Saturday, April 26, 2014

RESEñA SOBRE LA EPICA DE SAN SEBASTIAN DEL PEPINO



 
 

Publicada En Sequoyah Virtual / Nov.. 5 / 2011 / California
En el primero de los 80 poemas, así como en el título general del libro «Épica de San Sebastián del Pepino», su autor Carlos López Dzur define lo que ha de ser este poemario, esfuerzo en narrar una épica identitaria, el nacimiento de la comunidad pepiniana. Para él, el nacimiento de un pueblo como fue 'Pepino' / 'Pepinito' / 'Las Vegas del Pepino', oficialmente inscrito con la Advocación de San Sebastián (Mártir) del Pepino en 1752, es asunto de épica.
«Contrario al nacimiento de un individuo, que puede que sea de regocijo por el amor que inspira en sus progenitores, así consumado acto de lirismo o que puede, en su defecto, darse como tragedia si el niño es mal querido, o nació con todos los defectos posibles y para condiciones adversas, el nacimiento de un pueblo refiere a la aventura de consensos. Es hazaña que no se pintará trágica. Su proceso es planificado. Fundar un pueblo une voluntades. incentiva un colectivo y esa fundación se canta como epopeya. Es momento en la historia para lo épico», había dicho López Dzur al explicar otro libro sobre su pueblo natal, que es el complemento en prosa de éste [«EL PUEBLO EN SOMBRAS].
 


Estos libros han estado inéditos en papel por años. Son trabajos literarios que constituyen los aportes de creación e investigación más antiguos en la obra del escritor. La mayor parte de los poemas en este poemario no están fechados; pero, es obvio que comenzaron a circular desde 1996. Unos de los textos más antiguos de la colección son Don Narciso Rabell y los idealistas pioneros, compuesto en 1987 y Era la mejor de todas, dedicado a Marcianita Echeandía Font (1885-1968), en la misma fecha.




«Aquí hay poemas anteriores al año 2006 y otros que escribí hace 30 años, como uno a Don Mayito, el Zapatero, escrito en julio de 1980. Mas, cuando fecho un poema, es por razón de identificar etapas. Por ejemplo, en el decenio del '80, estuve muy entregado al estudio de personajes que son tipificados como pintorescos o pueblerinos, sea gente urbana o de campo», explica López.

La metáfora de un Niño, en distintas etapas de crecimiento, es utilizada por López Dzur. «Ahora serás / Pepinito / Pepino / Pepinote / y a buscar tu adolescencia». A buen y determinado tiempo, el Pueblo será ese Niño que no sólo es «niño-viejo», tonto y caprichoso, sino «niño-anciano». Ancianidad epocal, esencial más que milenaria y cronológica. La identidad mentada en el primer poema tiene que ver con procesos hacia la maduración, la integración y la vejez. A la sabiduría y logros es lo que contextualiza como experiencia por vejez. «No creo en pueblos iluminados, que aprenden rápido y sin escollos. Esto se da, por excepción, con los individuos; pero, en las naciones y las comunidades, hay fuerzas externas para romper los consensos. La épica implica lucha, agoniar colectivamente», advierte el poeta.
La voz narrativa, fidedigna, es compasiva y paternal a veces:
Sé que él sufre, que perdió la memoria
como un viejo de más de dos centurias,
pero es mi viejo bueno de los siglos
(y noble cuando quiere y tonto)
y, con sus defectos y manías, sí...

Pese a que esa voz de López, ama a su pueblo-Niño, lo que irá narrando épicamente es una etografía, con el fondo de su espacio nostálgico», espiritual. Maneja una hilación de metarrelatos, con aspectos que pueden ser buenos o malos. La presencia de la esclavitud debe verse como lo malo; la rebelión del Capitán Pedro de Loizaga, quien «enseñó el alzamiento, el motín», para adquirir derechos ante el gobierno colonial, como señal buena. Lo heroico. Los tiempos de Fernando VII son malos y repercuten en España, Puerto Rico y en Pepino y el narrador le da presencia local con la estampita de Mariana Rubio, niña-hija de un padre realista conservador, que termina desencantado, al igual que ella. Hay rastreo geneológica de esta Mariana, que viene de Caracas m(Venezuela) durante las migraciones de huída y guerras bolivarianas.

