Wednesday, February 24, 2010

Febrero 15, 2010, Núm. 54, Orange County



Cementerio puertorriqueño donde fue enterrado Daniel Santos.



Contenido 54

Gonzalo Gamio Gehri
Liberalismo, ética narrativa y derechos humanos: Apuntes sobre Judith Shklar y Los vicios (1999)

Luis Rafael Sánchez
Armas de fabricación casera

Carlos López Dzur
Un escritor pleno y fascinante: Luis Rafael Sánchez
Ante la gente tenebrosa

Gustavo Marcelo Galliano
Confesarás tus pecados
Susurros de la noche
Pulsaciones

Carlos Adalberto Fernández
Ya decúbito dorsal

Alejandro Drewes
A un dios vencido
Nacht / Noche (v. 2)
Carpe Noctem II
Nocturnae (v. 3)

Bernarldo
En la noche
En las hojas
En las renovaciones nacionales

Oscar Portela
Embriaguez del desierto

Éktor Henrique Martínez Hernández
Hasta la muerte es aquí una dulzura

Carlos Daminsky
Sumisión caníbal

Maika Sagasuko
2012 II
Sin título
Círculo final

Ana Lucía Montoya Rendón
Obligado silencio

Fanny Jaretón
Deportación de la muerte
Habrá

Alberto Viera
No fue preciso


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Gonzalo Gamio Gehri
Liberalismo, ética narrativa y derechos humanos: Apuntes sobre Judith Shklar y Los vicios (1999)


Judith Shklar, filósofa norteamericana fallecida hace algunos años, ha elaborado una fenomenología del liberalismo a partir de sus prácticas y valores constitutivos. Señala en su libro Vicios ordinarios [1] que lo que caracteriza a la cultura liberal es el reconocer a la crueldad como «el summum malum, el primero de todos los vicios». A diferencia de las sociedades confesionales, en donde el más grave de los pecados se comete en contra de Dios – por ejemplo la soberbia – en las sociedades liberales, fundamentalmente antropocéntricas y secularizadas, es el atentado contra la vida humana la más inaceptable de las acciones. Una sociedad es liberal si considera que la crueldad es el peor de los males. Resulta interesante caer en la cuenta que, a diferencia de otros mundos de vida moral, como la Atenas clásica o la cristiandad medieval, los miembros de una sociedad liberal encuentran menor dificultad en llegar a un consenso acerca de los vicios que todos deben rechazar que respecto a las virtudes que hay que promover.

Creo que éste es un punto de partida plausible para hablar de una cultura de los derechos humanos. El rechazo a la crueldad proviene no de una teoría metafísica acerca de la naturaleza humana sino de la remisión a una experiencia histórica concreta, las guerras de religión. Las teorías contractualistas se han inspirado a su manera en el rechazo de la crueldad, pero esta conexión permanece inarticulada y el modelo de justificación supone un universo neutral y una antropología atomista que genera tres áreas problemáticas a nivel teórico: una concepción puramente abstracta de la idea de derechos naturales, una visión desarraigada del yo, y una percepción meramente instrumental de los vínculos sociales y la pertenencia cívica a las instituciones políticas. La estrategia fenomenológico – narrativa procura más bien reconstruir las configuraciones de sentido – traducidos en argumentos, instituciones, imágenes morales, actitudes vitales y en general disposiciones para actuar – que se remiten a aquella experiencia de irrespeto, discriminación y violencia y que han dado forma a lo que hoy conocemos como la cultura de los Derechos Humanos.

Pero volvamos a nuestro bosquejo. El hombre de los siglos XVI y XVII – Montaigne es para Shklar el autor que con mayor lucidez ha reflexionado sobre este tema – ha sufrido en carne propia los extremos a los que se ha podido llegar en el uso de la fuerza cuando se trata de enfrentar a los que no piensan como uno. La perspectiva del excluido y del perseguido ha sido fundamental para la articulación del relato liberal. La experiencia del temor y la crueldad ha desempeñado un rol fundamental en el diseño de instituciones y normas que protejan al individuo del uso indiscriminado de la fuerza por parte de las autoridades civiles y eclesiásticas.

Construcciones sociales liberales como la separación entre la iglesia y el Estado y entre la esfera pública y la esfera privada sólo pueden ser entendidas en su relación con el mapa social de la modernidad que ha sido configurado desde el rechazo a la crueldad. No cabe duda que estas fronteras pueden y seguramente deben ser redefinidas o matizadas - siempre en el marco de los derechos individuales y las libertades cívicas -, pero comprendemos perfectamente las razones por las cuales fueron trazadas: por el enorme peligro que significaba tanto la politización de la fe como la mistificación del poder. En nuestras débiles repúblicas la alianza entre la fe y la política es todavía frecuente en el nivel de las jerarquías; se trata de un fenómeno que deberíamos examinar y enfrentar por el bien de lo cívico y de lo espiritual. La separación de fueros e instituciones para garantizar las libertades es una práctica de la que nuestros liberalismos contemporáneos tendrían mucho que aprender puesto que aquel ámbito social que hoy hemos mistificado y fortalecido más allá de todo límite – el mercado – también ha generado sus propias formas sutiles y dramáticas de crueldad y en ese sentido su poder debe ser limitado.

Otro de los valores públicos liberales – la distribución democrática del poder – habría de ser entendido en esta perspectiva. Mientras más mediaciones existan en el ejercicio del poder y la toma de decisiones menos peligro hay de que un solo individuo o un grupo reducido de individuos pueda hacerse de las riendas del gobierno y atente contra las libertades ciudadanas y la integridad de las personas. La división de poderes, la mediación de instituciones libres y la elección de representantes son articulaciones políticas dirigidas a contener posibles abusos del estado. Pero estas construcciones sociales no son suficientes sin la existencia de un ethos de la participación cívica, sin compromisos con la esfera pública. Esta es una dimensión que los liberalismos de Montesquieu y Mill consideraron imprescindible, y que las teorías procedimentales de inspiración atomista no han recogido; ellos reconocieron que el actuar concertado de la ciudadanía sostenía el conjunto de las instituciones liberales, y que el retiro de la política – que de hecho se ha ido gestando en las democracias modernas con la complicidad de ideologías sociales de inspiración atomista – introducía sutilmente formas de conducta despóticas en el seno de estas sociedades.

Una cierta mitología civil resulta – si mi argumentación es correcta en este punto –imprescindible para la viabilidad de una sociedad liberal. En este sentido, la acción política de los miembros de la sociedad funciona siempre como un mecanismo de control contra cualquier tentación totalitaria. El olvido de la praxis política como condición de posibilidad de la libertad constituye una profunda incoherencia en la cultura liberal contemporánea y una muestra más de que el neoliberalismo de moda centrado exclusivamente en lo económico es profundamente antiliberal.

Este escueto retrato de las articulaciones valorativas subyacentes a la cultura liberal muestra hasta que punto las cualidades secundarias en filosofía práctica son fundamentales para dar razón de los compromisos que una cultura contrae con un sistema de reglas e instituciones. No necesitamos por ejemplo, construir un concepto desarraigado de subjetividad para justificar nuestros preceptos contra la discriminación. Un yo sin rostro, sin historia, sin sexo, sin conexiones con los demás y sin una comprensión de la vida buena no podría componer una narrativa que permita reconocer la experiencia concreta de la exclusión y la valoración del pluralismo que generaron, por ejemplo, la conquista de los Derechos civiles.

Los derechos no son creación de individuos aislados viviendo en un universo neutral, sino batallas éticas y políticas libradas por comunidades concretas Para hacer inteligibles los principios de justicia que configuran las instituciones sociales democrático – liberales no necesitamos abstraer de nuestra comprensión las deliberaciones, los intereses comunes y las movilizaciones de los miembros de esa sociedad, una operación como esa oscurecería las determinaciones concretas de la construcción de derechos, así como no nos permitiría apreciar las reacciones y las acciones comunes que esas personas hacen efectivas cuando sienten que esos derechos están siendo vulnerados.

[1] Shklar, Judith: Vicios ordinarios, México, FCE 1990.

Publicado en:
Política y mundo ordinario Bosquejos Postliberales

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Luis Rafael Sánchez (PR)
Armas de fabricación casera


Un sector numeroso de la población puertorriqueña contemporánea se quedaría sin vocabulario si no tuviera al alcance la palabra cabrona. Pero, como la tiene se precipita a usarla a cualquier hora y donde quiera y sin pasmarse o ababacharse.

La usa en calidad de agravio frontal y con tono de visceral aborrecimiento. La usa para ordenarle a su hijo, teléfono celular mediante: «Pónme a la cabrona de tu mai». La usa de acera a acera, en plena Avenida Ponce de León, para exigirle complicidad a una condiscípula: «Canto de cabrona, préstame la cabrona asignación».

Tan democrático se ha vuelto aquí el uso de la palabra cabrona, tan fluente su relación con los ricos y los pobres, los cultos y los analfabetos, que ya va siendo hora de redefinirla como aspirina lexical por excelencia.

La aspirina lo cura todo, empezando por la neuralgia, pasando por la miocarditis y terminando por la hinchazón de los pies. La palabra cabrona lo descalifica todo, empezando por la moral, pasando por el espíritu y terminando por los frescos racimos de la carne. La aspirina no falta en botiquín puertorriqueño alguno. Más aún, no hay madre que, preciándose de serlo, olvide llevar en la cartera un sobre del versátil analgésico. Por otro lado, pendiente a escapar a la primera oportunidad, la palabra cabrona titila como cucubano en las bocas del referido sector numeroso de la población puertorriqueña.

Muy de aquí como el coquí, solamente registra su acuñación el Diccionario de Voces Coloquiales de Puerto Rico, de Gabriel Vicente Maura: «Mujer pendenciera».

Ni el Diccionario de Uso del Español, de María Moliner, ni el Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia Española de la Lengua, acogen la voz cabrona. En cambio, sí recopilan los significados de dos parientes suyas, cabrón y cabronada.

Me distraen las anteriores divagaciones a la par que desayuno en un negocio de Plaza Las Américas. Intento leer, con escaso éxito, un artículo publicado en el New York Times, que examina el empleo frecuente de malas palabras, o groserías, en el México urbano actual. Al artículo da pie una encuesta donde se contabilizan las malas palabras, groserías o albures que pronuncia el mexicano urbano cada día: veinte se calcula, si bien el rigorismo estadístico obliga a divulgar que descuellan las mentadas de madre.

Dije que intento leer, sin demasiado éxito, porque la palabra favorita de un sector numeroso de puertorriqueños raja el aire, segundo a segundo, impidiendo la concentración mínima. Como desayuno en un negocio donde los parroquianos suelen observar una conducta afín con los modales correctos me cautiva el manejo estentóreo de la palabra cabrona. Deduzco que sabrá mejor al paladar y el galillo del usante si la grita, recalca, deletrea y semeja a un latigazo.

¿Será porque la primera y última sílaba de la palabra cabrona contienen la vocal más abierta de las cinco vocales, la a? ¿Será porque la a se pronuncia con los labios muy abiertos y los dientes separados un centímetro por lo menos? ¿Será porque el insulto deja de ser efectivo si no se vocea con alma, vida y corazón? Que respondan los fonetistas.

Mientras los fonetistas responden confirmo que el uso de la palabra cabrona trasciende las habituales barreras divisorias de nuestras clases sociales: mujeres con apariencia de damas y hombres con apariencia de caballeros las usan, por igual, en el negocio donde desayuno. Por ello me arriesgo a afirmar que a decir cabrona se apuntan la burguesía, más el proletariado, más el gentuzaje. También quienes ametrallan el idioma español y quienes lo hablan con propiedad y corrección. También los disparateros que, por dárselas de fisnos, dicen los víruses en vez de los virus y las crísises en vez de las crisis.

En resumen, que la palabra cabrona se encuentra en su apogeo, disgústele a quien le disguste y a pesar de su definición harto dificultosa: la del Diccionario de Voces Coloquiales de Puerto Rico me insatisface porque ser cabrona no significa ser pendenciera. Como tampoco significa hacerse de la vista larga ante la infidelidad de la pareja, cosa que hace a gusto el cabrón, según el dictum sapiente de los diccionarios citados.

Como el amor, el idioma es servidumbre, ahí está el ejemplo de cabrona. De sierva de la miseria expresiva la acusarán, de introductora al saber deficiente y conductora de la nulidad idiomática, de muestra de la chatarra a que se reduce el habla popular. Más cauto, menos severo, yo la acuso de arma de fabricación casera para ensayar en la guerra civil sin declarar que peleamos los puertorriqueños, día a día.

Luis Rafael Sánchez / Luis Rafael Sánchez

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Foto de Laura Magruder / Fundación Nacional para la Cultura Popular

Carlos López Dzur (PR)
Un escritor pleno y fascinante: Luis Rafael Sánchez


No siempre se tiene el tiempo que se quiere para leer un escritor tan pleno, con temáticas ricas y variadas, como lo es éste. Por diversidad de razones, incluyendo las que origina la disponibilidad en el mercado editorial determinado, o la nacionalidad excluída de unas preferencias, u otras consecuencias del desconocimiento, se deja de leer a determinados autores. En el Caribe, sin embargo, obviar la lectura de Luis Rafael Sánchez es asunto de alta traición a la literatura.

En nombre y pretexto de «Sequoyah», grupo y revista, aprovecharé para presentar a Luis Rafael Sánchez, puertorriqueño, que desde la década del Sesenta sorprendió en el género teatral, con obras como Los ángeles se han fatigado (1960), Farsa del amor compradito (1960), La espera (1960), La hiel nuestra de cada día (1962), La pasión según Antígona Pérez (1968) y otras. En adición, en ese interín de la década del '60, también cultivó el cuento. Una muestra es su libro En cuerpo de camisa (1966).

Como lector entré contacto con su obra, cuando él ya era un dramaturgo establecido y, en la narrativa, había producido una novela (que no tardaría en ser traducida a otros idiomas) y colecciones de cuentos. Lo estimé, principalmente, por su interés en el lenguaje coloquial, tal como se desprendía de sus artículos en Claridad, escrito en puertorriqueño. Esta es una de las caracteríticas sostenidas de su quehacer literario cuando se dice: «Escribe en revistas y periódicos, crítica de arte y literatura, crítica social, e impresiones. Su estilo se identifica con lo barroco y lo carnavalesco, y su lenguaje es una ruptura con las normas de lo aceptado en la literatura. Crítica las normas sociales, según el género, la raza y el estatus socio-económico y político». Desde 1991, el crítico Julio Ortega ha dedicado enjundiosos ensayos a la Teoría y práctica del discurso popular (Luis Rafael Sánchez y la nueva escritura puertorriqueña), en su libro Reapropiaciones (San Juan, 1991), ps. 9-52.

Cuando comencé a leer su narrativa, fue obvio que su primera novela La guaracha del Macho Camacho (1976), marcó una línea divisoria entre las técnicas narrativas de «un antes y después», siendo su obra de impacto influyente en la narrativa del Caribe. Se ha analizado «su lenguaje barroco, lleno de hipérboles, juegos de palabras, eufemismos y repeticiones incesantes», viéndosela como «un retrato de Puerto Rico como una sociedad en estado decadente, en donde sus miembros son personajes corruptos por su obsesión por los productos de la cultura popular estadounidense, y que resultan graciosos y a la vez patéticos en su incapacidad para comunicarse significativamente unos con otros. Dominada por este son singular (la guaracha) y la presencia omnipresente del locutor, la novela rompe las barreras de técnicas narrativas tradicionales para crear una sintaxis regida por el caos y la monstruosa celebración de la vida».

La locución y la música, de las que Sánchez es observador agudo, son parte de los elementos descritos en ese mundo del Macho Camacho. La «guaracha» es un género de la música popular cubana, a la que Puerto Rico ha sido afín; se canta y se baila con rápido y vibrante ritmo y, en sus inicios, se tocaba y cantaba desde el siglo XVIII y XIX en teatros musicales y salones de baile de las clases bajas. En la comedia teatral y en las películas, la guaracha y la bufonería cómica se coinciden. Obviamente, es la tecnología radial y televisiva la que trae la guaracha a Puerto Rico y la que va dejando cierto impacto de decadencia espiritual en la sociedad cuando la obsesión por los productos de la cultura popular estadounidense corrompan las almas.

Si bien la contagiosa y pegajosa guaracha pulsa por revelar el espiritu alegre y optimista de los borincanos, una residual y pura puertorriquenidad y autenticidad, el autor extrapola este elemento con una tendencia obsesiva del pueblo boricua, ya no yan agradable. La adicción consumista.

En el mundo guarachero, oferta de un disco y su mensaje, sea o no ideologema lo que se adquiere en los mercados, permea con una muerte cultural progresiva en la que previamente se yuxtaponen dos tipos de sociedad. Una que tiene un entronque propio; otra que advino impuesta, desde 1898, con la violencia del colonialismo y la sucesivas ofertas de propaganda, «the products of American popular culture». Y es, dentro y a través del lenguaje, donde los conflictos han de aflorar agónicamente, aunque al parecer nada ocurre. Ese mundo ficcional es creíble y los puertorriqueños están hablando y desahablando un lenguaje que bizarramente trajo la mezcla del cliché estadounidense para hilarse en rompecabezas con el slang nativo.

