periclitado, para abrirse a otras posibilidades, ya que como dice Eduardo Llanos Melusa, «Jamás hemos / conocido otro milagro/que la multiplicación de/los precios del pan y los peces / y ningún infierno nos inquieta tanto/como la transmigración de las armas / desde los Estados Unidos del Norte / hasta los estados desunidos del sur», lo que en el entramado de la constelación significativa plasmada en esta antología nos conduce fuera del mito paradisíaco precolombino, hacia la escisión imperial fundacional de América, perpetuada hasta nuestros días en otra versión del conflicto/interdependencia de los dos hemisferios, en la medida que el Norte explota y domina, pero vive gracias, al Sur.

La división en tanto impuesta al estado originario pleno y unitario, del hombre como especie distinta, pero también [quizás] como naturaleza, denota una cierta universalidad humana, americana digamos, recordemos las dos historias de Neruda, la ab[original] y luego la degradada posterior a la llegada de los españoles a América, la de la metonimia que separa al hombre del hombre y de lo natural, y contrapone a los ‘ríos, ríos arteriales’ y la ‘peluca y la casaca’ de esa historia degradada que hay que remontar, destruyendo la “muralla lastimada de sombra/de granito y cal y canto/manchada de sangre inocente” en las palabras de Judith Ustariz Arandia La conciencia es el camino de la liberación, de la superación de los elementos divisorios en la concepción [entretanto imaginaria y prospectiva], de la utopía, en este hegelianismo mítico, cuando la misma poeta nos dice que «ya los diques de cemento no espantan/ante la conciencia emancipada».

Y existe el combate implícito, ya que esta muralla no sólo divide a los países del continente, sino a las clases en los países, y a los países dependientes de los metropolitanos. De ahí aparece el líder que encarna el combate y su identificación con la figura del Cristo, la parte mimética, el disparador e impulso de la lucha revolucionaria en la mente colectiva, “Naciste líder valiente/en cuna del “tercer mundo”, y más adelante, “Tu figura y tu semblante/me recordaron a Cristo”. Y luego será el verbo, la expresión de este entramado ideológico y mítico, situado a la manera de la poesía, entre la expresión conceptual y lo imaginario, guía antes que para la acción, para la disposición, si se quiere, espiritual, que ese verbo transmite y empatiza: “en el principio fue el verbo,/el verbo se hizo eco,”, luego “el verbo se hizo poesía”, nos dice René Rivera Miranda, y Marcelo Mallea pide un vocabulario para nominar objetos y procesos en el poema Palabras. La tarea del poeta la describe Paz Molina:

Para construir aquel mundo inexpugnable
se dan cita los poetas en el crepúsculo
de sus venas abiertas nace
la esperanza de América Latina.

Se trata, entonces, de la superación de las divisiones, un poco de la vuelta a la condición primigenia, sin separación ni aislamiento, de hombre con hombre y hombre y naturaleza–predicada a través del verbo que se sitúa a medias entre lo pragmático [que la hace entendible] y lo mítico, que nos mueve e impulsa [¿a la acción?]. El poeta entonces, es el restaurador. Yendo más lejos y avanzando a paso de ganso por las mediaciones, el poeta canta a la revolución.

El mar es la sed de la reivindicación histórica justificada de Silvia B. Quiroga, en Sed: «Lejos del plancton y el coral/quemo mis labios con la sal/de una impostergable sed marina». Pero no simboliza tan sólo la reivindicación del pueblo y los poetas hermanos, la intención y el deseo de la abolición de las fronteras, al menos en la América que se quiera quizás bolivariana, sino que representa también la desposesión que es el la garantía del uso y disfrute de la naturaleza, pero también de la comunión con ella, ya que, como dice Ariasmanzo, «El mar es de nadie y es de todos».

Publicado en: La cita Trunca. ed. Jorge Etcheverry. Ottawa: Editorial Poetas Antiimperialistas de América. Jul 12, 2009

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Los poetas y el vino (con menciones)

Como pájaros míticos
casi sin ediciones comerciales
Se paran en los roqueríos y ramas
de diversas mesas
Tráiganme trago
Tráiganme un asado
Para este canto de amor a Stalingrado
parodia El Innombrable
Frente a su medio litro de tinto de la casa
Y el Pepe Cuevas dice
mirando su cerveza
Y yo no sueno ni trueno
Y yo no voy ni a cañón
Y no es que estén solos
Anidando en el seno de pueblos cerveceros
o vineros
del tinto y del otro
ni Carlos Pérez
que toca apenas el vaso con los labios
sentado como un Buda
entre la poesía negra caribeña
y la poesía en español per se
la spoken word
los latinopoets del Monstruo
Tratando de darle forma orgánica
a la constelación local bolivariana
Mientras El Innombrable se toma otro trago
Se acuerda de los japoneses
que comen pescado crudo en mesas bajitas
y toman sake en minúsculos vasitos blancos
haciendo haikus
mientras Godzilla se esboza en la conciencia nacional
como la cara que asumieron Hiroshima y Nagasaki
Y los vascos casi no tienen poesía
por el intomable txacolí
Que De Diego dice que producen de corteza
por falta de sol que madure las cepas
Y Arturo dice,
Por Dios Montresor
emparedado entre el trago
y los cigarros
Y el Cayo Evans comenta
«puchas que le hemos puesto»
ante medio vaso de cerveza
en el bar de los sesenta
le pide a la mesera
«Señora, dos puñales»
y lo arrebata el tango