En el interin, pasado los años, ya ni padre ni hija admiran ni compadecen al rey Ferrnando VII, por todo lo que comenzó a representar entre sus súbditos: «reestableció la Inquisición, / persiguió la prensa, el pensamiento libre, / las imaginaciones de los espiritistas, / los masones, los poetas afrancesados». En el poema, se cuenta que Fernando VII:

... odió a Simón Bolívar, a Sucre, San Martín,
Itúrbide; odió a Miranda, a Washington,
a uno y todos los enciclopedistas, a Dantón,
y sin faltar ninguno... a jacobinos,
a pobres de La Bastilla…

[Ha muerto tu rey, Mariana]

Es interesante la manera con que en estos poemas sobre Pepino se explica un periodo de la vida de España que concierne a los Borbones, el periodo del resurgimiento del liberalismo, las guerras bolivarianas y otros eventos a la vez que se nos presenta la historia de familias inmigrantes que llegan, con la emisión de la Cédula de Gracias que trae a miles de pobladores, europeos y suramericanos, a Puerto Rico.

Mariana, hija de Mestre, pionera
entre los Oharriz y Rodones,
¿qué hicíste con la vela?
por saber de un rey muerto en los años
de tus inmigraciones?

y, en este ínterin nos cuenta la historia de Mariana, quien en su vejez quemó accidentalmente el pueblo («Nos quemaste, Mariana»]

Otro poema que brinda su razón de historia sobre el crecimiento o decrecimiento económico y social de Pepino es Los sueños de Gabriel del Río, 1826-1830. En términos generales, los ochenta poemas, en cuanto aluden a hechos históricos tras ese nacimiento en Las Vegas (primer nombre, antes de Pepinito), se organizan lineal y cronológicamente: a los vecinos pobladores de Cristóbal González de la Cruz siguió pues la llegada de inmigrantes. Hay eventos que se vuelve simbólicos en el curso descriptivo de la cronología: la descarga eléctrica de 1861 que destrozó la imagen del Patrón San Sebastián y una porción del Templo Católico, los incidentes del Grito de Lares (1868) y los clamores de pánico de Joaquín Sosías, los años de pobreza en el Pueblo desde los tiempos de Juan de la Pezuela y del posgrito en Lares, la edificación del Casino peninsular y del autonomista, el periodo de los Comevacas y Tiznaos, la Invasión Norteamericana (1898), la Destrucción / Incendio / y Restauración del Guayabal, los destrozos del Templo Católico por el Terremoto de 1918, la fragmentación de la vida pueblerina, misma que produce toda una serie de 'tipos / o personalidades pintorescas' que López Dzur, rescata con el pincel de la evocación y la nostalgia.

Entre los personajes pueblerinos del poemario: el ‘duelero’ y viejo maestro masón Lino Guzmán, el poeta Moncho Lira (Ramón María Torres), Pascasio Lamourt, Rafael Mayol Navas (Rafa Te ví), el Caballero Don Primo (Lcdo. Víctor Primo Martínez), el trovador revolucionario Carmelo Cruz, José Benigno Vientós, padre de Nilita, Don Narciso Rabell Cabrero, el comerciante e inventor Anacleto Alvelo (4-Esquinas), los zapateros Mayito y Don Ramón, el negro Atán, el poeta Herminio Méndez Pérez, la compositora María Juana Beníquez, Sandalio La Yegua, Don Aguado Vargas Labaille, y Juanito Pana, el flautista, Pelo e' rata, antiguas comadronas, Luis Vélez, la aclamada modista María Peregrina, el poeta nacionalista César G. Torres y otros personajes gloriosos y célebres. Estos pueden ser el Cura Ramón Durand, quien fundó, en el 1835, el Cementerio de los Coléricos en la parte Oeste del Cementerio Viejo, o el homenaje que brinda a Don Aurelio Méndez Martínez o la diversidad de campesinos mulatos o afrocaribeños, que Carlos López Dzur destaca por sus aportes los hermanos Padró Quiles, por ejemplo.