Del modo que resulta, según observan los críticos es «simultaneously funny and pathetic in their inability to communicate meaningfully with one another. It is a sociopolitical work in its indictment of American and European colonialism as the cause of what Sánchez clearly considers the death of a culture». [1]

La estructura de la novela, traducida al inglés [2] por el profesor Gregory Rabassa con el título Macho Camacho's Beat ha sido comparada con las que forjaron James Joyce para su Ulysses y Virginia Woolf para Mrs. Dalloway. Y la trama es sencilla porque los personajes están muy definidos en su idiosincracia. Un senador corrupto, su «querida», y su hijo idiota; la esposa del senador y su hijo fascinado con su automóvil. Y, en ese mundo donde la vida tiende a presentarse como «una cosa fenomenal», una parte de la imaginería evocada son los avisos publicitarios («advertising slogans, puns, and pop culture references»), que Luis Rafael Sánchez utilizará para describir la penetración invasora de una cultura metropolítica (la de los EE.UU.) sobre la sociedad de una pequeña isla (Puerto Rico) «and how a fad in one can alter the culture of the other».

Posteriormente, Luis Rafael Sánchez publicó La importancia de llamarse Daniel Santos (1989), [3] texto en el que analiza los mitos y leyendas de Latinoamérica desde una perspectiva puertorriqueña con su lenguaje característico. Vuelve a verse el interés del autor por la música y los mensajes que propala. Santos, el Inquieto Anacobero, es figura fascinante para los puertorriqueños. Una mezcla de ícono afirmativo, nacionalista albizuísta, valiente y de producto internacional de disqueras y negocio. Sin embargo, más fuerte que en La Guaracha, en esta novela La importancia de llamarse Daniel Santos la crítica se concentra, no en aquel, «who give up their culture to assimilate into the American culture», sino en aquel que, como Daniel Santos, «refuses to let go of their cultural identity».

Una observación interesante de la Dra. Knights es que: «Daniel Santos es representativo por esta modernidad por su capacidad de sobrevivir a los ismos de moda, por su vitalidad, sus orígenes en la clase baja, su atrevimiento y amor por el riesgo. Para el colombiano Hernán Restrepo Luque (en su historia de los intérpretes claves del bolero y canciones), Santos adviene como todo 'un personaje para la historia de la música popular de América'» [4], afirmación que es cónsona con lo que Luis Rafael Sánchez se planteara para su novela: «Por la sintonía enardecida con la población numerosísima de los pobres, de los que viven arañando, de los cualquiera, crece y se perpetúa la modernidad del Inquieto Anacobero. Por la sintonía con las marginaciones sentimentales. Por el desembarazo con que Daniel Santos sujeta, domina y arrodilla la bestia arisca que, algunos días, se convierte en la vida». [5]

Delia Barreiro Pérez dice que esta obra es una «búsqueda de nuevos procedimientos en la elaboración del gesto renovador de la escritura. Reinterpretación de la realidad a partir de la biografía del cantante Daniel Santos, que trata de dar un rodeo a la concepción del mundo», no siendo ni cuento, ni novela, sino que «lleva dentro hondos ensayos reflexivos»; «cada fragmento aparece encabezado por una especie de titular como la de los reportajes periodísticos».

«La obra puede verse como una toma de conciencia de la particularidad del idioma y de lo que éste conlleva. Puede representar además, una caracterización del ser caribeño. La aceptación de esa concepción se refleja en que la obra se afirma en esta idiosincrasia y que desde ella formula una concepción del mundo que atraviesa su propio escenario. Conserva el ritmo oral a la vez que funciona como práctica de la lectura. Los elementos periódicos y críticos del texto subyacen en la organización que anuncia explícitamente la necesidad de transformaciones. El grado de politización de esta "fabulación" como la llama el propio autor, surge con la subversión misma del lenguaje. El texto propone la liberación misma del lenguaje de cánones cerrados y anquilosados, expone diversas expresiones que hallan hablantes en sus correspondientes estratos sociales». [6]

Gran parte de la obra de literatura ficcional de LRS es éso, como dice Barreiro; pero, en otras ocasiones, el prestigioso boricua asume frontalmente el ensayo. Y es con un género de exposición crítica donde explora los conceptos de la asimilación cultural y la cultura bipolar. Un ejemplo es su ensayo La guagua aérea, (1983) aparecido en traducción como The Flying Bus. La asimilación cultural es definida como una respuesta política al hecho demográfico de la multietnicidad que estimula la absorción de una minoría por una cultura dominante. De este libro, se observa lo matizado que está del humor irónico de Sánchez para valorar «los paradigmas tradicionalmente conservadores de identidad nacional e individual» en los contextos de la crítica postcolonial de asuntos tales como género, sexualidad, raza e hispanismo.

El crítico John Dimitri Perivolaris, quien fue uno de los primeros en estudiar minuciosamente la visión que Sánchez ofrece en la tarea de definir la identidad cultural puertorriqueña, cree que siendo Sánchez un miembro de la élite intelectual, sostiene una posición ambivalente como portavoz del «pueblo», contrapuesto al «Puerto Rican mulatto whose working-class background allows him to highlight unprecedented possibilities for political agency within popular and mass culture». Es que el mismo Sánchez dice que las microhistorias de la vida diaria que el hilvana y reflexiona son un diálogo de múltiples niveles, «fabulaciones y nada más».

John Dimitri Perivolaris, profesor auxiliar de español en la University of Manchester, Inglaterra, no puede captar muchas de las sutilezas de esta literatura de LRS para lo que él demanda, como crítico, y le exige a Sánchez, o cuestiona, en su libro Puerto Rican Cultural Identity and the Work of Luis Rafael Sánchez (University of North Carolina Press: 2001). Mas el autor presenta esas respuestas a través de «fabulaciones» por una «nacionalidad kaleidoscópica que emerge de un sentido de dispersión y pertenencia, enraizado en la diáspora puertorriqueña». En La guagua aérea, ante esas fotografías en movimiento sobre la nacionalidad puertorriqueña, tomadas desde la altura, «at thirty one thousand feet», es significativo ese diálogo del extranjero que le pregunta al boricua: «¿De dónde eres?» y la respuesta que da: «Pues mira, eso e' lo que quiesiera saber». [7]

En otro de los libros de Luis Rafael Sanchez en el que le vemos abocado al ensayo y del que dice: «Del centenar de artículos que documentan mis alejamientos frecuentes del país natal y el transcurso de los días en el mismo, selecciono cuarenta para integrar el libro Devórame otra vez». [8] La expectativa del libro es que lo selecciona forme
«un sólido cuerpo de reflexiones e indagaciones», «donde convivan, en armonía tensa y sensual, el oficio de escribir y el oficio de vivir».

Este es el escritor que fascina y que, en su expediente profesional, se incluye el haber sido Escritor Residente de la Academia de Artes y Ciencia de Berlín y del «Woodrow Wilson Center for Scholars» de Washington, además de Becario de la Fundación Guggenheim. Ya se ha retirado de la enseñanza. En el año 2000 ocupó la Cátedra Julio Cortázar, con sede en Guadalajara, México.

Su obra se ha traducido al alemán, al francés, al húngaro, al inglés, al italiano y al portugués. Para mí, fue especialmente grato haber recibido varias cartas suyas cuando apenas me iniciaba como cuentista. Fue estimulante y ya, viviendo yo fuera de Puerto Rico, como parte del material que examinara para escribir La guagua aérea, hizo un análisis de mi libro primerizo como cuentista, Las sarnas de la ira. Fue entonces la primera crítica formal, realizada por un gran maestro y magistral literato. Le pago con mi fidelidad de lector y gratitud infinita.

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Notas

[1]
E-Notes: In Contemporary Literary Criticism. Uno de los más interesantes ensayos sobre Luis Rafael Sánchez es la tesis doctoral de Julio César Sánchez Rondón para la Universidad de Nebraska (Lincoln), titulada Poética de lo Soez: Luis Rafael Sánchez: Identidad y cultura en América y el Caribe que, desde 2006, está disponible en la internet. Ver / 145 ps.

[2] Luis Rafael Sánchez. Macho Camacho's Beat. Dalkey Archive Press (April 2001), 211 págs. Hay una primera edición con Pantheon Books (1981)

[3] Hay, por lo menos, tres ediciones de La importancia de llamarse Daniel Santos desde su aparición en 1988. Una es la hecha por la Editorial de la Universidad de Puerto Rico (2000), 218 ps. La obra fue objeto de una disertación de la Dra. Vanessa Knights (de la Universidad de Newcastle) en un Seminario de Música Latinoamericana, auspiciado en mayo del 2003, por el Instituto de Estudios Latinoamericano. La Dra. Knights disertó sobre «The Importance of Being Daniel Santos: Popular Modernity and Bolero.
Ver

[4] Vanessa Knights, op. cit., p. 4. Traducción mía de la cita del inglés al español.

[5] Luis Rafael Sánchez citado por Knights en el trabajo.

[6] Delia Barreiro Pérez, «La importancia de llamarse Daniel Santos», en:
Ver

[7] Luis Rafael Sánchez, La guagua aérea. Este libro tiene varias reedicciones, la segunda de 214 páginas en 1994, tercera y cuarta redicción por la Editorial Cultural, Río Piedras, en 2003 y 2004.

[8] Luis Rafael Sánchez, Devórame otra vez (Ediciones Callejón. 2004).

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Ante la gente tenebrosa

a Maika / Tati / Sagasuko
a Carlos Daminsky y Javier Monroy

Hay, no sólo artistas que, después de todo,
son sólo los intérpretes del fenómeno,
hay vecinos, hombres y mujeres
comunes y corrientes, que vagan
por mundos de tinieblas,
que se han quitado las
máscaras
de los símbolos verbales de personas
y me parecen signos vivientes en vigilia
de aquellos materiales más puros,
menos infectos por las ansias de conflictos.

En sus mundos de compleja autonomía,
miran cosas que acá, entre los aromados normales,
los sabios de la logicidad y el civismo
no queremos ver, creemos que somos luminosos
(que la Razón es la única vía y que, en el sueño
de racionalidad, somos los jacobinos redentores,
los movidos por la Buena Voluntad, el amor
a la patria, a los grandes ideales de futuro);
pero ellos, quienes vagan por grutas de tinieblas,
los mansamente subversivos en las sombras,
de plano que se dieron cuenta de que somos
por el contrario, devoradores, ovejas que no tiene piel
de carneros, sino de hienas velando
la carroña, lobos hambrientos que se incentivan
al ataque y, siempre es el más débil,
la cría, la semilla del futuro, su víctima.

Siempre es la hembra más hermosa,
la juvenil e inocente, siempre es el inocente
que, por desprevenido e inmaduro,
le puedes engañar y vender mota,
e ilusionarlo con consumos y temeridades
que lo harán una víctima, o un temible delincuente,
mara para tu grupo, hampón para tus cuadrillas
de asaltadores en el ARMY, o en cualquiera
sea el operativo de las agresiones.



2.

Pero yo veo a los que vagan
en esos mundos de vampiros, deseosos
de dar el beso que extraiga la sangre de la eternidad.
Veo los ojos de fuego que me parecen
los de Hefesto, despojado de la cordura del Olimpo
y echado a sufrir en los infiernos y sus ojos,
llenos de chispas, son artesanales,
no están llagados por mala voluntad:
sus miradas sólo revelan las forjas del quehacer
en que viven, solitariamente, en el submundo
de sombras; esos ojos de los que vagan
elaboran la hermosura donde otros la impiden.
Necesitan esas Sombras / de Umbra /
para redescubrirse.

Allí, en esa luz que no se observa,
parecen monstruos; pero es que la verdadera Tiniebla
(luz que está más cerca de la llama, luz negra)
es la más creativa; luz para los valientes,
los honestos, los puros, los que voluntariamente
se meten en la muerte para saberla vida,
continuidad de un rayo.

En sus mundos tenebrosos, casi todo es andrógino,
allí el anymus es claro: la mujer lo anhela
y lo proteje en sí. Ella se pone un pene y dos testículos
de energía; ve a través de ellos,
y el ánima, es el la mujer escondida
del varón que la admira, y él se agujera
el ombligo y se hace la clotis
y busca más abajo, entre las piernas
(con el deseo de cobijar a su criatura desde la matriz
de un ansia fecunda y hermosa).

Entonces, el varón es materno y la fémina,
guerrera y son amantes, magos en las tinieblas.
Deja de haber lo Tuyo y lo Mío.
Se vuelven universales, interconexos.
Cesan las acusaciones. Queda sólo
lo Bello, la síntesis, lo mutuo.
El Bien y el Mal ya no es prejuicio
ni entelequia. Es sabiduría
compartida.



3.

Las mujeres de la superficie,
aquellas que no van y se internan en su arquetipo
(la tenebrosa sombra, vampiresa),
en su sociedad de razón convencionalizada
son tan inseguras, irritables, gritonas,
chismosas y, por débiles, viene el salvaje
armado de pretextos y les da mil patadas,
se las lleva de putas, las embriaga de consumos
y de ilusiones baratas, las arrincona,
las insulta, y le da su ideología de amor
y de feminidad y, por fortuna, si acaso
hallaran la puerta de escapada,
el infierno las salva, sí, huyen y se meten
en ese en sí profundo, signo auténtico de ser,
que se llama la Umbra, allí es
donde vuelven a ser las guerreras,
defensoras de todo lo que anhelan,
allí su espacio nutricio
y su dicha.

4.

¡Qué bueno que yo tengo mi entradita al carajo sublime,
al coño maravilloso del infinito! me gusta ir,
gozar el paseo, que me larguen allá lejos,
donde no molesto y nadie me molesta,
donde puedo ser el demonio que soy,
o el ángel...
¡Qué maravillosa la Naturaleza es!
que le hizo un boquete en la tierra a mi ser
y me dio así mi templo, ¡qué sabio es Dios o el Diablo
que me dio la Sombra, y este lado emocional
e instintivo que se llama el Anima,
la hembra en mí, diablesa deliciosa,
madre verdadera debajo de mi corteza,
encima de mi lenguaje, o mis zonas de Broca!

Yo no podría ser feliz ni anarquista
ni libre en lo más mínimo sin la voluntaria manía
de meterme en la Sombra, en lo profundo
de mi bestia y ver que no lo soy,
que mi Creador es justo y me hizo casa
como buen marido / o padre rico /
ante esta parte insatisfecha de mí mismo
donde vuelvo a ser ángel
y habitante del submundo y decir a Hefesto,
el feo, el cojo, el arrojado,
«padre divino, házme una pulsera
para el pie, una cadena de oro
y amárrame a tu lado,
quiero vivir contigo
para siempre».


02-04-2006 /
Carlos López Dzur


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Gustavo Marcelo Galliano (Argentina)
Confesarás tus pecados ©


No pude controlarme más. Esa noche tenebrosa discutimos acaloradamente, más de la cuenta, y lo confesé sin tapujos ni reparos. Sabía muy bien que la ofendería, se sentiría humillada, bastardeada. Que no lograría superarlo ni perdonarme jamás.

Pero estaba realmente harto. Hastiado. Ya no toleraba sus celos infundados, sus persecuciones dialécticas. Sus falaces acusaciones plagadas de malicia. Que revisara en cada madrugada mi agenda, mi teléfono, mis bolsillos, mis recuerdos, hasta mis sueños por soñar. Siempre tratando de capturarme in fraganti.

Exploté como un volcán incontenible y colocando mi rostro muy cerca del suyo, se lo confesé gritando. Gritando a rienda suelta. Gritando desde lo profundo del alma. Mi esposa irrumpió en llanto, en convulsiones, en reproches entrecortados. Su histriónica histeria se desplegó en chillidos, chirridos, gemidos, pataleos. Se babeaba furiosa cual hiena desorientada, mientras balbuceaba frases como: «Mi madre siempre me previno… que eras un degenerado… un desgraciado infiel… un pervertido».

Me serví un trago, respiré profundo y me senté en el sillón. Sinceramente gozaba contemplando su desquicio. Su andar de fantasma errática. Frenética. Despeinada. Gocé de mi vodka doble, tridestilado, con zumo de naranja y observé el ir y venir por la sala de sus pasos incoherentes, inconexos.

Poco a poco fue recobrando la calma, y se dirigió hacia nuestro cuarto; preparó sus maletas y se marcho en silencio, regalándome un estruendoso portazo, que tronó de maravillas. Se llevo nuestro auto.

Suspiré aún más profundo, feliz, relajado. Me serví otro trago. Resultaba un enorme alivio haberle confesado mi pecado, aquella culpa que me corroía en silencio. Y aquél fue el momento apropiado. La síntesis del éxtasis en el génesis.
Era imposible continuar callando. Ya no podía seguir ocultando, que allá, por el sexto grado, portando mis once años, me enamoré de mi maestra. Imposible continuar callando.

[Cuento Finalista del II Certamen Internacional de Cuento Jorge Luis Borges 2008, organizado por SESAM, Buenos Aires, Argentina. 30 de Junio de 2009].

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Susurros de la noche

El aura de la noche
gime en avalanchas,
serpenteante, candorosa,
transpirando color.
Montada sobre nubes
tus brazos, cual férreas aspas,
emprenden cabalgatas, eternas,
por sobre el éxtasis del amor.
Remolinos de seda,
entrelazados al gozo,
mientras espasmos fragorosos
beben aguardiente del crear.-

Gustavo Marcelo Galliano / En Colaboradores

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Pulsaciones

Perlas nacaradas de sal
corrompen tus encías con sonrisas,
bebiendo el peregrino sudor de mirra,
la flema del ajenjo, ángel desértico.
Letras circulando arterias
en el corazón vertiginoso del alma,
cual biblioteca humana transmigrada
bifurcándose por venas y vectores.
Manos vacías de tímidas caricias,
brazos exiliándose de abrazos,
vano será cada latido entonces
si esos ojos se hacinan en sus cuencas.
Músculos amnésicos de tensiones,
tendones distendidos, holgazanes,
fortaleza erigida en ruina ardiente,
Infierno de la otrora joven Muralla.
Destellos implosivos, disonantes,
música del alma amarrando ensueños,
desesperados tulipanes sofocando puentes
y ante el menor desliz truenan Tocata y Fuga.
Cartas de amor jamás escritas,
rostros desfibrilando memorias,
cartílagos de pasión deshilachados,
derrotero del olvido perpetuo y marmóreo.
Letras, caricias y abrazos,
pasión y sensualidad anquilosadas,
braman las perlas rumbo al averno sensitivo,
pulsaciones aceleran el beso, in eternum, a tu cuello.