Jorge Etcheverry / En La Cita Trunca

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Rubén Vedovaldi (Argentina)
Buen día


Se golpeó un dedo con un martillo. Pisó una tachuela y se la clavó en el talón Se le cayó un ladrillo en un pie Se pinchó con una aguja o alfiler Se cortó con una hojita de afeitar, un vidrio o un cuchillo Se le encarnó una uña Le salió un orzuelo Le entró un bicho en una oreja y se le infectó Se raspó un codo una rodilla el hombro Se peló la frente Se quemó con aceite al freír unas milanesas. Le robaron la billetera en el colectivo Prestó la moto y se la chocaron Le encajaron un billete falso de cien y no se dio cuenta. Es hincha de un equipo de fútbol perdedor Nació en año bisiesto Le rompieron el tabique nasal de una patada, la madre murió loca, se levanta cada día antes que el sol y mientras sale a ganarse la vida como puede, saluda a todos con su mejor sonrisa Buen día, lindo día. Dicen que cruzarse con él en cualquier parte trae suerte.

Rubén Vedovaldi / En De literatura y algo mas

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Rosa Berenice Contreras (Perú)
Promesa


Un día
me prometí
y asi le dije,
al cielo y a las estrellas
mirando al firmamento:
jamás llorar
por un amor equivocado.
Ya ves
estoy aqui de nuevo
mirando al cielo y a las estrellas,
llorando por ti.
Me hiciste soñar
en un cuento de hadas
de hermoso final.
Tuviste el poder
de transportarme
a un país encantado
donde eramos los dos.
Tú, con tu mar
yo, con mi río,
bajo el mismo cielo.
Sólo
fue un cruel sueño
que despertará
con mis lágrimas
y mis desvelos.

Rosa Berenice

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Lamento

Cómo un gémido salido del cuerpo
cómo suspiros descubiertos
al morir del viento
es este lamento que siento
en la soledad de mi habitación.

Te miro, te busco y no te encuentro
es alli en donde cae el llanto
de mis ojos negros
al no estar compartiendo
mi lecho ni mi pan.

Anoche soñe contigo
en un mundo diferente
y senti que las estrellas,
todas ellas
bajaban a la tierra
y mis rosas las de pétalos rojos
subian a la luna
y me ví envuelta en un manto
de rosas y estrellas
al verte ya conmigo
compartiendo el lecho y el pan.

[Rosa Berenice Contreras Calderón, pintora, poeta, escritora, compositora, artesana, nacida en Cajabamba un 23 de diciembre de 1948. Estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes José Sabogal de Cajabamba, recibiéndose de profesora de Artes Plásticas. Se inicia en la educación en 1974 en los colegios San Miguel y Nuestra Señora de Fátima en Piura. Realiza exposiciones pictóricas individuales y colectivas, pinta murales y ganó un Festival de la Canción Piurana. Destacada a Trujillo en 1983, donde pinta, escribe, compone, hace exposiciones píctoricas individuales y colectivas en diferentes centros culturales. Ha sido incluída en las antologías: Literatura Liberteña, [1999], Antología de la Poesía de la Casa del poeta Chimbote, Región Ancash, 2006, Escritores de la Región La Libertad, auspiciada por la Municipalidad de Trujillo, 2006, Cajamarca; caminos de poesía, 2006, y Trujillo y el Periodismo [Universidad César Vallejo, 2007]. Tiene dos novelas inéditas y una publicada, Madrugadas entre brujos y curanderos [2006]:
Bitácora / Obras / Textos]

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David Huerta, poeta nacido en 1949, entrevistado tras haber recibido del Primer Honor Literario, concedido por la Universidad Autónoma de Zacatecas, el día 3 de noviembre pasado en el marco de la Feria Universitaria del Libro. En la entrevista que realizara Daniel Bencomo, Huerta llamó a Sor Juan Inés de la Cruz «la parte más valiosa de la literatura mexicana; no la única, pero sí la más valiosa». Opinó sobre en torno a la poesía de Luis de Góngora y su disputa con Francisco de Quevedo. «No es un poeta ideológico, incluso una de las cosas que más me llama la atención, siendo como soy un hombre de izquierda, de la vieja izquierda mexicana, es el apoliticismo de Góngora».
Foto y entrevista

Extor Henrique Martínez (México)
El chupapollismo de David Huerta


En un post del día jueves 30 de junio de 2005, titulado Huerta, Barthes, Crítica Literaria, el Nacho Mondaca [humphreyblogart.blogspot.com/] refiere la pequeña pedorrera que en una nota periodística —publicada en el Imparcial (vaya ironía este pinchi nombrecito del pápiro ése)— el poetastro David Huerta expele en contra de los supuestos y sedicentes «críticos literarios» que pululan a lo ancho y largo de Mexitlán de las tunas.

El vástaguillo del poeta Efraín Huerta señala algunos síntomas que aquejan a gran parte de los críticos malamente llamados literarios, pero lo gacho del asunto es que el men parece que ignora el antibiótico que él mismo también necesita para ese mal que critica (o se hace el pendejito para pasarla bien). Pues, si nos ajustamos a la fidelidad que representan las palabras del Nacho Mondaca, inferimos que el tal Huerta, además de zacatón es un ambiguo chupapollas; pues el bato, una vez que tira cagada recriminando la talacha del comentarista o reseñista solapero (a quien hoy se le adjudica el mote de crítico), no se atreve a mencionar de manera particular nombre o apelativo de algún chango a quien enejartarle su pedorrera.