López Dzur confiesa que el poema «La casa y la invasión» y el poema final «Meditación sobre San Sebastián Mártir» (el Patrón eclesial) son sus textos predilectos de la épica. Ambos reflejan «la analítica hermenéutica con que yo miro todo fenómeno épico, objetivo, siendo que en la historia inciden otras fuerzas que tienden a destruir la necesariedad o idealidad de su expresión, su afán de maduración e integración conscientiva. El primer poema no es meramente uno sobre la Casa de Doña Bisa o su familia. No obstante, en el símbolo arquitectónico de esa particular casa, yo veo una estética y, en cuanto a las personas de las familias Rodríguez Cabrero y Rodríguez Rabell, mencionadas en el texto, veo una ética. Se complementan. Es por lo que, en este poema que se apuntala en un momento trágico para Puerto Rico, la invasión y la rendición de España en 1898, aprovecho el modo tremendista y modernista que Ramón del Valle Inclán utilizaba, durante esos años de 1898, para juzgar lo que pasara y decía: La ética es lo fundamental de la estética... El lenguaje de esa Casa de Doña Bisa es ético, como la estética valleinclana y, por tal razón, concluyo que la casa representará un lenguaje, la 'casa del lenguaje', heideggerianamente dicho, desde la cual se nombrarán las zonas esenciales de una ideología, sea la vivenciación de la pepinianidad o de la patria... Mas, en el experimento valleinclano de mi poema, lo que muy profundo es que la casa no es estructura, sino superestructura. Comportamiento. Si bien la casa es para proteger el cuerpo, en este caso, lo que protegerá son los comportamientos... Cuando mi intención es hablar del niño-Pepino o del Pepino-adulto, en cuanto estructura, u organismo vivo, lo simbolizar con otra cosa. ¡Con el cuerpo del mártir! hablaré del cuerpo, la integridad física y la belleza de los pepinianos».

López Dzur admite que hay muchos juegos conceptuales y filosóficos en su poesía y que acude a personificar muchas cosas que son inanimadas. La Casa de Doña Bisa está personificada como asunto de ética y comportamiento. «¿Qué vamos a hacer con la ética que sea tan hermoso como esa casa? ¿Qué pueden hacer los pobres que, económica y culturalmnte no son y fueron tan afortunados ni educados como Doña Bisa y su esposo, el Juez Negrón, o ancestros de ambos? Estamos hablando sobre la cepa de Rodríguez Cabrero, último Alcalde español antes de la invasión, y alcalde que fue hermano de un gran poeta y valiente autonomista», continúa.

«Siempre he imaginado a Luis Rodríguez Cabrero, con el temple y peculiaridades de Valle Inclán... Diría, por otro lado, que las imágenes del mártir Sebastian son las que personifico como cuerpo sintiente», agrega.

Pepino / ese niño-adolescente-adulto-viejo / de las poesías iniciales del poemario / ya en el poema final son el cuerpo de su visión del pepiniano. El pepiniano ideal y estético es un tanto mártir. A él lo personifica y lo recuerda, no como una mera estatua de palo, flechada y con los ojos volteados en agonía, tras haber sido asaeteado en Roma. «Lo que yo digo sobre Sebastián de Narbona, en mi poema, y por lo que lo personifico en términos de un cuerpo capaz de sufrir y soportar, se relaciona a la idea de Michel Foucault; 'que lo biológico se refleja en lo político. Los humanos, en función del poder que los rige, se juegan la vida en la política': No es pues mi San Sebastián uno que ha de buscarse en los templos. En realidad, yo lo busco en la historia, en la casa del lenguaje, en la Casa de la Etica, que es lo fundamental de la estética».

López Dzur dice que siempre ha estado al pendiente de los poetas de su pueblo y de la tradición de la literatura regional. El pepiniano común y corriente sigue siendo muy nativista. Ama su pueblo, lo festeja como 'pueblo de la hamaca', de Titina y la Novilla, de lindos paisajes; «pero, no creo que haya comprendido cuál es el sentido profundo de su santidad... Tenemos muchos poemas a la Iglesia, a la que personificamos y vemos como 'buena madre, tierna hermana', esto es, la Iglesia es la ética... así como en mi texto sobre la Casa de Doña Bisa, ética y estética de espacio... Un fino poeta como el pepiniano Dr. Pedro Ángel Cebollero tampoco, en vida, no alcanzó a comprender y valorar el pepiniano ideal y estético, ese que digo que es el Mártir. Le fue una figurita en el altar mayor. Recuerdo el poema Iglesia de San Sebastián, de Cebollero: 'Oh linda iglesia mía, que en el altar mayor / tenía asaeteado al buen San Sebastián, a San José, y al niño bello como una flor...' Esa 'su dulce iglesia, blanca palomita de los valles' sirve más al pretexto de sus devociones marianistas que para destacar qué es lo bueno y admirable que tiene el santo de Narbona. Sin embargo, si bien me satisface que haya religiosidad remanente, como parte de nuestros valores, yo espero que se entienda este punto, la ética de mi Varón santo, que es el pepiniano ideal que, en tiempos de la biopolítica, de la 'perversidad de las normas y las codigrafías', aspira a desatarse 'de las mallas del poder; que lo apresa y fragmenta para hacerlo dócil como siervo».