Bíos / Gustavo Marcelo Galliano / En Colaboradores

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Carlos Adalberto Fernández (Argentino)
Ya decúbito dorsal


Fuí un gil.

La agarré en caída libre, a punto de hacerse tortilla en el cemento de las perdidas. Casi todas las noches un meteorito de esos ocupaba por un momento el cielo, caía, caía, y deflagraba, a veces, en el patio del Bar Billares Salón de Baile. Un instante, sin ningún suspenso, y se levantaba, se alisaba las ropas, lanzaba una risita histérica, y se incorporaba al baile, la nueva reventada.

Ésta no. En medio de la parábola me miró. No sé por qué, tal vez un reflejo, o le tapaba la visión. Tal vez temió que la notara desarreglada. Eso la angustió, justo en ese momento, despeinada.

Y yo la ví así: cara de indefensión, vulnerabilidad y martirio. ¿Y cuál era mi misión, ante una mujer inerme?¿Qué me enseño mi madre?¿Para qué soy hombre?¿Soy, ante una mujer débil y necesitada, un caballero, o un fauno sediento de progesterona al natural, como todos?

—Permítame —le dije, extendiendo una mano—. ¿Puedo ayudarla?

Rápida como una centella, postergó su deseo de reintegrarse a la vorágine.
Me vio genuinamente inquieto, deseoso de brindar socorro. Hacía mucho que no la miraban así.

—No me siento bien. Las desgracias, los peligros... No puedo más.

—Venga, siéntese —cuidadosamente la acompañé hasta una mesa, en el bar al que acababa de ingresar, en mi recorrida como vendedor de diccionarios a crédito. De noche hacía bares, confiterías, bailes, boliches, algo vendía, aflojan más que los oficinistas.

—Bueno, tal vez me levante un poco el ánimo —respondió a mi sugerencia de un trago de algo fuerte. A la tercera grapa ya no podía parar el verso. Juana de Arco, la Madre María, la hubieran venerado—. El desalmado la envolvió con un mundo de promesas, la mostró diosa, vestal del templo de amor que él le ofrecía (me encogía ante la humedad pringosa del relato, pero no estaba vendiendo en la Academia Argentina de Letras). Y por él abandonó a sus padres, a su barrio. El desalmado (el mismo) la despojó de su pureza, depredó su juventud (le serví otra grapa, tal vez se calle).

—Y no satisfecho, el desalmado me arrastró a la perdición, las humillaciones, las vergüenzas, no se imagina lo que viví. Y ahora quiere... sí: alquilar mi belleza (no aguanto más, me tomo una grapa). Me escapé, con lo puesto. Él me persigue, amenazó matarme.

¿Qué clase de caballero soy?¿Para que la ayude tiene que declamarme Eurípides?

—¿Dónde está ese... el desalmado?

—Acaba de entrar —grandote, morrudo, negro e hirsuto como bosque de espinos en noche tormentosa, no me pareció el galán sedoso y aventurero que ella me describiera. Pero yo no iba a seguir con las exigencias.

Decidido, me encamino hacia él. El Caballero ingresa a la arena. No lleva lanza, tiene abrazado el maletín con los diccionarios de muestra, no encuentra dónde dejarlos.

Ya desde lejos me enfocó. Trajeado y con maletín negro, parecía importado de Chicago.

—Así que vos sos el nuevo macho de la Elvira —me increpó—. ¿Te agarró mamado o caíste de boludo? De golpe tenía en la mano un revólver más negro que él.

—Adónde tiró a los chicos, es lo único que me interesa. Son mis hijos, aunque por desgracia también sean de ella, pero ya no. Me decís donde están o te agujereo.

Yo, a todo esto, no había emitido ni una sílaba. Petrificado, miraba el abismo de ridículo en el que estaba cayendo, para colmo seguramente agujereado. El desalmado ya me estaba estrujando con una mano las solapas del traje, mientras con la otra me acariciaba la cara con el caño del revólver.

Perdón me equivoqué. Yo recién llego. Se confundió de macho, Elvira quién es. Vos quién sos. La lista de frases era interminable, pero no encontraba ninguna con la cual recuperar mi dignidad, mi respeto y de ser posible, mi futuro. Había una, qué boludo, pero le correspondía a él.

Por suerte a Elvira se le ocurrió, esas cosas de la vida, portarse como una dama, ahí, en ese momento, y apropiarse del libreto del marido, ex desalmado.

—Dejalo —dijo, acercándose serena, despierta a pesar de las grapas—, es un boludo pero bueno, me quiso ayudar.

Yo no estaba ni para discutir mi cociente intelectual. Me aferraba al maletín.

—Los chicos están jugando, en la pieza de arriba. Tenés razón, qué puedo hacer con ellos, qué puedo hacer por ellos. Llevátelos. Pero de mí olvidate, éste es mi mundo y en él voy a vivir lo que me queda.

El meteorito deflagró. Una reventada más.

El grandote, sorprendentemente pacífico, me llevó, su mano sobre mi hombro, hasta la puerta del café.

—Andate, boludo. Yo agarro a mis hijos y también me voy. —me dijo con simpatía, como con algo de complicidad, él tampoco salía muy bien parado del conflicto, pero se resignó, tenía lo que le importaba—. Ni vos ni yo somos de aquí

Sentado a la mesa de un bar, tomando un café, sin hablar con nadie, hundido en el fangal de la autocompasión, pienso. Mi madre me hizo caballero de cartulina. Todos sus personajes, especialmente las damas, están pintados de apuro, para decorar un acto de teatro amateur. ¿Para qué más, si yo, crédulo, me embelezaba ante cualquier maravilla de crayón?

A mis treinta y pico, concluyo deprimido, nunca llegué a ser el amor de ninguna mujer. Que refloté barcos hundidos, un montón; reparaciones necesarias, calafateado y listo, a puertos exóticos, fuiste todo un caballero, chau. Cientos de minas tienen mi teléfono 24 horas emergencias. Me piden plata, apoyo anímico, recargo batería, inflo neumáticos, arranque y a la pista, yo a el taller a esperar.

Fui un gil, otra vez.

Pero ya no. Cierro el service. No vuelvo a alzar tomates. Ni flores, por las dudas.

Carlos Adalberto Fernández / Entre soledades / CAF / En Mis Poetas Contemporáneos / Encuentro con Carlos Adalberto Fernández / Revista El Abasto

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Alejandro Drewes (Argentina)
A un dios vencido

Pero al cabo no engaña el signo
crepuscular de la hora ni el flamígero
viento que sopla y que pasa

Sorprendido en mitad de la vida
qué innúmera fuerza, qué sino
condujo una vez hasta aquí,
qué oscuro ajedrez torna opaco
aquello amado en su día
y en la noche de su día huye,
con qué veloces caballos huye.

Nada más queda sino esta misma
sombra fiel, la del fruto ya pasado
que proyecta la flor de su instante
sobre la tierra. Ebrio te lleven las
aguas, ahí donde nunca tus pies
soñaron llegar: Thalassa. Y en tributo
este canto a un lejano dios ya vencido.

Alejandro Drewes

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Nacht / Noche (v. 2)

De nosotros he hablado
los que por amplias
avenidas de siglos ajenos
incesantes buscamos
una mínima clave
un sentido del mundo
en la grafía de hondos
espacios estelares

nuestro el paso errante
ha sido en altas noches
de Alejandría o Bassora,
lejos tan lejos
de las dudosas piscinas
de Roma imperial

y esas rosas que aún
nos negamos a pisar
contra todos los vientos
amarga esta sal en los ojos
y el alba que no llegaremos
a ver. De nosotros he hablado
de la senda que siempre
de otra es espejo y la misma

Bíos / Alejandro Drewes / Alejandro Drewes y sus poesias / En Clarín.Com

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Carpe Noctem II

Sin saber de qué modo
has llegado a esta simple bifurcación
en el tiempo. Como nunca dudan
los pasos. Algo te dice al oído
que no es tuya la sombra fiel
detrás de tu cuerpo. Sin eco
desciende tu voz en tierra
enemiga. Allá lejos se funden
unos rojos denarios de sol. Acaba
sin paz tu jornada: pues otra y extraña
es la luz que clausura este viaje.

Alejandro Drewes / Sobre Alejandro Drewes / En Internatural / Blog

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Nocturnae

Pero mi tiempo
es el exacto tiempo
de la noche
mi oficio apenas
el rasgante silencio
del escriba

callo y los ojos
contemplan extensos
campos de flores
y vastos cementerios
flotando bajo la luna
un instante los pasos
aún con vosotros

peregrino soy
en el sueño
hasta el fin
deste incierto camino
qubla hacia el dorado
polvo de Konia

Biografía de Alejandro Drewes / En Adamar


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Bernaldo (Argentina)
En la noche


noche reposa mis codos en la mesa finalmente
renueva un poco mi cuello y estira arrugas letargadas
no piensa en amaneceres floridos ya
sino cree será cansancio luego y luego.

Espera tu silencio sometido a ella
no cree que pasará inadvertida otra vez
espera tu desnudez sombría y final
sabe que irás despacio esta noche en ella

Piensa locuras para mis manos tibias
dice te atrapará para ellas esta última vez
con el resto de mi ancla fatal
esa que no estirará mi brazo para sentirte finalmente

y deseará no saber otra vez de nosotros
terminará su pasión en nuestra cama
y amanecerá dormida
como mis sueños de ultimamente

Bernaldo

<>

En las hojas

en los ojos del tiempo vi tu boca gruesa perdida
en el frío rocío de mi voz llamándote,
el viento ayudaba mis lamentos desesperados.

Tan lejos de hoy tu vientre anidó mis besos aquellos,
esos que colmaron cuestiones simples
y no pudieron traspasar las promesas

y perdí tu aliento en mi hombro cansado,
no alumbré rincones en donde estabas
y te fuiste con otras hojas libres de otoño

Bernaldo

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En las renovaciones nacionales

qué crestantes quiere el anciano a esta hora de la noche!
si ya basta de lamento octogenario por hoy
ya está siendo necesaria una reposición alegre,
algo que no sea tan lamentable.

Algo que permita cambiar cosas y ampolletas viejas
esas que dan luz amarilla de un gusano en su interior
como el anciano que no duerme y no ríe sinceramente
porque necesita más tiempo para soportar su dolor



también ese que necesita novedades rentables
para que alguien o algo lo acompañe en su singularidad
en su eterna singularidad de ataúd nuevecito esperante

y paciente en su risueñidad complaciente y democrática terminal

Bernaldo

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Oscar Portela (Argentina)
Embriaguez del desierto


Carne desocultada y amanecida siempre.
Carne refugio del áspid y la alhucema.

Carne donde despierta el sol y se posan
Las sombras sobre el día anterior al día
En que el desierto vio por vez primera
Sin nostalgia ninguna rodar sobre el cilicio
La negra sombra del insecto primero.

Carne portadora de la carta robada.
Carne sin destinatario ni remitos del cielo.

Carne sin húmeros ni nombres.

Solo cilicio dorado sobre la ardida piel y
El escozor del sol, "la sed", "la sed", que se
Exalta en la primer pulsión que conduce
Hacia el dátil y el oasis tan solitario como
Esta carne sin nombre y sin origen, aún sin
Cuerpo y órganos donde posar mirada, buscar
Refugio, ser colonia portadora de territorios
Que pidan ser colonizados por los gérmenes
Portadores de vida - el rayo- los elementos todos
Que ahora vienen hacia el dominio de la nada
Y hacen aquí su labrantío.

¡Oh carne, tierra sin nombre, desierto sin posada!

Inocencia de lo que no tiene antes ni después
Y eternamente se repite en la palabra
Que tú pones en mí, siembras en mí, oh principio
Generador de vida, belleza y fuerza,
Sin otra esfera rotatoria que hacerme tuyo
Y como el sol antes del sol y hacernos mutuamente
Desde un principio sin principio
Destinados al goce y la locura,
Destrozándonos en la afirmación
De la eterna metamorfosis de lo mismo.

Mis cenizas serán el alimento de los cuerpos
Que nuevas carnes roten y vida y muerte
Serán las aletheias del instante perfecto
Sin nostalgias de purezas profanas.

Tu piel cubierta de cilicio y de oro, tu misma
Piel dorada es la del dios que muere y sólo indica
El camino de la vuelta a la gracia de la inocencia
Del devenir que fluye como fluyo desde tus brazos
Hacia el cenit de destilada sangre.

Y olvidado de todo en la anamnesis
De saberme escandido hago de toda carne
Hoja donde grabar los éxtasis de un Eterno
Retorno pues que soy el trabajo de tus días

Nícholas Lemons alabanza de lo que no
Será perdido y dios humanizado por las gracias
Que presiden los ciclos y gestaciones todas
Del juego del azar que recomienza
Cuando tú me devuelves el Ápeirón que estalla
En el cincel de oro de buriló tu cuerpo
Para hacer de mi carne un Jardín de Delicias,

Y ver crecer un niño solar del torso en el cual
Duerme ciego al horror de todo
La inocencia del mundo que tú llevas contigo.

Oscar Portela
Corrientes- Argentina
28 de octubre del 2008


Sobre Oscar Portela /

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Éktor Henrique Martínez Hernández (México)
Hasta la muerte es aquí una dulzura


Aunque es un asunto de muchas ronchas
cuando menos hay que conservar una mínima parte de impudicias
una ciudad como Tijuana no puede ser engañada de esa forma
no se le puede llamar doncella a una puta que se vende al peor postor
y ¿quién asumirá el estandarte de la indignación moral?
dolor desdicha e imperfección de realidad
fenomenología sin restricciones / el padre no respeta a sus hijas
dicen que Tijuana es una ciudad muy culta llena de artistas
que sus habitantes son tan ilustrados que hasta saben lo que ignoran
como ignorar que Hegel es Beethoven en la música y Goethe en la poesía

pero yo quiero dedicarme unos versos

cuando el aire de la noche aún estaba tibio me metí a un burdelito
y la billetera bien cuajada de cueros de rana
y las suripantas y los meseros se desvivían por atenderme
y es que la propela más cacicona era de veinte bacs
el mejor pisto y la mejor ruca en esa comunión sin puntos suspensivos
y como preocupación ontológica
a la vuelta de la esquina me salió la cruda y me preguntó
¿de qué alcantarilla saliste?

pero yo quiero dedicarme unos versos

el dominio cultural y sus lides de contigüidad
de la misma manera que se parlota la tesitura del Neto Zedillo
que había sido bolero y que provenía de una familia pobre de Chicali
catrines contra calzonudos núcleo y citoplasma
mi felonía me dio estatus y liderazgo sin pedo alguno
¿y tú qué ondas?
me voy a retachar pa Tijuas
¡no seas mamón! ¡si ya estás aquí!
yo aquí no me hallo
me caen de a madre los rodinos ai-te-guacho
a las 5:56 agarré el troli en la Beyer
a las 5:59 estaba en la Iris
a la 6:07 ya estaba en la Palomar
y 20 para las 7 llegué a San Ysidro
recolectando mis pesadillas cruce la línea y recordé que en la casa
tenía dos kilos de cagada que Gloria trajo de Real de Catorce
un chingo de gente ya se había atascado de peyote
en mi cantona había un fila de fotógrafos poetas dramaturgos periodistas
y hasta vaquetones esperando que les aventara con una madre de loquera

pero yo quiero dedicarme unos versos

la hermana gemela de la paranoia se llama ingenuidad beata
la hipocresía ornada como talento la mendacidad de la decadencia
porque en vez de peligrar hay que guardar las apariencias
el tozudo pathos contra la inmensa y putota mentira
y el premio a tantas virtudes es una sucia covacha de ratones
claro está con los atributos del paraíso terrenal
glándulas mamarias o curiosa inclinación hacia lo pintoresco
y la poesía como las nalgas de piel pilosa sin capa subcutánea
de todas maneras y aunque la cosa no fuera como se ha dicho
de poco o nada sirve jugarla a poetastro
si ya semeja a una fuerte propensión a la güevonería
mortífera holganza del «otium no negotium»
zonas erógenas del sistema semiótico
de nada sirve tener un alma de poeta sino se es poeta
cuando los enamorados se enamoran deben seguir enamorados
[pero el amor ya es un lujo en los asuntos de la coyunda]
negarlos enteramente es pedantería
y creer en ellos de forma total es verse como un pendejo

pero yo quiero dedicarme unos versos

a esta cursilería le pertenece la idolatría del título nobiliario
somos ventanas abiertas por donde escapan nuestros sueños
por donde escupe el padre autoritario
por donde se escabulle el amante de la mujer infiel
por donde se fuga el olvido cuando yo ni me acuerdo de ningún cabrón
esplendor de los primeros años / ímpetu como valor supremo
carácter sentimental despreciado e ignorado
la sustancia más pura de la humanidad dada por causas a priori
escepticismo que brota de las aristocracias / mística del parasitismo cultural
una visión idealista y fracasada
apasionamientos revolucionarios / sentimentalismo anárquico
la oligarquía primero nos mimó en los cenáculos
después nos abandonó / confusión escapismo suicidio
transculturación foránea del capital financiero
subjetividad como juguete del destino
aparece el símbolo entre fuerzas inmutables
no hay salida para restaurar la degradación
la existencia patética y absurda
miedo angustia y desesperación por un mismo precio
la modernidad se encuera y agoniza
época retrograda / censura persecución quema de libros
la poesía al servicio de la libertad
Junín Ayacucho Bolívar Olmedo Píndaro Virgilio Horacio Quintiliano
y el populismo le partió la madre al pueblo
las armas el arado / vicios y prejuicios
y la muerte como primera etapa de la vida

pero yo quiero dedicarme unos versos •

Extor H. Martínez / En Colaboradores / El Charkito

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Carlos Daminsky (España)
Sumisión caníbal


¿Tienes hambre?
¿Estás harto de comer piedras y barro?
Te ofrezco esta carne de segunda mano,
muerde tu ansias en ella
y deglute sonoramente el ruido áspero
de la sumisión caníbal,
el cielo puede caer en cualquier instante
el baño de cenizas puede esconder las formas,
tu famélico reino es la advenediza revancha
para unirte con los hambrientos,
te sirvo el basáltico caldero
con el caldo de ladestrucción:
huesos, nervios y músculos, de este nuevo matadero,
el olor de la hambruna es el resorte antropófago
para la horda que quiere saciar lo que fue negado.