—Le hace igual que muchos cretinos que pululan en este desolado chaparral culturoso; o sea, el güey habla en abstracto y se muestra renuente a decir fulano, mengano o zutano.

Paso a copiar el texto del Nachón (Mondaca) para mejor claridad del birote:

«En su última entrega periodística regular (El Imparcia l /Perfiles / 26 de junio de 2005), David Huerta protesta por el bajo nivel que, según dice, prevalece entre los críticos literarios. Contra el contexto titula su lista de reclamos, en la que sostiene que actualmente los críticos abundan en explicar el contexto de una obra y eluden abordar el texto como tal. Luego le da hijio a su papalote al afirmar que el ensayo de Roland Barthes "S/Z" (basado en el relato Sarrasine de Balzac) es «uno de los últimas obras maestras de la antigua escuela» (sic).

Enseguida, Huerta se apura a observar que la crítica literaria en México es deficiente y llena de inercias. No da nombres ni nos proporciona ejemplos concretos. Señala que, no contento con refritear el contexto de tal o cual obra o autor, el crítico contemporáneo se regodea en la táctica de la hoquedad y el lucimiento verbal sin mayor aporte que una cadena de frases como la siguiente:

«En la poesía primeriza de Perengano (n. en 1931), el verso libre se flexibiliza y tiende un arco luminoso entre el sentido y la onmipresente desnidad onírica en la que el signo literario se refuncionaliza y la metáfora tradicional se resemantiza en una operación multívoca de dispersión, ambigüedad y reestructuración intertextual».

Es cierto que este fenómeno suele ser socorrido entre muchos de los llamados críticos literarios, por lo general escritores con cierto oficio, sin embargo, es en el aula universitaria donde se practica un tipo de crítica digamos profesional. Se puede decir que existe "mucha" crítica literaria que por su profundidad y sapiencia tiene determinado valor en términos académicos. Este nivel de crítica "académica" generalmente no trasciende más allá de los encuentros, congresos y coloquios de literatura deseñados por y para especialistas. Difícilmente estos textos aparecerán en revista o periódicos de los llamados culturales.


Lo que sí encontramos en las publicaciones literarias son ensayos (generalmente recortados o reducidos) cuyo propósito es deslumbrar al lector con datos apantalladores y grandilocuentes; te tropiezas con ellos también en las contraportadas de los libros, en las reseñas o en las crónicas culturales. Sin embargo, esto no es propiamente crítica literaria en el sentido estricto del término.

El belletrismo que solemos encontrar por el común en las páginas culturales de los periódicos guarda más el propósito de capturar al lector y seducirlo orillándolo a la lectura de otros textos, que el hacer crítica propiamente dicha. Por otro lado, no existe una vieja escuela, existen muchas escuelas, viejas y nuevas; unas pretendían la digestión inmaculada del mero texto, y otras, la recreación deliberada del contexto y datos aleatorios.

En su caso, el propio Barthes era especialista en renegar de su propio basamento teórico en la conciente práctica de reirse de sí mismo y de los demás» [humphreyblogart.blogspot.com/].

Si el Huerta se envalentona aventando su giña en contra de los supuestos críticos literarios, dejando por un momento su entorpecido lirismo, cuando menos debería comportarse con un poquito decencia ante los lectores, pero viniendo la cosa de un tipo como él ya sería mucho pedir.

A ver ¿porqué, cuando menos, no detalla nombres el cabrón?; ¿a quién pretende adscribirles sus esputos?, ¿al viento?

—Qué poca madre tiene.

Grita en abstracto para no pedir perdón si acaso la caga el güey; en su retórica utiliza las mismas trampas espurias y ambiguas a las que recurren los metatextalueros y descerebrados deconstructivistas de por acá (trapecistas de la verba como el el Erasmo Katarino, Putiérrez Vidal, la Sidarta Chochoa, la Vianet Beyina Medina, el Gerardo Mamónico Navarro y párele de contar.

—Ah, cuando citan y dicen "¡fulano!"; es sólo para lamber el chocho.

Ese tipo de estrategia escritural tiene sus fines: se trata de asegurar un sistema de tranquilidad, una manera ruin de cagarse encima del prójimo y luego sentarse junto él (y aquí no ha pasado nada, que siga la fiesta); palpitación de la angustia donde el individuo apenas asoma la jeta.

—Como los morros nagualones que se esconden debajo de las enaguas de la agüela.

Manifestaciones de la cobardía anclada al miedo de perder lo que se tiene; porque actuar de otra manera, como se debería actuar; es decir, sin hacerle a nadie el caldo gordo, no es muy peluches.

—Y eso está cabrón; porque tal actitud o postura es propia del hombre libre, del herético, del solitario que está poseído por un valor casi demencial, como diría Ernesto Sabato.