Preguntamos a López por qué dice que al mártir San Sebastián hay que buscarlo en la historia y en la casa de Doña Bisa / hoy museo.
, tal es descrita heideggeriana y valleinclanamente en su poema. Explica que la Casa de Doña Bisa representa más la ética colectiva de nuestro ideal de pueblo que la Iglesia y hay más martirologio en la vida cotidiana que en los Altares Mayores de la iglesia y sus santos de loza. «Somos un pueblo progresista con una larga historia de miseria. Muchos de estos textos inscriben la pobreza en el porvenir rebelde... La Cédula de Gracias, con provisiones para la importación de capital, adición de nuevos esclavos, trajo momentánea prosperidad, inyecciones financieras a la economía, pero también codicias y monopolios.

Ese viejo Monsiú Alers sí que asqueó
a Pablo Liciaga, de Vizcaya,
al profesor Larrache, a Don Lino Guzmán,
al monte, ruralesco y escolar, de Guajataca,
al escribiente Arteaga, de aquellos
López y Pumar venezolanos,
a la vieja Lalita en Mirabales,
a ese jíbaro campo de mil jaldas y barrancos.
Ese viejo puerco de las básculas y las yeguas
que son vírgenes de ojos grises
y niñas de los campos,
está en el odio de las turbas campesinas
y en la memoria gitana de los Flores Cachaco
y Esteves, caporal de Cecilio,
le escupe como al negro diablo
y los Rodríguez Cabrero lo desprecian
como a nadie.

(...)

por la Cédula de Gracias
también se asocia al quehacer de la Serpiente
y se muerde la cola y se vuelve animal
arisco y orejano, Silvio Alers, él se rebela,
se avergüenza, se duele y un día delinque
y roba y viola y quema y juega
y seduce, por esquizo y por pindongo,
a la propia niña de sus ojos.
Estará ocioso y desmoralizado.

«En el sentido que yo utilizo el término 'épica', no me refiero al subgénero que avala las hazañas de héroes legendarios o señorazos de un pueblo... mi épica preferida es de mártires, o luchadores que buscan consensos. Épica porque todo cuanto se narra en los ochen titantos poemas mienta un mundo exterior a las pequeñeces propias de mi persona, de mí como autor. Hablaré con respeto de un pueblo, que es más que lo que yo puedo ser. Eso es lo esencialmente ético-estético de lo épico... Estas epopeyas que yo elaboro hablan sobre la posibilidad de un pepiniano ideal y de un pueblo ideal desde un tiempo y espacio determinado que no tiene por qué ser ficticio, sino histórico... y lo cierto es que, si el Sebastián Mártir, el de Narbona que nunca vimos, pero es histórico y alguna vez fue de carne y hueso, ese héroe arquetípico se multiplica en todos los pepinianos que estén dispuestos a representar los valores por los que él vivió. Puede que sean los mismos valores tradicionales colectivos de la pepinianidad, o la patria puertorriqueña... ¿Por qué no voy a escribir sobre los mártires de Pepino si hay muchos?»

«Este es un poemario, cuyos personajes o arquetipos no son de la complejidad de la Epopeya de Gilgamesh, o de una obra como la Ilíada, u Odisea griega, pero es una historia en torno a profundos mártires como son Oscar López Rivera, condenado a 55 años de prisión por absurdos cargos de conspiración sediciosa... Cuando yo digo, con respecto al Mártir Sebastián de Narbona, que sus enemigos en Roma, a fin de procesarlo y condenarlo, primero lo espían, lo acusan.
Desde antes se te espiaría. Tú sin saberlo.
Exigieron que se informe dónde vas,
que se dijera con quién dialogas tus placeres
o tus penas. Orejas pegadas a paredes,
ojos asomados a los muros, se interesaron por ti.