Carlos Daminsky / En Aurora Bitzine / En Las Letras del Mal / Ciencia-Ficción Net / Racionalidad: Su blog

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Maika Sagasuko (Uruguay)
2012 II


La Maga busca a su Mago,
presiente su descendencia,
la horda guerrera clama,
y la Pacha-Mama espera.
Lo huele en el tibio aire,
conoce su independencia,
se sabe atada y libre
a su aliento en las venas.
Se sabe amante del Mundo,
pero este cuerpo no es de ella.
No es real lo que perece,
pero es eterna la Guerra.
Un Mundo inexistente
se debate en la tormenta,
de pasados alocados,
de un final infeliz que espera.
Un Mundo que no existe eternamente,
o existe para siempre
en distintas descendencias,
¿podrá ser posible, acaso,
defender la última ilusión que queda?
Desconoce el Plan Maestro,
mas sin preguntas se entrega

Auras serenas

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Sin título

La energía llena el cuarto de colores,
la calidez de su abrazo me emociona,
contrasta con el frío
de una noche oscura que no añora.

He sentido las garras de la muerte
reptando por mi espalda entre mis sueños,
perturba la inconciencia el miedo desvalido,
y corro, busco cobijo, sudando un poco,
en los brazos seguros de la voz otrora
imponente e intangible todo el tiempo,
mas segura y dulce en las auroras.

Y procuro despejrme del vacío,
de los errores que comete el ego impío,
mas no siempre es limpio el camino,
me he dejado seducir por luces de neones.

Hoy te imploro me devuelvas el hastío,
de las gentes que no entiendo y que me duelen,
deseando siempre servir con sacrificio,
aprendiendo en cada golpe
que solamente sufre el cuerpo físico.

<>

Círculo final

Porque le ama
-y le amó desde el principio-
no necesita tener en manos el objeto del deseo;

no es trampa,
no es odio explícito,
es simple comprensión del testamento.

Ella sabe
que es macabaro y es complejo,
pero el amor no otorga explicaciones,
solo llega, se instala y decepciona.

Nadie obra con odio a cociencia,
elegimos, simplemente nuestras metas,
y, a veces, la misma no está en coincidencia
con la meta del resto de la gente.

Cuando damos nuestro ser sin sacrificio,
extinguiendo hasta la última gota de rocío,
podemos descansar, sin ser vencidos,
porque sabemos que luchamos sin respiro.

No es mediocre aceptar el destino,
aún cuando vaya en contra de aquello que elegimos,
si sabemos que beneficiará
a algún pirata loco sin destino.

Es por eso que se sienta,
sonríe a las posibilidades vanas,
aspira el humo de un cigarrillo consumido
y continúa su camino.

No fue guerra,
no quedaron vencedores ni vencidos,
solamente,
dos personas eligiendo
diferentes formas de destino.

Maika / En Auras Serenas

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Ana Lucía Montoya Rendón
Obligado silencio


No hables más ilusa
tájate la lengua
guarda ese cuento
bajo miles de lajas.

Un día en otra ronda
en otro Universo
en el muro de una cueva
alguien encontrará tus lamentos.

Y,
dirá el jefe de la excavación:

«Este esqueleto
correspondía a una fértil hembra
por lo ancho de sus caderas
robutos poemas paría
pero por la forma de los /
maxilares
obligada fue a quedarse muda».

Febrero 2010

Ana Lucía Montoya Rendón

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Fanny Jaretón (Argentina)
Deportación de la muerte

La poesía no es sólo mover la lengua

¿Existirá el tren del olvido?
Rieles que transcurren la memoria.
Un horizonte muerto de interrogantes.
Los sobretodos, sobretodo eso!
Nada tapa la inclemencia del vicio.
Botas templando el infortunio.
Sol y greda.
Canto dormido.
Puño alzado hacia el bolsillo sin ahorro.
Quiero dormir en los brazos de Ella.
Recuperarme en el viaje del recuerdo.
Me cubra del mal, me cubra de tierra.
Los topos orquestan en el supramundo.
Roen del papelito del hombre
la palabra asquerosidad.
¿Existe la palabra?
Existe el acto
donde la palabra pierde la fuerza.
Me acurruco contra el frío de Treblinka.
Me asemejo a mi hermano que tiende su mano
sobre la fe.
Me sumerjo en un mar de interpretaciones
que no resisten preguntas.
Una montaña de zapatos descansan de identidad
junto a los hornos crematorios.
Piel y penumbra.
Coacciona el ángel bello
sobre lo que se asigna por verdad.
¿Existirá el mañana?
Qué lástima.
Qué lástima estar tan muertos
al fondo de la fosa
a tan preciada cita que no concurriremos.
La memoria ambigua no quiere desaparecerme.
Olfateo en la bruma los cueros encendidos.
El grito que nos marca.
Estoy aquí y ahora zeide
ligada a la Esperanza, al Amor
estoy para contarlo.

Fanny G Jaretón

* Zeide=abuelo

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Habrá

¿Quién apedrea mi corazón de esa manera?
¿Acaso no ven que aquí no hay nadie?
¿Acaso no saben que ya no existo?
Dejé mi cabeza junto a la de Silvia, en el horno
y un par de poesías buenas sobre mi suerte.
El cadáver de ustedes pendiendo de mi memoria.
Muerta de mí ya no los necesito.
Habrá del recuerdo, el dolor.

FJ: Alas para volar / En Sequoyah / Fanny Jaretón / Poemas / El humanismo erótico de Fanny Jaretón / Visión poética del erotismo de FGJ



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Alberto Viera (Argentina)
No fue preciso


No fue preciso que las manijas del reloj
rotaran en sentido equivocado
no fue adecuado que la noche me obligara a recordar
no fue preciso, tampoco fue adecuado
porque al ver hacia el pasado
tu piel fue mi universo, el mismo que hoy adoro
y el reloj en su insistencia
ofreciéndome más tiempo
mostro esos momentos
que junto a ti quiero vivir
mas fue preciso que la vida
enseñara a no gastar
esas horas que aun quedan
y que un día acabaran

mirando con un pánico profundo
los peldaños desgastados cuesta arriba de estos años
cielos grises malgastados
y esos cálidos azules de un encuentro almacenado
unidos con las cuerdas de una historia ya contada
tejidos entre otras que aun queda contar
inmortales fantasías cubierta en sentimientos
rogando que la muerte no se atreva a levantar
bamboleando entre los hilos
que conforman lo que somos
el filo de la espada que lleva ese final
terminando un para siempre que nunca volverá

por eso hoy
no fue preciso que las manijas del reloj
rotaran en sentido equivocado
no fue adecuado que la noche me obligara a recordar
no fue preciso, tampoco fue adecuado
porque al ver cuanto te adoro
mi piel en tu universo hizo abrigo entre tu piel.
y en las sendas de esas rutas que juntos transitamos
recogí ese murmuro cuando ardimos de pasión
forjado en cuerdas firmes con las que enfrentamos vientos
manteniendo en malos tiempos
la piel aun mas aferrada

descubiertos de frazadas el frio nos llego
y entre leñas muertas levantamos tal calor
que las piedras de holocaustos
desgranadas nuestro encuentro consumió
porque juro que es preciso
y aun mas adecuado
decirte cuanto te amo
y saber; ¡me perteneces!

Por eso hoy
no fue preciso que las manijas del reloj
rotaran en sentido equivocado
el hilo delicado forjado entre los dos
vivirá eternamente
y en nuestra muerte
llevaremos este amor.

Alberto Viera


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Monday, February 1, 2010

Febrero 1, 2010 / Núm. 53 / Orange County



Contenido 53
Jacques Roumain: pensamiento y poesía del Caribe

Jacques Roumain
África

Alejandro Drewes
Poesía y exilio interior en los textos de Alejandra Pizarnik (1936 - 1972)

Murió Tomás Eloy Martínez

Tomás Eloy Martínez
Regreso a las utopías

«Purgatorio», de Tomás Eloy Martínez
Considerada su mejor obra y clásico por la crítica internacional


Fredy Ramón Pacheco
Evento de Homenaje al poeta Roberto Armijo

Roberto Armijo (1937-97):
Poeta salvadoreño


Roberto Armijo: Algunos textos
Embriaguez
La noche ciega al corazón que canta
Fábula de una despedida
Es lento mi sangrar por lo que hiciste

William Faulkner / Orfeo
Traducción de Menchu Gutiérrez


Ana Lucía Montoya Rendón
Haití
Arde mi cruz
Fallido

Fanny G. Jaretón
Atolladero
INRI
Nunca fue

Alberto Martinez-Márquez
The talkng cure
Homenaje a Andy Warhol
Envío para Freud
Onto-(i)lógica
Lectura de Lacan

Leobardo Sarabia
Crónica de la ciudad, 39 / Tijuana: sobrevivir en la jungla de vocablo

Extor Henrique Martínez
Roxanna Fitch y sus jergas cuchupleteras

Carlos López Dzur
La historia del atorrante loco
La novia del viviente
Vírgenes verdaderas< Javier Monroy
P.U.T.A.

Anick Roschi
Para el Pueblo de Haití

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Jacques Roumain

Jacques Roumain: pensamiento y poesía del Caribe

Paradigma de intelectual, con una trayectoria en que fueron inseparables lo político-social, lo etnográfico y la literatura, Jacques Roumain (1907-1944) es reconocido entre las voces que contribuyeron a revelar el Caribe y definir sus valores y expresiones comunes en los años 30 y 40 del pasado siglo. El centenario del poeta e ideólogo haitiano se celebra en Cuba a lo largo de este año, en un programa que reúne a la Casa de las Américas a través de su Centro de Estudios del Caribe; la Casa del Caribe, en Santiago de Cuba; la Casa Víctor Hugo, de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

Las actividades de conmemoración, se anunció en conferencia de prensa en la Casa de las Américas, comenzarán durante la Feria Internacional del Libro Cuba 2007. El martes 13, en la Sala Alejo Carpentier, en un panel sobre la literatura del Caribe, se presentará junto a la revista Anales del Caribe la más célebre obra de Roumain, la novela Gobernadores del Rocío, en una reedición del Fondo Editorial Casa.

La presencia de Roumain en Cuba y sus relaciones con esta isla, la gran amistad que lo unió a Nicolás Guillén, sus estudios etnológicos y su pensamiento político, serán algunos de los temas que centrarán las iniciativas por su centenario, entre las que se encuentra un proyecto de documental en torno a su experiencia cubana, además de la publicación del dossier “Jacques Roumain y Cuba” en la revista Anales del Caribe, que publica el Centro de Estudios del Caribe de la Casa de las Américas.

En Santiago de Cuba, la Casa del Caribe auspiciará el 19 de febrero un encuentro con descendientes de haitianos y presentará el cartel concebido para la promoción de las celebraciones. Además, se ofrecerán en su sede conferencias sobre los estudios etnológicos de Roumain y su relación con la ciencia, entre ellas la del Dr. Marcel d´Ans, de la Universidad de París 10, titulada Jacques Roumain como científico y pensador político..

Entre marzo y abril se desarrollará un taller de creación gráfica con el coauspicio del Taller Experimental de La Plaza de la Catedral, en La Habana. La exposición de las obras resultantes, que versarán acerca de la etnobotánica en Roumain y la actualidad de esta disciplina en el Caribe, se presentará en la Sala Manuel Galich de la Casa de las Américas, con la participación de los artistas plásticos Pascale Monnin (Haití) y Juan Ramón Chacón (Cuba, Academia de San Alejandro). Habrá intervenciones teóricas sobre el tema a cargo de especialistas del Instituto de Ecología y Sistemática y del Dr. Sergio Valdés Bernal, del Instituto de Literatura y Lingüística.

Del 28 de mayo al 2 de junio tendrá lugar el XII Festival Internacional de Poesía de La Habana, dedicado a África y a las islas del Caribe, donde el profesor Keith Ellis disertará sobre el escritor antillano. En ese contexto, se publicará una selección de obras de Roumain y se presentará una carpeta de siete artistas plásticos y siete poetas que lo incluye. Se pondrá en escena Al Conjuro de las Aguas, del Grupo Koto, basado en la novela Gobernadores del Rocío.

Para abordar la relación del Poeta Nacional cubano con el Caribe y el destacado lugar del intelectual haitiano en ese vínculo, el proyecto incluye una exposición de fotos y documentos dedicada a la presencia de Guillén en Haití (respondiendo a una invitación de Roumain) gracias a la colaboración de CIDIHCA; una intervención especial del investigador jamaicano-canadiense Keith Ellis sobre los lazos entre ambos poetas y la presentación de la Elegía a Jacques Roumain, escrita por Guillén en 1944 a raíz de la muerte de su amigo, en una edición tetralingüe (español, francés, creóle e inglés).

La «Casa Víctor Hugo», de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, será en septiembre sede de los acercamientos a la obra de Roumain desde el universo de la francofonía. Entre otras actividades, se realizará un panel dedicado a su quehacer como traductor y a las traducciones de su obra, además de proyectarse un ciclo fílmico sobre Haití en el cine cubano.

En la etapa final del homenaje por el centenario de Jacques Roumain, en noviembre, habrá en la Casa de las Américas un panel de estudios artístico-literarios sobre su obra y se presentarán al público dos versiones cinematográficas de Gobernadores del Rocío: Cumbite (1966), del cubano Tomás Gutiérrez Alea, y Gouverneurs de la Rosée (1975), del francés Maurice Failevic.

La Casa de las Américas ha recibido el apoyo de varias instituciones para llevar a cabo este proyecto, entre ellas el Ministerio de Cultura y Comunicación de la República de Haití, la Fundación Nicolás Guillén, la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, el Instituto de Ecología y Sistemática, el Taller de Serigrafía René Portocarrero, el Taller Experimental de Gráfica de La Habana y el Centro Internacional de Documentación e Información Haitiana, Caribeña y Afro-canadiense (CIDIHCA), con sede en Montreal, Canadá.

Jacques Roumain (Puerto Príncipe, Haití, 1907-1944) es uno de los más notables intelectuales del Caribe y de América. Entre sus trascendentales contribuciones cuenta la creación de la Revista Indigène y otras publicaciones. Fundó en 1934 el Partido Comunista de Haití, del cual fue Secretario General. En 1941 creó y dirigió el Buró de Etnología, al que aportó relevantes trabajos como El sacrificio del tambor Assoto, y Contribución al estudio de la etnobotánica precolombina de las Antillas Mayores. Mantuvo una estrecha amistad con nuestro poeta Nicolás Guillén, que consolidó durante su estancia en La Habana entre 1940 y 1941.

En 1942 fue nombrado representante diplomático de Haití en México. Incursionó en casi todos los géneros literarios y publicó La presa y la sombra (cuento), La montaña embrujada y Los fantoches (noveletas). La novela Gobernadores del Rocío y el cuaderno de poesía Madera de ébano fueron editados póstumamente.

En su corta vida, Roumain logró dilucidar y revelar cuestiones cruciales en la identidad y las problemáticas de su tierra natal. Para importantes intelectuales de otras naciones, a muchos de los cuales conoció en el exilio, constituyó una conciencia crítica que les acercó al acontecer y las claves para entender a Haití. Su influencia literaria y su pensamiento siguen vivos hoy en Haití y en el Caribe.

La Ventana: Portal de Casas las América / TriploG / Roumain

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Jacques Roumain (Haiti)
África


El poeta y novelista Jacques Roumain nació en Port-au-Prince en 1907. Fue asesinado en plena lucha política en 1944. Sus obras consideradas maestras, como Bois d'ébéne y Gouverneurs de la rosée, se editaron poco después de su muerte y revelan instancias sensibles de la historia y la cultura hatianas. En español, se pueden leer sus Gobernadores del rocio. [Trad. Fina Warschaver. Buenos Aires: Lautaro, 1951; Buenos Aires: Centro Editor de America Latina 1971; La Habana: Casa de las Américas, 1971; Santo Domingo: Ediciones de Taller, 1974] y Poemas de una isla y de dos pueblos incluye a Jacques Roumain, Pedro Mir, Jacques Viau. La Habana: Casa de las Américas, 1974].

África he guardado tu recuerdo África
estás en mí
como la astilla en la herida
como un fetiche tutelar en medio de la aldea
Haz de mí la piedra de tu honda
de mi boca los labios de tu llaga
de mis rodillas las columnas rotas
de tu humillación
Sin embargo
no quiero ser más que de vuestra raza
obreros campesinos de todos los países...
obrero blanco de Detroit peón negro de Alabama
pueblo innumerable de las galeras capitalistas
el destino nos yergue hombro con hombro
y renegando del antiguo maleficio
de los tabúes de la sangre
pisamos los escombros de nuestras soledades.