Volviendo a la machaca del David Huerta, la vasija literaria no está rebosando de julanos dedicados a ejercer la crítica literata para que hable en esos términos; la galería se compones apenas de unos cuantos batillos; y la mayoría, por oportunismo, irritación o resequedad mental, se guarecen en la madriguera de los sectarismos literarios. Se necesita ser muy babuchas para no saber en los derroteros en que se encuentra hoy —y de un tiempo acá— la crítica; en condiciones de pobretería mental, sin dignidad intelectual, y en el peor de los casos colgada del chayote institucional y empresarial.

La crítica literaria en México, ya lo requetesabemos, cuando no sufre las mutaciones del academicismo libresco y petulantemente abstracto y anodino, se pervierte en notitas de encargo o apuntes ininteligibles que ni el mayor de los exegetas puede llegar a comprender lo que se quiso decir en toda la marabunta fraseología metafísica que sólo tiene valor quimérico.


Esa es la «táctica de la hoquedad» en que se regodea el crítico contemporáneo, según escribe el potilla Huerta; y ¿acaso el bato no aplica ese mismo método, consistente en «refritear el contexto»? Entonces ¿paqué se apechuga si, mordiéndose la lengua, usa esos mismos parámetros?

— ¡Joder!

Lo que se conoce como crítica no es propiamente lo que debiera ser una crítica, la mayoría de suele ser fraseología esponjosa apantallapendejos, desvergonzadas maromas mentales sin rigor analítico, apuntaciones taradas y superficiales, esplendor de verbosidad mamona incapaz de soportar la deducción interpretativa de la conciencia porque no dice nada y sostiene en el vació; capirotada de mafufadas, especulaciones, regodeos y digresiones.

—Salivero vertiginoso, nada más y nada menos.

¿Para qué?, pues para elevar al pináculo oropelesco a mediocridades.

—¿Se trata de una crítica?

Pongamos que sí, pero derruida y abaratada. No hay respeto para el lector, y se le da a tragar cualquier mierda, o bien, lo entoloachan mientras le anuncian vacuidades seudoliterarias, engendros de bajo anaquel garrapateados por simples facherosos, efebos líricos o malogrados debutantes.

—Y qué reparos puede poner el ignorante lector sino tragársela entera.

Es verdad lo que afirma el Huerta, pero que no chingue, pues aplicando el ponciopilatismo se quejumbra de los defectos que padece de la crítica literaria, mientras en su texto periodiquero consigna esas mismas lacras y vicios que él tambien padece.

—Vaya manera tan fufurufa de aventarse la pedorrera haciéndose el jarakiri con la fetidez del órgano cagarrutano.

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Lacras preceptoras de la lengua

Hay una multitud de necios que todavía sigue montada en la creencia de que la gramática normativa se cohesionó a través de la parla, es decir de la palabra hablada por la perrada común y corriente. La gramática española derivó de la letra impresa, específicamente de la literatura, para evitar que la lengua oficial se fragmentara y se contaminara. Fueron los académicos —Enrique de Villena, Antonio de Nebrija, Juan del Enzina y otros— quienes comenzaron a fijar las reglas gramaticales en aras del «buen escribir», mientras tanto la canalla también hizo lo propio pero desde la vertiente espontaneísta.

Los hablantes de la lengua española se dan cuenta entonces que había reglas gramaticales a las cuales había que ceñirse y que fueron impuestas desde la vieja metrópoli española para que los hispanohablantes residentes en las colonias de ultramar se las masticaran en honor y devoción de los reyes gachupas; porque la lengua española era un idioma tan noble que merecía —por la gracia de Dios— ser entendida y aprendida por tochos morochos (eso era lo que decía el Carlos V y, sin embargo este güey hispanoaustriaco, hijo de Juana la Crezy y de Felipe el Chulo, aprendió su grandiosa lengua castellana a los veinte años de edad).
A la pelusa del pueblo le valían cacaguate las normas gramaticales; la mugre, el hambre, la ignorancia y los azotes le impedían ocuparse de tales monsergas; la parla que brotaba de las bocas de los pelados, macuarros y pránganas emanaba de igual manera que sale el semen del orificio bichoresco, en forma emotiva, instintiva, pasional, frenética, por no decir bestial.

Y todavía prevalecen los criterios mamones que de manera pedantemente majadera pretenden hacer aguas donde sólo hay lodo a punto de secarse. Y es el caso de cretinos a quienes le duele ver que se escribe k en lugar de c dura.

Preguntaba el máster Nikito: «Porqué hemos de soportar la tiranía de los inútiles fantasmones, extraviados en las sombras de un pretérito siniestro, que arrogándose el papel de pontífices de la metrópoli lingüista, creen dirigir a un idioma hablado por [más] de doscientos y pico de millones de personas ajenas a Madrid?».

Y no vale la pena perder el tiempo en discusiones oligofrénicas o polémicas paleolíticas respecto de que si es correcto o no escribir poyo con Y o pollo con doble L, tal como lo hacen los mamertos defensores de la doctrina de la hispanidad, auténticos chupacostras medievales.

Hay muchos de esos mamarrrachos que casi les da infarto al leer cositas como las que a continuación cito:

«Typo: Puez miren, la koza eztá azí, la jente lla eztá canzada de la inceguridad, ¿no?, entonsez, mi primer ovgetibo cería erradikar ezo, primero en el D.F. y luego en el rezto de la repúvlica. Lla kon la inceguridad kontrolada, vuzkaría la manera de mejorar el ciztema edukatibo en las ezkuelaz, ¡Bamos!, ke loz niñoz por lo menoz aprendan a ezkrivi vien ¿no?, por sierto, mi primer dekreto precindensial cería kamviar todaz laz “c” y laz “q” por “k”, kreo ke cería máz práktiko ¿no?» [Ocio, Crápula y Compañía. El Autor, el Metatron y sus cuatachos, 6 de mayo, 2005, Política crapulosa].