... aunque maldigas al Estado Vigilante,
la seguridad biopotentada lo exigió en su momento.
Tú eres imprescindible (no todos son héroes,
Sebastián, no todos). Tú eres uno.
Eres de la Guardia Pretoriana.
Eres un capitán.
... eso mismo sucede hoy. Digamos el caso de Oscar López Rivera, quien, tras 30 años de encarcelamiento, no se rinde, que estudia, que mantiene su integridad física, emocional e intelectual, a la par de la más alta ética política, tener un mártir vivo en la historia. Y tuvimos una Marcianita Echeandía Font, una Nilita Vientós Gastón, un César Torres... Estamos llenos de héroes, de mártires... Escribo una celebración sobre la ética de un pueblo bueno que ha sufrido, a veces ha prosperado y que respeta su historia, pinta y esculpe, en torno a los leitmotifs que encarnan sus valores».
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Saturday, April 19, 2014

ESTETICAS MOSTRENCAS Y VITALES




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ESTETICAS MOSTRENCAS Y VITALES


Este libro / ESTETICAS MOSTRENCAS Y VITALES / consta de 20 partes. Las últimas dos son ensayos. Contiene una dedictoria por su autor Carlos López Dzur que dice: ↔

 
A los batalladores culturales del mundo y de mi patria,
porque en todos hay un capital económico
y riqueza humana, para forjar estéticas y visiones de mundo;
a los que evalúan las estéticas y la cultura porque saben
qué defender y cómo organizar ni tal capital ni a su gente:
Las partes son las siguientes (abajo, los contenidos en las páginas de la edición):
 
1. REFLEXIONES DIALECTICAS SOBRE LA SED Y LAS APETENCIAS MOSTRENCAS
2. La Decadencia y los Entretenedores
3. La Matronaza y el Primer Hachazo
4. El grandísimo amigo, el Falso Ego
5. La Estética de la Necesidad y la Belleza a la venta
6. Estéticas de autosuficiencia, voluntad y soberanía
7. Homenaje a Juana de Arco
8. De la Revolución Gozosa e Inclusiva
9. Los dos montes de Isidore
10. Meditaciones sadistas
11. Prosopopeyas del Juicio Final
12. Estéticas de abril
13. Lezama y las eras imaginarias de la belleza
14. Meditación de Teón / Homenaje a Hipatía
15. De Pitágoras y Orfeo
16. En torno a Martin Heidegger
17. Estéticas hostosianas
18. Radiografía del character borincano
19. Estéticas mostrencas y vitales: Una interpretación
20. Conversando sobre las Esteticas

 
POEMAS Y TEXTOS EN CADA PARTE
Indice
 
1.
 
La dialéctica de la sed / 1
Busqué la tierra y la hallé / 3
El monstruo en el Laberinto / 5
Si usted por amor al arte / 6
Los tormentos del ser-ahí 7
Aegle no es tu rival / 8
El laberinto y la luz / 9
El tránsfuga cósmico / 9
La hechicera / 10
Viudez de la Hermosura / 13
Estética del hombre pertinaz / 14
El lamparero y Das Momemtum / 15
El sacrílego / 17
El padre y el hacha /18
El hacha como el viento / 19
El hacha y la ofrenda / 20
Los burladores de la sombra / 21
Tráelo al fuego / 22
Maquiavelismo / 24
De impressione librorum / 25
El hacha del No / 26
El hacha de Carlos Abram / 27
Deten el hacha / 28
Hagan lo que hagan / 29
Del estilo revolucionario / 30
A Manuel González Prada / 31
Se largaron, pero dejaron / 33
Hay mucho porvenir / A Vallejo / 34
Como dos gatos en el desierto / 42
La casa de las lujurias / 43
El ay del yo lírico-amoroso / 44
La estética del No y el Terror / 48
Estética de guerra / 48
Estéticas de los cangrejos / 53
Lujuria de las apropiaciones / 55
El cadáver sediento / 55
 