Si el torrente es frontera
arrancaremos al declive su cabellera irrestañable
Si la sierra es frontera
romperemos la mandíbula de los volcanes
que refuerzan las Cordilleras
y la llanura será la explanada de la aurora
donde reunir nuestras fuerzas descuartizadas
por la astucia de nuestros amos.

Como la contradicción de los rasgos
se resuelve en la armonía del rostro
proclamamos la unidad del sufrimiento
y de la rebelión
de todos los pueblos en toda la superficie de la
tierra
y mezclamos el cemento de los tiempos
fraternales
en el polvo de los ídolos.

De Bois d'ébéne (1944, edición póstuma
Traducción de José M. Valverde)

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POETA MALDITA, a la Rimbaud, la deescribe Virginia Beccaría, al decir: «Alejandra (Pizarnik) nunca conoció las fronteras. La vida y la muerte, la locura y la cordura, lo público y lo privado, eran lo mismo en ella. Escribía para no matarse, decía, pero al mismo tiempo tenía una vida social intensa. El fantasma de Baudelaire la llevaba de copas, amanecía nublada por la humareda de sus cigarrillos en las mesas de los bares porteños y parisinos, y por último, en su habitación de interna». En bitácora Verbambú / A. Pizarnik


Alejandro Drewes (Argentina)
Poesía y exilio interior en los textos de Alejandra Pizarnik (1936 - 1972)


Cabe iniciar esta breve nota crítica sobre la poética de Alejandra con referencia al prólogo de Ana Nuño que abre su Prosa completa (Buenos Aires, Lumen, Palabra en el Tiempo, 2003). Allí, se retoma la idea clásica del mal de vivre en relación con el suicidio, y pone en tela de juicio a renglón seguido la supuesta mitificación de la figura de la poetisa a modo de Cristo femenino. Sin intención de discutir en estas notas aciertos y desaciertos propios de éste y de todo prólogo, hemos encontrado en cambio de gran interés retomar aquella primera idea sobre el mal del siglo –el mal de nuestra posmodernidad-; la angustia irresuelta del ser ante la soledad existencial, y la voz del poeta capaz de expresarla en su canto lírico, de dotar al escenario de la tragedia de música y palabras.

Porque entre tantas formas del exilio, del exilio, quizá todas conforman variaciones del antiguo castigo helénico, expulsiones del que ha violado las leyes y los códigos de su sociedad y es echado, enviado fuera de su isla y lejos de los suyos, de su I-Land. Antigua sabiduría de la crueldad. En Alejandra cabe el exilio más obvio en Francia, desgranado en su correspondencia, pero también las otras formas del exilio interior, el imposible encontrarse consigo en su país siempre desolado, en las imágenes cambiantes, copias de sí misma que el espejo le devuelve, imperturbablemente. El exilio que la poeta buscara quizá a lo Renée Vivien; el exilio cuyas formas esquivas pueden rastrearse en los amores y legados que ha dejado en poemas y cartas ya definitivamente ajenas -en Diana Bellessi, en Olga Orozco-.

La idea del exilio, finalmente, de la vida en los duelos nunca resueltos -el del Pueblo del Libro, y la sombra siempre evocada a la vuelta de las palabras de sus ausentes, del padre; y en los versos de su inolvidable poema casi final de Textos de Sombra, escrito en setiembre de 1972, que golpean como la lluvia sobre una lápida:

La noche soy y hemos perdido/ Así hablo yo, cobardes/ La noche ha caído y ya se ha pensado en todo.

Soledad y exilio, en fin, en la distancia insobornable que establece el impersonal que cierra el poema, voz en su suprema soledad, en su otredad, ya en su lugar natal y sin embargo un alma exiliada de todos, en su dolor imposible de comunicar.

La voz de Alejandra sigue elevándose entre las notas a menudo discordantes de la poesía de este tiempo al que no quiso sobrevivir como testigo, voz inexpresable con palabras de este mundo. Su femenina soledad absoluta como la de aquella Diana mítica, perdiéndose fugazmente detrás de sus bosques oníricos. Y el lenguaje, antes que liberarla del íntimo exilio, parece en cambio atenazar su garganta, como en el poema 38 de Árbol de Diana:

... este canto arrepentido, vigía detrás de mis poemas / este canto me desmiente, me amordaza.

Obra suprema del exilio y del viaje interior, y posiblemente uno de los intentos más genuinos y conmovedores de lo poético como camino emprendido sin retorno posible, que nos lleva al encuentro con la sombra aterida del Yo al fondo del espejo en el inolvidable poema 14, El poema que no digo:

El poema que no digo / el que no merezco / Miedo de ser dos / camino del espej o alguien en mí dormido / me come y me bebe

con ecos de un tiempo vital que vampiriza y que la va alejando definitivamente de sí misma y de los seres amados.

Y el poema 17 que bien puede evocar la infinita soledad de los autómatas de De Chirico, o el camino errante del Golem, de aquel viajero horroroso condenado a nunca encontrar paz en el reino de este mundo:

Días en que una palabra lejana se apodera de mí. Voy por esos días sonámbula y transparente. La hermosa autómata se canta, se encanta, se cuenta casos y cosas: nido de hilos rígidos donde me danzo y me lloro en mis numerosos funerales. (Ella es su espejo incendiado, su espera en hogueras frías, su elemento místico, su fornicación de nombres creciendo solos en la noche pálida).

Los mundos interiores de Alejandra quedan enterrados en la inhóspita tierra -Itaca- de sus poemas, como la extraña luz que entregan ciertas gemas. O la luz celeste de esa primavera que se la llevara, país final largamente anunciado -«... explicar con palabras de este mundo que partió de mí un barco llevándome».-

Amplitud del exilio de los poetas, su viaje es de alguna manera el nuestro, al extraer esas piedras de soledad y silencio.

© Alejandro Drewes (2007)

REFERENCIAS

Alejandra Pizarnik. Diarios. Barcelona, Lumen (2003), edición a cargo de Ana Becciu.

Alejandra Pizarnik. Poesía completa (1955-1972). Buenos Aires, Lumen (2000), edición a cargo de Ana Becciu

Alejandra Pizarnik. Prosa completa. Buenos Aires, Lumen (2000).

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Vanessa Macher: Murió Tomás Eloy Martínez

EN PAZ DESCANSE, TOMAS ELOY: Escritor, periodista y profesor universitario, Tomás Eloy Martínez, está considerado como uno de los mejores periodistas argentinos en el período comprendido entre la década de los sesenta y primeros años de los setenta, en que el periodismo intentaba trasladar los delirios nacionales a reportajes minuciosos... Por sus denuncias sobre los delitos cometidos por la dictadura militar (1976-1983), el régimen militar de Argentina le obligó a exiliarse en Venezuela, desde donde se trasladó años más tarde a Estados Unidos, donde trabajó como profesor en la Universidad de Maryland y colaboró en diversos medios de comunicación, entre ellos el The New York Times. / Su blogsite


Murió Tomás Eloy Martínez

El periodista y escritor argentino Tomás Eloy Martínez murió a los 75 años tras una larga lucha contra el cáncer.

Entre sus principales novelas figuran Santa Evita traducida a más de 30 idiomas, y La novela de Perón, basadas en las vidas del presidente argentino Juan Domingo Perón (1946-1955 y 1973-1974) y su segunda esposa, Eva Perón, en las que combinó elementos de la ficción y la realidad.

Asimismo fue el autor de otras muchas novelas como El cantor de tango, La mano del amo, El vuelo de la reina y Purgatorio, la colección de relatos Lugar común la muerte y el relato periodístico La pasión según Trelew, además de escribir libretos de cine y televisión. Con el libro Purgatorio, su última obra, buscó concienciar al lector de que las dictaduras «más crueles» no son posibles sin la complicidad de la sociedad, según afirmó en una entrevista.

Era asimismo columnista de los diarios «El País» de España y del «The New York Times».

Nacido en San Miguel de Tucumán en 1934, tuvo una larga trayectoria como periodista, novelista y crítico de cine, además de haber trabajado en importantes medios argentinos. A su vez, fue reconocido también por su intensa actividad académica brindando conferencias y cursos en universidades de todo el mundo.

Vivió exiliado en Caracas durante la última dictadura militar. Debió exiliarse en Caracas amenazado por la Triple A, la organización paramilitar de derecha Alianza Anticomunista Argentina nacida durante el gobierno de Isabel Perón. Allí se mantuvo en la actividad periodística: fue editor del periódico El Nacional y fundó El Diario de Caracas, ocupando el cargo de jefe de redacción hasta 1979. Vivió gran parte de su vida en Estados Unidos -donde su esposa murió atropellada en un accidente que lo dejo gravemente herido-, donde dirigió el Programa de Estudios Latinoamericanos de la Rutgers University, en New Jersey.

En 2002 fue galardonado con el premio Alfaguara, uno de los más importantes concursos literarios en lengua castellana, por su novela El vuelo de la reina.

El diario madrileño El País le otorgó el Premio Ortega y Gasset de periodismo el 22 de abril de 2009, una distinción dirigida a trabajos en español publicados en medios de todo el mundo. El 24 junio de ese mismo año fue incorporado a la Academia Nacional de Periodismo.

En 1991 participó en la creación del periódico Siglo XXI en México y fue uno de los referentes de la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano. creada por el escritor colombiano Gabriel García Márquez.

EFE

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Tomás Eloy Martínez (Argentina)
Regreso a las utopías


En su nuevo libro, El Paraíso en la otra esquina, Mario Vargas Llosa recrea las vidas de la revolucionaria Flora Tristán y de su nieto, el pintor Paul Gauguin, embarcados en la aventura de cambiar el mundo y hacer saltar las convenciones

Desde hace unas dos décadas, los lectores de Mario Vargas Llosa aguardaban su novela -prometida más de una vez- sobre la utopista francesa Flora Tristán, descendiente de una ilustre familia peruana y una de las más eficaces organizadoras de la clase obrera a mediados del siglo XIX. El Paraíso en la otra esquina (Alfaguara), que acaba de publicar en España y América, responde por fin a esa espera no con una sino con dos novelas de doscientas cuarenta páginas cada una, entretejidas entre sí por el parentesco de los protagonistas y, sobre todo, por el vía crucis que ambos emprenden en busca de sus utopías.

La historia de Flora Tristán cubre las estaciones de su última gira por el Mediodía francés, entre abril y agosto de 1844, para propagar la igualdad entre los sexos y el fin de la esclavitud. La otra mitad del libro, dedicada a su nieto, el pintor posimpresionista Paul Gauguin, arranca nueve meses después del voluntario exilio de Gauguin en los mares del Sur, en junio de 1891, y se cierra con su muerte en Atuona, islas Marquesas, el 8 de mayo de 1903. Ambos relatos aparecen en capítulos intercalados, y, si bien la destreza narrativa de Vargas Llosa no declina en ninguno, el de Gauguin es claramente superior. No sólo está lleno de pasión, de un talento inusual para explicar las formas que va asumiendo el arte a través de las vueltas de la vida, y de una fuerza descriptiva que con frecuencia roza la poesía. También incluye una de las escenas de muerte más sobrecogedoras de la literatura.

Flora y sus desventuras son casi previsibles: hija de un matrimonio ilegítimo para el poder civil, casada a la fuerza con el bestial tipógrafo André Chazal, esta precursora del feminismo avanza desde Auxerre a Dijon, y luego de Toulon a Burdeos, entre saint-simonianos y fourieristas, para difundir el credo de la Unión Obrera, pelearse con los patrones explotadores e indignarse ante todas las formas de esclavitud. Como en el relato de su nieto Paul Gauguin, los tiempos se mueven hacia atrás y adelante con la fluidez que es ya una característica de estilo en Vargas Llosa, remontándose hasta el largo viaje a la casa de su tío Pío Tristán, en Arequipa, en busca de la herencia paterna que podría salvar su futuro.

Cada detalle de época -drogas, modas, vestuario, muebles, viajes, hoteles, comidas- está basado sobre una investigación a la que nada se le escapa. Al principio, en el relato de Flora Tristán, el lector va de asombro en asombro. Luego, sucumbe a la fatiga de las repeticiones, y adivina en el tono del narrador también un cierto cansancio. Aunque todo lo que se cuenta sobre Flora es pertinente, se tiene la sensación de que el relato podría haber sido podado a la mitad, y que Vargas Llosa necesitaba mantener cierto equilibrio entre las dos partes.

En la historia de Gauguin, en cambio, no hay una sola página que desfallezca. El personaje ya había asomado en una excelente novela de 1919, La luna y seis peniques, de William Somerset Maugham, bajo la apariencia de un pintor inglés, Charles Strickland, pero el Gauguin de Vargas Llosa es más complejo y las revelaciones sobre su pintura son más vívidas.

Maugham convertía a Gauguin-Strick-land en un poseído que, a los treinta y cinco años, sin ningún síntoma que lo anticipara, deja su próspero empleo en la Bolsa, su mujer mundana y sus hijos, para entregarse a un don que lo alcanza de pronto, el de la pintura. Strickland no da explicaciones, no siente la menor culpa, actúa como si careciera de pasado. Hasta cuando la lepra lo consume en Taravao, Tahití, y pinta con desesperación las paredes de su choza, parece no tener otra razón de existir que la de un perpetuo presente de creación en el cual se quema.

Vargas Llosa construye un retrato más complejo y maduro. El Paul Gauguin que llega a Tahití es un hombre abatido por la duda y por la infelicidad de los hijos que ha dejado atrás. Más de una vez lo seduce la idea del regreso, hasta que sucumbe a ella. El paraíso está para Gauguin, más aún que para su abuela, siempre «en la otra esquina», como lo establece el juego infantil que Flora Tristán creía francés pero que es también peruano, y que el pintor recuerda poco antes de morir, en una escena de extrema belleza que empieza con el sopor de la enfermedad y continúa con la visión del cuerpo que se extingue hasta desembarcar al otro lado de la muerte, como si el personaje tuviera conciencia de su tránsito y se lo estuviera contando a sí mismo.

La historia de Flora y la de su nieto confluyen por primera vez cuando ya se ha avanzado más de ciento veinte páginas, y se funden por completo en el capítulo sobre la madre del pintor e hija de Flora, Retrato de Aline, para volver a separarse y unirse en ráfagas espaciadas. La novela crece cada vez que Gauguin va a pintar una de sus obras maestras, porque el narrador entra en él entonces como en un fuego, examina sus motivos, sus desalientos, la relación secreta entre lo que crea y lo que vive, y logra una prodigiosa transfiguración del color y de las formas en puro relato. Más que el entrañable Gauguin de la «enfermedad impronunciable», como llama el autor a las venéreas que lo pudren por dentro, o el de los amores sin sentimientos, es el pintor ciego debatiéndose contra toda adversidad el que permite a Vargas Llosa dar lo mejor de su talento.

La utopía de Flora Tristán es cambiar el mundo, tornándolo más justo y más libre. La de su nieto es desafiar, a través de la creación, las rígidas leyes burguesas que impiden a los hombres ser lo que de veras son y soltar sus instintos. Resulta extraño descubrir que, en el año 2003, Vargas Llosa da por primera vez forma de novela al encendido programa que había formulado en 1967, cuando era un joven de treinta y un años y recibía en Caracas el premio Rómulo Gallegos.

Aquel programa, que aludía sólo a la literatura, puede aplicarse a toda otra forma de creación. Defendía el derecho del artista a la insurrección permanente, a la contradicción, a la crítica, porque su lenguaje es el de alguien que está en desacuerdo constante con el mundo e imagina un paraíso de libertad y de justicia situado en una eterna otra esquina.

Quizás Vargas Llosa haya sido siempre fiel a esa utopía de juventud, aunque ésta es la primera vez que se la oye respirar con plenitud en una de sus novelas.

New Jersey, 2003 /
Sólo Literatura / Biography

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Portada de Purgatorio [Alfaguara (March 30, 2009). 296 ps.]
Purgatorio, lo nuevo de Tomás Eloy Martínez

«Purgatorio», de Tomás Eloy Martínez
Considerada su mejor obra y clásico por la crítica internacional


En el invierno de 1976 Simón Cardoso es detenido por los militares que impusieron una dictadura sangrienta en la Argentina, y nunca más aparece. Treinta años más tarde, su mujer, Emilia Dupuy, se paraliza al oír su voz en una fonda de suburbio en New Jersey. El mundo, que se había desmoronado con la tragedia, recobra su luz.

Excepto por un detalle: Simón sigue fijo en la juventud. El tiempo no ha transcurrido para él.

A partir de ese enigma, Purgatorio enlaza la ansiedad del amor perdido y recuperado con una reconstrucción magistral de la irrealidad siniestra creada por el régimen. Sobre los mapas que trazaba esta pareja de cartógrafos se dibuja el de un horror invisible: no se muestran los campos de concentración sino la locura que los hizo posibles, en la que caben autopistas faraónicas, un mundial de fútbol y el patriotismo inflamado por una guerra insensata. La degradación moral va apoderándose de una sociedad que acepta como verdad única cada nueva invención del poder.

Tomás Eloy Martínez vivió en el exilio y escribió este relato conmovedor e inolvidable en busca de la memoria que no pudo tener. Con maestría avanza sobre la débil línea entre verdad e ilusión, y expande la novela más allá de los límites del género. Un lenguaje austero al servicio de una historia tan extraña como intensamente real da por resultado la mejor obra de un autor señalado como clásico por la crítica internacional.

Se ha dicho que Purgatorio es un libro sobre desaparecidos que, sin embargo, no muestra campos de concentración ni tortura. Que convierte al desaparecido en un aparecido, por lo tanto, en un fantasma. Que indaga en el vacío patológico que produce la incertidumbre eterna en los familiares de los desaparecidos. Que lo hace en el formato de una dolorosa novela de amor, con algo de intriga fantástica, y que sólo utiliza el contexto histórico como siniestro y por momentos grotesco telón de fondo.