Sépase que uno de los más perrones gramatistas, Gonzalo Correas, en 1630 estableció un sistema —digamos— ortográfico para liberar a la lengua de sus lacras preceptoras; para que saliera «de la esklavitud en ke la tienen los ke estudiaron latín», afirmaba el ruco; «para ke eskribamos komo se pronunzia i pronunziemos komo se ezkrive, kon deskanso i fazilidad, sonando kada letra un sonido no más».

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Beatriz Saavedra (México)
Naufragio


Todo el que muere tiene la razón,
asalta el hierro
las dimensiones posibles.
Tregua angustiosa
en el rincón de la memoria.

La realidad se atasca,
habita
cosas cotidianas gastadas.

El temor de las noches era cierto,
un rumor,
piedad terrible
espacio que me niega.

Yo hubiera pensado
en mi cuerpo cubiertos por cristales.

Ahora en la ventana
un olor a bestia
húmeda,
a punto de morir
devora el cielo
con su cráneo,
como si conociera el fondo
de la intemperie
su tristeza.

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Tu nombre sin sustancia

El jardín de tus huesos,
ventarrón y chubasco
el sol mi vientre,
tierra desnuda reconciliándome.

Se entreabre el mundo
por las rodillas trepando,
mujer de aguas
corre entre llamaradas
que sostienen las alas del día.

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sin título

Alguien me envía
soy mujer
pan de flor
altar vivo de pechos
sobre tu cabeza
como y bebo
la tierra en vasos de sol
protejo al invierno
al suelo entumecido
mundo errante
sol desterrado
estrella caída
granos de medula extendida
sobre un pozo vacío
el ojo revienta
con un trapo y un cuchillo
mujer deseada cada noche
carbón para mis cejas
también mi frente es un avispero
de pensamientos negros
tengo un cuerpo a la medida
rasgo los silencios
a mitad de la noche
en el oído de mi amante
después quieta
esto es lo que he visto y digo
enterremos los silencios
griten
entúpidas como piedras
preciosas.

Beatriz Saavedra

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Luis Alberto Battaglia (Argentina)
Sabía


Venía del peor momento de mi vida,
cómo no estar tan triste,
cómo no perder el olvido
entre las trancas de la noche;
venía de saber que el alma muere
y revive tantas veces...
Entre países del abandono
crecían sombras como plantas
exóticas.
Cómo no tener abiertas las venas de la soledad
pera desangrarme para siempre.
Quieto
baja el sol que no he visto
con un mensaje.
Cómo no morirme para siempre
entre las ondas del otoño.

01-11-2009

Éxtasis poético

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Liliana Teresa Chávez
Extrañeza


Extraño las velas
el temblor del pabilo
lo leve del tiempo
en la antigua balanza

las flores diseminadas
por la casa
el goteo de la música
nuestra parcela de cielo

ese puñado de memoria
que cae sobre mí
como la noche.

Liliana Chávez

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sin título

Si los ojos se habituaran
a ver en todo una obra divina
la razón más simple de cualquier
lenguaje
tal fuera la vida
una bella escultura
de inacabado esplendor
un diálogo incesante
entre todo lo creado.

Liliana Chávez

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Eliana María Maldonado (Colombia)
Autobiografía


Sólo escribo lo que mi cuerpo vive
Porque la piel aun no sabe de historia,
Tengo la edad de la cigarra,
de las manchas solares cuando
danzan en el ecuador,
de este cielo nuevo de la mañana
por el que se filtran mil rayos temblorosos.
Sólo escribo lo que mi cuerpo siente,
hablo de la carne y sus placeres,
del orgasmo y la saliva.
Aun no incubo espíritus viejos
ni hondas heridas.
Soy tan joven como la luna
cuando no tenia la cara herida.
Tengo la edad del capullo,
de cinco latidos,
del llanto prístino,
de la tercera gota de lluvia que cae en el prado,
de la cigarra que canta sin saber su suerte.
Soy cuerpo,
sin historia,
sin heridas.

En Espacio Blog

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Thanatos

Llegas cada noche
Emerges cautelosa del fondo del Leteo
Húmeda la túnica
Pálida mirada
Estas sola y sólo hay sombras
En el río del olvidoTe sientas en el lecho
Donde antaño partiste de este mundo
Te abrigo un poco
El frío de la muerte no te gusta
No me dejas escuchar tu voz doliente
Lánguida tu mano se extiende Hacia mí
Pero nunca osas tocarme
Dolorosa emerges de las aguas para verme
No doy alegría a tu corazón muerto
Pero acompaño
No doy consuelo a tu alma triste
Pero caliento
Rayos de luz tiñen el cielo
Y una imperiosa ley
Ordena a las sombras regresar a las aguas del
LeteoMañana volverás eso es seguro
Sé que sufresAún tienes miedo
Envíame a dormir contigo creadora
Esta vez sí te daré sosiego.