2.
Cuando nacjó la culpa / 57
¿Cómo pudo ser esa lepra? / 58
Cuando s pierde lo mejor de las memoria / 60
Tirannio Dominnatio / 62
La gran bancarrota / 63
En los oscuros corrales / 63
Los sofistas / 64
Filosofía para mudos y sordos / 65
Los leprosos / 67
Se juntaron en Elea / 68
Los entretenedores / 69
Maruga mercantiva / 71
Bancarrota y mortandad / 71
La bruja / 72
Ladrones de autoridad civil / 74
Socialización mórbida / 74
Los demonios blancos / 76
Voces de sibilas / 77
Cuando vengan los buitres / 78
Como alianza del subyugo / 78
Montanistas / 79
¡Cuánto lo quise! / 79
Y parece una personilla / 82
A los hijos de Adama / 83
La tradición pro-bestial / 84
Oportunismo y elitismo / 85
El hombre económico / 86
Temporalidad y proceso histórico / 86
A Camus / 88
 
3.
 
Ya no lo resuciita ni la guaja / 89
Una vieja de Tarsis / 90
Hada / bruja . hechicera / malparaida / 91
Etología de las matronas / 92
La madraza y los hijos / 95
La Gran Rosa y La Mina / 96
Hada noética / 96
El ente-inexistente / 97
Hada del Norte / 97
Marsilio la Changa viene / 99
Y esra peste a infierno / 99
Ciclos de penumbras /100
Metamorfosis / 101
No escuchen lo que te digan / 102
 
4.
 
El falso ego / 104
Ser un bicho raro / 105
El novelero / 107
Por un verdadero amigo / 108
Mi amigo amargo / Gorki / 109
Mi amigo Pascal / 114
Yo que los creí… / 116
¿Qué estás haciendo, capitán? / 117
No son amigos / 119
Para que no andes con ellos / 119
De la sangre protestaría / 120
La nobleza salvaje / 121
Desasosiego de mi amigo Fernando / 123
La necesidad y el sentido / 128
 
5.
 
De la necesidads / 132
Belleza a la venta / 133
Virilidad imperial / 134
Malignos machos con hachas / 136
Ni quien nos salve / 136
El Líctor desea a Lumia / 137
Escondo mis huesos en ti / 138
La hembra de Megilo / 138
La zorra Lumia / 139
El dolor de los ultrajes / 139
El placer con cifras exactas / 140
La medida del orgasmo / 140
A Delmira Agustini / 141
Quiroga y las estéticas de la necesidad / 142
 
6.

 
La zorra originaria / 145
Declaración de la soberanía / 146
Bendición de los hijos / 146
La madrastra / 147
Zeus, el nuevo orden / 148
Las honestas cartas de Jerónimo / 149
¿Qué harán con mis cartas / 150
Enmendarse para mejor vivir / 151
La relación pura / 151
Dueño del olfato / 152
Fuente zorruna / 153
Riquelme / 153
Varón de gozo / dionisíaco / 158
Ojo de Apolo / 159
Varonía / 160
Ser padre / 161
El oculto y adviniente porvenir / 162
Idelette / 163
El segador / 164
El hijo ante el padre / 166
Sálvate o mata / 166
El parricida / 167
De la culpa existencial / 168
Embrujo o piedra de amor / 169
A pasquinar / 169
A Nilita Vientós Gastón / 171
La nación y los poetas / 173
A César G. Torres / 175
A Walt Whitman / 179
A mi amigo Baudelaire /180
¿Qué tal el viejo éter luminoso? / 186
 
7,

 
A Juana del Arco / 189
Fluye del cántaro / 190
La nueva era de la libertad / 191
Emisaria del ángel de la Muerte / 192
Amonestación de Gilles de Rais / 193
A los infanticidas / 197
Heraklés o la economía física / 200
El Jardín de Ladón / 201
Clamores del sinsentido y las rutinas / 203
De las mercaderías y la pérdida de identidad / 204
Dicen que debo morir en la hoguera / 205
 
8.
 
¿Qué es el gozo? / 206
El verraco Nabo del vigía / 207
Estética del desnudo / 208
La eternización de lo inmóvil / 209
Mi amigo León Blum y la metafísica fijista / 210
El suicidio por la palabra / 211
Días de credulidad /217
La deuda humana /217
Homenaje a la fe unamuniana / 218
La esencia de la verdad / 220
 
9.
Los montes de Isidore / 221
 
10.
 