Martínez explicaría:
«... el libro nace de la necesidad de cubrir el hueco de lo que no viví en tiempos de la dictadura. Yo no estuve ni un solo día en la Argentina mientras ocurrían aquellos horrores. Traté entonces de reconstruir el espíritu argentino de la época. ¿Por qué dejamos que nos pasara eso?. ¿Qué pasó con nuestra conciencia como sociedad?»

«Tomás Eloy Martínez afirma su lugar entre los mejores escritores de América Latina»:
expresa THE NEW YORK TIMES.

Tomás Eloy Martínez es el autor de dos novelas ya clásicas en la literatura argentina: La novela de Perón (1985; Alfaguara, 2003) y Santa Evita (1995; Alfaguara, 2002). Ambas han sido traducidas a más de treinta idiomas y publicadas en más de sesenta países. Ha publicado también otras cuatro novelas, vertidas a por lo menos diez lenguas. Entre ellas, La mano del amo (1991; Alfaguara, 2005), El vuelo de la reina (Alfaguara, 2002) y El cantor de tango (2004). Es autor de los relatos de Lugar común la muerte (1979) y La pasión según Trelew (1973; Aguilar, 2004).

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Fredy Ramón Pacheco (El Salvador) Ver
Evento de Homenaje al poeta Roberto Armijo


EL SALVADOR: Roberto Armijo, quien además de tener una vida entregada a la lucha social, el amor y la poesía de nuestro pueblo, compartió momentos gloriosos de nuestra historia revolucionaria al lado de Roque Dalton, Manlio Argueta, Roberto Cea, López Vallecillos, Irma Lanzas, Waldo Chávez Velasco, Eugenio Martínez Orantes y toda la Generación Comprometida de poetas revolucionarios hispanoamericanos a quienes Roberto Armijo dedica gran parte de su obra literaria, en poesía, ensayos y cátedras magistrales.

Este evento está pautado para realizarse: Del 19 al 21 de marzo 2010.

Con el fin de darle presencia con proyecciones internacionales a la Gestión de Cultural de los poetas salvadoreños... Esta es una
Red de escritores y poetas creada por el poeta Fredy Ramón Pacheco, en la cual se han inscrito cerca de 1000 escritores a nivel internacional, aportando sus obras y discusiones en foros literarios. En esta red literaria hay un blog dedicado a la obra del poeta Roberto Armijo: / Ver: Roberto Armijo

Recientemente esta Red Literaria ha producido su primera antología de poesía y narrativa titulada Navegando sueños con la participación de 25 autores de habla hispana radicados en Latinoamérica, Europa, Estados Unidos. La edición y publicación de esta Antología estuvo en su totalidad bajo la responsabilidad del poeta Fredy Pacheco e impresa en talleres de El Salvador, con una calidad que ha sido catalogada de excelente, e incluso la crítica ha señalado que superó las expectativas de calidad y valor literario.

Algunos integrantes de esta Antología han mostrado su interés por este evento y asistirán con sus obras y ponencias sobre el poeta Roberto Armijo, así como en la presentación a nivel internacional de esta Antología. Entre los proyectos y metas planteados:

• Publicación de obras del poeta Roberto Armijo
• Los Poetas internacionales deberán dejar una obra de su autoría para la Biblioteca Nacional
• Se publicará una antología con todos los participantes en el evento como registro histórico del encuentro.
• Institucionalizar este evento cada 21 de marzo Día Mundial de la poesía, en homenaje a un poeta salvadoreño

Escribir a Escribir a freddyrpacheco@yahoo.es y enviar sus datos para el programa de lecturas poéticas.

Poetas del Mundo

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Roberto Armijo, nacido en Chalatenango (El Salvador), el 13 de diciembre de 1937, fallecido en París, Francia 23 de marzo de 1997).


Roberto Armijo (1937-97):
Poeta salvadoreño


Roberto Armijo (n. en 1937), a los diez años, se trasladó a la capital para proseguir sus estudios. Siendo un joven, se vinculó a los intelectuales del Círculo Literario Universitario (Roque Dalton, Manlio Argueta, Tirso Canales, José Roberto Cea, entre otros). Armijo es la voz lírica de su generación, bautizada como Generación Comprometida por Ítalo López Vallecillos.

Como muchos de sus colegas de generación, Armijo fue exilado reiteradas veces por los gobiernos militares. En 1972, se encontraba en París disfrutando de una beca otorgada por la Universidad de El Salvador, entidad en la que se encontraba trabajando, cuando fue el golpe militar de ese año. No pudo regresar a su país, sino hasta veinte años después, cuando el FMLN y el gobierno de Alfredo Cristiani firmaron los acuerdos de paz.

Durante esas dos décadas, Armijo se vinculó al mundo académico francés, gracias a su amigo, el escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias. En Francia desplegó una importante actividad intelectual y política, sobre todo en la década de los 80, cuando fungió como representante del FMLN en Francia.

Publicó desde 1956; su obra está marcada por un lirismo íntimo; en otras disciplinas del pensamiento sí se complica con la inmediata realidad. Ahí están sus ensayos literarios como uno realizado sobre Rubén Darío y otro que realizó junto a Napoleón Rodríguez Ruiz sobre Francisco Gavidia. También escribió teatro. Apareció en De Aquí en Adelante (muestra poética de cinco poetas salvadoreños). Fue profesor de la Universidad de París en literatura latinoamericana.

Manlio Argueta dice, al destacar la influencia de César Vallejo sobre este escritor y calificar a Armijo como «uno de los ensayistas más sabios de nuestra Centroamérica de las últimas cinco décadas». y quien «manejaba a Moliere, Schiller, Goethe, Shakespeare, Apollinaire, solo por citar a algunos»:

«Roberto Armijo (1937-1997) fue un poeta de sangre, de glándulas, marcado por el signo vallejiano, poesía peruana que él amó desde sus veinte años, desde que nuestra reciente promoción literaria tuvo en sus manos, por primera vez, los poemas completos de César Vallejo, tan difíciles de encontrar allá por los años 57 y 58 del siglo pasado... [...] en un momento en que todos los poetas jóvenes de América Latina nos habíamos cobijado en el otro gigante, en Neruda. Pero al conocer a Vallejo los centroamericanos (quizás más los salvadoreños a quienes en otros países de la región nos llamaban los vallejitos, así como ahora se conoce a los poetas roquianos) descubrimos en él a un paradigma emocional, de angustia y pena interna de una etnia indígena y mestiza, más interioristas que exterioristas. Enamorarse de Vallejo, entonces, era fácil. Y al hablar del poeta Armijo es hablar de esa poesía que tuvo sus raíces en Perú. Una poesía que se hacía desde la experiencia íntima». [M. Argueta, Roberto Armijo, poeta a pesar de todo, / ElFaro.Net]

Por su parte, Ferman Cienfuegos en su ensayo Narrativa salvadoreña contemporánea, publiicado en Jornada Semanal, 24 de diciembre del 2000, ubica a Roberto Armijo en las genraciones del Sesentas, puntualizándole:

«Roberto Armijo es el escritor visionario que desde la Librería Universitaria difunde los clásicos griegos y otras obras que conectan con la cultura universal y con el mercado de libros. Se tiene acceso a William Faulkner, John Steinbeck, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, José Emilio Pacheco, José Revueltas... La influencia mexicana, muy decisiva debido a su cercanía, suma todo su peso cultural».

De un compañero generacional, a la muerte de Roque Dalton, Armijo es quien escribe, en octubre de 1975 desde París: «Roque Dalton ha muerto. El poeta, el revolucionario consecuente, el intelectual brillante y combativo, el hombre generoso y cordial, murió monstruosamente asesinado por un grupillo de desviados extremistas pequeño burgueses, que no encontraron otra forma de oponerse a su palabra enérgica y segura, que cortándole la vida... Un día vendrá en que los libros y poemas de Roque Dalton, serán leídos y cantados por la juventud salvadoreña... Sus asesinos, desde ahora están ya signados por la historia como cobardes asesinos de un poeta» [Roberto Armijo: La historia de otra gran injusticia,]

Algunas de obras de Armijo son: La Noche ciega al corazón que canta, (poesía) 1959, Seis elegías y un poema, (poesía) 1965, Jugando a la Gallina Ciega, (teatro) 1970, Trilogía de Teatro de Roberto Armijo, (teatro) 1990; El Asma de Leviathán (narrativa), Los Parajes de la Luna y la Sangre, (poesía) 1996, Cuando se Encienda las Lámparas (poesías) en prensa 1996.

Falleció el 23 de marzo de 1997, en París, como resultado de un cáncer. Trajeron sus restos a San Salvador y fue velado en la Universidad Tecnológica. La Unidad de Cultura de ese centro de estudios lleva ahora su nombre.

Su obra incluye poesía El libro de los sonetos, Cuando se enciendan las lámparas, La noche ciega al corazón que canta), teatro (Jugando a la gallina ciega) y novela (El asma de Leviatán), aunque el género por el que fue más reconocido es el ensayo (Rubén Darío y su intuición de mundo, Francisco Gavidia y la odisea de su genio, T. S. Eliot, el poeta más solitario del mundo).

Roberto Armijo / Antologías en PDF / Ver

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Roberto Armijo: Algunos textos
Embriaguez


Sólo son los ángeles
del vino que estrujan sus esponjas
y nos llevan a instantáneos laberintos
dnde arden las lumbradas del vómito.
Solo es el vacío,
lo inasible que nos besa los ojos,
siluetas de ceniza que nos beben por instantes
la tristeza.

Solo es la sorpresa,
el júbilo;
despúes la soledad,
el horror que nos beso, la piel,
que es latido en los cabellos,
que se nos mete en los trajes,
en la cartera,
en los zapatos,
niebla que nos invaden el alba
y nos vuelven tristes,
con una sensación que llega y no se sabe
si es tristeza...

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La noche ciega al corazón que canta (frag.) /
Roberto Armijo

Tríptico doloroso / A José Francisco Valiente
I

Son cuatro inviernos de agonía hermana.
De amanecer el corazón abierto.
Quisiera ser, pero el futuro incierto
Me ensombrece la senda del mañana.
Cuatro años de penumbra cotidiana.
De presentir vivir, viviendo muerto.
De abrir el corazón, sentirlo yerto,
Sin escuchar su musical campana.
El dolor es espina en mi sonrisa.
Aunque nací para cantar, presiento
Ser un gorrión fugaz hacia la brisa.
Esta acerba dolencia me acongoja.
Soy un árbol que lento se deshoja
Y voy de paso con mi hermano el viento.

II

Sólo las sombras en que estoy hundido.
Sin restañar, sin restañar la herida.
Y presentir que en mi vital huída
Me apagaré, lo intuyo, estoy vencido.
Andar bajo la niebla adolorido
Sin atisbar el alba prometida.
Yo bien lo siento se me va la vida
Y soy raíz de un desgarrado aullido.
Le he dicho a Dios, yo soy enfermo y triste.
A mi garganta una resaca embiste
Inundándola de algas y de espumas…
Pero él ineluctable como el viento,
Hundió en mi carne el látigo violento
De su furor y me abismó en las brumas.

III

¡Qué me duele esta arcilla dolorosa
Arquitectura de mi sombra incierta!
Una resaca de violencia abierta
En mi bronquial respiración se empoza.
Este turbión de tos vertiginosa
En mi garganta es una espuma muerta.
Esta agua turbia en mi dolor despierta
Con sus ondas de asfixia rumorosa.
¡Ah! Aguaceros en mis bronquios siento.
Quiero cantar y se me escapa el viento
Y se me encharca de aguas la garganta.
Esperar, esperar lo que no llega.
Andar, andar bajo la noche ciega.
¡La noche ciega al corazón que canta!

Mariana Rivers: Aventura poética de Roberto Armijo

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Fábula de una despedida

Mi padre, observador del misterio de la musgosa ciudad
del valle y el vuelo de las campanas.
Corazón meditabundo que sentía la tristeza del hombre.
Se iba por el campo, pueblos y caminos,
cantando a veces bajo la lluvia del atardecer,
a mirar niños tristes,
mujeres de gastada hermosura.
A media noche volvía pensativo.
No le importaba la tormenta,
el viento fino del monte.

A veces regresaba embriagado.
Con limpia sonrisa, justificaba el cansancio,
el enfriamiento del aguacero del pinar o el hielo de la montaña.
Una noche de húmedo septiembre regresó enfermo.
El gallo mañanero sorprendido cantó el silencio de la madrugada.
Su cabalgadura abandonó en el corredor
bajo grandes arbóles pálidos por la escarcha.

De nada sirvió el zumo de hierbas campesinas.
La fiebre encendía sus párpados.
Cuarenta días la compañera iluminó sus noches ciegas.
Del fondo del jardín salía la suave blancura de las rosas
que atenuaban la mórbida cabeza del enfermo.
Yo vagaba por el patio llovido,
sentía el instante de una despedida.

Una tarde agreste, brillaron cirios en el cuarto.
Sobre la cama antigua el venerable abuelo acariciaba
las trenzas apagadas de mi madre.

Lánguidos se despedían los días.
Caían aguaceros sobre el huerto.
Sucedió inesperadamente el milagro:
sanó mi padre. Venía taciturno.
¡Volvió a cantar como un pájaro mi madre!
Inundaba el cuarto, la cocina.

¡Continuó la luz del cielo familiar!

(de De aquí en adelante de
Roberto Armijo / En Laberinto del Togoroz)

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Es lento mi sangrar por lo que hiciste

Es lento mi sangrar, ¿por lo que hiciste?
Por qué las piedras de tus hondas dieron
en los flacos del alma y conmovieron
mi corazón, ¿qué en soledad heriste?

¿Por qué a mis sueños sin querer viniste
en inefables olas que cubrieron
mi ansiedad de esperanzas que se fueron
en la pura amistad, ¿qué me ofreciste?

Que gima y que me halle en el segundo
más hondo de éste agonizar profundo
donde mi corazón abandonaste.

Quiero encontrarte siempre en el encuentro
de mi sueño y tu ausencia, eterno centro
del lascerante amor que me dejaste.

Roberto Armijo / Armijo: Más

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William Faulkner (USA)
Orfeo


Aquí está, en pie, mientras la eterna noche desciende
como un sueño entre muros grises,
cayendo frágilmente, frágilmente cayendo
entre dos muros de mermada piedra
tan altos que la vista no puede alcanzar,
entre dos muros cubiertos de silencio.
Aquí está, en pie, sobre un lecho de hojas en el suelo,
en plata solemne de primaveras dispersas,
entre los suaves capullos verdes ante la puerta,
en pie, cantando.

La medianoche, desgajada en aguas siempre declinando,
pesada con flores brotadas que nunca mueren
y una voz llamando siempre, siempre llamando,
dulcemente, serenamente.

Yo soy ella, quien, entre infinitos rostros,
se inclinó hacia ti, hacia la música que dulcemente tañias,
quien caminó contigo, la mano en la mano, a través de espacios numerosos
y te siguió sin temor a través de numerosos bosques.

Yo soy ella, tejida en la lluvia,
balanceada al compás de la música que habías tocado en mí;
quien posó frías manos sobre ti, quien cantó por mil bocas...
Escucha de nuevo la voz, escucha de nuevo la voz...
¡Yo soy ella¡, ¡yo soy ella!

La primavera despierta los muros de una fría calle,
sembrando plateadas semillas de dolor en helados parajes,
a través de praderas que semejan sencillos y callados rostros que sonríen,
a través de arrugados arroyos y hierba que conoció los pies de ella.

Estos sueños vulnerados se levantan ligeros en su mente
para caminar frágilmente junto a muros de sonido marmóreo
y, después, recostarse una vez más.

Yo soy él, quien, cercado por rostros,
miró profundamente en la espectral oscuridad de inflexibles ojos.
Levanto mi mano en la oscuridad inmóvil de rostros,
rompo hilos de lamentos de violín
mientras, débilmente, voy al lugar donde juntos caminamos y soñamos.

Yo soy él, quien, enfermo de belleza,
fluía a través de la oscuridad y la oscuridad cruzaba.
Junto a mí, inquietos miembros de sombra se revolvían y brillaban.
Soy el cerebro que, recostado en la tierra
florecía en tenebrosas briznas contra la oscuridad.

Estos sueños vulnerados se levantan, levemente, en dolor,
para caminar frágilmente junto a muros de sonido marmóreo
y, después, recostarse una vez más.

Y yo, levantado por manos de sombra,
voy dulcemente al lugar donde juntos caminamos y soñamos,
hacia una musica tañida en nuestros cuerpos maridados, sosegadamente.

Miembros de sombra giran en espectrales zarabandas,
sus manos me tocan como tocaban y vagaban perdidas las manos de ella.

Yo soy él, soy él,
quien alzó las palmas de sus manos para pedir la lluvia;
cuyos sueños, caminando tan frágilmente, frágilmente declinando,
ahora se levantan y vuelven a caminar.

Y yo, quien caminó en una primavera recordada;
quien en los ojos ensombrecidos de ella y su garganta erguida,
dulcemente vió brotar la risa y desbordarse;
yo, soy las manos que apresaron este oro;
yo soy él, quien la oyó cantar;
quien la vió grabada dulcemente y va al lugar donde estos sueños,
en un tiempo aquietados, se levanntan ahora, levemente, en dolor,
giran, crecen y se recuestan una vez más.

Yo soy él, soy él,
quien, a través de constante oscuridad,
tejió una fina red con hilo de dolor
para engañar al fantasma de la lluvia..
Yo soy él, quien, sin sueño, mirando profundamente hacia abajo,
vio las sombras cruzar marmóreos muros de sonido,
un mar en el que me hundo y, sin embargo, no puede ahogarme.