E. M. Maldonado

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Diosa de la ciudad

Visto jeans, y camiseta a rayas,
la piel está curtida por un sol de rayos UV
el cabello enmarañado
pero limpio nunca permite un modesto peinado.
Deseo el cuerpo, la carne,
el coito, el alma y la saliva.
Deseo la letra,
la palabra no dicha
y la que se grita.
Deseo las hojas secas
que caen desde los árboles negros de hollín
y deseo este cielo azul grisáceo
por el humo de las fábricas.
Soy mujer,
no visto faldas, pero oculto historias,
cocino poco, pero mis recetas son afrodisíacas,
Lo que leo, no es lo que sucede
y lo que escucho es la mentira de la radio.
Mi nombre nunca será cambiado
ni me llevarán al hades.
Para mí queda la fosa,
la tierra y pequeños gusanitos,
seré manjar para las flores y los pájaros.
Soy mujer allí donde me esperan.
Soy mujer aquí, lugar al que pertenezco.
Soy mujer débil, fuerte,
apoteósica, cobarde.
Soy mujer
aquí y ahora,
Soy.

Laberinto del Togoroz / En Babel

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[La Segunda Edición del Festival Internacional de Poesía en Puerto Rico –2009– se le dedicó al poeta puertorriqueño Vicente Rodríguez Nietzsche, quien luchó durante años para hacer posible este festival, y presidió la primera edición del mismo. Se le reconoce como uno de los poetas más importantes de la Generación del 60 en Puerto Rico, y uno de los poetas vivos de mayor proyección internacional ya que ha dedicado su vida, con incesante esfuerzo, no a proyectar su obra propia, sino la de los compañeros de su generación, a través, primero, de la revista Guajana –flor de leyenda de varias décadas de poesía puertorriqueña– y luego de mil otras maneras].


Marcos Reyes Dávila (PR)
A los que participaron en el Festival de Poesía en Puerto Rico -2009


Compañeros poetas: Reciban mi más profundo agradecimiento por un festival extraordinario. Los que vinieron y participaron lo hicieron con amplitud de criterio, sentido de responsabilidad a toda prueba, comprensión ante las dificultades que enfrentamos los organizadores y, lo que es más importante, un amor por la poesía y por nuestro pueblo que no tiene precio.

Todas las actividades se desarrollaron cabalmente, algunas con tropiezos superados. Llegamos a un público diverso, nunca el mismo, fuera universitario o no lo fuera, escolares, gente de la calle. Dieron lecturas a sus versos, respondieron preguntas, conversamos sobre infinidad de temas, nos escuchamos con interés unos a los otros, viajamos por todo el país. Los que llegaron por avión se retiraron con una mejor comprensión de cómo es ese enigmático país llamado Puerto Rico, cuna de tantos músicos importantes, colonia norteamericana de cultura latinoamericana. Pudieron conversar con nuestra gente y con otros escritores puertorriqueños, algunos notables. Los poetas del país tuvieron la oportunidad de conocer en vivo y a todo color el arte de escritores importantes de toda Nuestra América y de Canarias. De esa comunicación y de esos intercambios aspiramos que broten desarrollos y frutos nuevos.

Hicimos lo que estuvo a nuestro alcance para desarrollar sin tropiezos un programa ambicioso y para hacerles sentir bienvenidos. La cultura, y en ella la poesía, es y no es un espacio de confraternidad, y es y no es un espacio de confrontación, pues le es intrínseca la diversidad y la disidencia. Por fortuna, reinó la tolerancia y la solidaridad.

Agradecemos profundamente el endoso que todos dieron al esfuerzo que realiza Don Ricardo Alegría para lograr la incorporación de Puerto Rico en la UNESCO. Desde mi punto de vista personal, lograr eso, y ver triunfante la resistencia del pueblo de Honduras, sería, hoy por hoy, dos de los más nobles homenajes que pudiéramos hacerle al Bicentenario de la Libertad en Nuestra América.

Fue un placer tenerlos con nosotros y agotarnos por ustedes. El próximo será mejor y diferente.

¡Ojalá y sea cierto este Hasta pronto!

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Fanny G. Jaretón (Argentina)
Carta


Querido mío: No me condenes a escucharte decir de la muerte, no la llames, no la invoques, no haga que restauremos la historia de Julieto y Romea, esa pasión que fue tras la muerte por amor que dice, porque si es en el más allá la edificación por lo Residual, como rescatadora de lo que queda, así en palabras de Quevedo, «…sólo lo fugitivo, permanece y dura…» pero no, porque ya me conocés. Yo que soy tan terca, revolucionaria, como el verdadero Jesús, no el que pintan santito, aunque si de santo, pero más de guerrero, más de desafiante. Tenía ese amor que dicen que vino para Salvarnos, así es que me paro y grito frente a los estrabismos donde miran los otros, y te condeno, a que te quedes vivo y en mis pulsiones, a que ya no digas de esa derrota que hoy cantas con el laúd; ¿quién es la muerte que te llama dulce, dulce, quién es esa perra que quiere morder sobre tu carne, si vos sos mío hasta el hueso, la más médula de nuestra historia secular y celular por donde nos navegamos todos los Cantos del río que mira hacia el Edén por el lugar donde amanece la OraSión.