Meditaciones sadistas / 226
Barroco de la lunaridad / 234
Estética del represor / 235
 
11.
 
Prosopopeya del Juicio Final / 237
Laocoonte / 247
 
12.
Hoy 5 de abtil / 249
A los gadafrenos y leprosos / 255
Mama Quilla y el único reino / 256
Estética práctica / 257
El fantasma / 259
La infidelidad del poder / 260
Anhelo en medio de la asfixia / 261
Maldición del Destino Golpeador / 261
La realidad es procaz y escandalosa / 262
 
13.
 
Milonga por Sémele / 267
Las ideologías subjetivistas / 271
Las hadas ideológicas / 273
El rostro envilecida de la Mayoría / 274
Viudas y herederas / 275
El sacerdote miserable / 275
Ebriedad existencial / 276
El camino / 276
¿En qué era imaginaria está usted? / 277
Las tareas / 278
La estética de los tercos / 280
A Lezama Lima /
 
14.
 
Meditación de Teón / Homenaje a Hepatía / 282
Angustia identitaria / 285
Islamofobia/ 286
Los hijos de Occidente / 284
Anhelo en medio de la asfixia / 287
Burladores de idea / 289
Agresión pasiva / 292
A los impávidos / 293
 
15.
 
De Pitágoras a Orfeo / 294
A Zeus y Athenea / 296
16.
 
En torno a Martin Heidegger / 298
Para mentar la libertad / 301
 
17.
Decencia orientativa / 302
El poder como pasión / 303
L a ambición malentendida / 304
Historia filogenética / 304
De la moral hostosiana / 305
No de las rodillas / 307
El momento amargio del niedo / 308
Aún no… / 309
El relato posmoderno de las Grandes Ilusiones / 309
El hombre en general / 314
El poder y la areté / 315
Uno hay en pro de identidad / 316
Desmentido / 317
La pretendida herocidad / 318
El héroe y la areté / 320
El reto individual / 322
El ser enfermo yleproso / 323
 
18.
 
Radiografía del carácter borincano / 316
Cómo hablar con un pueblo piadoso / 324
A los que saben ser pueblo / 327
Te escinden / 329
Lejos de la antillanía / 329
«Asi somos nosotros» / 330
«Lo mejor que tiene la ciudad» / 331
A Diego de Torres Vargas / 332
Los placeres deliciosos / 334
 
19.
 
Estéticas mostrencas y vitrales: una interpretación general / 336
20.
 
Conversando sobre «Estéticas mostrencas» / 352
Indice / 401
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DOS TEXTOS DEL LIBRO
A DELMIRA AGUSTINI (1886-1914)
 
... piedad para los cuerpos revestidos
del armiño solemne de la Calma,
y las frentes en luz que sobrellevan
grandes lírios marmóreos de pureza,
pesados y glaciales como témpanos,
piedad para las manos enguantadas
de hielo que no arrancan
los frutos deleitosos de la Carne
ni las flores fantásticas del Alma:
Delmira Agustini
No la vigiles más, ojo de Kemos,
Multfeldt Tríaca, gélida exigencia de obediencia.
La Nena no quiere quemarse en las piras
de tus sombrías esfinges, en tu glaciar
de fuego. La muñeca de trapo no amaneció
en su cama; hay rojos enigmáticos
en sus ojos azules; la señal desflorada
se marcó en su vestido de raso.
Aún está desnuda. Ha callejeado, viringa,
con su hermosura plena. Tiene un secreto
de tango y, aún... ni Darío ni Nervo
lo comentan. La Nena quiere más que los veranos
de la quinta de Sayaga. Escaparía,
si la dejara tu ojo homicida, controlador
de pasos. Desde la carne, la muñeca
busca un amor prohibido, menos miserable
que los años del esposo. Busca soles,
ardientes en cada instantes, contiguos
a su alma poderosa en cautiverio.
Ugarte es quien la ha mirado con deseo
y ella pide piedad para sus manos enguantadas;
piedad de tu ojo vigilante, María Multfeldt,
piedad de tu ojo, Kemos, piedad de tríaca,
en los camposantos, con íconos victorianos,
represores... porque la prensa es impiadosa
desde hoy y está sobre la pista del suicidio.
El esposo ha jalado del gatillo.
La habría matado a ella porque es hermosa,
pero no fue la urgencia de sus tiros.
En la cabeza de su amor secreto,
hay más que cartas; en las palabras de Eros,
hay un lamento, quejas en rosarios de Delmira.
En el piano, hay una tecla que se escapó
a sus dedos; en la garganta, un sabor maldito,
trago baudelariano de vino; sobre la tapa
de madera, los cálices vacíos.
21-09-1982
QUIROGA Y LA ESTETICA
DE LA NECESIDAD
 