Yo soy él, soy él,
quien alzó las palmas de sus manos para pedir la lluvia,
cuyos sueños, caminando tan frágilmente, frágilmente declinando,
ahora se levantan y vuelven a caminar.

Aquí está, en pie, mientras la eterna noche desciende
como un sueño entre muros grises
cayendo frágilmente, frágilmente cayendo
entre dos muros de mermada piedra
tan altos que la vista no puede alcanzar,
entre dos muros cubiertos de silencio.
Aquí esta, en pie, sobre un lecho de hojas en el suelo,
en plata solemne de primaveras dispersas,
entre los suaves capullos verdes ante la puerta,
en pie, cantando

W. Faulkner, de Vision in spring / Visión en primavera (1923).
Trad. Menchu Gutiérrez, Editorial Trieste, 1987, Madrid

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Ana Lucía Montoya Rendón (Colombia)
Haití


Un poco de sal
la necesaria
pa que aguante la carne
carne en la calle tendida.

Una pizca imaginaria de azúcar
sobre el dibujo de una taza de café.

Un periódico amarillo en la olla de la sopa
de lágrimas anegado y adobo de suspiros
esa, la abundante comida antes que acabe la tarde.

Depredado mundo agónico
destemplada música de fondo
es el réquiem entonado por niños moribundos.

Taja el aire un responso desgarrado
que como daga punza la carne manida.

Y los cuervos...
no encontraron alimento, porque...
comieron sus muertos aquellos los vivos... muertos!

Donde están aquellos ojos tristes
que obesos siempre miran llenos de alimentos?

Por que no vomitan un plato
ese que les sobra y arrojan todos los días?

Ana Lucia Montoya Rendón / Enero 2010

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Arde mi cruz

Se secó la fuente,
se secó.

La boca seca no habla,
también es un desierto.

Ha muerto la paleta
y lloran los pinceles.

Enjutos cuencas/pozos
miradas errabundas
ideas prostitutas
anhelan lecho de aire,
entre acolchado limbo
copulan con tristezas
en la celda fría
reconocen el antifaz maldito
de aquel penado eterno.

Negro frío llanto
manto fúnebre sobre la nieve
trazo de pena sobre virginal esquela
muros ceñidos sobre el pecho
cadenas de fuego atan la entrepierna
donde ya no galopa Libertad sobre quimeras
mas acosa con fieros al reo en la picota.

Desde el Averno ojos moribundos
buscan entre círculos aquel séptimo cielo.

¿Por qué a unos les dieron una Vida Dulce
y a otros los clavaron en una Cruz de fuego?

Blog de la autora

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Fallido

Desmadejado el día
sobre las penas
ojeras hablan
de la Tierra y sus abortos.

Corre la lava
por las faldas de la Vida
arranca a los vivos con los muertos,
aluvión de congojas,
parto fallido.

Eterna Noche celosa del Sol
se cuecen en sus rayos
todo lo que sacia sus fauces negras.

Agónico lamento
aullido del día a día queriendo nacer
¿cuándo, pero cuándo se le verá la cara?*

Enero 2010 /
Ana Lucía Montoya Rendón: En Artistas de la Tierra / El Camino del Medio

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Fanny G. Jaretón (Argentina)
Atolladero

Un rincón del cielo
donde guarecerse de la lluvia

Donde hay tormentas, relámpagos y maremotos
indefectiblemente se anuncia el agua.
Una lágrima estalla sobre el contenido.
La ignorancia ajusta en mi garganta al cancerbero.

Ahogarse, intoxicarse del miedo enfurecido
del miedo displicente
del que pacta con lo imposible
frente a la amenaza del diábolo.

Ahogarse frente a la tumba que llora
piedra que se afloja de cara a la desgracia de quedarse en uno
cuando te atacaste vacío por la entrega.
Ahogarse en el mar sin preguntas
sin escalofríos sin flotar liviano de sangre
la bilis se la ha llevado el río
al corazón las ansias
no hay resignación cuando me pongo a llorar
no hay un rincón del cielo donde guarecerse de la lluvia.

Fanny G Jaretón /
Una Visión poética de su erotismo

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INRI

Te esperé durante 33 largas respiraciones
para dejarte el margen de hacerte el milagro
que se cumpla la resurrección de nuestro amor.
Sin embargo como aquel hombre dios hijo de Dios
nada dijiste, todo aceptaste, lo aceptaste todo
más allá de mí…

Nada dijiste, te fuiste, me dejaste sin rastros de tu cuerpo
me dejaste por esta vía dolorosa, me dejaste y ante tus amigos
los apóstoles seguidores de tu ignorancia que me llaman
Magdalena esa puta que acogió.

Dijo que el amor vino para salvar al mundo.
Que te entregabas en prenda del amor.
Te vi desnudo de bondad y fue por última vez.
La mirada ha quedado atada al des con suelo
el madero pesa sobre mis hombros
pareciera que la culpa que embargaste
es sólo para que la pague yo.

Fanny G Jaretón / En Palabras salvajes / Alas para volar

<>

Nunca fue

La vida es un viaje en paracaídas: V. Huidobro

Desajustar los hilos de estos ojos
arlequines que ya no quieren mirar.
Soltar de una buena vez el propulsor de doble seguridad
cuando sabés que todo está perdido.
Muerta la esperanza la rabia nos corroe por todos los rincones.
Agorafobia, canibalismo, infecticidio, piedad de mis destrozos
arremolinando queresas sobre mis restos
quieren curar la podredumbre que dejaron los gusanos del amor.

En todo viaje hacia el infinito uno que pide a gritos:
¡quiero regresar! ya no podré vivir sin él.
Y sin embargo podré. Podré aguarrasar mi boca.
Clavar mis pensamientos seguros de que sangren.
Arrastrar la parálisis de mis manos colocarlas a la sombra del cepo
que vuelvan a la oscuridad que pertenecen.

No hacer, no sentir, no vivir.
Ahí donde vegeta la ausencia del extrañar, ahí donde la indiferencia
me recuerda que nunca fue.

Fanny G Jaretón / En El Gallo en Alpargatas /

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Alberto Martinez-Márquez (PR)
Nuevos poemas


THE TALKING CURE

rancia errancia
anida en la estancia
de mi infancia

lo demás
es quiromancia

que no quiero

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HOMENAJE A ANDY WARHOL

la fama
difama

mejor callar
o
incrustarse
en
el silencio
por
quince minutos

no más

<>

ENVÍO PARA FREUD

el ano
ni mato

<>

ONTO-(I)LÓGICA

ave errante
es
el ser

<>

LECTURA DE LACAN

de formación
de sujetos
está lleno
el espejo
del objeto
cuando no
se (re)conoce
el tránsito
de ciegas miradas ciegas

<>

AL MARGEN DEL MARGEN

ab
zurdo
a pesar
de
(no) (ser)
derecho
desecho

de hecho

<>

DE LA CENSURA

monito reo
es aquél
que
rasura
con usura
la razón

<>

POST RAZÓN

ciencia
de
la carencia
es
la excrecencia
de
mi demencia

mi demencia

radical mente

1 de febrero de 2010

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Portada del Breve Diccionario de Tijuanismos

Leobardo Sarabia (México)
Crónica de la ciudad, 39
Tijuana: sobrevivir en la jungla de vocablos


Breve diccionario de tijuanismos da registro de la riqueza del habla fronteriza. Hay una intensidad en el lenguaje que encuentra su cauce en lo coloquial para exponer su fuerza y expresividad. El elástico spanglish, la jerga de los cholos, los arcaísmos que perduran en el trayecto de las generaciones, los términos con linaje rural, el habla derivada de los pachucos, el discurseo de la nota roja, el habla familiar. El resultado es un léxico capaz del matiz, de la insinuación, de una rica expresividad que se prueba todos los días en las calles de la ciudad.

Es antiguo el interés por atestiguar la situación del habla fronteriza. En el pasado inmediato, se han realizado encuestas, ensayos académicos, intentos por compilar la terminología juvenil. Son intentos incompletos o coronados por el fracaso o el desdén. Hubo un tiempo, no muy lejano, que desde el gobierno y la academia se prohijaron campañas que denunciaban la contaminación del lenguaje, asociado ésta con la pérdida de la identidad nacional. Esa operación burocrática no tuvo eco y fue combatida por la misma realidad, más compleja e indescifrable que los discursos oficiales, quedando este proyecto de censura, muerto al nacer.

Este Breve diccionario presenta de manera sistemática una copiosa cantidad de vocablos usados extensamente en nuestras calles, en los barrios, en el ámbito gremial, en el espacio intrafamiliar. El mérito de este Breve diccionario de tijuanismos es apresar este flujo de lenguaje vivo y explicarlo con antecedentes, referencias y notas críticas. Estoy seguro del impacto favorable que tendrá este volumen en los estudios que se realizan sobre el lenguaje hablado en la frontera. Este libro es un testimonio directo, una especie de corresponsalía de guerra, desde la misma trinchera de los acontecimientos, donde se fraguan los nuevos vocablos, se dan de alta las palabras y se prueba la fuerza del lenguaje. La lengua hablada en Tijuana es riquísima, aún no domesticada por la televisión y el lenguaje de los medios: está presente, se hace vigente, no conoce límites, se rehace y fortalece en la propia esgrima verbal; tiene vigencia más allá de las fronteras municipales

Hay que aceptar que muchos términos han arraigado en Tijuana, y que tienen una historia antigua; algunos han asumido el estatuto de locales; otros más vienen en las alforjas de los recién llegados, y llegan para quedarse estos vocablos migrantes. Las derivaciones son también abundantes: el lenguaje de los pachucos y los cholos tiene cierta vigencia, han sobrevivido muchos de sus términos en el habla popular.

Ektor Henrique Martínez, autor del diccionario, avanza por la selva del lenguaje, con la concentración de un cazador de recompensas; le agrada el trabajo de hurgar, de valorar los orígenes; se detiene en los antecedentes de las palabras, está a sus anchas cazando gazapos, creando una nueva visión de nuestro lenguaje, articulando el índex delirante de nuestra habla.

Para ello se requiere no sólo curiosidad alerta, sino el talento probado de un amante del lenguaje. Ir a la realidad promiscua del intercambio verbal e identificar sus elementos sustantivos: tropos, apócopes, contracciones, aféresis, derivaciones, palíndromos, anagramas, jerga rural, arcaísmos, vocablos que evolucionan en el trayecto de generaciones, y que encuentran su lugar vital en espacio urbano de Tijuana. En la confrontación del lenguaje callejero se fragua un habla más directa, franca, poderosa y llena de matices. El autor toma nota, se carcajea, se frota las manos y lo denuncia con una salva de ejemplos alusivos.

Sorprende la genealogía de los estudios sobre el lenguaje hablado aquí. Patricio Bayardo, en su ensayo El lenguaje en la frontera (incluido en El signo y la alambrada) hace una articulada defensa del idioma español y menciona algunos estudios fundadores de interés regional: entre ellos, destacan: M. Quirós Martínez, Vocabulario regional defectuoso en el Distrito Norte de Baja California publicado en la lejana fecha de 1928 y el estudio del sabio Antonio Blanco, La lengua española en la historia de California (Gredos, 1971). Adicionalmente, llaman la atención los glosarios de A la brava ése, de José Manuel Valenzuela, una mención alfabética de palabras vivas y usadas por los homeboys de las colonias. Así como el Libro de caló de Harry Polkinhorn, et al., volumen poco conocido que da una idea de la variedad de voces, venidas del pachuquismo y del mundo mexicoamericano.

La policía del lenguaje está activa y no ceja. La Academia de la Lengua, aun con las críticas de Antonio Alatorre, intenta en los años setenta una aduana del lenguaje, e impulsa una onerosa campaña de «depuración», tomando muy en serio la insignia cada vez más anacrónica: «fija, pule y da esplendor», divisa de la Real Academia (atropellada por la velocidad e intensidad de los cambios expresivos).

Si se buscan, hay variadas vertientes en donde el idioma se tensa, encuentra cauces distintos al español mexicano. El mundo del turismo, que definió el lanzamiento económico de Tijuana, impone una jerga, una denominación del mundo del servicio. La vida marginal también establece su fuero; la demografía por aluvión hace el resto. Es sabida la variedad de regionalismos que concurren en las calles de Tijuana, es una especie de caldero donde la sopa de términos y de variantes es ilimitada. Carlos Monsiváis ya señala, desde los años setenta, que el lenguaje de la Revolution Avenue marca las letras de la música de rock y de la llamada Literatura de la Onda.

Tijuana, cruce de caminos, lindero, valla asaeteada, espacio de intercambio, acuerdo y transacción, es un campo fértil para el ir y venir de las palabras. No hay en sentido estricto un español dialectal, sino, de manera enfática, nuevas jergas, slang que perdura, hablas gremiales, que ahí están, que se tensan, son flexibles y capaces de la iluminación y el hallazgo. El lenguaje intrafamiliar está trufado por los arcaísmos, por la jeringoza tribal de las regiones, de voces venidas del ámbito del trabajo (las fábricas de muebles y de marcos de madera, el comercio informal, las galeras de las maquiladoras). Ahí se recrea y ejerce gozosamente el idioma reencontrado. En las calles, commuters, pochos; nativos y nuevos habitantes de la frontera, encontrarán su lenguaje, afilado en la esgrima diaria y en la intemperie barrial, donde el sustrato oral se materializa como un acto de magia rural. En los parys, en celebraciones, en las efemérides despóticas (Día de Muertos, de La Madre, Halloween), el lenguaje esplende con la viveza del acto reflejo o como simple autodefensa expresiva. Y el español acepta multitud de vocablos anglosajones que recicla en el uso diario; y en las calles de las ciudades norteamericanas también se aprecia la invasión de la fonética española. Para el hablante americano será arduo el aprendizaje de las duras consonantes, las vocales abiertas, la incomprensible tilde de la ñ, los acentos weirdos, los confusos diptongos, las bruscas aliteraciones que rematan ciertas líneas u oraciones («el duro bronce de Quevedo»).

Ektor Henrique Martínez entrega un trabajo en plena marcha, que se puede ampliar amazónicamente en el futuro, y queda hoy como testimonio del afiebrado léxico comunal, del habla tijuanense. El autor, venido del campo de las leyes, poeta, crítico literario, practicante de la nueva religión del blog, manifiesta una afición por la textura del lenguaje, por las arduas construcciones de la expresión literaria y por la genealogía de las palabras.

El Breve diccionario de tijuanismos es producto de un denodado trabajo de elaboración, crítica y acumulación de fuentes directas; y es apenas una parte de los hallazgos del autor en el movedizo universo de la jerga fronteriza. El territorio del verbo popular, los diálogos en la calle, los vocablos en transformación, la persistencia de la palabra, constituyen la materia mutable de este libro.

[NOTA. Texto ampliado de la presentación del libro de Éktor Henrique Martínez, Breve diccionario de tijuanismos (Librería El Día-Entrelíneas, 2007)]

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Éktor Henrique Martínez Hernández (México)
Roxanna Fitch y sus jergas cuchupleteras


UN BROLI PARA GENTE NAIS Y AJENA AL MENJURJE CALÓ: Roxana Fitch, reducto de la pelusa clasemediera que integra la «Asociación de damas católicas de Tijuana» y adyacente yupi-semintelectual de la pequeña burguesía empresarial tijuanaca es la autora de un libraco titulado «Jergas del habla hispana» (bueno, eso de autora nomás es un decir) y que la rucaila presentó —en el lobi de Jalaleai— el día 26 de mayo de 2007, a las nicle de la détar (5:00-5:50 p.m.), como parte de la pomposa pasarela de la veintisinkiava «Feria del broli de Tijuana». Aunque el 11 de enero del mismo añuco, la manola ya había debutado en el CECUT, dando a conocer su mengambrea a un escaso y selecto público, traído y acarriado desde las “chabolas” de la colonia Chapultepec de este culo de San Diego (la col más nais y fresa de Tiyei).

—Oye, carnal, pero si la julana jura —y perjura— que se avienta al ruedo «sin respaldo de institución alguna». Tonces, ¿cómo está ese birote?
—Úfame, lión. Cuando se entrecruzan las ambiciones literarias y los momentos coyunturales de la polaca, no hay manera de decir: nogales.
—¿Eso dijo la ruca?
—Eso dijo, carnal.
—Reparos falaces. Por eso yo de lengua me trago un tacualco.

Como iba diciéndoles, la Roxana Fitch presentó su tamal empastado ante una pandilla de señorones telarañosos que no rebasaba los cuarenta monos (y la mayoría acudió el recitario más de agüevo que con ganas).

—Pura gente nais y ajena al menjurje calichero.
—Y ¿quién quería que asistiera?; ¿gente que participa en la vida social de batos y rucas como el «Panteras», el «Cachis», la «Manguana», la María «Pollera» o el güero «Bitachi»?
—Lexiconcito de rapiña que le niega significación histórica a la perrada.

Efectivamente, «Jergas de habla hispana» es un libraco centrado en el fulgor de la lexicografía que se tabanea desde los estilos análogos a la «espiritualidad» que no conoce la inminencia visceral de la chinchina. Porque la degradación ontológica del lenguaje no se vincula al bajo linaje de la perrada prolekult (putas, pacheros, tecatos, gambusinos, tirabichis, chalecos de la economía subterránea, etcétera). Y la razón estriba en que la Roxana Fitch es una ostra de cubículo academicista que confeccionó —para no decir que agandalló— un broli, patrimonio cultural de la perrada de arrabal que —según san Lucas— registra un número de 7 mil 500 entradas calicheras, las cuales «coptó» cachetonamente desde la comodidad de un softgüer capuchinero. Y, en efecto, la jaina se avocó a armar su lexiconcito en la injundia de la segregación castiza. O sea, la manola, desde el año 1997, se concretó a cinchar la mula —y a ponerle Jorge al niño— desde su aquiescencia pasiva e ideó su producto letrero por vía de sensibilidad costumbrista (y por ende, oportunista).