Ay, por esta plegaria que te elevo, y te pido, que si dejarás seducirte por ella, me harías decir lo que á en mi Intimatum y ya no quiero: Tuve un pensamiento:/Si mi amor me deja/ dejarme /con tres tiros en la boca/mi palabra.

Y no creo que quieras que me envenene con la cicuta de lo anónimo, sin ánimos de la reyerta para que nosotros pre-existamos en el libro de la Memoria ; que termine con el lenguaje que tantas veces nos ha dado vida, donde escribimos como ketubim, como los Jueces y por orden Profética nuestras sentencias, y en esa fracción que nos quiebra, por quebrado la nuestra es una obra de amor y por amor, por ese mismo amor desde donde Valéry nos dijo con claridad: «No sería posible amar lo que no es conocido perfectamente. El amor se dirige a lo que está oculto en su objeto. Lo amado es por definición en cierta manera, desconocido.

Te amo, luego, no te sé. Luego, te construyo te hago; y tú me deshaces». Hemos llamado al Misterio, nos hemos orillado y hacia el centro con los vientos del arcano, me hiciste decir de prestidigitación, te aparecés al costado de mi cama cuando duermo y me despertás con el picor de tus labios en mi boca y yo te miro con mi ojo fantasma, arrastro hasta tu cintura las cadenas que te atan a mi carne ardiente y te convido con el movimiento donde la danza te hace despedazarte de las mil y una maneras, y aunque te duela, mi egoísmo puede más, porque quiero tenerte amarrado a todas mis insinuaciones, y ahí cuando ya nos sobran las palabras vos sabés, porque lo sabés desde el neointelectualismo, que sacudirnos jadeados nos hace un no precisadores del tiempo.

Y me dirás que allá en lo Absoluto el tiempo se mide con micrones de nuestros besos desarraigados, y yo te diré que encarnada en tu diablura es que quiero saber del sabor de tu infierno.

Me he enojado con los que dicen que poesía es la expresión del alma y agregan que cómo los poetas vamos a engañar a la gente si no sabemos que es el alma, menos vamos a saber de su expresión.

Tan equivocados, ¡tan equivocados! El alma es ese temblor que me derriba cuando ajustás tu cuerpo a mi endiosura, cuando breve el milagro se me hace largo entre tus manos-la prisa- de la caricia que obscena me lleva al Paraíso de la alegría OhCulta. El alma es la no vergüenza, es el pacto de sangre que hemos cruzado cuando me desayuno y volviéndome a las raíces donde sé que debo buscarte, saboreo un pan con manteca y un filete de sardina, salmemuera sin vos ese bocado, el mar y el yodo repasando todos tus sabores, tarascón al labio donde muerdo tu nombre y ese sabor metálico que ahora me acompaña me hace suponer, indagarme si sabes a la naranja mecánica que kafkiana dio origen a nuestra metamorfosis.

Pececitos embrionarios danzando el glu glu de las ensoñaciones, frente al pasado y a la muerte no podrás conmigo y te envisto pelvis abajo y te hundo y te hundo para meterte y seas a parición Hijo del Prodigio.

No amor, ya no has de nombrarla, porque si con este intento reiterativo tuyo me empujaras a la prostitución, estoy dispuesta, voy a hacerlo, te lo prometo, besaré pura moneda a Caronte en sus ojos, me acostaré con él, venderé mi cuerpo a cambio de la persuasión que no te lleve hasta la Costa donde deberás seguir ese viaje que tan interminable se me hará sola con los remos pesados en el mar de la nostalgia, luego hasta alcanzarte, y ya puesta allí si debo acostarme con el Ángel de la muerte para seducirla, ganarle y que te perdone esta vida precaria pero que nos llena de gozo, este satisfecho cuerpo que vino a embriagarse de un nosotros Pretérito Perfecto para embarazarnos de la Fascinación de la Fantasía. Lo haré, lo haré todo por vos.

Es mi garganta que se quiebra una vez más frente al conjuro. Anoche he llorado en la cuenta de las perlas de este rosario de Universo, le he pedido a Dios fuente todopoderoso y vencedor que me done la ambición de que permanezcas, en pie de guerra tu Palabra para que me des vida, para que me des la suerte ésta de las cuatro hojas del trébol diamantino en el eterno retorno.

Te hablo del aquí y el ahora, te hablo del siempre que se consume en el eterno siempre sempiterno, te hablo desde mi ensanchado abrazo que te espera caliente para guarecerte de todo otro mal y tentación.

Vos que sabes del dolor, del dolor de verdad, ese que te ha comido más que cualquier enfermedad de la mala palabra, ese dolor social, ese sufrimiento ante el hambre del prójimo, la degeneración, degradación , garrapiñería y abuso del pulpo del mal dirigido establishment; vos sigiloso, cauto, observador como el águila, vos astuto zorro, vos que me llegas cada noche desde el fondo de la noche para inaugurar mi vida en sueño que a tu lado es sólo sueño, vos no nos despertés a la orilla Anciana, que todavía hay vino de juventud en nuestra sangre, hay putasutra, paredones de fusilamiendo, coces, fulgor, empiritísmio en este ser del Ser.

Y sé porque no soy tonta aunque el amor me ha puesto cara de mujer y te miro y te miro babosa elocuente por el que sos y me espera, no el querer que alimenta del no tenerse, sea en tu abrazo la Vida el lugar, la red que nos contiene; ahora y siempre.