«... quisiera que se viera en el arte una tarea
seria y no vana, dura y no al alcance de cualquier
desocupado»: Horacio Quiroga (1878-1917)
 
A veces pensaba que él tiene culpa del fracaso,
la necesidad que apremia, el grito que rumora
los cianuros antes de la muerte;
a veces le dijo a María Elena, amiga de su hija Eglé,
procrear y tener hijos es lujo, dicha que no merece
el pobre, siempre acechado por locura,
turbios apetitos y penurias.
Se había instalado en San Ignacio
y nació la Pitoca y, con su hijita reciente,
y una prolongada agonía y sobredosis de cianuro
que llevó a su madre a la muerte.
A veces, con todo el desafío de rigurosa
alegría con que se estila un arte modernista,
la Revista del Salto se olvida, y Caras y Caretas
falla en publicarte y Fray Mocho, el semanario,
no satisface a la mujer que te diera los hijos.
La vida es descontento continuado.
De literatura no come ninguno.
Fracasas como algodonero.
En todo, se marca lo deficitario.
En la sangre, traes como un gen el suicidio.
Un disparo no querido accidenta
con tu dedo el respeto a los duelos.
Suma que lamentas matar a Federico
(no sabes ni matar adrede. Ni batirte
por honor en un lance, qué estúpido).
A veces la estética de crisis se parece
al azar del anónimo karma,
a un mal hadado proceso y te hace pasar por necio
siendo del Consistorio del Gay Saber,
y la vanguardia.
Ha de ser pesadilla de artistas
que sueñan demasiado
como tú cuando fuiste empresario
del algodón en Chaco... o de plano fracasó
el cultivo de naranjales, el hacerte carbonero
o el destilado de licores. Te persigue
la muerte y el fracaso, Horacio,
como a Lugones, el montevideano,
como a tu padre y o tu mujer, suicidas.
Te persigue y duele mucho el cáncer.
Procuras entonces ir por la alta dosis de cianuro.
Como una sanguijuela la estética
de la precariedad se persona,
avanza con la muerte que se esconde
en una almohada de plumas
que colocas bajo tu nuca
para que terminen al fin tus días..
09-01-2000 / DE ESTETiCAS

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SOBRE EL AUTOR / p. 401, de ESTETICAS...
 
Carlos López Dzur es un narrador, poeta y filósofo, nacido el 1 de septiembre y residente en Puerto Rico. Vivió en California por más de 30 años. antes de su reciente mudanza a la isla. Caribeño, tiene visión hostosiana y bolivariana, que se refleja en sus libros. Obtuvo un doctorado en Filosofía Contemporánea en la Universidad de California, Irvine. Cursó sus estudios de B.A. en Literatura Comparada e Historia Latinoamericana en la Universidad de Puerto Rico; obtuvo dos M. A. Summa Cum Laude en Montana State y San Diego State University.
Es autor, entre otros libros, de las novelas «Las juderías», «Berkeley y yo», «El pueblo en sombras» y «Las hienas».En 1986, en su Ciclo de Canciones para la Poesía Latinoamericana, Galina Gorelova, compositora, exponente de la Música Neo-Romántica bielorusa y directora de la Orquesta de Música Sinfónica Contemporánea de Moscú, presento en concierto textos musicalizados de Cesar Vallejo y Carlos López Dzur en piano y para barítono.
Para comprar sus libros, puede utilizar Amazon.con y otras librerías digitales. O comunicarse con el autor en: Carlos López Dzur, en: Caribbean Tower’s, #621, Miramar, Puerto Rico 00908
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 JUDERIAS / COMPRAR / Epica de San Sebastian del Pepino / CARLOS LOPEZ DZUR