—En otras palabras, la ruca nos quiso salir más cabrona que pinchi.
—Efectivamente, mi buen. Como chichicuilote colimeño en el ojo de payaso.
Ahora, leamos los datos que apuntalan algunos sinuoso e inconvincentes chalecos de la reportiada periodiquera. Opinadores de la desvergüenza culturosa como el Paco Zavala, descerebrado incomunicador del perióskido La Prensa de San Diego, abre sus puñeteras garras— para exhibir en el escaparate papiruchesco donde camella vacuidades como las que a continuación se transcriben:

«Roxana Fitch, junto con un grupo de amigos, se dio a la tarea de compilar listas de vocablos o frases usadas en diferentes países de América Latina, y por supuesto, en España. “Soy traductora de profesión”. En lo posible trato de ofrecer ejemplos de cada voz, y de paso me esfuerzo por darles un toque auténtico que muestre la idiosincrasia en el habla específica de cada país» [
Ver].

Desde la ciudad de Torreón [o Torrión] Cagüila —como dice la chinaca «pop»— la Adriana Vargas, gacetillera del pápiro «Mileño», con la misma cantaleta que escupe el lambiscón del Paco Chavala, desenvuelve su lonchecito pueblerino e intenta darnos de tragar este sapo:

«Roxana Fitch, traductora de profesión, quien se ha dedicado a compilar los modismos y anglicismos utilizados en los diferentes países iberoamericanos desde hace más de diez años, contando ya con 15 colaboradores fijos y muchos más ocasionales de España y América Latina (sic). El proyecto de Jergas del Habla Hispana comenzó en 1997 cuando una amiga española de la creadora del sitio aficionada a las telenovelas mexicanas, en sus cartas siempre preguntaba el significado de palabras desconocidas en España. • “Cuando me di cuenta de todo el vocabulario que le había enviado por correo, inicié un glosario de mexicanismos”, expresa la autora en la página. • Decidió entonces que lo que necesitaba era un glosario de mexicanismos que se convirtió en el diccionario más grande de jerga que se encuentran en la red. • Pero se dio cuenta de que también los mexicanos nos confundimos cuando escuchamos las palabras “exóticas” con las que se expresan las personas de otros países de Latinoamérica, y por ello decidió ampliar su glosario a otras formas del habla, apoyándose en la sabiduría popular. • Roxana Fitch aclara que el diccionario se ha ido creando sin el respaldo de ninguna institución académica, es cien por ciento popular; sin embargo sí hace diferencias entre el argot propio del continente americano y el de España, así como los vocablos de origen indígena. • El proyecto se ha nutrido de la información de los mismos usuarios, algunos de ellos se han convertido en colaboradores, pero también contiene información de libros de autores contemporáneos de toda el habla hispana (resic). De acuerdo con la autora, Jergas del Habla Hispana ha sido utilizado por miembros de la policía de Madrid para entender el caló de los migrantes de Latinoamérica que son detenidos en España» [Las curiosidades del habla Los Modismos del mundo hispano en el Internet,
Ver.

Van a continuación los elementos medulares extraídos de las infames trapacerías linguae que adoban, respectivamente, y en aras de la deconstrucción histórica, el Pacorro Zavala y la Adriana Vargas. De las farafatas ya transcritas se advierte que la autora del diccionario de marras, o sea la Rock Sana Fish, apenas merece que se le llame tal. ¿Por qué? Pues, porque la ñorsa amacucó —por medio del trasto cibernético jergasdehablahispana.org— centenares de modismos y voquibles calicheros que un guataclán de «visitantes» (servidores incondicionales) descargaron en su «güebsaid». Y de esa manera, en sus designios de absorción y con la necesidad de privar del derecho a los verdaderos coautores, cobró cuerpo el mentado diccionario. Así se las gastó para crear su producto lingüístico:

«Como puede apreciarse, el campo es extensísimo... y aún falta mucho. Por eso Roxana Fitch invita a sumarse como colaboradores a cualquier persona hispanohablante que desee mostrar cómo se dicen las cosas en su país». «Puedes participar en el foro de Jergas de habla hispana:
¿Quieres colaborar? Comunícate conmigo pulsando aquí».

—Arre, pues, dijo la Roxana Ficht. Y luego les cantó una rolita de Kinto Sol:

Así es, compa
esto es para toda la raza
todos los compas
todos los cholos
todos mis paisanos
Raza es raza •

Ah, pero ella solapas se dio los créditos chichos y a la bola de melolengos que, a decir la neta, son los verdaderos autores, simplemente los mandó a tejer puñetas. Malguiados pupilos que, ingenuamente, tuvieron la osadía de aspirar a ser nombrados coautores del lexicón con que la Fitch ahora se anda parando el culo. Y, a ella, en su plan concreto, ni de chéiser le pasó por la chompeta abrigar nomenclaturas autorales. Únicamente en letritas dijo gracias a fulano, pazguano y a perengano… y san Camaleón.

«Autora y webmaster: Roxana Fitch
Copyright © 1997-2007. Todos los derechos reservados».

ESPUTOS JIRIBEROS DE GACETILLEROS COBEROS: Según el remiendo letrero de la incomunicadora Adriana Vargas, la Roxana Fitch es «traductora de profesión». Vaya, vaya. En cambio, yo merengues de gamesa soy un pobre cabrón que —aunque, desde morro, aprendí lenguas cahita y latín— traduzco sin profesión. Porque, cuando algún indio verijas lilas de la región del valle del yaqui me grita: « ¡empo-güita-came-chumi!», yo le contesto: « ¡bugna, jodido!» [lo cual, en la totacha yaqui, quiere decir: «¡tienes el culo cagado!» y «¡chinga tu madre!»]. Ahora, en lo que a miguel respecta, no soy traductor por «profesión», sino por baquetón (puesto que la parla cahita la aprendí en los lupanares y latín cuando tabaneaba de angorita en una parroquia de Guatson ciri).

Escribió en su nota la Adriana Vargas que la Rock-Sana Fish «se ha dedicado a compilar los modismos y anglicismos utilizados en los diferentes países iberoamericanos desde hace más de diez años, contando ya con 15 colaboradores fijos y muchos más ocasionales de España y América Latina».

Ajá, seguramente la lexicógrafa —chichis de liebre— abrió su güebsaid y se compaginó —en carne, calzón y caca— con la perrada lumpenesca de Tepito, la Bondojo y Tacubaya en el Déefe; se unió con empirismo de cubículo universitario a la panarra suramericana de Buenos Aires; se dio papirotazo de chichi y oreja con los chaquetudos españoles que se doctoraron de malandrines en Carabanchel.

—Nah. Puro pedo. La ruca se aventó un jale de puros subterfugios panocheros.

Es decir, se hizo de mulas mediante audacias técnicas; utilizando el culazo blanco de los parásitos, como reverbera el máster Rubem Fonseca. Sin hacer reparos falaces— el mentado diccionariako es un engendro del facilismo y la impostura.

—Bonita chingadera, se escogen parcelas sociales como temas o tópicos de investigación y… a chingar paleta.
—Todo es literalizable. Hasta decir: «Seminario de Cultura Jorge Hank Rhon».

Averiguatas sociológicas del cholismo habrán de ser los méritos de campaña de la Roxana Ficht. Y quienes más tuvieron vela en ese entierro, pues nomás se quedaron mamando faros. Sin el apoyo de toda la pelusa que navega por la teta de vidrio, la Fitch, tal vez, sólo hubiera menstruado una obra de concupiscencia disneyesca. Porque solimana y sin bajar a las profundidades del arrabal lumpenesco (dada su calidad pirrurresca de niñita fresa) no sería capaz de pelar un chango a nalgadas en asuntos de la lexicografía bravera, pelangocha y de bajos fondos.

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Carlos López Dzur (PR)
La historia del atorrante loco


Ninguno sabe lo que ese hombre oye
que se golpea las orejas,
que se mata el yunque del oído;
pero él tiene la boca todavía y echa gritos.
Pasos oye en la azotea, ruidos como pisadas
de sólido tormento, truenos que rumoran
las más grandes desgracias
que han de sufrirse bajo este cielo.

Es otro haitiano paranoico, se dice.
Oye lo que no existe. Alega que le espían
voces de démons bleus et blancs,
espíritus destructivos.
Hambre debe tener que está tan flaco.
Por droga alucinará de esa manera.
Golpea y golpea sus oídos y les pone mal agüero
a los futuros y horizontes de esta tierra.

Aunque sea un hazmereir de los mercados populares,
otro aberrado más de muchos que pululan,
fantasmales y hambrientos,
por el triste Puerto Príncipe, él ha dicho
con su boca por quiénes se originan sus temores.
Ha dicho que son diablos blancos y azules
con técnicas de control y vigilancia
a su cerebro, con apetencias de herir
profundamente sus lealtades.

Voces de la rebelión de febrero del 2004
que no dejarán que él escape a no sabe dónde.
Voces que urden aplastados arrabales,
La Saline, por ejemplo, porque allí comenzó
con Titide apoyando la Teología liberadora
de la pequeña iglesia, Ti legliz —
que, con radio y prédicas en Kréyòl,
iniciara su amigo, Jean Bertrand, Titid.

2.

Ahora sí que lo tienen en sus manos.
Saben verlo aunque se meta en una cueva oscura
y en silencio. Envian serpientes para que muerdan
sus talones, provocan pestes que contaminen
lo que bebe, quebrantan con sequías
a través de radares, lo ahogan en medio
del Artibonite anegado en el fango...
Ellos pueden desbordar las torrentes,
ensordecerlo silenciosamente
y aún así... crear ilusión del descreimiento
que lo acusa de simple paranoía.

Ninguno sabe lo que oye ese hombre;
pero alguna vez, bajo el régimen militar,
él fue preso y, entre 1991 a 1994, asesinos
de los que, con los diablos blancos y de añil,
derrocaron a Aristide, le dieron escurrajos
de unos mocos verdes diluídos en agua.
Eran fármacos experimentales, tóxicos
de afrodisia que convierten el semen
en homicida armamento. ENTONCES,
él era un funcionario ecuánime, demócrata,
educado en el Colegio Notre Dame
y, en Cap-Haïtien, colaborador
de Jean-Bertrand Aristide,
ex-alumno católico del mismo colegio.
Viajó con él a Italia, Israel, y quiso ser
el Ministro de Comunicaciones
cuando el comandante Cédras le puso el alto.

Al loco le llevaron una hembra
y falsamente le dijeron tiene SIDA
y, para ENTONCES, ya se había acostado
con ella... él era soltero y, después de la patria,
este Haití tan pobre, lo que más quiso
en su vida es el sexo
porque verse dotado era su orgullo.
Sexo y patria. Pene y discurso.
Entonces, los mismos diablos blancos,
demonios vestidos de azul que derrocaron
a Aristide y le llevaron la hembra,
le dieron a beber escurrajos
de unos mocos verdes diluídos en agua.

Y no son, como dijeron, para curar el SIDA
... no son para curar la sífilisis, no...
Son para que él contamine y tenga el pene erecto
y vaya al barrio de La Saline a matar a sus hermanos,
a los pobres, porque las mujeres se hinchan
si copulan con él, mueren como si las acuchillara
con su pene en sus sexos, mueren como su novia.
Moldeo genético se experimentó con su desgracia
y se lo susurran, se lo dicen los diablos blancos
que con él conversan a su oído y demonios de añil
que forzaron, con la rebelión del 2004,
que Aristide se exiliara en Sur Africa.

A él lo dejaron como conejillo de Indias,
entre la cárcel de torturas,
y el barrio en Puerto Príncipe
«para que sigas pecando mientras
te vigilamos, atorrante».


08-02-2005 /
Cuaderno de amor a Haití

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La novia del viviente


La novia del Viviente en los sueños de jalón
no se desviste... Pshat, psss... calla mejor
porque la sanchez anda en burros
del camino má(s)ancho y la madre / binaria
hijos puros quiere para la novia pura.

¿Dónde se desvíste, la niña vegetal
de Jai, el Viviente, dónde Démeter
entrega lo oculto
y Perséfone despierta,
cuándo comienza
el viaje de esa carroza voladora
cuyas ruedas son energías serpentinas,
alas en cada una, ígneos dragones
que encienden las zarzas hasta que abren
los ojos y los ciegos, al fin, se deslumbran
con la hermosura de las novias que habitan
paraísos de Chesed, en tierras de granos,
prosperidad y abundancia?

02-04-1987 / Teth, mi serpiente

<>

Vírgenes verdaderas

Temibles son las niñas del pantano.
Las que son brama perpetua.
Llenas del calor del trópico.

En la cuaja de la tarde
se van a ríos profundos.

Van por tentarujas, no de seres
enfermos, densos, de pasiones.

Van por las cabezas inmortales
que no han sido cortadas con tarrajazos
de hienas de uniforme;
van por los que saben líarse a la culebra
sin cuchillo y chafarotes.

Bitácora de Carlos López Dzur


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Javier Monroy (Perú)
P. U. T. A.


La envidia va tan flaca y amarilla porque muerde y no come: Quevedo
Cortarle el cuello a una adolescente podría tener más honor que canjear secreciones bajo tu sábana.

De hecho, eso fue lo que hice cuando la niña creyó humillarme ante mi concluyente impotencia.

Fue un momento delicioso de realización y vindicta. Mientras veía mi cara torcida reflejada en sus pupilas, la amenazaba con la punta de mi cuchillo semihundido entre la epiglotis y el hueso hioides, justo donde nacía su capacidad de proferir insultos. Cuando rogó mi perdón y mi piedad, le sonreí y le dejé en claro que mi impotencia era extensiva a esos elevados sentimientos. Entonces comprendió el alea jacta est como una docta rea, y recibió cálidamente el centimetraje del metal. Era lo que más se asemejaba a mi miembro penetrando a una mujer, en tiempos mejores.

No, no. No debes temerme. Para mí es un privilegio poder hablar en voz alta de estas cosas profanas con una sacerdotisa del placer.

¿Qué te hace pensar que administras un pequeño gran poder? ¿Con qué autoridad clasificas orgasmos hurtados por el tamaño de las billeteras, el grado de perversión, o la autoestima de tus clientes?

Declaras tu superioridad carnal cuado garbeas tu cuerpo bendecido por ilustres demonios en ese salón de terapeuta, aggiornado de penumbras y olores a semen flotante. Te saludan ambulantes aparatos carnales que no quieren reproducirse, espejos erróneos colgando apenas de paredes medianeras, sombras de cantineros de herrumbrosa expertisse y mañas tristes, autómatas lisonjeros del fracaso, arlequines arrojados de algún trunco experimento matemático, mini-egos trepantes desde los zócalos, dulces y esperpénticos homúnculos ansiosos.

Y entonces te enseñoreas del paraíso. Te sientes imbatible desde tu anatomía asesina. Nadie está a tu altura, mientras los motivos de las miradas sigan enhiestos, como los penes que te prometen obediencia, sin dudas ni murmuraciones.

Y todos, batallantes húmedos, tembleques, de moral acucarachada, agachan a tu paso la cerviz plástica, que antes enarbolaron para moler a golpes a todos en casa.

Y yo sigo preguntándote ¿es todo esto que recapitulo el origen de tu poder?

¿O tal vez sea que te alimentas también de tus habilidades en la era de la competitividad? ¿Que tus rivales deben ser aplastadas como moscas en la pared, que mientras más genitales te levantas eres más mujer, o más puta, que -para muchos- a esa hora y en ese nido blasfemo, es lo mismo? ¿Que tu vanidad es un altar urgido de diarios sacrificios en los cuales has sido rotundamente exitosa?

Lo que yo pienso es que el poder que ejerces sobre hombres y rivales, como la deidad autoerigida sobre los escombros de tu infancia roída por caníbales familiares –según me cuentas-, y el imperio dinerario que cada noche nutres con tu eficiente vulva, son suficientes para ignorar el juicio social, la cancelación de tus protocolos morales, en suma, la irreversible lapidación de tus otrora semejantes.

Y por eso te maldigo y te admiro. Y ciertamente te envidio. Porque me falta mucho para alcanzar esa jerarquía de superioridad sobre el vulgo de ‘lo aceptado’ por la civilidad reinante. Lejos estoy siquiera de arañar ese elegante porte de insurrección crónica, de orgullo y soberbia devenido de una decisión dura y valerosa, se sentirme alguien, no despojando a otros de su existencia sino afirmando la mía.

Pero creo que puedo comenzar ahora. Tal vez dando un vuelco a mis apetencias. Esta conversación que me has concedido –y que ha sido más un soliloquio- ha de mantenerse en reserva por el pacto tácito entre negociantes, y será el impulso que requería.

Gracias por escucharme. Ahí están tus doscientos dólares. Ahora, ¿me prestas tu
lipstick?
Tomado de Letras Kiltras / Javier Monroy / Blog Personal

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Anick Roschi
Para el Pueblo de Haiti


Para el Pueblo de Haiti y a la memoria de Toussaint-Louverture

Vaccines*

Huérfanas
Vaccines
Peti
Toussaint
A hambre

Huérfanas
Vaccines
Tipeti
Toussaint
A necesidad de cuidados

Huérfanas
Vaccines
Manman
Toussaint
Para sus niños
A gran pena.

Port-au-Prince Anick Roschi

( * Instrumento tradicional, trompas de bambú utilizadas en los desfiles de calle. El nombre de las “vaccines“ están, del lo el más grande al el pequeño: manman, chalmail, mondesi, peti, tipeti.)