Desde el profundísimo Amor, estas palabras escritas con sangre y optimismo. Amén selá, bendecidas sean, vida en Vida para tu Nombre.

Sensiblemente, Fanny

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Javier Monroy (Perú)
MI CADAVER IN-FAVORITO - lápida desiderata (r)
'when i was young
i never needed anyone
and making love was just for fun
those days are gone’
All by myself

Eric Carmen
1975
I.
cuántos de mi hay en mi
cuántos mis hay de mi
cuántos de mi quieres saber
cuántos de mi huelen a pasto húmedo
a heces frescas
a tumores extirpados al apuro
a descensos y leche en las sábanas
a manchas rojas y cicatrices
a llamadas calientes de medianoche
a sabia rancia de pino seco
a rencor de perro azul
a rutina inútil de autosalvamento

cuánto poder seguiré mostrando
debo exhibir el músculo flojo
el seso errante el olfato alerta
las prótesis descansan también las ansias
apremia la gana falsa sobre el lomo de la mula

hasta cuando me fatigaré en los círculos audaces
hasta cuando me asfixiaré en los deseos ajenos
hasta cuando aplastarán mis zonas lámbicas

cuántos de mi hay en mi cuántos mis hay de mi

cuando seré the rock that rocks
no más the rock that rolls

urgen estas preguntas negras

II.

urgen mientras no comprendas esto
el universo ha muerto por el multiverso
las estrellas tragan galaxias por segundo
el polvo cósmico late en el tuétano de tu rodilla
no hay más seres individuales
si clones sembrados de nanobots

mi vida mis genes mis angustias mis goces mis deudas mis lágrimas se agolpan en un chip-rice
no hay más secretos para los que te leen la mente
con memorandos ejecutivos

no me conmueve esta pléyade de zombies mecanos e idiotas que pueblan mi pabellón sicoactivo

la manada anónima nada ser1a
si uno de ellos
no intentará versos inútiles
sobre las preguntas negras

acostúmbrate a las miradas culpantes lascivas homicidas
cuántos de mi hay en mi cuántos mis hay de mi

basta de pulsiones enfermas
no más bipolares patéticos
cállense tú y tus prostatitis crónicas
tú y tu arrecheces vencidas
tú y tus refraseos ridículos
tú y tus deseos delictivos

no niegues mi advertencia
tú que no entiendes mi trama
que niegas verdades intestinas
que niegas historias de fama
que niegas el vomito y la bilis
que donde hay bilis hay señas
que donde hay señas hay olvidos
y donde hay olvidos hay nombres
y nunca es el tuyo

III.

cai en el amor al parecer
ictio-homo-hiper-faber-fucker

solo dos tipos de personas
en el mundo hay con mérito de orquideas
las que desean-las que consiguen
son cáctus las que desean-trabajan-consiguen
con amor sin amor no soy persona ninguna

cómo entender la dinámica del acto
necesario para hacer real el aire que te hace posible?
no seré digno de que entres en mi pasado
suficiente tu sentencia a sostener un escuálido planeta los días por venir
nadie será capaz empero de borrar los callos en mi lóbulo temporal

es bello el pez que patalea en el excusado vacio
labor de titanes no admirar ese reflujo colorido
revolotean el agua mis pensamientos caducos
despídense las ganas cacheras
ahoganse las lecturas froidianas
horripilanse las memorias del semen adolescente
IV.

sigo y sigo y espanto el mañana que vive en el ayer

quién va a convencerme
que estás en ese espejo
que el hueso no caerá antes que la carne
que la memoria me dira que hacer
quien se fingirá culpable sin saberse muerto
quien se declara inocente de escribir (mendigo de insípida indulgencia)

cuándo aprenderas que tu ser es lo que quiero
cuándo aprendera el que nosotros somos sus hijos
cuándo aprendere yo que me salvo mientras miento

V.

quiero presentar batalla a las hormigas asesinas
busco la madeja y el hilo
no el hilo de la madeja
soplo un vello de tu pubis nervioso en mi teste doliente
es fácil estampar la cara culpable en la nuca del inocente
tan sencillo derramar vinagre en el encaje viejo
simple como un día de pordiosero enseñarme documentales en sepia
(tilt down!)

cuántos de mi hay en mi cuántos mis hay de mi

llévate tus flores del mal
hincate ante mi dios terreno
termina de escupir muelas podridas
no pujes escarmienta el recto
inyecta tus fluídos en otro vecino

ya se que no es lo que soy sino lo que demuestro
y tú te places de patear mi vientre
mientras me gritas desde la caja boba

tú demuestras
ellos dudan
yo agonizo

el día que el horror te espante la cara
te darás cuenta
que nada es negro-blanco
nada es erosión nada promontorio
nada es ansia nada calma
nada gozo nada culpa
nada claro nada muerte
todo muerte
todo nada

si esto te evade
si no respondes cuantos de mi hay en mi
cuántos mis hay de mi
cuántos de mi quieres saber
cuántos de mi huelen a pasto rancio
a telefono muerto
a gasas en pus
a crujido de esfínter
a moscas extintas
a rencor de perro azul

seguiré viviendo como tercera especie
y sere mejor que tú

entretanto no me mires

ahora disculpa
debo regresar a mi cadáver in-favorito

(life is fragile proceed with caution)

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